Capitulo 12: Caer

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Capitulo dedicado a tres personas, Juliana que inspiró con su video este capitulo, gracias hermosa. Para Daniela que le gusta Custodio mio y para mi Ada por sus palabras certeras y maravillosas que eleva mi ánimo a mil, gracias por darme tanto mi amor, te quiero... Disfruten

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Caer

El café estaba caliente, había sorbido una vez pero mi lengua ardió así que me dediqué a revolverlo con la cuchara para que se templara, el resplandor del sol sobre la cuchara de plata me trajo un destello… un recuerdo, Edward tan cerca de mí, casi tocándonos, casi doblegándome ante el placer que él me ofrecía, casi cayendo… Edward mostrándome que aún soy mujer, que aún puedo sentir y que sus caricias pueden ser probablemente las sensaciones más potentes que podría haber sentido en toda mi vida.

Edward me había desconcertado…

Me había sumido en ese espiral sin salida que me llamaba, que me pedía, que me tentaba de manera irremediable. Y por primera vez en mi vida yo quería ser tentada, quería sentirme deseada y sensual, quería volver a ser mujer y disfrutar… por primera vez quería ser libre de verdad.

_Hey!_ murmuraron frente a mí, me sobresalte en la silla y levanté mi mirada de mi café, Rosalie estaba frente a mí con ambas cejas levantadas y una mano levantada frente a mis ojos,

_¿Qué?_ parpadeé levantando mi café para dar un soplido _disculpa, estaba distraída…_ le dije a mi amiga que sonreí incrédula jugando con un mechón de su cabello. Habíamos salido esa tarde a compartir un café y estábamos sentadas en una de las mesas de “Icarus”, un café cerca del nuevo departamento de Rosalie, me invitó luego de acomodar su nuevo y gran armario en su nuevo y lujoso penthouse. Todo a su medida…

_¿En qué pensabas?. Isabella… ¿qué te tiene así?_ preguntó sorbiendo su café, _estas muy distraída últimamente, en el departamento estuviste mirando desde las ventanas como embobada, estabas como perdida_

Suspiré dejando el café sobre la mesa y me hundí en la silla mirando al suelo, ¿Qué me pasaba?... Bueno, su nombre era Edward y dios… ¿tan evidente era que me pasaba algo?

_¿Por qué te sonrojas?_ murmuró mi amiga entrometida, levanté la mirada y ella tenía esa sonrisa petulante como cada vez que adivinaba que algo sucedía conmigo _Dime… ¿es un hombre?_ subió y bajó las cejas de manera provocativa y luego frunció el ceño _porque no creo que sea Benjamin_

_¡No!_ dije alarmada, _no es… él_ me arrepentí y cerré los ojos mordiéndome la lengua.

_Oh… ¿así que no es Benjamin?... mmm… ¿quién será?_ murmuró con su dedo índice dando golpecitos en su mentón y su mueca pensativa, _... no creo que sea el guapo custodio que tienes en casa… eso sería imperdonable, es decir… tú teniendo esposo y yo sola aún, ¿me pregunto si…?

_No te atrevas Rose_ dije con cierto pánico, mi amiga era linda, era soltera y estaba segura que cualquier hombre mataría por estar con ella, pero ¿Edward?... sacudí mi cabeza al imaginarme la imagen de ellos dos juntos,

_Oh… entonces es Edward_ dijo con una sonrisa feliz _¿Te acuestas con él?_ abrí los ojos como plato mientras ella arqueaba las cejas sonriente. Mi amiga parecía entusiasmada por la idea. Lancé un suspiro de frustración y me hundí más en la silla mirando alrededor, lo único que me faltaba que alguien nos escuche y surgieran las malas lenguas.

_No_ dije con firmeza,

_Aún_ replicó ella, rodé los ojos mientras miraba hacia donde se había ido el camarero, deseaba pagar mi café e irme a casa. Hoy Benjamin se iría de viaje y quería estar allí al menos para hacer bien mi papel de esposa. _¿Estás buscando a Edward?..._ murmuró ella aún sonriente _Oh, ¿no te había dicho que lo llamaras para que te viniera a buscar?…

_Ya lo sé Rose, yo misma se lo pedí_ la interrumpir. Desde que había sucedido eso… que sucedió en la sala de entrenamiento hace una semana atrás, yo había tratado por todos los medios mantenerme alejada de él. Era imposible ya que era mi custodio… pero lo había logrado con éxito, lo que no había alcanzado era suprimir el deseo que había despertado en mí… dios… lo deseaba cada vez más y más y era como un dulce néctar que necesitaba tomar. Aún podía sentir sus dedos en mi piel recorriéndola sin contemplaciones, sin reparos, aún podía sentir el temblor de mi cuerpo y mi gemido al besarlo… podía sentir su aliento y aún me perseguía la culpa al haberme tocado noches atrás pensando en él, pensando en sus dedos, en su toque… no había sido lo mismo, pero calmó un poco mi súbita necesidad por él.

