Capitulo11: En ausencia de tí

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En ausencia de tí

En el momento en que Bella dio la vuelta dándome la espalda para irse a bailar con Emmett y Ángela sentí que algo se rompía entre nosotros, algo de lo que yo me sentí culpable. Un sentimiento extraño me inundó cuando Tanya tomó mi mano pidiéndome que fuéramos a bailar, extrañamente no era esa la mano que necesitaba sentir, no era esa la calidez, ni la suavidad, ni la sensación que me recorría cuando la mano de… Bella tomaba la mía.

Me dejé llevar por mi amiga hacia el centro del salón, no estaba cómodo con la situación… algo le había sucedido a mi niña y yo necesitaba saber qué era.

“Parece que tu hija es algo celosa” pensó Tanya comenzando a bailar al ritmo de la música, yo ni siquiera podía darme cuenta de qué tipo de música Alice había puesto, solo me moví impulsado mecánicamente, como si mi cuerpo fuera una marioneta movida por hilos ajenos a mí. Mi mente estaba atenta a aquellos que estaban en el salón, principalmente en Emmett que veía directamente a Bella, ella se veía afligida… preocupada por algo que no pude reconocer, sus ojos vagaban por el salón posándose menos de lo necesario en mí, parecía querer evitarme… pero miraba insistentemente a Tanya como siguiendo cada uno de sus movimientos. ¿Qué era lo que sucedía? ¿A caso tan mal le había caído mi amiga al punto de no poder soportarla?...

¿Qué se suponía que debía hacer?... ¿arruinar su fiesta y hablar con ella?, ¿Con qué propósito?... si lo hacía lo único que lograría sería que ella me odiara por intervenir interrumpiendo su diversión y que se enojara aún más de lo que ya estaba. No me quedaba otra, debería esperar hasta que al menos los invitados se fueran de la fiesta… y de ser posible también mi familia, solo quería arreglar con ella mis problemas, no me interesaba nada más.

Mi mente siguió perdida ahora en la mente de Ángela, que estaba preocupada por su amiga,

“¿Qué habrá sucedido para que su ánimo decayera tanto?” se preguntaba Ángela en sus pensamientos, realmente se preocupaba por mi Bella. Seguí observándola desde los ojos de su amiga hasta que de tanto seguirle el ritmo a Emmett mi niña estaba rendida, se disculpó y fue hasta una de las esquinas de la sala a tomar algo de refresco.

Esta vez me había metido en la mente de mi madre que la miraba con una mezcla de preocupación y lástima… ¿por qué lástima?...

“Está tan hermosa… pero tan triste… Sin tan solo hoy lo dejara pasar y se concentrara en ser feliz…” la mente maternal de mi madre veía tristeza en mi hija ¿a caso mi niña no era feliz? ¿a caso ese sentimiento se debía a que yo había traído a Tanya a casa?... no quería creer eso porque mi niña no era así, es decir si lo era… ella era muy celosa cuando se trataba de mí ¿pero a tal punto de llegar a ser infeliz?

“Hey guapo… ¿por qué estas así de ausente?. ¿Dentro de la cabeza de quién estás?” miré a Tanya saliendo de mis abstracciones, ella sonreía casi divertida ante mi ausencia, solo sacudí la cabeza indicándole que era algo sin importancia

“¿Estás seguro de que solo es tu hija?... ¿no te diste cuenta de cómo me miró cuando me presentaste?” dijo en sus pensamientos, levanté la mirada y Tanya me observaba con una ceja levantada, ¡Qué estúpido y ridículo lo que ella insinuaba! Claro que ella me veía solo con sus ojos de hija, yo no era nada más que su padre, no podía ser nada más…

No pude responderle porque en el momento en que quería hacerlo oí la voz de mi madre,

_Hija… mi niña_ murmuró mi madre acariciando la espalda de mi hija mientras ella tenía su mirada fija en mí _Bella… Tanya es amiga de tu padre, la conoció hace mucho tiempo…_ no quería fijarme en ellas, hacerlo era confirmar que era un maldito fisgón que escuchaba conversaciones ajenas y no quería en absoluto que Bella se sintiera incomoda.

