Donde está el amor, Capitulo 23: Deseos y pasiones

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Deseos y pasiones 

Estaba sumida en el más placentero de los sueños, me sentía en paz, me sentía relajada y en el límbo. Luego de semanas y semanas al fin podía dormir en paz y eso sin duda se debía al hombre que con uno de sus brazos en mi cintura y su otra mano enredando los dedos en mi cabello, esa noche velaba mis sueños. El sol aún no salía pero no iba a tardar en hacerlo, mis ojos no se habían pegado en toda la noche, pues estaban bien despiertos y fijos en el hermoso rostro de Edward que dormía como un bebé. Era todo tan subliminal… la primera noche entre los brazos del hombre que amaba y era feliz. No necesitaba más.

Habíamos hablado todo lo que restaba del día, horas y horas, le había mostrado mis fotografías de Libia y de las diferentes ciudades que habíamos visitado a través del conflicto, Tikrit, Tripoli, Bengasi, Sirte, entre otros poblados más pequeños donde la tiranía de Kadaffi había estado presente en los últimos meses, falta de suministros, hambre, persecución y muerte, tortura y secuestros. Él limpió mis lágrimas que caían libremente por mis mejillas, teníamos tanto en común aún sin haberlo esperado, tanto él como yo habíamos sido testigos de cosas crueles en ese país lejano, niños hambrientos esperando un plato de comida o mamando un pecho sin alimento de una madre muriendo de inanición, casas derribadas dejando en la calle a familias enteras o solo a miembros de ella llorando sus muertos, dolor… injusticia… tanto para arreglar, tanto por ayudar. Y él estaba dispuesto a seguir luchando mano a mano con nosotros, voluntarios para auxiliar aquellas personas exiliadas a volver a casa y mientras tanto, cuidar de ellas, alimentarlas, darle techo, cobijo y una esperanza.

Él conoció a mi madre y padre, gracias a la cantidad de fotografías de ellos que tenía en mi laptop, se interesó mucho en mis trabajos anteriores como corresponsal gráfica en otros países, mis trabajos individuales y las historias detrás de las imágenes, miles, cientos de cosas para contar. Él sonrió con la historia de Abbas y Azhar y nuevamente limpió mis lágrimas cuando le conté la historia de esos hermanos con sus padres muertos y familiares desaparecidos. Solos… como él.

--¿Qué edad tienen?— preguntó interesado mientras pasaban las fotografías frente a nuestros ojos, Abbas aprendiendo a manejar la cámara fotográfica, Azhar corriendo gaviotas en las playas de arenas blancas.

-- Según nuestros datos, los que pudimos encontrar en el registro de personas, son mellizos de 10 años—

--Son pequeños y dices que perdieron toda su familia—

--Si, sus padres fueron torturados, él era del ejército rebelde y ella fue secuestrada por el ejército de Kadaffi y utilizada como bomba humana—cerré los ojos recordando la información que con el tiempo fuimos obteniendo, desgarradora y tan injusta –a ella la usaron para hacer estallar el lobbie de un hotel donde había un contingente de periodistas franceses—

--Oh dios…-- me sobresalté al oír un puño colapsando sobre mi mesa de tareas, la laptop rebotó. Edward estaba enojado, muy enojado. Él respiró varias veces y se tomó el tope de su nariz con sus dedos, --Bella, yo… viví tantas cosas, tantas pero esto.... Esta maldita guerra de mierda, no… no tendrían que suceder estas cosas. Dime si hay un Dios Bella ¿por qué permite estas cosas?— gruñó rabioso.

Puse mi mano sobre su hombro en un intento vano de reconfortarlo. Mi madre creía en dios, mi padre también. Ellos eran dos miembros activos de la iglesia, de esos que iban cada domingo a misa y agradecían antes de la cena, festejábamos navidad a lo grande teniendo en cuenta su real significado y hasta hacía poco, colgaba de mi cuello una medallita del ángel de la guarda, que ahora estaba guardado en algún lugar de mi mochila. Creía en dios, creía en Jasús… pero a veces vivir las cosas que Edward y yo habíamos vivido, nos hacía dudar. La fe es algo que se alimenta y la fe en mí estaba hambrienta, con todo lo que mis ojos habían visto mi fe estaba que se moría de inanición. ¿Qué podía decirle a este hombre que a demás de haber perdido sus padres de manera tan cruel, venía como soldado a ver más y más crueldad donde las miserias humanas estaban al corriente y frescos como pan de cada día? No podía decir nada. Solo pedir a algún ser supremo, que hubiera gente que pudiera dormir bien hoy, al menos con una manta que lo aparte del frío, alimento y esperanza… que es lo último que se pierde.

