Capitulo 17: Decisiones

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Decisiones

Me quedé de piedra, allí… frente al hombre que ¿quería vender a su esposa por un heredero?!. Pestañeé incrédulo varias veces antes de caer en la cuenta que si estaba frente a él, que sí era su despacho, que sí… verdaderamente había venido a él pensando que me iba a ayudar, pero lo único que hizo fue ponerme la soga al cuello.

Él me miraba expectante esperando por mi respuesta. Fijé la mirada en los papeles que tenían plasmado el nombre de su enfermedad. Irónico, como había dicho él, con tanto dinero y poder no había podido frenar su muerte inminente. Pero él parecía tan seguro de si mismo, como si no lo importara, como si haberme hecho esa propuesta fuera lo que le iluminó el día… su sonrisa descarada en la cara y sus cejas arqueadas me estaban apurando a hablar… algo que no podía hacer, algo que no estaba dispuesto a hacer!

_Vamos Edward, me estoy muriendo aquí_ dijo con cierto sarcasmo en la voz, tragué en seco y tomé una respiración profunda,

_¿Por qué yo?_ pregunté con curiosidad _¿por qué yo para hacer lo que debería ser su trabajo?... usted es su esposo_ hasta yo me había estremecido con la frialdad en mi voz. Él me miró y por un instante vi que su sonrisa había vacilado, se recostó en su asiento y pensó en lo que debía decirme,

_Bueno Edward, hay dos razones importantes por las cuales te elegí a ti_ me miró por encima de su escritorio y entrelazó sus dedos sobre su regazo, _primero, Isabella confía plenamente en ti… ciertamente lo hace si comparte con la servidumbre más de lo que lo hace con la gente al su mismo nivel, déjame decirte que jamás pensé que iba a ver a Isabella cocinando su propia comida y mucho menos compartir su propia habitación…_ bajé la mirada, sabía que Isabella ni siquiera compartía cama con su marido… debí sentirme afortunado, pero solo me sentí un canalla invasor.

_Segundo, ¿te estás acostando con ella ¿no?, es decir… es inútil negarlo, sé muy bien que lo hacen._ miré a Benjamin y sentí que se me iba el alma al cuerpo… ¿qué decirle? “si señor, me estoy cogiendo a su mujer y la hago venir tantas veces como me es posible… porque su mujer es insaciable”…

Oh dios…

_Ya te dije que no me interesa eso de todos modos, ¿por qué recriminar algo que yo también he hecho?_ murmuró más para si mismo, _de todas maneras, eso habla mal de ti. Te contraté porque te vi leal y abocado a tu trabajo, no pensé que eras de esos hombres que se acostaban con sus defendidas, aunque Isabella fuera un blanco fácil_

Nunca lo hice! Por dios…

_Yo.._

_No me importa_ me cortó él alzando una mano, _no me interesa tus aventuras sexuales. Ahora… tu madre._

Él se incorporó y entrelazó sus manos sobre el escritorio mientras su mirada me escaneaba como si fuera la mirada de una ave rapaz,

_¿Qué hay con ella?..._ murmuré entre dientes, sabía por dónde venía la cosa…

_Bueno, es por ella por quién viniste a hablar ¿no?_ asentí ante su pregunta, si fue por ella por quién me rebajé, pero… ¿qué era esto? _digamos que es un acuerdo justo, yo te doy el dinero para que tu madre no sufra más y pueda salvar su vida, para que tu padre recupere su patrimonio y para que salgan de la banca rota… la parte tuya sin embargo, es más fácil, embarazas a Isabella y le das un hijo._ hizo una pausa y miró a lo lejos, en un punto en la ventana _nos das un hijo…_

No podía ser tan frío, no podía estar más loco… ¿qué pretendía? ¿Qué le dijera si sin más?... ¿que diera un hijo mío a un vil desalmado?