_¿Qué sucede entonces?_ preguntó Rose haciéndome desistir con mi búsqueda del camarero, _¿Te atrae?..._ ¿como podía ser tan intuitiva?. Asentí ante su pregunta mordiéndome el labio y con un furioso sonrojo en mis mejillas. _Oh por dios Isabella… ¿él te gusta?_

_No lo planeé… solo sucedió_ … por favor, sonaba tan cliché. _ él me atrae… si, pero… no ha sucedido nada… más que unos cuantos besos…_ dije lo último en un susurro. Mi amiga dejó caer su mandíbula de la incredulidad y yo trataba de averiguar de cuantos tonos de rojo estaban teñidas mis mejillas.

_No puedo creer que no me lo hayas contado!_ dijo en con voz ligeramente alta, _se supone que soy tu mejor amiga Isabella, deberías haberme contado algo así_ reprochó ofendida,

_Lo siento mucho Rose, yo no sabía que esto se haría más insoportable_ susurré solo para que ella escuchara,

_¿Desde cuándo?_ preguntó seriamente,

_No hay un desde cuando, solo fueron dos besos… creo…_ miré hacia otro lado cuando sus ojos se abrieron de par en par,

_¿Cómo creo?_ inquirió con su semblante serio, casi enfadado. Si no fuera porque conocía a mi amiga hubiese pensado que ella se levantaría de su silla y me sacudiría hasta que lograra que yo dijera todo lo que había sucedido.

_La noche en que fuimos a la cena de los Denali, él me llevó a casa a mitad de la noche y… me besó… es decir, él dijo que yo se lo pedí…_ murmuré avergonzada _estaba… tomada._ me apresuré a decir cuando la vi con su entrecejo imposiblemente fruncido.

_Oh por dios…_ dijo dejándose caer hacia atrás sobre el respaldo de su silla _¿Y luego?_

_¿Luego?... bueno, lo puse en su lugar por… obedecerme, que no tendría que haberlo hecho viéndome en las condiciones en las que me encontraba_ dije rápidamente reflexionando para mí _ y luego… hace unos días… él me enseñó movimientos de autodefensa, bueno… más bien me mostró_ y mi sonrojo no podía ser más ardiente, me mordí el labio al recordar y me removí incómoda sobre mi silla _esa fue la segunda vez que nos besamos_ finalicé.

Bajé la mirada hacia mis zapatos rogando que Rosalie no estallara en risa o hiciera algún comentario desagradable… ya tenía bastante con mi conciencia. Los segundos pasaron y mi amiga no emitió sonido, levanté la mirada para enfrentarme a lo que fuera y la vi con su mirada fija en mí, como si estuviera reflexionando algo,

_¿Sabes una cosa Isabella?_ preguntó luego de un momento, me estremecí por el tono de voz que estaba utilizando, _Yo siempre quise que fueras feliz… siempre pensé que te merecías conocer la felicidad… amiga, si tener tus encuentros con él te hace feliz, no soy quién para juzgarte._ dijo con una sonrisa al final _pero solo te digo una cosa y por tu bien… ten cuidado._

_Lo sé… yo… lo deseo tanto Rose que no sé lo que estoy haciendo, a veces quisiera no haber ido jamás a lo de León ese día_ murmuré arrugando mi servilleta entre mis dedos temblorosos. Hubiese sido más fácil seguir fingiendo, hubiera sido más seguro… aún continuaría siendo la fría Isabella Swan, la fuerte… la impenetrable.

_Él pone en juego su trabajo, tal vez su reputación y su futuro y tú… pones en juego todo Is, tu matrimonio, tu imagen, tu nombre…_ murmuró extendiendo una mano a través de la mesa y tomando la mía para darle un apretón _ solo ten cuidado amiga… de todas formas sabes que yo siempre estaré_

No lo podía creer, era como si a falta de una madre, Rosalie estuviera dándome su bendición para tener un affaire con mi custodio… era ridículo y rayaba en lo absurdo.