--No sé porque pasan estas cosas mi amor, solo sé que está en nuestras manos poner un granito de arena para hacer algo.—

--¿Qué se puede hacer para mejorar la vida truncada de dos niños inocentes que perdieron todo? Huérfanos Bella… huérfanos— sus ojos brillaban de impotencia, bronca y rabia.

Oh mi vida… huérfanos como tú.

Cielos… quería llorar, pero tenía que ser fuerte por este hombre que no tenía fe, fuerte por él, por esos niños que se habían robado mi corazón, por los que estaban pasando por una similar situación. Fuerte.

--Serán reubicados, es lo más que podemos hacer, una familia adoptiva—

--No… desconocidos en su propia tierra, en un país en transición con una crisis económica y social intolerable, aún con el peligro a la vuelta de la esquina, no. Ellos merecen más, mucho más… ¿qué podemos hacer Bella?— parecía desesperado, él se sentía identificado con esos niños y podía comprenderlo, valla que sí podía.

Negué con la cabeza, solo podíamos hacer lo que estaba al alcance de nuestra mano.

--Hablaré con Alice, ella maneja las reubicaciones… veremos amor, veremos— acaricié su cabello y besé su hombro. Él me miró con sus ojos brillantes y trató de sonreír, un gesto que no llegó a sus ojos.

--¿Sabes?... siempre me hubiese gustado tener hermanos—

--A mí también— dije con una sonrisa ---mis padres no pudieron tener más hijos y a pesar de no tener hermanos no me sentí sola, ellos hacían lo posible para que no me sintiera así.  A demás, nunca extrañarías algo que nunca tuviste, pero… veía a mis amigas, algunas tenían hermanos y peleaban con ellos, otras eran cómplices de sus hermanos. Me hubiese gustado tener ese vínculo especial que solo se da con un hermano—

--A mí también… no me hubiese sentido tan solo cuando mis padres se ausentaron—dijo con una sonrisa triste.

Oh mi amor…

--¿Sabes?, ellos... Abbas y Azhar, tienen esa clase de vínculo. Es tan fuerte y tan intenso que me estremece. A veces me gusta quedarme largos minutos y minutos observándolos. Él la protege, ella lo cuida. Son tan increíble ambos, conquistaron mi corazón desde el primer día y a pesar de que deseo que sean felices y estén bien, mi parte egoísta no quiere que se los lleven… y eso puede suceder en cualquier momento—

--¿Existe la posibilidad de que con la reubicación sean separados?— preguntó luego de unos segundos, la preocupación por esa posibilidad se entreveía en su ceño fruncido y la tensión de su cuerpo. Y dios sabía que era algo que yo temía enormemente.

--La idea es que ambos vayan a la misma familia… pero en Libia eso es poco probable que suceda, las familias de clase media están por debajo de un salario bueno y los pocos ricos no adoptan.—el comenzó en seguida a negar con la cabeza.

--Bella, no tienen que separarse. No debes dejar que eso suceda—

--No quiero eso, pero amor, no está en nuestro poder. Eso lo decide el consulado libio y otras autoridades-

--No… no deben separarse—dijo como un mantra, una oración con desespero, una orden.

El resto de la tarde estuvimos acostados en la cama, hablando de todo y nada, conociéndonos, hablando de nuestras experiencias y miles de cosas tontas. Ex novios y ex novias… me sorprendí al saber que él había tenido solo una novia formal en toda su vida y que con ella había durado dos años en la universidad, que la había querido pero que no la había amado, que ella estudiaba derecho mientras él hundía su cabeza en libros de negocios y que rompieron cuando se dieron cuenta de que su relación era fría y aburrida, cuando se dieron cuenta que faltaba la pasión, el deseo y que su trato era más como amigos que como novios. Hablamos de mi ex novio, alguien de poca importancia que conocí en la universidad y con el cual solo estuve seis meses, mi carrera estuvo siempre primero y se tuvo que resignar a dejarme, hablamos de nuestros amigos, Alice, Emmett, Jasper y hasta hablé de Jake.

