El valor de tu vida.Capitulo 4

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Capitulo  4

Y uno a uno los días  fueron tachándose del calendario, el verano  trajo consigo el otoño que lentamente  fuero robando la vida de la naturaleza, pero que para ella era como su primavera personal, un suave sol siempre parecía  brilla desde  el despertar  y hasta el atardecer, incluso  ese sol se daba el  lujo de  quedarse hasta  entrada la noche,  era  eso  o su  enamoramiento  por  Sam le hacía ver  todo de colorcitos y olorcitos.

En la  escuela las cosas no podían  mejor, sus notas se mantenían  en un  buen promedio, en casa de Tia  Tay  ayudaba  en todo lo que podía  e incluso más, salvo las  rencillas  con sus molestísimas hermanas todo era un ensueño. La mayoría de las tardes  siempre la pasaba con un abnegado  Sam quien además de  incitarle  a hacer las labores de la escuela, le enseñaba más triquiñuelas del amor.

Pronto dejo se sentirse apenada por las  caricias intimas, o los besos  extremadamente  arrebatadores, empezó  a  disfrutar de cada toque  y cada oportunidad que se les presentara para  amarse  sin medidas, no solo  disfruto de esos besos  y caricias  también  los propino,  y le  venía de maravilla que la casa  permaneciera  tanto tiempo sola,  y en esas molestas y  contadas  ocasiones   en el que a alguien se le  ocurría  ir contra  el habito, inventaba un tarea, una  investigación en la biblioteca— porque por aquella época, el internet era un lujo— y se dirigía  al parque más próximo donde esperaba a Sam  y  de allí   iban directos  a la casa que algún  “buen amigo” de Sam  les prestara por  unas  horas,  horas  de  mucha  alegría y  sudor,  horas que por más  que  no le  gustara pasaban  demasiado  rápido dejándole  un  sabor agridulce, odiaba   esconder su relación con Sam,  fingir que solo era   una  conocida, o que muchas personas le  vieran como  una molesta prima pequeña

 

—No me  gusta  que  no me  reconozcan— gimoteo    con  respiración patosa  tras  una  ronda  amatoria—  todos  me ven como  una molesta  chiquilla que  siempre esta  tras de   ti—  y  no importaba que   él fuera  mayor,  o que ella  en verdad  fuera  una  chiquilla,  en  su mente  era  la más adulta  y madura de las  mujeres de  su edad— ¿no estamos  haciendo  nada malo?—

 Un molesto  gemido  fue  parte de la respuesta de Sam—Los demás  no lo verán así, bebé—  le  dijo él— esta nuestra  diferencia  de edad—

Frunció el ceño,  en  clase de  historia  habían  aprendido que  años atrás  la edad no importaba  a la  hora de casarse,  incluso  en la  reserva  aun se  oían  historias de cómo  las  tataratatara abuelas  se casaban,  bueno  aquellas  tátara algo no tenían  trece años cuando se casaron pero tampoco  es como si  pasaran de los  dieciocho al  hacerlo

—No es  justo— volvió a  quejarse

—Lo sé, pero es lo que tenemos— la  voz de  Sam fue  tan suave como el   roce de  una pluma—  lo importante  es que nos tenemos y  todo saldrá bien—

 Y  lo creyó,  tan arraigado  en su corazón  se  quedo aquella  promesa que no le importaba  lo que  acaeciera  mañana,  siempre  que  Sam  estuviera con ella podría soportar el paso de cualquier  ciclón.

La vida  no podía ser mejor,  no  necesitaba de un jardín de rosas para  sonreír tontamente,  lo único que  opacaba  su  felicidad era la inminente  llegada   del  receso escolar  por las  fiestas  decembrinas

—Este  año  iremos a  pasar   navidad con ustedes— informo   una  tarde de  octubre  la  tía  Tay— quiero que los  chicos pasen  más  tiempo  en  el lugar donde están sus raíces,  ya están  bastante desarraigado—

  A ella, particularmente le importaba poco si  los Sam y su hermano  habían olvidado la pequeña reserva de donde provenían pero,  le alegraba  poder  verlo en  esos  días  festivos

—Mamá  estará  feliz— dijo ella  mientras  secaba  los platos de la cena

—Lo sé, somos  muy buenas  amigas, me  gustaría  que  mis  hijos fueran  tan amigos de  tus hermanos, así como  tu madre y yo— un pequeño suspiro  anhelante  lleno el espacio de la  cocina

No supo  cómo responder, ella tampoco entendía  porque sus  hermanas  parecía  odiar  vivir en casa de tía  Tay,  o  que  su hermano  no pudiera  ver ni en las  curvas  a  Sam.