_No sé por qué me lo dices Rosalie_ contesté firmemente _no es que voy a lanzarme a sus brazos ni nada por el estilo, de hecho estoy tratando de hacer lo contrario… alejarme el mayor tiempo de él parece ser la mejor medicina_

_Oh creeme que no Is, cuando la flama se enciende no hay quién la apague, solo tiende a avivarse_ … palabras sabias.

Llamé a Edward minutos después para que me recogiera y fuéramos a casa, él había insistido en que lo llamara cuando estuviera lista ya que seguramente sería tarde cuando Rosalie y yo nos desocupemos, aún cuando yo había insistido que Rosalie me podía llevar o yo misma podía tomar mi Cooper y manejarme sola. O dos cosas, Edward era muy cabezadura o él simplemente se obsesionaba con hacer bien su trabajo, ambas cosas eran muy frustrantes.

Me despedí de mi amiga cuando vi al Mercedes estacionarse a un lado de la calle y me estremecí cuando mi amiga me susurró “Me cuentas cuando lo hagan…” , estúpida Rosalie.

Edward, como toda la semana, estuvo renuente a entablar una conversación, a veces me daba la impresión de que me ignoraba visiblemente y otras lo veía sumido en sus profundos pensamientos, como si estuviese preocupado, era tan frustrante no poder saber más de él. Desde el asiento trasero veía su cabello indómito cobrizo tentándome para colar mis dedos en ellos y despeinarlos aún más, sus anchos hombros cuadrados y su espalda fuerte, desde que lo había visto practicar artes marciales no había dejado de pensar en su cuerpo, sus fuertes manos aferradas al volante y su mandíbula filosa bien afeitada y fuerte… mis dedos ansiaban recorrer su piel. Miré hacia la ventana tratando de dejar atrás esos pensamientos que no me ayudarían en nada.

Al llegar a casa Benjamin estaba en la sala haciendo unas llamadas más antes de su viaje, si había alguien que me había desconcertado durante toda la semana fue Benjamin. Su actitud me llegó a arruinar la cena la otra noche cuando pretendió que le contara sobre mi vida en Forks mientras estuve con mi padre… cuando nunca, jamás había mostrado interés por mi vida anterior a él. Le pregunté furiosa dejando la servilleta en la mesa antes de levantarme qué era lo que se proponía y el masculló, antes de que yo desapareciera escaleras arriba, algo así como “solo para tratar de enmendarme”… ¿cuál era su propósito? ¿Hacer peor mi vida a su lado con los difíciles recuerdos?... lo odiaba.

_Isabella_ llamó cuando se percató de mi presencia, me detuve antes de subir las escaleras hacia mi habitación y esperé a que él terminara su llamado para escuchar lo que deseaba decirme. Me detuve a mirarlo, nunca me había detenido a admirar lo apuesto que era, siempre su personalidad fría, arrogante y distante pudo más, sin duda él podía obtener la mujer que quisiera en sus manos, pero su temperamento y su carácter arruinaban cualquier acercamiento. Sin embargo ignoraba cuantas mujeres habían pasado por su vida mientras yo estuve en la de él, tampoco quería saberlo.

Guardó el teléfono en su chaqueta y volteó a mirarme mientras se terminaba de acomodar su saco,

_Solo quería avisarte que salgo hacia el aeropuerto en unos minutos._ murmuró con sus ojos azules fijos en los míos, la intensidad de su mirada me hizo desviar la mía hacia su corbata de seda gris,

_Está bien_ murmuré antes de voltear hacia la escalera, sentí pasos detrás de mí y su voz me detuvo en el primer escalón,

_Edward ya está instalado en la casa, usa uno de los cuartos de servicio y te pido que le tengas consideración._ volteé a mirarlo con el entrecejo fruncido _él tendrá que salir mientras tu estas en casa, tiene asuntos que atender también en la suya, así que dale las horas libres que a ti te parezcan convenientes._ asentí ante ese pedido, _... por último tienes sobre tu mesa de noche los teléfonos necesarios a los que puedes llamar en mi ausencia si surge algo, Taylor, Eric y mi asistente Maria estarán a tu disposición._ asentí nuevamente.

