Capitulo 21: Determinación

Tweet Amigas!! nuevo capi!!! gracias por soportar la leve espera, es que me gusta ser puntual y cuando me atraso ya me preocupo je je, gracias a todas las que me dan su apoyo... gracias infinitas! las amo...

Capitulo 21: Determinación

_¿Bella, amor?... ya es hora de irnos_ dijo a mis espaldas la voz que mas odiaba sobre la tierra, dejé la ultima manzana dentro de la canasta y volteé a mirarlo poniendo en mi rostro la mejor de mis ficticias sonrisas.

Alice venía dando pequeños saltitos a mi lado con una sonrisa en los labios tal vez imaginándose en su pequeña cabecita de qué modo habíamos aprovechado el tiempo que ella nos había dado a Edward y a mí para estar solos, ni hablar… lo habíamos sabido aprovechar muy bien. Volteé a ver a James y un familiar temor me recorrió de la punta de los pies hasta erizar los cabellos de mi nuca, su mirada cargada de odio y desafiante estaba dirigida a Edward que lo miraba de igual manera, ambos tenían los puños cerrados apretándolos a un costado del cuerpo, como si de esa manera pudieran reprimir las ansias que generaba el odio mutuo.

Debía romper ese contacto visual, con solo una palabra o un solo paso de alguno de los dos todo se podía ir al diablo. Miré a Alice que los observaba con el seño fruncido y tomé valor para encaminarme hasta James, llegué hasta él y con todo el asco del mundo tomé con una de mis manos su nuca y lo besé en los labios… no fue profundo, no fue pasional y de ninguna manera fue una muestra de amor, solo fue un simple intento de distraer su atención y cortar con el mal momento. Él me miró sorprendido y aferrándose a mi cintura me devolvió el beso, me separé pronto, lo suficiente como para saber que él se había quedado con las ganas,

_Bien… le dejo estas manzanas a Esme y nos vamos_ murmuré mostrándole la pequeña canasta que tenía en la mano, él asintió. Sus ojos que habían sido negros por la ira ya se habían suavizado y lucían del mismo topacio vacío de siempre. Tomó mi cintura con gesto posesivo y me llevó a través de los árboles con Alice y Edward siguiéndonos de cerca…

No quería mirar hacia atrás, no quería ver sus verdes ojos surcados por el dolor, no quería hacerlo, sabía que ese beso a James de alguna manera había lastimado a Edward, lo había herido… lo sabía, si hace tan solo 15 minutos antes nos habíamos jurado amor sin importar nada y luego había corrido a besar a mi “novio”, solo esperaba que él entendiera que solo había sido una pequeña artimaña para romper con el momento tenso que se había generado… solo esperaba tener la suerte que el comprendiera.

Llegamos hasta el patio de los Cullen y se podía sentir el olor que salía de la cocina, aroma a pastel cocido, no me repugnaba… pero tampoco me agradaba. Había aprendido al igual que James a ingerir comida humana cuando debía ser necesario para cuidar las apariencias, mucho más enfrente de nuestros amigos de Alaska incluyendo a Rosalie y Emmett, ellos eran muy perspicaces y ante una leve sospecha nuestro anonimato podía irse al diablo.

De entre los humanos uno solo sabía, de ahí en más, nuestro secreto… Edward. Solo era él quién tenía la confirmación concreta de que los vampiros existían, solo en él había depositado toda esa información y no me arrepentía, no lo haría nunca, porque nuestro amor lo valía. Desde el momento en que mi verdad abandonó mis labios había sentido que descargaba un gran peso de mi espalda, él tenía derecho de saberlo y por más miedo que tenía al confesárselo, sabía que para bien o para mal esa verdad era lo único que me ataría a él o me alejaría, porque esa verdad era lo suficientemente fuerte, más que nada en el mundo, para separarnos. Sin embargo y contra todas mis expectativas, Edward me había confirmado su amor más allá de lo que yo era, más allá de mi propia naturaleza… y eso era suficiente para mí, suficiente razón para luchar por él.

El miedo seguiría estando, mientras existiese James seguiría persiguiéndonos… y Edward, bueno… presentía que iba a seguir insistiendo en deshacerse de James a como dé lugar.