_Señor, lo siento… pero no puedo hacer eso, es una locura que no estoy dispuesto a compartir_

_Edward, no lo pienses por ti… piénsalo por tu madre ¿no es ella a la que quieres salvar?... ¿quieres que tu padre valla a la cárcel o quede en la calle como un indigente? A demás si me dices que no, me veré obligado a denunciarte ante las autoridades que correspondan por sobrepasar los límites en tu trabajo con mi esposa, eso terminaría con tu prestigio y nadie te tomaría ¿serías capaz de hacerle eso a tu madre y matar de esa manera la confianza de tu padre?..._

Oh dios… sí que sabía jugar sus cartas…

_A demás, lo necesito y soy capaz de pagar lo que sea necesario para obtener ese heredero, Isabella no sería capaz de estar con nadie más y yo no tuve la fortuna de ser fértil para ella, por lo que tú eres mi única opción_

_¿Por qué no hace de ella su heredera? ¿por qué busca un hijo? ¿no le importa que no lleve su misma sangre?_ pregunté con impaciencia en la voz, el hombre sabía que me tenía atrapado y al parecer que yo deseaba encontrar otra alternativa, el no estaba de acuerdo con eso.

_¿Y después qué? Dejarle todo a ella es una posibilidad, porque es mi esposa, pero ¿y luego?..._ dijo con cierto enojo y resentimiento en la voz _ el patrimonio e imperio Plath se perdería, ella se casaría con otro hombre, lo cual no permitiré hasta que mi hijo sea mayor de edad y herede todo lo mío y si ella no me da el hijo que yo espero, le sacaré todo…_

Lo miré aturdido… ¿él sería capaz de dejarla en la calle por eso?... Su mirada dura y fría me dijo que sí.

_Tu sabes, no pretendo que comparta mi fortuna con nadie más… que no sea mi hijo, por su puesto_ dijo él con total naturalidad,

_¿Y qué sucede conmigo?_ inquirí. Una sonrisa astuta que me dio escalofrío se extendió por su rostro,

_Tú Edward obtendrás lo que quisiste, tu madre se salvará, tu padre terminará con sus deudas y tu tendrás tu perfil intachable…_ murmuró él como si fueran los puntos de un negocio, _no esperes que Isabella desee algo más contigo, supongo que estas consciente de que eso que tienes con ella es solo una acostada, Isabella nunca dejará de ser la mujer fría y dura que se convirtió luego de que intentamos tener hijos y no pudimos._ Abrí los ojos desconcertado, ¿Isabella había buscado hijos con este hombre y nunca pudieron concebir? Él vio mi desconcierto y arqueó las cejas _Oh ¿no sabías? Ese sería otro favor que le harías… le darías el hijo que ella tanto deseó alguna vez y que nunca pude darle_ bajé la mirada y despeiné mi cabello con una mano… nervioso… eufórico… deseaba tomar a ese hombre sin corazón del cuello y sacudirlo para sacarle la locura, _es fácil Edward, solo necesito tu semen para mi esposa, obtendrás placer en el camino_

_Puede buscar otras vías de escape para proteger su imperio, pero yo no seré parte de esto_ dije finalmente con asco, me levanté de mi silla y mis manos temblaron cuando la aparté… cayó al suelo con un ruido sordo y respiré profundo varias veces antes de salir de ese despacho que había marcado una diferencia en mi vida, porque no había duda que a partir de ese momento todo iba a ser diferente.

Antes de cerrar la puerta oí la voz del maldito desde dentro,

_Espero tu respuesta Edward, mañana a la mañana quiero una respuesta, sino estaré preparado para asegurarme que no obtendrás nunca más un trabajo decente_

Maldito hijo de perra!...

Casi corrí por el corredor hasta que llegué a las escaleras, necesitaba salir de allí… necesitaba irme, necesitaba encontrar algún lugar donde descargar toda mi furia. Si me quedaba lo haría con Bella y era lo que menos quería, mostrarle mi monstruo interior a mi hermoso ángel no era ninguno de mis placeres como parecía que eran los de él.

Salí de esa casa y en seguida me metí en mi Volvo, arranqué he hice rechinar las ruedas en el asfalto cuando di vuelta y salí por la puerta de acceso.

Tomé unas cuantas respiraciones mientras en mi cabeza hacían eco las palabras de Benjamin, una y otra vez lo único que escuchaba era su voz… su maldita voz! Pensé en Isabella… ¿qué pensaría ella de lo que tenía planeado su marido?... ¿qué sucedería si le dijera sobre esa conversación?. Probablemente lo que Benjamin había predicho, la dejaría en la calle si ella no deseaba colaborar… y yo no podía permitir eso.

