Capitulo 6: Ansiedad

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Ansiedad

Recorrí la habitación hasta llegar al cajón superior de mi cómoda, rebusqué entre mi ropa interior hasta encontrar lo que hace mucho no había utilizado, descomprimí la tapa del pequeño recipiente y saqué la dosis que calmaría el estado con el que me había despertado hoy, lo metí en mi boca y tragué aliviada.

Pronto pasaría… calma Isabella, es solo una noche, unos minutos… una pieza y luego te bajas, solo cierra los ojos y toca… toca y siéntelo que cuando los abras te darás cuenta de que habrá terminado… calma…

Esa mañana me había levantado con un nudo en el pecho, un bloqueo molesto en la garganta que oprimía y sofocaba como siempre sucedía cuando me atrevía a tocar mi chelo fuera de mi estudio, sobre un escenario o frente a la mirada de cientos de personas soberbias que esperaban que la mujer de Benjamin Plath cometiera un error para regodearse de ello. Por supuesto tomé mi tilo y mi Xanax para apaciguar mi estado de ansiedad, pero como siempre, eso sirvió tan solo por un momento. Debía admitir que en mi adolescencia, luego de enterarme lo que mi padre había hecho y de haber llegado a un lugar desconocido con gente desconocida a mis quince años, sintiéndome sola, abandonada y… vendida, había tenido que recurrir a un psiquiatra para atender mi tendencia a colapsar en estados de ansiedad dado por situaciones extremas, algo parecido a lo que había sufrido en el negocio de León, literalmente si ese hombre no hubiese caído al suelo y derramado sangre para luego causar mi desmayo, pues igualmente yo habría hecho el ridículo entrando en un ataque de pánico.

Fueron meses duros al principio cuando descubrí ese mecanismo de defensa de mi cerebro, el cambio brusco, el desligamiento de mi padre, la aparición de Benjamin habían provocado un caos en mi cabeza derivando en estos ataques de ansiedad reiterados. Pasado el tiempo pude comenzar a manejar estos estados con la ayuda de la terapia, los ansiolíticos y lo más importante, el descubrimiento de mi amor por el violonchelo… Entonces todo se hizo más llevadero, los ataques de pánico habían sido reducidos y con esto también las consultas y los medicamentos, podía mantener el control de la situación… a menos claro que se presentaran situaciones en que la realidad me sobrellevara.

Después del altercado en el negocio de León no me había atrevido a salir de casa, por un lado porque Benjamín me lo había prohibido más allá que tenía un nuevo custodio que tenía órdenes de seguirme donde yo fuera, y por otro también porque había quedado flotando a mi alrededor un aura de miedo que hacía sentirme insegura, ansiosa y nerviosa.

Benjamin finalmente se atrevió a contratar a Edward quien al otro día del incidente llevó su legajo dispuesto para comenzar a trabajar, no había hecho mucho que digamos ya que yo me mantenía en casa, aunque lo había visto esporádicamente rondando por allí de vez en cuando. En uno de nuestros encuentros en la sala me dio un informe completo de las faltas de seguridad de la casa, de ninguna manera me había puesto a pensar antes que los muros que rodeaban el jardín trasero eran potenciales vías de entrada para los delincuentes, él había propuesto algo que encontré muy exagerado pero que por supuesto a Benjamin le había parecido lo apropiado, un sistema de barrera infrarroja por todo el perímetro de la casa y del muro que la rodeaba, cámaras en los accesos y en el patio trasero y por supuesto la exigencia de conducir el auto que yo utilizara… exagerado y sobre protector… ¿por qué de repente Benjamin tenía tanta necesidad de cuidar de mí? Está bien que yo tenía la suerte de una hormiga en medio de una manada de elefantes pero ¿tan así para exagerar?

De todas maneras, Rosalie había venido días después del “incidente” para traer mi vestido y zapatos que había comprado para utilizar en la cena en el Hilton, a demás trajo consigo un pequeño bolsito de mano a juego y sus infaltables consejos,

Flashback

_Deberías llevar un peinado alto para exponer el cuello… el vestido es de straples y lucirá mejor así_ murmuró para luego sorber de su Cosmopolita recostada sobre las reposeras en el patio trasero. El sol brillaba a lo alto y decidimos disfrutarlo antes de que las nubes arruinaran la tarde,

_Si tal vez… aunque estaba pensando algo sutil, no tan extravagante… ya sabes, se supone que voy a tocar y no a mostrarme… palabras de mi marido, sus socios estarán allí y sus esposas_ cerré los ojos dejándome bañar por los exquisitos rayos de sol y rezando internamente para que mi pálida piel, cubierta solo por un short corto y una camiseta de tirantes, no se coloreara como el trasero de un mandril.