_No me interesa abuela_ dijo mi Bella mientras tomaba de su refresco _amiga o no parece ser feliz junto a ella_

“¿Ahora me vas a negar que está celosa?” dijo Tanya en su mente, “Siempre fue ella única para ti, pero ahora que yo estoy aquí ¿no crees que se siente amenazada? ¿Quieres comprobarlo?” sin prever sus intenciones, abstraído en lo que acababa de pensar Tanya tomó mis manos entre las suyas

_Creo que esta vez sí puede ser realmente feliz, que bien! Que sea feliz con ella!_ oí que decía la voz de mi pequeña, cuando la miré ella dejaba su refresco sobre la mesa y caminó rápidamente al baño debajo de la escalera. Quedé petrificado mirando el lugar por donde ella había desaparecido… ¿cómo puede pensar que yo puedo llegar a ser feliz con Tanya? ¿y ella?... ¡¿Cómo podía cruzársele por la cabeza la idea que ella no estaba incluida en mi felicidad?!... ¡Por supuesto que lo estaba! Ella era mi hija por dios!... ¡ella es mi alma, mi vida, mi… mi amor…

Miré a Tanya que sonreía con suficiencia, como si estuviera orgullosa de lo que había supuesto, en ese momento oí un sollozo proveniente del baño donde mi niña estaba, di un paso hacia adelante para ir hacia ella pero una pequeña mano me detuvo tomándome del brazo,

“Déjala pensar… ahora está histérica” dijo la voz mental de Tanya, ella tenía razón, no podía ir a hablarle ahora que estaba nerviosa, lo más probable era que terminara más nerviosa de lo que estaba y ahí si que arruinaría su cumpleaños…

_Alice…_ musité sabiendo que ella era mejor elección, mi hermana pasó a mi lado con el seño fruncido gritándome sus pensamientos,

“Mira tu hija, lo que le haces y en su cumpleaños!... saca a esta mujer de aquí o la saco yo a la rastra” la miré con el seño fruncido… Tanya no tenía la culpa de que Bella se comportaras de esa manera, el único culpable era yo.

_Edward… ven…_ la mano de Tanya tomó la mía jalándome hacia la salida de la casa, supe en ese momento que había visto la mirada asesina de mi hermana

“Sé que estás preocupado pero déjala… no puedo creer que no te des cuenta” pensó mientras dejábamos la casa atrás, caminamos hasta su descapotable blanco y sin pensar siquiera me senté en el asiento del acompañante… tenía que irme de allí, tenía que salir y dejar que la noche concluyera tranquila para ella, si Tanya era una molestia para Bella y Alice yo no la sacaría, ni la echaría… ellas no la conocían, Tanya era mi amiga y yo no pensaba darle la espalda.

El auto de Tanya recorrió la salida de la casa de los Cullen mientras yo pensaba en todo aquello que había sucedido. Entendía que mi hija fuera celosa, cualquier hija lo era con su padre… pero no podía creer que se pusiera de esa manera por invitarla… es decir, no éramos más que amigos y Bella sabía bien, desde siempre, desde que era pequeña que jamás la hubiese llevado si era con otras intenciones, de todos modos… ¿por qué tanto recelo contra Tanya?. Alice sabía bien que ella lo fue todo en un momento dado de mi vida, mi amiga, mi familia, mi compañera… mi amante, pero… el que nos hayamos encontrado luego de tantos años no significaba nada y precisamente ella, que veía nuestros futuros debería saberlo.

_¿En qué piensas?_ murmuró Tanya sacándome de mis cavilaciones, suspiré pesado porque tenía algo que parecía pesar en mi pecho y la miré…

_Es que no entiendo la reacción de mi niña…_ dije para luego volver a mirar por la ventanilla, veía pasar el bosque iluminado por la tenue luz de la luna mientras avanzábamos por la carretera,

_Edward… ¿en serio no sabes por qué se puso así?_ musitó incrédula, si era tan fácil la respuesta, si acaso ella la tenía… ¿por qué no me dejaba verla?,

_Tanya… mi Bella siempre fue celosa de las mujeres que se me acercaban o se me insinuaban, ella siempre reaccionó mal a eso… pero precisamente me extraña que haya reaccionado así contigo, que no mostraste intenciones para conmigo_ expliqué casi desesperado, esa situación se me estaba escurriendo de las manos y por mi incredulidad, jamás preví la reacción de mi hija ante una amiga… se suponía que me conocía.