Doblé hacia la calle que me conduciría a la ciudad y corrí más fuerte aún, la imagen de mi madre vino a mi mente, sus ojos llenos de lagrimas pero ella tan tranquila, como si estuviera esperando la muerte de la manera más en paz posible. Pensé en mi padre… en su temple para enfrentar la enfermedad de Esme y cómo poco a poco había comenzado a bajar sus brazos, mientras perdía todo lo que teníamos para salvarla o al menos para mantenerla más con vida, pensé en Alice…

Dios… Alice…

Si Esme moría estaría devastada, si mi padre quedaba en la calle ella no podría seguir sus estudios, si yo perdía mi trabajo no podría ayudarla, Alice estaría perdida también.

Rastrillé mi cabellos con mi mano y gemí en frustración, dejé caer mi mano golpeando el volante y apreté fuerte el acelerador, la aguja se alzaba a ciento veinte, no me importaba… ¿sería mejor cortar con esto de una sola vez? ¿Sería tan cobarde como para hacer eso?...

Un hijo de Isabella, un hijo de ambos… pero con otro apellido, un niño ausente y tan presente, diciéndole papá a otro hombre. Pero era un hijo de Isabella y mío!... maldita sea, no podía ser más cruel mi destino. Sería una extraña y perfecta mezcla de sus ojos marrón chocolates y mi cabello cobrizo, un pequeño tesoro con sus rizos y tal vez con mi nariz… ¿un hijo de Isabella?... claro que lo deseaba, no estaría nada mal con ello, pero no así… No así!

Tomé un camino alternativo a mi casa, no deseaba que mi madre me viera así, ella era demasiado perceptiva… supo lo de Bella ¿cómo ocultarle mi dolor… mi rabia? Así que me dirigí hacia el único lugar donde creí que podía sacar toda mi frustración de alguna manera… el gimnasio.

Me quité la corbata y mi saco al llegar al lugar que prometía hacerme descargar mi ira, bajé del auto y entré mientras mi memoria traía imágenes de Isabella con su colchoneta de yoga bajo el brazo y su sonrisa feliz al poder estar conmigo en ese lugar, entusiasmada… radiante.

_Edward!_ exclamó la recepcionista del lugar al acercarme _¿cómo haz estado? Hace tiempo que no vienes por aquí!_

_Hola Melissa, vengo a buscar a Laurent ¿está ocupado?_ ella frunció el ceño y miró los papeles con las rutinas de todos los profesionales del lugar _si, está con algunas alumnas ¿quieres esperarlo o prefieres practicar otra cosa?_

_Déjame buscar qué puedo hacer mientras lo espero ¿si?_ ella asintió y salí hacia el corredor donde se disponían las diferentes puertas con sus respectivas disciplinas, caminé hasta el salón de king Boxing y al entrar me percaté que nadie había allí. Así que encendí las luces y desabroché los botones de mis mangas para arremangarme la camisa. El gran saco de boxeo prometía mucho en el fondo del salón, así que me dirigí hacia allí y saqué mis zapatos.

Encesté el primer golpe, con toda la fuerza de mi puño cerrado, mis nudillos replicaron pero lo ignoré, tomé fuerza una vez más y nuevamente pegué con toda la fuerza de mi puño sobre la bolsa dura de boxeo que era mi aliciente en este momento para sacar mi frustración afuera. Cerré los ojos y me concentré en mi objetivo, como cuando estaba en la escuela militar, abrí y cerré la mano varias veces, porque maldición! Dolían los nudillos, pero no me importó… nuevamente pequé sobre la bolsa con mi puño cerrado.

Maldito Benjamin!... ¿cómo puede pretender que olvide todo lo que pasé con Isabella y la engañe de tal manera?, si ella supiera lo que su marido deseaba hacer, exhalé aire fuertemente y di un nuevo golpe… el rostro de Benjamin vino a mi mente ¿y si renunciaba y probaba suerte en el FBI? ¿Sería él tan poderoso como para dejarme sin eso también? Por supuesto que si me iba él me denunciaría y me arrebatarían la posibilidad de ejercer como custodio nuevamente y debía olvidarme de volver a Londres y volver a la guardia real.

