Capitulo 10: Restos de mí

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TEMPRANISIMO!!! no se pueden quejar mis queridas amigas. Las amo... sin mas que decir las dejo con este capi, acuerdense de votar mi One shoot (si les gustó) por mail a lo de kokoro. Besotes... COMENTEN!! SABEN QUE ES NECESARIO PARA MANTENERME FELIZ!

Restos de mí

Tardé en comprender que todo lo que me había quedado de ese ser tan maravilloso al que había tenido la dicha de besar, era simplemente nada. Solo su aroma aún impregnada en mis ropas y sus recuerdos eran lo que me empujó a salir de ese cuarto de aeropuerto, ese burdo lugar fue testigo de nuestra lujuria y pasión contenida, allí fue donde terminé de profanar la pureza de ese hombre, el único capaz en toda mi existencia de haberme hecho suplicar, rogar… el único hombre que deseé más que a ninguno y que no obtuve.

Seguir… levantar la cabeza con la poca dignidad que quedaba, juntar los restos y salir de allí fue mi objetivo de ahí en adelante. Su ida produjo una herida difícil de describir, pero, en todo caso soportable… me esperaba un hombre en casa, que aunque no fuera el mejor y jamás siquiera llegaría a alcanzar los talones de… él, era lo que tenía, ¿conformarme?, ¿resignarme?... si.

La lluvia era un torrencial de agua cuando salí del aeropuerto, pero no me importó. Caminé entre la gente que corría por las calles tratando de encontrar un lugar para protegerse del agua, un techo… una hogar que los recibiría con los brazos abiertos.

Al llegar a una calle ya menos transitada comencé a correr a la velocidad que siempre me liberaba, correr más fuerte que el viento y la luz, correr para nunca cansarme. Me adentré en el bosque de fuerte robles y altas coniferas y algo que quería liberarse de en pechó tomo fuerza para salir, un grito desgarrado de ira y frustración inundó la calma del lugar, frené en seco tratando de recuperarme y de mantener la compostura, ¿cómo la imagen de un hombre… un simple y débil humano podía hacerme reaccionar así?… ¿cuándo había perdido mi dignidad por algo tan simple como un humano, pero a la vez tan tentador?

Respiré unas grandes bocanadas de aire húmedo y comencé mi camino a la ciudad para volver junto a Ángela que me esperaban en el hotel. Al llegar allí, luego de traspasar las calles de manera casi invisible para los humanos, me estaba esperando ella, tan cordial y preocupada por mí como siempre,

_Bella… me estaba comenzando a preocupar_ se acercó a mí con el seño fruncido mirándome de arriba abajo _tomarás un resfriado Bells, ven te prepararé un baño caliente…_ tomó mi mano sin darme tiempo a replicar y me llevó hasta el cuarto de baño, ella se dispuso a abrir las canillas de la gran bañera y poner sales y distintos jabones, yo me saqué la ropa. Si supiera mi amiga que nada me podía pasar, que si casualmente me pasara un tren por encima yo saldría ilesa y caminando del lugar… era indestructible, eterna e inmortal, aunque el rechazo del hombre que más me importaba podía causarme más dolor que cualquiera podía imaginar.

_Toma ponte esto luego que salgas… tus músculos deben estar agarrotados por el frío_ me dijo lanzándome un piyama grueso de algodón,

_No Angy, estoy bien… en serio_ ella frunció el seño cual madre y movió la cabeza negando _no te veo bien, estas mojada hasta los huesos, pálida más de lo que ya eres y fría más de lo que ya eres… definitivamente no estas bien_ me empujó hacia la bañera y no tuve más remedio de meterme en ella. El calor inundó mis sentidos, sacudió mi frío corazón y mi cuerpo reaccionó, no era el mismo calor que había sentido entre sus brazos hacía unas horas pero… era al menos un recordatorio de cómo me sentía junto a él. Ángela desapareció por la puerta dejándome allí, recosté mi cabeza en el borde de la bañera y mi mente se puso a divagar sobre todos los acontecimientos que se habían sucedido desde que había llegado a Seatlle.

Sus penetrantes ojos verdes se vinieron a mi mente estremeciéndome de pies a cabeza, sentía el vacío en mi cuerpo… él había explorado como nadie mi interior y yo lo había disfrutado al máximo, al menos lo que duró.

