En el nombre del padre, Capitulo 16: Bruja

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Bruja

Suspiré profundamente mientras dejaba caer mi cabeza sobre el posacabezas del asiento de ese avión, sentía esa opresión en mi pecho que no me había dejado dormir bien en los últimos días y maldije por lo bajo mientras me levantaba de mi asiento abruptamente para evitar pensar en la posible razón de esa molestia. Rebusqué en la mochila que había guardado en el portaequipajes y saqué mi cuaderno de dibujo y mis carbones, haría un lío… pero qué mierda. No me importó en absoluto.

Abrí mi cuaderno en una hoja en blanco y comencé a trazar líneas, solo eso… líneas finas y sin sentido que con el pasar de los minutos fueron tomando forma. Mi mente y mis manos en conjunto, sin permiso de mi maldita conciencia, evocaron el cuerpo desnudo de una mujer… tendida sobre una cama, con sus piernas enredadas entre las sábanas. Apreté los dientes cuando mi mano dibujó con líneas finas y gráciles, la curvatura de las caderas desnudas y el pliegue entre su pierna y su pelvis, subí con el carbón hasta su hombro, haciendo el cabello como volutas oscuras de aire, diáfana, hermosa… transpirada luego de la deliciosa y apasionada sesión de sexo áspero y rudo.

_Mierda_ gemí cuando sentí una punzada en mi entrepierna, apretando el carboncillo con demasiada fuerza, haciendo que se resquebrajara entre mis dedos.

_Hey._ cerré los ojos al oír esa voz en mi oído y esa mano suave y delgada sostener la mía para deshacerme de los restos del carboncillo _estás haciendo un lío_

Bufé riendo sin gracia, esta mujer no conocía la necesidad en mi interior, cruda y hambrienta necesidad de ese cuerpo desnudo que era, desde hace semanas, la imagen fija en mi mente para retratar. Obsesión llana y pura… como mierda quiera llamarse.

Y al mismo tiempo el cuerpo que quería olvidar y desencubrir.

_¿No tomarás algo?_ Tanya terminó de limpiar mi lío con uno de sus pañuelos húmedos que sacó de su bolso. Negué con la cabeza mientras con la yema de mi dedo índice repasaba algunas líneas de mi dibujo para darles profundidad y sombras. _Vaya…_ Tanya susurraba en mi oído _es una falta de respeto pensar en otra mujer y evocarla como la estás haciendo tú, cuando hay otra mujer a tu lado._

Apreté los dientes y me tragué las palabras que por un impulso quería decir. No quería sobre reaccionar con Tanya con el mal humor que tenía, le debía mucho respeto a demás que de alguna manera la entendía, ella se merecía toda mi atención y dedicación, ella se merecía lo que otras no.

_Perdona, tienes razón_ dije finalmente renunciando a mi dibujo, con un suspiro profundo cerré mi cuaderno y lo dejé allí, sobre la pseudo mesa desplegable a las espaldas del asiento delante mío. _no estoy de muy buen humor_ dije patéticamente mientras refregaba mi rostro con ambas manos.

_Te entiendo, gajes del oficio… los grandes artistas son propensos de atravesar por estos momentos no tan agradables y tú, Señor Cullen_ su mano se enredó alrededor de mi brazo derecho _estas destinado a ser uno muy grande._

Sonreí negando con la cabeza, si algo había aprendido de Tanya en la última semana que pasamos juntos, era que se trataba de una mujer tempestiva, directa y muy persuasiva.  Ella era avasallante y por supuesto había causado un impacto en mí, a lo mejor no tan intenso como lo había causado la mujer que tenía grabada en mi retina y que me hacía cometer la peor falta de respeto para una mujer, pensar en ella mientras estaba con otra.

_Si tu lo dices_ dije desviando mi mirada hacia la ventanilla abierta para contemplar el atardecer sobre las nubes, en aquel lugar en el mundo, en algún remoto punto situado entre Londres y Estados Unidos.

Había llegado a Londres hacía unas semanas, luego de haber escuchado y visto la peor escusa de venganza que a una persona se le puede ocurrir para obtener dinero y una vida fácil, que era lo que estaba seguro que… Isabella deseaba de mi padre. ¿Venganza?... bueno, debía darle crédito y razón, la madre de Isabella había sido una zorra que había engañado a su esposo con mi padre, pero… mierda, ¿a caso mi padre le puso una pistola en la cabeza a esa tal… René, para engañar a su marido, para ser su amante? ¿Era ese motivo suficiente como para desear tomar venganza?

De repente esa palabra… Venganza, parecía una palabra tan sobrevalorada, tan desgastada, que me hacía reír y al mismo tiempo maldecir, por enceguecer a una persona hasta el punto de no ver y rechazar lo que tiene en frente. Sería muy fácil clamar venganza y querer arruinar la vida de aquél que se inmiscuyó en un matrimonio, allí el error no residía en el tercero en discordia, no… allí el problema era de quién descuidó ese amor de pareja, todos tienen culpa, cada uno en menor o mayor medida tienen culpa del rompimiento de una pareja, el amante, la esposa o el marido… todos. E Isabella no tenía por qué tomar en manos propias problemas ajenos, no tenía por qué heredar la suciedad de sus padre, ni las traiciones de otros y ella lo hacía y eso, con un demonio, eso era lo que me tenía al pie del abismo.

Estábamos bien, demasiado bien… era el puto cielo para mí estar con ella, los encuentros, el sexo, los besos, los momentos, era sublime, pero ella obviamente… tenía que arruinar toda la cosa por un estúpido sentimiento de venganza.

¿Qué más daba clamar venganza por amor al padre o la madre o lo que fuere, si nosotros estábamos haciendo lo mismo?

Mierda…

Cuando conocí a Bella no me imaginaba que podía llegar a suceder lo que nos sucedió, obviamente encontrármela en aquél club, fue una idea estúpida de Rosalie para querer desenmascararla, para demostrar que Isabella no era más que otra que jugaba con nuestro padre. Si… resultó ser eso, pero también resultó que me gustó y mucho, y no deseaba desenmascararla… no por lo menos tan pronto, quería saborearla un poco más, quería aprovecharme de la situación y tenerla en mi mano cuando ella se enterara de quién era yo… el hijo de su novio.

Que bizarro!

Y resultó… increíblemente ella se rindió a mí a pesar de saber quién era yo, la seduje, la traje a mi cama, la follé como sabía que mi padre no hacía y la hice mía, la marqué… Dios, sí, la marqué mía. Y luego de eso no importó nada más. Comenzamos con un placentero viaje de encuentros y momentos en los que me embriagué de ella hasta extasiarme, me comenzó a importar mucho… tal vez demasiado, algo que no se lo permitía a ninguna mujer y ese fue mi peor error. Isabella me salió con el peor cuento sacado de una trama novelesca ridículamente incoherente y tiró por el suelo todo lo que habíamos armado en tan poco tiempo.

Un hijo de Carlise y su madre…

Por favor!

