Una vida de oportunidades, Capitulo 33: Toda una vida

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Toda una vida

Como una primavera que despierta la razón del día 
Así es de inmenso tu amor 
Como una noche que me arropa y me rebosa de alegría 
Como el silencio que divulgas cuando callas y me miras 
Así es de inmenso tu amor 
Como el café temprano donde mojo el pan de cada día 
Conjugando las estrellas, coronando el firmamento 
derritiendo mis palabras, con tu voz. 

Sentí un estremecimiento que nacía desde la punta de mis pies hasta mi cuero cabelludo, esa voz… esa hermosa voz era de él. ¿Desde cuándo cantaba? ¿Y desde cuándo lo hacía tan bien?.

Volteé como pude sobre mi costado porque ya mis costillas parecían que iban a resquebrajarse, ok… ¿para tanto Bella? Pasaste una vez ya por esto y no parecía haber sido tan duro, aunque pensándolo bien, en aquel tiempo mi cabeza estaba abrumada de otras preocupaciones como para prestarle atención a lo más importante del mundo, la vida que albergaba en mi interior.

Esta vez era tan diferente… tan, que temía que de un segundo para otro me despertara y cayera en la triste realidad de darme cuenta de que todo fue un sueño. No!... no, no podía serlo, si lo escuchaba, él estaba aquí conmigo y me cantaba… nos cantaba.

Como un lenguaje indescifrable que me enseña y me da vida 
Así es de inmenso tu amor 
Como una luz que resplandece y me ilumina cada día 
Conjugando las estrellas, coronando el firmamento 
derritiendo mis palabras, con tu voz.

Oh… cantaba tan hermoso y hacía cosquillas en mi barriga con sus labios. Una sonrisa comenzó a nacer en mi boca, mis manos comenzaron a moverse porque, diablos… quería tocarlo, quería sentir que era real, que su voz no era tan solo una rica ensoñación mía. Por lo que moví mi cabeza un poco sin abrir los ojos y sin dejar de sonreír y la orienté hacia donde venía esa voz, me pareció escuchar una pequeña risita… él me estaba mirando. Si… podía exactamente sentir su caliente mirada sobre mí, ese estremecimiento que recorría mi piel cuando él tenía sus ojos sobre mí era tan reconocible, que podía saber que estaba en la misma habitación que yo aún sin verlo llegar.

Bajé mi mano esquivando mi vientre hasta que toqué su cabello, tan suave, tan sedoso que amaba tocarlo a toda hora del día cuando él estaba cerca, creo que se había convertido en una especie de antojo. Él… simplemente él.

Y tú, eres el alba que despierta mi luz 
El parlamento de mis noches y tú 
El violonchelo de este adagio en azul 
lluvia y verano eres... 
Tú, el horizonte de mi norte y mi sur.

Sonreí satisfecha, pensando en todo lo que había pasado en las últimas semanas, en los últimos meses, hice un recuento mental de mis días y sonreí cuando mis pensamientos se tornaron cálidos y dulces, llenos de promesas e ilusiones cuando un dos semanas después de casarnos Edward llegó con un cuadro de nauseas y vómitos desde la universidad de Seattle, donde impartía sus clases. Ali y yo lo cuidamos como si fuera un niño, por dios… un hombre se enferma y el mundo se detiene!

Extrañamente notamos que por las tardes se sentía mejor y por las mañanas sobrevenían las nauseas y los mareos… definitivamente era un caso para que Carlisle examinara.

Por supuesto él no encontraba nada raro en la indigestión de Edward, se daba solo a las mañanas y por las tardes estaba como nuevo, por lo que decidió hacernos analíticas a los tres para ver si había un virus extraño instalado en la casa, recordando que yo había sufrido nauseas en los días posteriores de la boda, tal vez era de esos virus estomacales, tendríamos que tener cuidado con Ali.

