En el nombre del padre, Capitulo 17: tiempo

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Tiempo

El tiempo es efímero, es agua entre las manos escurriéndose entre los dedos de alguien que muere de sed. El tiempo miente muy bien cuando debe mentir, pero otras veces es despiadado y cruel, a veces entumece las heridas, otras veces las sana, pero a veces es recordatorio constante de errores irremediables que quieres cambiar, volver el tiempo atrás y hacer todo de nuevo. Ojalá la vida fuera un borrar y cuenta nueva, ojalá el tiempo nos permitirá retrocede y hacer las cosas bien, darnos esa oportunidad de ser felices. Una segunda oportunidad.

Somos prisioneros del tiempo y debemos ser amigos de él, congraciarnos para que no sea despiadado y aceptarlo. El paso del tiempo a veces es bueno… pero otras veces no.

El tiempo para mí esa noche no fue bueno. No dormí, no me regocijé de mi pequeña trampa planeada para no acostarme con él, no sonreí satisfecha por esa pequeña broma, no tomé del champagne que tenía preparado en una hielera para festejar mi pequeña y estúpida victoria. A cambio de eso, me acurruqué en una esquina del sofá que en esa habitación de hotel miraba hacia los grandes ventanales que daban de cara a la ciudad, debajo de mí, El Rocafeller center era un paisaje digno de admirar, pero mis ojos estaban imposibilitados de hacerlo.

Esa noche bebí mis propias lágrimas, que caían libremente por mi cara manchando mis mejillas de maquillaje, esa noche el único paisaje que era capaz de ver era el devastador escenario de mi vida.

El amor se había ido instantes horas atrás por ese ascensor, la venganza al hombre que ahora yacía en esa cama bebido y en el séptimo sueño, estaba al borde del abismo a punto de ser historia, en ese momento esa historia de una venganza carecía de todo sentido. No era nada.

Yo no era nada.

¿Cómo fue que había llegado a este punto? Ah sí… me había enamorado terriblemente del hijo de mi enemigo. Me había enamorado del hombre al cual tenía que hacer daño, romper su corazón, humillar y ahogarse en su propia miseria cuando llegara el momento. ¿A cambio de qué?...  Satusfacción personal, paz, placer, regocijo. ¿Qué más? Porque estaba claro que a mi madre no iba a poder hacerla volver en sí y mucho menos  y aún más imposible, no iba a revivir a mi padre.

Dios… solo veía incertidumbre en mi futuro, solo veía soledad. Porque estaba segura que de, si llegaba a cumplir mi promesa, iba a destruir no solo el corazón de Carlisle Cullen, sino también el de su hijo.

Maldita la hora en que ese hijo de puta se metió con mi familia! Maldito seas Carlisle Cullen!

Me quedé despierta toda la noche mirando, primero el firmamento, que desde esas alturas en esa vasta ciudad, se veía increíblemente bien y luego el amanecer, el sol, un nuevo día, un nuevo paso que esta vez parecía avanzar rezagadamente, sin ganas, con inseguridad.

Tenía que hacer algo, pero algo que me diera fuerzas, tenía que salir de allí lo más pronto posible, de ser posible al otro día. Tenía que alejarme de todos y reforzar mi plan, hacer que ese paso que tenía que dar cada día, sea más determinado, más fuerte y seguro. Tenía que volver a casa, era hora.

Las lágrimas aún estaban húmedas en mi rostro hinchado cuando Carlisle se comenzó a remover sobre la cama con las sábanas revueltas, enredadas en sus piernas, desnudo y hecho un desastre… sí, como si hubiera pasado toda la noche haciendo el amor. Acomodé su camisa que cubría mi cuerpo abotonando algunos botones que con la fiera lucha contra su hijo se habían deshecho y revolví aún más mi cabello, no me limpié las lágrimas, eso me quitaría credibilidad y aminoraría el impacto de sus hechos.

--Agg… mierda—gimió dándose vuelta sobre su estómago, su mano derecha cayó tiesa a una orilla de la cama, su cuerpo aún estaba sumido bajo la influencia del alcohol. Miré mi celular, que mantenía cerca y me di cuenta de que ya eran las diez de la mañana. Había pasado la noche entera petrificada frente a esos amplios ventanales, consumiendo mi cerebro con la lástima y la culpa.

Esperé… esperé y esperé un poco más, él había caído en un profundo sueño nuevamente así que esperé. Mis ojos nuevamente fijos en las ventanas viendo cómo las nubes tapan el sol de la mañana. Me figuré que sería pronto hora del almuerzo, pero mi cuerpo no sentía esa necesidad, estaba entumecido, ausente y rendido.

¿Qué estaría haciendo mamá en este momento? ¿Estaría orgullosa de ver en lo que me había convertido? ¿Si hubiese estado cuerda aceptaría lastimar al hombre que estoy segura que hubiese seguido amando? Es más… ella nunca lo dejó de amar, aún loca, fuera de sí, irracional, ella lo seguía amando, en sus mundos, en sus miserias. Sabiendo que mi padre murió por ese amor.

