En shock.
Era como si mi cerebro mandara órdenes, pero éstas se quedaban a medio camino, reacias a llegar a su destino. Mi boca se desencajó levemente y las manos comenzaron a sudarme. No pude hacer más que mirarlo inexpresivamente, como si pretendiera no haber entendido haber escuchado sus palabras, o al menos no haberlas escuchado—pero lo había hecho.
Me había dicho que me amaba.
Después de ponerme al borde de la desesperación, Edward finalmente me había dicho esas dos palabras – cinco letras. Y aunque quise volver a confesarle mi amor, la lengua se me enrolló, y no había forma de desenredarla. No hasta que las creyera.
Porque no lo hacía.
No creía que él me amara, porque simplemente no era digna de su amor.
¿Yo? ¿En serio?
Aunque su boca me estuviera besando con delicadeza, mi inseguridad salió al rescate. Muchas veces estuve a punto de darme por vencida y dejarlo hacerme suya—de nuevo. Sus labios estrujaron los míos por bastante tiempo, pero no podía ser que él me amara.
Tuve que mantenerme firme y no dejarme vencer por mis piernas de gelatina. "No. No te creo."
"¿Por qué no?" Preguntó Edward incrédulo, mirándome con confusión.
Negué con la cabeza. "He escuchado eso muchas veces," confesé. Siempre me hacían creer, para después defraudarme. "No he salido muy bien de ésas, ¿sabes? Así que ahórrame el dolor y dime exactamente qué quieres."
"A ti," dijo sin dudarlo. "Te quiero a ti y a toda tu existencia. ¿No fui lo suficientemente claro? Te-a-mo."
"No tienes que mentir para tenerme, Edward." Comencé deshacer el nudo de mi bata, mirándolo a los ojos. "Aquí me tienes."
Dejé que la bata se cayera al piso, exponiendo mi desnudez. Los ojos de Edward la recorrieron velozmente, y aunque pude ver que deseaba tocarme y poseerme, negó fervientemente e hizo a un lado la cabeza, reacio a verme. Comencé a comportarme como una niña porque no quería creer que lo hacía por desagrado.
"Ponte la jodida bata, Bella," ordenó, su voz oscura y oscilante, como inseguro de sus palabras. "No lo quiero hacer de este modo."
Dí un paso al frente. "¿Cómo lo quieres hacer?"
"Vístete," volvió a ordenar. "Por favor…"
"Dime," ronroneé. Podía ser muy sensual en esos momentos, pero dentro, muy dentro, mi seguridad disminuyó de cero a mil al percatarse de su desprecio. "Quiero complacerte."
Edward miró por el rabillo de su ojo, respirando agitadamente y apretando los puños. Bien, sí me deseaba—la emoción en sus pantalones era demasiado evidente. Pero, ¿por qué no quería involucrarse conmigo una vez más? ¿Por qué se ponía tan… renuente a dignarse siquiera a verme por más de un segundo?
Le toqué un hombro. "Edward…"
Se alejó, removiendo delicadamente mi mano y manteniéndose a una distancia considerable. "Ponte algo de ropa," dijo. Su voz temblorosa no le hizo nada bien a mis nervios. "Por favor."
Negué con la cabeza, y Edward maldijo en voz alta.
La maldición más sensual que haya escuchado nunca.
Se hizo a un lado y fue en busca de mi bata e, infantilmente, la colocó sobre mis hombros con movimientos rápidos y torpes, incómodo de tocar más de la cuenta. Al parecer, ya no era la misma Bella de siempre… la sexy Honey se había ido por un caño.
"Quiero que entiendas, Bella," escuché decir la voz de Edward. "Que en realidad te amo… ¿Por qué eres tan terca?"
Sonreí decepcionada. "Tú mismo dijiste que el amor no significaba nada para ti, ¿recuerdas?"
"¿Cuándo dije eso?" Inquirió. No podía verlo, ya que se había colocado a mis espaldas, pero casi podía vislumbrar sus pobladas cejas arrugadas. "Nunca he dicho tal cosa…"
"Bueno, no creía que lo recordaras," dije desilusionada. "Aquella noche, antes de que… ya sabes. Dijiste que amabas a Tanya, pero aún así tú y yo— En fin."
Edward se quedó callado. No lo oí acercarse, pero me tomó por los hombros, susurrándome al oído: "Bella, en ese momento… Tanya no me importaba. Desde que te conocí, ella— No, Bella… ya no la amo, y creo que nunca lo hice."
Sus palabras, aunque me aliviaron un poco, aún dolían dentro. Su voz, combinada con la intoxicante esencia de su cuerpo, me pusieron la piel de gallina. En otras circunstancias, hubieran logrado humedecerme, pero Edward tenía que contestarme muchas preguntas antes de meterse dentro de mis pantalones… o entre mi bata, como sea.
Sentí sus dedos deslizarse por mis costados, y cerré los ojos al contacto. Sus manos sujetaron mis caderas con firmeza pero aún así, cariñosamente. Aspiró mi cuello, haciéndome poner los ojos en blanco al sentir la muy conocida nariz recta trazar líneas sobre la piel. Exhalé—según yo—disimuladamente, pero a Edward nada se le pasa… con él no se podía jugar.
"¿Ves?" Ronroneó aún sin abandonar mi cuello. "Sientes lo mismo…"
Gemí un poco cuando me pegué a él: podía sentirse a ciencia cierta la emoción que Edward sentía, pero eso ya lo había visto antes. No era nada nuevo, y temía que la historia se volviera a repetir.
"¿C-Cómo sé," dije a duras penas "que me amas como dices? ¿C-Cómo sé q-que no me estás mintiendo?"
Dejó salir aire caliente por su nariz, golpeando la piel de mi nuca. Sus manos me giraron, obligándome a mirarlo de cerca. Sus ojos verdes, ennegrecidos, reflejaban necesidad y desesperanza.
Y eso también ya lo había visto.
Los labios de Edward se curvearon un poco. "Tienes que dejarme enseñártelo."
Lo miré implorante: no podía pedirme dejarlo hacer eso.
Gemí, anticipándome a los hechos.
"¿Me dejas, Bella?" Pidió Edward, envolviendo mi cintura y uniéndome más a su cuerpo. "¿Puedo amarte?"
Me mordí el labio, insegura de mi respuesta. ¡Por supuesto que quería que me enseñara cuanta cosa me dijera! Pero no quería ser utilizada de nuevo. El amor para él parecía no significar mucho, pero para mí era un tema sumamente importante. No había amado a nadie con anterioridad, y las emociones eran demasiadas que sentía mi piel a punto de ser desollada.
"Bella," dijo llamando mi atención. "No quiero tener sexo contigo."
Entreabrí la boca, entre sorprendida y decepcionada, pero no me dejó replicar.
"Quiero hacerte el amor hasta hacerte llorar."
Y ahí estaba la humedad, anticipante, escurridiza. Sabía lo que se avecinaba, y eso… eso era algo que me dejaba vulnerable.
Edward no se inmutó ante mi silencio. "¿Puedo?"
Con la poca coherencia que me quedaba, un pequeño 'Sí' salió de mis labios justo antes de ser besados otra vez. Suave, delicado, delicioso. Sus labios eran más implorantes pero más cariñosos, sedientos y desesperados. Sentí sus manos tomar mis mejillas con solidez, mandándome una indirecta bastante clara: no me iba a escapar de él.
Y eso me encantaba.
