Tarde, Capitulo 2: Ganas de besarte

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Ganas de besarte

Lo que fue mi vida después de ese beso… es indescriptible. El mundo que había creado, mi propio mundo, se había dado vuelta de pies a cabeza. Había perdido mi punto de referencia, mi flecha de dirección… mi propia vida estructurada y coordinada se había descompaginado enteramente, gracias a ti. Ahora eras tú mi estrella a seguir.

Y solo con un beso…

Un beso…

Que marcó el comienzo de algo caótico y prohibido. De algo de lo que no iba a poder despegarme nunca por más que recurriese a lo que fuera para sacarte de mi mente, de mi piel. Te habías impregnado en ella como aroma de primavera y ahora no podía dejar de pensarte.

Bella… tú me hechizaste. Tú te habías convertido en mi marca de heroína.

Habíamos compartido el beso más increíble que alguien pudiera darme. Tu sabor, oh cielos… tu sabor era adictivo y yo lo necesitaba, era dulce y suave, ambrosía pura. Tu lengua tímida al principio y luego avasalladora, llevándose todo de mí, haciéndome gemir de placer con solo besarte. Mis manos vagaron por tu cuerpo y las tuyas por el mío, te aferraste a mis cabellos y me empujaste a mostrarte lo que estabas haciendo. Nunca en mi vida había estado tan excitado y necesitado… era como un hombre sediento en el desierto. Pero sabía que pasar esos límites nos demarcarían a no volver atrás.

No podíamos… ¿o si preciosa? Porque yo ciertamente estaba dispuesto a caminar por los senderos a los que tú me llevaras.

Mi vida con Ángela no era mala, pero cuando te tuve en mis brazos me di cuenta de las cosas que me faltaban con ella. Las cosas que toda mi vida planificada y exacta no habían permitido entrar, eras la diosa caída del cielo para hacerme vivir, tan sencillamente como eso… hacerme vivir todo lo que estaba sumergido en mi inconsciente como deseos frustrados y reprimidos. Eras mi perdición.

_No podemos hacer esto_ me dijiste. Mis manos aún tazaban tu precioso rostro y mi frente estaba recostada contra la tuya, aún recuperábamos nuestra respiración. Quería decirte que estabas en la razón, que no deberíamos estar haciendo eso… besarnos hasta perder el sentido, como si no hubiese nadie en esa casa que nos importara, pero no podía hacerlo. No podía alejarme, por primera vez el control que había tratado de manejar toda mi vida, había desaparecido, dejando paso al caos en mi interior, la certeza de que no iba a poder alejarme de ti.

_No… no te arrepientas de esto nena, no lo hagas_ susurré sobre tus labios _porque yo no lo hago_

Negaste con la cabeza _No, no me arrepiento… pero no podemos estar aquí, nos pueden ver, ya hemos tardado demasiado_

Me quedé mirándote, tus pestañas rozaban tus mejillas cuando cerrabas tus ojos color chocolate, tus mejillas estaban sonrojadas por el calor de nuestro beso, tu boca estaba entreabierta recibiendo el aire en pequeñas cantidades, jadeando sobre mis labios. Entonces supe que tenía que verte otra vez.

_Dime dónde, la hora y el lugar… y yo estaré allí_ picoteé tus labios rápidamente, tus manos sostuvieron las mías que estaban en tus mejillas y sonreíste. _Dime_ rogué.

_No conozco la ciudad... no sé_ negaste con la cabeza.

_Dame tu número de teléfono, te llamaré y te daré una dirección_ te solté para rebuscar mi teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón. Tú lo tomaste de mi mano y lo pusiste pero me dejaste a  mí guardarlo, solo puse tus iniciales, Ángela no era de esas mujeres obsesionadas e inseguras que revisaban el celular cada vez que yo recibía un mensaje, pero debía ser precavido  de todas maneras. Por la salud del bebé.

_Por favor, no te arrepientas de esto Bella_ dije acariciando tu mejilla con la punta de mis dedos, en tus ojos podía ver la duda, negué con la cabeza _no lo hagas, no puedes negar que lo que pasó aquí hoy, lo que viene sucediendo desde el momento en que puse los ojos en ti… es innegable_

_Es imposible_ replicaste.

_No ignoraré el hecho de que ambos lo deseamos, no creas que me gusta hacer esto, no mereces esto, ni… Ángela. Pero…_ cerré los ojos y negué con la cabeza _esto fue como volver a respirar… y necesito más, dame más Bella_ besé tus labios una vez más, dios!... iba a ser difícil estar separado de ti durante el resto de la noche.