¿A qué mente retorcida y desesperada se le podría ocurrir semejante cosa? Mi padre era un excelente amante… lo fue por años y estoy seguro que jamás se le olvidó algo tan simple e importante al mismo tiempo, como protegerse. Isabella estaba mal… y quería tirar el costal a la espalda de mi padre, algo que no se lo iba a permitir.

¿Había inventado todo esto con la madre? ¿solo para sacar dinero? ¿solo por buscar un lugar en el mundo en el que mi padre se movía? Se lo aceptaba… está bien, muchas quisieron eso… pero ¿inventar un hijo? ¿Utilizarme a mí para llevar a cavo su juego? ¿eso fue todo?

Mierda…

Eso iba más allá de lo moralmente permitido.

Y tuve que escapar… tuve que hacerlo, porque, cielos… no lo habría podido soportar. Si me quedaba, como ella misma me había instado a hacer, como ella me había desafiado a hacer, la iba a desenmascarar e iba a ser de una manera tan cruel que me odiaría por el resto de mi vida y eso lo iba a lograr con tan solo verla besarse con mi padre. Esa imagen mental era algo que no podía soportar, era la estocada final para provocar mi vómito verbal y generar su odio y eso… era algo que inexplicablemente no deseaba. ¿Su odio?... No, nunca, pero tampoco podía permitir que jugara conmigo.

Sopesé mis opciones, Londres, Río de Janeiro, Buenos Aires o Paris. El mapa de opciones era grande y distribuido, Río era mi lugar de vacaciones, pero estaba irónicamente “cansado” de las vacaciones, Paris era la asquerosa ciudad del amor y la verdad no soportaba mucho cada vez que la visitaba, me asqueaba y se me hacía intolerante y Buenos Aires era una gran promesa, seno del arte barroco y europeo… de la vieja escuela, pero era algo que quería explorar más adelante, no era el lugar para ir a llorar mis penas. Por lo que Londres fue la ciudad.

Demetri estaba allí por lo que al llegar fui directamente a su departamento en el centro londinense, un gran edificio antiguo, de grandes mono ambientes que me hacía recordar al departamento que había dejado atrás en Nueva York. Él había sido mi tutor y mi maestro durante mis largos años de estudio en la ciudad, fue el que me forjó y el que me hizo trabajar mi talento y era quién, aún a la distancia y el tiempo, buscaba guiarme por el camino del reconocimiento y el éxito. Él era mi contacto con Tanya, la dueña de una exitosa cadena de galerías en Londres, que deseaba expandirse a los Estados Unidos.

Y era mi oportunidad… y maldita fuera si una mujer y su extraño y loco deseo de vengarse me iba a detener, no… por más que la deseara como nunca había deseado a una mujer, por más que la sintiera mía tan posesiva y enfermizamente, ella no me prefería, ella elegía toda su locura.

Al tercer día que había llegado a Londres, Demetri había comenzado a mover sus contactos para encontrarnos con Tanya Denali, que había salido de viaje y que volvería en una semana. Él me contó de ella, refiriéndose entre otras cosas, a un par de encuentros meramente sexuales que había compartido con ella pero que ya habían terminado, volviendo ambos a establecerse en una tranquila y cómoda amistad.

Visitamos algunos centros de arte joven y callejero a las afueras de Londres, donde algunos jóvenes abocados al arte contemporáneo, vestían los muros de la ciudad con arte puro y llano, algo que me gustó sobremanera y que compartí por un par de días, pintando esos grandes muros de piedra y mampostería, con aerosoles de colores… evocando por supuesto a la mujer que nublaba mi mente.

Conocí luego a un loco herrero que hacía arte con hierro y soldaduras, que vivía en su taller impregnado hasta los clavos de olor a fierro quemado y pintura en aerosol, trabajé un par de días con él aprendiendo de su técnica y quemándome las manos con la soldadora un par de veces.

Dibujé, pinté y dejé volar mis manos sobre lienzos limpios en el departamento de Demetri, no había límites, no había peros ni excusas, no había horas pre asignadas, no había responsabilidades laborales ni mujeres que requieran mi atención, no habían horarios para el almuerzo y la cena, solos yo y mi arte.

Hasta que un día, una rubia fresa portadora de un cuerpo privilegiado y con porte de mujer de negocios pero al mismo tiempo, con aire bohemio, cruzó la puerta del departamento de Demetri para abordarme. Había terminado de trazar la ultima pincelada de la réplica exacta del lienzo que le había regalado a… Isabella, el primero que había hecho de ella plasmando el primer momento de nuestro primer encuentro, una réplica que me había llevado días por el afán de desear hacerlo lo más parecido posible a su predecesor, cuando Tanya apareció en el salón con dos copas de vino blanco en sus manos.

No dije nada. No emití palabra… solo me quedé allí con mi pincel en la mano y con un trapo impregnado de agua ras en la otra, disponiéndome a limpiarlo, mientras ella admiraba lo que había acabado de hacer. Estaba callada y tan concentrada mientras observaba mi trabajo, mientras daba pequeños sorbos de su copa de vino y no decía palabra alguna, que comencé a sentir las gotas de transpiración cayendo por mi nuca hacia la línea de mi espalda. Carajo… ella era la susodicha, la maldita dueña de una cadenas de galerías londinenses que podía o no ayudarme a trazar mi futuro.

Y yo estaba literalmente cagado hasta las patas.

Ella asintió para luego mirarme y alzar una de sus manos para entregarme la copa de vino.

_Tanya Denali_ dijo ésta luego de que tomé esa copa, tomé su mano y la sacudí ligeramente desacostumbrado a saludar a una mujer formalmente, ¿un beso en la mano?... muy caballeroso, ¿un beso en la mejilla?... muy intimo.

_Edward Cullen_ dije en respuesta para luego refrescar mi garganta con ese delicioso vino blanco mientras mis ojos vagaban por las formas de la mujer que estaba plasmada en mi lienzo.

_Es hermosa…_ dijo finalmente _tiene ese aire misterioso y erótico, una mujer caminando de espaldas y mirando sobre su hombro, con colores neutrales prevaleciendo, pero con ese verde aguamarina  fuerte destacándose en su vestido… ¿es alguien especial?_ preguntó Tanya mirándome y dando un sorbo de su copa de vino. Su pregunta me incomodó… obviamente. ¿Qué si era alguien especial? ¿qué tan especial es una persona que te usa para ser parte de un desquiciante plan de venganza? _Edward… tu talento es único, esta obra es sencillamente preciosa. ¿Tienes alguna musa en especial?_ sus ojos brillaron curiosos _¿o cualquier mujer que llena tu cama te sirve de inspiración?_

_Ella no es nadie especial_ dije rápidamente mientras me alejaba de ese retrato que miraba innumerables veces en el día por mero afán masoquista, buscándole alguna imperfección sin éxitos _y si… cualquier mujer me sirve de inspiración _ murmuré llevando la copa de vino a mi boca sin dejar de mirarla a Tanya a los ojos.

Ella se mordió el labio sensualmente y tuve que apartar la mirada, porque eso era algo que me hacía recordar a la bruja que me había hechizado. Bruja… qué jodidamente bien le venía esa palabra.

