Por Aliena Cullen
El arma más poderosa. OS.
Narrador en tercera persona
Y los centauros,
seres pendencieros y belicosos, se lanzaron contra los unicornios, criaturas frágiles
y hermosas cuyo único delito era que su sangre daba vida; y contra los
majestuosos fénix cuyas lágrimas eran curativas. Los sometieron y masacraron
hasta casi exterminarlos por completo.
Pero los
Centauros desconocían que los Fénix eran
unas aves capaces de renacer de sus propias cenizas. Así lo hacían constantemente
una y otra vez. Siendo totalmente imposible su exterminación, plantaban cara al
enemigo con una fuerza prácticamente imparable y una valentía sin precedentes. Además
tenían algo a su favor… podían volar, y eso les daba alguna que otra pequeña
ventaja.
Sin embargo, los unicornios eran criaturas frágiles,
inocentes, débiles. No tenían la
capacidad de defenderse así mismos por lo que su extinción era inevitable. Necesitaban
ser protegidos y ocultados porque su
exterminio total provocaría la
desaparición de la magia.
Nahuel, un
poderoso mago, harto ya de tanta crueldad, lanzó un hechizo. Tomó a los dos únicos unicornios
sobrevivientes de la matanza, eligió a dos Fénix para que los protegieran, dos
hembras de cada especie, y les otorgó
una forma humana escondiéndolas en ese mundo a salvo de los centauros a quienes les sería muy difícil, casi
imposible, encontrarlas y reconocerlas.
Los Centauros vagarían por los dos
mundos buscándolas sin descanso.
Solo otras criaturas mágicas especialmente seleccionadas
y destinadas para ello, podrían
encontrar a las criaturas, reconocerlas y verlas no con su forma humana sino
como eran en realidad, seres preciosos
por dentro y por fuera. Las venerarían y adorarían surgiendo entre ellos la más
poderosa de las armas…el amor. Precisamente sería el amor el que las salvaría. El que salvaría a los dos mundos.
Mientras la
profecía se cumplía los majestuosos Fénix capaces de morir y resurgir de sus
cenizas serían los encargados de luchar en una guerra eterna contra los malvados centauros. Mientras la
contienda se desarrollaba en el mundo mágico, las cuatro criaturas sobrevivían
tranquilas viviendo entre los humanos, mezclándose
con ellos. Hasta que llegara su momento. Esperando en las sombras.
Una tercera
especie surgió de los cielos en ayuda de los majestuosos Fénix. Un hechicero llamado
Alistair mandó al otro lado a cuatro de
ellos dándoles también una forma humana. Su misión, encontrar a las criaturas y así poder ayudar a los Fénix a proteger a los unicornios. Ya que el hechizo lanzado por
Nahuel tenía una fisura: se rompería cuando él muriera.
Alistair fue asesinado por Jacob, el jefe de los
Centauros, antes de que pudiera concluir su hechizo, provocando con eso que los dragones no
supieran como encontrar a los cuatro hermosos seres que se supone tenían
que localizar. Los dragones sabían perfectamente que era una vileza tomar por
la fuerza la sangre de un unicornio, una sangre que daba vida y sin la cual la
magia perecería sin remedio cayendo en un total y completo caos. Ese caos redundaría en el
mundo de los humanos hasta el punto en que ambos mundos podrían llegar a
colapsar provocando su total destrucción.
Pero no sabían por donde buscar, sabrían reconocerlas en cuanto las
vieran, aunque no eran capaces de encontrarlas. Y no podían permitir que los
Centauros llegasen hasta los unicornios y robaran su sangre…
Cuando por fin dragones, unicornios y Fénix lograran
reunirse, forjarían una alianza
sustentada con los lazos más fuertes que existen, los del amor verdadero y en el mundo mágico se alzaría entonces un
poderoso ejército tan letal que sería capaz de derrotar al más cruento de todos
los enemigos.
Para conseguir
aquello solo tenían que encontrarse. Y ninguno de ellos sabía cómo hacerlo.
Pero el destino es caprichoso e implacable y por más vueltas que le des si una
cosa esta destinada a ser será, pero si está destinada a no ser, no será
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Ocultos por la
seguridad que dan las sombras de la noche los tres dragones, vagaban sin rumbo
fijo por las calles de Manhattan portando una camilla donde descansaba su líder
que iba malherido e inconsciente. En su último encuentro con unos grifos, ahora
aliados de los Centauros, habían salido
malparados y no sabían dónde acudir para
que Carlisle se recuperara. No podían perderlo, él era su líder, su guía, su
padre y sin él estarían perdidos, no sabrían que hacer ni como seguir con esa
misión que parece ser les estaba destinada: encontrar a las criaturas para
ayudar a los fénix a proteger a los dos unicornios.
Pero el hechicero que los envió al mundo de los humanos nunca les dijo como
podrían lograr aquello. Mientras vagaban sin rumbo fijo intentando sin éxito
llevar a cabo esa misión, ellos mismos se habían impuesto otra: proteger a los
humanos de las criaturas oscuras. Los
Centauros, en su busca de los cuatro preciados seres, iban sin control de un mundo a otro, ahora los
grifos se les habían unido y no pasaría mucho tiempo antes de que lo hicieran
otros monstruos tan malignos como
ellos. El mundo de los humanos estaba siendo perjudicado y masacrado por eso, muchas
personas morían a lo largo del día
asesinadas por aquellos que pretendían encontrar a los dos únicos
unicornios vivos con el único fin de robar su sangre y terminar con la especie.