Nos sorprendimos cuando Carlisle nos sentó a los dos frente al escritorio de su consulta, con su rostro crispado en una mueca divertida, que me sacaba de quicio. ¿Era gracioso a caso tener que soportar a un hombre queriendo lanzar su hígado por la taza del baño cada mañana? Bueno… no, no era gracioso.

--Queridos hijos—dijo cruzando sus manos por delante de él sobre el escritorio, una sonrisa estalló en su cara y luchó por recomponerse, cuando lo hizo respiró hondo y me miró –verán, he visto casos similares al de ustedes—Edward tomó mi mano y la llevó a su regazo apretándola con fuerza, podía ver la preocupación en su cara –es muy usual que suceda cuando la pareja está tan compenetrada el uno en el otro, han pasado tanto tiempo juntos que sus cuerpos conocen al otro como si fueran parte del mismo…--

--¿Puedes por favor decirnos que mierda tengo papá? Porque..—Carlisle alzó las cejas sorprendido tal vez por la forma de hablar de Edward, pero vale… nos tenía pendiendo en un hilo, sino no hubiese reaccionado él seguramente hubiese sido yo.

--Están embarazados—terminó mi suegro.

Me quedé pasmada mirando a Carlisle, su sonrisa ahora era libre en su rostro, recordándome a esa sonrisa que seis años atrás me había reconfortado luego de pensar que mi vida estaba acabada, no… mi vida solo había comenzado aquella vez y hoy… hoy…

Oh cielos…

¿Un bebé? ¿otro?... ¿más felicidad? Mi mente tomó caminos que parecían increíbles imaginándome en seguida a mí misma con un nuevo bebé en mis brazos, arrullándolo y acariciando su frente suave, sus infladas mejillas, perdiéndome en un par de ojos verdes como los de su papá… oh cielos, su papá. Esas imágenes que mi mente creó al pensar en su papá, fueron aún mejores que cualquier cosa. Edward tomándolo entre sus brazos, susurrándoles palabras de amor, mirándolo con devoción, Edward… papá.

--Oh dios—salí de mi lapsus mental cuando oí su voz estrangulada, cuando lo miré él ya estaba de rodillas en el suelo frente  a mí, sus manso en mi cintura y sus ojos cristalinos clavados en mi vientre, como si pudiera ver a nuestro bebé con mirada láser o algo así. Carlisle rió, yo reí derramando mis primeras lágrimas y él… reverencialmente alzó la orilla de mi camiseta y besó suavemente mi vientre  plano.

--Gracias—susurro apoyando su frente en mi pecho, --te amo tanto… gracias—

Volví al presente cuando sentí besos repartidos por mi barriga, la vida era increíble… y no podía recordar un momento más feliz.

Bueno… si, tal vez mi boda, tal vez mi luna de miel en Disney World donde incluimos por supuesto a mi niña, tal vez ese día que comencé mis clases en la universidad nuevamente.

Había estado tan nerviosa, fue a nuestra vuelta de la luna de miel… o mejor dicho vacaciones en familia, algo mucho más hermoso y entretenido. Edward comenzó a trabajar y yo me inscribí finalmente en lo que quería y si la vida y dios querían, en unos cuatro años más sería maestra y no podía ser más feliz.

Resolvimos que Ali se quedaría en casa de sus abuelos mientras papá trabajaba y mamá estudiaba, los primeros días fueron difíciles, pero qué no es difícil en la vida, en especial para mí. Ali no quería dormir hasta que nosotros llegáramos a buscarla, tenía su cuarto lleno de más juguetes que Alice y Esme se había encargado de comprar para malcriarla en nuestra ausencia, aún así, ella decía que si mami y papi no llegaba no iba a dormirse, quería el beso de las buenas noches y quería el cuento que se había tornado un hábito para ella, Edward la había acostumbrado.

Aun así, pudimos, la primera semana fue agotadora, Edward y yo terminábamos en la cama  fulminados, a veces quejándonos que estábamos demasiado cansados como para hacer el amor. Nos necesitábamos, pero con los días fuimos habituándonos.