Oh mami… ahora te entiendo, el amor enceguece, el amor no entiende razones…

Oh dios, me tenía que alejar…

--¿Bella?—me sobresalté cuando oí esa voz y volteé a ella. Carlisle me miraba desde la cama con su ceño fruncido y una mirada cautelosa, sabía que podía ver mis lágrimas, sabía que podía ver mi tristeza, mi aturdimiento, sabía que no pensaba si quiera por un instante que él no era el que lo había provocado. –oh mi amor… ¿qué…?—

Me di el gusto de secar una de mis mejillas, mi mano estaba manchada de rímel negro que se había lavado con las lágrimas saladas, mejor! Mucho mejor! Más realismo.

--Bella!—pareció haber reaccionado porque al segundo se sentó en la cama y la escena frente a sus ojos lo descolocó.

Sí Carlisle… tú desnudo totalmente en una cama revuelta, yo desnuda totalmente debajo de tu camisa, llorando, tu ropa y la mía tirada en cada rincón de la habitación, hasta mis bragas rotas sobre mi almohada daban el toque apropiado.

--¿No recuerdas nada?—dije casi en un susurro, mi voz entrecortada y rota o hizo abrir bien los ojos.

--Oh dios…--  pasó la mano por su cabello y una nostalgia me aturdió, los mismos gestos. --¿Qué sucedió? ¿qué… qué hice?—

--No recuerdas—sentencié tirando de mi nariz. Limpié con la manga de la camisa el desastre de mocos y lágrimas que era mi cara y sollocé despacio, oh sí… mi corazón destrozado no podía ser mejor actor.

--Bella amor, dime por favor qué…-- se levantó de la cama arrastrando la sábana para tapar sus partes y se paralizó por completo cuando, ante su rápido movimiento, yo me tensioné entera y me acurruqué en un ovillo en un rincón del sofá, un sollozo más fuerte salió de entre mis labios.

--Oh no, no, no—gimió nuevamente pasando la mano a través de su cabello. Cerré los ojos y gemí. –Bella, no quiero, no quiero creer que yo…--

--¿Estas feliz ahora?—dije con burla tirando mi nariz --¿eso era lo que necesitabas? ¿Tomarme como si fuera una cualquiera? Yo solo traté de ayudarte… solo ayudarte a llegar a la cama, era tu cumpleaños y quería que esa noche terminara lo mejor posible para ti.—sollocé –si, quería hacer el amor contigo, me entregaría a ti, el mejor regalo pensé… pero tú—

--¿Qué mierda hice Bella?—dijo por lo bajo mientras se dejaba caer en cuclillas frente a mí, a unos pocos metros, sin moverse más cerca. Su mirada intensa era de un verde oscuro, por dios… esos ojos…

--¿Qué hiciste?—negué con la cabeza lastimosamente –ni siquiera recuerdas. Me entregué a ti Carlisle, o más bien… me tomaste—

--¿Qué?—gimió tomando su cabeza entre las manos y mirándome con terror. ¿Por qué tanto dolor en sus ojos? ¿A caso él no era capaz de hacer eso? Tendría a cualquier mujer que quisiera, no podía creer que siempre y en cada una de las veces había sido  un total caballero. ¿Qué tal si una se le negaba? ¿Alguna se le negaba a Carlisle Cullen?  ¿A caso no tenía escrúpulos para hacer algo así? 

--Me forzaste, te acepté… me tomaste y me entregué, pero no… no quería así. Estabas borracho y me asusté, te tuve miedo, estabas muy excitado y yo no pude más que dejarme hacer—

Su rostro palideció y el aire abandonó sus pulmones violentamente, --Oh por Dios, Bella… mi amor, mi Bella. Oh por dios, lo siento—agachó la cabeza y la sostuvo entre ambas manos y lentamente como un niño aprendiendo a gatear, se arrastró hacia mí, más yo me alejé parándome y caminando hacia el baño.

--Bella!—dijo parándose para seguirme,

--No!... no Carlisle por favor, no te acerques a mí, necesito tiempo—limpié mis lágrimas teatralmente y luego de un sollozo me metí al baño y cerré la puerta, -- pídeme un taxi, me quiero ir a casa, Alice debe estar preocupada—

--No, mi amor, por favor hablemos—

No maldito!... le hice creer a mi amor que tú me habías cogido, no veo la hora de destruirte hijo de mil puta!

Abrí la ducha apretando los dientes, tantas cosas para decir, tantas para callar. ¿me dará el tiempo, la oportunidad de decírselas a las personas adecuadas? Me dejé caer sobre la puerta y me ovillé en el suelo abrazando las piernas.

Por favor dios, no me dejes morir sin antes decirle “Te amo” a la persona que amo, no me dejes ir sin antes ver sus ojos brillar ante tal confesión.

--Te amo Bella, por favor dime qué sucedió, perdóname—

--Llama a un taxi Carlisle, me quiero ir de aquí—susurré lo suficientemente alto, él estaba del otro lado de la puerta, podía oír su maldita respiración.