Sonreí haciéndole creer a Tanya que mi sonrisa se debía a ella…

_Ya veo…_ murmuró acercándose a mi retrato para verlo detenidamente. _Supongo que tienes contigo algunos trabajos más ¿no?, o… ¿tienes tu porfolio?_

_Traje algunas fotografías de lo que dejé en Nueva York y aquí tengo otros lienzos que hice en esta semana, no es nada muy trabajado, solo un boceto preliminar, pero que pienso concluirlos en cuanto tenga tiempo_ me acerqué en unas cuantas zancadas a mi maleta que yacía debajo del sofá de Demetri y saqué el porfolio que ella me pedía, tendiéndole también mi otro cuaderno de bocetos, el que no estaba repleto de retratos de la bruja.

Ella se sentó sin mucha parsimonia en el sofá y comenzó a hojear meticulosamente cada imagen y boceto que allí mostraba, limpié mejor mis manos con el trapo empapado de agua ras  y dejé mis pinceles en un vaso lleno de este líquido. Por alguna razón obvia, me sentía ansioso, por lo que fui hasta mi abrigo y saqué mi teléfono celular, que no había activado con el roaming y el que había dejado morir la batería al ser inútil en Londres. Era hora de arreglar eso.

Lo dejé cargando en la cocina y caminé nuevamente hasta la sala pata bajar de un sorbo mi copa de vino. Decidí lavarme bien las manos para sacarme el olor a agua ras de la piel y busqué en el refrigerador por un bocadillo, decidí hacer unas tostadas de pan francés con un montículo de salmón crudo encima y paté saborizado con olivas verdes… algo que nunca me fallaba, llevé el plato con los aperitivos a la mesa baja de la sala y engullí dos tostadas antes de que Tanya dejara el porfolio a un lado. Lo que me hizo tragar abruptamente.

_Muy interesante_ murmuró abriendo mi cuaderno de bocetos a carbonilla. _Realizas la técnica de grabado muy bien, me sorprendes…_

_Gracias_ mascullé.

_¿Con qué elemento prefieres trabajar? ¿Carbonilla u oleos?_ me miró por un momento, sopesé mi respuesta… amaba todo lo que llegara a mis manos y que me permitiera trabajar.

Alcé mis hombros _Me gusta trabajar con ambas cosas, el óleo es muy cómodo y lo prefiero antes que el acrílico, pero también me gusta manipular aerosol y la acuarela… en definitiva, todo se me hace cómodo_

Sonreí cómplice cuando a mi memoria vinieron imágenes de una… Isabella desnuda sobre la cama y mi dedo dibujando sobre su vientre, con los residuales de su semen y transpiración… pero eso era algo que no estaba incluido en una técnica ¿no?.

_Muy bien… me gustaría verte trabajar durante los próximos días_ dijo Tanya levantándose de su lugar y dejando la copa de vino sobre la mesa baja, _en dos semanas tengo que volver a Nueva York para cerrar algunos trámites y negocios y me gustaría que me mostraras los trabajos que allí tienes, quiero verlos en persona…_

_Claro_ mascullé sin muchas ganas, no tenía pensado volver tan pronto a  los Estados Unidos, en dos semanas mi padre hacía su habitual gala de cumpleaños y no tenía ni la menor intención de asomar mi cara por ese lugar. Isabella estaría allí… ellos estarían juntos, tomados de la mano, besándose, ella fingiendo amor y él paseándola como un trofeo, no… no tenía ni ganas.

_Espero que podamos conocernos mejor en estas semanas Edward, fue agradable haberte conocido, eres… refrescante sin dudas y muy, pero muy prometedor_ me quedé petrificado en mi lugar mientras veía cómo ella se acercaba, bamboleando sus exuberantes caderas y apoyándose con ambas manos en mi pecho para pararse de puntillas y plantar un beso dulzón en las comisuras de mis labios.

Sin duda iba a ser interesante, lo que fuera por sacarme a esa bruja de la cabeza.

Durante las próximas semanas me dediqué, a demás de trabajar en mis lienzos,  a recorrer las galerías de Tanya, con su agradable compañía. Me deleité gratamente con los increíbles artistas exponían sus trabajos dejándome con un muy buen sabor de boca. Esa misma semana me percaté de varias llamadas en mi celular hechas desde la casa de mi padre, algunas de Rose, de Jasper y una gran cantidad de Isabella. ¿Cómo, a pesar de todo lo sucedido, podía atreverse a llamar? ¿Querría asegurarse de que su patético plan de venganza estaba seguro en mi boca? ¿qué mierda pretendía?

No devolví ninguna hasta los últimos días de mi estadía en Londres, mi dedo estuvo a punto de caer en el nombre de Bella, pero me contuve y en su lugar llamé a mi hermana, mi melliza. Ella era mi aliada y lo confirmé cuando llamé a su teléfono uno de esos días en los que mi debilidad estaba jugándome una mala pasada.

_Edward, ¿dónde carajo te metiste?_ ese fue su saludo en cuanto atendió mi llamada. _Papá está preocupado y ni hablar de su Isabella… se cree con derechos de preguntar por ti_

_¿Ella preguntó por mí?_ fruncí el ceño olvidándome de mi saludo exagerado para mi melliza. _Es decir… ¿Qué mierda se cree para preguntar por mí? ¿con que derechos lo hace?_..

_Exacto… esa mosquita muerta se está tomando muchas atribuciones con los Cullen, mira que ahora es la mano derecha de Maria, para organizar la fiesta de cumpleaños de papá_

Rodé los ojos, claro de Carlisle aprovecharía cualquier de estas payasadas que hace anualmente en su nombre y en nombre de su compañía, para presentar a su amante de turno. Que ilusa que era… pero era eso lo que ella deseaba al fin y al cavo.

_Me tiene sin cuidado lo que ellos hagan o dejen de hacer_ mascullé _solo llamé para saludarte y ver cómo están las cosas, lo cual parece que va como ellos quieren_

_Tienes que venir_ dijo mi hermana _Jasper casi nunca está en casa, parece que las cosas con esa amiguita de Isabella, van viento en popa. Espero que al menos ella, no resulte ser una manipuladora como su amiga_

_No conozco muy bien a Alice, pero no creo que sea así… y en verdad me alegro por Jasper si finalmente se siente feliz con ella._

_Veremos… oye ¿cuándo vuelves?_ me imaginaba a mi hermana hablando por teléfono mientras jugueteaba con un rizo de su prolijo e inalterable cabello rubio _Emmett desea ir a los juegos de verano de otoño de los Yankees y no pienso ir con él…_

_No lo sé… tal vez pronto_ sonreí, añoraba ir a casa, pero también prefería por el bien de mi… mente, mantenerme lejos.

_¿Traes alguna sorpresa?_ preguntó con una sonrisa.

_Tal vez… una sorpresa rubia, de piernas largas y ojos azules, tal vez_ dije ilusionando a mi hermana. Ya sabía yo que entre ambas rubias se llevarían más que bien.

_Que bueno sería eso… hace falta alguien con clase y altura en esta casa_

Reí por las ocurrencias de mi hermana, si… bueno, ella era algo egocéntrica, arrogante y mimada, pero era mi melliza y la quería como tal.