_También deberías usar poco maquillaje para resaltar tus encantos naturales… solo un gloss y una mascara para esos enormes ojos… a demás de un poco de corrector para ese camino de pecas, aunque te da un toque de inocencia y no estaría mal..._

Mi amiga siguió divagando mientras mi mirada captaba algo en la periferia, cerca del perímetro del patio trasero Edward caminaba junto a unos hombres que supuse que serían los técnicos encargados de instalar la nueva seguridad, caminaban deteniéndose cada unos cuentos metros para examinar el muro e intercambiar algunas palabras. Observé bajo el amparo de mis lentes oscuros, al hombre que se suponía ahora debía arriesgar su vida por mí…

¡Carajo si era lindo!

Ya no vestía informal, venía a trabajar todas las mañanas enfundado en su traje negro con corbata a juego y camisa blanca impecable, su cabello que había visto rebelde, estaba perfectamente peinado al estilo James Dean, prolijo pero aún con un toque de rebeldía… su rostro liso y pulcro ya no tenía la sombra de la incipiente barba de dos días de cuando lo conocí y su porte… todo él…

_No puedo creer que este hombre trabaje para ti… debería decirle a mi padre que también contrate custodia privada…_ desvié la mirada a un lado para ver a Rosalie con sus ojos fijos sobre los hombres que se encontraban entre la fronda del jardín cerca del muro,

_Pues le puedes pedir a Benjamin que te lo de, yo no lo necesito… pronto con todas sus extravagancias me sentiré sofocada, la poca libertad que tenía tendré que sacrificarla_ murmuré tomando un trago de mi margarita,

_Oh Isabella, ¿quién diría que de algo tan infortunado saldría algo bueno? Mira que contratar al tipo que le rompió la nariz a quien te amenazaba con un arma? Muy atinado de su parte, dio con el excelente caballero ingles para cuidar tu culo…_

La miré entrecerrando mis ojos, _Hey! Si te gusta tanto llévatelo, a demás no es ingles… solo estuvo estudiando allí y trabajando, su padre es ingles creo… a demás no me interesa ¿Qué hacemos hablando de mi empleado?..._ moví la cabeza tratando de despejar esa conversación y decidí cambiar de tema para distraer a Rosalie, cuando se atascaba en su cabeza era imposible sacarlo. _¿Debería llevar los zarcillos que me regalaste para mi cumpleaños?..._

Fin del flashback

Luego de unas horas el efecto de mi Xanax estaba dando resultados, una tranquilidad artificial me inundó haciéndome flotar en mi nebulosa propia de paz momentánea. Tomé mi almuerzo en mi balcón disfrutando de los últimos días de verano y luego me dirigí a mi estudio a tratar de tomar un ensayo de última hora. Bajé las persianas americanas de mi lugar de manera que solo entrara unos pocos haces de luz solar para hacer un ambiente óptimo y me dirigí a la esquina donde descansaba mi chelo, lo tomé suavemente y lo llevé hasta mi taburete propio a un lado del gran piano de cola.

Durante la semana había venido León a hacerse cargo de mi bebé, le cambió las cuerdas que estaban dañadas, lo afinó y tensó sus cuerdas dejándolo perfecto para tocar, lo temé entre mis manos y lo ubiqué entre mis piernas… las primeras notas que fluyeron al aire a penas roce las cuerdas con el arco fueron el sedante que necesitaba, traté de convencerme a mí misma en que todo estaría bien asa noche al momento de tocar… todos mis miedos e inseguridades volarían por el aire junto con el resonar de las notas. Una sonrisa se instaló en mis labios mientras que mis dedos se deslizaban por las cuerdas, cerré mis ojos tratando de disfrutar el momento y dejándome envolver por mi burbuja…

… La última nota sonó en el aire y sonreí con autosuficiencia cuando me di cuenta de que había tocado mi pieza a la perfección, entonces abrí los ojos y volví a mi realidad, alcancé a percibir un movimiento por el rabillo del ojo y cuando ubiqué el movimiento me di cuenta de que estaba siendo observada por un par de ojos verdes esmeralda, brillantes y profundos,

_Disculpe señora… no quise ser entrometido_ murmuró esa suave voz aterciopelada, Edward me miraba desde el marco de la puerta de mi estudio ¿desde cuándo había estado allí parado?