Entré a la ducha y muy rápidamente comencé a asearme, odiando el tener que lavar las huellas de Edward de mi piel, sus besos, sus toques, sus manos, su lengua… oh cielos. Tiré el jabón con fuerza sobre los azulejos y lloré… lloré y lloré aún más de lo que había hecho toda la noche.

Luego de tomar una respiración profunda y peinar mi cabello ante el enorme espejo del baño, abrí la puerta y no me sorprendí encontrar sentado sobre la cama, un Carlisle afligido y bien vestido. Su traje en su lugar, como si nunca se hubiese desvestido, su cabello rubio bien peinado hacia atrás y sus ojos aún con la resaca, pero más vivos que los míos. Tenía su celular en la mano y su mirada en él,

--El taxi te espera abajo—dijo antes de levantar sus ojos para verme. –No… no tengo recuerdos de lo que sucedió, pero tampoco tengo palabras para decirte y pedir mis más sinceras disculpas— asentí sin siquiera mirarlo, buscaba mi ropa en el suelo del cuarto pero no la vi por ningún lado. Él vio mi vacilación y me señaló una bolsa de papel madera reposaba sobre la cama,

--Me tomé la libertad de mandar a buscar con la mujer de recepción, algunas prendas en las boutiques del hotel, no te preocupes… lo cargaron a la cuenta, espero que sea de tu agrado. El vestido, estaba hecho… girones—lo ultimo salió como un susurro de sus labios.

Cierto… fue mi ataque de ira luego de que Edward se fue lo que acabó con el vestido.

--Gracias—dije antes de tomar la bolsa y volver al baño a vestirme y despojarme de esa camisa impregnada del olor del padre, por dios… no quería ni pensar en lo que se le cruzó por la mente al hijo al oler a su padre en mi. Estúpida, estúpida, mil veces estúpida!

Una vez vestida con un jean costoso, una camiseta sin mangas y un cardigán azul profundo, ponerme un par de ballerinas que venían en la bolsa, salí del baño para salir de ese hotel. Seguramente en alguna habitación de ese mismo hotel, Edward estaría perdiéndose en los brazos de esa Tanya… oh mi dios, no! No quería pensar en esa posibilidad.

--Adiós Carlisle…-

--¿Puedo ir a verte más tarde?, prometo no intentar nada Bella, no sería capaz, por favor, solo… hablaremos—pidió casi con desesperación.

--Dame un par de días Carlisle, solo un par de días...—pedí suavemente.

--Te los daré, pero… no me alejes, perdóname por favor—dijo antes de que yo comenzara a caminar hacia la puerta, -- te llamaré antes, hablaremos, solo hablaremos Bella, por dios… perdóname—

--Nos vemos Carlisle—dije antes de abrir la puerta y salir por ella. Solo capté un saludo a modo de “te amo” antes de cerrar. Bajé por el infame ascensor que se llevó a mi amor y llegué al lobie del hotel con las lágrimas corriendo por las mejillas. No quise mirar hacia arriba, no quería ver las miradas acusadoras o las de lástima por mis lágrimas. En ese momento estaba haciendo el camino de la vergüenza y no me importaba en lo absoluto.

Para ellos yo era la chica de turno del magnate Carlisle Cullen que descendía del cielo, luego de haber tenido sexo con el hombre más deseado de Nueva York, una más del montón. Pero finalmente solo yo sabía quien era, una mujer común nacida en Forks, el pueblo más sencillo de todo el país, tratando de vengarme de ese magnate. Una hormiga frente a un elefante. Nada más ni nada menos.

..#..

--Bella nena! Estas en casa!... Jasper ella ya está aquí—Alice hablaba por teléfono al mismo tiempo que venía cruzando a zancadas la sala para abrazarme –Oh Bella ¿qué…?—se detuvo cuando vio mis lágrimas. –Cariño…-- susurró sonriendo con tristeza, vi en sus ojos lo que se le había cruzado por la cabeza en ese momento, el “te lo dije” estaba presente. –Jas mi amor, luego te llamo ¿si?, déjame hablar con mi amiga… ok, bye!—colgó el teléfono y nuevamente me atrapó en un fuerte abrazo.

Ella me encaminó gentilmente hacia el sofá y se dejó caer en él arrastrándome con ella,

--bien cariño, me dirás todo lo que te tiene así…--

--Lo arruiné todo Alice—murmuré antes de que preguntara cualquier cosa –todo, Edward… él, él estuvo con esa mujer, me odia, lo alejé con tantas mentiras— sollocé.

--Shhh, Bella, cálmate cariño—el abrazo de mi mejor amiga era lo único que necesitaba para no terminar cayendo en todos los sentidos, mis piernas me temblaban y mi voluntad también –ven amor, nos sentaremos y empezaras desde un principio, pero primero!... déjame ir a buscar helados, es el mejor consuelo cariño—dijo con una sonrisa triste.