Mis dedos exploraron el lugar que él había tocado hacía unas cuantas horas, recorriendo el camino de mi ombligo hasta mi centro, que se sentía vacío… separé mis piernas un poco para darme lugar y mis dedos temblorosos me recordaron la sensación que él me había regalado. Rocé mi entrada con mi dedo mayor imaginándome que era el suyo y lo adentré suavemente y fácilmente gracias a mi humedad,

_Edward…_ salió de mis labios, comencé a bombear dentro mío dándome placer… un placer que jamás era completo si él no era el que me lo daba. Apreté mis labios conteniendo mis gemidos a sabiendas que Ángela podía escucharlos, pero mi jadeo se hizo más profundo con cada estocada de mi dedo. Apoyé la palma de mi mano en la zona de mi punto de placer causando una exquisita fricción mientras mi dedo entraba y salía de mi interior a toda prisa. Mi mente divagó al momento en el que él me lo estaba haciendo dentro de ese cuarto de aeropuerto, vi su cara retorcida por la lujuria, el deseo y el fuego… recordé el olor a sexo que inundaba el cuarto y mi estrechez comenzó a palpitar anticipando el momento,

_Ed… ward, amor_ dije sin poder contenerme. Sus ojos me taladraban mientras sentía que el nudo en mi bajo vientre comenzar a desatarse, apuré mis propias estocadas mientras que con la otra mano me acariciaba un pezón excitándolo, endureciéndolo, imaginándome que eran sus dedos los que lo tocaban. Me arqueé al comenzar a transitar el placer, cerré los ojos con fuerza y lo sentí venir… Edward había comenzado el trabajo, pero me había tocado a mí terminarlo… me sentía necesitada. El tremendo gozo me alcanzó, fuerte como una tropilla de caballos salvajes, tan intenso como solo pensar en él podía lograr, sin embargo tan miserable y doliente que al terminar me sentía de nuevo vacía y desolada, ¿qué había obtenido?, placer… pero momentáneo y sin él, solo eso. Me avergoncé de mí misma al pensar que había utilizado sus recuerdos solo para satisfacer mi lujuria, la que él mismo había provocado.

Luego de calmar mi respiración y ordenar un poco mi mente, salí de la bañera… extrañé en seguida la calidez del agua sobre mi piel. Al salir del cuarto vi que Ángela ya estaba dormida acurrucada en su cama, dormía placenteramente como me hubiese gustado hacer yo. Dormir, olvidar, dejar volar la mente unas horas para no tenerlo tan presente… ilusa.

Tomé de mi bolso de mano el libro que siempre llevaba conmigo para entretenerme en mis ratos de ocio: “Expiación, deseo y pecado”… buena elección. Me senté sobre la gran cama de cobertor marrón y me dispuse a leer, una buena historia me mantendría distraída de otros asuntos en los que ya no tenía sentido pensar.

Iba por la mitad del libro cuando los primeros rayos del sol entraron por la ventana, había logrado aislar mi mente para pensar solo en la historia de amor entre Robbie Turner y Cecilia Tallis, abrumadora y trágica historia de amor que batallaba en un mundo regido por la codicia, la guerra y la envidia… suspiré resignada y seguí leyendo a sabiendas que en cualquier momento Ángela iba a despertar y me encontraría allí… como si nunca hubiese dormido.

Estaba en la parte en que Robbie caminaba perdido y sin esperanza por los campos ingleses destruidos por la guerra, cuando Ángela comenzó a removerse en la cama. En ese mismo instante miré el reloj que marcaba las 7 de la mañana, Ángela se talló los ojos y yo cerré el libro escondiéndolo una vez más.

_Buenos días_ dije desde mi cama,

_Hey Bella…_ se sobresaltó un poco y volteó a mirarme _me asustaste, pensé que aún dormías_

_Sabes que suelo despertar temprano…_ le dije fingiendo inocencia.

_Bien… será mejor que me levante_ dijo bostezando y estirándose _ en cualquier momento vendrá el pequeño tsunami a buscarnos y…_

_¿Perdón? ¿Pequeño tsunami?_ le dije sorprendida, definitivamente me había perdido algo…

_Bella… Alice llamó anoche, luego de que te habías ido…_ si… algo me había perdido _dijo que se le olvidó decirte algo_

Un nudo se me formó en la garganta impidiéndome emitir palabra, si la hermana de Edward sabía algo…

_Dijo que su madre, Esme, nos invitó hoy a ir a almorzar con los Cullen a su casa_ el nudo viajó hasta mi estómago, estrujándolo, sumiéndolo en el dolor mas gratificante… no iba a poder estar con él, pero iba a visitar su territorio.

