Aunque no te pueda ver, Capitulo 10: Lluvia al corazón

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Lluvia al corazón

Estaba lloviendo afuera, si en Forks a estas alturas estábamos llenos de nieve hasta el cuello, en Phoenix era época de lluvias. Navidad había pasado ya y Noah había disfrutado de la época con mucha alegría, había tratado de esperar a Santa despierto pero Edward le habló sobre las consecuencias de hacerlo, haciéndole saber que Santa no pasaría por la casa si veía que había algún niño esperando por verlo. Noah frustrado volvió a su cama pero despertó sobreexcitado a la mañana siguiente despertando a su papá saltando sobre su cama haciéndole saber a gritos que Santa había dejado un montón de obsequios debajo del árbol para él.

Edward había tenido la atención y precaución de poner los regalos bajo el árbol luego de que Noah se fuera a dormir, se ganó un buen cardenal en su pierna derecha al chocar contra la punta de una mesa baja, pero la satisfacción de hacer eso por la felicidad de su hijo no pudo ser mejor y todo dolor quedó en el olvido cuando sintió la alegría de su hijo a la mañana siguiente.

Noah recibió la colección completa de películas de Stars wars de parte de Emmett desde Forks, un par de espadas de luz de parte de Charlie, seguramente con influencia de Emmett. Sue tuvo la amabilidad de obsequiarle una correa de paseo para Obi, unos discos voladores para que el cachorro los atrapara en el aire y un paquete de huesos saborizados de juguete, mientras que Edward fue demasiado efusivo con su obsequio, una enorme pista de autos a control remoto que ocupaba al menos mas de tres metros del solárium, estaba segura de que había conseguido ayuda de Fred para obtenerlo, porque fue el que se encargó de ensamblarlo. Y de mi parte, Noah recibió una linda colección de artículos de arte, ideal para activar y estimular su lado artista.

Por mi parte me sorprendí al llegar el día de navidad a casa de los Cullen, se suponía que no trabajaba, me habían dado ese día libre pero Edward había insistido en que fuera un rato por la tarde para ver a Noah. La verdad era que tenía un obsequio para mí también. Lo regañé por dármelo, no tenía por qué molestarse, no era mi lugar en esa casa recibir regalos, yo solo era una de sus muchos empleados, se lo dije al menos para tratar de mantener las distancias y dejarle claro mi lugar, pero él insistió que yo era mucho más para ellos dos.

Bueno… lo que no me esperaba al abrir el obsequio fue  un hermoso colgante de oro blanco, la cadena era larga y colgaba de ella una estrella de oro blanco de cinco puntas redondeadas, en el centro de la estrella rezaba la palabra. Gracias en letra cursiva tallada sobre el oro.

_¿Por qué?_ pregunté alzando la cabeza aún totalmente azorada por el obsequio. Edward sonreía suavemente con sus ojos cerrados, cuando los abrió sus ojos verdes brillaron y se alzaron hacia mí, como si pudiera mirarme.

_Porque te has convertido en nuestra luz en la oscuridad, gracias por eso_

Mis ojos picaron de la emoción tratando de luchar entre mis sentimientos, tratando de imponer mis propias paredes seguras, pero que los Cullen tenían el poder de arremeter contra ellas con gestos como estos, al hacerme sentir tan importante en sus vidas. Me rehuía a pensarlo, siquiera a creerlo… yo solo era un maestra que había llegado a esta casa conmovida por la historia injusta de un pequeño niño que había perdido a su madre y ahora ellos me hacían sentir que era mucho más para ellos que una simple maestra.

_Edward… no… no te hubieses molestado_ estaba pasmada, absolutamente impresionada por el obsequio. _Es hermosa_

_Noah lo eligió, con Fred fuimos a la joyería y le pedí a la dependienta que nos mostrara algo como esto, Noah lo tomó y dijo “Este! Este es para ella!” y sabes que ya no le puedo negar nada a mi hijo_

Sonreí haciendo un puño mi mano tratando de reprimir mi deseo de tocar su mejilla.