_En un par de días estoy allá_ mascullé caminando hacia mi cama, apoyé mis codos en mis rodillas y tomé mi cabeza con mi mano libre, _no… no le digas nada a papá, ni siquiera a Jasper_

_Tranquilo, no diré nada. Recuerda el cumpleaños de papá… el sábado es el gran evento, procura venir_

_No sé si iré… sabes que no me gustan esas cosas_

_Pues tienes que venir… y presentarnos a esa rubia fresa de largas piernas…_

Me despedí de mi hermana y me tiré sobre el sofá sin ganas de nada, aún con el celular en mi mano me dispuse a revisar los tres mensajes de voz que tenía pendientes para escuchar, podía imaginarme de quien era y lo había tratado de ignorar el mayor tiempo que pude, pero ya no… no podía ignorarlos más.

El primero era de mi padre, exigiéndome que llame y le dijera dónde estaba… ¿por qué mierda tanta preocupación? Por dios, era un puto adulto y tenía derecho a desaparecer de vez en cuando del mundo. El segundo mensaje me dejó pasmado y sumido en el sofá, mirando hacia el techo, con una mezcla de sentimientos que no podía poner nombres,

“¿Dónde estás Edward?... Cariño ven a casa, hablemos, déjame explicarte bien todo lo sucedido, dime todo lo que desees, si quieres ríete de mí y mis razones, pero por favor… escúchame. Necesito explicarte, necesito verte… un beso. Espero verte pronto”

Esa hermosa bruja…

Cerré los ojos y apreté el celular contra mi pecho, no quería escuchar más nada de ella, ni su voz, ni su respiración en mi oído, ni sus susurros, ni sus lágrimas. La quería lejos de mí… solo esperaba que fuera lo suficientemente fuerte como para poder hacerlo.

_¿Estas ocupado?_ la voz de Tanya me distrajo de mis pensamientos, ella entraba al salón balanceando sus caderas, montada en esos tacones que hacían lucir kilométricas sus piernas. ¿Cómo había entrado?, seguramente Demetri la había traído.

Negué con la cabeza tapando mi rostro con un brazo,

_Hey_ sentí la mano de Tanya recorriendo mi pecho, lo cual me estremeció. _Vamos a salir a tomar algo, distráete un poco, no tienes por qué tener tu mente enfocada todo el tiempo en la pintura… otras cosas pueden llegar a ser bastante interesantes._ sus palabras iban acompañadas de suaves caricias en mi pecho y a lo largo de mi vientre.

Me gustaba Tanya… me gustaba que se insinuara así, era directa, sin vacilaciones, sin peros… fácil, a lo mejor era eso lo que necesitaba. Alguien libre que me diera lo que quisiera, alguien que no tuviera ideas locas en la cabeza.

Saqué mi brazo de mis ojos y con esa mano tomé la muñeca de Tanya, para tirarla hacia mí, ella cayó sobre mí recostada en mi pecho y sus piernas a horcajadas sobre mi regazo. Su boca a centímetros de la mía… olía a cigarrillo mentolado.

Ella se removió sobre mi regazo haciendo fricción con su centro sobre mi entrepierna, cerré los ojos _Creo que esto puede llegar a ser más interesante ¿he?_ su boca estuvo en la mía antes de que yo pudiera decir algo. Y la besé… no me negué a hacerlo, la besé con fuerza, casi violencia, tenía que borrar otros besos, otros gemidos entre mis labios, tenía que hacerlo porque sino me volvería loco. Maldición… si que me volvería loco y en dos días, cuando la volviera a ver, ser al menos un poco resistente a ella… esa bruja no me iba a hechizar de nuevo.

Tomé el rostro de Tanya entre mis manos besándola con fiereza, mientras podía sentir sus manos en mi vientre por debajo de mi camiseta, clavó sus uñas y las arrastró haciéndome jadear.

Por dios…

_Oh Edward… si, podemos divertirnos tanto tú y yo_ gimió mientras movía sus caderas arriba y abajo sobre mi dura erección.

Mierda… ¿por qué mis manos querían apartarla? No…

La tomé del cabello de su nuca y besé su boca solo para que dejara de hablar, gemí… gruñí cuando sus dientes atraparon mi labio inferior, pero no me separé de ella, si lo quería así, si le gustaba rudo, bien… se lo daría.

Pero cuando  mis manos tazaron sus pechos por encima de su camiseta, mi celular, que había quedado relegado en segundo plano sobre alguna parte del sofá, volvió a sonar.

Entonces tuve las fuerzas suficientes como para apartar su rostro del mío y su cuerpo de mi regazo, me senté en el sofá y agitadamente, tomé mi celular solo para ver en la pantalla su nombre… el nombre de esa mujer que iba y otra vez se metía en mi mente, una y otra vez confundiéndome, jugando con mi juicio.

_Bella_ susurré levantándome del sofá. Caminé hasta la ventana que mostraba un hermoso atardecer londinense y quedé mirando la pantalla, con mi dedo temblando sobre la tecla verde, con la ansiedad inmensa de atender esa llamada, pero con esa parte de mi mente y mi pecho diciéndome que no, que mantuviera las cosas como estaban.

_Esa Bella es la de tus pinturas ¿no?_

Cielos… por un breve momento había olvidado que tenía compañía.

No respondí. Guardé mi celular y me quedé mirando las primeras luces que se encendían en la ciudad, con un lado de mi cuerpo apoyado en el afeiser de la ventana. Tomé una respiración profunda y rastrillé mi cabello con ambas manos,

_Tanya… cuando lleguemos a Nueva York, quiero que seas mi acompañante a la gala por el cumpleaños de mi padre, será en la noche del día que lleguemos._

_No has respondido a mi pregunta_ dijo suavemente detrás de mí, sin llegar a tocarme.

_Bella es…_ vacilé un momento pensando en si debía decirle o no, ella no me juzgaría… de hecho no tenía por qué importarle, Tanya se había convertido en mi amiga en el poco tiempo desde que nos habíamos conocidos y tenía mi confianza y yo necesitaba un oído dispuesto _ella es la novia de mi padre_

_Oh… ya veo_ susurró avanzando junto a mí y apoyando su cuerpo en el lado contrario de la ventana, con sus brazos cruzados sobre su pecho y la mirada perdida en ese atardecer. _cada familia es un mundo…_

Asentí…

Tanya no volvió a decir nada, esa tarde. Ella respetaba mis tiempos, ella había entendido y no exigía nada y eso, era lo que me gustaba de ella.

Y ahora estaba subido en este avión con vuelo directo a Nueva york, sin saber si estaba preparado para volverla a ver, iba a ser difícil, pues… no habíamos quedado muy bien la última vez que la vi, pero iba a verla, deseaba hacerlo, por más que lo negara, deseaba verla y saber cómo estaba, al menos de lejos, mientras ella sostenía la mano de mi padre y yo la mano de otra mujer… no importaba, ella lo quería así.