--¿Aún está aquí?—dijo entre dientes mientras tenía sus ojos clavados en el techo, mi mano hacía círculos en su estómago y sonreí suavemente al percibir una corriente de celos. ¿Celoso?... oh si supiera que Jake no le llegaba ni a la suela de los zapatos, si supiera que mi mente y mi cuerpo y toda mi existencia solo tiene un dueño y que era ese soldado que se había ganado mi corazón desde el primer segundo, la noche de mi rescate.

-- No… no soportó estar aquí, no sirve para estas cosas. No supe nada más de él— dije deleitándome con el alivio que sufrió sus músculos tensionados.

--Cuando vuelvas seguramente te lo volverás a encontrar—insinuó volteando su cabeza hacia mí, --seguirán trabajando juntos— sus ojos verdes brillaban oscuros en la semioscuridad que había caído sobre el cuarto cuando la noche cayó.

Sonreí y me mordí el labio… ¿este ser increíble celoso de un cobarde?. No lo podía creer.

--No lo sé, el es camarógrafo… no tiene nada que ver con lo que yo hago, solo somos de la misma cadena de noticias y coincidimos en Libia, nada más—alcé una ceja y a pesar de haber apretado mis labios, una risita salió de entre ellos. El sonrió frunciendo el entrecejo y en medio segundo lo vi moverse y rodar encima de mí.

Oh por dios…

--¿Qué?—dijo acomodándose entre mis piernas, lo miré incrédula y sonreí. Sus manos estaban a los laterales de mi cabeza y su boca a centímetros de la mía.

--Que te amo--  dije alzando mi mano para acariciar su mejilla, él cerró los ojos y pude escuchar un gemido por lo bajo, casi como el ronroneo de un gato. –Jake no es nadie, solo un compañero de trabajo que resultó ser un cobarde insoportable—

--Insoportable… cobarde… eso me gusta y me siento aliviado. ¿Está mal sentir así?—abrió sus ojos y pegó su frente a la mía.

--No—susurré – lo que está mal es sentir celos de alguien que no vale ni la cuarta parte de lo que vales tú—

Nos quedamos cayados por unos minutos solo mirándonos, observándonos, grabándonos en nuestros recuerdos cada detalle de nuestras caras, acariciándonos con suaves toques y unidos por nuestras miradas.

--Te amo Bella, por dios cuánto te amo—dijo antes de besar mis labios intensamente, probar su lengua era un regalo del cielo, su saliva era almíbar dulce que estaba segura que ya me estaba volviendo adicta y sus mordidas en mis labios, embriagadoras. Alcé mis manos hasta enredar mis dedos en el cabello de su nuca y gemí cuando sentí que la punta de su lengua tocaba mi paladar, sus jadeos y suspiros inundaban mi boca y gruñidos acompañaban un movimiento de caderas involuntario. El se separó en cuanto se dio cuenta de las reacciones de su cuerpo y recostó su frente entre mis pechos mascullando incoherencias entre dientes.

Pasaron un par de minutos hasta que pudimos acompasar nuestra respiración y volver a mirarnos a los ojos. Mis manos no se habían detenido de acariciar su nuca calmando a ese hombre con instintos y necesidades que querían salir a la luz después de mucho tiempo. Sonreí con incredulidad… era yo que iba a recibir las caricias y besos de un hombre desbocado, un hombre que reprimió sus deseos por largo tiempo y que era inevitable no dejarlos salir.

--Hora de dormir—sentenció a regañadientes. Asentí más por su bien que por el mío, él estaba cansado, no había descansado desde que había llegado en ese helicóptero desde Libia. Miré el reloj de mi mesa de noche y jadeé al ver la hora. Las 2pm y aún sentía que tenía energía para seguir y seguir hablando con él… pero ambos debíamos descansar.

En quince minutos él entró a mi habitación con su pijama puesto y su ropa militar colgando de un brazo, descalzo y oliendo a menta.