_Noah es increíble, a mí también me cuesta decirle “no”._

Edward sonrió y tomó tentativamente la hermosa joya del estuche, sus dedos parecían temblar inseguros mientras buscaba la traba en la fina cadena, _Déjame colocarlo en tu cuello…_ murmuró con vacilación.

Tomé mi cabello con mis manos y volteé de espaldas a él. Me estremecí en un primer momento cuando sus manos rozaron mis hombros, suavemente y con cuidado. Rodeó mi cuello con sus manos y tomó uno de los extremos de la cadena para llevarlo por detrás de mi cuello. Cerré los ojos ante el sin fin de sensaciones que no debía sentir… sus dedos rosando estremecedoramente la piel de mi cuello mientras intentaba acoplar los extremos de la cadena en la traba. Mi piel se crispó y sentí escalofríos haciendo que los vellos de mis brazos se alzaran.  

Él lo logró, luego de varios intentos logró abrochar la cadena alrededor de mi cuello, sonreí orgullosa por su logro, cada vez más Edward estaba demostrando que la ausencia del sentido de la vista no le impedía hacer ciertas cosas, nada era imposible para él y yo quería que él comprendiera eso, pero paso a paso, él debía ser autosuficiente y estaba transitando por ese camino en lugar de encerrarse en su habitación para sumirse en su autocompasión. Él estaba entendiendo que tenía fuerza en su corazón y ante eso nada podía derrumbarlo, ni siquiera su ceguera.

_Gracias_ dije tocando mi dije posado sobre mi pecho, era una estrella mediana que brillaba con la luz, era hermosa. Entonces mi respiración se trabó cuando sentí sus labios en mi cuello, en el lugar donde había dejado caer la cadena. Me paralicé… mi mente rememoró el beso que nos habíamos dado en Forks y esto amenazaba asemejarse a aquello si lo dejaba continuar. Pero antes de poder pensar en apartarme sus brazos rodearon mi cintura por detrás haciendo que nuestros cuerpos se rosaran y su rostro se escondiera en mi cuello. Lo sentía aspirar allí… como si quisiera retener mi olor en sus pulmones, Dios…

_Edward_ me quejé. Mi cuerpo estaba a gusto entre sus brazos, pero mi mente era un caos… al igual que mi corazón. Y estábamos dejando que esto se sobre limitara.

_Déjame abrazarte Bella…_ susurró haciéndome estremecer, su aliento caliente chocaba contra mi piel _no me alejes, por favor…_ podía sentir su desesperación en la voz.

Pero no podía… cielos, ¿qué me estaba pasando?

Me separé de él removiéndome entre sus brazos y volteé para dejarle un beso en la mejilla, para luego levantarme a toda prisa del sofá.

_Gracias, el regalo es hermoso… iré a ver a Noah_ ni siquiera me atreví a mirarlo, no quería ver su reacción a mi lejanía. Estaba segura de que mi coraje para alejarme flaquearía si lo hiciera.

Luego de ese momento que habíamos compartido otro, no permití que estuviéramos nuevamente cerca otra vez, a menos que sea necesario. Y Noah lo hacía sumamente difícil, él era el punto en común entre nosotros y él si flaqueaba mi voluntad. Cuando leía un libro en el patio para Noah, siempre estaba Edward allí para compartir la lectura. En el almuerzo y en la cena allí estaba Edward, en los paseos por el amplio jardín de los Cullen… allí estaba Edward, porque Noah se encargaba de incluirlo en cada cosa que hacíamos, cosa que Edward disfrutaba y yo también… aunque me negara a admitirlo.

Y ahora estaba aquí, en el cuarto de Noah preparándolo para su baño y luego acostarlo para que durmiera. Pero afuera llovía torrencialmente y eso me preocupaba, tenía que volver a casa y no sabía cómo estarían las calles, mi auto iba a tener que soportar la tormenta y llevarme a salvo a casa.

_Bella! Ya me desvestí!_ solté la cortina de la ventana ante la llamada de Noah y salí hacia el baño. Sonreí cuando llegué, el pequeño estaba desnudo con un pie ya dentro de la bañera obediente a la regla de esperarme para ayudarlo a meterse en la bañera llena de agua.  _tengo friiiooooo_ dijo dando saltitos. Reí y me apresuré a ayudarlo para sumergirse en el agua calentita y espumosa. Él suspiró feliz y comenzó a juntar con sus manitas la mayor cantidad posible de espuma hacia su pecho. Amaba hacer eso, ponía un poco de espuma en su barbilla y su cabello y se carcajeaba como Santa.