Minutos después estábamos ambas sentadas en el sofá, afuera lloviendo como si fuera el reflejo de nuestros estados de ánimo, ambas con sendos potes de helado y una caja de clínex entre nosotras, cliché… totalmente cliché, pero reconfortante. Me atrevía a abrir mi corazón y dejar salir todo, todo lo que desde la noche anterior había sucedido, desde la aparición de Edward en la gala junto a esa mujer, nuestro encuentro detrás del escenario, las palabras hirientes y cortantes, mi pequeño y estúpido truco para evitar tener sexo con Carlisle, teniendo muy presente la promesa de que mi cuerpo solo le pertenecía a una persona, solo a una… Edward Cullen, a pesar de que este cumplimiento no significara nada, porque de todas formas él creía lo contrario.  Finalmente terminé relatando entre lágrimas mi encuentro con Edward fuera de la habitación, las palabras dichas, los besos cargados de dolor y rabia, su suplica, mi rechazo… los corazones rotos.

--No sé qué decir cariño—Alice miró su regazo y secó sus lágrimas al tiempo que yo lo hacía con las mías –está todo tan mal, no debería haber salido de esa manera. Ambas Bella encontramos mucho más en la familia Cullen, encontramos lo que no esperábamos encontrar… amor. Y estoy muerta de miedo como tú bebé, porque a pesar de que yo no tengo nada que ver con tus deseos de hacer pagar a Cullen, eres mi mejor amiga, mi hermana y te acompaño de aquí a la China, te apoyo al cien por cien y cuando se destape la olla no sé qué será de lo mío con Jasper…--

--Oh Alice perdonamee—sollocé cayendo en la cuenta que al final iba a ser más de un corazón roto o dos, ¿cómo pude dejar que esto sucediera? –debes contarle a Jasper, antes de que sea demasiado tarde, no importa nada ya…--

--No, no es mi lugar contarle nada a nadie, él se enterará cuando lo hagan todo y es inevitable, si él me ama lo suficiente comprenderá y nada sucederá… si no lo hace, será lamentable, pero comprensible. No quiero que te preocupes por mí, enfócate en ti, en tu corazón, porque sin duda él reclama algo en lo que tu razón no quiere ceder. Sea lo que sea a lo que quieras satisfacer yo estaré aquí—

--Mi corazón es lo que quiero satisfacer, pero allí radica mi promesa a papá y mi amor por Edward… y ya elegí Al, tengo que seguir adelante, tengo que obtener fuerzas para seguir.—

--¿Cómo?—

Tomé un pañuelo clínex y me soné la nariz, mierda… ya basta de lágrimas, ni Edward ni Carlisle se lo merecían. Edward no creyó en mí, se atrevió a llamarme mentirosa y Carlisle, él era solo el producto de mi odio-

--Me iré por unos días a Forks—dije desechando el pañuelo.

--Huirás…-- ratificó mi amiga. La miré con tristeza, lo haría pero por una fuerte razón.

--Iré a ver a papá, a mamá y a…-- me detuve, hacía tanto que no decía su nombre, dolía tanto cuando lo hacía –iré a recordarme por qué estoy haciendo esto—

--Iré contigo, mi madre está flirteando con Félix, ella podrá estar sola unos días… ni siquiera viene a dormir aquí—ella se levantó y tomó el teléfono --¿llamo al aeropuerto?— la miré ausentemente.

--¿Y Jasper?—susurré --¿qué le dirás?—

--Que… te acompañé a un viaje—levantó los hombros --¿tú que le dirás a Carlisle?—

¿Qué le diría? ¿Qué otra mentira inventaría? Mentiras, mentiras y más mentiras, mi vida se había convertido en eso, solo un sinfín de mentiras que machacaban mi corazón una y otra vez, ¿valía la pena todo esto?.

--Le dije que necesitaba estar a solas, supongo que entenderá, le diré que me tomaré unos días para mí— dije levantándome del sofá, necesitaba hacer mi maleta y salir lo antes posible a Forks.

Fui hasta mi habitación y lo primero que vi al entrar fue lo primero que me hizo flaquear en mi determinación, allí, colgado en la pared sobre mi cama, estaba mi retrato. Mi cuerpo entero de espalda, vistiendo solo unos altos tacones y un vestido con la espalda descubierta y mi mirada sobre los hombros, en la esquina inferior derecha… su nombre. Su apelativo, su seudónimo… EDC

Tan hermosa pintura hecha por alguien tan hermoso. Oh dios…

Me obligué a mirar hacia otro lado y darme fuerzas para hacer lo que tenía que hacer y no hundirme en mi llanto una vez más.

Fui hasta mi vestidor y saqué mi maleta al tiempo en que el timbre sonó. Me detuve en mi lugar y escuché, si era Carlisle no tenía que dejar que pasara a mi habitación, ni siquiera tenía que verlo, él tenía que respetar mi deseo de apartarme unos días.

Escuché la puerta y voces ahogadas, luego la puerta otra vez y los pasos de alguien acercándose a mi habitación, mi cuerpo entero se alivió de la tensión cuando vi a Alice asomar la cabeza.