Al cruzar la puerta de vidrio de la cocina encontramos a Esme cortando un trozo de pastel para colocarlo en un pequeño plato que Alice entusiasmada tomó, buscó un tenedor y comió con ganas. Edward se apresuró a pasar a mi lado y desapareció por la puerta que nos separaba de la sala, oí cómo subía las escaleras casi corriendo hasta llegar al piso de arriba.

_Esme, muchas gracias por el almuerzo. Bella y yo debemos irnos ya…_ murmuró James con un tono fingido de disculpas a Esme,

_Pero si aún no han tomado el té y no han probado el pastel Bella_ dijo dirigiéndose a mí con su rostro suplicante, yo le sonreí lo más cordialmente que pude todavía preocupada por la reacción de Edward.

_Lo siento Esme, es que James tiene unos asuntos pendientes, pero cuando quieras puedo venir a tomar el té contigo…_ le tomé las manos y ella, luego de pensarlo por unos segundos, me abrazó efusivamente. Me sorprendió al principio, como todas las muestras de amor incondicional que esa familia tenía para los demás, luego de unos segundos le devolví el abrazo.

_Gracias Bella, considérate de la familia mi niña, se siente bien tenerte aquí_ sus palabras abrieron un hueco en mi pecho… remordimiento, culpa, pena… llámenlo como quieran, ella era la madre del ser que yo misma había tentado, seduciéndolo hasta hacerlo perder la cabeza a tal punto de desear matar a alguien, que por más que lo mereciese, sería la razón para caer en pecado… una vez más.

Besé a Esme en la mejilla antes de separarme de ella, no pude mirarla a los ojos, no tenía el valor para hacerlo y tenía la suficiente vergüenza que me lo impedía… si ella supiera, me repetía una y otra vez en la cabeza, si ella supiera…

_ Esperamos volver antes de irnos, ya hemos estado lo suficiente en Seatlle, Rose y Emmett ya deben haber vuelto de su luna de miel y nosotros aún no nos hemos ido de aquí…_ rió James a Esme que le correspondía, lo miré atónita. Se suponía que íbamos a quedarnos más tiempo para que pudiéramos poner su plan en marcha, por supuesto que antes de que él pudiera hacer nada contra los Cullen yo ya lo habría matado… pero si ahora salía con que debíamos irnos atoraba mis propios planes, debía acelerar lo que tenía en mente. Tragué saliva y miré a Alice que también lo observaba confusa, ella también esperaba que nos quedásemos un tiempo más. Me acerqué a ella con intención de despedirme pero me sorprendí cuando ella lanzó sus bracitos alrededor de mi cuello,

_Yo lo cuidaré por ti_ susurró en mi oído _tú ve, pero vuelve pronto si lo amas._ asentí sutilmente mientras oía cómo Jemes se despedía de Carlisle que había entrado a la cocina. Me solté del agarre de mi amiga y me encaminé hacia el jefe de familia, me despedí rápidamente y con James llevándome de la cintura salimos cruzamos la sala hasta el porche de entrada… una vez afuera sentí la voz que quien seguro iba a extrañar,

_Bella…

Volteé para encontrarme con los ojos verdes de Edward, parecía tranquilo y su rostro no denotaba pena o alguna otra emoción, solo una rara mezcla de dureza y tranquilidad… Me zafé del brazo carcelero de James y caminé hacia mi amor para despedirme, Alice pasó a mi lado con la intención de distraer a James… algo imposible, él estaría atento a todo,

_Adiós_ le dije suavemente mientras le daba un casto beso en la mejilla, el tomó mi mano con una de las suyas y muy sutilmente puso algo sobre mi palma, para luego cerrar mis dedos en torno a ese pequeño objeto, no miré… sería muy obvio. Solo tuve ojos para mirarlo a él, sus ojos verdes resplandecían… brillaban con un destello especial, no había miedo, celos, odio… no había más que suma tranquilidad. Antes de separarme de él vi claramente cómo las comisuras de sus labios se torcían reteniendo una pequeña sonrisa. Di vuelta sin soportar semejante visión, solo tenía ganas de tíramele encima y besarlo hasta saciar mis deseos… hasta dejar las huellas de mi amor sobre él, aunque ya lo había hecho de diversas y distintas maneras ese día.