--Mañana me acompañaras de compras, no tengo nada de ropa de civil…-- dijo algo avergonzado mientras dejaba todo sobre la silla en una esquina. Sonreí asintiendo, nada disfrutaría más que ayudarlo en algo tan íntimo.

Fui hasta la cama y abrí las sábanas, su mirada recorrió mi cuerpo antes de acercarse y sentarse en la orilla. Mientras él se cambiaba en los baños al final del pasillo, yo me ponía mi pijama azul oscuro de algodón, nada más sexy, valga el sarcasmo, para dormir mi primera noche con el amor de mi vida.

El se había quedado dormido poco después que su cabeza tocó la almohada, mientras yo me dispuse a acomodarme sobre su pecho para observarlo toda la noche, desvelándome y convirtiéndome en una insomne.

Traté de cerrar los ojos cuando los primeros rayos de sol se vislumbraron a través de las cortinas americanas, maldición… algo tenía que dormir. No quería salir mañana de compras por las callecitas de Tunes con ojeras debajo de mis ojos tomada de la mano de mi amor.

Pero cuando pensé que iba a lograr sumirme en sueños, un jadeo me sobresaltó. Un jadeo salido de la boca del hombre que dormía a mi lado, un jadeo seguido por un gemido lastimoso y luego un sobresalto. Miré su rostro y me senté en la cama al ver la capa a penas visible de traspiración que bañaba su rostro a demás de la mueca de dolor que dibujaba sus facciones.

--No, no… déjenla— masculló moviendo su cabeza en negativa. Oh cielos… estaba soñando. Y no parecía precisamente un sueño bonito.

--Edward—susurré tocando levemente su brazo para no asustarlo. –mi amor—

--No… no, suéltala, déjala—negó nuevamente y gimió lastimosamente de nuevo.

Oh mi vida…

--Despierta, despierta por favor—el miedo y la desesperación me estaba comenzando a ganar por lo que esta vez sacudí su brazo y tanteé su hombro.

--No puedes… no lo hagan, no, no. No!— movió su cabeza y sus manos se cerraron en garras sobre las sábanas.

-- Edward! Despierta por favor—sollocé tocando su rostro –despierta mi amor, es solo un sueño--

--No!, no!... aggh!—gruñó mientras yo subía sobre su regazo y tomaba su rostro entre mis manos.

--Cariño! Despierta! Despierta!—

Y después de negar con furia nuevamente el despertó jadeante, sus ojos llenos de lágrimas fijos en los míos. Oh cariño.

--Estoy aquí amor, está bien, no pasó nada. Todo estará bien—susurré sobre sus labios. Sus ojos estaña fijos aún en los míos, respirando entre jadeos y todos sus músculos tensionados, su ceño fruncido y sus manos temblorosas subiendo a su cabello para revolverlos con furia, tironearlos mientras apretaba sus dientes.

--Bella, mi amor…-- dijo temblorosamente.

--Shh… estoy acá cariño. Mírame, mírame mi vida, aquí, contigo...— dije con la garganta apretada, quería llorar de impotencia, no quería que el reviviera horrible momentos, no quería que tuviera pesadillas que le recuerden el infierno en el que estuvo varios meses. Quería su mente limpia y pura, llena de nuevos recuerdos.

--Te amo, te necesito tanto, abrázame—dijo ahogadamente.

--Oh mi amor, te amo igual… aún más Edward. Aquí me tienes—colapsé en sus brazos y besé su pecho duro, su corazón tronaba y parecía querer salirse de su tórax. –Aquí estoy, déjame hacerte sentir bien, olvida todo cariño, aquí estoy—

--Fue horrible…--

--Olvídalo—insistí alzando mi cabeza para mirarlo. Me estremecía al ver aún el miedo en sus ojos, la incertidumbre y el dolor. Maldición… quería que todo lo malo saliera de su sistema, quería hacerlo sentir bien, feliz, sin preocupación alguna y a pesar de que sabía que esto costaría semanas y semanas de terapia psicológica, yo quería hacer algo, algo para sacar el miedo de sus ojos.

