Capitulo 22: Verdades

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Mis niñas! nuevo capitulo... espero que les guste, me lo hacen saber por favor. Hay!! esto se va definiendo... cada vez nos estamos acercando más al final. Besotes enormes a todas y ya saben, déjenme sus palabritas. Las amo!

Verdades

El cielo matutino de ese día sabía tan diferente, se olía otros olores, otras sensaciones y se preveían nuevas expectativas. El día anterior me había levantado agradecido porque iba a tener a Bella por el resto de mi vida, ese día me había levantado aún más feliz… la tendría por toda mi existencia, un eternidad, por todo lo que dure mi inmortalidad, como fuera… la tendría.

Escuché por los altoparlantes la llamada para mi vuelo, el último hacia Washington si todo salía como yo lo esperaba, el último antes del comienzo de mi nueva vida junto a ella. Me encaminé hacia la puerta de embarque junto a mi pequeña hermana a mi lado, ella era la única que sabía lo que sentía, la única que me había visto con mi corazón en la mano y era la única que sabía de mi decisión, aparte de Bella.

Sentí su cálida mano en mi antebrazo antes de dejarme cruzar la puerta de embarque,

_Edward, vuelve pronto… yo estaré con ella todo el tiempo que mis papás me permitan_ dijo antes de ponerse de puntillas de pie para abrazarme,

_Gracias Alice, cuídala por favor, nunca la dejes sola_ murmuré sobre su cuello abrazándola también,

_Descuida hermanito, Bella es fuerte… ella te esperará_

_Oblígala a que lo haga pequeña_ dije casi suplicante _y mantente alejada de ese tipo, solo quédate con Bella…_ ella asintió al ver mi mirada de advertencia. No le podía decir a mi pequeña hermana lo que Bella y… James eran en realidad, pero si podía advertirle sobre ese tipo, no lo quería cerca de mi hermana y menos de Bella pero era inevitable…

Besé la sien de mi hermana y me separé de ella dándole una última mirada de agradecimiento, ella parecía querer sollozar pero me di vuelta antes de verla. El vuelo fue apacible y en menos de lo que esperaba ya estábamos aterrizando en el aeropuerto internacional de Washington, decidí que esa misma tarde hablaría con el Padre Marcus para explicarle mi situación, esperar su consejo y renunciar a mi investidura en el consejo episcopal. No sabía nada de cómo iba a ser el proceso, pero por lo visto iba a tener que explicar mi situación ante los sacerdotes demás alta jerarquía para obtener la abdicación… iba a tener que dar su nombre como si fueras la responsable de mi renuncia al fuero sacerdotal, frágiles de mente y corazón serían si se atreven a culpar a mi Isabella por haberme enamorado cuando aquí el único responsable de mis acciones era solamente yo.

El taxi me llevó directamente a la Iglesia en la que todo permanecía igual que siempre, miré al altar al pasar por uno de los laterales y dejando mi pequeña maleta en uno de los bancos me acerqué lentamente al lugar donde era habitual para mí dar mis misas sin evitar sentir cierta nostalgia, con un suspiro ahogado me arrodillé ante Él…

Mi pecho no sentía culpa, nunca lo sentiría… supongo que debido a que el amor que sentía mi corazón iba más allá de toda culpa o remordimiento, me era imposible para mí sentir cualquier clase de arrepentimientos, amaba Bella por sobre todas las cosas y eso era lo único que necesitaba.

Sentí un alivio inconmensurable al saber que podía mirarlo allí, expectante desde la cruz sin sentir miedo ni el peso de mi pecado sobre los hombros… supe enseguida, como se sabe la aproximación de la primavera, que Él me había perdonado.

_Perdóname también por lo que voy hacer_ susurré despacio, estaba consciente de los fieles que estaban dando sus propias oraciones, no tenían por qué oír las mías… solo uno solo debía oírlo y lo tenía delante de mí. _Perdóname por no ser capaz de vivir sin ella, nunca pensé que el amor que tenías guardado para mí iba a pegarme tan fuerte… nunca pensé que podía llegar a enamorarme, Señor… ante todo perdóname por pecar de ignorante_ murmuré con la cabeza gacha. Como si fuera capaz de recibir alguna respuesta quedé en silencio, solo los murmullos de los fieles se sentían en el gran recinto y solo el repiqueteo constante de mi corazón me hacía saber que aún continuaba vivo… me sorprendí a mí mismo pensando que tal vez ese sería uno de los últimos momentos en que lo oiría latir, en unos días más el silencio reinaría para siempre en mí.