--Trajeron algo para ti—dije entrando con algo en las manos. –Creo que el patriarca del clan Cullen se está jugando el todo por el todo—

Me entregó un enorme ramo de rosas rojas, eran hermosas… pero no mis flores favoritas. Junto a ellas una tarjeta rectangular dentro de un pequeño sobre, lo saqué y lo abrí…

“Te amo Isabella, perdóname. No tienes idea de cómo me odio por lo que sucedió. Vuelve a mí”

Nunca Carlisle, al menos no por ahora… si lo hiciera, mi voluntad se rompería totalmente. Te odio tanto que te gritaría a la cara todo lo que hiciste, te clavaría el cuchillo y lo retorcería solo por la satisfacción de ver tu mueca de horror y dolor. Necesitaba tiempo.

--También vino esto con las flores—dijo Alice alzando en su mano un estuche azul alargado.

Oh no… joyas no, por favor.

Gemí tomando el estuche azul y respiré profundo antes de abrirlo, no registre nada más que un jadeo de Alice. Lo que estaba delante de mí era… no, no tenía palabras. Era una increíble y hermosa pieza de joyería.

--Mierda santa—susurró Alice a mi lado. Apreté los dientes y negué con la cabeza. Si Carlisle creí que con oro y diamantes me iba a ganar de nuevo, estaba muy equivocado. Era una hermosa pulsera de brillantes lo que estaba dentro del estuche, solo con el estuche de la pieza sabía que podía pagar un mes de alimentos. No quería ni pensar en lo que valía esa pulsera. En otro momento de mi vida podría haber caído bien, cuando mi padre agonizaba en una cama o mi pequeño ángel… no, eso ni siquiera podría haber cubierto ni la quinta parte de lo que realmente Carlisle Cullen debería haber hecho.

Esa joya no valía nada, ni resarcía nada… nada lo hacía.

--¿Lo devolverás?—Alice me sacó de mi efervescencia de odio interno. Negué con la cabeza y cerré el estuche caminando hacia mi vestidor.

--Lo guardaré y pretenderé estar agradecida, cuando todo termine lo devolveré junto a todos sus regalos—dije guardando el estuche dentro de uno de los cajones de mi tocador   --se que habrán mas—

Me puse en la tarea de hacer mi maleta, no sabía cuánto tiempo iba a permanecer en Forks, pero iba a ser lo suficiente para afirmar mis convicciones. Empaqué unos pocos jeans, pantalones de chándal y sweteres, camisetas y zapatos, algunos artículos personales y mi ropa interior. En menos de una hora ya estaba lista para partir.

--Nuestro s tickets ya están, tenemos un vuelo que tomar dentro de dos horas señorita… así que creo que es mejor salir hacia el aeropuerto—Alice se adentró a mi habitación con su teléfono en mano –llamaré a Jasper y le avisaré que saldremos de viaje, le diré que iremos a Seattle por unos días. ¿Le dirás a Carlisle?--

 

--Lo llamaré desde el aeropuerto—dije buscando mi abrigo. –llevaré a Perla, no la quiero sala aquí—

--Si, es mejor… mi madre no recuerda a su hija, menos recordará que tiene que alimentar a tu gata—rió --¿Tienes todos los papeles?—asentí y llamé a Perla con un sonido de mi lengua sobre mi paladar. Iba a tener que dormirla para pasar las siete horas de viaje en la sección de equipaje del avión, mi pobre nena.

Media hora después, con nuestras maletas y mi gata a cuestas, llegamos al aeropuerto J. F. Kenedy de la ciudad de Nueva York. Los vuelos estaban puntuales y el nuestro salía en una hora, por lo que fuimos a registrar nuestras maletas, le di la poción para dormir a mi Perla y la dejé en manos de los cuidadores para que fuera llevada al avión cuando sea el momento.

--Llamaré a Carlisle—dije mientras entrabamos en la cafetería del aeropuerto, Alice asintió y fue hacia una mesa para pedirnos un café y un bocadillo. Miré mi celular en la mano y tomé una respiración profunda antes de marcar el número de mi novio.

--Bella mi amor, llamaste—fue su saludo a los dos tonos. Cerré los ojos y me mantuve calma, necesitaba más que nunca la calma.

--Carlisle. Mira te llamaba para avisarte que salgo de viaje, me voy con Alice…-

--¿Te vas? ¿Dónde? ¿Cuándo?— preguntó con voz grave. Cerré los ojos y apacigüé mi voz, no quería alarmarlo ni nada que lo hiciera venir al aeropuerto, no lo quería cerca de mí en estos momentos.

--Voy a Seattle con Alice por unos días, quiero tomármelos como unas pequeñas vacaciones antes de que comience el trabajo arduo en la biblioteca. Perdóname que te avise ahora, fue una decisión de último momento, estoy en el aeropuerto a punto de tomar el avión—suspiré controlando mi voz –por cierto… gracias por las flores y la pulsera, son muy bonitas—

Oí un suspiro similar al mío del otro lado del teléfono y un carraspeo,

--Soy capaz de todo con tal de resarcir mi error, ojalá pudiera volver el tiempo atrás—que ironía, Carlisle con mi misma disyuntiva. Volver el tiempo atrás, se evitarían así tantos corazones rotos.