Sabían de sobra
que los remedios humanos no serían capaces de curar las heridas tan profundas
producidas por unos seres como los grifos, así que lo único que podían hacer
era esperar a que…pasase lo inevitable. Habían oído hablar de que la sangre de
los unicornios era capaz de dar vida y que las lagrimas de los Fénix eran
curativas, pero estaban tan lejos como siempre de encontrarlas. Hacía tanto
tiempo que las buscaban que lo cierto es que estaban desmoralizados pero no dejarían
de hacerlo.
Hasta donde alcanzaban
a saber los unicornios que buscaban eran las únicas criaturas sobrevivientes de
una especie que se extinguió hace tiempo
por culpa de la crueldad de los centauros, seres viles y atroces con los que
habían tenido el privilegio de tropezarse en más de una ocasión. Según decía la
leyenda los centauros vagaban por el mundo buscándolas, junto a los dos fénix encargados de su protección, pero
gracias al hechizo del mago los centauros nunca podrían reconocerlas… no,
hasta que este mago muriera, y por lo que ellos sabían Nahuel había sido hecho
prisionero y yacía medio moribundo en las celdas del hogar de los centauros. Si
Nahuel moría solo sería cuestión de tiempo que ellas fueran encontradas y eso
es lo que ahora mismo no tenían, tiempo, ya que Carlisle estaba muriendo. Pero ¿serían ellos capaces de reconocerlas y
pedirles su ayuda?, ¿serían ellos capaces de enamorarse sin remedio cumpliendo
así con su destino? pensaba el más joven de los dragones un muchacho hermoso en
su forma humana con el cabello cobrizo más caótico que nunca se hubiera visto.
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—Desea alguna
cosa más señorita –le preguntó el dependiente de la tienda a Bella.
—No, eso es todo
–dijo Bella mirando a todas partes ya que desde hacía algún rato notaba como
alguien la observaba. No podía ser, era imposible, el hechizo de Nahuel no podía fallar y él
había dicho que los centauros jamás las encontrarían en el mundo humano. Por lo
menos, no hasta que aparecieran esas criaturas hermosas por dentro y por fuera
que las protegerían y ayudarían a derrotar a su mayor enemigo. Pero Bella no
podía saber cómo eso iba a ser posible pues hasta sus oídos había llegado que
esos seres eran tan incapaces de localizarlas como los centauros debido a que
el hechizo no se completó.
Bella y Alice
tenían fama de ser criaturas débiles, frágiles y delicadas, quizás tal vez lo
fueran, pero solo en apariencia, porque ellas estaba dispuestas a luchar con lo
que fuera para impedir que los Centauros las cogieran. Esme y Rose les estaban
ayudando con eso, enseñándolas a luchar y a defenderse hasta que llegara el
momento de su encuentro con los poderosos dragones. Pero se preguntaba cuándo
llegaría ese momento.
Pagó su compra al
dueño de la tienda y salió a toda prisa hacia la casa, que era su refugio, su
lugar seguro. Un lugar apartado del mundanal ruido con un bosque cerca en donde
Alice y ella podían tumbarse en la hierba y fundirse con la naturaleza, aunque
no pudieran transformarse, eso solo pasaría cuando se cumpliera la profecía.
Mucho peor lo tenían Esme y Rose ya que la única pasión del ave Fénix era volar,
surcar el espacio y el cielo en total y completa libertad. Dicen que el ave
Fénix muere y resurge de sus cenizas y ese poder, al igual que la capacidad de
curación de sus lágrimas había
permanecido intacto en sus dos
compañeras de fatigas. Ya era la tercera vez que había presenciando aquel
mágico y poderoso acontecimiento. Del mismo modo los dos unicornios también conservaban esa
magia curativa de su sangre. Era su recuerdo de quienes eran en realidad, su
legado.
Corrió a toda
prisa por las desiertas calles que a esas horas de la noche estaban totalmente
vacías. Para ella correr estaba en su naturaleza y podía alcanzar velocidades
increíbles pero esa noche llevaba una prisa especial, pues seguía notando como
alguien la observaba. Es más, podía escuchar como la seguían, sentía sus pisadas, sus pasos
apresurados dirigirse hacia ella. ¿Tal vez esos dragones sí serian capaces de
encontrarlas?, ¿las habían localizado ya y
por eso se sentía…vigilada?, ojala fuera eso y no que, tras la muerte de Nahuel,
el hechizo se hubiese roto.
Bella no era
cobarde, no señor, la vida no la había dejado serlo, así que decidió ocultarse
en las sombras y encarar a su enemigo utilizando todos los conocimientos que
Esme y Rose les habían enseñado. No podría ser un centauro, era casi imposible,
Nahuel no podía estar muerto, pero si al
final su hora había llegado, moriría con
valor, peleando tal como lo hicieron Charlie y Renée su madre y su padre.
—¿Quién eres y
qué quieres de mi? –encaró a su desconocido perseguidor saliendo furtiva desde
detrás de una esquina.