--Mírame mi amor…-- demandé, sus ojos iban y venían desde la puerta hacia la ventana, con temor, como si estuviera esperando que alguien entrara. Él se mantenía alerta a pesar de estar a miles de kilómetros del peligro. –Quiero hacerte sentir bien mi amor, siente— dije recurriendo a mi última carta.

Bajé mi mano por su pecho hasta su estómago, despacio, llamando su atención, disfrutando de la suavidad de su piel y lo marcado de sus musculos abdominales. Él era hermoso.

Cuando llegué al cordón de sus pantalones pijamas él se tensó entero y fijó su mirada finalmente en la mía. Comencé a desatar los cordones sin perder tiempo y mordí mi labio segura de lo que estaba haciendo.

--Relájate—susurré alzando la cintura de su pijama. Él frunció el ceño y comenzó a negar,

--No lo hagas… no.—comenzó a decir antes de que mis dedos sobre sus labios lo acallaran.

--Déjame hacerlo, quiero que te relajes amor, hazlo para mí cariño—dije suavemente mientras mi mano acariciaba su turgencia masculina sobre el pantalón, al menos mis caricias hacían el efecto esperado, podía sentir su dura erección debajo de mis dedos. Lamí mis labios cuando vi un punto mojado en la tela de su entrepierna, señal de su gran excitación. –Déjame hacerte sentir bien amor, quiero hacerlo—

--Bella— gimió muy tensionado.

--Sshhh… relájate mi vida.—

Cuando sentí imposiblemente  duro su miembro, metí la mano por la cintura de su pantalón y envolví mis dedos en su erección. Me mordí el labio… cielos, era grande y mis dedos a penas lo envolvían.

--Oh Bella…-- cerró los ojos y hundió la cabeza en la almohada ahogando un gemido.

--Así cariño, déjame acariciarte. Déjame hacerte olvidar, al menos hoy mi amor—susurré bajando mi mirada a su pene. Me sentía mojada pero no, esta noche era de él, me necesitaba.

Comencé a subir y bajar con mi mano por su longitud, una y otra vez sonriendo al escucharlo gemir suavemente. Moví mi pulgar por toda su cabeza y lo mojé con su semen pre eyaculatorio, goteaba por la ranura.

--Eres tan grande—dije ausentemente, mis ojos no podían apartarse de ese lugar. Me sentía como poseída, nunca me había sucedido algo así. Mi único novio de la universidad era tan fácil, tan aburrido que ni siquiera había necesidad de hacer esto, él iba directo al grano.

Mi mano comenzó a tomar un ritmo bastante ligero, él gruñía y tomaba las sábanas con ambas manos, lamí mis labios al notar las venas de su cuello por el esfuerzo sobre humano que estaba haciendo al mantenerse discreto. Podía darme cuenta de su deseo de gritar, gruñir y gemir, por lo que me acerqué a su boca y lo besé, dándole la posibilidad de gritar todo lo que quisiera dentro de mi boca.

--Oh! Por dios… Bella!—no pudo evitar dejar salir eso, que me puso tan mal como él. Pero no era mi momento, pronto lo sería seguramente. Esta noche era de él.

Moví más rápido mi mano hasta que su pene se puso aún más imposiblemente duro y él arqueó su espalda sobre el colchón. Gruñó, tembló y una capa de sudor envolvía ese perfecto cuerpo, llamando mis labios, mi lengua y lamerlo.

--Vamos, así, así… ¿te gusta?—dije casi con desesperación moviendo mi mano más rápido, el gimió llevando una mano a la mía, que envolvía su erección. Comenzó a guiar mis movimientos y eso me pareció lo más jodidamente caliente que haya una vez presenciado. Cielos…

--Ohh… así mi amor!... ohh…. Voy a correrme bebé—sus caderas se levantaban de la cama y aceleré el movimiento,

--Córrete cariño, ahora, en mi mano…-- dije con urgencia.

--Aagghh!—gruñó mientras sentí a su pene palpitar y endurecerse aún más, para luego quedarse quieto pero totalmente tenso y derramar su caliente excitación sobre la piel de mi mano.

 --Si, si, si… así—gemí mientras sentía mi clítoris pedir atención. Oh… pero no esta noche, hoy es de Edward.