_Te llamaré mañana en la mañana_ dijiste finalmente. Tomé un respiro y exhalé asintiendo con una suave sonrisa, me habías dado la oportunidad de demostrarte que aquí había algo, solo que llegamos tarde.

Tomaste mi rostro entre tus manos y acercaste tus labios a los míos y me besaste, suavemente, profundamente, tu lengua danzando con la mía llena de promesas, llena de expectativas. Gemí despacio cuando sentí endurecerme otra vez y sonreíste en mis labios cuando me sentiste en tu estómago, duro, firme, listo para ti. Pero casi me mataste cuando llevaste tu pequeña mano a mi entrepierna y sentiste por ti misma el estado de mi excitación,

_Oh Bella…_ gemí en tu boca, empujé mi cadera en tu mano y apretaste mi pene a través de mis pantalones. Te deseaba, te quería… con tanta hambre y deseo que temía salirme fuera de control y tomarte en ese balcón. _¿quieres matarme?_

_No_ reíste sin separarte de mí, en cambio comenzaste a masajear mi erección _te deseo… tanto._

_Mañana_ dije fiel a una promesa.

_Mañana repetiste sacando tu mano de mi erección frustrada. Tendría que acariciarme en la ducha antes de dormir, no podría dormir con Ángela con esta erección ocasionada por otra mujer. No podría dormir con mi esposa pensando en ti… mierda. Me esperaba una larga noche. Largos días. Todo esto estaba mal, lo sabía… pero no podía dejar de pensar que tenía que estar contigo.

Te besé por última vez y volteé sin mirar hacia atrás, caminé fuera del balcón y me acomodé mi pene endurecido antes de llegar a la escalera, tenía que estar bien, mierda… tenía que sacarte de mi mente al menos por unas cuantas horas hasta que estuviera solo y pudiera pensarte. Tomé unas cuantas respiraciones profundas y cuando sentí que mi entrepierna no era tan evidente, bajé las escaleras.

Parecía que nadie había notado nuestra ausencia, ellos seguían hablando en la sala de estar, ajenos a lo que había sucedido unos pisos más arriba. Ajenos a lo que tú y yo habíamos compartido. Ajenos a la fluencia de sensaciones que corrían por mi interior.

Esa noche prosiguió de la peor manera para mí, sentado a un lado de mi esposa, mientras acariciaba su prominente vientre, tú sostenías la mano de Jasper frente a mí, dándole besos ocasionales. Evitando mi mirada insistente e imposible de desviar. Me hechizabas… y me enfurecías.

Nos despedimos más tarde con un beso en la mejilla y mis dedos rozando ardientemente la piel de tus brazos. Una promesa… mañana…

Y ahora estoy aquí, esperando tu respuesta a mi texto. Deslizando el celular por mis dedos mirando la pantalla, sentado frente a mi ordenador sobre el escritorio de mi consultorio, en el hospital general de Chicago. Tuve una cirugía hoy, en la cual tuve que hacer mi mayor esfuerzo para concentrarme y no verte en mi mente y no esperar este momento para poder contactarme contigo de nuevo.

Resoplé profundamente rastrillando mis dedos en mi cabello, perdiendo la paciencia, ya te había llamado cinco veces antes de enviarte el texto, pero no respondías ninguno de los dos. ¿Te habías arrepentido?... no, no, no Bella…

Volví a marcar tu número.

Y salté en mi silla cuando sentí tu voz al otro lado de la línea,

_Edward…_ parecías agitada.

_¿Bella?_ fruncí el seño… _te llamé antes, no respondiste, hum… pensé que te habías arrepentido_

Hubo un silencio en la línea, pero sentía tu respiración agitada. ¿Dónde estabas? ¿Qué habías estado haciendo? Una punzada de celos estalló en mi pecho al imaginarme lo que podrías haber estado haciendo.

_Salgo a correr todas las mañanas a esta hora, perdona… dejé mi celular y me llevé el ipod_ dijiste antes de un suspiro _no me arrepentí Edward, todavía quiero verte_

Una oleada de alivio me sobrellevó, cerré los ojos y me recosté en mi silla, lamentando ser tan patético y posesivo contigo, que  apenas te conocía, algo que nunca había sido con mi propia esposa.

_Entonces… te envié la dirección en el mensaje ¿lo tienes?_

_Sí_ respondiste luego de un momento de comprobación.

_Solo dile la dirección al taxi, yo te estaré esperando ¿bien?_

_Ok…_ suspiraste. _¿Cómo fue tu mañana?_

Casi reí… ¿intentando mantener una conversación cordial Bella? ¿En serio? ¿Cuándo a la noche anterior casi estuve a punto de follarte en el balcón de la casa de mis padres, con mi esposa y tu novio a metros de nosotros?