—Tranquila
muchacha, no tengo intenciones de hacerte daño, solo quiero tu ayuda. Sé quién
eres y lo que tu sangre es capaz de hacer. Soy uno de los cuatro dragones
enviados por Alistair para protegeros, no sé si habrás oído hablar de nosotros,
pero si lo has hecho sabes quiénes somos y cuál es nuestro propósito. Mi padre,
nuestro jefe, mentor y amigo esta herido por grifos, necesito tu ayuda. Me
llamo Jasper, llevamos mucho tiempo buscándoos para ayudar a los fénix con vuestra
protección pero si tú no nos ayudas ahora...nuestra lucha contara con un dragón
menos y puede que…la profecía no se cumpla.
—¿Cómo sé qué
dices la verdad?
—¿No puedes
detectarnos?
—No, no tengo ese
poder —no todavía, pensó Bella mientas
encaraba a aquel ser que parecía saber todo sobre ella.
—Somos de verdad
los dragones que estabais esperando, te lo puedo jurar y demostrar. Y mientras
os buscábamos hemos estado
enfrentándonos a todas aquellas
criaturas de nuestro mundo que, en su
afán de encontraros, representan un
peligro para la humanidad.
—¿Y cómo sabes
que nosotras somos…esto…de otro mundo?
—Tenemos el poder
y la capacidad de reconoceros, el problema es que no sabíamos localizaros.
—¿Y si antes no
sabíais, como es que ahora sí?
—No lo sé,
realmente no lo sé. Quizás ha sido la preocupación por nuestro líder la fuerza
que lo ha provocado, no tengo ni idea, el caso es que…al entrar a la tienda
buscando algún remedio humano para sus heridas yo…te vi y he creído
reconocerte. Por favor dime que no me he equivocado.
—¿y cómo sé que
no me vas a hacer daño?
—Porque tú…tú…eres
una criatura única en el mundo, víctima de la misma magia que te creó,
perseguida y humillada por aquellos que eran más poderosos. Nosotros somos los
encargados de protegerte a ti y a tu hermana, jamás podríamos haceros daño. Mis
hermanos dragones están luchando junto a los Fénix en nuestro mundo mientas
nosotros aquí vagamos sin descanso para dar con vosotras. Créeme no voy a hacerte daño, pero ahora necesito tu ayuda.
—Iré contigo,
algo me dice que confíe pero te advierto
que si me haces daño…
—Nahuel, el mago
que os protege nos perseguirá hasta encontrarnos y matarnos.
Y así fue como
Bella siguió al tal Jasper hasta el lugar donde habitaban los cuatro dragones.
Cuando entró se quedó congelada en el sitio al toparse con unos ojos verdes
pertenecientes a uno de los habitantes de esa casa. Eran unos hermosos ojos verdes que le recordaban a ese
bosque que tanto ansiaba, unos ojos profundos, vivaces, que la miraban con la
misma expresión que se supone que ella tenía.
—Este es mi
hermano pequeño Edward.
—Hola Edward —dijo Bella tendiéndole la mano. Cuando ambas
pieles se juntaron una corriente eléctrica los atravesó de lado a lado
dejándoles paralizados en el sitio.
—Este otro es mi
hermano Emmett –hablo de nuevo el tal Jasper rompiendo la magia del momento.
—Encantada.
—Y ese que yace
postrado ahí es Carlisle nuestro padre. Como ves no te mentía está malherido y
si no puedes hacer algo por él en pocas horas, morirá.
—Bella se acercó
despacio hacia el hombre que yacía en la cama y al observarlo pudo ver una
expresión amable que ahora estaba contaminada por el dolor lacerante que debía
estar sintiendo. Pero lo que más le llamo la atención fueron sus ojos, unos
ojos azules como el cielo que el ave Fénix surcaba en la antigüedad, amables,
bondadosos y cariñosos.
—¿Tenéis algo con
lo que pueda sacarme sangre?, en mi forma humana es la única manera de
extraérmela, no le curará del todo,
necesitará varias dosis, no me puedo
sacar tanta sangre de una sola vez, eso
me mataría, pero le estabilizará hasta que pueda pedir ayuda.
Edward, el
hermoso dragón de ojos verdes, le tendió
una jeringuilla de las que Jasper había comprado sin dejar de mirarla a los
ojos. Lo cierto es que nada más verla aparecer por la puerta se había quedado
prendado de ese ser tan hermoso tanto por fuera como por dentro ya que, sin
conocerlos, iba a darles su ayuda desinteresada donando su sangre para salvar a
Carlisle. Edward era muy joven, no conocía el amor. Durante su vida es cierto que
había tenido algún contacto con algunas
otras hembras de su especie antes de ser
enviado a tierra para cumplir con su
misión. Con su aspecto humano había salido con algunas chicas pero después de
que un grifo mato a una de ellas… Carlisle le había dicho que su destino era al
mismo tiempo su maldición ya que era peligroso para una simple humana el permanecer
cerca de él. Al final y después de mucho cuestionárselo, había aceptado ese destino porque el recuerdo
de esa chica, Jessica, tendida y ensangrentada en el suelo le perseguía por las
noches protagonizando sus peores pesadillas.