Entreabrí mis párpados para mirarlo. Tenía los ojos apretados con fuerza, como si estuviera en un dolor muy agudo. ¿Era yo la culpable de eso? Esa idea rondó mi cabeza por varios minutos, torturándome.
"Edward…" susurré, abrazándolo por su cuello. "Por favor…"
Sus manos—grandes manos—viajaron desde mi espalda hasta mi trasero, el cual no fue apretado con salvajismo como antes, si no que fue delineado con añoranza. Solté un pequeño suspiro, estrujando el cabello revuelto de Edward con desasosiego. Él sonrió como si estuviera en un éxtasis, nunca dejando de acariciarme.
"Te he extrañado," murmuró cerca de mi boca. "No sabes cuánto."
Voilà.
Las palabras mágicas.
Lo besé con fiereza, nostálgica de su sabor y de su textura. Fui respondida de la misma manera, el agarre de Edward volviéndose más frenético y más anhelante. Comencé a desabotonarle la camisa rápidamente, pero fui detenida por sus manos.
"¿Q-Qué pasa?" Pregunté.
"Quiero… que sea…" Jadeaba, y eso me encendía más. "Bella, quiero que sea— especial."
Me guió hasta la cama, girándome y sentándose en el borde de ella. "Quiero amarte… tomarte."
Asentí a sus palabras, así que adelanté mis dedos lentamente, deshaciendo uno por uno los botones de su camisa. Edward acariciaba mis brazos y piernas, desconcentrándome momentáneamente y haciéndome soltar gemidos reprimidos. No era bueno para mi salud.
Una vez que terminé con su camisa, Edward se la quitó rápidamente y me invitó a acercarme a él con sus ojos… Dios, sus ojos. Y por más tentadora que se viera la invitación, negué con la cabeza y me dispuse a soltar su cinturón despacio… muy despacio. Siempre mirándolo a los ojos y deleitándome con la necesidad que en ellos habitaba. Se veía tan… roto, pero entendió mis acciones y se levantó para poder quitarle los pantalones, dejándolo únicamente en sus majestuosos bóxers negros.
Edward me tomó de las manos, y con una rapidez sorprendente, me colocó encima de él. Apoyé mis rodillas junto a sus piernas, besándolo de nuevo, esta vez eternamente… ya nada me iba a poder hacer despegarme de sus labios. Estrujé de nuevo su cabello, sintiendo sus manos tomándome por las caderas y oprimiendo delicadamente mi trasero.
Gemí… y seguiría haciéndolo por el resto de la noche.
Me quitó la bata. No con rudeza como lo había hecho yo, si no que deslizó la tela por debajo de mis hombros, revelándolos y besándolos con ahínco mientras me dejaba caer sobre él. Ambos gemimos al contacto, y aunque todavía era el comienzo, ya podía sentirme tan húmeda como aquella vez en Las Vegas.
"Te amo," volvió a repetir. "Tanto…"
Una vez libre de la bata, me quedé completamente desnuda. Edward me miró con adoración, haciéndome adelantarme a los hechos: no podría soportar otra de esas miradas. Me arqueé cuando sus labios atraparon mis pezones, succionándolos alternadamente y propinando delicadas mordidas en ellos. Comencé a revolverme sobre él, poniéndome cada vez más ansiosa.
Sus manos oprimieron mis nalgas de nuevo, haciéndome gemir. "Edward… por favor." Era demasiado. Él, su boca, sus manos, su piel… no quería sufrir más. "Te lo ruego."
Con una agilidad asombrosa, me giró hasta quedar bajo su cuerpo, colocándose entre mis piernas y volviéndome a besar. Fue subiéndome poco a poco, tomándose su tiempo mientras me torturaba con su lengua y sus labios, o con sus manos recorriendo mis piernas, tentando mi intimidad. Mis gemidos se volvieron más pesados, más necesitados… moría y él lo sabía, pero no se dignaba a amarme.
No respondía a mis plegarias, hacía caso omiso a mis súplicas, ignoraba mi urgencia y mi desesperanza. Así que tomé medidas drásticas y comencé a bajarle su bóxer como pude.
"Espera…" dijo Edward. "Bella, espera, por favor."
Negué con la cabeza. "Te necesito," demandé. Podía sentir mi ritmo cardiaco llegar al tope. "Ahora…"
Callé su respuesta con otro beso, doblegándolo a cumplir mi voluntad. Me siguió besando mientras se quitaba por completo la última prenda de ropa, dejándolo desnudo, apetecible…
Mío.
Inmediatamente, enredé mis piernas alrededor de él. "Ahora…" Me arqueé tratando de sentirlo. Lo quería dentro en ese mismo momento. "Edward…"
"¿Me crees?" Preguntó, rozando la punta en mi entrada. Gemí, poniendo los ojos en blanco. "Bella, ¿me crees?"
Siseé cuando introdujo una pequeña parte, y aunque me quedé esperando más, nada sucedió. Estaba decidido a no entrar en mí hasta que yo le respondiera, y eso era algo muy difícil de hacer en mis condiciones.
Asentí, pero no le fue suficiente. "No te escucho, Bella." Gruñó cuando me apreté ligeramente, mas no se inmutó. "Quiero que entiendas que te quiero amar…"
"Entonces hazlo," rogué. "Por favor…"
Al momento en que su boca se estrelló con la mía, lo sentí entrar, fuerte, decidido. Mi mundo se derrumbó al tenerlo en mí, y aunque ya no estaba tan acostumbrada a su tamaño, me apreté con fuerza, un impulso inestable que a él pareció encantarle. Se mantuvo dentro por varios segundos, tal vez preparándose para la siguiente embestida, o tal vez planeando la siguiente posición…
Lentamente, se salió. Me besó de nuevo, más delicadamente, volviendo a entrar, suave, despacio, despertando un millar de sentimientos con cada poco que introducía. Mis poros se abrieron, mis vellos se erizaron… los nervios me traicionaron. Edward siguió ese ritmo lento, contoneándose flemáticamente, incendiando mi cuerpo con su piel caliente rozado la mía, con su boca cálida, dulce. Temblé ligeramente cuando un brazo se coló entre mi cuerpo y la cama, levantándome por la espalda y volviendo las emociones más evidentes.
Gemí de nuevo, esta vez más fuerte.
Mi mente estaba muy lejos, acompañada de mi cordura. Y así, trastornada por la creciente crisis, sólo alcancé a clavarle las uñas en la espalda. Edward gruñó en mi boca, ahogando mis gemidos descontrolados, continuando sus besos complacientes e inmiscuyendo su ardiente lengua, saboreándome.
Con mi espalda arqueada, pronto sentí un punto clave ser golpeado repetidamente, pero no quería que todo terminase… no tan rápido. Lloriqueé, reprimiendo la crisis que se avecinaba. Mis gemidos, sin embargo, hacían lo contrario; aún siendo ahogados con la boca hambrienta de Edward, los sentía estallar en mi pecho, uno tras otro, retumbando, exasperantes por salir.
Me sostuve en los hombros de Edward, quien reprimía sus gruñidos de igual manera, sujetándose firmemente de mi espalda y cintura.
Pero yo no quería acabar aún, así que alcé una pierna, colocándola sobre su hombro.
Tonta de mí.
Edward tomó mi pantorrilla y la apretó, descargando toda su ansiedad en ella. Dolió, pero la nueva posición no ayudó mucho a refrenar mi orgasmo… al contrario. Me enloqueció tanto que incluso hice lo mismo con mi otra pierna, Edward tan lejos de mi alcance como para clavarle las uñas. Me tuve que contentar con las sábanas y almohadas, hundiéndole los dedos hasta formar cinco hendiduras profundas.