Mientras él se perdía en su mundo de fantasía yo pasaba la esponja con jabón por su espalda, mi mente no dejaba de girar en Edward y su actitud. Desde ese día de navidad, él me comenzó a mostrar una cara diferente a la que yo había visto desde mi llegada. Él tenía esa energía nueva para hacer cosas junto a su hijo, deseaba ayudarlo en lo que le fuera posible y conmigo simplemente era muy colaborador y amable, una amabilidad extrema que me tenía confundida. El dragón enojado se había apaciguado y  había bajado su desconfianza y de alguna manera eso me satisfacía, Edward luchaba pero ya no contra mí, sino contra su condición y el día a día. Edward ya no quería estar recluido, eso lo podía yo ver en sus ojos, él deseaba alzarse y ser capaz de ser más de lo que es, aunque eso no lo admitiera o le costara comprenderlo y su relación con su hijo servía para que él pudiera superarse a sí mismo, así como también le servía a Noah. Esa relación la veía ante mis ojos como una relación de simbiosis, ambos sin proponérselo siquiera se estaban ayudando entre sí y era más fuerte y dominante esa relación que mi presencia en esa casa.

Sentía que esa estadía estaba por llegar a su fin.

Por supuesto Noah me necesitaba, no a gran medida como en un principio pero lo hacía. Él aún no se ambientaba a un lugar lleno de personas, eso lo inquietaba a extremos de comenzar a sentir pánico cuando era expuesto a ciertos lugares o a ciertas personas, pero estábamos trabajando en ello y yo sabía que con cuidados necesarios, tantos míos como de su psiquiatra y su pedagoga, él lograría bajar sus murallas y ser el niño que siempre debió haber sido, un niño lleno de alegría, sin dramas en su vida y con un padre que le demostrara que lo amaba más que a cualquier cosa.

Pero a pesar de todo eso… yo sabía que mis días en este lugar estaban contados.

Bah!... ¿Por qué engañarme? A demás de todo eso, mi problema principal era lo que estaba sucediendo entre Edward y yo, no había podido olvidar ese beso que habíamos compartido esa noche en casa de mi padre, ese beso cuyo recuerdo había escondido en el fondo de mis memorias, f

_Mira Bella, soy un viejito… un viejito pequeño_ Noah me mostraba sus arrugadas y pálidas manitos y sabía que ya había pasado suficiente tiempo dentro del agua. Tomé un pequeño cuenco de plástico y tomé un poco de agua limpia para derramar sobre su cabecita. Él tomó aire para luego comenzar a reírse y chapoteó cual pato tirando gotas de agua por todo el baño y empapando mi ropa.

_Noah!_ suspiré dando un salto _encima que debo mojarme para poder llegar a casa tú me empapas previamente_

_¿Te irás a tu casa?... está lloviendo mucho Bella_

_Lo sé cariño, pero debo irme, así que párate, sal del agua y cuando esté seco hasta el último cabello de tu cabeza, me dejarás cobijarte entre las sábanas y leerte un cuento para poder irme._

_Quiero helado y quiero que te quedes_

Coloqué una toalla extra en su cabeza y me apresuré a secar su cabello,

_No puedes comer helado cariño, ya has tenido tu postre cuando Sue te dio la cena y eso es suficiente, a demás ya te dije… tengo que ir a casa._

_Pero Bella… llueve!_ sus ojitos se asomaron por debajo de la toalla y me miraron preocupados. Sonreí negando con la cabeza.

_Bueno, veremos cómo haré… ven_ terminé de secar su cuerpito y le coloqué el pijama de los sims que tenía, saltó sobre su cama y se cobijó bajo el edredón, me acerqué a él y peiné su cabello con mis dedos. Sonreí al ver sus ojitos comenzar a cerrarse, el baño lo había dejado nokeado y no se había acordado de su lectura nocturna.