—Al menos uno de los  hijos de  mi amiga    hace honor   a  nuestra amistad— esas  palabras  provocaron  un  ataque de  tos. 

 Si supieras.  Logro  pensar, mientras  tía  Tay  le  largaba  un  vaso de  agua. Bebió   el  líquido  esperando  no haberse delatado.

—¿Estas mejor?— pregunto la  mujer   mirándole  fijamente  una vez  terminara  de  beber.  Asintió  lentamente— Leah,   ¡cómo  has  cambiado!— murmuro con asombro por un largo, largo  tiempo  la mujer le miro inquisitivamente— no te pareces nada a la niña  que  llego  a principio  de  año—

  Ella  no   veía el gran cambio que  su  Tía  parecía notar,  aun no tenía  grandes senos,  tampoco su trasero aprecia  haber cambiado,  quizás tenía un poco de cadera y  había crecido algunos centímetros, pero  era lo normal  a su edad.  Se limito a  esbozar  una sonrisa  y  encoger  los hombros.

En  el  preciso  momento    Sam  entro en la cocina, miro de  una  a otra con cierto recelo

—¿Has  visto como ha cambiado nuestra Leah?— pregunto Taysha  a  Sam— Ya  no es  una  niña— dijo con  cierto orgullo.

Las  mejillas de  Leah, se tornaron de  un  rubicundo y  ardiente color  que  a pesar de su tez podría  verse a la perfección, modio  su labio  y  bajo su mirada  algo apenada

—Supongo— murmuro con cierto desdén— todos  a esa edad cambiamos ¿no?—

 Esas palabras  lograron herirla, se  esforzó por ocultar su dolor sin lógralo   demasiado, tomo de  nuevo la toalla y  retomo el asunto de secar los platos.

Sam, nunca  se disculpo. Ella  tampoco lo exigió,  dejo que la  vida continuara  como  si  nada  hubiese pasado.

Acción de  gracia  vino  en un santiamén, luego los días de  diciembre parecieron correr tan  deprisa,  las festividades de  diciembre  llegaron  rápidamente , ella  ya   estaba en casa  desde  mediados de  diciembre cuando  por causa de una infección su madre  le llevara  para  cuidarle

—Taysha  trabaja  todo el día, tus hermanas y  los  hijos de Taysha están  en la escuela,  yo no puedo quedarme  aquí  así que vendrá a casa—

 De mala  gana  accedió,  no  es que no pudiera  contradecir a la terca de su madre. 

La  navidad  llego y  ella una  estaba enferma,  la infección no quería dejar su cuerpo  y aunque había  días en los que se sentía  bien, había  otros  en lo que parecía  que  moriría, los remedios   caseros de su madre parecían  causar  un  efecto contrario al que  se pretendía en un inicio

—Han de llevarle al médico—  ordeno tía Tay  al llegar y  enterarse de   su estado de salud— le veo  muy  pálida  y ojerosa,  no podemos   quedarnos esperando que lo que la enfermera  dijo  sea   verdad ¿y  si  es  algo más grave?—

Leah,  cerró los ojos para   evitar que  el mundo  girara,  nunca había  probado  una gota de alcohol pero había  oído a  Seth  contarle a sus amigos  como  se  sintió la primera vez que consumió  trago

—Tendremos  que esperara  hasta  el  veintiséis—

—No,  hay que llevarle  ahora— ordeno su padre  a  quien  noto más que  preocupado—  no  ha habido mejoría desde que  llegara  hace   unos días— y  ella  se había resistido  a  que le llevaran  al  centro medico

Su padre se encargo de  llevarle  en volandas, no le aprecio  gracioso o bonito el  gesto de su padre, ella podía  caminar,  pero nadie  le  oía. Una vez en el centro médico  tuvieron que esperar   un largo  periodo para  ser atendidos, el médico que les atendiera—ya  que por ser menor de edad  sus padres  entraron a consulta con ella— no  y tardo en hacer una cantidad de preguntas que  presurosa eran  respondidas por su madre. Ella se mantuvo en  completo silencio, hasta  que  el médico   le ordenara   sentarse  en  la  camilla  ubicada cerca a la puerta,  y comenzara  a hacerle la respectiva  revisión