--Ya pasó, espero que entiendas que necesito un tiempo Carlisle—dije cerrando los ojos. Tiempo para fortalecerme.

--Te lo daré, pero no dejaré de pedir disculpas… ¿dónde te hospedaras en Seattle? –

Pensé en una respuesta rápida mordiendo mi labio, estaba segura de que iba a pedir eso. Nada se escapaba de las manos del monarca.

--Te avisaré cuando lleguemos, aún no lo sé. Tengo un par de amigas allí, no lo sé. Te llamaré en cuanto me sea posible—era lo más que podía prometerle.

--Bien, estaré esperando tu llamada. Por favor cuídate… por favor perdóname—susurró lo último.

--Adiós Carlisle, nos veremos pronto—volteé para ir hacia Alice –te llamo en cuanto pueda—

--Te amo—dijo antes de que yo cortara la llamada. No podía decir lo mismo. Mi amor no era suyo, nunca lo sería, mi amor era de otro Cullen que en este momento me odiaba. Por dios… quería saber de él, pero tal vez, sería mejor así… lejos los dos, distantes, cada cual por su lado.

Nuestro vuelo se anunció media hora después, por lo que terminamos nuestro café y tomamos nuestras cosas, por mi parte solo un bolso de mano donde llevaba mi laptop y algunas cosas personales. Seguí a Alice por el aeropuerto y nos dirigimos a la puerta 10 donde teníamos que abordar nuestro avión.

--¿Isabella Swan y Alice Brandon?—preguntó la azafata con nuestros tickets en mano, asentimos mirándonos entre nosotras. --Ustedes han sido trasladadas a asientos de primera clase—dijo acompañándonos ella misma por la manga de aborde. Nos miramos nuevamente con Alice y entre nosotras coincidimos en un nombre “Carlisle”.

--¿Le dijiste el número de vuelo?—preguntó mi amiga frunciendo el ceño.

--Solo le dije que iríamos a Seattle ¿tú crees que el resto no puede averiguarlo con unas cuantas llamadas?—reí sin humor negando con la cabeza.

--Es algo escalofriante—dijo mi amiga en coincidencia con mis pensamientos.

--Exacto—

 A los quince minutos de presentarnos ante la azafata, ya estábamos acomodadas en nuestros asientos de primera clase, Alice con un libro entre sus manos, yo con mi I pod escuchando un poco de música… Innuendo, the show must go on, My Inmortal. A  la hora de vuelo quería tirar mi i pod por la ventana, si se pudiera.

Me decidí a dormir luego de tomar una pequeña botellita de licor, de esos que dan en primera clase, algo fuerte que entumeciera un poco mi cerebro. Ignorando la película lacrimógena que estaban pasando en la pantalla frente a mi asiento me quedé dormida.

Sentí a Alice llamarme y mi brazo siendo movido, la voz de la azafata en los altoparlantes y luego la del piloto, me refregué los ojos y me acomodé en mi asiento limpiando el vergonzoso y fino hilo de baba que caía por mi barbilla.  Finalmente habíamos llegado a Seattle.

--Llueve—dijo Alice simplemente. Mierda… ¿a caso la nube de lluvia nos seguía desde Nueva York o solo era producto de mi estado de ánimo? Como fuera ya estábamos aquí, necesitaba cualquier cosa que me recordara lo que debía hacer, que me recordara quién mierda era. La lluvia era un buen recordatorio.

Bajamos del avión y fuimos a buscar nuestro equipaje, mi preciosa Perla estaba aún sumida en su sueño forzado por lo que solo cargué su jaula y con mi otra mano llevé mi maleta. Ninguna cara conocida me esperaba esta vez, no Jake, no Leah, no Sue, solo éramos Alice y yo como tantas veces, solas contra el mundo.

Suspiré y me detuve a ver a mi alrededor, allí era donde todo había empezado, esta locura había dado su primer paso allí, entre tanta gente, tratando de dejar todo atrás, menos esa promesa que tenía tanto sentido en mi mente… mucho más firme en ese momento, cuando el dolor me consumía. Ahora… era otra clase de dolor el que me azotaba, el dolor del amor y era aún peor, mucho peor que cualquier otra cosa. Me negué a pensar en eso… no volví para traer conmigo todo ese cumulo de cosas que me hizo perder el rumbo en primer lugar, no… vine a recuperar mis ideales, vine a afianzar esa promesa que en algún momento este último mes había tambaleado, vine a reforzar mi voluntad.

Mi celular emitió un sonido, señal de que había recibido un mensaje, quería apagarlo y olvidarme de nueva York por un buen tiempo, el tiempo que tardara en retomar mis ideales y borrar los sentimiento que habían surgido en este tiempo en mi corazón. Pero no pude ignorarlo… solo una vez más.