Pero ahora al
verse en presencia de ese hermoso ser lo reconoció de inmediato, ella era su
unicornio, la criatura por la cual moriría si fuese necesario…todo su cuerpo
convulsionó de deseo. Ansiaba juntar sus labios con los suyos y degustar el néctar
que esa diosa desprendía y que estaba seguro sería ambrosia para su paladar. Se
sabía la profecía de cabo a rabo ya que Alistair, el hechicero, se la había repetido sin cesar una y otra vez
tanto a él como a sus hermanos antes de enviarles a este mundo. En aquel
entonces se preguntó incrédulo sí el podría llegar a sentir ese amor tan de
repente, pero ahora al ver a esa hermosa diosa parada frente a él y sacando su
sangre curativa de su brazo, se dio cuenta de que sí, que ese era su destino, liberar a esas preciosas criaturas y
devolverlas al lugar de donde nunca debieron salir. Si esa era su misión la
desempeñaría con gusto luchando a muerte si llegase el caso contra aquellos
centauros opresores que las había casi extinguido hace ya tantos años. Pero al
mismo tiempo que su resolución crecía, una extraña amargura se apoderaba de su
pecho, justo en el sitio donde estaba su corazón. Si esa criatura volvía a su mundo él…no la vería nunca más ya que los dragones y los unicornios vivían
muy lejos unos de otros. Los dragones necesitaban el fuego que se desprendía de
las entrañas de la tierra; los unicornios el bosque limpio y profundo para
vagar por él en libertad. Además eran dos especies totalmente opuestas y
distintas, nunca podrían llegar a nada
serio. Pero entonces, ¿cómo es que el amor que surgiera entre ellos salvaría a
su mundo terminando con la guerra? En cualquier caso, si es que ese era su
destino lo enfrentaría sin problemas, ayudaría a esta preciosa muchacha y…si no
había mas remedio la dejaría marchar con el corazón destrozado. Porque sí, se
dio cuenta en ese momento, su corazón ya le pertenecía a ella, le ha
pertenecido desde el mismo momento en que cruzó por esa puerta, desde el
instante en que fue enviado a buscarla y
negarlo sería una completa estupidez.
—Tenéis que hacer
que se la beba, es más poderosa así. Y ahora, si me lo permitís, he de volver a
mi casa, mis hermanas estarán preocupadas y necesito su ayuda para…que termine
de curar. Sus heridas son muy profundas, demasiado, mi sangre lo ralentizará
pero…tal vez Esme y sus lagrimas –dijo mas para sí misma que para que la
escucharan las demás.
—Te acompañó dijo
de pronto Edward ante la estupefacción de sus hermanos quienes no esperaban ese
despliegue de caballerosidad ya que el pequeño de los cuatro dragones no se
caracterizaba precisamente por su amabilidad y simpatía. Totalmente escéptico
ante la enormidad de la misión que tenían que cumplir e incapaz de creer que pudiera enamorarse así
como así, se había pasado años negándose a sí mismo y a los de su especie hasta
que una pobre humana murió por culpa de su estupidez. Entonces se había
encerrado más dentro de sí volviéndose taciturno y malhumorado. Parecía que esa
muchacha había conseguido sacarlo de su
ostracismo ¿sería posible que ella fuera su unicornio?, se pregunto Emmett a si
mismo sabedor de que a él le estaba destinado uno de los Fénix al igual que a
Carlisle.
—Te…te lo
agradecería –dijo Bella con el corazón a punto de salírsele de su pecho. Nada
más ver a aquel muchacho un sentimiento extraño se había instalado en su
interior, una fuerza poderosa e inexplicable. ¿Sería eso ese amor que, según
Nahuel, llegarían a sentir como unas criaturas humanas normales?, ¿sería ese el principio del fin de la era de
los centauros?, ¿podrían regresar a su mundo?
A paso rápido
pues la oscuridad de la noche no era una buena compañera, Bella y Edward se
dirigían hacia la casa de ésta, acompañados de Jasper ya que era peligroso que
solo ellos dos anduviesen solos por ahí. Estaba claro que la muchacha no sabría
defenderse sola, o eso pensaba él, si
alguna criatura maligna se presentaba. Emmett se había quedado en la casa para
cuidar de Carlisle.
—¡Bella, Bella!,
¿qué pasa?, ¿por qué llegas tan tarde?, ¿qué te ha ocurrido?, ¿quiénes son
estos dos…muchachos? –preguntó Alice dirigiendo su atención a Jasper, y
mirándole atentamente. Bella se quedó sorprendida al igual que Esme y Rosalie
que salían detrás de ella alarmadas por la tardanza de Bella. Y no era para
menos ya que Alice en su forma humana era la única criatura capaz de hablar
durante horas, todo de seguido y sin respirar. Nunca callaba ni debajo del agua
y ahora…al verla así tan silenciosa…con la boca tan abierta.
Un pequeño rayo
de esperanza recorrió el cuerpo de Esme al reconocer en esos dos chicos a las
únicas criaturas capaces de salvarlas. ¿Serían ellas las criaturas de la
profecía? Aunque todavía no era un ave vieja, era lo suficientemente madura
como para saber reconocer a los seres que tenía enfrente de ella, ellos eran dragones
pero ¿serían sus dragones?
—Este es Jasper
–dijo Bella presentándole a su hermana a aquel hermoso chico de cabello rubio y
ojos tan azules como el mar que ella añoraba. Su corazón brincó con fuerza
dentro de su pecho cuando aquel hermoso joven le estrechó la mano.
