Capitulo 7 Velaré tus sueños

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Para mi amiga Carlita Cullen... que pidió un Edward para navidad!...

Velaré tus sueños

Edward pov

No podía concebir la idea de dejar a Bella en su casa, no podía no estar con ella. Mi cuerpo, mi mente, mi corazón la reclamaba, todo mi ser… ese vacío, frío e insípido ser que durante cien años rigió mi existencia ahora necesitaba más que nunca el calor, el aroma, la presencia y el amor de mi Bella. Sin embargo debía evitar, lo más que pudiera, dejarme llevar por la tentación de estar con ella, nunca dejaría de ser un depredador y ella jamás dejaría de ser mi presa. Cuando me abrazó fuera de su departamento la tarde después del accidente, me dijo que ella era una oveja enamorada de un león, sin embargo yo le doy otro sentido a esas palabras… ella no deja de ser una oveja, pero que se enamoró de un feroz león, al que se le ha negado la carne durante mucho, pero muchísimo tiempo y que de buenas a primeras le lanzan un trozo de la carne más suculenta y tierna que jamás verá.

_Padre necesito tu consejo… una vez más_ le dije a Carlisle después de venir de dejar a Bella en su departamento aquella tarde. Él era al único que le podía contar todo lo que sentía, no solo mi amor por ella, sino todo lo que provocaba en mí su cercanía, sus besos, sus caricias.

_Carlisle, en verdad no sé qué decir… jamás pensé que podía llegar a sucederme algo así. Todo esto me tomó desprevenido, te juro que el amor que siento por ella, es más fuerte que cualquier cosa en este mundo._ necesitaba desahogarme, necesitaba gritar todo aquello que sentía, tenía que decírselo a mi padre ya que si alguien podía ayudarme era él. Aunque era mi padre, él podría razonar en base a su sabiduría y darme al menos una respuesta más o menos objetiva. El hecho de que fuera su hijo no ayudaba mucho en su objetividad, pero confiaba en él y sabía que me hablaría con la verdad. _Carlisle!... por favor!!. ¿me puedes decir por qué ella pegó tan fuerte en mí?!_ algo pugnaba por salir de mi interior… un monstruo que había estado encerrado por 100 años.

_Edward, hijo… se que esto es conflictivo para ti. Se que en este momento crees que esto es imposible, que no deberías seguir adelante… tu corazón lo quiere, obvio, pero una pequeña parte de ti te dice que esto es incorrecto, que lo que sientes por Bella es una locura._ sabía que la mayor parte de mí decía que esto era una locura, pero la otra parte de mi, tal vez la menos coherente, se negaba a creerlo.

_El hecho de que la sangre de Bella sea tan irresistible para ti, y huela de una manera en que ningún humano haya olido, conjugado con el hecho que sea la única capaz de ser inmune a tu habilidad… tal vez hicieron que te interesaras en ella más de la cuenta… y que de esta manera, sin percatarte obviamente, te enamoraras de esa chica que tanto despertó tu interés._

_Pero padre, no solo el amor que siento por ella me vuelve loco… sino algo que nunca pensé que sentiría… por mi naturaleza digo, jamás pensé que hubiera algo tan fuerte que la sed por la sangre… el deseo físico. Bella es para mí… es decir… la deseo tanto… que tengo miedo de mí mismo, temo dañarla, romperla…_

_Hijo… fuiste un hombre alguna vez, son impulsos que tenías guardados en algún lugar y que Bella los despertó… solo están pugnando por salir… creo que no es nada que temer. Sé que siempre harás lo correcto._ mantuvo el silencio unos momentos y continuó _Te veo renovado hijo, debo mirarte con nuevos ojos porque esta chica te ha cambiado, solo puedo decirte una cosa… hazla feliz, porque solo de esa manera tú lo serás._

No pude esperar más, saludé a mi padre y corrí… corrí más que la noche del accidente, más de lo que hubiese corrido al estar cazando, más que si centenares de enemigos vinieran tras de mí. La necesitaba… solo verla, solo eso quería… si la encontraba despierta pediría permiso para quedarme y verla dormir, si la encontraba durmiendo no la molestaría y encontraría la manera de entrar y sentarme junto a ella para velar su sueño. Solo eso quería, cambiaría mi siglo de vida solo por esa posibilidad.

Ya al anochecer llegué al edificio de Bella, tenía que encontrar la manera de entrar ya que de seguro mi Bella durmiente estaría en su más profundo sueño. Me quedé unos minutos en la entrada esperando que alguien saliera, pero no sirvió de nada., la puerta seguía cerrada. Miré hacia arriba… ¿cuál sería el departamento de Bella?, ¿más aún en qué piso se encontraría?... bueno sería una búsqueda del tesoro y vaya que era un tesoro para mí.