Todo se había detenido por ínfimos segundos. Sus caderas, mi mano, la suya, su cuerpo… no sentí el corazón hasta un momento después. Su respiración parecía no ser suficiente, su pecho subía y bajaba y su rostro pacifico y satisfecho estaba cubierto por una ligera capa de sudor.

Solté su pene flácido y estiré mi mano limpia para alcanzar unos clínex en mi mesa de noche, me limpié y guardé con delicadeza su masculinidad dentro de su pantalón pijama. Estaba por salir de su regazo y acostarme a su lado cuando lo sentí reaccionar, sus manos tomaron rápidamente mi rostro y en un parpadeo sentí su boca sobre la mía, ansiosa, intensa y fuerte. Con un brazo rodeo mi cintura y me obligó a acostarme sobre él.

 --Oh Bella… Bella, mi amor. No tenía que hacer eso—dijo con una sonrisa en los labios, ahora se veía tan calmo, pacífico, sus parpados entrecerrados me dejaban ver el verde brillante que tanto me gustaba.

Sonreí algo avergonzada, --¿Por qué?—acaricié su mejilla sonrojada y limpié el sudor de su frente. –Me gustó hacerlo—

--Bueno cariño, porque ahora no me voy a poder detener—

--¿Quién te dijo que quiero que te detengas?— susurré besando sus labios.

Oh sí… el monstruo había despertado.

--Oh mi amor, solo pídemelo y nunca, nunca me detendré— dijo sugerentemente, sonreí satisfecha y recosté mi cabeza sobre su pecho. 

Nunca había hecho eso antes, sorprender así a un hombre, tomarlo por asalto. Por supuesto había tenido sexo en la universidad, ¿qué chica no lo hace? Mi primer novio y toda la emoción hasta que sobreviene el aburrimiento u otras prioridades. Hasta esta noche nunca se me había cruzado la idea de que estar enamorada de alguien y ser correspondida implicaba aventurarse sexualmente con esa persona, es decir… mi mente había estado en otras cosas, el refugio, la preocupación de sobrevivir cada día, mi carrera, el miedo hasta la llegada de Edward a mi lado. Mi cuerpo había estado dormido y sumido como en un letargo, hasta que esta noche experimente con Edward. Estaba segura de que había abierto una compuerta en la presa, una muy grande donde una gran cantidad de agua comenzaba a salir como un río salvaje, lo sentía… aventurarnos sexualmente iba a ser parte de nuestra relación y hasta esta noche, no había tomado conciencia de la dimensión de este hecho. Lo amaba y quería todo con él, todo… y no podía estar más feliz.

--¿Qué piensas amor?—dijo él acariciando el tope de mi cabeza con la punta de su nariz, habíamos compartido un momento muy íntimo y el ambiente se había tornado tierno, cargado de una electricidad intensa, mi cuerpo lo sentía debajo y mi excitación era en este momento era como hierba seca, capaz de encenderse al primer chispazo y arrasar con todo.

--Que no había tomado conciencia de que de ahora en más, mi estadía en Túnez tomará un cariz mucho más placentero--  sonreí, sentí su risa sosegada y un leve vibrar en su pecho.

--¿Tú que pensabas? ¿Qué soñabas?—dije con cautela.

El silencio fue ensordecedor por unos segundos hasta que él respiró profundo y exhaló despacio…

--Que estoy solo Bella, no tengo más que a ti y estoy muy agradecido por eso, porque lo eres todo—besó mi cabello y levanté mi rostro de su pecho para mirarlo, parecía pensativo, muy reflexivo. –es solo una posibilidad, solo una posibilidad… pero, ¿qué posibilidades hay que en un país extranjero y en conflicto, una pareja estadounidense pudiera adoptar dos niños huérfanos?--

Oh por dios…

Y a pesar de que era solo una posibilidad, no pude evitar que una amplia sonrisa se extendiera por toda mi cara.

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Tanto tiempo amores, lo siento tanto. Pero como ya dije la inspiración va y viene, espero que ahora que vino no se valla mas! 

Espero les haya gustado este capitulo, a mi me encantó hacerlo. Las quiero mucho y si... mi musa quiere nos vemos el viernes ;)

Que raro hacer un lemmon en este fic! ahhhh... jajaja

Las invito a Exótica, mi fic en fanfiction.