“Te extraño ya… perdóname y vuelve a mí, te lo suplico Bella. Te amo”

¿Te amo?... ja! Reprimí las ganas de llorar, estaba todo mal, todo mal. Desearía no volver nunca más. Pero me negué a ser débil, después de todo eso era lo que quería lograr ¿no? Que Carlisle Cullen, el magnífico de Nueva York me amara… pues ahí lo tenía.

¿Sentía a caso alguna satisfacción por ese hecho? No… no sentía nada. Solo el corazón roto por haber logrado algo que deseaba y haber desechado lo que más quería con toda el alma.

Guardé mi celular en mi bolsillo sin emitir respuesta, no quería nada de él por ahora. Seguí a Alice y pronto nos encontrábamos sobre un taxi pidiéndole que nos llevara a Forks, nos costaría una fortuna, pero entre las dos podíamos pagarlo y luego recuperarlo. A demás era ya medianoche y no quería conducir con un coche alquilado, quería llegar a una cama y dormir, solo dormir, la ausencia de sueño de la noche anterior me estaba pasando factura.

Nuevamente me quedé dormida y cuando desperté Alice le estaba pagando al chofer por el viaje, me apresuré a buscar en mi bolso algo de dinero pero la mano de Alice me detuvo,

--Luego Bella, mas tarde… ahora baja, mira—señaló por la ventanilla con una sonrisa en su rostro y lo que vi me dejó pasmada. Casa… al fin. Jake con mi maleta en la mano y Leah con Perla en sus brazos bajo el alero de la casa Black y una enorme sonrisa en su rostro.

Como pude y con mis manos temblorosas abrí la puerta del taxi y me lancé fuera de él, corrí por el camino empedrado con la lluvia cayendo sobre mí a cantaros y las lágrimas confundiéndose con las gotas de ese torrencial. Solo oí un sollozo ahogado saliendo de mi garganta cuando al llegar al porche subí los escalones y debajo del alero abracé a Leah con todas mis fuerzas.

--Shh estás aquí, estas aquí cariño, calma—sus brazos apretaban mi cuerpo con la jaula de mi gata interponiéndose entre nosotras.

--Necesitaba venir Leah, los necesitaba— gemí apartándome de ella para besar su mejilla una, dos, tres veces.

--Lo sé cariño, y aquí estas—sus manos acunaron gentilmente mi rostro y besó mi cabello dulcemente. Soné mi nariz y ella sonrió,

--Leah amor, no tomes frio—gruñó Jake detrás de mí. Leah cambió la sonrisa por un gesto de exasperación y rodó los ojos, tomó mi mano con su brazo libre y me llevó dentro de la casa.

--Jake!—murmuré cuando él entró detrás de mí y dejó mi maleta a un lado de la puerta, Alice se sacudió el cabello y mojó todo, Leah rió y fue al armario cerca de la puerta, tomó unas toallas y se la puso sobre los hombros para luego darle un abrazo.

Grité cuando sentí que me alzaban del suelo con un abrazo de hierro.

--Te extrañamos pequeña!—gritó mi amiga detrás de mí.

--Jake!! Bájame!—reí comenzando a sentir mi estómago revuelto –Voy a vomitaaar!—

--No!—rió él deteniéndose de pronto y dejándome en el suelo – con una vomitona en la casa es suficiente— se acercó a Leah y la abrazó por atrás sosteniéndola por la cintura. Fruncí el ceño y miré a Leah, ella estaba… sonrojada?. Miré a Alice y ella tenía su vista fija en el vientre de Leah.

¿Qué diablos estaba pasando aquí?

--¿Le decimos mi amor?—preguntó él a su esposa, la cara de bobo que tenía era imposible…

Oh por dios. Un minuto. ¿Decirnos qué?

--¿Qué-

--Van a ser tías!—gritaron ambos a la vez. Salté en mi lugar y miré el vientre de Leah otra vez, justo allí, frente a mis ojos, un pequeño bultito sobresalía de su camiseta. Oh mi dios!

--Oh mierda—gemí tapando mi boca, las lágrimas surcando nuevamente mi rostro, pero esta vez de una mezcla de felicidad y nostalgia… ella iba a tener un bebe del hombre que amaba, ¿podría sucederme a mí lo mismo? Sería el mejor regalo del mundo. –oh Leah—susurré lanzándome a sus brazos nuevamente solo que con más delicadeza, Alice se nos unió en ese abrazo y terminamos llorando las tres abrazadas.

--¿De cuánto estas?—preguntó Al separándose y tocando ese pequeño bultito con ternura,

--Cuatro meses—

--Oh por dios Leah!—toqué su bolita –ya estabas embarazada cuando vine hace un par de meses!—

--Si, pero no lo supe hasta el tercer mes, no tenía ningún síntoma siquiera—

--Me hubieses llamado mala! Hubiera venido antes… mi sobrinito—sollocé abrazándola de nuevo, no lo podía creer. Un año atrás ellos recién estaban casándose y yo asistía a la boda que se celebraba en un claro cerca de los acantilados de La Push… y ahora estaban embarazados. Oh que alegría! Tiempo maldito, como ha pasado.