_¿Algo más?_ murmuré cansinamente, ansiaba tomar un baño lo antes posible,

_No… solo…_ se detuvo a pensar mientras me miraba serenamente _cuídate…_ susurró, si sus palabras me aturdieron el beso que dejó en mi frente antes de irse me congelaron en mi lugar. No recordaba la última vez que Benjamin, mi propio marido, me había dado un beso. Desperté de mi aturdimiento cuando la puerta del frente se cerró y sin entender nada en absoluto subí escaleras arriba hacia mi habitación. ¿Qué había sucedido? ¿Benjamin había pedido que me cuidara?... bueno era lógico que un marido pidiera eso en su ausencia, pero ciertamente no era nada habitual en mí marido.

Dejé que el agua tibia y confortante relajara mis músculos y mi piel antes de sumergirme y confundirme más y más en mis pensamientos… sabiendo que en algún lugar de esa casa, Edward estaría desempacando sus cosas para su estadía conmigo.

~Edward~

Las palabras del señor Plath me habían aturdido y aún a un día después de su partida, las recordaba cada vez que la veía a ella por la casa.

“Dejo lo más preciado en tus manos” fue lo único que me dijo antes de subir a su Mercedes e ir rumbo al aeropuerto. Y desde ese momento he tratado de averiguar si se refería a su casa o a su esposa… aún seguía pensando que se refería a su casa ya que las veces que los vi interactuar a ambos, él nunca dio a entender que la apreciaba al menos. Nunca vi amor entre ellos.

Isabella estaba en su habitación por segunda noche consecutiva y yo estaba seguro que ella trataba de mantenerse distante de mí, mantenía distancia evitándome e ignorándome desde aquella tarde en que cometí el error más estúpido en toda mi carrera… tratar de seducirla.

Había trabajado para mujeres hermosas, varias veces durante mi estadía en Europa, mujeres de la sociedad que trataban de seducir al guardaespaldas para tener solo una aventura, y en cada caso había recordado mi lugar, mi responsabilidad y el objetivo de mi trabajo. Pero con ella fue diferente, ninguno de los dos nos buscábamos, las cosas simplemente sucedían… como si tuviéramos un imán para atraernos entre sí, y estaba preocupado, nunca antes me había ocurrido.

De alguna manera había perdido ese enfoque con Isabella… ella se había colado en la armadura del caballero y ahora simplemente me tenía en sus manos.

Esperé que Loise y la demás servidumbre se fueran a sus respectivas habitaciones para hacer una última recorrida por la casa. Había inspeccionado las puertas traseras y el garaje, la casa de invitados y el patio así que entre a la casa y saqué mi saco y aflojé mi corbata mientras aseguraba cada puerta de la casa con el código de seguridad en el tablero de la entrada, apagué las luces y me fui al piso superior a seguir con mi recorrido, luego me iría por la escalera lateral hacia las habitaciones detrás del cuarto de cocina, donde estaba la mía.

Todo estaba tranquilo, aunque claro, la única que habitaba la planta superior era Isabella… pero ella parecía dormir. Recorrí el corredor silenciosamente hasta llegar a la puerta de la sala de entrenamiento, me permití entrar y recordar la última vez que estuve allí… y hasta podía decir que el olor de Isabella todavía flotaba en el aire, ese olor almizclado y a fresias que había revolucionado mis sentidos. Nunca creí tener tan buen olfato hasta que la olí a ella.

Sonreí antes de cerrar la puerta y di unos pasos más hasta encontrar las puertas de su estudio de música de par en par abiertas, ella estuvo allí antes… el lugar estaba oscuro y en silencio, pero podía jurar que ella había estado allí tal vez minutos antes de que yo subiera. Su endemoniado olor y su calor aún estaban allí…

Di un paso hacia la habitación y me adentré en ella, la luz de la luna se filtraba por las cortinas finas y bañaba al piano de cola que estaba cerca de la ventana, dejé mi saco sobre el taburete cerca de la entrada y caminé hacia el piano que parecía llamarme. La tapa de la cola estaba entreabierta y me dejó ver las cuerdas y los martillos de madera que nunca se habían usado, Isabella me había dicho alguna vez que su marido lo había adquirido para ella, siendo que su pasión era el chelo… ese noble instrumento que descansaba en el medio de la habitación sobre su pedestal y a un lado de una silla.

Me atreví a acercarme y levantar la tapa que protegían las teclas, era impecable, de marfil negro y blanco. Me senté en el banco y sonreí cuando mis dedos acariciaron la suavidad del material,

Tan suave como su piel…

Medí mis opciones, el cuarto era acústico hasta en el revestimiento de la puerta, Isabella estaba dormida y las mujeres de la servidumbre también, supuse que podía tocar sin ser escuchado así que ubiqué mis dedos en las blancas teclas y presioné suavemente. Las notas resonaron en el lugar y no salió más allá, la acústica definitivamente era buena. Lo había comprobado ya cuando la encontré, hace un tiempo atrás, a Isabella tocando su chelo.