Cuando me enteré que estaba embarazada pensé en dejar la carrera, era algo que esperábamos, sí… pero no sabía si estaba preparada para manejar una casa, una hija, un embarazo y un marido.

Edward por supuesto, haciendo gala de su paciencia, me alentó para seguir estudiando. Me ayudó en lo más que podía a veces descuidando su trabajo o su tiempo libre, leíamos ensayos juntos que debía realizar, me ayudaba a cuida a Ali mientras yo estudiaba, me llevaba el desayuno a la cama luego de haber llevado a Ali a la escuela, es decir… cielos, Ali había comenzado el primer grado y yo solo tuve fuerzas para acompañarla en los primeros días, luego solo era una asqueada mujer frustrada y dormilona, cosas de las hormonas según Carlisle.

Aún así, Ali y Edward me mimaban demasiado… y dormir nunca fue tan bueno.

--Espero que esa sonrisa hermosa que luces hoy mi amor, se producto de estos besos— oí que me decía mi esposo haciéndome volver a la realidad.

--Mmm—me estiré un poco con mis brazos sobre mi cabeza y mis pies estirados como los de una bailarina, él se carcajeó.

--Oh amor, mira qué bonita tu barriga—sentí sus caricias nuevamente antes de dejar un beso suave sobre mi ombligo.

--¿Ali?—pregunté abriendo los ojos rezagadamente, me sentía por primera vez como una gata, lo único que sabía hacer era dormir, acurrucarme en algún lugar calentito, de ser posible entre los brazos de mi marido, estirarme y comer.

Oh si, comer… mejor no hablemos de esa parte.

--Ya está en la escuela, Al la pasó a buscar—besó mi vientre una vez más antes de salir de debajo de las cobijas y bajar de la cama –te traje algo—

Sonreí al ver la bandeja de desayuno, mmm… waffles, desde aquí podía olerlos.

--¿Qué fue eso que cantaste? Me encantó…-- dije sentándome contra las almohadas, acomodé un poco las cobijas y recibí la bandeja en mi regazo.

--Fue algo que escuché camino a casa anoche, busqué la letra y… quería cantártelo hoy, porque es precisamente lo que tú eres para mí—

--Oh mi amor—susurré tomando su mano para atraerlo hacia mí. Él se sentó en la cama a mi lado y tomó el tenedor mientras yo no dejaba de acariciar su cabello –tienes una voz hermosa… ¿cómo es que nunca la había escuchado antes?—

--Supongo que porque tu mente no estaba tan despajada de preocupaciones como ahora—murmuró él clavando su mirada en la mí, de repente suspiró y sus penetrantes ojos verdes me hicieron flaquear, me estremecieron y encendieron esa chispa inacabable que anidaba en mi bajo vientre.

Era cierto, mi mente estaba llena de cosas buenas, paz y felicidad. Al final Aro había hecho todo lo posible por que el juez declarara nula la audiencia para el juicio civil que había quedado pendiente para sacarnos el estigma de James de nuestras vidas. Él no tenía derechos paternales para con Alice, el único lazo que existía con ella era el consanguíneo, algo que no se podía cortar, pero que no sería impedimento para que Edward se convirtiese  con todas las de la ley en su padre.

El día que Alizzé fue una Cullen finalmente, fue otro de mis días favoritos. Ese día solo estuvimos Edward, Ali y yo en casa, luego de haber estado toda la mañana en los juzgados y registro civil para el cambio de apellido. Cuando nos entregaron los documentos definitivos nos los abrí hasta llegar a casa, Edward me lo sacó de la mano en cuanto cruzamos la puerta y alzó a Alizzé, se la llevó a al cocina y la sentó en el desayunador.

Nervioso abrió el sobre con los papeles y una sonrisa se extendió en su rostro cuando miró lo que decía, una sonrisa orgullosa, clara y feliz.

--Alizzé Elizabeth Cullen Swan—susurró palpando despacio los nombres y apellidos. Cuando alzó su mirada hacia mi hija ella tomó su rostro entre sus manitas y con los pulgares lo acarició arrastrando con ellos las lágrimas que salían de los ojos felices de Edward.