—Y este es Edward
–dijo presentando también a sus dos acompañantes a Esme y a Rose.
—¿Qué os trae por
aquí?
—Adivino por tu
expresión que nos has reconocido, sabes quiénes somos y cuál es nuestra misión.
Llevábamos buscándoos durante mucho tiempo y al final conseguí localizar a
vuestra hermana la cual desinteresadamente nos ha prestado su ayuda.
—¿Y se puede
saber en qué os ha ayudado mi hermana? –preguntó Rosalie quien de las cuatro
era la más desconfiada y no era para menos. Royce uno de los centauros más crueles
y brutales, la había violado y violado antes de dejarla sumida en una
inconsciencia tal que pensó que estaba muerta. Nahuel la encontró renaciendo de
nuevo, se la llevó de ahí y la mantuvo oculta hasta que fue el momento
de…realizar el hechizo.
—Uno de nosotros
salió gravemente herido en un enfrentamiento con un grifo y Bella amablemente
nos ha dado un poco de su sangre.
—Eso solo lo
habrá estabilizado –dijo Esme –Rose, necesita nuestras lagrimas, debemos ir a
salvarlo, ellos llevan mucho tiempo buscándonos, prometieron ayudarnos, no podemos dejar que
uno de ellos muera.
—Está bien
–contestó Rose aun un poco desconfiada de la situación – pero nosotras obtenemos
nuestro poder de la tierra, del bosque que circunda esta casa, deberéis traerlo
aquí. Yo misma iré con vosotros, mientras Esme se queda aquí con Bella y con
Alice.
—Yo también puedo
quedarme –dijo de repente Edward adelantándose a su hermano que justo en ese
momento iba a decir lo mismo –hasta donde nosotros sabemos Nahuel está
prisionero y medio moribundo. Si muere os encontrarán en cuestión de segundos.
No pongo en duda tu actitud para defenderlas pero…solo eres una y ellos…muchos.
—Entonces debéis
de daros prisa –dijo Esme aguantando las lagrimas que le salían de su cara al
pensar en que Nahuel podría haber muerto –necesitamos permanecer unidos.
Rose y Jasper se
lanzaron en una carrera desesperada hacia la casa que habitaban los dragones
situada en la zona más caliente de todo Manhattan, junto a unos altos hornos. Emmett al oírlos llegar salió presuroso a
recibirlos. Cuando abrió la puerta casi se da de bruces con el fénix más
hermoso que nunca sus ojos pudieran haber visto y su corazón vibró fuerte y decidido. Rosalie no estaba en las
mejores circunstancias ya que frenó en seco al ver a tan poderoso dragón y su
cuerpo tembló ante su contacto.
—Tenemos que
llevar a Carlisle a la casa de las chicas y debemos darnos prisa –dijo Jasper
impaciente por volver a aquel sitio donde había dejado su corazón de dragón,
porque si, así era como se sentía, vacío, desprovisto de algo y no se sentiría completo
hasta no volver a encontrarse con aquel hermoso unicornio por el que ya
suspiraba.
Rose se acercó al
dragón que yacía en la cama sobreviviendo, aunque a duras penas, gracias a la
sangre de Bella. Se arrodilló junto a él y empezó a llorar. Sus lágrimas de
plata se vertían en la herida cerrándola aunque solo a medias. Los grifos eran
unos seres letales que producían unas lesiones espantosas y costaba mucho
curarlas.
—Por el momento
es suficiente —dijo mirando a Emmett
quien le devolvía la mirada con la boca abierta y extasiado por ese momento
mágico que acababa de compartir. Jasper por su lado ya se estaba desesperando
así que, dando un fuerte golpe a Emmett
para sacarlo de su éxtasis, cogió la
camilla y pusieron a Carlisle en ella.
Corrieron de
nuevo tan deprisa como la camilla les permitía hasta llegar a la casa en donde
esperaba una muy ansiosa Esme el regreso de Rose. Se apresuraron a poner al paciente lo más cómodamente
posible en su cama. Esme al verlo se quedó sorprendida de su belleza y esos ojos azules le
recordaron el cielo que tanto amaba. Su corazón reconoció de inmediato a su
compañero, su pareja eterna. Se medio tumbó encima de él y lloró, lloró todo lo
que pudo para que sus lagrimas milagrosas y curativas sanasen la herida del
hombre al que había entregado su alma, al tiempo que Alice le daba a beber un
poco de su sangre. Rose salió al jardín para tomar nuevas fuerzas de la tierra
para que de nuevo sus lagrimas volviesen
a florecer, Emmett la siguió tomándola
de la cintura, ella se apoyó en su pecho
y se perdieron en las profundidades de aquel bosque que sería testigo de su
amor.