_Si la pusiste en mi camino fue porque confiaste en que tomaría las decisiones correctas, espero haber decidido bien porque no hubiese podido permanecer junto a ti con la imagen de ella incesante en mi cabeza, no hubiese sido capaz de engañarme tanto…_ murmuré despacio consiente de los visitantes de la Iglesia _solo te pido la suficiente fortaleza para poder vencer todo lo que la dañe, con tu perdón señor… no pienso dejar que la lastimen_

Me recargué en el suelo como si fuese el único trozo de tierra el abismal océano, mis palmas tocaban el pétreo y frío suelo de mármol y mi pecho trataba de encontrar el aire que de pronto lo había abandonado,

_Te dejaré mi alma aquí mismo si me haces un último favor_ murmuré suavemente con los ojos cerrados _apártala de él, no dejes que le haga daño… por favor, la amo… pero soy capaz de hacer cualquier cosa por ella._ me escocían los ojos, aún teniéndolos cerrados. Luego de unos segundos de haber estado hincado ante Él con la cabeza gacha sentí una cálida mano en mi hombro, levemente familiar que ejercía cierta presión tranquilizante, poco a poco fui levantando la mirada para encontrarme con unos ojos color grises que habían reflejado orgullo y cariño paternal hacía un tiempo atrás y que hoy solo me miraban con pena y tristeza,

_¿Quieres hablar de ello?_ murmuró el Padre Marcus ante mi rostro consternado, pensé por un minuto negar todo y admitir mi error, mi arrepentimiento… pero no podía mentir, por más que lo intentase jamás negaría a mi Bella. Asentí quedadamente y me paré lentamente para luego seguirlo hasta los corredores laterales de la Iglesia.

Me di cuenta que nos acercábamos a lo que era mi oficina sin gestos ni palabras lo seguí hasta allí, el Padre Marcus abrió la puerta invitándome a pasar y decidí contar toda mi verdad, por más vergonzosa y ofensiva que esta fuera. Él se sentó en la que era mi silla y me invitó a sentarme frente a él con una señal de su mano, lo hice…

_No quise interrumpir tu confesión ante el Señor, pero al verte tuve la necesidad de saber qué sucedía…_ murmuró con voz cansada _¿Quieres confesarte conmigo?_ su mirada se posó finalmente en la mía y por primera vez desde que Bella había llegado a mi vida… sentí culpa, agaché la cabeza sin tener el valor de mirarlo a los ojos, me sentía indigno…

_Padre… yo…_ las palabras que debía decir se me acumularon en la garganta imposibilitándome a hablar, cerré los ojos frustrado y levanté como pude mi cabeza,

_Lo siento Padre Marcus_ tomé aire y suspiré sonoramente _me he enamorado_ dije finalmente sin tapujos. Él, mi mentor en esos siete años me miró por un momento y luego cerró los ojos asintiendo. Luego de lo que parecieron ser varios eternos minutos de silencio, él se levantó de la silla dirigiéndose a la ventana cercana dándome la espalda,

_Padre yo… no quise que eso sucediera, yo…_

_Edward hijo_ interrumpió tomando una pausa _no está en nuestras manos manejar lo que el destino tenga deparado para nosotros, solo Dios sabe por qué debemos recorrer caminos tan escabrosos para alcanzar la felicidad… solo él lo sabe_ murmuró antes de voltearse hacia mí, su profunda mirada me dio la sensación que estaba escudriñando mis ojos para encontrar la verdad en ellos, tuve la valentía de no apartar mi mirada así que la sostuve hasta que él decidió volver a su asiento,

_¿Hace cuanto Edward?_ preguntó con una impasible calma _puedes confesarte conmigo hijo_

Respiré hondo y lentamente, debía darle mi verdad, debía soltarle la cantidad de palabras que tenía acumuladas en mi interior desde hacía ya mucho tiempo,

_Desde la boda de Emmett, allí la conocí…_ murmuré con voz cansina, parecía que las fuerzas me abandonaban volviéndome un simple hombre, cansado, dolido y con una gran carga en mi corazón. El Padre Marcus parecía acomodar en su interior la información que le estaba dando, esperé un momento para seguir hablando,

_Padre, lo que sucedió fue nuevo para mí, nunca había sentido algo así nunca, ella fue como un golpe de viento…_ agaché la cabeza sin saber qué decir, ¿cómo resumir en palabras todo lo que mi diosa me hacía sentir, cómo hacerlo sabiendo que lo que diría nunca llegaría hacerle justicia?

_Edward, ¿estás seguro que lo que sientes por esa mujer es amor?_ preguntó luego de un momento, no dudé en contestar…

_Si Padre, es amor puro, irracional y abrumadoramente enloquecedor_ dije llevando una de mis manos a mi cabello para jalonearlo levemente

_Bien… eso cambia las cosas_ murmuró pensativo _¿sabes lo que dicen los dogmas de la Iglesia con respecto a eso verdad?_

_Si Padre, debo renunciar a los hábitos, no soy digno de llevar esta investidura. He fallado_ murmuré cabizbajo, aún no era capaz de mirarlo directamente a los ojos a quién sacrificó tiempo durante estos últimos siete años para hacerme digno de estar en un altar para transmitir la palabra del Señor.