--Eres mi hija mi amor… soy… tu papá— susurró para ella. Yo solo era mera espectadora que veía la felicidad de las dos personas más importantes de mi vida.

--Lo sé—contestó Al suavemente sabiendo lo importante que era ese momento para él –y te amo papá—

--Oh Ali…-- Edward la envolvió en sus brazos enterrando su rostro en el hueco de su cuello y yo decidí acercarme a ellos, mis lagrimas no me dejaban ver. –Eres mía… mía cariño, tú y tu mami, son mi mundo, siempre lo fueron… las amo tanto—susurró alzando la mirada hacia mí. Con una invitación silenciosa me instó a unirme a ellos y abrazados los tres pasamos el primer día como la legítima familia Cullen… finalmente.

--¿Eres feliz?--  susurró llamando mi atención.

Pestañeé para no llorar, recordar esos felices momentos siempre traían lágrimas a mis ojos. Suspiré y me recosté sobre su hombro mirándolo a los ojos, había un atisbo de algo allí, tal vez inseguridad, tal vez cautela… ¿cómo podía creer que no era feliz? ¿Cómo podía creer eso?

--Más feliz de lo que alguna vez pude imaginar Edward—dije acercando mis labios a los suyos para besarlo suavemente –nunca, nunca quiero que esta sensación de tenerlo todo, salga de mi vida amor… te amo, te amo tanto que duele—

--También te amo cariño y este bebé que vamos a tener…-- rió incrédulo – es la muestra de ese amor tan grande, aún sin saberlo me diste a Ali y es una felicidad enorme tenerla. No hay nada que nos detenga mi amor, esto comenzó hace cinco meses y durará para siempre—

Asentí de acuerdo… nada nos detendría.

--Tendrás que ayudarme con esto—dije señalando el plato de huevo revueltos sobre la bandeja –no puedo engullirlo yo sola—

--Tú sola no lo haces, este pequeño o pequeña aquí adentro se lleva una gran parte del menú— murmuró arrastrando su mano a otra vez de mi vientre redondo y abultado,

--Si, pero no querrás que después del parto Carlisle te devuelva a tu mujer el doble de ancha--  bromeé tomando un poco de huevo y llevarlo a la boca, sabía delicioso… todo lo que él hacía sabía delicioso. Tomé un poco más de huevo con mi tenedor,

--La amaré tanto como la amo hoy y pienso amarla por el resto de mis días—dijo estirando su cuello para comer lo que había quedado a centímetros de mis labios. –serás una gordita simpática—sonrió. Abrí la boca incrédula y empujé su pecho juguetonamente con un chillido.

--Y tú serás el papá más…--

--¿Sexy?—movió las cejas haciéndome reír.

--Extremadamente protector, cariñoso, feliz del mundo—dije segura con una sonrisa –y yo te amaré tanto que voy a explotar.

Él se acercó a mí tomando mi rostro con ambas manos y me besó fuertemente con ansias, como cada vez, un beso era la entrega de amor más excitante que él me podía entregar.

Por la tarde luego de almorzar juntos mientras él releía su clase de hoy y yo estudiaba para un parcial, fuimos a buscar a nuestra hija juntos a la escuela, encontramos a Ángela buscando su sobrina y a Ben, su novio acompañándola.

Edward se puso a hablar con él envolviendo mi cintura ancha con sus brazos, mientras Ángela y yo esperábamos charlando a que las puertas se abrieran y mi niña saliera.

--Oh ¿has oído los rumores sobre Jacob?—

¿Jacob?... cielos, ya casi me había olvidado de él, mi felicidad era tan plena que mi mente había dejado de registrar todo aquello que alguna vez me había lastimado y él lo había hecho y mucho. Sentí el abrazo de mi marido aún más apretado a mí alrededor y sentí cómo acallaba su conversación con Ben para escuchar.