Bella en estos
momentos estaba haciendo otro tanto de lo mismo. Yacía en la hierba junto al dragón
que no tenía ninguna duda de que amaba. Mientras su sangre recuperaba fuerzas,
ella se saciaba de aquella boca fogosa y apasionada que le estaba brindado un
placer hasta ahora desconocido para ella. Pronto las ropas empezaron a sobrar y
se desnudaron el uno al otro sin dejar de mirarse a los ojos. Sus bocas y sus
cuerpos se encontraban en una perfecta sincronía ejecutando una hermosa danza
tan antigua como la magia, la danza
imparable del amor. Sus formas humanas encajaban a la perfección permitiéndoles
disfrutar así del mayor placer que jamás hubieran experimentado. Las manos
humanas del dragón recorrían la también humana forma del unicornio desde su
cuello hasta su centro de placer introduciendo sus dedos dentro de ella,
penetrándola, invadiendo ese santuario prohibido por primera vez. Su otra mano
descansaba en sus pezones pellizcándolos con ternura, con devoción, con suavidad, pero, a la vez, con firmeza y el unicornio se retorcía del placer tan
inmenso que estaba sintiendo al ser invadida por ambos lados a la vez. Las
manos del dragón fueron sustituidas por sus labios y después de saciarse
durante un buen rato con sus pechos, fue bajando por el resto del cuerpo de
aquel unicornio al que adoraba, cuando llegó a sus pies, después de haber
mordisqueado y chupado los dedos uno a uno, volvió de nuevo a subir por ese
cuerpo hermoso, beso sus piernas, sus muslos, olió la delicada fragancia que su
sexo desprendía excitándole como nunca nada ni nadie lo había hecho, después de
masajear y lamer el clítoris de aquella hermosa diosa con su lengua, ésta fue
sustituida otra vez por sus dedos y él
siguió su camino de besos hasta llegar de nuevo a sus pechos, los cuales devoró y degustó sin descanso. Sin
dejar de besar allá por donde pasaba, volvió hasta su centro una vez más de donde bebió el dulce manjar que la criatura
le daba.
El unicornio a su
vez, exploraba el cuerpo de su amado dragón, sin prisas, sin restricciones,
admirándolo, amándolo, conociéndolo, retorciéndose de placer ante las caricias
que su amado le otorgaba. Chillando y gimiendo cuando sus dedos o su lengua
tocaban ese lugar prohibido situado entre sus muslos.
Juntos viajaron
por esos parajes desconocidos del placer y del amor. Juntos alcanzaron aquel
paraíso del que tanto habían oído hablar. Juntos explotaron en un éxtasis
celestial, mágico y único.
Jasper siguió a
Alice hacia otro lugar en el jardín, su lugar preferido según ella, y mientras el
unicornio se saciaba de la diosa naturaleza recuperando las fuerzas, el dragón se saciaba de su cuello, su clavícula y todo
lo que a su boca le estaba permitido explorar. Sus cuerpos se unieron
perfectamente sincronizados y juntos alcanzaron el nirvana.
Esme se quedó
tumbada junto a su amor con la ventana abierta del cuarto aspirando el aroma a
naturaleza que entraba por ella y se quedó dormida. Carlisle por su parte, que
había recuperado fuerzas, despertó de su sueño inquieto para encontrarse con su
Fénix, la criatura mas hermosa que jamás había visto y reconoció en seguida que
era ella, la dueña de su corazón el fénix de la profecía.
Y mientras tanto
en el otro mundo, los cielos se abrieron y una fuerza poderosa salió de entre
las nubes. Potentes rayos impactaban
directamente contra el cuerpo de centauros
y grifos sin siquiera rozar a fénix y dragones quienes al
ver lo que sucedía se lanzaron a la batalla con fuerzas renovadas.
—Se han
encontrado, han hecho conexión, el mago debe morir, que alguien vaya a la cueva
y mate como sea a ese hijo de puta –ordenó Jacob a Quil uno de sus hombres
–Royce coge a Sam y a Tanya, atravesad la barrera, en cuanto el mago muera hay
que encontrar a los unicornios y exterminarlos.
Un portal enorme
se abrió entonces en el lado de los centauros.
Dragones y fénix vieron con
horror como los dos seres más desalmados de esa especie, después de Jacob, atravesaban el portal dirigiéndose al mundo
humano. Junto a ellos iba Tanya una desertora. Una dragona amargada y resentida
quien tenía una deuda pendiente con un dragón que en su día y antes de que todo
esto estallara, la rechazó.
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Con las pocas
fuerzas que le quedaban, Nahuel vio
desde la camilla donde yacía como el temible y cruel Quil se acercaba a él.
Estaba al límite de sus fuerzas, su magia no podría detener esta vez a la
muerte y Kachiri, su pupila, aquella que llevaba preparando todos estos años
para que lo sustituyera, aun no estaba
preparada para evitar que los centauros cruzasen al otro mundo y encontraran a
las cuatro criaturas que él tanto se había esforzado en ocultar. Pero sí podía hacer algo, y eso era traspasar
su magia a Kachiri para que ayudara a
los ocho amantes a derrotar a sus enemigos y,
si al final conseguían vencer, Kachiri tendría el poder para lograr que esas criaturas tan hermosas y sus dragones
pudieran permanecer juntos viviendo entre los dos mundos. Cuando el amor era
fuerte, único y verdadero no podía ni debía ser separado ni destruido.
Cerró los ojos, se
concentró todo lo más que pudo y absorbiendo su fuerza de la naturaleza, envió
a Kachiri toda su magia, todos sus conocimientos, mientras sentía como las
garras del Centauro atravesaban su piel.
oooooooooooooooooooooooooooo
—Si Nahuel muere
es cuestión de tiempo que nos encuentren –dijo Esme que ahora se encontraba
sentada en el jardín con Carlisle descansando en su regazo. Otras buenas dosis
de lágrimas y de sangre habían terminado
de curar tan tremenda herida y ahora solo quedaba reposar, si es que lo
dejaban. Junto a ellos las otras tres parejas descansaban tumbados en la hierba
unos en brazos de los otros.