"¡Dios!" Gemí, exhalando aire constantemente y tratando de no derrumbarme pronto.
Lo sentí hundirse muchísimo más, apoyando una mano en la cabecera e impulsándose de ésta para entrar más. Solté mi primer grito desquiciado, arañando sus brazos con ímpetu conforme me sentía venir. Me balanceé en un afán de marcar el paso, pero Edward era el que mandaba aquí y ahora, teniéndome a su merced por cuanto tiempo él quisiera.
Gruñó, suspirando mi nombre una y otra vez, incrementando el ritmo, oprimiendo mi pierna conforme la presión aumentaba.
Me volvía loca, y aún no llegaba.
Pude soportar unos minutos más en esa posición, el orgasmo rondando acechante y pendiente de nuestros movimientos; pero pronto dejé de sentir mis piernas, y ya no tuve más poder sobre ellas. Cayeron a los costados de Edward, inmóviles y adoloridas.
Pero Edward no se detuvo… siguió entrando, más frenético, más furioso.
Y yo alcancé un nivel de delirio tan nuevo que olvidé como hablar. De mi boca salían gemidos, gritos, suspiros, jadeos… nunca palabras. Algunas veces alcanzaba a decir 'Edward' con un ligero tartamudeo, pero aparte de eso, ninguna otra frase coherente pudo formarse en mi cerebro.
Jadeábamos acompasadamente, tratando inútilmente de contener nuestras respectivas crisis, mas apenas pudimos sobrellevar el acto por unos míseros minutos. Edward, en una embestida especialmente enardecida, me llevó a las alturas, dejándome volar, gritar, explayarme en ese prolongado éxtasis que llevó consigo tantas cosas sin decir, mareándome y debilitando mi cuerpo.
"Bella," llamó Edward. Mis ojos no se podían abrir, así que solamente alcancé a gimotear, extraviada en la deliciosa sensación de delectación embriagante. "Dios, Bella…"
Aún en las nubes, pude sentirlo entrar en mí unas veces más. Estando tan sensible, las emociones que sentía en esos momentos parecían estar multiplicadas por mil, así que lo acompañé en su despegue otra vez, uniendo nuestras bocas con desesperación, exclamando nuestros nombres, oprimiéndonos, amándonos…
Se vino dentro de mí, vertiendo su esencia caliente, tambaleándose entre mis piernas, buscando ansioso mis labios, rozándome con sus dedos resbaladizos la piel sudada, los cuerpos cansados… y yo aún quería más.
Quería todo de él… Porque lo amaba.
Quería dejar de sentir esa congoja en el pecho al pensar en Edward, quería dejar de estar angustiada cuando estaba lejos de mí… Quería demostrar que era mío, y que nadie, nadie en este mundo, me lo podría quitar.
Posesiva, ¿eh?
Tomé con brío su rostro con las manos, mirándolo a los ojos. "No dejaré que te vayas," imploré. "No lo permitiré."
Edward sonrió, inclinándose sobre mí. "Y yo no me iré de tu lado… nunca. Pensé que ya te había dejado eso en claro."
Sonreí: era mío. Finalmente mío.
Nos besamos de nuevo, impacientes y con ganas de seguir amándonos. Nuestras piernas se enredaron entre sí, haciendo de nosotros un revoltijo de pieles, jadeos y suspiros que parecía que nunca podría ser deshecho. Instábamos nuestros deseos, gemíamos nuestros nombres… El sudor se impregnaba entre ambos, volviéndonos resbaladizos e inestables.
Me coloqué encima de él, mirando a su ya crecida erección relamiéndome los labios. Quería volver a tenerlo en mi boca, pero esta noche no… ambos disfrutaríamos, así que nada de egoísmos. Me sostuve con firmeza de la cabecera, dejando que su miembro nuevamente erecto—de más está decir que mi ego se elevó hasta las nubes—entrara suavemente en mí, otra vez…
Estuve a punto de tener una combustión espontánea al escuchar el sensualísimo gruñido de Edward escapar de sus labios. Dejé caer la cabeza para atrás, exhalando en completo éxtasis al sentirlo tomar mis caderas e irlas balanceando, ya que yo estaba muy ocupada soltando gimoteos y lamentaciones.
Estaba muy fuera de mí misma… no tenía control sobre mis movimientos. Mi cerebro parecía una radio con señal muerta.
Un gruñido más audible me despertó de mi letargo: Edward hundía su cabeza en la almohada, los ojos cerrados con firmeza y su rostro contorsionado, enseñando levemente los dientes mientras sus manos se ocupaban en marcar el ritmo; puse a mis brazos a trabajar, impulsándome de atrás hacia delante, haciendo movimientos circulares, sintiendo mi hinchadísimo y sensibilísimo clítoris rozando su vientre bajo…
Podía sentir la humedad escapándose de entre mis piernas, volviendo las convulsiones aún más resbaladizas.
Edward tuvo una sacudida, hundiéndome más. "Mierda."
Las mociones se volvieron más frenéticas: ya no danzábamos, si no que ahora brincábamos a un ritmo errático, teniendo esa necesidad de llegar al clímax pronto. Si no lo hacía, juraba que moriría de placer allá mismo. Las manos de Edward recorrieron mi cuerpo, oprimiéndome el trasero, zarandeándome, sumergiéndome hasta el tope. Los gritos no se hicieron de esperar: sonidos roncos salían de su garganta, siendo igualmente anhelantes como animales.
No fue sorpresa cuando me sentí cerca… de nuevo. El nudo caliente que tenía abajo volvió a explotar, contagiándome de su ardor y dejándome inmovilizada. Gemí entrecortadamente, hundiendo mis uñas en el pecho desnudo de Edward, dejando unas muy buenas marcas ahí grabadas. Su miembro pareció agrandarse, palpitando dentro de mí algunas veces antes de retorcerse por última vez y soltar su semen en mi interior, gruñendo mi nombre incontables ocasiones. Me dejé caer sobre él después de hacer lo mismo con el suyo, jadeante, sudada y resbaladiza.
Edward me acarició el cabello, besándome la frente y quitando algunos mechones de la cara. "¿Te ha quedad claro?"
Solté una risa ahogada. "Sí, más que claro…"
"No te quiero nada más por el sexo, Bella." Su voz era ahora más seria, pero los jadeos aún estaban presentes. "Te lo dije una vez y te lo vuelvo a decir. Te amo, aunque no conozca mucho de ti."
Escondí una sonrisa maniática hundiendo mi cabeza en su cuello. "Gracias. De verdad, yo—"
"Shh, no digas nada," me dijo, acariciando mi espalda. "Aunque me enfadó que no me creyeras a la primera."
Sentí ruborizarme. "Te dije que—"
"No lo decía en serio," dijo rápidamente. "Supuse que no eras de las que se derrumban al escuchar esas dos palabras, así que quise que te quedara en claro… Mucho antes de que te las dijera, ¿me explico?"
"Bueno, sí soy de ésas," dije con honestidad. "Sólo que pretendí no serlo."
Lo escuché reír antes de acurrucarme a su lado, mirando con atención mi rostro.
"Estás llorando," apuntó Edward, siguiendo la ruta de mis lágrimas con sus dedos. "¿Por qué?"