--No, no he oído nada—me alcé de hombros –no me interesa en realidad—

--Bueno… dicen que salió de la ciudad por esos días cuando fue todo el lio del secuestro de Ali—abrí los ojos tragando en seco, ella se dio cuenta de mi reaccioné ante la mención de ese episodio y me miró con pena –lo siento, bueno… perdón, yo.-

--¿Salió de la ciudad?—preguntó Edward detrás de mí, ambos sabíamos por parte del FBI que lo habían estado buscando cuando se supo que él había sido quien le dio información a James para poder secuestrar a mi hija. Sabíamos también que no lo habían podido encontrar y que habían seguido con la búsqueda por las ciudades cercanas y que no habían dado con ninguna pista, sinceramente no me importó mucho él. Solo quería que James pagase y temía que el juez le diera algún tipo de consideración especial y dejara que compartirá su patria potestad conmigo, no… eso era lo que tenía en mente. ¿Jacob? No me importaba una mierda lo que le sucediera, si algo pasaba con él, era porque solo se lo había buscado. Solo lamentaba el haberse convertido en esa clase de persona cuando fue mi principal apoyo cuando tuve a Ali, fue mi amigo y mi sol en su momento…

--Si—continuó Ángela –salió dejando todo atrás, incluso a Vanesa, su novia, embarazada. Dicen que encontraron su auto por Tacoma, hecho pedazos en la carretera por un camión que lo chocó de frente—jadeé llevando mi mano a mi boca, el abrazo de Edward se hizo más apretado porque repentinamente mis piernas temblaron, él me había hecho daño, pero no quería lo peor para él, no… oh por Dios, ¿Billy? ¿por qué mi padre no me contó nada?

--¿Murió?—susurré con el aire atascado en la garganta. Ángela me miraba con pena, sus ojos vacilaban entre Edward detrás de mí y mis ojos,

--No—dijo en un hilo de voz –está con su familia en Forks, está imposibilitado para caminar y supongo que lo pondrán en rehabilitación, pensé que lo sabías… Charlie, creí que él te lo había dicho—

--No—dije frunciendo el entrecejo, lo tendría que llamar, tal vez… él pensó que no debía molestarme con esa clase de noticias, él también estaba resentido con Jacob, pero sabía que Billy seguía siendo su amigo.

--Amor, estas embarazada, sufrimos mucho con lo que pasó con Ali, estuvimos en terapia para poder recomponernos, creo que Charlie previó la situación y prefirió callar… no lo culpes—dijo Edward en mi oído.

--No lo culpo—dije volteando entre sus brazos para verlo –pero… mi padre está solo allí y Billy es su único amigo, me da pena que tenga que lidiar con ello… apoyando al padre del hombre que quiso hacernos daño—

Él asintió acariciando mi mejilla, --Si hubiese sido algo de mayor gravedad creo que te hubiese llamado, cuando lleguemos a casa si quieres hablamos con él… ahora, no quiero que te preocupes en nada más que en tu familia cariño, mira—sonrió y señaló con la cabeza detrás de mí.

Volteé a ver y sonreí lavando lo desagradable de mi mente cuando a través de las puertas abiertas salía mi bebé dando brinquitos hasta nosotros, sus manitas abiertas con su lonchera en una de ellas y una sonrisa que eclipsaba el sol,

--Papi, mami!—Edward me soltó y dio un par de pasos hacia ella atrapándola en el aire cuando ella dio un salto hacia sus brazos –hoy leí, mami, mami, leí! Voy a poder leer cuentos a mi hermanito, papi! Leí!— aplaudió en el aire mientras Edward caminaba hacia mí con ella en brazos, cuando Ali llegó cerca de mí alzó sus brazos y la abracé con cuidado mientras Edward la sostenías, por ninguna circunstancia él dejaba que yo la alzara,

--Que bien cariño, cuando lleguemos a casa leemos juntas ¿te pareces?— sonreí separándome de ella.

--Si, quiero El principito— dijo mientras nos despedíamos de Ángela y Ben y caminábamos al auto.