_Te he deseado escuchar toda la maldita mañana, así fue lo bien que la pasé._ dije enojado conmigo mismo, no por tu pregunta o intento de socializar, sino por mi actitud totalmente irresponsable. Estaba colgado de un par de tetas y un lindo culo cuando tenía que mirar a mis pacientes.

Mierda…

No, no eras solo un par de lindas tetas y un bonito culo, eras más. Mucho más. Lo podía sentir en mi pecho.

_Lo siento_ gemí cerrando los ojos y tirando mi cabeza hacia atrás _he estado toda la mañana pensando en ti, deseo verte, lo antes posible_ confesé _ayer me dejaste… dios Bella, eres cruel_ reí.

_No soy la única, tú también eres cruel… por suerte estaba demasiado cansada y Jasper no exigió nada, pero me tomé una buena ducha relajante_

Mi cuerpo entero se tensionó cuando nombraste a mi hermano. No podía concebir que hicieras el amor con él, no si lo nuestro llegaba más lejos. No cuando yo te necesitaba más, dios… soy un increíble hijo de puta egoísta ¿y qué? Te quería para mí Bella, solo para mí nena. Y que mi hermano te tocara era lo último que quería.

_¿Lo hiciste con él desde anoche?_ pregunté con voz dura.

_¿Qué cosa?_ dios… parecías tan inocente.

_Coger Bella!, follar… como quieras llamarlo ¿lo hiciste con el?_

_No_ dijiste de la misma manera, dura y fríamente.

_Yo tampoco lo hice con Ángela_ hablaremos de eso más tarde, cuando nos encontremos, pero…_ suspiré jalando mi cabello de la nuca _no lo hagas Bella, yo tampoco lo haré_

_¿Quieres decir que… quieres exclusividad?_

_Exacto_ dije con voz gruesa.  _Quiero ser yo desde ahora quien te penetre sin contemplaciones Bella, quiero ser yo quien te folle hasta desfallecer, quiero ser yo que te pruebe y te haga venir en mi boca y probar tu semen hasta saciarme, quiero ser yo el que te recorra cada centímetro de tu piel con los dedos, con mi boca, con mi lengua… mis dientes, no mi hermano, no otro hombre… Bella_ jadeé sintiéndome endurecer con solo hablar de esa manera contigo _quiero ser solo yo, quiero que seas solo tú, nadie puede manchar esto_

_Está bien_ jadeaste excitada como yo. _hum… ¿a qué hora nos vemos?_

_¿Me necesitas Bella?_ pregunté palmeando mi erección dura y gruesa sobre mis pantalones de cirugía _porque yo tengo que concentrarme después de esta conversación para bajar mi pene_

_Te necesito Edward_ ronroneaste como una gatita _¿a qué hora?_

_¿En una hora?_ pregunté mirando mi reloj de pulsera _ tengo mi almuerzo a esa hora, te veré allí_

_Está bien, nos vemos_

_Nos vemos preciosa_

Oh mierda…

Gemí cortando la llamada y me recosté en la silla. Bella… me ibas a matar.  

En un intento de calmar mi frustración  bajé el elástico de mis pantalones hasta dejar que mi pene saltara libre y tomé la base con mi mano, lo acaricié un poco pensando en la noche anterior y gemí sintiendo la profunda e intensa necesidad de penetrarte, dios… quería hacerlo tan mal. Empujé mis caderas hacia mi mano y gemí más… no, te necesitaba a ti, nada sería lo mismo. Guardé mi erección con la frustración llegando a límites insuperables.

…….OO…….

_Hola cariño, ¿estás en el hospital aún?_ cerré los ojos momentáneamente mientras esperaba en una luz roja. Había olvidado que habíamos acordado almorzar con Ángela y su hermana en casa.

_Áng, lo siento… se presentó una urgencia, no puedo cariño, ¿y  si lo posponemos para la cena?_

Me sentía mal mentirle a ella, era paciente y una esposa leal y noble. Pero mierda Bella… quería verte.

_Edward…_ suspiró en el teléfono _dijiste que podías hacer un lugar en tu agenda para hoy y ya te estamos esperando en casa_

Mierda…

_No puedo salir de esto Ángela, fue inesperado… ya sabes cómo es_ rastrillé mi cabello con los dedos.

_Lo sé_ parecía resignada _está bien, pero ¿por la noche podrás entonces?_

_Por supuesto, discúlpame con tu hermana, tengo que atender esto…_ coloqué el cambio cuando vi la luz verde y avancé tratando de ocultar el micrófono del celular para que no se oyera el sonido ambiente.