—Debemos estar
preparados –dijo Jasper que aleccionado por Alice estaba aprendiendo a coger la
fuerza proveniente del bosque.
—¿Es cierto que
sabéis más o menos defenderos? —preguntó
Edward a quien Bella le estaba enseñando a hacer lo mismo.
—Sí, nosotras las
hemos enseñado y son capaces de…
Pero no le dio
tiempo a decir mas ya que el suelo tembló y desde la distancia pudieron ver
como dos centauros venían corriendo
hacia donde se encontraban y un ¿dragón? surcaba el cielo dirigiéndose
hacia ellos.
—El dragón no es
un amigo –dijo Edward reconociendo a la que en una ocasión rechazó y juro
vengarse por ello –es Tanya –añadió dirigiéndose a sus compañeros quienes
asintieron comprendiendo enseguida la situación.
—¿Quién es Tanya?
–preguntó Bella
—Una dragona
que…digamos…esto…
—No me expliques
más –dijo Bella entendiendo el problema —¿hay alguna ex…lo que sea…más de la
que debamos preocuparnos?
—Ummmm….no, que
yo sepa.
—Pues bien,
démonos la mano –ordeno el unicornio siguiendo su instinto –y todos se dieron
la mano unos a otros formando un pequeño círculo. Poco a poco sus cuerpo empezaron a convulsionar y en
cuestión de minutos los chicos se habían
convertido en cuatro hermosos dragones, y las chicas en dos perfectos Fénix y
dos maravillosos unicornios. Uno de los dragones, el de color cobrizo, se situó junto a su unicornio de un color tan
marrón como la tierra de la cual tomaba su poder, mientras el otro dragón el de
color amarillo se situó junto al suyo. Otro enorme dragón negro tomó posiciones
al lado del fénix dorado como las espigas, mientras que el último, también amarillo pero de tonalidad más fuerte, se
situó junto al fénix del color del caramelo. De los hocicos de los dragones salían
largas llamaradas de fuego señal inequívoca de la ira que había surgido en
ellos.
Los centauros,
los dragones y los fénix chocaron en una lucha sin tregua en donde cualquier
espectador no sabría quienes eran unos o quienes eran otros. Tanya intentaban sin
éxito llegar hasta Bella que luchaba y se defendía con su pequeño cuerno con
una valentía fuera de toda lógica en una criatura de su especie normalmente tan
pacifica. Pero siempre que Tanya arremetía contra ella chocaba con el enorme
dragón cobrizo que le cortaba el paso mientras enormes llamaradas de fuego
intentaban traspasar la piel de la dragona que le devolvía los golpes a Edward
causándole también algunas heridas.
No les iba mejor
a los centauros a los cuales les era imposible llegar hasta Alice. En un
movimiento inesperado de Sam, Esme se vio sorprendida por la ferocidad de su
ataque y cayó dejándola inerte por unos escasos momentos, momentos que necesitó
para recuperarse y resurgir. Carlisle se despistó un poco asustado por lo
sucedido y eso favoreció que Royce hiriese a Alice haciéndola caer al suelo,
aprovechando el hueco que los dos amantes habían dejado libre… Jasper arremetió
contra él con toda su fuerza pero fue Rose quien se interpuso en su camino ya
que Royce tenía una deuda pendiente con ella. Emmett se puso a su lado
dispuesto a defenderla. Jasper a su vez arremetía contra el otro centauro.
—Así que al final
sobreviviste –le dijo Royce a Rose al tiempo que Esme se acercaba a Alice
y lloraba encima de ella.
—Soy más dura de
lo que crees —respondió Rose mientras
intentaba dejar ciego al centauro con su pico.
Sam y Jasper
luchaban sin descanso mientras Edward no dejaba ni un solo rincón por donde
Tanya pudiera colarse.
—¡No te amo, y
nunca te amé maldita dragona traidora. Eres la vergüenza de nuestra especie! –le gritó Edward mientras los dos dragones
colapsaban uno contra el otro.
—Lo habrías hecho
si ese estúpido de Alistair no te hubiera enviado aquí, en busca de esa…
—¡Ten cuidado con
lo que dices! –le dijo Edward asentándole tal golpe que Tanya cayó de bruces al
suelo. Edward se dirigió hacia ella procurando que no tuviera tiempo si quiera
de levantarse y con la clara intención de lanzarle su fuego hasta que solo
quedaran de ella las cenizas, pero antes de que pudiera hacerlo una fuerte
conmoción se escuchó en el bosque. Una bruja de aspecto temible salió de entre
la bruma y se interpuso entre los contendientes.
—La fuerza física
aquí ya no sirve de nada, solo es la fuerza del amor la que logrará salvarnos.
Juntaros con vuestras respectivas parejas y si ese amor es poderoso, mi magia podrá
hacer el resto.
Bella se puso
junto a Edward y apoyó su cabeza en su cuerpo, él la protegió con su ala.
Jasper hizo lo mismo con Alice y los dos Fénix se posaron a lomos de sus
respetivos dragones. Todos miraron desafiantes a sus enemigos a los cuales la
bruja había paralizado momentáneamente.