Era cierto: mis ojos estaban húmedos, y podía sentir mi garganta obstruida por esa sensación de tristeza… nada más que ahora era meramente felicidad. Estaba feliz, pero temía que todo esto se acabase demasiado pronto. Así que era felicidad y preocupación. Solamente que no le iba a decir eso a Edward. No era necesario agobiarlo con mis nimiedades.
Me encogí de hombros. "Supongo que cumpliste con tu palabra, ¿no?"
"¿Qué palabra?"
"De que me ibas a hacer el amor hasta llorar." Mis oídos me zumbaban de lo apenada que me sentía, pero le sonreí maliciosamente.
Edward pareció entender: "Ah, es verdad. ¿Ves que sí cumplo mis promesas?"
Me besó con la sombra de su risa, encerrándome en sus brazos y colocándose encima de mí. Pude sentirlo duro otra vez, pero no quise adelantarme a los hechos: quería que las cosas pasaran a su debido tiempo.
"Siento haberte lastimado tanto, Bella," dijo, alisando con sus dedos mi ceño fruncido. No me gustaba verlo triste, mucho menos carcomido por la conciencia. "No debí haberte hecho esperar tanto."
"Ninguno de los dos sabía qué quería, Edward." Demonios, yo lo quise desde el primer día, pero obviamente no se lo diría. "Sólo estemos satisfechos con que ahora estamos juntos…"
Sus labios se curvearon en una deliciosa sonrisa torcida. Me sentí humedecer. "Y lo estaremos por mucho tiempo…"
"A-Ajá…" No podía hablar con cordura porque cuando me besó con delicadeza, su erección tentó mi entrada, rozando ese nudo hirviente y húmedo.
Edward me miró con curiosidad. "¿Por qué estás sonrojada, Bella?"
Me quise hacer a un lado para no perder el control, pero sus manos me atraparon, y ambos caímos al piso llevándonos consigo el colchón—y no es que la cama estuviese en muy buen estado antes. Sus labios hicieron un camino tortuoso desde mi vientre a mis pechos, arrancándome unas muy buenas carcajadas que acabaron en gemidos pesados cuando su lengua se enredó en mi pezón.
"Tu risa es hermosa," dijo sin sacar su boca por completo de mi pecho.
Comencé a hiperventilar de nuevo, así como la humedad comenzó a deslizarse por mis piernas otra vez. "Mm…" ronroneó, llevando sus dedos hacia mi entrada. "Siempre has sido de las húmedas, ¿cierto?"
Bien, ahora quedaba muy en claro que todo el acto de 'amor' que realizamos con anterioridad había pasado a la historia: Edward me lo iba a hacer como en Las Vegas… como en el privado cuando me tomó con presteza, como cuando me revolcó por todo el cuarto de hotel en el Caesars. ¿Y saben qué? La idea de eso me encantaba.
Traté de hacer un buen trabajo uniendo las palabras que se formaban en mi cerebro. "Y tú siempre has sido de los duros, ¿no?"
Escuché un ruido de succión—tenía los ojos bien cerrados, así que no podía ver gran cosa: Edward había soltado mi pezón, dejando probablemente una buena marca ahí. ¿A quién le importaba? Esta vez no había Carlisle que me reprendiera por eso.
"¿Estás jugando conmigo, Bella?" Preguntó con una voz tan putamente sexual que estuve de tener un orgasmo crónico. "Tut, tut, tut… tendré que imponerte un castigo."
Oh mierda. "Castígame…" dije sonriéndole con coquetería. Me sorprendió que mis cuerdas vocales no temblaran. "Me he portado muuuuuuy mal."
"Oh, sí," concordó Edward, colocándose entre mis piernas. Aunque me imaginaba lo que venía, me sorprendió no sentirlo preparándose para entrar. "Has sido una chica mala."
No supe muy bien qué pasó después. De lo que estuve muy segura era de que, al final de cuentas, alguien estaba siendo muy egoísta, y resultó que me encontré tan cómoda en esa posición que ni siquiera le puse peros al asunto. Edward hacía un muy buen trabajo allí.
Gemí, arqueando la espalda al sentir su lengua trazando sus húmedas líneas en mi entrepierna. Queriendo tenerlo más adentro, me abrí a toda mi expresión.
La cabeza de Edward resurgió, mirándome con los ojos abiertos. "Mierda, Bella… me vas a matar."
"Eso espero," alcancé a decir rápidamente antes de que un minúsculo gritito se me escapara de los labios al sentir rozar su recta nariz ahí debajo.
Me estaba oliendo… y por más pervertido que se escuchase, la idea de eso me ponía a mil.
"Estaba pensando, Bella…" El imbécil estaba pensando en otras cosas mientras que yo me retorcía de placer.
Se quedó callado, como esperando que le respondiera. ¿En serio creía que yo podía hablar en estos momentos? ¡Estaba entre mis piernas, desnudo, dispuesto a abastecerme con el espectacular oral que me dio hace más de tres meses!
Alguien le tiene que decir que las cosas no funcionan así, honestamente.
"¿Estás escuchándome?" Se atrevió a preguntar. Así que gemí quedamente, reprimiendo el verdadero que ansiaba salir. "Bueno, se me ocurrió que podríamos— ya sabes… hacerlo a la antigua."
Me apoyé de los codos, mirándolo confundido. Su rostro estaba sonriente, pero sus ojos estaban ensombrecidos… me imaginé que eso no significaba nada bueno. "¿A-A la antigua?"
Edward asintió. "Ya sabes, al estilo Las Vegas." Me sonrió sugestivamente, revelando esa faceta traviesa que me anticipaba a los hechos.
Oh.
Decidí jugar con él… finalmente, él había comenzado con esos jodidos juegos. "¿Follar e irse al amanecer?"
La mirada que me otorgó me dejó en claro que con eso no planeaba divertirse. "No," dijo con cierta sequedad. "Sólo la parte de follar."
Oh-oh.
Mi espalda se arqueó violentamente al recibir su lengua resbaladiza internándose dentro de mí. Como si pudiera llegar hasta mi espina y hacerla litigar con un solo roce… el bastardo me sostuvo de las manos para que quedara inmovilizada, así que estuve un buen rato batallando con mi cordura: evitaba que se fuera tan lejos de la habitación como para hacerme desgarrar mis cuerdas vocales.
Sin control sobre mí misma, embestí mis caderas, invitándolo a tomar más… todo. Lo entendió, porque su boca se sumergió más, introduciendo tanto su lengua que pensé me saldría por la garganta de un momento a otro. Las piernas comenzaban a temblarme inestables, como si estuvieran teniendo un ataque epiléptico.
El que me hizo en el cuarto del Caesar se quedó corto con éste… me derrumbé dos veces seguidas, ya que se entretuvo bastante ahí debajo y siendo honestos no quise detenerlo. Sus labios atrapaban constantemente mi clítoris, succionándolo, lamiéndolo, pasando sus dedos dentro. Jugaba conmigo, y eso comenzaba a cansarme.
"Mm…" Después del tercer orgasmo, lo sentí emerger, relamiéndose los labios. "Tan deliciosa como siempre."
Aún jadeaba cuando sus brazos me aprisionaron contra él, abrazándome con firmeza. Mis labios casi sangraban de tanto que me los mordí para ahogar los gritos, pero me fue imposible… grité, gemí y carajo, jugué conmigo misma. ¿Qué tan patética soy?