Minutos después, luego de que Tanya limpiara mi lio de carbonilla dispersa, aterrizamos en el aeropuerto de Nueva York, mi hermana estaba allí esperándonos junto a Emmett. Como predije Tanya y Rose se cayeron muy bien desde que las presenté, enseguida comenzaron a hablar de Europa y otras nimiedades. Emmett en cambio me puso al tanto de dónde sería la fiesta de nuestro padre y a qué hora, era una fiesta temática, por lo que tenía que conseguir una máscara.  Algo de lo que a Tanya le gustaría encargarse.

Fuimos al Four Seasons  para que Tanya se registrara, ella lo hizo casi a regañadientes, no me había pasado desapercibido sus indirectas con respecto a  quedarse en mi departamento pero no, no iba a compartir mi espacio personal con ella, lo había hecho con una mujer y se había sentido muy bien, pero no más.

Yo me dirigí a mi departamento para ordenar mis cosas, había pasado un mes desde que no había pisado mi piso y a demás de encontrarlo con una manta de polvo recubriéndolo, tenía pinturas y lienzos nuevos a los que tenía que acomodar. Iba a tener que llamar a Anna, una de las empleadas en casa de mi padre para que viniera a darme una mano.

Eran las nueve de la noche y ya estaba listo, un estúpido traje de etiqueta con corbata de moño… Dios, nunca en mi vida hubiese pensado en usar uno de estos, lo máximo a elegancia que había optado por usar, fue la camisa blanca sin corbata y un par de jeans negros, esa noche que seduje a Isabella.

Esperé en mi departamento pacientemente por Tanya, me serví un vaso de whiskey y lo tomé en dos sorbos, estaba ansioso, necesitaba ir a ese baile y verla… necesitaba salir de estas paredes y verla de una jodida vez por todas. ¿Cómo estaría? ¿Qué sentiría? ¿Cómo se vería?

Estaba sirviéndome un nuevo vaso de whiskey cuando recordé que no había encendido mi celular, fui a buscarlo de mi abrigo con el que vine de Londres y lo encendí, casi al minuto comenzaron a saltar las llamadas perdidas y dos mensajes de voz.

Revisé las llamadas, tenía una de ella… y un mensaje de voz. Mis manos se apresuraron casi con desesperación a activar la llamada a mi casilla de mensajes y cerré los ojos cuando oí su voz.

“Edward… atiende por favor, habla conmigo. Créeme cariño, no existe nadie que me dé ni la mitad de todo lo que tú me das, se que si vuelves hablaremos y podremos solucionar o tratar de hallar una solución a todo esto, pero no quiero que sigas escapando. No cambiaría por nada tu presencia en mi vida, por nada de nada. Te esperaré aquí con paciencia… vuelve y hablaremos”

Mi hermosa bruja…

Esa hermosa belleza que me tenía entre la espada y la pared, por un lado… por todos los cielos, tenía unas ganas terribles de sacarla del lado de mi padre y llevármela lejos, lejos, tan lejos que solo seamos ella y yo. Cerré mis ojos cuando a mi mente acudieron todas esas imágenes que se mantenían frescas en mi memoria, la primera vez que la vi, bailando sola en medio de la pista de baile de aquél club, moviendo sus caderas sensualmente, mostrando su espalda desnuda. Aquella vez en la piscina de la casa de mi padre, esas piernas suaves y kilométricas, que rodearon mi cintura mientras la envestía una y otra vez contra el espejo del baño. Su manera de montarme, sus pechos bailando por este movimiento hechizante. Mierda, mi pene tembló endureciéndose… ahora iba a ir a la gala de mi padre con semejante erección que seguramente crecería de tamaño con la presencia de su causa en esa fiesta.

Cuando dieron las diez, salí de casa en mi Vanquish negro hacia el Four Seasons a buscar a Tanya, que afortunadamente ya me esperaba en el hall de hotel.

_Toma guapo_ dijo al subirse al auto. Estaba… preciosa, enfundada en un vestido azul noche que le quedaba como un guante, remarcando cada una de sus sugestivas curvas, su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros y sus labios lucían tentadores, de un rojo carmín. En su mano me tendía una máscara blanca medio irregular que cubría la mitad del rostro.

_¿El fantasma de la ópera? ¿en serio Tanya?_ sonreí negando con la cabeza, dejando a un lado esa máscara comencé a conducir hacia la gala.

_Obvio. No puedo esperar a verte con ese antifaz, te verás sexy como el fantasma_ su mano se posó en mi muslo y apretó ligeramente cerca de mi entrepierna. Esta noche no sabía si iba a poder resistir a los avances de Tanya.

Cuando llegamos al hotel donde se celebraría la fiesta, dejé mi auto al valet parking y junto a Tanya nos colocamos nuestras máscaras y caminamos por la alfombra roja hacia el interior del salón. Me temblaban las manos por lo que tuve que rodear la cintura de Tanya para sostener algo y no hacer notar mi nerviosismo.

El salón estaba repleto de personas, todas enmascaradas y vestidos con todas las galas, algunos estaban bailando en la pista situada en medio del gran salón, otros conversaban en grupos y habían otros pocos resagados sentados en las mesas. Traté de ubicar a mi padre en un primer momento, pero lo que se me cruzó delante de mis ojos me hizo desistir en mi búsqueda.

Oh Por Dios

El aire que mantenía atrapado en mis pulmones, no fue suficiente para oxigenar las células de mi cuerpo, por lo que mi corazón comenzó a latir mucho más furiosamente de lo que había estado haciendo. Mis ojos se abrieron de par en par al ver la mujer, con todas las letras que tenía delante de mí… una autentica bruja.

Puta madre.

¿Por qué mierda me hacían esto?

No… no podía apartar los ojos de ella mientras avanzaba inconscientemente hacia su lugar mientras apretaba con demasiada fuerza la cintura de Tanya. No… no iba a poder resistirme, ese vestido… mierda, esos tacones, sus piernas, su antifaz, su escote, todo ella, toda jodidamente bella… Bella.

De repente sentí unas ganas abrumadoras de salir de allí y por más sucio que sonara, correr al primer baño que encontrara, abrir la cremallera de mi pantalón y tomar mi pene duro y grueso en mi mano y tras dos o tres caricias a lo sumo, desatar el furioso orgasmo que se debatía en salir de mi interior.

Y todo por ella.

No se cómo llegamos al lado del grupo donde se encontraba mi padre y los suyos, entre ellos Isabella, que no dejaba de mirarme.

_Papá_ dije apartando la mirada de esa bruja hermosa para mirar a mi padre _ feliz cumpleaños_ tomé su mano y la sacudí dos veces con firmeza, en sus ojos pude ver su cuestionamiento y sabía que tenía una charla pendiente con él _quiero presentarte a alguien… ella es Tanya Denali_ señalé educadamente a mi acompañante que sonreía en dirección a mi padre _Tanya, él es mi padre Carlisle_ ellos estrecharon sus manos saludándose mientras mis ojos no pudieron evitar mirarla a ella… mi infierno personal.

_Es un gusto conocerla señorita Denali… no sabía que mi hijo tuviera tan bella compañía_ por supuesto mi padre haciendo gala de sus dotes de galán, increíblemente no me molestaba.