_Edward… si es así entonces creo que ahora si tiene justificativo para sentirse celosa, las otras solo te provocaron o fueron simples e inocentes insinuaciones que ella supo manejar. Pero, ponte a pensar en esto… Bella me vio junto a ti, que parecías contento de tenerme a tu lado, sin mencionar que me vio una igual a ti…. ¿qué esperabas que sintiera?_ la conclusión que había sacado Tanya no parecía tan descabellada, de hecho parecía lo más acertado.

_Lo siento Tanya, no sabía que reaccionaría de esa manera_ ella me miró sonriente, tomando mi mano en señal de apoyo,

_No importa… no puedo juzgar a una mujer enamorada_ murmuró riendo. La miré entrecerrando los ojos, ¿a caso mi amiga había enloquecido?... ella me miró levantando las cejas expectante,

_¿Qué has dicho?... ¿cómo puedes decir eso?_ murmuré irritado, ella me miró frunciendo el ceño, soltó mi mano y bruscamente se orilló a un lado de la carretera…

_Ahora dime Edward… ¿Qué crees que ella sienta por ti?_ inquirió demandante, la miré extrañado sin saber qué decir, que… contestar… ¡Maldición! ¿A caso ella estaba insinuando…? ¿a caso ella había hablado con Alice para ponerse de acuerdo ambas para especular sobre mi relación con mi hija? Eso no lo iba a tolerar… bajé del auto sin darle mi respuesta con las intenciones de volver a casa junto a mi niña, donde debería estar en ese momento. Segundos después Tanya sujetó mi brazo saliendo también del auto,

_No te vas a ir así Edward… siempre mientras estábamos juntos fui sincera contigo, siempre supiste lo que pensaba, esta vez será igual. No me callaré algo solo porque tú prefieras permanecer cómodo en el tonto lugar de la ignorancia_ dijo casi gritando, como si tuviera derecho de hablar de mi hija… por más amiga que ella fuera.

_Déjame ir Tanya… no quiero lastimarte_ dije entre dientes,

_No hasta que no te des cuenta por qué está sufriendo tu “hija”…_ dijo lo último como si fuera una palabra fuera de lugar, no dije nada… si quería hablar que lo hiciera, no me importaba. _No lo puedo creer, siempre fuiste obstinado… y lo sigues siendo._ murmuró casi para sí misma, si lo era ¿por qué estaba empeñada en discutir conmigo?...

_No te molestes en perder tu tiempo Tanya si es que soy solo un bruto obstinado…_ dije entre dientes, ella rió con burla

_No… no me importa que seas obstinado, no estoy molesta por eso…_ dijo poniéndose frente a mí, meneó la cabeza negando y luego suspiró _me molesta que no te des cuenta de algo que yo me di cuenta a penas conocí a tu Bella_ escupió entre dientes,

_¿Qué?... ¿Qué es una malcriada? ¿Qué no sabe respetar a nadie? ¿Qué es una caprichosa?... ¿a caso me vas a cuestionar como padre? ¿Me vas a decir que la eduqué mal?_ inquirí casi con rabia, ella rió de nuevo

_Estás cegado con este papel de padre ¿verdad?, ¿nunca pensaste que esa mujercita que llamas hija podría estar enamorada de ti? ¿eh?_ las palabras con las que pensaba rematar quedaron atoradas en mi garganta en cuanto Tanya habló, ella arqueó las cejas ante mi silencio y yo tragué en seco sepultando las palabras que inútilmente quería decir… en ese momento ya no tuvieron relevancia alguna. Negué con la cabeza mientras llevaba una mano a mi cabello revolviéndolo inquieto, di media vuelta y caminé alrededor del auto como león enjaulado… cómo un desquiciado loco entre cuatro paredes.

_No…_ logré decir a una Tanya cruzada de brazos con una sonrisa de suficiencia,

“Si… admítelo” pensó la muy descarada, ¿cómo se atrevía a insinuar eso?...