De algún modo se las arregló para que quedáramos en una posición desfavorecedora para mí. Al parecer, esta noche estaba a su voluntad… ya me tocaría mi turno. Y entonces lo haría sufrir como nunca. Mis maquiavélicos planes hicieron 'pop' en mi cerebro cuando comenzó a besarme con una pasión indescriptible, sosteniendo mi cuerpo y trazando sus dedos por mi piel. Algunas veces, éstos se inmiscuían entre mis pliegues, haciéndome brincar.
"Has jugado conmigo," le reclamé juguetonamente una vez que pude hablar con cordura. "No es justo."
Sonrió, echando la cabeza para atrás. "Ya tendrás tu oportunidad para vengarte," dijo como si nada. Mi cerebro volvió a idear cosas inimaginables para hacerle a su anatomía entera. "Por ahora… ¿qué te parece si tomamos una ducha?"
Edward y yo desnudos… mojados y resbaladizos en una tina burbujeante. Mm…
Comencé a preparar el baño mientras él ordenaba en cierto modo mi habitación. Pero tras todo el asunto de los constantes y fluidos orgasmos, me dieron ganas de hacer pis y lo hice antes de que Edward quisiera entrar a la ducha. Grande fue mi sorpresa cuando, al terminar mis asuntos, me lo encontré mirando alrededor de la habitación, como queriendo encontrar algo que aún no estaba seguro de lo que era.
Carraspeé un poco, dándome a notar. "¿Buscas algo?"
"No, realmente." Me dedicó otras de sus sonrisas, pero no me tranquilizó como solían hacer. Alcé una ceja sugestiva, mirándolo de hito a hito, hasta que logré hacerlo hablar. "Bueno, siendo honesto… no dejo de imaginarme las noches que pasaste aquí— con Curtis."
Bufé. "¿En serio quieres hablar de esto? ¿Ahora?"
Edward bajó la cabeza. "Sí. Sé que no debo hacerlo, pero… Pensar en todas las noches en que te hizo el amor…"
"Nunca hicimos el amor, Edward." En verdad, comenzaba a enojarme. "Sólo tuvimos sexo."
Me entrecerró los ojos, con el rostro pétreo y la mirada dura. Al parecer, no le gustaba que se burlaran de él, pero se lo merecía por mostrarse tan inmaduro y fúnebre. Meneé la cabeza, sonriéndole con amabilidad.
"Deja de pensar en eso… Viniste hasta acá para convencerme de que me amas, y te he creído. Ahora créeme que nunca quise a Curtis… y a nadie más sino a ti."
Su expresión se relajó, aceptando la mano que le tendía y guiándolo hasta la bañera, en donde nos introdujimos con cuidado. Debido a que no estaba muy grande que digamos, Edward se sentó primero y después lo imité, apoyando mi espalda en su pecho duro y fuerte. Con suerte y platicaríamos un poco antes de volver a las andadas: necesitaba recuperar las fuerzas.
Los brazos de Edward me envolvieron, frotando mi cuerpo con delicadeza. "Quiero conocerte. No sé mucho de ti."
"No sabes nada de mí," le aclaré, riéndome un poco ante la ironía del asunto.
"Bueno," dijo jugando con mi cabello. "Sólo sé que te amo… eso me basta."
Para evitar derretirme bajo sus brazos, pasé mis manos a lo largo de éstos, reprimiendo la segunda sonrisa maniática. "En fin… ¿Qué quieres saber de mí?"
"Todo."
"¿Con qué quieres empezar?"
"¿Nombre?"
"Isabella Marie Swan, ex desnudista y actriz porno."
Rió un poco. "¿Podríamos agregarle un ex más a 'actriz porno'?
"Bien, ex desnudista y ex actriz porno. ¿Contento?"
Esa risa cantarina volvió a aparecer, haciendo que su pecho vibrara al repicar en su tórax. Aún teniéndolo a mis espaldas, era exquisito. Sus labios se posaron en mi cabeza, dándole un beso antes de formular si siguiente pregunta. "¿Soltera?"
Esta vez fui yo la que rió. "Ya no."
"Me gusta como suena eso." Sus besos iban bajando hasta llegar a mi cuello, poniendo mis ojos en blanco ante la sensación.
Bueno, ahí se acabó la plática civilizada.
Su lengua se hizo paso, marcando su paso al compás de sus manos estrujando mis pechos con suavidad. Traté de enderezarme, y al hacerlo, mi trasero se topó con ese algo tan especial de Edward. Ronroneé bajo su agarre, bajo la sensación deliciosa que no paraba de sentir cada vez que me ponía un dedo encima.
Alcé una mano y la llevé hasta su cuello, el cual estrujé junto con su cabello para después guiar su cabeza hacia mi dirección, uniendo nuestras bocas en un beso lento pero bastante húmedo. Mi respiración volvió a entrecortarse, ya que mi pecho ahora se agitaba con tanto ahínco que pensé me saltaría en pedazos en cuestión de segundos.
Una mano suya se dirigió hasta mi centro, donde bajó suavemente, llegando hasta mi clítoris y estrujándolo con un ritmo tortuosamente lento. Jadeé por aire, pero no me impidió colocar una pierna en el borde de la bañera para darle más espacio, el cual fue tomado provechosamente por los dedos largos y ágiles de Edward. Por Dios. ¿Es que no se cansaba de hacerme sufrir?
Pronto las respiraciones pesadas inundaron la habitación: el vapor y las esencias que derramamos en el agua sólo fueron el complemento. Cada superficie estaba empañada, y con trabajo podíamos ver nuestras propias siluetas. La sensación de tener el miembro de Edward tentándome por detrás era increíble, pero nos dedicamos meramente a tocar. Sus dedos abandonaron mi región, subiendo y mojándome con mínimos salpicones, llegando hasta mis pezones y halándolos con delicadeza.
Gemí en su boca, retorciéndome como un gato. "Mm… Se siente delicioso."
"N-No," lo escuché susurrar. "Q-Quiero conocerte, maldita sea. Deja de hacer esos ruidos tan—"
Volví a ronronear, contoneándome y restregando aún más mi trasero en el endurecido pene de Edward. Éste volvió a gruñir. "Bella, no hagas eso… No ahora, sólo— Ungh."
Estaba perdiendo el control poco a poco, y pronto volvería a ser esa misma bestia salvaje de antes, y tumbaríamos la bañera, inundando toda la casa, y lo haríamos como animales por todo el piso.
¿Que acaso eso no se escucha exquisito?
Así que volví a menearme, pero esta vez sus manos me empujaron, evitando que hiciera contacto de nuevo. Hice un puchero juguetón, dedicándole una mirada de reproche, pero respetaría su decisión: quería que me conociera, y quería conocerlo.
"Dime," dijo después de recomponerse. "¿Qué te gusta hacer cuando tienes tiempo libre?
Le conté de mí. Me hacía preguntas extrañas, mayormente sobre mis estados de ánimo. Quería saber si me gustaba la lluvia, si prefería caminar a manejar, si leía antes de irme a la cama. Le dije que mi color favorito era el azul y el verde, aunque mayormente dependía del clima. Le conté sobre Nessie y el contratiempo que tuve con ella y mis padres—prometió ayudarme a recuperarla, y no hubo mujer más feliz que yo en esos momentos; le hablé de Alice, colocándola en un altar, así como de Alec, poniéndolo de igual manera. Le confesé mis estúpidos anhelos de abrir mi pequeña galería, de tomar fotos, de ir a conocer la nieve, de llorar de emoción al mirar un paisaje invernal…
Hablamos por horas, hasta que sentí que la piel se me comenzaba a arrugar.