_Oh, por favor, solo Tanya_ contestó ella colgándose de mi brazo una vez más, pude ver la mirada de Bella viajar hacia ese punto de contacto antes de disculparse y marcharse de allí en compañía de alice. Cielos… tuve que apartar mi mirada y apretar mis dientes, quería seguirla, quería hacerle tantas preguntas, quería saber si estaba celosa, quería besarla… solo eso, besarla, hacerla mía una y otra vez de mil formas diferentes.

Mierda, tenía que concentrarme en Tanya, solo en Tanya… ella se merecía toda mi atención.

Mi padre se disculpó unos minutos después, la cena se iba a servir pronto por lo que debíamos ocupar nuestros lugares en la mesa de la familia, pero yo aún no podía enfrentarla de nuevo, necesitaba espabilarme, tranquilizarme y poner mi voluntad bajo control nuevamente, por lo que Tanya fue a la mesa sola y yo me dirigí al bar.

_Un whiskey doble por favor_ le pedí al camarero. El hombre me sirvió sin demoras y yo me lo tomé sin demoras también, pedí otro… quería entumecerme al menos y si tenía que enfrentarla que mi cuerpo no reaccionara en la forma que reaccionaba.

Pasé unos minutos allí en el bar y cuando terminé mi segundo vaso pedí un tercero, me paré con el vaso en mi mano y caminé hacia la mesa, pero lo que vi… me hizo apresurar más el paso porque si continuaba viéndolos vomitaría encima de mi padre, Isabella y él se estaban besando descaradamente. Llegué a mi silla a un lado de Tanya y me senté inestable,

_Asi que padre…_ murmuré haciendo que ambos se separaran, mi padre volteó a verme con una mirada frustrada y ella… solo me veía con sus mejillas sonrosadas y sus labios húmedos y rosados. Maldición… quería que estuviera así de agitada solo por mi culpa. Le pregunté a mi padre por sus inversiones comparando su capacidad de negociaciones con su dote para la conquista, no pude evitar sonar sarcástico, algo que él ignoró olímpicamente. Isabella sin embargo me miró con aprensión…

Si preciosa… enójate, ódiame si quieres, al menos ese sentimiento quiero provocar en ti, es un sentimiento intenso y fuerte.

Mi padre comenzó a relatar una sarta de sandeces con respecto a su compañía y a posibles nuevos socios, lo que yo aproveché a comparar con las cualidades de Tanya-

_Creo que encontré las cualidades de mi padre reflejadas en ti Tanya, muy buena en todo… incluso en los negocios._

Tanya rió y comenzó una conversación con mi padre, mis oídos no se mantuvieron atentos a lo que decían, el whiskey estaba haciendo efecto en mi cerebro entumeciéndolo como yo deseaba, en cambio mis ojos no podían dejar de mirarla. Ella me llamaba, como una puta sirena, como un trozo de carne para un león  hambriento… ella me embrujaba y era capaz de hacerme perder en el abismo de sus ojos. ¿Por qué no tenía control cuando estaba frente a ella? ¿Qué mierda me sucedía?

Mi cuerpo se estremeció cuando las uñas de Tanya rastrillaron mi brazo sobre la tela de mi saco, pero mis ojos no se desviaron. La llamada de atención de Tanya fue muy clara para mí… me estaba pidiendo sutilmente que no fuera tan obvio, pero mierda santa, no podía evitarlo. Mis ojos esta noche eran solo para Isabella.

_... Soy dueña de una cadena de Galerías de arte en Londres, exhibo arte joven y moderno y en Edward vi todo eso y mucha pasión, me gustó mucho su trabajo y me gustaría trabajar con él._

Fui consciente de parte de la conversación cuando noté la mano de Tanya desviándose de mi brazo hacia partes más ocultas por la mesa, como mi entrepierna.

_Excelente!_ exclamó mi padre _estoy seguro que tanto a ti como a él les irá muy bien, tiene todo mi apoyo_

_Gracias papá, pero creo que Tanya puede manejar todo muy bien… soy consciente de su potencial_ dije mirando a la dueña de la mano que masajeaba mi pene semi erecto. Tanya iba a ser infalible esta noche… y tal vez fuera la indicada para ayudarme a olvidar a mi pesadilla personal.

En un momento en que la mano de Tanya se estaba tornando insoportable, porque más que querer levantarme de la mesa para llevarla a ella y follarla en un rincón, deseaba a otra mujer que ahora se distraía con su amiga Alice y que era dueña de mis miradas libidinosas y totalmente necesitadas de su presencia. Dios… ¿qué carajo me sucedía?

Entonces ella se paró de la mesa llevando a mi padre de la mano, fueron a la pista de baile a abrazarse acaramelados para bailar. Cielos… odiaba a mi padre en ese momento, tenía en sus brazos lo que yo quería en los míos. Estaba a punto de levantarme de esa mesa y llevar a Tanya conmigo para desahogarme de una vez por todas cuando ella se separó de mi padre y caminó hacia un lado del escenario mientras mi padre continuaba socializando junto a sus socios y amigos, lapas que se prendían de él para sacar algún tipo de beneficio, al igual como lo estaba haciendo ella…

Esa era mi oportunidad… quería verla, maldita sea, quería estar con ella al menos solo un par de segundos. Me quedé unos minutos más en la mesa para no levantar sospechas y fue el momento en que las luces se apagaron para que esa hermosa bruja apareciera como una visión sobre el escenario. Ella comenzó un discurso, una sarta de mentiras sobre la familia, los amigos, esa persona especial para ella, que supuestamente era su padre, algo totalmente inverosímil. Agh! Mentirosa! Deseaba gritar frente a todo el mundo lo mentirosa que era ella, mi lengua estaba más suelta que nunca, pero la mordí para no cometer ese error… no aún, no, quería desenmascararla, pero ya encontraría el momento ideal. 

Me aparté abruptamente de lado de Tanya y me encaminé ciegamente hacia el lateral del escenario donde ella se había perdido, sabía que podía encontrarla allí. Y lo hice, luego de esperar unos minutos más mientras ella seguía recitando esa mierda allí arriba, recostado en la pared a un lado de la puerta por la que pensaba que saldría.

Hasta que lo hizo.

_Bonito discurso_ dije cuando ella hizo aparición ante mí, mierda… mi cerebro estaban demasiado embriagado porque podía jurar que ella expedía luz de su piel, ella era un puto ángel. _No sé cómo puedes ser capaz de decir tanta mentira junta, cada día que pasa me sorprende cada vez más tu excelente capacidad de mentir_ dije con desdén. Y ella… mierda, ella trató de ignorarme y pasar por mi lado como si yo no estuviese allí, pero no… no, no se me iba a escapar. La tomé de su muñeca y la tiré contra mí, su dulce y embriagante aroma me pegó como un bloque de ladrillos haciéndome empujarla hacia la pared más cercana. Ella se negó queriendo soltarse pero no, no podía dejarla ir.

Puta madre.