_No… Bella no puede confundir el amor que me tiene_ musité como si nombrar esa palabra en ese sentido fuera un terrible pecado _ella lo que siente es amor… de hija, no creo… no puede, yo soy su padre_ murmuré jalándome el cabello con ambas manos

_Si puede, no eres su verdadero padre, asumiste esa responsabilidad demasiado en serio, tú la criaste… la ayudaste a crecer, ella necesitaba una figura paterna y tú se la diste encantado, tal vez porque necesitabas que ella te llamara papá_ dijo convencida ¿Cuándo le habían dado el título de psicóloga?...

_No…_ dije entre dientes parándome frente a ella,

_Si Edward. Tal vez porque no quisiste asumir que en un futuro, te enamorarías de ella…_

_No Tanya…_

_Pusiste esa barrera… esa excusa de amor fraternal, solo para tapar los verdaderos sentimientos que tarde o temprano aflorarían… tú la amas_

_¡No Tanya!_ rugí abalanzándome hacia ella perdiendo la cabeza, cegado por lo ira… su espalda dio contra la puerta del auto y su cuerpo quedó presionado contra el mío, la miré a los ojos y vi el miedo en ellos, comencé a respirar entrecortadamente tratando de calmarme y relajando mi postura, ella no se merecía ser tratada así, no lo merecía. Entonces recordé a la Tanya de hace tanto tiempo atrás, aquella que me entendía, que desahogaba mis penas, mi intranquilidad… mis frustraciones, como un loco desquiciado me lancé a sus labios y la besé, tratando también de pedir perdón por mi locura, por mi reacción. Un beso cargado de necesidad… que ella no respondió, que se negaba a darme, traté de forzar su boca para sentir su calidez, ella accedió por un momento… pero apenas había sentido su aliento en mi boca ella se separó bruscamente empujándome lejos de su cuerpo.

_¿Qué te crees?!..._ dijo limpiándose los labios con la tela de su camisa _¿crees que podrás olvidar a tu Bella desquitándote conmigo?_ cerré los ojos arrepentido de lo que había tratado de hacer,

_¡Maldición!_ murmuré entre dientes enojado conmigo mismo, ¿qué había hecho?... ¡Había lastimado a Bella y de paso a Tanya, las dos personas que alguna vez habían tenido confianza en mí.

_Lo siento…_ susurré recargándome en el auto, me avergonzaba mirar a la cara a mi amiga, _soy un idiota, un completo idiota… esto me sobrepasa, no puedo con esto… entiéndeme_ dije tomando mi cabeza con ambas manos.

_Lo siento Edward, a veces es duro descubrir la verdad cuando otros te lo dicen_ dijo la voz de mi amiga, sentí que una mano se posaba sobre mi hombro en un intento para reconfortarme _... y mucho más cuando siempre estuvo frente a tus ojos_

_¿Qué hago ahora Tanya?... ¿cómo diablos me enfrento a mi hija sabiendo lo que ella siente?_ murmuré desesperado, no quería verla lastimada, lo que ella sentía era algo que yo no podía asumir aún… _tal vez sea una confusión adolescente, tal vez cuando conozca a la persona adecuada se le pase_ como un cobarde traté de encontrar la posible respuesta o la posible solución,

_No hay peor ciego que el que no quiere ver… ¿no lo has oído?_ murmuró, reí entre dientes desganado,

_Precisamente es lo que continuamente me dicen_ dije recordando a Alice aquella vez que me quiso decir lo que tanto me negaba a mí mismo

_Haz lo que siempre hiciste… sigue alimentando ese amor_ Tanya me daba una solución que yo no podía asumir, no quería…

_Si lo hago ¿no sería lastimarla más?_ murmuré casi resignado, descartando la opción de hacerle daño a mi niña más de lo que le había hecho…