_Solo… no quise interrumpirla, se veía tan…_ frunció el seño por un momento y sonrió levemente _tan concentrada y sumergida en su música… disculpe_

_¿Qué sucede Edward?_ pregunté exhalando resignada todo el aire de mis pulmones, alejé mi chelo y me paré para ubicarlo en su lugar, entonces vi que él se adelantó entrando a mi estudio y se acercó a mí, tomó mi chelo con reverencia pidiéndome permiso con la mirada, se lo entregué con una mueca de advertencia y luego se inclinó para deslizar mi arco entre mis dedos…

_Es un instrumento muy noble…_ murmuró sosteniéndolo entre sus manos mientras caminaba hacia la esquina _aunque prefiero el piano…_ añadió en voz baja.

_Lo tocas ¿verdad?..._ recordé su presencia en el negocio de León y tuve una pequeña visión de sus dedos replicando sobre las teclas de uno. Él no respondió de inmediato, en su lugar llegó hasta la esquina y depositó mi chelo sobre el soporte, acarició suavemente sus tensas cuerdas y volteó a mirarme,

_No… yo, lo tocaba… ya no_ murmuró con voz grave, una sombra oscureció su mirada… algo que me estremeció _Señora… en realidad vine a traerle esto…_ su mano rebuscó en el bolsillo de su chaqueta para sacar una fina cadena dorada con un dije de topacio, era sencilla pero hermosa. Lo miré inquisitiva cuando él se paró frente a mi con la cadena en sus manos, reí nerviosa y confundida…

_¿Qué…?_ negué con la cabeza incrédula _es hermosa… pero yo, no lo puedo…_

_Su mano Señora… por favor_ pidió arqueando una ceja, yo negué con la cabeza una vez más,

_No Edward, no puedo aceptar..

_Es un dispositivo de seguridad, el dije es un pequeño localizador, si usted me necesita allí estaré con tan solo oprimir la piedra…_ lo miré por un instante antes de caer y confirmar que yo era una completa idiota, asentí levemente antes de extender mi mano. Sentí que me ruborizaba por haber pensado que… tal vez… él ¿Por qué me sentía levemente desilusionada?...

_Claro, mmm… ¿gracias?_ murmuré sin saber bien por qué le agradecía ¿por hacer su trabajo?

_No es nada señora, solo es fantasía y me limito a hacer bien mi trabajo_

Claro…

Sus dedos rozaron la piel de mi muñeca mientras prendía el brazalete y no pude evitar dar un respingo al sentir una corriente eléctrica que recorrió mi piel cuando él la tocó, cuando terminó de abrocharlo sus dedos acariciaron la piel de mi mano para luego soltarla… lo miré aturdida mientras el fruncía el seño aún mirando mi mano,

_Gracias…_ susurré, entonces él levantó la mirada como si hubiese salido de un trance y asintió. En seguida salió de la habitación rápidamente excusándose.

A horas de la tarde Loise me ayudó a vestirme, Rosalie llegó momentos después para realizar su pase de magia con el cabello y el maquillaje. Prefería ponerme en sus manos para ocasiones como estas ya que mi noción no era la más acertada casi nunca, Benjamin se había enfundado en su esmoquin de gala y había bajado para esperarme en la sala junto a Edward.

Cuando ya estaba lista me paré frente al espejo y quedé conforme con la imagen que me devolvía, mi vestido negro de estraples se ajustaba en mi torso y cintura como un guante resaltando mis modestas curvas, la falda acampanada de raso caía libre hasta el suelo, mi cabello peinado en una torzada en mi nuca y mi maquillaje austero con solo un poco de brillo labial, mascara de pestañas y corrector para mis ojeras y las suaves pecas de la cima de mi nariz, de alguna manera me sentía conforme.

_Estas hermosa…_ murmuró mi amiga, sabía que lo decía con sinceridad pero mi inseguridad siempre salía a flote cuando ella se situaba a mi lado con su cuerpo de diosa griega y un vestido que la hacía parecer una bomba sexual, siempre en estas ocasiones me sentía pequeña con ella a mi lado… Rosalie era hermosa.

Caminamos hasta la escalera con mi chelo en mano protegido por su cubierta, cuando bajé las escaleras con una mano en la barandilla oí la voz de Benjamin,

_Era hora Isabella, te espero en el auto…_

Rodé los ojos riéndome internamente, la paciencia no era una virtud de mi marido. Mientras sostenía mi mirada en los escalones para no rodar por ellos sentí una mano que tomaba la mía con la que sostenía mi chelo, cuando levanté la mirada me encontré con esos ojos verdes,

_Permítame Señora…_ … asentí mientras le entregaba el estuche agradeciéndole una vez más por su consideración… aunque tal vez era simplemente su tarea.