_Oh… no sabía, se le olvidó decirme_ le dije recordando la llamada que le había hecho a Alice apenas la noche anterior _ solo habíamos arreglado salir hoy a recorrer la ciudad._

_Oh! Que bien, podremos hacerlo luego de almorzar_ asentí distraídamente mientras ella se metía en el baño.

Estábamos en el lobby del hotel cuando vimos a la pequeña Alice llegar a buscarnos, nos saludó eufórica… como si fuéramos lo más lindo que hubiese visto en el mundo y literalmente nos arrastró al Porshe amarillo canario que era de su propiedad, a su tierna edad de 18 años.

_Mi madre las espera encantada…_ dijo mientras aumentaba la velocidad en un tiempo record _tendremos tiempo de recorrer todo lo que quieran más tarde, iremos a la bahía, a recorrer los escaparates de la ciudad y hasta iremos a cenar al restaurante más exclusivo de la ciudad, yo invito…les juro que no me van a querer soltar_ respiré por ella, ¿cómo pudo ser capaz de decir todo eso sin respirar?...

Llegamos a la gran casa blanca de los Cullen, mi pecho quiso explotar de melancolía y remembranzas al ver esa casa, que en los últimos días había significado tanto para mí. Esme nos esperaba en la entrada de la casa, una sonrisa netamente maternal surcaba su rostro… realmente amaba esa familia.

_Bella! Ángela!..._ chilló cuando bajamos del auto, su abrazo de bienvenida me aturdió un poco, nunca nadie había demostrado tanto afecto por mí apenas conocerme, le devolví gustosa el gesto y la seguimos hacia adentro.

El aroma a hogar, a miel y a lilas traspasó mi nariz apenas crucé el umbral… olor a amor, a comprensión y sensibilidad. Me sentí ajena a ese lugar, nada tenía que hacer allí, derepente quise dar vuelta sobre mis pies yt salir corriendo, un sentimiento de culpa y vergüenza estaba invadiéndome… corrompí la pureza de ese hogar tentando a un hombre prohibido, utilizando mis habilidades de seducción para hacerlo caer, para hacerlo mío… Esme me sacó de mis pensamientos antes de que pudiera hacer algo,

_Bella, ¿sabes tocar el piano?_ me dijo señalando un enorme piano negro que se ubicaba en una esquina…

_mmm… algo, hace mucho tomé clases_ le dije con total sinceridad, a James le complacía que yo tratase de ser perfecta para él, en todo sentido… entonces había tomado unas clases de piano para satisfacer su sentido musical, no logré mucho.

_Oh! Podrías deleitarnos con unas notas hasta que este el almuerzo_ dijo mientras se encaminaba hacia el piano, levantó la cubierta dejando ver las hermosas y blancas teclas… me senté en el taburete sin saber qué tocar, repasando en mi mente lo que había logrado retener de las clases.

_Edward se sentiría gustoso de oírte tocar_ dijo Alice, la miré sorprendida por haber escuchado su nombre, Alice pareció entender mi gesto de confusión _mi hermano es el dueño de este piano, nadie más que él lo tocó antes… ya que nadie ha logrado superarlo_

Me sentí osada y acaricié las teclas del piano, aquellas que él también había acariciado alguna vez, solo él. Quise sonreír pero sabía que Alice, su madre y Ángela estarían viendo así que me resigné a comenzar a tocar… cerré los ojos con el infinito regocijo de estar tocando algo suyo, perteneciente a él como ahora lo era mi corazón y una hermosa melodía que jamás pensé que me saldría tan bien comenzó a sonar… mis dedos se movieron ávidos por el piano, acariciando sutilmente blancas y negras que unidas hacían una exquisita melodía. Edward estaba presente a mi lado, viéndome tocar satisfecho, solo ese pensamiento fue necesario para continuar… Claro de Luna había acabado y abrí los ojos para encontrarme con la mirada de los Cullen puesta en mí.

_Bella eres sensacional._ susurró Alice con los ojos como plato, hasta yo no podía comprender la magnitud de lo que había sucedido… la única melodía que sabía tocar era esa y era la primera vez que me salía casi perfecta. Solo atiné a sonreír y a levantarme del taburete,

_Si Edward supiera que alguien tocó su piano tan bien como él mismo…_ continuó Alice…

_Por favor no le digas…_ dije sobresaltada, Alice arrugó el entrecejo y me apresuré a explicarme _deja que siga creyendo que nadie es mejor que él._ era la cruel verdad, nadie sería mejor que él… yo había probado el dulce más exquisito, no quería probar más, pues el deleite ya lo había conocido y era único, no había otro en el mundo capaz de superarlo.