James miraba la escena con el seño fruncido, en cuanto miró a Edward lo saludó quedadamente con una inclinación de la cabeza a lo que mi amor respondió con el mismo gesto. Cerré fuerte mi mano y sostuve ocultando ese pequeño objeto como si en ello se me fuera la vida, subí al auto y con un último saludo me despedí de los Cullen…

Fue un viaje rápido hasta el hotel, la noche reinaba en la ciudad para cuando estábamos aparcando en el hotel, durante todo el viaje mantuve mi mano apretada protegiendo lo que Edward, con tanto sigilo, había colocado allí, no me había atrevido a abrir la mano y mirar que era por miedo a que James se diera cuenta. Me sorprendió la ausencia de palabras por parte de James, él parecía estar metido en sus propios pensamientos, dejando para la habitación de hotel las recriminaciones, insultos y hasta golpes… suspiré resignada a enfrentarme con todo eso esa noche y subí el ascensor hacia nuestra habitación.

Al abrir la puerta entré rápidamente dentro de la habitación, quería resguardar primero lo que Edward me había dado, llegué a la cómoda donde dejaba mis libros, justo debajo de un espejo… vi que James cerraba la puerta de la habitación echando una mirada antes por el corredor, en ese momento y me apresuré rápidamente a abrir mi ejemplar de Cumbres borrascosas y a poner dentro, entre las paginas, lo que Edward me había dado… ya lo vería más tarde. Cerré suavemente el libro y di media vuelta al ver por el espejo que James se acercaba detrás de mí, tragué saliva y suspiré ante lo que se me venía…

_Mi Bella…_ murmuró acercándose hasta mí, inclinó su rostro hasta mi cuello y lo sentí olisquear, cerré los ojos apretando los puños sobre la cómoda _mi dulce Bella… dime, ¿la has pasado bien hoy?_ murmuró sobre mi cuello. Yo era incapaz de hablar, su pregunta solo dejaba una cosa en claro, él estaba jugando conmigo, él olía a Edward en mi piel. De pronto sentí sus dientes en mi cuello mordiéndome levemente,

_Dime mi Bella, ¿cómo se comportó el padre Edward hoy?_ murmuró sobre mi cuello, quise alejarme por puro instinto sabiendo que él me sostendría fuerte, lo cual hizo…

_Muy bien, mejor que tú_ contesté desafiante, si él quería la verdad yo se la daría. Se quedó en una pieza al escucharme, su aliento pegaba contra mi cuello y sus manos se ciñeron fuertes en mi cintura… entonces su risa estremeció mi piel,

_Que bien que lo disfrutaste, al fin que no le queda mucha vida a ese padre tuyo_ dijo mirándome con sus ojos casi negros, _no juegues conmigo Isabella, porque te puedes quemar con fuego_ murmuró antes de tomarme de la nuca y empujarme hasta su boca. Su lengua entró sin permiso a mi boca, proteste pero eso solo sirvió para que James jalara mi cabello hacia atrás y con sus propios dientes arrancara mi camisa y sostén,

_Quiero hacerte lo mismo que el te hizo Bella_ murmuró besando mis pechos, cerré fuerte los ojos y solo vi los verdes ojos de él… mirándome con suma paz y tranquilidad, algo en él había cambiado, tal vez unas fuerzas renovadas, tal vez una determinación férrea, no lo sabía, solo era consciente de que debía terminar con esto para poder finalmente ver qué era ese pequeño objeto que él me había entregado, algo me decía que era de suma importancia…

Sentí que sus dedos recorrieron mi interior, palpando y tocando de manera descuidada y presurosa, sentí asco de mí misma por dejarme hacer eso… pero de alguna manera sabía que era necesario para que Edward siguiera estando vivo. Esa tarde había sido todo lo que había esperado y por ´primera vez en mi larga existencia sentí pánico ante la perdida, miedo, dolor y felicidad al mismo tiempo. En el momento justo en que creí que lo perdía Edward llega como el caballero de armadura dorada que era y me afirma que lucharía a pesar de todo por nuestro amor. Me sentí feliz por primera vez en mi vida y más decidida que nunca para deshacerme de James…