Amaba las tardes en familia, el trabajo en la Universidad de Edward y mis estudios allí por la noche, nos dejaba un montón de tiempo por las tardes para pasarlas en familia, era perfecto, por las mañanas Edward y yo vivíamos en nuestra burbuja y en la tarde salíamos en familia con Ali.

Nos sabía cómo nos arreglaríamos cuando el bebé llegara, Edward había comentado que existía la posibilidad de que estudiara en casa como alumna libre y presencial en algunas de las materias solamente. Tal vez podía hacer eso, estudiar desde casa y solo ir a la Universidad para rendir parciales y finales, entonces así me quedaba tiempo extra para estar con mis dos niños y esperar a Edward en casa con la cena lista y los niños dormidos, sería perfecto.

--¿Qué piensas?—susurró mi esposo en mi oído mientras veíamos a Ali jugar con otros niños en el área de juegos del parque, amos estábamos recostados sobre una manta sobre el césped, él por detrás de mí con una de sus manos apoyando su mentón y con la otra acariciando mi vientre.

--En cómo nos vamos a arreglar cunado el bebé nazca— dije sonriendo cuando sentí imperceptiblemente un movimiento debajo de mi ombligo. Con cinco meses de embarazo el bebé había comenzado a moverse, mucho más por las noches y por la mañana, pero muy pocas veces había sido consciente totalmente de ello y nunca Edward había estado presente o despierto cunado lo hacía.

--Mi amor, no te preocupes por eso, mi madre y mis hermanas estarán atentas, sabes cómo aman pasar tiempo con Ali ¿crees que será menos con un bebé que es será una hoja en blanco para malcriar?—

Sonreí y asentí –Lo sé, solo me preocupa que no encontremos el tiempo necesario para estar nosotros, tú y yo… juntos— recosté mi cabeza contra su pecho y cerré los ojos. --¿Me desearas amor cuando esté toda despeinada y demacrada por no dormir bien, cuando mi barriga tenga las consecuencias del embarazo o cuando no puedas tocar mis pechos cuando esté amamantando?— sentí mis mejillas sonrojarse, no era algo que realmente me preocupaba, pero vamos… Edward era hombre, había que esperar muchas cosas de ellos.

--No entiendo por qué me preguntas eso Bella. Te amé siempre, desde niños y aún más cuando sabía que albergabas una vida en tu interior y decidiste, ante todas las dificultades, tenerlo y ser mamá—besó mi sien –te amo ahora cuando decidimos formar una familia y cuando estas cobijando a mi hijo en tu interior. Me odio por que mas adelante, cuando des a luz, te duela y yo no podré hacer nada para evitarlo más que estar allí y sostener tu mano… me desesperaré peor que cuando tuviste a Ali, en ese momento  estaba en Paris y no te veía pero… casi me saco todos los pelos de la cabeza—rio – por no poder estar contigo en ese momento, ahora… que sé que estaré moriré de angustia cuando comience a dolerte amor. Pero sé que será por el bien de nuestro bebé… afrontaremos eso juntos—suspiró y me abrazó por la cintura poniendo su mano justo encima de mi ombligo. –y definitivamente te amaré más cuando te vea amamantar a nuestro bebé, cuando ambos nos levantemos por la noche a acunarlo y hacerlo dormir, porque no serás la única demacrada y despeinada cariño… yo estaré contigo y te amaré mas cuando bese cada parte de tu cuerpo, en especial tu vientre, porque sabré que allí creció la prueba más increíble de nuestro amor… te amaré por el resto de los días, aun cuando tengas canas y arrugas en las orillas de tus ojos, aun cuando tengas dientes postizos y peluca… te amaré más cuando veamos a nuestros nietos crecer. Créeme que lo haré—

--Me harás llorar—dije con un puchero, sentía mi garganta acongojada y el estremecimiento en el corazón, cielos… no podía amar más a este hombre, si lo hacía probablemente moriría.

--¿Otra vez?—se burló. Era cierto, era una llorona, pero… malditas hormonas.