_No, lastimarla sería rechazar cualquier clase de amor que ella está decidida a darte…_ murmuró con palabra segura _lo que esta noche comprobé es que ella te ama de una manera que la ahoga, que la hace feliz e infeliz al mismo tiempo… un amor tan infinitamente fuerte que tiembla el suelo cuando tú estás en su presencia, tan palpable que me parece increíble que hayas sido el único en no darse cuanta… aunque creo que tampoco ella lo sabe_ sonreí ante esas palabras, recordé de pronto todos aquellos momentos en que ella me mostraba su amor y yo… ahí… ciego, sin darme cuenta de nada siendo yo el que más la conocía, el que más se mofaba de tenerla cuando todo eso me era ajeno, sus ojos en los míos gritándome amor, amor puro y verdadero… no, no podía ser… de alguna manera u otra ella había llegado a confundir todo... y de alguna manera yo era el vil culpable que había dado rienda suelta a esa imaginación suya instándola, sin ser consciente de ello, a amarme más cada día.

_Debo dejarla ser…_ musité con el corazón en la mano, dolía… demasiado, pero tenía que sacar ese amor, no era bueno… yo era su padre y no solo eso, yo era un vampiro… _Tanya por favor, quiero verla… necesito ver a mi hija_ murmuré sin fuerzas, cansado… abatido… Mi amiga me miró con sus ojos surcados por la pena, _necesito que me acompañes, necesito irme de su vida… no soy bueno para ella, yo… no_

_¿Qué harás Edward?... ¿quieres que Bella sufra aún más?_ inquirió Tanya al comprender finalmente mis palabras _a demás de no admitir el amor que los une ¿pretendes huir?_ por alguna razón que yo no era capaz de entender, Tanya tenía razón… tanta que dolía. Yo no la amaba, al menos no como Alice y Tanya se empeñaban en hacerme creer, yo la quería muchísimo, era mi hija, mi pequeña… ¿cómo no amarla?... pero ese amor de hombre a mujer, no… no era eso lo que nos unía, lo mío era devoción, adoración por esa pequeña, un sentimiento tan fuerte, que sí confundía, pero que no debía ser. Ella solo estaba cegada por ese amor incondicional que siente un hijo por su padre y yo… la amaba de esa manera tan extraordinaria que me había cegado también. Solo esperaba que ella lo comprendiera algún día… que ella entendiera que un amor así es imposible, al menos para nosotros…

Esa noche corrí como un loco a su encuentro, Tanya se había negado a llevarme… no quería ser cómplice de esa separación. No importaba, no me interesaba en absoluto lo que Tanya pensara, corrí hambre voraz de decirle a mi Bella cuánto lo sentía, de decirle cuanto la amaba, pero que no era ese amor que tanto, por mí, ella profesaba. Entré a la casa a altas horas de la madrugada, mis hermanos se habían ido a seguir con la fiesta por otros lados, solo estaba mi padre en su despacho y mi madre acabando de limpiar el salón luego del cumpleaños… luego de su triste mirada mezclada con reproche y sus duras palabras lanzadas a mi mente,

“Nadie te amará como lo hace ella… si al menos pudieras sacarte esa venda de los ojos hijo, si al menos pudieras ver con los ojos del amor”

Me apresuré a llegar a la habitación de mi niña antes de caer en el error de analizar con más detenimiento las palabras de mi madre. Si lo hacía no iba a poder hacer lo que había venido a hacer.

Entré sigilosamente como siempre a la habitación de mi hija, ella dormía plácidamente… me embargó una dulzura infinita la inocencia con la que dormía, sus ojos estaban tristes a pesar de que su fiesta había sido tranquila y muy íntima. Me incliné al costado de su cama, necesitaba olerla… sentir su tan tentador efluvio,

_Perdóname…_ murmuré mientras veía cómo suaves gotas saladas drenaban de sus ojos, ella había comenzado a llorar, _Lo siento princesita… te amo, si supieras cuanto_ dije tratando de calmar las ansias que me carcomían de acostarme junto a ella como tantas otras veces y cantarle su canción de cuna. Ella se removió inquieta entre las sábanas,

_Lo único que quiero es que seas feliz… pero no puedes serlo conmigo_ susurré cerca de su oído, nada me ataba a ella más que ese amor infinito… nada más que ese corazón que latía raudo en su interior dispuesto a amarme, a entregarse a mí con cada latido que significaba lo mismo para mí. Un solo corazón compartido…

Luego de eso le planté un beso más en la frente y salí de esa habitación llevándome como último recuerdo su rostro surcado en lágrimas y los pequeños espasmos de su pecho… la había herido, lo sabía… pero tal vez fuera mejor así…

_¿Dónde vas Edward?_ la voz de mi madre al bajar la escalera me alarmó, mis hermanos no estaban así que no había necesidad de disputas familiares por mi culpa, si… me comporté como un tremendo cabrón, como un insensible idiota y estaba dispuesto a pagar, y para eso… no había mejor castigo que la ausencia de Bella en mi vida.