Sentí una salvaje estocada de su duro miembro contra mi sexo, sabía que lo estaba haciendo, sabía que me estaba sometiendo… pero de ninguna manera saldría de mi burbuja, de aquella en la que me encerraba cada vez que sucedía, aunque las embestidas eran tan fuertes y brutales me obligué a mí misma a pensar en mi amor, en él… en mi dulce ángel que había renunciado al cielo solo por mí, solo él me podía mantener alejada de la realidad en ese momento de crueldad, solo él… Debía encontrar la manera a como de lugar para deshacerme de James pero ¿cómo hacerlo?, si él era el doble más fuerte que yo… la única manera de matarlo era contar con un vampiro lo suficientemente dispuesto a colaborar y lo suficientemente fuerte como para vencerlo ¿pero quién?... no pertenecíamos a ningún aquelarre, siempre habíamos estado solos cual nómades, solo que nos estabilizamos en algún lugar y pasábamos unos años allí para luego seguir mudándonos, ¿a caso debía salir en la busca de un vampiro para poder matarlo?...

_Oh Bella… oh por Dios, eres exquisita_ escuché por los resquicios de mi mente que gemía James, un líquido inundó mi interior y él se dejó de mover, apreté aún más los dientes y mis ojos, no quería mirar aún. _Eres mía Isabella, por más que te jodas a ese sacerdote eres mía, nadie jamás te podrá apartar de mi lado preciosa, yo te convertí y yo seré el que te mate ¿entendiste?_ dijo cerca de mi oído, sus fuertes manos me sostenían sobre la cómoda, si no hubiese sido por eso yo ya habría colapsado sobre el suelo. No le quería contestar, yo jamás sería suya… me podía someter cuantas veces quisiera, podría morderme y bañarme con su semen, podría seguir tomando mi cuerpo, pero jamás obtendría mi alma, jamás mi corazón, este le pertenecía a una sola persona y era quien estaba esperando por mí en esos momentos, era quien me amaba como yo lo amaba, era mi Edward.

Sentí las manos fuertes de James tomarme por mi cuello obligándome a levantar la cabeza, abrí los ojos y ahí estaba, frente a mí, tan arrogante y altivo como siempre, con su gesto burlón y su sonrisa de satisfacción,

_Dilo linda… dí que eres mía_ negué con la cabeza desafiante, ante este gesto él acercó sus labios a los míos y mordió mi labio inferior tan fuerte que pude sentir hasta dolor, apreté los ojos y ahogué un grito, su lengua exigente invadió mi boca y exploró cada centímetro aún sin que yo le devolviera ese beso, _eres deliciosa Bella demasiado para tu propio bien, tal vez deba considerar encerrarte en algún lugar para que nadie más te toque y solo yo te haga mía cada vez que quiera_ negué con la cabeza y cómo pude solté las palabras que tenía atoradas en mi garganta,

_Habíamos hecho un trato ¿qué pasó? ¿Por qué lo rompiste?_ murmuré como pude, él aún tenía mi cuello apretado con su mano, me miró curioso, como examinándome… luego con un movimiento que no vi venir me soltó bruscamente y mi cabeza chocó contra el espejo que tenía detrás, sentí como el cristal se rompía con el impacto… él simplemente se alejó guardando su miembro y abrochándose los pantalones,

_Ningún trato mi Bella, no me gusta la idea de que te andes tirando al curita por los rincones con la excusa de que puedes engañarlo y sacarle dinero… soy mejor estafador que tú Isabella y sé cuando tratan de engañarme… tú lo quieres proteger, tú solo te lo quieres tirar_ dijo mirándome con sus ojos oscuros,

_No dejaré que le hagas daño_ dije en un hilo de voz, de pronto temí por la vida de Edward, James podía ser capaz de cualquier cosa, el rió de manera burlesca ante mis palabras

_Bella… deberías estar agradecida de que lo dejé vivir hasta ahora, tienes suerte de que la pequeña Alice sea su hermana, solo por ella me estoy aguantando de quebrarle el cuello a ese curita_ murmuró suavizando la mirada, no sé que tenía Alice que lo había deslumbrado a tal punto, pero en ese momento ella era mi tabla de salvación…

_Tal vez debería convertirla…_ dijo para sí mismo mirando por la ventana del hotel con gesto pensativo, de repente me alarmé… ¿cómo se le ocurría meter a Alice en esto?