Le pegué un codazo en las costillas y reímos juntos. En ese momento ambos quedamos paralizados, quietos y en silencio, como si algo increíble hubiese acabado de suceder, diablos… algo increíble había sucedido. Teníamos nuestras manos unidas y entrelazadas sobre mi ombligo cuando el bebé decidió patear.

--¿Sentiste eso?—dije despacio, como si nuestro hijo pudiera llegar a escucharnos y asustarse.

--Shhh… ¿lo hará otra vez? Oh mi amor…-- su mano se abrió sobre mi vientre abarcando la parte superior donde mi ombligo se ubicaba, nuevamente una patada se sintió y lo oí reír. --¿crees que Emmett tenga ganas de enseñarle futboll?—

--¿crees que será niño?—pregunté volteando a mirarlo, nunca me había dicho que era lo que deseaba, una niña o un niño.

--No lo sé, pero si es niña y patea así… estaré tan orgulloso de ella—

--Ambos lo estaremos… y Emmett aún más, no creas que se quedará de brazos cruzados si es niña, algo le enseñará a hacer.—

--A sacar desquicio a los niños seguramente, eso vendrá bien…--

--Edward!—reí sabiendo lo sobreprotector que era mi marido, pobre si llegaba a ser niña nuestro bebé, tendría que salir a vigilar a dos en vez de una. –Será lo que tenga que ser—

--Y será feliz—

--Seremos felices—

--Te amo—susurró estremeciéndome –vallamos a casa de mis padres dejemos a Ali y tomémonos un baño juntos antes de ir a la universidad. Sonreí apartándome de él,

--Vamos—dije. Él se paró y me ayudó a ponerme en ambos pies. Tomamos a Ali de las manos y caminamos hasta nuestra Dodge Durango, Edward colocó a Ali en su silla de bebé y fuimos a casa.

Era feliz… increíblemente feliz. Y siempre creí que cuando una persona experimenta caída tras caída a lo largo de su vida, si tiene la fuerza en su interior y un motivo para seguir, nada podrá vencerla. Yo tenía mi familia, tenía por quién seguir… y tenía la fuerza. Había recibido cada golpe que el destino quiso darme con la mayor entereza posible, algunas veces fallando en el intento pero teniendo brazos que me sostuvieron para reponerme.

Creía en la felicidad, finalmente Edward me hizo creer. Siempre pensé que no era para mí, Edward me hizo creer que si. Él me hizo creer que a pesar de que las nubes negras oscurezcan tu día y no dejen pasar el sol, siempre habrá alguien que tome tu mano y te guie por las tinieblas de la vida y te haga ver el sol otra vez, él me hizo creer que la muerte, está tan segura de ganar… que nos da toda una vida de oportunidades.

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Auuuu amo esta canción y en cuanto lo escuché supe que era para este capi. Bueno... no tengo palabras para decir, ni siquiera un perdón, me da vergüenza. Solo espero que les haya gustado este fic y muy pronto, les subiré un pequeño Epílogo, se que les gustará. 

Un besote enorme a todas aquellas hermosas personitas que se que aún se pasan por aquí, gracias por la espera, la paciencia y la tolerancia, las amo demasiado.

Gracias a mi hermnita Ada, por acompañarme aqui, gracias linda este fic fue increible. No exciste un hombre como este Edward en la vida real, exciste en mi cabeza y con eso me basta. Espero pronto tener el epílogo y despedir finalmente este fic, no sé si vendrá otro, prefiero terminar con otros fics que estan pendientes. 

Las quiero y gracias, en seui, gracias!

Si me quieren dar una mano con su voto para mi relato "Corazón obscuro" (el OS Black Heart editado) pasen por este link.

Pronto festejaremos el tercer aniversario del blog y esoty muy contenta por ello, quiero que lo festejemos juntas y que coloquen en la entrada de la foto aniversario que les gustaría hacer, espeor sus propuestas.

Ahora si, GRACIAS!!!!