Posicioné mis dedos nuevamente sobre las teclas y oprimí con suavidad sobre las cuerdas nuevas, las notas difusas sonaron en el ambiente, toqué nuevamente un tono más bajo y uno más con mis dedos abiertos sobre las teclas… probando, buscando…

Incliné mi cabeza para oí, tratando de saber si ese tono en do mayor era el apropiado para comenzar, nuevamente oprimí sobre las teclas buscando, hasta que vislumbre por el rabillo del ojo una silueta parada en la puerta, iluminada por la penumbra de la noche.

Bella…

Mis dedos temblaron cuando la vi, estaba irrumpiendo en su lugar privado… en donde ella podía ser ella misma y estaba tocando sin permiso uno de sus instrumentos, por eso cuando la miré y me detuve pensé que ella estaba enfadada, pero su rostro tranquilo y apacible me dijo que no.

Me aventuré a tocar con mis dedos vacilantes una vez más sobre las teclas, las notas resonaron, mi mirada solo estaba fija en ella recorriendo su cuerpo, tomando lo que ella me quisiera dar… mis dedos titubearon erradamente sobre las teclas cuando vi sus pechos turgentes debajo del camisolín blanco que llevaba, era de satén blanco y le llegaba hasta la mitad del muslo… sus piernas hermosas y pálidas se dejaron entrever. Mis manos una vez más tocaron notas bajas erróneas cuando temblaron tentadas para acariciarlas. Su cabello disperso enmarcando su rostro como un ángel arrebatador, sexy, endiabladamente erótico a mi vista me hizo flaquear en mi voluntad de apartar la vista de ella… que increíblemente no apartaba la mirada de mí.

(Si desean poner play al video, entenderán esta párte, si no lo ven luego)

Ella avanzó dando un paso… dos… con sus pies descalzos sobre la mullida alfombra caminando lentamente hasta llegar a su silla, mis manos tocaron una vez más sobre las teclas mientras mi mirada se rehusaba a dejarla, solo una vez más… probando… buscando…

Ella tomó su chelo entre sus manos y se sentó con él entre sus piernas, siempre mirándonos a los ojos, sin ser capaces de apartar eso que nos rodeaba. Probé una vez más buscando el tono para comenzar con esa canción que estuvo dando vueltas en mi cabeza todo el tiempo desde que la conocí… que practiqué, que memoricé…

Toqué una vez más al mismo tiempo que ella levantó su arco y lo posicionó en las cuerdas… tocó un par de notas y finalmente una nota larga y aguda… también buscando, ayudándome a encontrar el tono ideal… con su mirada en la mía y su labio entre sus dientes…

Ella tocó otra vez y traté de seguirle el ritmo, no era fácil buscarlo, encontrarlo juntos… sus piernas abiertas acariciando su chelo querían confundirme. Lo que buscábamos era el don de la música de ambos que no podían encontrarse y surgir, que también se correspondían a nuestra vida. Tocamos juntos otra vez mientras ella tocaba algunos acordes y yo tocaba otros… esperando… considerando los tiempos… oyéndola tocar esos acordes suaves.

Finalmente ella tocó una vez más y yo la seguí tocando detrás de ella, un ir y venir… uno y otro… hasta que ambos tocamos al mismo tiempo y no nos detuvimos. Sus ojos brillaron y yo sonreí cuando los acordes de Libertango comenzaron a llenar la habitación, tocados por ambos… Bella y Edward… chello y piano… al unísono.

Sus manos veloces sostenían su arco raspando las cuerdas y sacando música de ellas, mis dedos la trataron de seguir… ella era rápida… ella era tenaz… ella era apasionada. Toqué con su misma pasión embelesado en cómo ella hacía el amor con su instrumento, sus ojos se cerraban y arrugaba el entrecejo cuando las notas rápidas salían de las cuerdas, ella entreabría la boca y mordía su labio cuando sus dedos temblaban sobre una cuerda… ella me miraba fijamente mientras su arco bailaba y sus pequeñas manos hacía tan semejante cosa.

Ella era sublime, realmente era un prodigio… estremecía mi piel llevándome a lo más profundo y haciéndome resurgir como si necesitara aire. ¿Y aún así ella se valoraba tan poco? ¿Cómo podía ser esta mujer tan fuerte y dura… tan sumisa a la vez, tal frágil…?