_Voy por ahí madre, confía en mí… regresaré pronto_ murmuré acercándome para darle un beso en la frente _cuida a Bella…_ susurré antes de separarme de ella _solo estaré el tiempo necesario afuera, llamaré…_ salí por la puerta trasera sabiendo que dejaba a mi hija en buenas manos, manos que en ese momento servían mejor que las mías… que me sentían inútiles e inservibles.

Tanya me esperaba a un lado de la carretera, su rostro concordaba con su mente que le pedía a gritos que no me ayudara en esa locura… que ella no estaba de acuerdo con mis acciones y que solo lo hacía porque era después de todo mi amiga.

_Entonces estás decidido ¿no?_ yo no le contesté, simplemente asentí con la cabeza y me metí en el auto…

“Espero que cuando te arrepientas no sea demasiado tarde” pensó sin volverme a dirigir la palabra “aunque sé que volverás cuando te des cuenta, de una maldita vez, que la amas… cuando no puedas vivir más sin ella”

En ese momento dejaba de ser Edward Cullen, si había alguna clase de amor en mi interior… lo había dejado con ella, porque a ella le había dejado mi corazón… y con cada paso más que dábamos alejándome de la casa más tiraba, más dolía, peor era la agonía… mientras el corazón se desgarraba para quedarse con ella y salir definitivamente de mi pecho, para finalmente… ser nada. A partir de ese momento solo era un reo más, un desdichado que dejaba lo único que lo mantenía vivo atrás, solo una cascara vacía que había pretendido ser algo que no era, que nunca fue y que había terminado lastimando a lo que más amaba de la peor forma… enamorándola, arrastrándola a un amor que no podía ser. Me hundí en el asiento del acompañante sumido en la agonía, solo pensando en sus ojos… en la próxima vez que los volviese a ver, en su boca, su cabellos, toda ella… porque solo eso había quedado conmigo y era lo que de allí en más me iba a alimentar… los recuerdos.

Diario de Bella a la edad de 15 años

Hoy me levanté como todos los días desde… aquél día, me senté cerca de la ventana y vi a mis tíos jugar beisbol en el patio de la casa, si hubiese sido otro día… otro momento antes de mi cumpleaños número quince, abría disfrutado ese partido, me habría reído de mi tío cuando hizo esa voltereta en el aire, habría alentado a mi tía Rosalie para que corriera más fuerte, habría bajado al patio para ser el árbitro del partido, habría tratado de abanicar al menos. Pero no era ese el día, nunca fue el día apropiado desde que… él se fue, nunca había vuelto a aparecer ese cálido sentimiento de alegría y entusiasmo que alguna vez me había instado a jugar con mis tíos… ahora no había nada.

Las lágrimas habían comenzado a correr por mis mejillas tan silenciosas como había aprendido hacer desde que vi que lastimaba a mi abuela, que hería a mi tía Alice y terminaba con la alegría de los demás arrastrándolos a mi propio sufrimiento. Dejé que corrieran por mi rostro porque era mi salida de escape… era la única manera que purgaba mi interior cada vez que los recuerdos me agolpaban, la única manera de saber que aún continuaba viva después de todo… Entonces allí, en mi ventana sentí que me miraban, los busqué y sí, eran esos ojos a los que tanto me había acostumbrado esas últimas semanas, esos ojos que para mí significaban paz, calma y tranquilidad, aquellos ojos que me decían que sentía mi sufrimiento infinito conmigo, el único que comprendía mi devastación.