Me fijé a ambos lados de la calle y en la acera de enfrente, no se veía a nadie, puse alerta mis sentidos y me dispuse a hacer lo que tenía pensado. De pronto me sentí un ladrón fisgando para poder irrumpir en alguna casa, pero en ese momento no me importaba nada… estaba enamorado y me obligué a creer que esa era excusa suficiente para hacer lo que iba a hacer. Comencé a subir trepando la pared del edificio, me era fácil hacerlo porque forma parte de mi naturaleza, al ir de cacería trepo árboles y abruptas montañas así que esto no fue un problema para mí.

Me detuve al llegar al primer balcón, salté a su interior y me agache poniéndome en cuclillas preparado para saltar si alguien me veía, agudicé mis sentidos poniendo en marcha mi habilidad. Al parecer eran cinco los departamentos de ese piso y en cada uno de ellos sucedía algo distinto, olores y pensamientos diferentes llegaban hasta mí:

“…tengo que acordarme de comprar el pastel mañana… justo se le ocurre venir…”, pensaba alguien, “tengo que decírselo…pero ¿cómo hago?” pensaba otro. Se escuchaban dos suaves respiraciones en el otro departamento acompañadas de incoherentes sueños. Lo que yo buscaba, a parte del inconfundible efluvio de Bella, era su suave respiración, tal vez su voz o algo que me indique adonde podía encontrarla, ya que no podía leer sus pensamientos.

Escuché una discusión en otro de los apartamentos y luego más sueños incoherentes en otro. Decidí treparme hasta el siguiente piso, me acuclillé en el balcón y desplegué todos mis sentidos, venían a mí más sueños incoherentes, más voces que no eran la de Bella: “…No!... duérmete ya, mañana debes ir a la escuela…!!” gritaba una voz, más olores que no eran el dulce y embriagador olor de mi Bella, pero así y todo, muy por debajo pude percibir un rastro de su efluvio… un olor a fresas y lavanda. Me disponía a saltar al otro piso cuando escuché mi nombre,

_Edward… _ me tensé y reconocí su voz, era ella, era mi Bella. Pero… ¿me estaba llamando?, ¿me había visto?, por más que la buscaba no la veía.

_Edward… amor…_ era ella y supe por donde tenía que ir. Salté al balcón contiguo y me agaché mirando a través del gran ventanal, dentro estaba oscuro así que supuse que se encontraba en su habitación. La suerte estaba de mi lado, la ventana estaba abierta así que la corrí y entré, su efluvio chocó contra mí con toda su fuerza y como un tonto masoquista aspiré profundamente tanto como me lo permitieron mis pulmones. Su aroma me impregnó hasta calar en mis huesos… mmm… eso se sentía bien, cada célula de mi cuerpo bailaba con el canto de su sangre.

Seguí su enloquecedor efluvio, todo fue un borrón a mi costado, solo me importaba llegar a ella. Sin embargo tenía miedo… mas miedo que nunca, yo era un depredador acechando a mi presa y eso no podía olvidarlo ni negarlo, no importaba cuán enamorado estuviera, yo siempre sería el monstruo queriendo beber su sangre.

_Edward ven…_ Oh! Por Dios que hermoso sonaba mi nombre en sus labios… mi Bella me llamaba.

Solo cuando estuve parado en los pies de su cama caí en la cuenta que dormía profundamente. Bella estaba soñando… y soñaba conmigo. No podía describir lo feliz que me sentí, mi Bella… mi novia…mi credo personal, si el mundo se debía caer ella tendría que quedar en pié para que sea posible un futuro, el amor de mi vida… de mi existencia, me tenía aún en la intimidad de sus sueños. Aún allí me nombraba, me reclamaba… me necesitaba. Quise recostarme junto a ella y decirle que allí estaba, que había acudido a su llamado y que hiciera conmigo lo que quisiera, me tenía… era total y completamente suyo. Pero… estaba bien así, aunque no pudiera acostarme junto a ella, aunque no pudiera hacerle el amor, aunque no pudieran chocar nuestras pieles y sentir su delicioso sudor sobre mi frío cuerpo, estaba bien… me conformaba, al menos por ahora, con ser su guardián, su centinela, aquel que velara sus sueños, aunque tuviera que irme después antes de que despertara. Tenía que conformarme con ser aquel vampiro, que por algún exquisito juego del destino, había acabado enamorado de aquella deidad humana. No veía otra salida, solo aquella que me empujaba a quedarme a su lado aunque ella no fuera conciente de eso.

_Para siempre…_ prometí en un murmullo tocando su tierna mejilla, _ para siempre mi amor._