—Todo parece normal— informo el galeno  con el ceño fruncido— quiero  hacer  otras preguntas—  los  tres  asintieron esperando  la preguntas—¿a qué edad te desarrollaste?—

— Recién  cumpliera los doce— respondió su  madre—es decir  casi  un año,  esta próximo  su cumpleaños  número trece—

 un  largo  y  profundo  “mmmmmm”  por  parte del  doctor  provocaron que su padre  se lanzara a por explicaciones

—¿Tienes  novio?—  la pregunta  firme del médico  le  hizo  crisparse.

Antes  que su  boca  se abriera  tanto su madre como su padre  respondieron con un  severo “No”.   Inclino un poco su  rostro hacia abajo, odiaba  ocultar la verdad pero Sam  tenía razón, nadie les entendería

—Leah— le llamo el médico.  Alzo  el  rostro  —¿tienes  novio?— mordió  la parte interna de su labio y  rápidamente  rehuyó la mirada

—N…no…— su  respuesta  careció  seguridad

Oyó  al medico  ordenándole  todo tipo de  exámenes para descartar  que su azúcar  fuera la  causante o  que  pudiera  tener  anemia  dado   la palidez que le  acompañaba  y la  debilidad  que  mostraba.

—¿Has  desayunado?— pregunto  antes de  firmar la  orden

—No—  esta  vez su padre  fue quien respondió

—Entonces   se  pueden  hacer los exámenes  ahora—

 Estoica, se dejo llevar  a  donde  una  mujer de  baja estatura  le  pinchara  para hacerle  los  respectivos  exámenes, luego  le  ordenaron ir  a comer  algo y  regresar para  volver a  tomar  la muestra, la mañana  del  día de navidad  se  le  hizo eterna,  además  les  hicieron  esperar hasta  pasado el mediodía para hablar  con el medico

—Me  quiero  ir  a la casa— manifestó  enfadada

—tenemos que esperar, mi pequeña— la  preocupación de su padre  parecía  haber  remitido  a su madre quien  le miraba  fijamente  incluso cuando esta creía que  ella  estaba  atenta a la pequeña  televisión   de la sala de espera— ante  todo  tu salud—

—Tengo hambre—

—Cuando salgamos de aquí— respondió  tosca  su madre

La consulta del médico   le pareció más  grande,  fría y   oscura  cuando  ingresaron y el sujeto  miraba  concretado  los papeles  en  sus manos,  les  invito a sentarse,  antes de  exponer que  si  tenía indicios  de  anemia  pero para ello  habría   que  tomar  calcio.  No  tenia problema de  azúcar, ni alta, ni baja,  en ese aspecto todo marchaba  bien,  a ella poco le  apetecía el dulce.

—Leah, ¿has  sido sincera con nosotros?— cuestiono el  médico mirándole  a ella   y solamente  a ella— no tienes  nada  que decirnos— Ella  sacudió a cabeza  negando— ¿estás  segura?—

—Le  ha dicho que  no— rugió  su madre— ¿a qué  viene  tanta pregunta?—

—O  el  examen  fue errado, o  su hija miente— hablo el médico  con  frialdad— al  hacer el análisis  de sangre… se  descubrió que la  señorita  esta embarazada—

 Nadie  hablo,  tampoco  respiraban, pues  el silencio  se  hizo  espeluznante.

—¿E-esta  usted  seguro?— pregunto  trémulo  y   bajo su padre

—Podría  hacer  otra  prueba, pero esto  es infalible, a menos que  haya  otra explicación— 

—¡Leah!— el  grito de su madre  le  saco de  su estupor,  en su mente  aun no procesaba la  información,  bueno en  clase de biología   cuando hablaron de  sistema reproductivo   tocaron el tema, y  fue ahondado en  las  clases  que  dieron sobre el  sexo y  los cuidados— ¡¿Qué has hecho?!—  La voz de  su madre  tan alta  y  desesperada  fue poco para  la forma en que le zarandeo como si  fuera una muñeca de trapo— ¡habla, niña!— le urgió

—Señora, ha de calmarse— pido  el  galeno

—¡Usted, no lo entiende, es una niña! no puede estar  embarazada—

  Con esa  declaración  se vino abajo la  dura mujer que  conocía,  los sollozos de su madre le  hicieron reacción.  Estaba  embarazada, embarazada de  Sam.  Se  atrevió  a mirar  a  su padre quien  tenía  su  rostro inexpresivo, casi vacío.