Cuando subí a la limosina él dejó el estuche a mi lado y subió junto a Sam en el asiento delantero del acompañante mientras yo iba a detrás frente a Benjamin que iba entretenido escribiendo en su blackberry, indiferente totalmente a su esposa que se encontraba frente a él… como siempre, como cada día desde hace años. Yo mientras tanto iba entonando en silencio la canción que interpretaría esa noche y mientras mi cerebro rememoraba una y otra vez la canción mi mirada acariciaba una y otra vez esa nuca de cabello cobrizo y rebelde pulcramente domado.

POV Edward

Salí del auto inmediatamente después de haberse estacionado a un lado de la alfombra roja del hotel Hilton, los fotógrafos se agolpaban allí como si de un evento de Hollywood se tratara, al parecer una fiesta en beneficio a distintas organizaciones con la asistencia de los más distinguidos personajes de Washigton y Seattle era suficiente para ese gran despliegue. Esa noche era mi primera noche oficial como su custodio personal… y si bien el Señor Plath me dejó muy en claro que él tenía su propia seguridad y que yo solo sería la de ella, esa noche había decidido llevarme para familiarizarme con las actividades habituales de él y su esposa. Esa noche Isabella Swan tocaba en público una pieza en chelo en beneficio del Hospital de niños de Seatlle y estaba ansioso por verla en su elemento nuevamente.

Ella estaba hermosa… increíblemente hermosa, fácilmente se destacaba de cualquier otra mujer elegante que yo haya conocido y había conocido a muchas, por su sutil belleza, de rasgos sencillos y cuerpo esbelto y pequeño, no exuberante ni nada ostentoso como otras mujeres que se movían en su ambiente. Ella parecía ser sacada de una novela de Jean Austin… por fuera parecía hermosa, avasallante y dura, pero podía jurar que por dentro era frágil, sensible e insegura como había visto en el negocio de instrumentos de su amigo.

Los flashes parpadearon cuando ellos caminaron sobre la alfombra roja, yo iba detrás de ellos y desde allí pude ver cómo su marido sostenía su cintura con gesto posesivo, me preguntaba ¿por qué puertas adentro parecía todo lo contrario? Ella parecía estar la mayor parte del tiempo sola en casa mientras él iba de almuerzo en almuerzo y metido en su gran compañía, cuando los veía juntos no intercambiaban más que unas pocas palabras, que aún escasas, eran palabras frías y monótonas.

Me mantuve a una distancia prudente cuando estuvimos dentro mientras fijaba con la mirada las posibles puertas de emergencia y los distintos accesos, era mi trabajo preparar el terreno por cualquier imprevisto que pudiera llegar a suceder. Sam se encargó de llevar su instrumento detrás del escenario, donde creí estaban los camerinos, hasta el momento en que a ella le tocara hacer su presentación. Tomé mi posición a un lado del gran salón justo detrás de la mesa donde ellos se sentaban junto a otras parejas con las que charlaban animadamente. La vi reír por primera vez…

… Dios, que hermosa era cuando reía!... ella era hermosa…

Me costó sacarle la mirada de encima, bueno… ese trabajo después de todo, no sacarle la mirada de encima y lo hacía gustosamente.

La noche transcurrió animadamente mientras las distintas subastas destinadas a caridad se desarrollaban, cada persona que estaba allí sacrificaba algo, si no eran unos cuantos miles de dólares eran viajes o estadías en algún lugar del mundo, objetos y citas… las cuales eran el sacrificio de los solteros. Isabella podía ser fría, distante o dura, pero a pesar de todo ello, destinó a caridad la venta de su cuaderno de pentagramas de música clásica selecta en Violonchelo, de un valor extravagante para aquellos amantes de la música, a demás su actuación esa noche.

Cuando un organizador del evento se aproximó a la mesa para anunciarle su pronta presentación, ella pidió disculpas y me dispuse a seguirla entre las mesas hasta llegar detrás del escenario. Era su momento… mi momento como Voyeur.

Entonces supe que algo andaba mal cuando, detrás del escenario ella se recostó en la pared del camerino con sus brazos envolviendo su torso, como abrazándose a sí misma… su mirada parecía desesperada y solo atiné a acercarme a ella ignorando el hecho de que sus pechos parecían sobresalir mientras sus brazos los apretaban,

_Señora ¿sucede algo?_ susurré a su lado, sus ojos se trabaron con los míos por un momento y pude ver cómo respiraba rápidamente casi a punto de hiperventilar,

_Solo… olvidé tomar mi Xanax_ susurró…

¿Xanax? ¿Un ansiolítico?... valla…

_¿Lo tiene en su cartera?..._

_No… no… en casa…_ dijo con una fina voz. Bueno no había tiempo para un viaje a casa así que pensé en mi madre y las ocasiones en que tenía sus corazonadas y palpitaciones, lo cual no era nada parecido a esto, pero tal vez usando la misma técnica resultara.