El hechizo de parálisis terminó y
los centauros y la traidora intentaron
lanzarse contra sus enemigos pero… no pudieron…algo los detenía. Algo que empezó
a subirles desde abajo y los consumía por dentro, quemándoles. Un enorme rayo cayó
del cielo justo donde estaban, haciéndoles pedazos y dispersando sus cenizas
por todo el lugar.
Dragones, Fénix y
unicornios recuperando su forma humana se abrazaron unos a otros felices de que
por fin la guerra había terminado.
—Me llamo Kachiri
y soy la heredera de Nahuel. Por el poder que se me ha conferido os conmino a
permanecer en el mundo humano para así preservar el nuestro de otro posible
ataque. Debéis permanecer aquí y
profundizar vuestro amor para así preservar la magia. Todos se miraron unos a
otros satisfechos del cariz que tomaban las cosas, ninguno quería regresar a su
mundo y separarse.
—Aceptamos
–dijeron ocho voces perfectamente coordinadas.
La bruja rio para
sus adentros, ¡qué bien los conocía Nahuel!
—Sin embargo
–prosiguió Kachiri –como regalo a vuestro arrojo y valentía se os concede el
poder de tomar vuestra forma animal dentro de este mundo siempre y cuando os
limitéis a este bosque que ha sido vuestro refugio y procuréis que los humanos
no os descubran. También podréis viajar entre los dos mundos siempre que
queráis.
Los ocho amantes
se miraron unos a otros emocionados, tendrían lo mejor de ambos mundos.
Conservarían su forma humana para poder amarse sin restricciones, al tiempo que
podrían cruzar al otro lado para poder volar o correr en libertad.
Tendréis hermosos
hijos fruto de vuestro amor que permanecerán junto a vosotros siempre, salvaguardando la magia.
Ooooooooooooooooooooooooo
En el mismo
momento en que los ocho amantes desafiaban a sus enemigos con su amor, en el
mundo mágico el cielo se volvió rojo y los rayos que llevaban ya un buen rato
cayendo lo hicieron ahora con más intensidad impactando directamente y con
certeza contra los cuerpos de centauros y grifos que clamaban ahora por un poco
de piedad, piedad que ellos no habían tenido.
Pero los fénix
eran criaturas generosas y aunque los dragones no lo eran hicieron una
excepción cuando Marco, el jefe de las aves,
permitió que Aro el líder de los dragones, ajusticiara a Jacob delante
de todos sus seguidores. Cayo, el líder de los grifos, siguió su mismo camino.
Los demás
malvadas criaturas fueron hechas prisioneras, desterradas y condenadas a vagar sin rumbo
entre los dos mundos sin poder entrar en ninguno de ellos.
Oooooooooooooooooooooooooooooo
La vista humana
era incapaz de verlo aunque se esforzasen mucho pero cualquier criatura sobrenatural
que en ese momento estuviera observando el cielo vería sin lugar a dudas un hermoso dragón
de color cobrizo en cuyos lomos iba una hermosa criatura en su forma humana.
Los dos parecían felices y disfrutaban de esa libertad que les había sido
concedida y a Bella le encantaba viajar a lomos de su dragón. Junto a ellos una
criatura nueva, mezcla entre las dos especies, con un hermoso color cobrizo, un
precioso cuerno, una sangre hermosa que daba vida y unos ojos tan marrones como el chocolate de
los humanos, volaba junto a ellos chillando de emoción ya que era…su primera
vez.
Mientras, en el mundo mágico un unicornio corría feliz
por su añorado bosque seguido de cerca por un dragón y un hibrido que observaban
con atención todos sus movimientos.
—Que hermosa es
mamá ¿verdad papi? –preguntó Seth a su padre en un momento dado.
—No hay criatura
más hermosa que el unicornio –le respondió Jasper, su padre.
—Yo también tengo
parte de unicornio, verdad papi –dijo el niño señalando con su ala el cuerno
que le sobresalía de su morro, justo encima del orificio por donde le salía el
fuego.
—Tú y tus
hermanos sois especiales, la esperanza de nuestro mundo.
En otro lugar
indeterminado, dos dragones macho y dos fénix hembras volaban en libertad junto
a sus hijos. De los hocicos de esos retoños
salía fuego pero cuando lloraban sus lágrimas curaban cualquier herida.
10 comentarios:
Wowwww Felicidades! Una gran historia. Me ha gustado mucho. Amo los finales felices.
Me a encantado la historia a sido todo muy hermoso te felicito
Woooooow que bonita historia llena de mucha magia pero sobretodo de mucho amor que al final es el que vence cualquier cosa..........Suerte.....besos
Ohhh me ha encantado, ójala este OS continúe.
Antonia
Hola me gusto tu historia me encantan las criaturas miticas mucha suerte
Hermosa histori me encanto... Magia , Amor lo mejor De DOS mundos....mucha suerte
Me encanto, Ali tienes mi voto...
Oh un Edward dragón, sin perder sus hermosos ojos esa es característica muy de él, me encantó la historia reuniendo la mitología y el amor.
felicidades !!
Chica una historia fantástica. Sin palabras, me encantó!!!
Oh Dios mío,es fantástica esta historia graciasAliena
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