_Tú no has fallado Edward, tú te has enamorado. Tú bien sabes lo que la palabra dice con respecto a eso, eres a pesar de todo un hombre afortunado, que tiene la capacidad de sentir, de decidir y por sobre todas las cosas de moldear su corazón a su modo. No te arrepientas nuca de sentir amor, jamás dejes de profesarlo, porque solo el amor te salvará… solo él te elevará a los cielos y solo él será capaz de reverenciar la palabra del señor…_ murmuró con una tremenda calma, lo miré con un poco más de tranquilidad… a decir verdad no me esperaba sus palabras, tan solo tal vez sus reproches, pero tener a mi mentor frente a mí diciéndome que no me arrepienta de amarla era lo más parecido a la felicidad en ese momento,

_Gracias Padre, no sabe cuánto valen sus palabras para mí en este momento. Gracias por darme valor para enfrentar mi verdad sin miedos y sin prejuicios_ tragué saliva audiblemente _solo desearía saber, ¿qué pasos sigo de ahora en más? ¿se me tiene permitido quedarme en la Iglesia hasta aclarar mi situación?_ murmuré avergonzado.

_Si Edward, esta seguirá siendo tu Iglesia hasta el momento en que entregues tu investidura, con respecto a eso… mañana informaré en la Casa Central tu situación, ellos seguramente querrán que te expliques, que des tus motivos personalmente y luego de eso… ya será libre_ explicó lentamente, sus ojos estaban aún surcados por un atisbo de tristeza y decepción.

_Debo armarme de valor para contar mi decisión a mis padres_ murmuré agachando la cabeza _mi madre entenderá, pero mi padre… no sé cómo pueda llegar a reaccionar, él estaba orgulloso de mí con respecto al sacerdocio_

_Carlisle es un hombre inteligente, sabrá que lo mejor para su hijo es lo que a ti mejor te convenga, lo que te haga feliz… si él opta por tu felicidad entonces entenderá_ murmuró entrelazando sus dedos sobre su regazo _Solo espero que no te alejes de nosotros, los niños de la Casa Hogar te extrañaran_

Reprimí un gemido de dolor, jamás pensé que tendría que alejarme de ellos y lo estaba haciendo, estaba renunciando a verlos crecer, a observar su crecimiento y alejarme de ellos, aunque de una cosa estaba seguro, con Bella a mi lado fuéramos lo que fuéramos, nunca dejaría la Casa Hogar de lado… ella me daría la entereza de volver y regocijarme con ellos una vez más y lo más importante la tendría a mi Bella a mi lado.

_Trataré de no alejarme nunca Padre, esto es muy importante para mí al igual que la fundación, si mi padre me lo permite seguiré inmiscuyéndome para saber que todo anda bien_ dije tratando de sonreír, él me respondió con una sonrisa genuina

_Me alegro Edward, espero que te tengamos por la casa del Señor seguido_ murmuró con cierta jovialidad,

_Así será Padre_ afirmé.

Mi pecho pudo respirar tranquilo luego de esa charla, de esa confesión con mi mentor. Él me aseguró antes de irme que hablaría con la junta de la Casa Central y expondría mi situación, ello seguramente me citarían para darles mi verdad y ya sería libre de dejar la Iglesia para volver junto a mi diosa, verla se me estaba haciendo una urgencia, la necesitaba… más que nuca para poder seguir sobrellevando lo que se venía, en especial la charla con mi padre. Quería dejar todo listo y aclarado antes de comenzar con mi nueva vida, antes de mi nuevo despertar…

Cuando llegué a mi habitación, sin antes pasar por la Iglesia a saludar al padre Alec que la había cuidado en mi ausencia, tomé un baño y me dispuse a descansar un momento en la cama, el reloj marcaba las ocho de la noche y de un momento a otro se cerrarían las puertas para terminar la jornada. Estaba a punto de levantarme de mi breve descanso cuando sonó el teléfono interno que intercomunicaba a las habitaciones, cuando atendí la llamada sabiendo que sería uno de los monaguillos o el padre Alec di con la respuesta que tenía una llamada para mí de Alice,

_Hermanito!_ dijo su chillona voz cuando me pasaron su llamada

_Alice, ¿cómo está todo?_ me apresuré a preguntar sentándome en el borde de la cama _¿está Bella allí contigo?_

_Si calma, calma… ella está aquí, pero Edward quiero saber ¿cómo te fue?_

_Bien Alice, hablé con el padre Marcus y sabe todo, mañana se reunirán para determinar mi situación, espero que sea rápido así vuelvo lo antes posible_