_Te amo cariño, tu niño te envía saludos_ dijo con una sonrisa en su voz.

_O mi niña_ dije haciéndole recordar que aún no sabíamos el sexo de nuestro hijo _nos vemos en casa más tarde Áng, un beso_

Terminé la llamada y tiré el celular sobre el asiento del acompañante para aumentar la velocidad, necesitaba llegar a ti. La voz de mi esposa no me haría flaquear en mi decisión de verte, pero sentía una punzada de culpa en el pecho. Me dolía estar haciéndole esto. Me dolía por traicionar su confianza, por hacerle esto justo cuando ella más me necesitaba, pero dios… no podía parar, era como si hilos invisibles gobernaran mi cuerpo y demandaran sobre mí. Mis decisiones estaban basadas ahora sobre ti.

Con los minutos llegué a una zona residencial, eran edificios de departamentos que se ubicaban lejos del ejido urbano, en un lugar de la ciudad que recordaba lo más bien. Allí había vivido en mis días de universidad. Era un departamento simple que mis padres me habían regalado para vivir con un compañero de habitación, Félix en ese momento, antes de que mudara con Ángela a una casa una vez que decidimos irnos a vivir juntos.

Había estado cerrado todo este tiempo, desde la última vez que Félix lo usó. Dos años… Y ahora sería el lugar donde tú y yo nos encontraríamos, no podía esperar.

Estacioné mi volvo en la calle y bajé rápidamente a la vereda, caminé mirando las puertas de vidrio del edificio, vi tu figura dentro… estabas recostada contra la pared. Abrí la puerta con rapidez y tú alzaste la cabeza, te mordías el labio… mierda, ese labio.

_Bella_ susurré llegando a ti, tacé tu rostro  entre mis manos y te besé sin vacilaciones, acorralándote contra la pared. De poco hombre, lo sé… la lujuria en mí hablaba, perdóname… pero te deseaba tanto que no podía dejar de hacerlo.

_Edward_ jadeaste en mi boca. Tus manos se aferraron al cabello de mi nuca y gemí del placer y el dolor, sensaciones entremezcladas. Te tomé de la cintura y te empujé con mi cuerpo hacia los ascensores, te aferré a mí mientras caminábamos hacia atrás, mientras continuaba besándote.

El viaje en ascensor fue rápido, entre nuestras manos explorando nuestros cuerpos, entre besos y jadeos, gemidos y tu lengua rozando la mía. Tu mano abriendo los botones de mi camisa, mis manos por debajo de la tuya… palpando tus pezones erectos. Dios!... te necesitaba.

Me separé de ti cuando llegamos al piso superior y te tomé de la mano, caminé sin parar hasta la puerta de mi apartamento y abrí. Te metí dentro de un tirón y cerré la puerta para acorralarte entre mi cuerpo y la puerta,

_Te deseo… siente como me tienes_ susurré en tu boca. Tú te mordiste el labio y miraste mi entrepierna, que estaba hinchada y abultada. _Toca_

_Mierda_ jadeaste llevando tu mano hasta mi erección, gemiste una vez más cuando la sentiste y vi con sumo placer, la manera en que tus muslos se juntaban para poder llevarte un poco de fricción. Oh cielos… _¿de quién es este lugar?_

_Mío_ enterré mi rostro en tu cuello y comencé a besar la piel suave cerca del lóbulo de tu oreja. Mis manos fueron hasta la cintura de tu pantalón de algodón y los bajé junto con las bragas hasta la mitad de tu muslo. Tu gritaste… si, mierda, gritaste… y era tan erótico todo.

De repente era un hombre con una misión, quería que gritaras mi nombre.

_Lo… usaba hace unos años… cuando estuve en la universidad_ jadeé sacando la camiseta de tu cuerpo por tus brazos, oh mierda… quedaste solo en un pequeño sostén de encaje negro, removiéndote contra la puerta. Eras una pequeña y pervertida diosa… mi diosa.

Tu piel era nacarada con la luminosidad de la luna, blanca, pálida… era hermosa. Solo un par de lunares estaban a la vista, que seguramente serían mi entretenimiento para lamer, uno en tu cadera derecha y el otro entre tus pechos. Tu cintura era pequeña y frágil y tus caderas como un violín… era la imagen de la mujer perfecta. Tu cabello castaño y ondulado caía por tus hombros en suaves ondas, las puntas llegaban casi hasta tus pezones endurecidos que se veían a través de la tela.