_¿Cuándo vas a detenerte?_ susurré sobre sus labios, rojos y apetitosos que me llamaban, maldita sirena. _¿qué pretendes Isabella?, realmente estoy perdido aquí_

Quería besarla… por dios que deseaba a besarla, pero también la quería completamente mía. Entera, soberbiamente mía. Quería que rompiera los lazos con mi padre y que me siguiera, yo… la llevaría a cualquier parte del mundo, solo por tenerla a mi lado.

Ella me replicó dándose cuenta de mi embriagadez, lo cual puse en duda.

_No estoy lo demasiado ebrio como me gustaría, solo lo suficiente como para venir a hablarte y tocarte… algo que me prometí que jamás volvería a hacer, sin embargo heme aquí… sin poder detenerme, como siempre me pasa contigo_ era tan vulnerable a ella, me tenía en sus manos.

Me recriminó el no haberle dicho nada aún a mi padre, nada sobre su mentira, pues no lo había hecho porque… porque de alguna manera le creía, pero por dios santo, era mi padre, no era un desalmado cualquiera, él no hubiese tenido un hijo con cualquiera y desentenderse de él.

Y entonces me echó… la bruja descarada me echó antes de darme explicaciones, estaba más que claro que no me las daría, ella estaba ciega, con la estúpida idea esa en la cabeza y yo… estaba impotente porque deseaba que recapacitara y lo olvidara, pero ella, era tan terca cielo santo. Hasta creía que la odiaba… que la odiaba! ¿cómo podía creer semejante estupidez? Si yo moría por ella… si me tenía en su mano como un títere y era capaz de cualquier cosa con tal de tenerla, menos obligarla.

_Yo… yo no te o…_

_¿Edward?_

Tanya. Cerré los ojos un momento agradeciéndole de haberme salvado de haber hecho cualquier estupidez.

_Vamos guapo… encontré algunas personas que me gustaría presentarte_ miré a Isabella, su mirada estaba clavada en Tanya y sonreía por dentro al notar un deje de celos en su mirada.

Si… celos bonita, lo mismo que siento y me carcome el alma cuando te veo con mi padre.

_Claro_ dije con resignación, no iba a poder ser en ese momento… pero la besaría, por dios que lo haría.

Tanya me llevó rápidamente por el corredor hacia el lado de los baños _¿Por qué la persigues así? Dios Edward… no eres nada disimulado ¿sabes? Media fiesta se ha dado cuenta de la manera en que la miras, cómo la desnudas con los ojos, la rabia que sientes cuando ella besa a tu padre… no puedes ser tan arrastrado por esa mujerzuela interesada_

Eso me sacó… Tomé a Tanya de la cintura y la llevé hasta la primera pared que encontré, haciendo que su espalda chocara contra ella,

_Que algo te quede claro Tanya_ dije entre dientes _esa arrastrada tiene nombre y apellido… Isabella Swan, la mujer que me tiene loco. No hables así de ella nuevamente porque… no respondo Tanya, me vale una mierda la galería, mis pinturas y toda la maldita cosa, no hables así de ella_

_Entonces se suficientemente hombre y respétame Edward_ sus ojos azules llameaban y podía ver en ellos la vena manipuladora y posesiva de Tanya, algo que me tenía sin cuidado  _ porque me trajiste a mí aquí y lo único que haces es estar babeando literalmente por esa zorra que, métetelo en la cabeza, pertenece a tu padre._

Maldita mentira!... Isabella me pertenecía a mí, solo a mí. Estaba seguro que ella no se había podido entregar a mi padre, no, no lo había hecho… todo su cuerpo hablaba y cantaba y solo para mí.

Pero me quedé callado y cerré los ojos tratando de dar unas cuantas respiraciones profundas, me sentía ligeramente más sobrio… y con esa sobriedad retornaba la cordura y sabía que estaba haciendo mal. Todo era un lío… un reverendo y soberano lio. Que estaba en manos de Isabella arreglar.

Mierda… tenía que conformarme, aunque no quisiera, a mirar ese lio desde afuera.

Me fui con Tanya y pasamos unos momentos más en la fiesta, siempre a su lado, se lo debía, lejos de mi familia… lejos de ella.

Nos fuimos un tiempo después hacia el lobbie del hotel, Tanya quería reservar una habitación, ¿su excusa?... no quería que manejase mi auto a mi departamento en el estado en que me encontraba. Tenía razón, a demás ella también tenía unas copas de más por lo que subimos a la habitación 64.

_¿Deseas que te prepare un café o algo más?_ dijo Tanya en cuanto abrió la puerta de la habitación. _Yo tengo ganas de un “orgasmo2… ¿quieres uno?._

Mierda… ¿así o más directa?

Me dejé caer en el sofá de la pequeña sala y recosté mi cabeza entre las almohadas mullidas, no le respondí… quería un “orgasmo”, pero de la bruja que me tenía enroscado en su dedo meñique.

Pronto caí en un estado de semiinconciencia, entrando y saliendo de una bruma que nublaba mi cerebro, producto del cansancio, el sueño y el alcohol que aún recorría mi sistema. A penas sentí como las suaves curvas de una mujer se posaban a horcajadas sobre mi regazo, sus manos peinaban mi cabello para luego bajar hasta mi cuello y lentamente desanudarme la corbata de moño y abrir los primeros botones de mi camisa,

_Bella…_ susurré cuando sentí sus dedos sacar con lentitud, el saco de mi frack de mi torso y tarareé de placer cuando sentí esas mismas manos por debajo de la tela de mi camisa.

__Olvídala_ susurraron unos suaves labios antes de devorar mi boca con ímpetu y hambre. _Y tómame a mí…_ sentí esos mismos labios recorriendo la piel de mi cuello y el inicio de mi tórax. Sus caderas se removieron ansiosas sobre mi creciente erección y sus labios subían para devorar nuevamente mis labios.

_Eres una bruja_ dije con voz pastosa. Un par de manos comenzaron a desabrochar la hebilla de mi cinturón mientras la caliente lengua lamía el lóbulo de mi oreja.

_Me dijeron peores cosas_ rió una exasperante voz en mi oído. Pestañeé confundido y alcancé a ver una cabeza rubia moviéndose sobre mi pecho y bajando mientras abría los botones de mi camisa. Mis manos reaccionaron tomando el rostro de la mujer y levantarla hacia mí.

_Tanya_ susurré, ella me miró complacida y sonrió continuando con su trabajo en mi pantalón.

_Déjame darte ese “orgasmo” tan ansiado Edward…_ se mordió el labio sensualmente y algo en eso estaba muy mal, mi pene no había reaccionado a eso como si lo haría con otros labios. Jalé a Tanya hasta sentarse a mi lado en el sofá.

_Necesito un poco de aire…_ dije levantándome ligeramente mareado. No escuché sus réplicas, solo atiné a abrir esa habitación de hotel en la que parecía que me estaba ahogando y encaminarme hacia el ascensor.

Por alguna razón miré el tablero del ascensor una vez adentro y mi dedo oprimió el último piso, la suite. Rose me había dicho que mi padre e Isabella se quedaban en el hotel esta noche y me jugaba lo que fuera, que estaban en la suite, no esperaría menos de mi padre.