Ella por dios… era la pasión en persona, Bella me sumergía en su tango de manera magistral y mis dedos golpeaban las teclas apresurando la melodía, anhelando que terminase porque las otras partes de mi cuerpo la deseaban… tan incondicionalmente… la deseaba. Loco… demasiado loco para ser real… mis dedos volaron sobre el teclado como nunca en toda mi vida como pianista aficionado y ella lo hacía posible.

Entonces embargado por el deseo apresuré el final, ella me siguió… su arco voló sobre las cuerdas… mis dedos hicieron lo mismo sobre las teclas… rápido, furioso, arrebatador, pasional… hasta que se tornó violento y terminamos avasalladoramente, ella con un agudo sonido que parecía que las cuerdas se romperían y yo con una barrida del teclado… y con mi corazón latiendo eufóricamente.

La miré mientras mi pecho retumbaba en la habitación, ella temblaba… gimió mirándome con necesidad y dejó su chelo a un costado sobre el suelo, se paró y caminó hacia mí y la tomé de la cintura cuando estaba a poco centímetros. Nuestros labios chocaron… deseosos uno del otro, desesperados y salvajes, sus manos rodearon mi cuello y la empujé hacia mí haciendo que se sentara con sus piernas rodeando mi cadera, su centro sobre el mío… dios… palpitante… caliente.

_Edward…_ gimió en mi boca mientras nuestra lenguas se entregaban a una lucha sin sentido _ ya no… no puedo más_ sujeté un lado de su cadera con mi mano y con la otra tomé su nuca para aferrarla imposiblemente más a mí. Sus manos se apresuraron a jalar de los botones de mi camisa, desesperada… con fiereza,

_No lo hagas…_ le dije besando la suave piel de su mandíbula, ella se arqueó haciendo contacto lo más posible con mi cuerpo, gemí al sentirla tan endemoniadamente bien y continué bajando con mi lengua por su clavícula hasta sus pechos, la suave tela era un delicioso obstáculo cuando atrapé uno de sus pezones con mis labios, aún así se sentía tan bien… duro y turgente bajo la tela. Sentía que con ese movimiento tan sensual que ella hacía arriba mío podía estallar en mis pantalones, su cuerpo se retorcía mientras mi lengua mojaba la seda, mis manos sostuvieron su trasero suave y redondeado acercándola más a mí para que pudiera ver las cosas que ella me producía. Nunca me había sentido tan perdido antes…

_Te deseo tanto…_ gimió tomando con sus manos el cabello de mi nuca, ella se movía sobre mí mientras mis manos rebuscaban bajo su ropa interior de encaje, acaricié el inicio de su trasero y deslicé mis manos hacia los costados, bajo las tiras… ella era tan suave.

_Yo también… no te das una idea_ susurré jadeante llevando mi atención hacia el otro pezón, sostuve su cadera que se balanceaba frenéticamente sobre mi erección y llevé una mano entre nuestros cuerpos por debajo del pequeño triangulo de encaje, ella estaba tan caliente y húmeda… _Oh dios, Bella… eres… tan hermosa_ murmuré mojando la tela que recubría su pezón con la punta de mi lengua mientras que mi dedo se abría paso entre sus pliegues. Ella gimió y tiró más fuerte de mi cabello,

_Oh Edward por favor_ sus quejidos de placer se ahogaron en mi cabello, saqué mi mano de su centro y levanté la cabeza para besarla una vez más… mi mano mojada por su humedad recorrió la suave piel de su vientre bajo tirando de la tela de sus bragas _por… favor_ gimió en mi oído.

Tomé su cintura entre mis manos y empujé sus caderas hacia el teclado del piano, ella se sostuvo de mis antebrazos mientras yo admiraba sus piernas abiertas con cada pie a cada lado de mi cuerpo sobre la banqueta, su centro mojado cubierto por sus bragas blancas fue lo único que captó mi mirada. Era un espectáculo deleitante que me hizo tragar saliva, parecía que mi boca se hacía agua por probarla… ella era tan hermosa, olía tan bien.

Sostuve sus manos y la hice sostenerse a los lados del piano, las teclas resonaban debajo de ella formando música con su cuerpo y era tan excitante, ella era tan embriagadora…

_ ¿Puedes sostenerte?_ le pedí, necesitaba mis manos libres. Ella asintió y lo hizo y yo aproveché a enganchar mis dedos en la tela y arrastrarla por sus piernas, lejos de su cuerpo… las llevé, en un impulso maníaco, hacia mi nariz y me embriagué con su olor… ella era deliciosa… sexo, lujuria, mujer, deseo puro impregnado en cada fibra de la tela, la escuché gemir y las dejé caer al suelo.