_Isabella…_ me atrevía a llamarla _respira profundo, concéntrate en eso… solo piensa en las notas de tu pieza, mantén eso en la cabeza…_ ella negó con la cabeza cada vez más alterada, podía creer que en cualquier momento iba a entrar en un estado de pánico total e iba a tener que sacarla de allí. ¿Cómo nadie me advirtió que sentía pánico escénico?...

_No… yo solo necesito mi Xanax…_ susurró con voz contenida,

_No está disponible ahora, por favor solo haz lo que te digo Isabella…_ murmuré atreviéndome a tomar sus brazos con ambas manos para descomprimir lo que ella misma se estaba haciendo, obstruir su respiración, _Escúchame… cierra los ojos y concéntrate en tu canción_ le pedía, ella me miró casi enojada por un momento… pero cuando yo asentí ella lo hizo… cerró sus ojos y frunció su seño mientras trataba de concentrarse.

Una… dos… tres… cuatro respiraciones profundas después, unas cuantas palabras más de aliento, acompañado de un suave masaje con mis dedos pulgares en la pálida piel de sus brazos, ella comenzó a calmarse. Sus tensos musculos comenzaron a relajarse mientras ella continuaba con sus ojos cerrados y su seño fruncido.

_Bien… así se hace, recuerda tu chelo y las notas que tienes que tocar en él, sé tenaz… no temas Bella…_ susurré cerca de su rostro, ella inclinó su cabeza hacia delante en cuanto me escuchó tan cerca y emitió un suave jadeo,

_Gracias…_ susurró dejando caer sus brazos. A regañadientes los dejé libres y me alejé un paso hacia atrás. Ella abrió sus ojos un poco más calmada, su respiración parecía algo agitada y sus ojos ya no parecían desesperados, sino más bien precavidos.

_¿Estas bien?_ inquirí al verla inmóvil aún sobre la pared, ella de pronto y para mi sorpresa sonrió sutilmente, simplemente una pequeña sonrisa y asintió. Sonreí de vuelta y me incliné a buscar su chelo que aún reposaba en su estuche. La miré nuevamente y la invité a tomarlo con sus manos, fueron segundos eternos hasta que ella se despegó de la pared y avanzó un paso hacia mí tomando su violonchelo entre sus manos. Suspiró empujando fuera toda su frustración y tal vez su vergüenza al exponerse así…

Escuchamos al presentador anunciándola y ella levantó una vez más su mirada aturdida, me acerqué a ella y le sonreí levemente, no podía creer que una mujer tan hermosa y que aparentaba ser tan segura, podía ser tan frágil a la vez. Levanté mi mano y le acaricie suavemente la mejilla,

_Todo estará bien, solo haz lo tuyo Isabella…_ me permití tutearla tal vez por ultima vez antes de que ella me recordara cuál era mi posición. Ella asintió y caminó hasta la entrada al escenario, tomó un respiro profundo y sin voltear oí sus palabras…

_Me gusta Bella…_ y luego caminó hacia el escenario.

Sonreí para mis adentros satisfecho con mi trabajo, con mi lugar… satisfecho con haberla ayudado de manera más personal, de una manera en que sé que ni siquiera su esposo la ayudó alguna vez. Caminé hasta el lateral del escenario atraído como si fuera el canto de una sirena, cuando comenzaron a flotar en el aire esas primeras notas de Libertango… Bella hacía magia allí… de repente fue lo único que mis ojos pudieron ver.

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Amigas!! Espero que les haya gustado, ¿notaron que Edward le puso su nuevo nombre a Isabella? Bueno, eso se debe (solo para aclarar) que Isabella nunca recibió el cariño suficiente de nadie como pára que alguien la llamara por un diminutivo, siempre fue formal y frío su trato con las personas pero al parecer Edward se atreve a distinguir la Isabella de la Bella... ¿entienden? La persona fuerte y fría de la frágil e insegura. No sé por qué tenía la necesidad de aclararlo, pero bueno... ja ja

Besos, las amo y regalenme mi dosis de palabras, nos vemos el miercoles!

Pulsera de Isabella