Pegué nuevamente un nuevo golpe, con toda la fuerza de la mano… Maldición dolió!, pero el dolor me recordó que me merecía ese dolor, por caer, por meterme con la esposa de mi jefe, por caer en la tentación de besarla en primera instancia, de acariciar su piel, de sentirme dentro de ella. Lo merecía…

Y un nuevo golpe… y mis nudillos se quejaron, toda mi mano lo hizo, pero estaba más allá del dolor, porque el dolor verdadero estaba en mi corazón. Luego de esto, tomara la decisión que tomara, estaba todo perdido con Isabella… ¿la volvería a oír tocar una vez más? ¿la podría sentir nuevamente jadear en mi oído mientras llegaba a su placer? Maldición, si quería… tenía que hacerlo nuevamente, sino no podría conmigo mismo.

Un nuevo golpe mientras imaginaba mis noches sin ella hicieron sonar mis nudillos, no me importó, un nuevo golpe mientras veía la cara de su esposo burlándose de nosotros con esa sonrisa de satisfacción y otro golpe mientras veía el rostro de mi madre lleno de dolor, de sufrimiento… ¿qué me pasaba? Tenía la solución para ella en mis manos ¿qué me hacía rechazarla?

Un nuevo golpe me hizo jadear en voz alta cuando sentí un tirón en mi mano,

_Hey! Te romperás la mano si sigues así_ esa voz de mujer me hizo voltear y fijarme quién estaba en la puerta.

Vestida como si hubiese hecho ejercicio y con una toalla alrededor del cuello, estaba ella mirándome con una sonrisa en el rostro. Dejé caer mi mano y fruncí el ceño cuando sentí una pequeña puntada de dolor en el dorso, la tomé con mi otra mano y acaricié con mis dedos el lugar donde ahora tenía colorado y un poco hinchado,

_¿Te duele?,_ dijo su voz cada vez más cerca de mí _déjame ver, tengo una pomada en el bolso en algún lugar, aliviará el dolor siempre y cuando no esté rota_ ella se paró frente a mi y tomó mi mano, mi impulso inicial fue sacarla y salir de allí, pero ella solo estaba tratando de ser amable. La miró cuidadosamente y levantó dedo por dedo suavemente, dolió cuando apretó el dorso de mi mano con la suya y gemí de frustración,

_Déjame ponerte esa pomada que te digo y vendarte un poco, créeme… es buena, la uso cuando tengo algún tirón en mi pierna o cuando mis hermanas se abusan con la práctica_ rebuscó en su bolso de mano y sacó una crema medicinal, tomó un poco y la esparció sobre mi mano con suaves caricias circulares,

_Gracias señorita Denali_ murmuré cuando ella terminó de colocar la crema,

_De nada…_ dijo con una sonrisa en el rostro, _puedes llamarme Tanya, no tengas miedo, no te regañaré como tu patrona si me dices por mi nombre_

_Ella no me regaña señorita, ella se molesta cuando se mezcla la vida personal con la laboral_ dije yo sintiéndome lo más hipócrita del mundo,

_Está muy bien, pero no entiendo cómo ella hace para mantenerse a raya con un hombre como tú_ su voz sugerente me exasperó, iba a tratar de jugar la misma pieza de aquella noche en su casa cuando me encontró en la cocina, _¿qué haces aquí de todas formas?, ¿te cansaste de la princesa y viniste a buscar un poco de acción?_

_No, solo me tomé unas horas libres para practicar, la señora no me necesita hasta más tarde_

_Oh, qué bien que abra sus garras y te deje libre cuando te lo mereces_ murmuró acercándose a mí _ su mano acarició la mía, donde aún mis nudillos me reclamaban,

_Lo siento señorita, pero debo volver al trabajo… fue un agrado verla de nuevo_ murmuré alejándome de ella, tomé mis zapatos y me los puse.

_¿Sabes? Me gustaría aprender King boxing y nadie mejor que tú para enseñarme_ ella se paseó alrededor de la bolsa de boxeo contorneando sus caderas y pasando un dedo sobre la lona,

_Lo siento señorita, pero yo no soy profesor, ni me interesa serlo… puedo recomendarle a alguien sin embargo_ dije amablemente, ella frunció el ceño y caminó hacia mí con un puchero en sus labios,

_No, yo quiero que me enseñes tú Edward_ pasó sus manos por mi torso hasta mi pecho _deja a Isabella que se las arregle solas y quédate conmigo, yo no soy tan amargada_

No eres amargada, eres una perra que se regocija dañándola a ella, eres una víbora que habla a costa de esa hermosa mujer, envidiosa e interesada… eres todo lo contrario a ella.