_Ok… pero promete que algún día tocarás para él_ dijo Alice, me pareció ver una mueca de complicidad en su pequeño rostro _para que vea que no es el único… no querrás que mi hermano sacerdote se convierta en un arrogante ¿no?_

_Alice, ya!_ la regañó Esme riendo, Ángela acompañó su risa y yo me relajé.

_Bella, mejor vamos…_ demandó Esme sonriendo apenada _disculpa a mi hija, a veces es un poco impulsiva para hablar_

_Esta bien Esme, no te preocupes_ dije tratando de alivianar la tensión, juntas nos encaminamos al comedor… yo decidida a simular comer, decidida a conocer más de él.

Esa mañana pasó ante mis ojos como una ráfaga de viento, apresurada y fresca. Los Cullen me habían demostrado que había una parte hermosa de la vida, el amor fraternal… ellos eran como una intricada red de sentimientos que solo ellos eran capaces de entender, una familia con valores tan profundos y arraigados que hacían ver al ser más ejemplar sobre la tierra como un grano de arroz frente a toneladas de trigo, aunque faltaran dos integrantes importantes… esa familia siempre los tenían presente y los amaban con la misma intensidad que el primer día. Tenían tanto amor para dar que sin desearlo ni esperarlo me hacían sentir incluida.

La tarde llegó entre anécdotas y charlas, Esme me había enseñado un álbum de fotos familiar mientras esperábamos a Alice que se arreglaba para nuestra salida por la ciudad. Vuelvo a decir que me sentí una intrusa, alguien que no se merecía estar allí, alguien que muy pronto estaría en su propio mundo junto a un hombre que no amaba, asumiendo la horrible verdad de saber que había tenido la oportunidad de probar algo que jamás obtendría y que lo que me merecía estaba allí frente a mi, para siempre… James.

Imágenes de niños inocentes pasaron por mis ojos, mi corazón sin vida pareció encogerse al ver la foto de un pequeño Edward… siempre con su cabello cobrizo indomable y sus profundos ojos de un verde esmeralda, sostenido de la mano de su madre al cruzar una calle. Sonreí ante la imagen… parecía tan inocente como lo era ahora.

_Ya vamos!... quiero mostrarles el atardecer desde el muelle_ me sobresalté al escuchar a Alice, había estado tan inmersa en mis pensamientos que no prestaba atención a los sonidos de la casa. Me levante a regañadientes del sofá, dejando sobre él el álbum de fotos y salí junto a Ángela de la casa, sin antes despedirnos de Esme y Carlisle con un abrazo. Esperaba volver a sentir esa calidez familiar…

Alice manejó locamente por las calles de Seatlle, estábamos bordeando la costa para luego estacionarnos en un muelle que se adentraba al mar unos metros, desde allí vimos bajar el sol más allá del horizonte. El crepúsculo sobrevino trayendo la hora más difícil del día… en un mismo crepúsculo tres noches atrás lo había visto en el patio de su casa… me había mirado asustado y maravillado a la vez, como si hubiese visto el sol por primera vez. Esa fue la noche que probé sus labios por primera vez, esa noche me condené a mi misma de tantas y diferentes maneras, esa noche me enamoré de él y al mismo tiempo perdí la oportunidad de salvar mi alma, si es que la había, por haber tentado el alma pura de un sacerdote.

“Edward… amor, quisiera que este conmigo viendo este crepúsculo… quisiera que estés mirando el mismo cielo que yo, así al menos algo logrará unirnos” pensé mientras oía las olas del mar romper sobre la playa. Cerré los ojos ante tan supremo espectáculo, deleitándome con los olores marinos y solo el sonido del mar… Alice y Ángela sumidas en sus silencios, sentían la misma vibra que yo, era todo tan pacífico. Sonreí ante la imagen que me regalaba mi mente sádica y masoquista, Edward con sus ojos fijos mirando el mismo atardecer… el mismo crepúsculo.

_Bella…_ dijo detrás de mí una voz de hombre que reconocí de inmediato, tan familiar y a la vez tan lejana…mi piel se erizó ante el reconocimiento y volteé lentamente. Si había algo que no quería y que no había deseado era la imagen que tenía en frente, forcé una sonrisa y caminé hacia él, mis amigas me miraban con distintas reacciones, Alice fruncía el entrecejo mirándolo a él y a mí alternadamente y Ángela solo me miró con tristeza…

_James… que sorpresa_ atiné a decir simulando seguridad. El me miraba con sus ojos entrecerrados y una sonrisa burlona bailaba en su rostro… James había venido por mí.