_Buenas noches cariño_ susurré antes de dejar un suave beso sobre su frente. Él bostezó e hizo un esfuerzo por abrir sus ojos.

_Duerme en mi cama marinera_ señaló bajo su cama _la nana Esme me decía que era para cuando alguna vez viniera a dormir un amigo a casa… y tu eres mi única amiga, quédate_ murmuró mirándome con ese par de ojos a los que no me podía negar.

Pero no era mi lugar, a estas horas debería ya haber salido a casa…

_Ya veremos amor_ acaricié su pálida mejilla algo sonrosada y me incorporé para bajar. _tal vez si no es hoy… otro día_

Él ya estaba dormido pero de todas maneras asintió con lentitud.

Bajé las escaleras de prisa, la casa ya estaba en penumbras. Sue apagó algunas luces antes de irse mientras yo estaba dando su baño a Noah. Edward no necesitaba muchas luces por lo que tuve que andar con cuidado hasta el solárium, donde dejaba mis pertenencias. Sobre la mesa estaba todo tal cual como Noah y yo lo habíamos dejado por la tarde. Su equipo de arte estaba desplegado por el suelo, un pequeño caballete erguido cerca de la mesa donde habían varios pinceles y una cantidad de acuarelas y hojas esparcidas por toda la alfombra blanca. Recogí todo antes de tomar mi bolso y mi abrigo y corrí hasta la entrada, estaba atrasadísima y debía llegar a mi departamento para dormir, mañana tenía un día ajetreado antes de venir a trabajar.

Cuando llegué a la puerta y la abrí, deseé no haberlo hecho. El viento corría fuerte en la noche y agitaba el tope de los árboles, la lluvia caía incansablemente mojando todo a su paso y dejándome claro que la vuelta a casa sería una experiencia interesante. Colgué mi bolso en un hombro y subí mi chaqueta sobre mi cabeza, di un paso hacia afuera y cerré la puerta a mis espaldas. Corrí hasta mi auto y mientras trataba de abrir la puerta con mi llave, el agua traspasó mi ropa hasta los huesos, al sentarme en mi asiento parecía patito mojado. Solo rogaba no pescar un resfriado.

El camino en la carretera no se veía nada, la lluvia caía en el parabrisas como baldazos de agua y me arrepentí de haberme ido en taxi. Hubiese preferido dormir en la cama marinera que Noah me ofreció tan inocentemente.

_Mierda_ gemí aferrándome al volante fuertemente, acerqué mi rostro al volante tratando de distinguir mejor el camino por el que iba. _por favor… por favor que pare de llover_  por alguna razón estaba esperando alguna especie de milagro, que se abrieran los cielos y dejaran pasar los rayos potentes del sol o algo así. Pero en lugar de eso, mi auto comenzó a fallar.

_Maldición Emmett! Se suponía que debías echarle una mirada no dejarlo peor!_ fui disminuyendo la velocidad mientras mi auto tironeaba cada dos segundos, como si el motor quisiera salir escupido de la capota. Me detuve finalmente a un costado de la carretera oscura, que era iluminada solo por los relámpagos que tronaban en el cielo cada pocos segundos. _Mierda!_ llevé mi cabeza a mis manos tratando de pensar y aclarar el panorama, ¿qué debía hacer ahora?

Saqué mi celular del bolso y quise tirarlo por el parabrisas, estaba muerto, sin batería. Decidí salir del auto, ya estaba mojada ¿qué más daba?. Traté de abrigarme lo mejor que pude con mi cazadora y caminé hasta la capota, no sabía nada de auto excepto algunas cosas básicas que Emmett me había enseñado, así que decidí hacer el intento. Alcé la capota y la trabé para que no cayera sobre mí, el agua continuaba cayendo torrencialmente y los relámpagos me hacían saltar. No era una buena idea estar allí, en medio de la lluvia, con la capota abierta y los relámpagos cayendo a mi alrededor, no quería morir electrocutada pero tampoco quería quedarme en medio de la noche bajo una torrencial tormenta.

_Mierda, mierda…_ toqué algunos cables que no sabía para qué servían hasta que llegué al conector con el aceité, recordaba que mi hermano siempre me decía que lo revisara de vez en cuando para asegurarme el buen funcionamiento de la circulación del aceite.