"Creo que es hora de salir," anuncié mirando los dedos de mis manos. "Comienzo a parecer una anciana."
Edward rió. "No deberías preocuparte por eso," dijo acariciándome el cabello. "Algún día te veré así."
Estuve a un tanto de imitar a Sandra Bullock en All About Steve y ponerme a saltar como maniática, pero me contuve. Lo miré de nuevo, besándolo delicadamente y saliendo de la tina para después envolverme con una toalla. Mis ojos recorrieron anhelantes el cuerpo desnudo de Edward, pero giré la cabeza, decidida a no caer en sus trampas seductivas.
Miré las maletas cerradas, abofeteándome mentalmente por no haber dejado una muda limpia de ropa fuera. Usualmente, dormía desnuda, y sólo tenía mi ropa de viaje extendida sobre una silla… que ahora se encontraba en el piso. La noche con Edward fue muy movida.
"Puta madre."
Escuché la risa de Edward proveniente del baño. "¿Qué pasa?"
"No tengo ropa. Toda está dentro de las maletas y me da flojera sacarla."
"Ponte la mía… No tiene algunos botones pero servirá."
"¡Pero no tengo ropa interior!" Me quejé, yendo hacia la parte del piso en donde se encontraba la camiseta de Edward.
Su cabeza se asomó, con una ceja levantada y su sonrisa coqueta. Bien, no necesitaría ropa interior… eso estaba claro.
Después de colocármela, me encaramé en la cama, abrazando las almohadas en espera a que Edward llegara a acompañarme. Lo hizo poco después, besándome con dulzura antes de envolverme de nuevo en sus cómodos y protectores brazos. En serio, podría pasar mi eternidad rodeada de ellos.
"Quiero hacerte una pregunta, Bella." Su voz ya no era juguetona. Sonaba más bien precavida. "Ha estado dándole vueltas a mi cabeza por mucho tiempo."
Me revolví un tanto incómoda. "Hazla. No tengas miedo."
Lo escuché suspirar, estrujándome levemente antes de frotar sus manos contra mis brazos. Trataba de mostrarse sereno, pero su ritmo cardiaco incrementó considerablemente y eso nunca eran buenas noticias.
Habló con inseguridad. "Cuando nos topamos en el bar… ya sabes." Asentí: la imagen de Edward en su traje gris entrando en cámara lenta no era algo que podría olvidar fácilmente. "Bueno, tú me dijiste que— Umm… te ultrajaron."
Oh, mierda. ¿Quería hablar de eso? No estaba segura de querer hacerlo, pero de todas maneras, volví a asentir, más por auto locomoción que por voluntad propia. No hablé, sin embargo: no quería ser traicionada por mi sensible flaqueza.
"¿Qué quisiste decir con eso, exactamente?" Ya no era más el Edward que me gustaba. Podía escucharlo tosco, bravo. "¿Podrías decirme?"
Meneé la cabeza, resuelta. Pero de nuevo, no volví a decir nada.
A Edward no pareció gustarle mi negativa. "Bella… por favor. Te lo estoy pidiendo. Dime qué te pasó."
Su voz suplicante se me clavó como miles de espinas, perforándome la piel. No quería decirle, pero si seguía de ese modo, acabaría sacándome la sopa. Se pondría al brinco, de eso estaba segura. Y yo acabaría llorando, recordando el mal momento que pasé ahí en Pure hace más de tres meses. Se escuchaba lejano, pero algunas noches tenía pesadillas sobre ello.
Mi silencio le hizo lanzar la siguiente pregunta. "Bella, ¿t-te violaron?"
Tenía mi rostro escondido en su pecho, pero no evitó que las lágrimas se derramaran de nuevo, ni que temblara al tratar de reprimir el llanto que tanto ansiaba salir. Traté de envolverme más en Edward, pero éste estaba inmóvil: no reaccionó a mis intentos de abrazarme a él, así como tampoco me dio el usual beso en la cabeza, ni me reconfortó con sus manos, ni suspiró como solía hacer antes de hablar…
No hizo nada. No se movió… ni un músculo.
Temerosa, no hablé. Me quedé quietecita, pendiente de sus reacciones, las cuales no fueron muchas en bastante tiempo: unos cuantos resoplidos y un patético afán de querer abrazarme, mas fue un gesto automático.
"¿Quién?"
Me encogí de miedo. No sonaba a él: la voz aterciopelada, la risa cantarina, los ronroneos sensuales parecían haber desaparecido. El hombre bajo mío no podía ser Edward, porque él no sonaba como un maniático asesino. Me aventuré a mirarlo, pero no me hizo mucho más feliz hacerlo. Pétreo, inexpresivo, con sus ojos profundos ennegrecidos no por el deseo, si no por la rabia… su respiración agitada lo volvía aún más peligroso.
Intenté disuadirlo. "Edward no—"
"¿Quién, Bella?" Inquirió, evitando ser desviado del tema. "¿Curtis?"
Mi boca se desencajó. "¡No! ¡No! ¡Curtis no—! ¡Sólo— no fue él, Edward!"
"Entonces, ¿quién?" Su voz no se había suavizado. "Dime."
"No lo conoces," dije rápidamente. "Por favor, no—"
El rostro de Edward ardió: "¿Pretendes que me quede cruzado de brazos? ¿Después de que me dijiste que un animal te tocó?"
En un intento estúpido, me le abalancé a besos desesperados, queriendo distraerlo y no indagar más al respecto. Entre beso y beso, le decía que no siguiera, que no tenía ya caso. Pero Edward no flaqueaba: seguía terco en averiguar quién había sido el culpable.
"¡No voy a matarlo, Bella!" Dijo tras deshacerse de mis besos. "¡Sólo quiero ponerlo tras las rejas, es todo!"
Suspiré, dejándome caer de nuevo en su pecho y acariciándolo con delicadeza. Le dí un pequeño besito a su marcado pectoral antes de esconder de nuevo mi rostro en su torso. De nada servía discutir con él… acabaría sacándome la información necesaria, así que decidí soltarlo, aún siendo completamente inútil: el bastardo tenía más poder que todo político en el estado de California.
"Su nombre es Carlisle."
El mero nombre me causaba asco, y furia, porque además de ser violada, me golpeó junto con Alice. Golpeó a mi hermana, a mi confidente, y eso me provocaba más rabia que lo que me había hecho a mí. Pero me causó inquietud, porque Edward se tensó como nunca, volviéndose casi mármol de lo duro e inmóvil que estaba.
Lo escuché respirar varias veces antes de hablar: "¿Carlisle qué?"
"No lo sé," dije con honestidad. "Masen, creo."
Empezó a murmurar cosas inaudibles para mi oído. Traté de parar la oreja, pero no escuché gran cosa: el sueño y el cansancio comenzaba a carcomer mi cuerpo, por lo que dejé salir un bostezo. Me acurruqué en Edward, abrazándolo otra vez.
"No quiero que te metas en problemas por mi culpa, Edward," dije con los ojos cerrados. "Ese hombre no vale la pena."
Bufó, colocándome a su lado con más firmeza. Dijo un "Lo sé" en voz baja, y aunque lo sentí cargado de furia, estaba demasiado cansada como para darme cuenta.