_¿Me dejas probarte?_ pregunté mirándola a los ojos brillantes y oscuros, ella se mordía el labio nerviosa y asintió nuevamente abriendo aún más sus piernas para darme paso. Sonreí admirando la forma en que su cabello caí por sus hombros dándole un aire de inocencia. Dios… ella era un ángel.

Acerqué mi cabeza entre sus piernas y gemí cuando mi lengua recorrió sus pliegues, acerqué mi cabeza más a su centro y tomé sus caderas para acercarla más a mí, necesitaba de ella… necesitaba más y más. Las notas discordantes sonaron por la habitación a medida que ella molía sus caderas en mi boca, ella gemía y jalaba mi cabello, tomé su clítoris en mis labios luego de degustar su entrada y chupé como condenado… ella gritó… y molió aún más fuerte.

Gemí contra su piel y su humedad cuando la sentí tan caliente en mi boca y ella se estremeció acelerando sus movimientos.

_Oh Dios!... Edward!... me voy a venir!_ gimió arqueando la espalda _oh por favor!_ continué con mi faena de chupar y lamer su clítoris hasta que sentí que todo su cuerpo se tensaba y sus gemidos se hacía más y más agudos… ella estaba totalmente arqueada sobre el piano anclándose a la tierra tomando mi cabello. Y las notas graves resonaron cuando su mano hundió las teclas del piano en su intento de sostenerse y gritó mientras su orgasmo la atravesaba.

Diablos… mi pecho se agrandó cuando supe que podía hacer estallar a esta hermosa mujer de placer.

Respiré sobre ella luego de tomar lo que me dio y descansé mi frente en su vientre, ella trataba de normalizar su respiración mientras acariciaba mi cabello dulcemente…

_Eso fue increíble…_ susurró con voz áspera. Asentí acariciando con mis pulgares sus caderas, _Edward…_ llamó posando su mano en mi mejilla, levanté la cabeza y la miré a los ojos… ella se mordía el labio con sus mejillas arreboladas,

_¿Qué?... dime Bella…_ le pedí, ella asintió y sonrió nerviosa,

_Quiero… mmm… me gustaría verte_ susurró casi inaudiblemente, arqueé una ceja y traté de adivinar sus palabras,

_¿Ver qué?_ pregunté vacilante ¿qué quería ver?... ¿a caso ella… quería verme desnudo?. Abrí los ojos ante la comprensión y no pude evitar sonreír de lado. Ella también sonrió… tímidamente.

Sin dejar de mirarla, me despojé de mi corbata, desabroché mi camisa y la dejé caer por mis hombros hacia el suelo, oí un jadeo… ella tragó saliva y se mordió el labio… ¿le gustaba lo que veía?. Me paré frente a ella y saqué mi cinturón, desabotoné mi pantalón y deslicé la cremallera y lo bajé hasta mis rodillas… cayeron solo hasta el suelo, tiré del elástico de mi bóxer y lo bajé lentamente dejando mi erección al aire… ella dejó escapar un suspiro profundo. Quedé parado frente a ella desnudo y con una erección palpitante que no me iba a dejar dormir si no hacía algo pronto…

_Siéntate_ demando con cierta dureza, aunque sonrió. Lo hice, me senté en el banco del piano mientras ella aún seguía sentada en sus teclas _Tómalo con tu mano…_

Oh dios… me gustaba esta mujer tan dominante y sumisa al mismo tiempo…

Tomé mi miembro con mi mano desde la base y esperé, ella se removió y bajó sus caderas lentamente hasta que sus pies tocaron el suelo y nuevamente sus rodillas se hincaron a cada lado del asiento, se sentó a horcajadas en mi regazo con mi erección entre nosotros. Ella levantó su cadera y la acercó a la mía,

_Acomódalo_ susurró en mi oído.