Desde ese día ya habían pasado dos semanas, tan solo 14 días exactos con 11 horas desde aquella vez que lo vi por última vez, desde aquella noche en mi cumpleaños… Mis tíos lo habían salido a buscar por todos lados, pero fue como si hubiese desaparecido todo rastro de él, como si se hubiese ocupado, no solo de desaparecer de mi vida… sino también de la faz de la tierra. En esas dos semanas moría día a día, lo extrañaba… y valla que lo extrañaba, demasiado… tanto que dolía en el centro de mi pecho, tanto que las lágrimas comenzaban a salir solas como si fuera un acto reflejo, tanto que ya nadie perdía el tiempo en consolarme, porque extrañarlo se había vuelto para mí en algo cotidiano… algo con lo que teníamos que vivir, porque jamás iba a dejar de extrañarlo. No había vuelto a asistir al Instituto, en realidad… lo había hecho luego de cuatro días después de su partida y solo por insistencia de mi abuelo, pero fue solo un intento que no había dejado de ser eso… solo un intento. Cuando llegué a la puerta de mi clase me embargó una angustia que no pude dominar, un dolor tan fuerte en el centro de mi pecho que me obligó a salir corriendo de allí tirando mis libros por los pasillos porque sentía que me ahogaba, corrí por enajenada hasta la salida del Instituto, ciega por las lágrimas que inundaban mis ojos, corrí hasta que unos brazos fuertes me sostuvieron y me abrazaron, lloré sobre su pecho duro y fuerte como el de… no, no quiero nombrarlo, hacerlo sería un corte más en las venas de mi piel para comenzar así a desangrarme otra vez.

_Calma princesa… tranquila, iremos a casa_ murmuró esa voz en mi oído mientras sus manos acariciaban mi espalda, me sobresalté al principio pero no pude hacer nada, mis piernas habían fallado y todo mi mundo se volvió negro. De un momento a otro sentía que flotaba en el aire, esos fuertes brazos me sostenían y susurraba su voz a mi oído… me sentía más aliviada, tan solo un poco en comparación a como era mi dolor, me sentía tranquila y extrañamente calma.

_Llévala a su habitación… le prepararé una sopa_ murmuró la voz tintineante de mi tía. Sumida en ese sopor sentí que me acomodaban sobre una superficie mullida que no podía ser otra cosa que mi cama

_Duerme Bella, no sufras más…_ pidió esa voz, era hermosa… como la de… no, no podía pensar en ello, no si quería recuperarme y no llorar de nuevo agobiada por el pánico. Abrí los ojos lentamente cuando sentí unos suaves dedos acariciar mi frente, mi tío Jassper estaba frente a mí mirándome preocupado,

_Alice te traerá algo para que te alimentes, yo estaré aquí hasta que estés más tranquila_ dijo arrodillado a un lado de mi cama, asentí pesadamente mientras cerraba mis ojos una vez más.

Desde ese día mi tío se ha convertido en el único que aleja mi dolor, el único que comprende mi sufrimiento y que me ayuda realmente… tan solo un poco. Porque el dolor sigue aquí, tan lacerante y profundo que lo creo eterno, infinito… él me acompaña por las noches para que mis pesadillas, que se habían hecho frecuentes, no sean tan dolorosas… él me sume en una infinita calma. Al menos lo tengo a él…

Luego de la primera semana Ángela había venido a visitarme, me siento bien con ella. Nos encerramos en mi habitación a escuchar su música, no la mía… porque me recuerda a…

No…

Jugábamos con mis tías y abuela a los naipes y a otros juegos de mesa, era divertido en cierta forma, porque me permitía distraerme de ese dolor tan lacerante, me gusta ver reír a las mujeres de mi familia cuando yo sonrío, es como un bálsamo, un remedio momentáneo que nos permite volver a ser la familia que alguna vez habíamos sido… aunque faltara uno de sus miembros.