Podía escuchar mis nudillos quebrándose al tratar de oprimir la ira. Mirarla durmiendo, con su cuerpo inmóvil, tranquilo y en paz me causaba una sensación de bienestar que nunca antes había tenido, pero ahora mi cerebro zumbaba de ira, y los nubarrones que se formaban ante mis ojos me impedían ver con claridad… aunque una cosa la tenía bien clara: el imbécil se iría a la cárcel, de un modo u otro.
Salí de la habitación cerrando con cuidado la puerta después de haberle dejado una nota a Bella—no muy seria… si no, sospecharía. Ya empezaba a amanecer, y tuve un doloroso Deja Vu… sólo que ésta vez, no la iba a abandonar. Iba a protegerla de un ser malviviente, rata de las calderas.
Me senté en mi Volvo, mirando las luces del amanecer. ¿A quién llamaría primero? Marqué unos números, y al tercer repique, tuve una contestación. "¿Edward? ¿Qué pasa?"
"Hola, Aro." Traté de mantener mi voz serena, pero sabía que pronto flaquearía.
"¿Está todo bien?"
"No, realmente. Escucha." No podía ocultarlo por mucho tiempo. "Necesito de tu ayuda. ¿Crees poder asistirme? Es bastante delicado."
"¡Pero por supuesto! ¿Qué es lo que necesitas?"
"Te lo diré todo en cuanto nos veamos. ¿Podemos encontrarnos en el muelle? ¿El de la bahía?"
"Claro, claro. ¿En cuánto tiempo?" Inquirió Aro. "Debo irme antes de que tu madre se despierte."
"¿Cómo está ella?" Quise saber, revolviendo mi cabello con los dedos. "¿Está bien?"
"Oh, está en perfectas condiciones. Durmiendo… creo que tardará en levantarse. Entonces, ¿en cuánto tiempo?"
Acordé la hora con Aro y después le marqué a James, quien se encontraba haciendo ejercicio. Aceptó ayudarme, así que manejé rápidamente hacia la bahía, aparcando en el estacionamiento público. Después de unos cuantos minutos—en los cuales ideé mil maneras para torturar al culpable—, la Lincoln negra de Aro llegó silenciosa, estacionándose a mi lado.
Se acercó a saludarme. "Edward, ¿cómo has estado?"
"Mejor." Sonaré seco, pero lo que pasó no fue una nimiedad. "¿Tú?"
"Igual. Dime, ¿en qué quieres que te ayude?"
Sopesé las posibilidades, pero finalmente, terminé lanzándoselo. "Necesito saber todo sobre Carlisle… y cuando digo todo, quiero decir todo."
El rostro de Aro se ensombreció. "¿A qué viene todo esto?"
Mi respuesta fue interrumpida por el bramido de un vehículo, anunciando la llegada de James en su Porsche deportivo. Se nos unió mientras bebía unGatorade, saludándonos a ambos. James era el mejor abogado que hubiera conocido nunca, especializado en casos difíciles, y Aro manejaba a toda la Policía de California, y tenía una influencia bastante grande en todo el país.
Iba a hundir al hijo de perra… costara lo que costara.
Las siguientes horas las pasé en ascuas. Estuve con Bella la mayor parte del tiempo, pero al caer la noche, decidí que era mejor estar solo. Afortunadamente, Alice llegó a mi rescate, alegando que Jasper me esperaba para reunirse con James. Así que me despedí de las dos antes de salir de casa, subiéndome al Corvette de mi amigo y cerrando con fuerza la portezuela.
Jasper me miró de arriba abajo antes de hablar. "Lo tienen. El equipo de Aro lo ha localizado en un centro nocturno."
Bufé. "No es raro de él. ¿Vamos a atraparlo?"
"Es dueño del club. Un club de desnudistas…"
Oh, mierda. "No me digas que…"
"Sí. Carlisle es dueño de Pure. Resulta que además de todo, las golpeó. A Bella y a Alice." Pude ver cómo sus puños se oprimían en el volante, reteniendo la ira contenida. "Alice me contó que nunca fue muy agradable que digamos…"
Así que el maricón las había golpeado. Le alzó la mano a Bella, la lastimó de incontables maneras. De pronto, las ideas que había reunido para torturarlo se volvieron pálidas comparadas con las que imaginaba ahora. Jasper manejaba su clásico con rapidez, esquivando los coches que iban demasiado lento. No hablamos en lo que restó del trayecto, y aparcó en la estación de Policía, en donde el vehículo de Aro se divisaba en la entrada.
"Aquí estás," dijo al verme. "Ya está todo listo: tengo a tres patrullas no corruptas listas para darle mano en el club."
Asentí, sintiendo esa sensación de nerviosismo carcomer mis entrañas. Aro me miró preocupado. "¿Estás seguro de querer hacer esto, Edward? No diré nada si decides retractarte… al fin y al cabo, él—"
"No lo haré. Es un animal y se merece la prisión."
Una vez reunidos, Jasper y yo nos subimos a la Lincoln de Aro junto con otro agente de aspecto tenebroso, y marchamos hacia Pure. Ya comenzaban a formarse las colas, y al parecer, ya no tenía tanta clientela como antes. Sentí una oleada de orgullo hacia Bella, pero fue sosegada por la ardiente venganza que quemaba mis neuronas. El guardia nos dio paso inmediato al ver las placas de Aro y del agente, así como la cuadrilla de Policías armados.
Un poco exagerado, pero no quería que nada fallase. Quería mirarlo al ser esposado… quería ver la desesperación azotar sus ojos.
Atravesamos el club. Jasper y yo mantuvimos la cabeza baja para evitar recuerdos, caminando apresuradamente hacia las oficinas de Carlisle. El gordo que reconocí como Mike Newton nos miró acojonado, pero quiso pasarse de listo con nosotros. Un policía armado lo impactó contra la pared mientras Aro abría la puerta.
Sus ojos azules nos barrieron rápidamente, deteniéndose en mí, claramente sorprendido. Trató de sonreírme, pero no pudo. Miró a Aro y a Jasper, al igual que a la brigada y a Newton orinándose en los pantalones. Di un paso hacia delante mientras el otro agente caminaba más rápido que yo y lo hacía inclinarse contra el escritorio, diciéndole los cargos por los cuales se le acusaban, pero nunca dejó de mirarme. El agente lo enderezó, y Carlisle me perforó con sus pozos azules, las cadenas de oro tintineándole sobre la sport blanca.
"Edward—"
Le sonreí con hipocresía. "Hola, padre."
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Hola hermosas, ¿largo?... si pero muy esclarecedor. Espero les haya gustado.
Les quiero pedir un favor, pasensé más tarde por aquí, les tengo una propuesta... las amo, besotes!!!
25 comentarios:
que genial este capitulo me dejo helada osea el padre de edward que heavy puff genial me encanto y pues al fin los tortolos se unieron por fin huy por aqui estare y seguramente me encantara lo que pongas en tu fic
QUE FUERTEEEEEE!!!!!!!!!!, menuda sorpresa, si me lo cuentan no me lo creo. Un cap.genial.FELICIDADES.
Guao genial no me esperaba eso, que bueno que ya estan juntos quedo super el capitulo eres genial escribiendo te envidio esa inspiracion que tienes .
Guau!!! nunca imaginé a Carlisle fuera también aquí el padre de Edward
pero que le den su merecido jajajaja
Ya estoy deseando leer cuidando tu vida.... que vendrá ahora dentro de poco.