En el momento en que iba a responder mi blackberry sonó, rebusqué en mi bolsillo y vi que era una llama de Isabella, me aparté de Tanya hacia uno de los ventanales que daban a la calle y contesté,

_Isabella_

_¿Edward?... ¿dónde estás? Loise me dijo que te vio salir y que aún no regresabas, ya casi es medio día…_

Refregué mi cara con una mano y rastrillé mi cabello,

_Estaré allí más tarde Isabella ¿si?_

_¿Es tu familia?... ¿necesitas tomarte el día Edward?... tómatelo si lo necesitas, pero me habrías avisado_ su voz vaciló como si en realidad no quisiera decir eso,

_No, no es eso… solo, necesitaba un tiempo a solas, estaré allí bebé ¿si?_ bajé mi voz para decirle lo último, pero en ese momento sentí unos brazos alrededor de mi cintura,

_Vamos Edward… ¿lo harás o no? No te distraigas_ dijo la mujer que estaba detrás. Reprimí las ganas de voltear y apartarla de un empujón, pero aún era un caballero…

_¿Quién es...?_ murmuró Bella del otro lado luego de unos segundos de silencio. ¿La había escuchado?

_No es nadie, solo… espérame ¿si?..._

_¿Estás con una mujer? Edward… ¿qué sucede? ¿quién es?_

_Hum… me encontré con Tanya en el gimnasio y…_

_¿Tanya?_ dijo ella en un hilo de voz _¿Edward que estás haciendo con ella?_ su voz se alteró al escuchar su nombre y me maldije al ser tan estúpido y no haber sido capaz siquiera de mentirle en eso para no alterarla. Tanya mientras tanto se arremolinaba a mi alrededor como una serpiente, luché con mi mano libre para alejarla, pero ella era como un imán… finalmente caminé lejos de ella nuevamente, tenía que salir de allí _Edward, por favor vuelve a casa, vuelve a mí,_

_Hum… estaré allí por la tarde ¿si?_

_¿Por qué no ahora?... Edward por favor, no me hagas esto_ gimió

_Nos vemos Bella… estaré allí más tarde ¿si?... ¿confías en mí?_ le pregunté antes de salir por la puerta hacia el corredor. Del otro lado de la línea solo hubo silencio _¿Bella?_

_Adiós Edward, nos vemos_ murmuró antes de terminar la llamada.

Metí mi celular en el bolsillo y casi corrí mientras salía por la puerta del gimnasio, el aire frío refrescó mi piel sudada y me apresuré a meterme al auto, arranqué y salí de allí sin mirar atrás, necesitaba los brazos de mi madre... necesitaba saber de una vez si lo que podía llegar a hacer valía la pena… al menos para ella.

Llegué a casa y no me fijé en nadie que estuviera en mi camino, simplemente entré y caminé por el corredor hasta el cuarto de ella, con mi saco y corbata en mano, mis nudillos aún doliendo y solo un poco más cansado. Sin golpear entré a la habitación de mi madre y mi corazón se detuvo en mi hecho cuando lo único que ví fue su cama vacía, tragué en seco y traté de ignorar los malos pensamientos que me aterrorizaban. Salí al pasillo una vez más y caminé hacia la cocina, pero nadie estaba allí… ni Alice ni mi padre, pero no era de extrañar de él, seguramente estaba en el hospital para salir fuera de este infierno… no lo culpaba.

Comencé a alterarme cuando la vi la habitación de Alice vacía también, me revolví el cabello frenéticamente y decidí sacar el teléfono de mi bolsillo para llamar a mi padre, si Esme había caído en el hospital nuevamente y si no me habían avisado sobre esto, sería capaz de matar a alguien.