—Habla— ordenó su padre  sin  parpadear

—Y..yo…. yo….— rompió  a llorar, porque no  podía  hacer nada más, no podía decir  nada

—Taysha, ha  de saber  algo—  dijo su  madre— ella estaba  bajo su cuidado—

—Ella  no  lo sabía— susurro  entre  hipidos— nadie  sabía— aseguro, entre  sollozos e hipidos

—Hablaremos de  ello  en privado— rugió  su madre

El médico a regañadientes las indicaciones y  recomendaciones  sobre  su  estado.

Regresaron a  la casa en un  silencio, su madre  sollozaba  pero no se atrevía a decir nada y  su padre él simplemente  mantenía  la  vista  al frente, ni siquiera le miraba; no sabía que esperar,  en  realidad ella  aun no procesaba  la  noticia,  aun  no   se daba  cuenta del alcance  de aquel estado, ni lo que la vida  le traería. Una vez  dejaron la consultas sus lagrimas cesaron, pero los nervios  aumentaban.

Esa  navidad  las cosas cambiaron,  para ella y para su familia,  sus padres  no tardaron en  llamar  a  Taysha para interrogarle  sobre  sus conductas y  hábitos, solo para  corroborar que  ella  había dicho la verdad 

—¡eso es  imposible!— gritaba  la  mujer  a la que  se  acostumbrara a llamar  tía— ella  no sale de casa,  y cuando sale  es para  cosas de la escuela—

—Pues  así es— hablo sombría  su madre—¡esta embarazada!¡una  niña y  embarazada!— clamaba  su progenitora desesperada— y  no quiere  decir nada, así que  recurrimos a ti pero me doy cuenta que no prestabas  atención a mis  hijas ¿ahora  será que las gemelas  también n están embarazadas?—

 Leah, no pudo hacer más que  hundirse  un poco más  en su  silla, mientras la discusión  se lleva  a cabo como si ella  no estuviera presente, lo cierto es que poco  podría defenderse

—¿entonces quien nos  dará  razón?— ladro  su madre  roja de la furia— es culpa  tuya  que  ella   “haya  metido las patas”—

—¡Yo!  Faltaba  más.  No  le he mandado  yo a que abra las piernas que  sea casquivana no es asunto mío—respondió  la  tía  Tay, haciéndole  respingar en su puesto y  soltar un jadeo  de  indignación, aunque  en el momento desconocía el significado de esa palabra  no  era lo que ella le había llamado

—Tiene  razón— fueron  las únicas palabras que  se oyeron de su padres desde que  iniciara la  reunión— no es culpa de  ella, es culpa  nuestra por enviarle  lejos, por  no darnos cuenta que se nos salió de las  manos  y seremos  nosotros  quienes  tenemos que dar la  cara a  los vecinos, no  Taysha—  se  giro a ella  sin  mirarle  verdaderamente  y pregunto—¿Quién es?—

Miro  a los  tres  adultos  frente  a ella,  porque  aunque  cada  uno estuviera  apartado del  potro y  esparcidos por la pequeña  sala, les  veía como si  se tratara de  un  escuadrón de  fusilamiento  listos  para  enviarle a mejor  vida.  Su labio   tembló,  sus manos se retorcieron, su mirada  se desvió, no podía  decir  nada, no  sin   sentir que traicionaba  a Sam, negó  silenciosamente

  —Ya nos  enteraremos— aseguro  su madre  con  cierto  tono  de desprecio  o quizás decepción— ahora  a arreglarte, no le  dañaras  este día  a tus hermanos— viendo  su oportunidad para  huir  lejos de  los tres inquisidores  la  aprovecho, mas  tarde  vería como hablar con Sam,  él lo  arreglaría  todo.

Buenas  tarde-Noches o  días  según sea  el caso,  niñ@s  espero que su semana  vaya  y  termine de maravilla  que todas  las cosas que están   en espera se den  para  feliz término.  Aquí  otro capítulo de esta pequeña  historia espero que la disfruten. Nos vemos pronto con UVO creó… creo…  que  James se ha escapado de la cárcel.  *mirada  inocente*

 Abrazos  Ada

P.S: Lulla  mi amor te amooooooo!