_¡Qué bien!, solo debes ir pensando lo que le dirás a papá, mamá estará loca de contenta… sabes cómo ama a Bella y Emmett, ni hablar…_

_Alice, por favor dame con Bella_ le corté con tono cansino. Escuché un murmullo al otro lado de la línea y luego su suave voz llegó hasta mí…

_Mi amor, ¿cómo estás?_ murmuró suavemente

_Bien ahora que te escucho, Bella… no te das una idea de lo que te extraño_ dije recargando mi cabeza en mi mano libre _te extraño demasiado amor_ un suspiro escapó de mis labios, me estremecía sentir su voz y no poder tocarla, no tener sus manos en mi piel y mis labios en la suya…

_Estoy en mi habitación con Alice, no me deja ni a sol ni a sombra ¿qué le dijiste?, James se la pasa afuera porque Alice lo obliga prácticamente a dejarnos solas alegando que haremos cosas de chicas_ dijo divertida su voz era tan tranquilizante _ Amor… debemos hablar de algo, de lo que escribiste… Edward… yo…_

_Shhh yo nada Bella, tú harás lo que diga esa carta, tú lo harás amor, tú sabes qué sino buscaré quien lo haga.._

_Es peligroso_ susurró, seguramente alejándose de Alice para poder hablar _yo no sé si podré hacerlo, nunca convertí a nadie, no sé si podré resistir no beber de ti, nunca probé sangre humana a pesar de ser demasiado tentadora, tú no sabes lo que se siente… quema la garganta al principio y luego te acostumbras, Edward… debes saber tantas cosas…_ su tono nervios en la voz me decía que no estaba de acuerdo con mi pedido, sentí la duda en su voz,

_Las sabré cuando vuelva Bella, me dirás todo y luego me convertirás_ dije pausadamente, ella parecía respirar entrecortadamente _calma amor, sé lo que hago… lo único que sé y que afirmo cada día más es que no puedo vivir si ti… solo dame la oportunidad de hacerte feliz mi amor, solo déjame ser tu compañero, tu amigo, tu amante… déjame serlo por favor. Piensa bien las cosas, déjame terminar aquí y hablar luego con mi familia y luego lo haremos, donde tú lo creas conveniente, confío en ti y sé que no me harás daño alguno._ dije tranquilo, ella se calmó y solo se limitó a escucharme… parecía estar pensando lo siguiente que iba a decir y hasta podía imaginármela mordiéndose el labio,

_Yo… te extraño_ susurró finalmente _ extraño besarte, extraño tu piel, tu calor… tu voz me hace cosquillas al oído, no sabes lo que me haces_ dijo conteniendo un jadeo. Me sentí morir y suspiré frustrado

_Lo sé, yo también te extraño… Bella, si supieras cuánto_

_ Solo espero tenerte conmigo pronto, no me hagas ir por ti…_ murmuró divertida, sonreí ante el hecho que se presentara de improviso como aquella noche,

_No estaría mal, aún tengo mi habitación y mi cama aún tiene tu olor_ murmuré llevándome la punta de la sabana a la nariz como un loco desquiciado, efectivamente allí aún estaba su olor… me vi afortunado que no hayan sacado las sábanas para lavarlas y solo se hayan limitado a acomodar la cama,

_Edward, no tientes mi autocontrol, no me hagas ir…_ rió _necesito tanto de ti que estoy empezando a creer que mi piel se hizo adicta a tus dedos, a tu calor… a tus besos_

_mmm Bella, por favor basta, sabes cómo estoy_ si seguía con esa charla iba a terminar con una frustrada erección y era lo que menos quería _Te llamo mañana mi amor, ahora debo dormir… mañana temprano me avisan de la reunión_

_Bien, perdona… soy una vampira desquiciada adicta a ti_ susurró divertida _mañana espero tu llamada y también espero que Alice no me lleve de compras de nuevo, no sabes el castigo que es para mí…_

_Lo sé amor, sopórtala unos días más… cuídate ¿si?_

_Si, sabes que no puede pasarme nada… a demás con Alice aquí el tiempo pasa más rápido_

Nos despedimos sin querer colgar el teléfono y me reí ante eso, parecíamos dos adolescentes hormonales y enamorados que no querían dejar de hablarse…

Esa noche mi diosa se presentó en mis sueños, como lo hacía siempre…jadeando sobre mí y murmurando palabras de amor en mis oídos, gimiendo y contorneándose desnuda sobre mi regazo y gozando gracias al toque de mis manos sobre su piel.

Extrañaría soñar con ella… pero prefería tenerla eternamente presente junto a mí en carne y hueso que tenerla en mis sueños, faltaba cada vez menos para eso y ya no podía esperar.

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Te regalé mis palabras, dejame las tuyas, gracias!