Mis dedos temblaban al buscar en la agenda el número de mi padre, pero me detuve en seco cuando sentí unos sollozos viniendo del fondo de la casa, en seguida guardé el teléfono y caminé hasta la puerta del patio trasero al fondo de la cocina. Al salir afuera me encontré con una escena que rompió mi estabilidad en mil pedazos, mi madre descansaba en una reposera al sol, sus cabellos caramelo brillaban alrededor de su rostro y su pálida piel parecía brillar bajo los rayos… ella dormía con una suave sonrisa en su rostro con su cuerpo bajo una manta cubriendo su fragilidad, su pecho bajaba y subía agitadamente como lo hacía usualmente desde que su corazón había comenzado a fallar, pero lo que captó toda mi atención fue mi hermana… Alice.

Caminé hacia ella que estaba sentada en el suelo a un costado de la reposera, al pie de un árbol frondoso de manzanas que mi padre había plantado allí cuando éramos niños. Su rostro estaba escondido entre sus piernas que estaba en posición fetal con las rodillas en su pecho y sus manos sosteniéndolas alrededor… parecía tan indefensa. Su postura, sus sollozos, su pequeño cuerpo acurrucado como un cachorro bajo la lluvia, me apretó el corazón al verla así, tan despojada de las fuerzas con las que siempre la había visto. Caminé hacia ella, que no me había oído en ningún momento y me acuclillé a su lado.

_¿Alice?_ puse mi mano lentamente en su hombro y ella levantó su cabeza como asustada, despertando de su sopor y sorprendida

_Edward_ susurró lanzando sus pequeños brazos a mi cuello, la sostuve allí mientras hipaba en mi hombro, despacio… siempre cuidando que mi madre no despertara,

_¿Qué sucede mi niña?... ¿no llores Al, por favor…_ supliqué. Mi hermana siempre había sido la que tenía fuerzas por todos, ella nunca se mostraba débil o quebrada frente a mi padre y madre, siempre sonreía con optimismo, aunque yo sospechaba que en momentos como este en que se quedaba sola en casa, ella se desahogaba.

_Mamá… me pidió que… la sacara… al patio para… tomar sol, quería… oh Edward, ella quería… sentir por última vez los rayos de sol en su piel_ susurró entre sollozos.

_Oh Alice_ cerré los ojos y abracé fuerte a mi hermana.

Y finalmente todas las cosas que habían caído sobre mí en las últimas horas pujaron por salir. Mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí que mi pecho se abría ante el dolor, hice lo posible por mantenerme fuerte… hice todo lo que pude, pero me sentía tan solo aquí… tan jodidamente solo abrazando a mi hermana como si pudiéramos salvarnos con ese abrazo del infierno que se cernía a nuestro alrededor.

_Edward…_ gimió Alice en mi pecho mientras su cuerpo se sacudía por sus sollozos, _ no puedo más, no quiero verla morir… yo la quería por más tiempo, conmigo en mi graduación_ sollozó _conmigo mientras me pongo mi vestido blanco de bodas, mientras tengo mi primer hijo, yo la quería por tanto tiempo más_

La abracé más fuerte contra mí, tanto que me hubiese gustado meterla dentro de mi cuerpo para protegerla de tanto dolor, ella se aferró a mí mientras sus sollozos seguían retumbando en mi pecho,

_Shh Al… ella estará bien, ya verás. La tendremos por mucho tiempo más… me aseguraré de eso_ dije mientras acariciaba su espalda. Ella hipó una vez más y separó su rostro de mi pecho, sus ojos grandes y verdes bañados en lágrimas me miraron con esperanza… pero también con incredulidad.

_No prometas cosas que son imposibles, no me hagas ilusionarme, ni a ella… ningún tratamiento ya sirve, mi padre perdió las esperanzas, si él lo hizo… entonces ya no hay nada más que hacer._

_¿Cómo que no?... está la cirugía, eso es lo que hay que hacer_

_Edward… papá no quiere hacerla aquí, nos dan esa posibilidad, pero papá no quiere arriesgarla, el único que puede hacerla se niega a hacerla por el nivel de complejidad… no hay otra salida_ su tristeza fue reemplazada por una desesperación contenida.

Mi padre nos había hablado de esa maldita cirugía, una que el único especialista en Seattle no quería realizar por su nivel de complejidad, una con la que había riesgo de perderla por su debilidad, por su pequeño margen de éxito. Pero estaba la posibilidad en New York, una posibilidad que mi padre había descartado, porque no teníamos el dinero, porque los malditos bancos nos apabullaban para pagar lo que ya debíamos, porque habíamos gastado hasta el último ápice de esperanza.