_Te tengo una sorpresa…_ dijo Ángela una tarde que abrí la puerta de mi casa para dejarla entrar,

_¿Qué es?_ murmuré desganada, ella sonrió y jaló algo que se escondía detrás de la puerta, luego de unas risitas cómplices comprendí que se trataba de Jacob que me miraba con tono de disculpa desde el marco de la puerta

_Ella me trajo…_ dijo apuntando con su dedo a mi amiga, ésta le pegó con su mano en el brazo y rieron juntos. Los invité a pasar y juntos nos sentamos en el sofá de la sala. Esa tarde jugamos villar en la sala de juegos de mi tío Emmett, escuchamos música mientras mi tía Rose hacía unas pizas y miramos películas hasta tarde… En cierta forma me sentía contenida, era bueno tenerlos allí, me distraían momentáneamente hasta que llegaba la noche y debían irse, entonces yo subía a mi cuarto para sumirme en mi dolor… a veces llega mi tío Jassper, que inevitablemente se había convertido en mi nueva medicina… y se queda conmigo hasta altas horas de la madrugada hasta que al fin puedo dormirme libre de pesadillas. Todo se había tornado tan monótono en esas últimas dos semanas que ya hasta llegaba a pensar que yo no existo, que solo soy un cuerpo informe y vacío que se mueve por acto reflejo. Todo lo que yo alguna vez había sido, se había ido con él… con mi… papá, el día que se fue… ¿por qué dolía tanto?... ¿por qué?... porque yo sé en el fondo que él es feliz seguramente en algún otro lugar, con esa mujer… y no conmigo como tantas veces había soñado. Porque finalmente me había abandonado como tantas veces a lo largo de mi vida había creído que haría… lo había hecho, se había ido y me había dejado con mis abuelos como quien se saca una carga de encima.

¿Sabes que me pareció raro hoy?... extraño y sospechoso diría yo. Estaba en mi cama tratando de dormir una siesta ya que en la noche no había podido pegar un oj0 por las recurrentes pesadillas, mis tíos estaban en el patio aún y mis abuelos se habían ido de caza. El teléfono de mi habitación sonó, lo cual me pareció raro… nunca recibía llamadas allí a menos que quien llamara supiera el número del los internos que tenían cada teléfono de la casa, lo tomé y contesté con un seco “Hola”… del otro lado de la línea no se escuchaba nada, me senté en la cama movida por un extraño presentimiento y sacudí la manta que me cubría,

_Hola… ¿quién es?_ susurré suavemente, escuché atenta a cualquier sonido por mínimo que fuera y no oí nada… sentí que las lagrimas comenzaban a alojarse en mi garganta formando un nudo, tragué en seco y respondí mi propia pregunta con otra pregunta

_¿Papá?..._ musité con voz entrecortada, me pareció por un instante haber oído un pequeño jadeo del otro lado de la línea, parecido a un suspiro… esperé unos segundos a que contestaran, cortaran la llamada o algo, pero nada sucedió,

_Vuelve… por favor_ susurré con un hilo de voz, si era mi paranoia o no, no lo sé… pero oí como un sollozo ahogado del otro lado de la línea… juro que lo oí…

_Te necesito…_ musité despacio movida por esa locura, en ese momento la llamada se cortó dejándome escuchar el tono del teléfono, me recosté nuevamente tratando de contener los hipidos, pero fue inútil… a los dos segundos tenía a mis tíos a mi lado tratando de ver qué había sucedido, pero no hablé de ello con nadie, no le verían el sentido… no me creerían, solo abracé el teléfono con todas mis fuerzas y no lo solté hasta que caí dormida.

El sufrimiento de un alma rota es peor que la muerte en vida, lo sé… es peor que cualquier dolor, que cualquier herida, porque prefiero estar sangrando con cortes lacerantes en mi piel que la ausencia de él… prefiero todo, menos su ausencia.

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Amigas... se que me vana a querer matar, pero ya lo saben, no todo es miel sobre hojuelas lamentablemente.... aunque ya dimos un paso, no?... es decir Edward... ya lo sabe y solo le falta admitirlo. Bueno, déjenme sus abucheos, teorías, palabras de amor, lagrimitas... lo que quieran, porque nunca pensé que este fic gustara tanto. Besotes hermosas, nos vemos en la próxima... déjenme sus palabras, que mi otro bebé (AP) no recibió tantas como esperaba por ser su despedida snif y ustedes saben lo importante que es para mi eso... besotes!

Merezco tus palabras?? Gracias!!