Cuando llegué allí, caminé un poco tambaleante hasta la puerta, la única en ese piso y me recargué sobre el marco de la puerta escuchando… ¿qué esperaba oír?... ¿los gemidos de placer de Isabella? ¿los gemidos de mi padre? ¿tan masoquista era?

Si…

Era un puto masoquista, sino que alguien me explicara qué mierda hacía aquí, fuera de esa habitación preparado para lo que fuera, estaba resignado… no daba más, sería lo que ella quisiera.

Y toqué la puerta. Por un momento pensé que nadie me iba a abrir, tal vez la bruja se lo había follado y cayeron dormidos, tal vez ella se fue. Me recosté en la pared al lado de la puerta y deseaba dejarme caer para sentarme como un perro herido… hasta que alguien abrió.

Era ella… y se veía que había tenido acción esa noche. Por dios… a pesar del dolor que surgió en mi pecho, la vi tan hermosa, su cabello revuelto, sus mejillas sonrosadas, sus labios hinchados, su cuerpo cubierto solo con una simple bata de hotel.

_Veo que la pasaste bien…_ dije con sarcasmo. Ella jadeó dando un pequeño saltito, llevando una mano a su pecho, con sus ojos marrones fijos en los míos. Recorrí su cuerpo con mis ojos y con mi boca haciéndose agua, por dios… quería mordisquear otra vez esos pezones rosados, mamarlos, quería apretar sus pechos alrededor de mi pene y follarlos mientras su legua recibía las envestidas de la cabeza de mi pene en su boca, quería tanto. Ella se dio cuenta de mi mirada lasciva y trató inútilmente de tapar su escote… mi imaginación ya había volado muy lejos.

_¿Folla bien o te quedas con el hijo?_ murmuré cerrando los ojos, me dolía verla bien follada… y no haber sido yo el que lo hizo. Dejé caer mi cabeza palpitante sobre la pared detrás de mí, dolía… dolía.. la puta madre, dolía y uqería sacar ese dolor.

Ella me echó de nuevo… pero no, no podía. Si ella supiera lo duro que se me estaba haciendo todo esto, no podía alejarme, bruja de mierda! Con la ira corriendo por mis venas, separé mi cabeza de la pared y la dejé caer con más fuerza en ella, y otra… y otra vez…

_No puedo_ me dolía que me echara… dolía que me quisiera fuera de su vida, no podía estar ya lejos de ella. Y Dios sabía que lo había intentado inútilmente.

Un par de manos detuvieron mi auto flagelamiento.

_Basta Edward… te vas a hacer daño_ su voz contenía una nota de tristeza, por supuesto… tristeza y pena por lo patético que me presentaba ante ella. Tanya tenía razón… yo era un arrastrado.

_¿Aún más?_ pregunté con burla.   Dios… la deseaba tanto, tenerla tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, desearla y no poder tenerla. Quería robármela, secuestrarla, llevarla lejos.

Ella remarcó el hecho de que ambos nos estábamos dañando… y tenía razón. Pero alejarme de ella por eso, no era una opción, no más. Que me retorciera las entrañas verla con mi padre, que me estrujara el… corazón sabiendo que no me quería a su lado, pero no me iba a ir, no otra vez. No iba a tratar de olvidarla, simplemente porque ella ya estába instalada en mí, impregnada en mi piel, incrustada en mi corazón.

_¿Qué… puedo hacer?_ dije suplicando patéticamente _¿qué tengo que hacer para que dejes esa idea?_ tragué el nudo en mi garganta y por dios… sentí mis ojos húmedos. _Ven conmigo… vámonos lejos, donde quieras_ dije a duras penas.

_Edward_ susurró sin fuerzas. Y no pude más… todos los hilos que me mantenían alejados de ella, se rompieron cuando tomé ese precioso rostro y la besé con desesperación, apretándola contra mí porque tenía la sensación asquerosa de que si no lo hacía, ella se esfumaría como volutas de humo en mis manos. Y no quería que se me escapara… por dios, no quería, no quería… ella era mía!

Gruñí en su boca queriéndome fundir en ella, queriendo tener algún tipo de poder y desaparecerme de allí con ella y llevarla donde se nos diera la gana, solo para… amarnos.

Volteé sobre mi eje cuando el beso excitó parte en mí que solo le pertenecían a ella y la empujé hacia la pared, ella me hizo un lugar entre sus piernas y presioné mis caderas en su centro caliente para hacerle saber mi grado de excitación. Besé su cuello, su clavícula, su oído, su boca una vez más y gruñí desesperado…

_Te necesito!_ gemí ansioso. Mierda… mi pene se retorcía ansioso dentro de mis pantalones, buscando esa envoltura caliente que muchas veces ya lo había cobijado, me moría por estar dentro de ella. Bajé mis manos por su cuerpo atrapando su culo entre mis manos y levantándola del suelo para acoplarla a mis caderas, la iba a follar en ese corredor… _Necesito saber que eres mía… que lo sigues siendo Bella, quiero borrar su rastro de tu cuerpo, oh dios… te…_

_Edward_ interrumpió la pura verdad que iba a salir de mi boca. _Sería mejor… que tú, tú te vallas… tienes a Tanya_

_Y una mierda!_ rugí.

Tanya… ¿quién mierda era Tanya comparada con ella? Mis ojos estaban nublados, mi respiración errática, por dios… la necesitaba y se lo dije. Solo ella… siempre ella.

_Vámonos lejos los dos Bella_ sentía que me estaba jugando mi última carta.  Ella estaba nublada por ese deseo de venganza… ella, no me quería.

_Edward, no… no puedo_ susurró en un hilo de voz.

Su carita estaba triste, por dios… ella estaba demasiado herida, por culpa de mi maldito padre, tan herida. Mi pequeña bruja, _No puedo luchar más contra esto, no puedo_ dije desesperado, mis manos escocían por tomarla y sacarla de allí cual hombre de las cavernas, pero era su deseo contra el mío… y ella no me quería. Por dios, cómo dolía _¿Piensas seguir con esto?_

_Tengo que seguir_ fue su última palabra. Y aunque me doliera como mil puñetazos en el pecho, la respetaba… porque… porque esa mujer tenía el poder de destruirme. Cerré los ojos en el preciso segundo que escuché ese crack en el centro de mi pecho.

_Bien_ susurré evitando su mirada… que reflejaba compasión, lástima. No quería su lástima, quería… quería todo. La dejé en el suelo y me alejé de ella dando unos pasos hacia atrás, di media vuelta y con las piernas temblorosas me encaminé hacia el ascensor con la mayor dignidad posible, la poca que me quedaba… me había arrastrado por ella y de nada sirvió. Ella se había encargado de penetrar mi pecho, tomar mi corazón en su mano y arrancarlo para quedárselo… una verdadera bruja.

Salí de ese piso, de ese hotel y en un taxi volví a mi departamento… estaba dispuesto a borrar como sea de mi vida a Isabella Swan.

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OMG... uff... fue como parir un hijo, porque en realidad cuando comencé el fic tenia pensado hacer todo el fic POV Bella, pero este más bien outakke... fue un as sacado de la galera. Espero les haya gustado y disfrutado... 

26 hojas chicas uff!!