Estaba por cerrar la capota totalmente devastada cuando unos faros luminosos me alumbraron por detrás. Di media vuelta quedando de frente a las luces sin saber si suspirar aliviada o llorar de temor… ¿qué era más peligroso en ese momento? ¿Una tormenta despiadada en medio de la noche o un psicópata armado en medio de la noche?

Mierda…

El auto se detuvo a un lado de la carretera luego de sobrepasar el mío, alguien salió del lado del conductor y ese alguien parecía ser un hombre. Respiré profundo y estaba deliberando entre quedarme allí parada o ir por mi bolso a buscar el gas pimienta que alguna vez me había dado Charlie. Pero no pude dar ni un paso cuando un hombre alto y rubio apareció frente a mí, su cabello mojado le llegaba hasta los hombros y corría hacia mí.

_¿Se te ha roto el auto?... ¿puedo ayudarte en algo?_ preguntó mientras llegaba.

_Hum_  se detuvo frente a mí con su mirada dentro de la capota de mi auto _no sé que le sucedió, se detuvo dando tirones_ murmuré como pude observándolo mirar mi auto. Las gotas de lluvia se deslizaban por su rostro de alabastro y su cabello rubio, al alzar su mirada noté sus profundos ojos celestes y preocupados, sus labios llenos y su mandíbula fuerte.

_Mi hermana sabe de autos pero no creo que desee mojar su cabello ahora, ¿vives muy lejos? Podemos llevarte…_

_No está bien, no quiero desviarte… si tienes como llamar por teléfono puedes solicitar un taxi para mí, te estaría muy agradecida_ dije cerrando la capota de mi auto.

_Veníamos del aeropuerto pero no me importaría volver, estoy seguro que a Rose no le importaría, vamos está muy frío aquí afuera…_

Miré mi pobre auto y decidí hacer lo mejor antes de pescar una pulmonía, tomé mi bolso y cerrando el auto corrí junto a este ángel de la carretera hacia su Mercedes.

_Por cierto, soy Jasper… mi primo vive un poco más adelante_ abrió la puerta trasera de su auto para mí y me metí en el confortante y cálido interior, él cerró la puerta y se metió detrás del volante. Una chica rubia, extremadamente preciosa me miraba desde el asiento delantero del acompañante, metió una de sus manos entre los asientos acercándola a mí,

_Soy Rose, la hermana de este sujeto_ señaló sonriente con un gesto a Jasper que rodó los ojos.

_Soy Bella_ dije tomando su mano para estrecharla con fuerza. Ella asintió,

_¿Que hacías por aquí? ¿hay alguna otra casa por la zona a demás de la de mi primo?_ miró a su hermano, él alzó los hombros.

_¿Quién es tu primo?_ fruncí el entrecejo y la miré detenidamente, había visto antes ese rostro. Sobre una chimenea, en alguna noche de diciembre _Oh… ¿tu primo es Edward Cullen?_

Ella me miró alzando las cejas, _Sí, ¿cómo lo conoces?_ enseguida frunció el ceño, al parecer le parecía que su primo tuviera tratos con una mujer como yo.

_Soy la tutora de Noah, acabo de salir de su casa… pero la tormenta me ganó_ hice una mueca.

_Oh!... eres la tutora de la que tía Esme habló!_ vi el reconocimiento en su cara, Jasper me miró por el espejo retrovisor como analizándome. No supe qué decir… nunca me esperé que la familia de Edward Cullen hubiese oído hablar de mí. _¿Cómo está mi pequeño Jedi?_ sonrió al referirse a Noah. No pude más que devolverle la sonrisa.