Muchos besos Lu
ANTONIA
hola lu estubo muy bn esta capitulo espero y no tardes en publicar tus historias son supers espero y sigas asi saludos y besos
moni
:D
Awws ia me ise un blog para comenttarte mejor!!;D haha awws pues comenzare a leer esta!!(: en lo qe espero para el sig cap de Cuando Tu Corazon Deje De Latir'♥ hehe buen fin de semana!8) Saludoos!:) ♥
Danii'C
ola estuvo impactante este capi me encanto porq edward y bella estan juntos pero q bueno q lo allan atrapado al maldito jijijiijijij nos vemos la proxima semana adiios genial tu blog
haru
WHAT THE FUCKKKKKKKKKKKK padre? que mioerdassssss paso aqui jajajajaja dios mio esto es un ascooooooooooooo, no literalmente es decir un asco el que carlislie resultara siendo el padre alf inal osea comoooooooooo con razon aro le pregunto que si estaba seguro de esoooooooo y ahi mi diossss carlisli CHUPATE ESA MANDARINA buuuuu, jajaj ame el capi mi lulla fue genial y como me gustan ami, LARGOSSSSSSSSSS, muñeca tienes una imaginacion lemmonera que excede los limites y sabes que? ME ENCANTAAAAAAAAAAAA fue genial y al final como resultaron las cosas, yo entiendo el miedo de bella aunque te confieso que nunca lo vi venir, waaaaaaaaaaa ya quiero que sea el otro viernes....
noooooooooooooooooooooooooooooooo no te lo puedo creerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr esto esta es`pectacularrrrrrrr
hace poco que leo este fic, pero no habia comentado asi que lo hago ahora esta super, asi que carlisle resulta ser el malo del cuento y Aro el bueno y obvio esta con esme, es genial porque Aro siempre es el malo y un cambio es bueno....que ardiente este Edward me encanta jaajaa hot hot..mmmm
por dios!!! que increíble esta este fic,,,, no me imagine eso nunca que buena trama tiene.... muero por saber que le harán!!!! dios estoy hiperventilando aqui!!! XD
me kieres hacer una propuesta...mmmm..
me jro yo te ago una va?
MATAME!
MATAME!
ske si no me matas...voy a estar con paros cardiacos o en shock toda la semana!
no puedo creerlo...........
el cap estubo genial entre tanto amor, arrumacos y de mas...pero dios...las ultimas lineas fueron lo ke de verdad me dejaron impacatadas!
deske le le ablo a aro preguntando por su mama...ya me las olia!
pero "hola padre!!!???"
me asesinaste...y me dajaste moribunda asta el proximo!
waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
amo esto!
enserio (y creo ke no soy la unica) keremos explicaciones!
yayayayaya!
pofis
tkm
bye
la hiperventilación se quedo corta con lo ke me paso jajaja encerio mi lu ja ke bien y largo no importa pero eske dios es maravillosa jajaja y como es eso de ¿padre? jajaja ya kiero ver ke va a apsar jejeje lu pues muchas felicidades adelantadas por tu prox aniversario te adoro nos vemos bay
OMG!!!
Cuando pense en dejar el comentario pense en que necesitaria un bañopara apagar el fuego y luego Bam!! ese final me cayo como agua congelada dejandome con la boca abierta literalmente eh!!
No me imagine que le fuera el papa!!
Que twist mas bueno el de esta historia de veras q solo tu lo logras,y saber que tengo q esperara hasta el otro viernes me mata!!..
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOPOOOOOOOOOOO
ESTO ES DEMACIADA IMFORMACION PARA CORTARLA AQUI!!!!!!!!!
LU, NO SEAS CRUEL, CUENTANOS TODA LA HISTORIA YA!!!!!
NO PUEDO ESPERAR HASTA EL VIERNES
SERA UNA AGONIA
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
NADA MAS QUE FELICITARTE
AHORA TENGO UNA DUDA
DE ALGO QUE LE DIJO CARLILE A BELLA CUANDO LA VIOLA
ME VOY A TENER QUE SACRIFICAR(SARCASMO) Y DISFRUTAR LEYENDO TODO DENUEVO
ES QUE ESTA INFORMACION ME MATO
ME MATO
NO SABIA QUE ESTE EDWARD FUERA TAN INFLUYENTE
TE FELICITO
SIGO HIPERVENTILANDO
JAJAJAJA
hay lullaby el capi ESTA DE MUERTE como que padre???
hay que emocion.
me encanta que bella y edward esten juntos, me dio miedo que tal vez carlisle le quiera hacer algo a edward pero no creo que le haga daño a su propio hijo... o si???
bueno espero el proximo capi , lu eres genial muchos saludos desde colombia
NO puedoo creeer que Carlisle sea el papa de Edwa madre mia aun no lo supero porque no lo pille.... MADRE POR FIN JUNTOOOOOO AAAAAAAAAAAA
MUY BUENOOO YA QUIERO LEER EL SIGUIENTE
Oh por dios que capitulo ya quiero leer el próximo y espero que sea asi de largo y no te tardes mucho en escribirlo...besos
Felicidades por el capi. Cuanta información de repente, voy a leerlo de nuevo por si me quedó algo atrás. Está genial, el padre de Edward violó a su futura nuera ?? Tienes una mente realmente complicada, jajajaja.
Ahora toca esperar al siguiente. besos a todas las reinas!
Mi Lu no sabes cuanto ame este capí tenes toda la razón fue muy rebelador. De verdad me sorprendio que él fuera su padre en este fic también. Que Carlile más bandido, se merece muchas cosas malas por lo que hizo!!! Espero tenga su merecido!!! Mi Lu no sabes cuanto estrañe leerte, de verdad fue una tortura. Pero ahora me pongo al día!! Por otro lado, tanto amor me derrite. AMO todos los fics son exquisitos. Cada vez me encantan más!! El capí me dejo en shock, espero el próximo con ansias!!! ¿Que pasará? TQM!!
¿su padre? wow, cariño es impresionante tu mentecita, joder como lo haces?
increible, me encanta, y para nada largo que me he tirado medio dia leyendo y todavia necesito mas, kjajajajjajajaja
un beso mi amor y que intensidad , el sexo fue alucinante, como lo explicas eres una genia sin duda, perfecta, y todo lo demas, uuuuffffff esque me quedo sin palabras para decirte como me gusta como escribes mi vida, bueno no se porque en mi escritorio no me salen estos capis, que fue una casualidad verlos, pero igual ya los disfrute, un beso mi niña y hasta pronto espero
Irene
Lubally, este capitulo nos conto tantas cosas.
Primero, me encanto que solucionaran su amor, ese lemmon lentamente...mmm, nomas de imaginarme a Edward lentamente tocandome por mi cuerpo me enciendo!
Nunca me paso por la mente que Carslile sea el padre de Edward!, va a mandar a su propio padrea la carcel!, que dira Bella?
Atrapada leyendo, y me encantan como escriben que se aman Edward y a Bella, a ver si aprendemos jejejejeje y bueno ahora la revancha contra Carlise....pero es el padre...???? Gracias Lullaby
Ohhhhh MIERDA!! en serio, es el papá! no lo creo, me va a dar un infarto!! Despues del arreglarse y decirse te amo y todo lo demás, vienes y pones esto y además agregas que es el papá, esto es una jodida locura (disculpa la palabra grosera) pero en serio, es guau, estoy guau es todo un descubrimiento, una sorpresa, yo no se, es guau, no lo puedo superar!! Eso le ha ganado a toda la emocion que sentia por aquello que ya estaban juntos y que iban a estar bien y ect etc, pero guau eso le ha ganado ufff una bomba enzaine!!!
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