_Alice… confía en mí, ella te verá en el altar, ella sostendrá a tu primer hijo…_ dije más seguro que nunca.

Me levanté del suelo y atraje a mi hermana a un último abrazo antes de condenarme, besé su frente y le pedí que la cuidara, me sequé las lagrimas y caminé por el patio hacia la habitación sin antes besar la frente de mi madre que dormía plácidamente en su reposera.

Luego de darme un baño y cambiarme de ropa salí de casa hacia la casa de los Plath. No me había dado cuenta que el tiempo había pasado tan rápidamente, cuando algo consume la cabeza el tiempo parece volar.

Al llegar estacioné el volvo en la entrada y bajé rápidamente, debía encontrar a Isabella, sentía la necesidad de estar cerca de ella, de consumirme en su deseo, de saber que al menos puedo hacerle bien de esa manera. Al preguntar a Loise por ella, me dijo que había salido a dar un paseo por el jardín, así que salí al patio y caminé alrededor de la casa buscándola.

Al principio creí que era alguna de las mujeres de servidumbre, pero al acercarme más la reconocí. Isabella… mi Bella estaba en una de las partes del inmenso jardín, en los laterales de la casa, su ropa blanca manchada de barro, sus manos en las mismas condiciones y su cabello revuelto, ella gruñía en frustración cada vez que arrancaba una flor de su lugar. Miré al suelo y vi a su alrededor un montón de rosas blancas desfloradas, reducidas a nada, solo pétalos y tallos pisados. Su piel manchada, su rostro salpicado, su camisa en partes desgarrada y su piel brillando en sudor, sus mejillas sonrojadas…

_¿Bella?_ la llamé acercándome al lugar, miré por todo el suelo y de aquellos rosales de los que ella alguna vez había sacado un pequeño retoño para darse cuenta de lo hermoso que era algo tan pequeño, ya no quedaba nada. Los rosales estaban arrancados de sus raíces y las rosas por doquier. La miré de vuelta y ella estaba sollozando, con sus manos temblorosas se limpiaba el sudor y las lagrimas de su rostro, pero vi rojo en sus manos… sangre _Isabella!_

Entonces ella volteó y sus ojos a de más de estar nublados por las lagrimas, estaban oscuros por otra cosa, ella hiperventilaba… ella jadeaba asustada y desconsolada.

Ataque de pánico

Corrí a su lado pero cuando me acerqué ella quiso alejarse, parecía mirarme pero aún así sin verme. Tomé sus manos entre las mías y la sangre brotaba de ellas por pequeños rasguños en los que aún podían verse partes de las espinas de las flores.

_Isabella ¿qué has hecho?_

_¿Viniste a casa?... ¿estás aquí?_ parecía aturdida y llena de temor. La tomé de las mejillas y ella me miró a través de sus lágrimas, como si intentara enfocar su mirada en mí,

_Estoy aquí bebé… para ti_

Ella suspiró antes de lanzar un nuevo sollozo y sus piernas flaquearon, la atrapé en el aire y la alcé en mis brazos, ella dejó caer su cabeza en mi pecho mientras trataba de restablecer su respiración hiperventilando, la besé en la frente al llevarla hacia la casa y entré rápidamente hacia la escalera.

Abrí la puerta de su habitación y rápidamente la dejé en la cama, ella temblaba sobre las sábanas y en seguida llevó sus rodillas al pecho en postura defensiva, jadeaba por aire y me estaba desesperando

_Isabella… ¿Qué hago? Dime bebé… ¿qué hago? Respira por favor_

Ella tragó en seco y cerró los ojos fuertemente, _Xanax… en mi tocador_ susurró en un hilo de voz.

Me apresuré a buscar lo que ella necesitaba, lo encontré luego de revolver cada cajón de su tocador y con un vaso de agua fui hasta ella, le di la píldora blanca y se la tragó con un sorbo de agua fresca.

Me quedé allí, a su lado mientras su respiración se normalizaba y su cuerpo dejaba de temblar, cada músculo de su cuerpo pareció relajarse y pronto ella se sumió en una tranquilidad abrumadora, casi al borde de la inconsciencia.