_Bien, es un niño increíble y le he tomado mucho cariño. Se supera día a día y me tiene muy orgullosa._ dije sin poder detenerme,

Rosalie alzó las cejas _Waw… ya quiero verlo, le trajimos nuestros obsequios atrasados de navidad_

Ella miró al frente y recién en ese momento me di cuenta que en vez de ir hacia la ciudad, íbamos hacia la casa de Edward. Mierda… entonces no me iba a quedar otra que dormir en la cama marinera de Noah. El tiempo se pasó rápido hasta que llegamos nuevamente a casa de los Cullen. Rosalie me contó que era estudiante de ingeniería automotriz y Jasper estaba residiendo su último año de medicina para su especialidad en pediatría. Ambos vivían en Seattle, de donde era originaria la familia Cullen, yo ya sabía por qué precisamente Edward se había mudado al sur… su esposa. Los demás venían muy de vez en cuando y cuando lo hacían se quedaban en un hotel, pero ahora al parecer estaban dispuestos a invadir la casa Cullen.

_¿Mi primo sigue tan ogro como siempre?_ preguntó Rosalie mientras su hermano estacionaba el auto fuera de la casa. 

Sonreí… _¿Entonces siempre fue así?..._

_Oh créeme que fue peor luego de conocer a su esposa…_ ella se mordió los labios como arrepintiéndose de lo que acababa de decir, miró a Jasper que negó con la cabeza suspirando.

Rápidamente bajamos del auto y sentí la mano de Jasper rodeando mi cintura mientras corríamos a la casa, cuya puerta ya estaba abierta con un Edward sumamente asustado debajo del marco, mientras subíamos las escaleras. Sus ojos ciegos estaban bien abiertos, su cabello estaba húmedo y vestía su pijama cubierto por una bata de toalla negra.

_¿Bella?_ dijo exaltado cuando llegué a la puerta. ¿Cómo supo que era yo?

_Se rompió mi auto_ comencé a explicar rápidamente _se paró en medio de la carretera y no sabía qué hacer, mi celular está muerto y tuve que bajar para ver si podía ver algo dentro de la cajuela._ sus manos tomaron mi cintura  y luego mis mejillas palpando mi rostro y mi cabello.

_¿Estás bien?_ preguntó ignorando mi discurso anterior.

_Deberías tener más cuidado Edward, en dejar escapar esta hermosa mujer en medio de la noche bajo una tormenta_ Edward frunció el ceño adelantándose un paso delante de mí, deslizando su mano desde mi hombro, por mi brazo hasta mi mano, la tomó en la suya.

_¿Jasper?_ preguntó incrédulo.

_El mismo_ sonrió su primo _sorpresa!... acabamos de llegar del aeropuerto y nos encontramos en el camino con Bella_ Jasper me miró sobre el hombro de Edward. _sabía que no todo iba a ser malo cuando nos topamos con semejante tormenta_

_Edward, que alegría verte primo!_ Rosalie se adelantó para colgarse del cuello de Edward, éste mantuvo sus manos a su costado y una de ellas aferrando la mía que apretó imperceptiblemente más fuerte. Rosalie lo estaba poniendo a prueba. _Esme nos dijo que estarías solo para las vacaciones, así que decidimos hacer una visita_ explicó.

Edward solo asintió meditando sobre lo que estaba pasando.

_Rose, Jasper, … son bienvenidos a quedarse aquí, en mi casa… estoy seguro que encontraran todo lo que necesiten a demás de sus cuartos de invitados. Tengo que hablar algo con Bella_

Dicho esto dio media vuelta y me arrastró literalmente con él hacia el solárium. Entramos y cerró en seguida la puerta detrás de él… ¿qué le sucedía? Me soltó y caminó unos pasos alejándose de mí. Me dejé caer contra la pared y vi cómo se apretaba el puente de su nariz con una mano y con la otra mano rastrillaba su cabello húmedo.

_Te busqué luego de mi baño_ caminaba dos o tres pasos ida y vuelta, en una chocó  su pie contra una de las patas de una mesa, pero no detuvo sus palabras. Abría y cerraba sus puños y respiraba profundo _pensé que estabas con Noah en su cuarto… en el solárium, pero nunca que te habías ido. Te quería ofrecer una habitación para que te quedaras esta noche o si eras tan terca como para no aceptarlo, pensaba levantar a Fred para que te llevara a casa en uno de los autos, pero… mierda… ¡¿A caso no viste la tormenta que cae allí afuera Isabella?!_ gritó entonces perdiendo la paciencia. Sus ojos ciegos me buscaron, brillaban y reflejaban su enfado.