--Tenemos que celebrar—dijo Alice mirándome con cautela, ella mejor que nadie sabía que mi estado de ánimo no era el mejor, aún así, haría lo posible por no entristecer a Leah, íbamos a celebrar su embarazo porque se lo merecía. Desde ese mismo momento mi pena quedó relegada fuera de las puertas de esa casa.

--¿Billy y Sue?—murmuré sacando a Perla de su jaula, ya despierta del todo y algo erizada, como solía ponerse en casa ajena. La dejé en el suelo y fui junto a Alice y Leah a la cocina,

--Fueron a Port Ángeles a visitar a unos amigos, con la tormenta que se desató llamaron y dijeron que esta noche se quedarían allí, así que estamos solos—Leah se levantó de hombros. –pero cuéntenme de ustedes ¿qué tal la gran manzana?—

Alice rió –Para comérsela!!—

Esa noche hicimos croquetas de vegetales y pescado, cenamos en familia como en los viejos tiempos y a Leah luego se le antojó helado de chocolate con trozos de oreos, lo cual hizo que Jake saliera en plena lluvia a buscar el postre para su bebé y su esposa.

--Bien cuéntame—dijo Leah a penas oímos el auto de Jake salir por la calzada. Bejé mi mirada hacia el plato que estaba secando con un paño seco mientras Alice preparaba café y Leah mordisqueaba una galleta. Miré a mi amiga y ella sonrió con tristeza, --te lastimaron el corazón ¿verdad?—

--Me lo lastimé yo misma—dije negando con la cabeza, no quería llorar, no iba a llorar. –estoy enamorada de Edward… Cullen—

Leah abrió la boca y los ojos a la par, gimió y negó con la cabeza –Bella… cariño, olvida todo… te está haciendo daño, no sigas con esto.—

--Tengo que hacerlo Leah, por papa, por mamá, por él…--

--A ninguno de los tres les hubiese gustado que seas infeliz, a ninguno de ellos les hubiese gustado verte llorar por algo que desea tu corazón y no puedes tomar por una tonta promesa—

Dejé el plato sobre la mesada de mármol y salí de la cocina, mi promesa nunca fue tonta, nunca. La estúpida fui yo que creyó que podía cumplirla sin piedras en el camino. Tomé a Perla y acaricié su pelaje blanco, por alguna razón eso me relajaba, pronto sentía las pisadas de mis amigas detrás y un abrazo grupal por la espalda.

--Perdóname, no quise decir eso…-- susurró Leah en mi cabello –creo que subestimaste tu corazón Bella, se enamoró de quién no debía… nada más y nada menos. Piensa en ti por una vez cariño, piensa en ti—

--Quiero ir a ver a Charlie—dije con voz contenida.

--Lo sé—mañana a primera hora vamos.

--Iré sola, lo necesito. Gracias niñas—

--Siempre juntas Bella— masculló Alice en mi oído mientras su brazo apretaba mis hombros.

--Siempre—ratificó Leah.

A la mañana siguiente…

--Papá—susurré arrodillándome frente a la tumba que hacía meses que no veía. –te extraño mucho papi--  dejé salir las lágrimas que amenazaban con derramarse desde ayer --¿sabes? Créeme… hago lo posible, lo posible, pero...—resoplé alzando mi cabeza. Sequé mis lágrimas y me quedé mirando el roble fuerte que crecía a un lado de su tumba, las hojas verdes estaban ya amarillas, el otoño llegaba con fuerza a Forks recubriendo todo de un follaje amarillo.  Sin embargo y a pesar del tiempo, las estaciones frías, las inclemencias del clima, el roble estaba allí, firme, alto y fuerte. La vida seguía, continuaba a pesar de todas las cosas malas. ¿Debería truncar mi vida y dejar el tiempo pasar… todo por culpa de una herida?

No… debería sanar. Como las hojas amarillas, debería dejarlo ir, que el viento llevase el dolor y las heridas y poner todo de mí para hacer crecer hojas nuevas. Pero ¿por qué era tan difícil? ¿Por qué no podía dejarlo ir?

Era imposible luchar contra todo, pero también me era imposible ignorar.

--Mi promesa sigue en pie—dije limpiando mis lágrimas. Dejé en el lugar un lirio blanco, un beso en la lápida que rezaba “Charlie Swan, amado padre, esposo y amigo… te extrañaremos”… y con un movimiento de mi mano me despedí de papá.

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Aqui el capi, espero les haya gustado, va con todo mi amor a las personitas que aún se siguen pasando por aquí. Las quiero mucho. 

Ahora... solo puedo decirles que si, es una simple promesa, pero dejenme decirles que hay mucho cause bajo el puente ¿se dice asi? jeje... asi que para Bella no es una simple promesa, ya sabran mas. Falta poco para que se conozca la verdad por completo, muy poco.

Las quiero muuucho, bisius y una vez más, las invito al fic "Exótica# que publico en fanfiction.