Suavemente para no alterarla, la despojé de sus zapatos y su pantalón, fui hasta el baño y mojé una toalla con agua y jabón para luego limpiar despacio sus heridas y su rostro. Tomé un poco de antiséptico y le apliqué a las zonas heridas, que no eran muchas, pero si profundas, la palma de su mano estaba llena de ellas.

Luego de terminar de limpiarla, me recosté a su lado y acaricié tentativamente su mejilla, se veía tan dolida por algo… tan derrumbada, acerqué mis labios a los suyos lentamente temiendo que pudiera rechazarme y los besé. Fue un beso suave en el que el único participe fui yo, ella mantenía sus ojos cerrados y su boca entreabierta solo para respirar, me rendí al no obtener nada a cambio.

Estúpido! Tú sacando provecho y besándola cuando ella necesita algo más que un beso…

_¿Por qué no estabas aquí cuando desperté?_ susurró casi inaudiblemente, su crisis la había dejado sin fuerzas… casi hecha un despojo sobre su cama,

_Tenía que hacer unas cosas, a demás… está tu esposo, no lo olvides_

_No me importa_ ella se acurrucó más cerca de mí resoplando lánguidamente, acaricié sus cabellos revueltos y su mejilla sonrojada

_¿Por qué hiciste eso Bella? ¿Qué te sucedió?_

Ella tardó unos segundos en contestar, en esos segundos aproveché a tirar la manta que estaba a nuestros pies sobre ella.

_Porque vi una imagen en mi cabeza que no me gustó nada… porque era hora de sacar esas rosas de allí, porque representaban felicidad o esperanza y es lo que menos tengo ahora_ murmuró suavemente,

_Bella, te heriste las manos, te hiciste daño a ti misma…_

_No me duele más de lo que ya dolía_ dijo con una sonrisa triste en los labios, _oír a esa mujer junto a ti… fue lo que no pude soportar_

_Oh Bella… bebé, no es lo que tu piensas. Esa mujer apareció en el gimnasio, tú la conoces mejor Bella y se supone que me conoces a mí… deberías saber que puedes confiar_

Ella abrió sus ojos y vi la tristeza en ellos, me acerqué y tracé mis labios en sus parpados cerrados… besando cada uno de sus ojos lagrimosos,

_No lo pude evitar Edward, siempre que pensé que encontré algo que finalmente me hacía feliz… solo desaparecía y pensé que ibas a desaparecer también…_

_¿Eso representaban esas rosas?... ¿esa felicidad perdida?_

_No, no fue exactamente eso, era más bien… esperanza. Un aliciente que me diera fuerzas para seguir adelante en esta vida, algo que ablandara el corazón de Benjamin, algo que lo hiciera respetarme como mujer… una piedra de tope_

_¿Algo como un hijo?_ pregunté en voz baja,

_Si…_ susurró.

Besé su frente resuelto finalmente, era su palabra… su bendita y firme palabra lo que necesitaba para terminar de condenarme.

Perdóname Isabella… si con esto puedo hacer a más de una persona feliz, lo haré…

Y así acaricié su mejilla hasta que la sentí dormida a mi lado, su suave respiración, su cuerpo relajado me dejaron tranquilo por un tiempo hasta volver a su lado nuevamente. Me levanté de la cama y salí de la habitación, caminé hasta el final del pasillo tomando la escalera lateral y me dirigí a la parte occidental de la casa.

Golpeé sobre esa puerta de madera terceada y esperé a que me dieran la orden de entrar, al hacerlo caminé unos pasos con solo una idea en la cabeza, solo unas palabras y un montón de rostros que ganarían más de lo que yo perdería… Alice, mi madre, mi padre… mi Isabella.

El hombre de la sonrisa astuta me miró expectante y tomé una respiración profunda antes de hablar,

_Tenemos un trato_ dije finalmente.

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Hola amores... mmm... ¿qué les pareció?... Besotes y espero que me hagan saber sus pensamientos. Gracias a todas por sus palabras, no saben cuanto disfruto leyendolas... las amo a cada una, porque tengo buena memoria y nunca me olvido de ninguna, son mi pequeña familia, kisses!