_Edward_ dije incrédula _yo puedo irme por mis propios medios…_ y lo que iba a decir murió en mi boca, estaba claro que no podía irme por mis propios medios.

_¿A caso estás loca?_ él caminó hacia mí alzando las manos con intención de tocarme _¿y si te sucedía algo en la carretera? ¿a caso no tienes instinto de supervivencia?_ llegó a mí y tomó mis brazos _¿y si te accidentabas?... Bella, ¿y si sucedía eso?_ su respiración estaba agitada aunque ya  su voz parecía más calmada al igual que él. Sus rasgos ya no eran de enojo, sino de tristeza y casi desesperación y entendía el por qué.

Por Dios… ¡Qué idiota había sido!  Su esposa había muerto en un accidente de auto que él mismo presenció. Su miedo era razonable y entendible, su ansiedad era palpable, pero… aquí estaba yo, no me había sucedido nada, tenía que hacerle saber que nada iba a pasarme. Que no tenía por qué tener miedo.

_Edward_ él cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia adelante juntándola con la mía, su aliento agitado y el mío se unían entre nosotros _estoy aquí_ susurré. Mi ropa mojada parecía no importarle, ni que estaba mojando su preciosa alfombra, ni que sus primos estaban esperando en algún lugar de la casa, nada.

_Bella... ven, acércate._ sus manos tocaron delicadamente mis brazos temblorosos tierna y suavemente, parecía que estaba tocando las alas de una mariposa y me estremecí de pies a cabeza. Largué un suspiro tembloroso y dejé que sus manos me guiaran a su pecho cálido y seco. Sentí pena porque mi ropa mojada estaba mojando su impecable pijama, pero a él pareció no importarle. _Bella..._ sus brazos terminaron por cerrarse a mi alrededor cobijándome en su cuerpo y cerré los ojos ante tal satisfacción, mi mente me decía que me alejase pero mi cuerpo pedía otra cosa. _Quédate aquí esta noche... en mis brazos_ Oh cielos... mi cuerpo temblaba, ya no de frío... sino de deseo, deseo de quedarme en sus brazos, se sentía tan bien. _Así preciosa... no luches contra esto, yo... ya bajé los brazos_

Alcé mi mano para acariciar su mejilla y lo sentí estremecerse, su abrazo se hizo más fuerte y sus manos se cerraron en garra en mi cintura atrapando mi ropa, me colgué de su cuello y me dejé abrazar. Entonces  ahogué un gemido cuando sentí sus labios calientes en el hueco de mi cuello y sus manos alzarme unos centímetros del suelo.

_Bella…_ gimió en mi cuello. Yo subí mis manos hasta el cabello de su nuca y lo tomé con fuerza, un remolino de emociones y sensaciones se entremezclaban en mi cuerpo, algo que me paralizaba y solo me dejaba sentir.

El caminó conmigo hasta una pared cercana hasta que mi espalda chocó en ella, no tuve tiempo de pensar en lo que estaba sucediendo porque en pocos segundos tenía su boca contra la mía. Desesperación, pasión prima y vibrante era lo que su boca me daba, su lengua se inmiscuyó en mi boca al mismo tiempo que gemías en la boca del otro.

Oh por dios… no dejes que esto termine.

Su cadera empujó la mía anclándome entre su cuerpo y la pared y sus manos subieron por mi cuerpo, rozando suavemente mi costado y mis senos. Acunó mi cara entre sus manos y el beso se profundizó. Era distinto al beso que habíamos compartido en esa cama en Forks, ese era necesidad, ansiedad, este estaba lleno de pasión, desgarradora desesperación. Gimió en mi boca y tiré de su cabello gimiendo en la suya.

No había nada en ese momento… mi mente estaba totalmente en blanco, allí mientras Edward me besaba tan pasionalmente olvidé todo. Noah, sus primos, mis obligaciones, mi auto… mi todo. Porque ahora mi todo era él.

El beso fue bajando de intensidad, pero él aún me sostenía fuertemente por mis mejillas y yo me aferraba al cabello de su nuca. Era innegable ahora, más que antes, que sentíamos algo…  que al menos yo lo sentía. No podía soportarlo, me punzaba en el pecho, me latía como si nunca hubiese vivido.