Tus manos se unieron en el frente y vi con embelesamiento como un suave sonrojo atenuaba tus mejillas. El sabor de la inocencia y la lujuria al mismo tiempo. Y eras toda mía…

_Hermosa_ susurré tan despacio que dudo me hayas escuchado. Y me lancé a ti, de rodillas sobre el suelo, abrí tus piernas y las coloque jugando con tu equilibrio, sobre mis hombros. Gritaste por mi brusco movimiento, pero en seguida, cuando mi lengua comenzó a danzar en tu interior, gritaste de placer. Tus manos se sostuvieron sin dificultad, una sobre un mueble y la otra sobre el pomo de la puerta. Y tiraste tu cabeza hacia atrás mientras montabas literalmente mi boca.

Mierda… podía sentir como mis dientes rozaban tu clítoris y mi lengua entraba y salía de tu coño desnudo, mientras tus caderas montaban mi cara. Olí tu olor… dulce y almizclado, increíblemente adictivo y lamí tus jugos seminales que terminaron corriendo por mi barbilla. Tenía que hacerte venir en mi cara, tenía que hacerlo, era algo que tenía que probar.

_Edward!_ gritaste… bien!... eso era lo que quería, mi nombre en tus labios. Pero quería oírlo más, más, más y mucho más. No me cansaría nunca, ahora tenía la certeza.

_Vente en mi boca Bella_ demandé antes de atacar tu centro de nuevo, entrando y saliendo con mi lengua, lamiendo toda tu excitación. Mi pene palpitaba en mis pantalones, tú habías alcanzado a abrir un par de botones por lo que bajé una mano de tu cadera y terminé lo que tú habías comenzado. Cuando saqué mi pene de mi pantalón, estaba mojado de necesidad, por lo que comencé a acariciarlo mientras movía mi boca contra ti. Tú te movías frenéticamente sobre mi boca gimiendo incoherencias y supe que estabas a punto de venirte.

No pude evitarlo….

Te dejé sobre el suelo y te alcé luego de pararme para llevarte a habitación, la que era mía. Caminé hacia la cama sin sábanas, tus piernas se enredaron en mi cintura y podía sentir con mis pasos, la punta de mi pene en tu entrada.

_Mierda bella… tengo hambre de ti_

_Tómame!_ gritaste cuando te dejé en la cama y sin contemplaciones, tal como te lo prometí la noche anterior, abrí tus piernas clavando mis rodillas en el colchón y te penetré. Fuerte… duro Bella! Hasta el fondo, podía sentir la compresión de tu vagina en mi pene. Podía sentir las paredes palpitando, a punto de venirte… y comencé  a bombear.

_Mierda Bella!!_ gruñí sosteniéndome del colchón con mis manos en cada lado de tu cabeza, mientras tú me mirabas con la suplica bailando en tus ojos. Mi diosa…

Te penetré infinitas veces, oh cielos Bella… estar dentro de ti, no tenía comparación.

_Edward!.... bebé!, voy a venirme!_

_Eso es nena_ gemí empujando mi cadera hacia ti, hundiéndome más en tu vientre una y otra vez. Hasta que comencé a sentir la presión en mis bolas, iba a bañarte con mi semen, iba a marcarte… mía, mía MÍA… MÍA!

_Mía Bella! Mía mierda…._ gruñí sin poder contenerme mientras sentía como si fuera por debajo del agua, tus gritos y mis gruñidos. Solo sabía que te estaba llenando de mi excitación… mi marca. Mi pene temblaba dentro tuyo.  Tu cuerpo inundado de mí…. Sí, sí bebé. Oliendo a mí, con mi semen derramándose entre tus muslos cuando vuelvas a casa, con tu olor en mi piel.

Porque si de algo estaba seguro, era que desde ese mismo momento pasaba a ser enteramente tuyo… solo tuyo. Y tú mía.

_Agghh._ caí sobre ti solo un par de segundos antes de abrazar tu cuerpo con mis brazos y dar vuelta sobre mi espalda, te aferré a mi pecho, aún dentro tuyo… mía… mía…

_Edward_ tu voz era una extraña mezcla de suspiro y cansancio, lamento y suplica… y sonreí antes tazar las nalgas de tu culo y enfatizar mi punto envistiéndote con mi semierección…

_¿Quedó claro?_ pregunté acariciando tu cuello.

_Sí… tuya_'

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Bueno, como verán, este fic lleva y llevara mucha carga sexual y lenguaje sucio. *Meneo de cejas* así que estén agarradas a sus asientos jaja... besotes, hasta la próxima, que sera Aunque no te pueda ver.