_Ni se te ocurra James, ¿eres capaz de condenar a una niña tan solo porque te cae bien?_ dije entre dientes, salté de la cómoda donde había estado sentada y caminé hasta quedar detrás de James _escúchame, vámonos… por favor, vámonos de aquí ahora mismo si quieres, no debes pensar así con Alice, ella es solo una niña, ella…_ de repente James volteó y me miró con ojos encolerizados,

_Yo haré lo que se me venga en gana, ella es inteligente, sagas, astuta y estoy seguro que si se convierte en vampira revelará alguna habilidad oculta, podría serme más útil que tú mi Bella_ dijo suavemente, yo abrí los ojos sorprendida, ¿desde cuándo le rondaba esa idea en la cabeza?...

_No lo harás_ murmuré “antes te mataré” pensé para mí misma, él solo me sonrió y tomando las llaves de la habitación se dirigió a la puerta y salió sin decir palabra, mi respiración se tornó entrecortada y errática… no podía permitirlo, no podía dejar que jugara así con una vida humana, no con Alice…

Debía detenerlo a como dé lugar y solo había una manera de hacerlo, debía matarlo… de debía hacerlo desaparecer y si tenía que hacerlo sola, lo haría aunque muriera en el intento. Recordé a Edward, recordé de pronto el objeto que me había entregado, fui hasta la cómoda donde estaban los libros algo desordenados por lo que había sucedido allí hacía unos minutos atrás, busqué Cumbres Borrascosas y lo abrí justo en donde estaba, era un papel doblado varias veces, tantas que formaba un cuadrado menor al tamaño de la palma de mi mano. Lo abrí presurosa y distinguí una pulcra y estilizada letra… la de Edward, era una carta, no tan larga pero si concisa y clara que rezaba esto:

Bella:

No quiero que te metas en problema con tu “novio” si te ve hablando conmigo, por eso te escribo esto. Voy a ser claro mi amor, ya sabes que no puedo vivir sin ti, sabes que estoy dispuesto a ayudarte a sacarte de encima a ese malnacido y sabes que lo haré aunque tú no lo quieras. Te amo y no soporto saberte con él, no soportaré por mucho tiempo más que él te toque o te haga daño siquiera, no quiero que este junto a ti… y por eso he tomado una decisión…

Mañana partiré hacia Washington, presentaré mi renuncia ante la comisión episcopal y dejaré mi investidura, volveré a ti mi amor para que hagas algo por mí, no estaré más que dos o tres días afuera por lo que te pido que no te vayas, convéncelo a que se queden solo por esa cantidad de días.

Bella amor, solo hay un cosa que deseo cuando vuelva, quiero que me transformes a lo que eres tú… quiero ser lo suficientemente fuerte para matarlo y quiero, después de eso, vivir una vida eterna a tu lado, no me importa nada más, solo eso….

No huyas, no te vayas después de leer esto, tú no eres la única vampiro en el mundo y sé que encontraré a otro que esté dispuesto a hacerlo y cuando esté hecho te buscaré para acabar con él, no te dejaré ir Isabella, eres demasiado importante para mí....

No lo pienses amor… solo hazlo, espérame y conviérteme para estar a tu lado, por favor mi amor solo te necesito a tí.

Edward

Me di cuenta que mis manos estaban temblando al leer su carta, me di cuenta de que yo tampoco podía vivir sin él, pero no estaba segura de querer condenarlo así cómo él me lo pedía, no podía hacerlo… prefería diez mil veces perderlo antes que hundirlo en el bajo mundo en el que estaba condenada a vivir yo, no me permitiría jamás arrancarle la posibilidad su un posible perdón de su Iglesia… Edward deseaba convertirse en lo que jamás creí posible que él llegara a ser, un ángel caído, un ángel que rechazó sus alas por mí… y por más que yo no quisiera aceptarlo, era la única posibilidad de acabar con James, la fuerza de dos era lo único que podía salvarnos…

Deajame tus palabras ahora que ya te regalé las mías... gracias!