_Edward_ susurré separando nuestros labios. Estaba totalmente abrumada, pero… me sentía bien. Me dejé disfrutar ese ratito de felicidad antes de caer en el mundo real nuevamente.

_Estas temblando_ susurró llevando sus manos a mis brazos, frotándolos con ternura _oh cielos Bella, tienes frío, estas empapada cariño_

Asentí sintiendo un beso en mi frente,

_Ve a cambiarte esa ropa, no quiero que te enfermes_ él se separó un poco de mí y perdí esa calidez que abrigaba mi cuerpo. _Puedes dormir en la habitación de huéspedes que mi madre usa cuando está aquí, ahí debe haber alguna ropa seca de ella, te haré un te caliente._

_¿Lo harás?_ por alguna razón sonreí.

_¿No me crees capaz?_ dijo con una sonrisa de lado _seré ciego Bella, pero aún tengo mis manos_

_Lo sé_ bajé mi mirada. Él llevó sus manos a mi rostro y como hizo aquella vez en el parque, recorrió cada uno de mis rasgos con las yemas de sus dedos. Reconociéndome… recordándome. Cerró sus ojos y suspiró largamente.

_Cómo me gustaría verte…_

Sonreí. Y de repente quería saber si había alguna posibilidad de que eso sucediera. Tendría que hablar con Esme.

Un golpe en la puerta nos sobresaltó y salí de entre medio de su cuerpo y la pared, él no se movió. Caminé hasta la puerta y la abrí, Jasper estaba del otro lado, con una mano apoyada en el parco de la puerta y la otra en el bolsillo de sus jeans.

_Aquí estas…_ dijo con una sonrisa al verme _es tarde y creí que si te quieres ir, puedo llevarte a casa. O de lo contrario si te quedas… te invito un chocolate caliente_ sentí los pasos de Edward detrás de mí.

_Hum…_ Jasper me había tomado por sorpresa.

_Bella se queda y se irá a dormir, está muy agotada_ sentí la mano de Edward en mi baja espalda. Japer lo miró alzando una ceja y sonrió negando con la cabeza. Luego me miró. Pero yo no podía de la incredulidad… ¿por qué dejaba que Edward hablara por mí?

_Esta bien, Bella… si no me acompañas con un chocolate caliente hoy, lo harás mañana con un café ¿te parece? Es domingo… no trabajas, puedo llevarte a tu casa también y hacer que lleven tu auto a un taller en la ciudad_ sonrió con amabilidad.

Sonreí de vuelta y asentí a pesar de que sentía la mano de Edward en mi cintura cerrándose con cierta presión.

_Gracias Jasper, acepto tu propuesta…_ di un paso fuera del solárium y volteé a ver a los dos hombres, Edward mantenía su mirada baja con el seño fruncido y Jasper me miraba sonriente.

_Buenas noches a ambos, Edward, gracias por dejarme quedarme_ esperé una respuesta suya, pero como no me dijo ni buenas noches caminé hacia la escalera. Subí rápidamente y busqué el cuarto de Esme, estaba en el tercer piso, busqué en su placar algo que me pudiera poner para dormir y solo encontré unas camisetas blancas y unos pantalones pijamas de raso. Salí de esa habitación y bajé a la segunda planta para meterme en la habitación de Noah, esta noche sería su compañera de habitación y ocuparía la cama marinera.

Él dormía plácidamente, asi que hice el mas completo silencio, saqué la cama marinera de debajo de la suya y acomodé una manta que recogí de la cama de Esme, una almohada y me acosté. Cerré los ojos y sonreí…

La casa estaba llena de testosterona y por alguna razón, eso me parecía demasiado cómico.

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Bueno! Al fin pude actualizar... disculpen mucho la demora, pero ahora que volví a trabajar trataré de actualizar asiduamente. Gracias a todas por la espera, son pacientes nenas y eso me gusta mucho. Las amo... Un besote enorme a Ada, mi alter ego, que estuvo haciendo el aguante aquí. TE AMO bebé. Y FELICIDADES! por la nueva historia... es hermosa. Y si... por el titulo de este capi, gracias a Maná! jaja que me inspiró mucho.