Oh maldición…

Hice lo que me dijo, posicioné la punta de mi miembro en su entrada mientras ambos jadeábamos de expectación. Entonces ella se dejó caer sobre mí lentamente, su gemido resonó en mi oído y era tan placentero escucharla y yo ahogué mi gemido en su cuello, la rodeé con mis brazos por su cintura y ella subió su cadera para dejarlas caer nuevamente,

_Oh diablos… eres…_ callé mis palabras y traté de acompasar mi respiración,

_¿Qué?... dime Edward… ¿soy qué?_ jadeó antes de hacer ese movimiento nuevamente, me aferré a su cintura cuando la penetré nuevamente, _dímelo sin miedo_

_Eres endemoniadamente sexy, eres tan mujer Bella que enloqueces… maldición Bella te deseo tanto_ sus manos apretaron más mi cuello mientras la penetraba una vez más con más fuera… más rápido.

_Me tienes_ dijo antes de gemir arqueando su espalda, me di cuenta con mi mente nublada, que ella aún seguí con su camisón tapando su cuerpo, tomé la orilla de la prenda y la saqué por encima de su cabeza.

Hermosa…

Apreté los dientes cuando la vi en todo su esplendor exponiendo sus pechos, tomé su pezón con mi boca mientras ella subía y bajaba sobre mi eje… una y otra vez… cada vez más rápido… con más ansias. Tomé sus caderas para ayudarla a deslizarse aún más rápido y hundí mis dedos en la carne de su cadera, ella recargó su frente contra la mía y me miró a los ojos mientras jadeaba en mi boca y yo en la suya, tomó mi rostro entre sus manos y sentí que me daba la mirada más significativa desde que la había conocido,

Gimió y gimió con cada golpe sobre mi cadera, _te siento tan profundo… Edward…_ cerró los ojos sin apartarse de mí, _no sé cómo no me di cuenta antes… que no puedo tenerte cerca… sin desearte_

Sentí con esas palabras que mi éxtasis estaba cada vez más cerca, la rodeé con un brazo la cintura y el otro sostuvo su cadera, apresuré sus movimientos más y más… piel con piel, húmedo contra húmedo, caliente…

_Oh Bella… quiero sentirte, quiero que grites por mí… hazlo, vente Bella… no doy más_ gemí escondiendo mi cara en su cuello, ella me cabalgó fuerte y aún más rápido con mi ayuda, la fricción era insoportablemente placentero hasta que sentí que ella gritaba en mi cuello y su cuerpo se tensaba entre mis brazos.

Oh diablos…

La sentí apretarse a mi alrededor, oprimiendo… contrayéndose y gimiendo en mi piel, hasta que me hizo palpitar dentro de ella y derramarme al fin,

_Bella… oh… Bella_ gemí acallándome en su cuello mientras pulsaba en su interior, su calor me embargó y la abracé por su cintura sin apartar mi cara de su delicioso cuello, ambos jadeantes, ambos bañados en sudor, ambos mojado por el sexo… y placenteramente satisfechos.

Acaricié su espalda con el temor de que considerara esto, luego de haberlo hecho, un error… o que se arrepintiera o peor aún que sintiera culpa. La conocía lo suficiente como para haberme dado cuenta de que ella se autoflajelaba con sus propios errores y no quería que eso sucediese ahora… no cuando había sido la noche más increíble que pudiera recordar. Me aparté de su cuello y la obligué a mirarme… ella abrió sus hermosos ojos chocolate y me miró intentando recuperar el aire,

_Eres increíble_ le dije sinceramente, ella era una mujer que tenía el poder de sumirme en el más exquisito de los placeres y luego echarme a patadas si así lo quería, pero ella sonrió y se sonrojó… increíblemente… se sonrojó. Habíamos tenido la experiencia sexual más caliente de la historia y luego ella se sonrojaba con una palabra mía.

_Tú también lo eres_ dijo antes de acercarse a mi boca y darme un beso suave _no creo que sea capaz de ignorar tu presencia luego de esto Edward… no creo que sea capaz de mantener mi deseo a raya_

Sonreí ante esas palabras, las que tanto deseaba escuchar… _no lo hagas_ dije antes de tomar su rostro entre mis manos y besarla como si fuera la última vez que iba a poder hacerlo. _No lo hagas Bella…_

Gimió cuando ese beso intenso se tornó algo más… y volví a crecer en su interior… y ella volvió a balancearse lentamente… y volvimos a empezar.

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Gracias Juliana por esto, es maravilloso...

Gracias amores por sus palabras, estoy atravezando por una crisis existencial, no es nada grave... solo necesito tiempo y un poco de descanso,siento que sdescuido otras cosas que son importantes, como mi familia. Las amo y no dejo nada... por más que quisiera o lo necesitara no podría hacerlo. Las amo, y dejenme sus palabras, son lo único que me ayuda como siempre a salir adelante.... besos!