Capitulo 24: Regresando a tu lado

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Amigas!! super temprano, no se pueden quejar je je! Es corto pero díganme si nos es intenso, espero que sí... que les llene el corazón hasta el próximo capitulo, besotes mis niñas! Las amooo como no se dan una idea, gracias por siempre estar y acuérdense que espero leer sus lindas palabras cuando abra mi correo, disfruten!

Regresando a tu lado

Me había levantado esa mañana con todas las energías, si Dios lo disponía iba a poder reencontrarme con mi amor esa misma tarde, lo único que me faltaba hacer era organizar todo para dejar en manos del Padre Alec, la conducción y dirección de la Casa Hogar.

En la oficina organicé solo unos papeles para que el que me sucediera tuviera todo encaminado cuando tomara mi lugar, no habían por ahora adopciones pendientes ni nuevos niños ingresantes, gracias a Dios. Terminé cerca del mediodía de organizar todo y me dirigí ver por ultima vez, en esta vida, a mis niños. A esa hora estarían almorzando así que decidí hacerles una visita en el comedor, al entrar les pedí a las hermanas que los cuidaban que me dejaran a solas con ellos por un momento,

_Padre Edward!_ gritaron los niños cuando abrí la puerta, de repente vi que dejaron sus sillas y luego sentí las pequeñas manitos en mis piernas aferrarse a ellas, me acuclillé para estar a la altura de sus caritas,

_¿Cómo han estado?_ pregunté, ellos respondieron un “bien” a coro. Sus caritas se veían felices, parecía que nada ni nadie podía perturbar su comodidad,

_¿Dónde haz estado Padre?, te hemos extrañado_ murmuró uno de los niños, los otros asintieron estando de acuerdo con él,

_Bueno... de eso les vengo a hablar_ dije algo nervioso, mis niños me comprenderían mejor que nadie, su inocencia y tranquilidad para tomar las cosas eran apabullantes. Caminé junto a ellos hasta llegar a una de las mesas y me senté con ellos al rededor, sus caritas denotaban curiosidad y alegría al mismo tiempo... los envidié por un momento, para ellos era tan fácil ser felices que aún cargando con ese peso de abandono en sus espaldas ellos disfrazaban la vida con constantes risas y alegrías. Les debía las explicaciones por mi ausencia y les debía la promesa de volver y de hacer lo que estuviera en mis manos para que ellos estuvieran más que bien. Debía, desde la oscuridad que me encontrara sumido, velar por su bienestar.

_Bueno niños_ dije sin saber cómo seguir _hoy... bueno, hoy será mi último día en la Iglesia, debo viajar a mi ciudad ya que… comienzo con una nueva vida_ ellos me miraron con sus ojos interrogantes, si hubiese sido en otro momento, otra la situación y las circunstancias no les hubiera transmitido mi decisión, pero ellos habían pasado a formar una parte muy importante de mi vida, al menos el por qué tenía que dejarlos debía decirles,

_¿Por qué te vas Padre?_ murmuró la vocecita que tanto conocía, sus ojos marrón oscuro me miraron con cierto reproche y su voz parecía reacia, me arrepentí de no haberle hablado a él primero, en lo que llevaba de tiempo aquí había llegado a obtener su confianza y eso era un gesto que no tomé en cuenta a la hora de comunicarles mi decisión,

_Jacob, debo irme… porque encontré otro camino que seguir_ dije para él y para los demás que miraban expectantes,

_Pero… eso quiere decir que ya no vendrás por aquí_ dijo más como una confirmación que como una pregunta,

_Vendré, se los prometo… vendré a verlos_ dije con toda seguridad, ellos me miraban sin decir palabra, algunos sonreían y otros miraba el suelo con gesto cabizbajo.

_¿Padre?... ¿se irá a ayudar a otros niños?_ murmuró Jake acercándose a mí, yo le sonreí sabiendo que eso era difícil que sucediera, mi partida correspondía a un motivo más amplio, más grande… mucho más difícil de explicar,

_No Jake_ murmuré mirándolo _de hecho… ya no seré sacerdote_ dije para todos, sus caritas se fijaron en mí casi sorprendidos, los niños más grandes me miraban con incredulidad _Yo… renuncié a la Iglesia aunque la investidura la llevo por dentro, jamás dejaré de creer en Él… de hecho, fue Él quien me mostró el camino que debía seguir de ahora en más_

_¿Cuál es ese camino Padre?_ murmuró una niñita de al menos 6 años,

_Bueno… conocí a una mujer y… me enamoré_ dije seguro de mis palabras, ellos me miraron con sus boquitas formando una gran “O” y luego sonrieron,

_¿Y cómo se llama?_ quiso saber una de las niñas _¿es muy bonita?... ¿se van a casar?_ reí ante su entusiasmo y llevé mis manos nervioso a mi cabello… la última pregunta no me la esperaba,

_Ella es hermosa y se llama Isabella… aunque le gusta que le digan Bella_ dije mirando hacia un punto lejano como si la estuviera viendo _... y no… no sé si nos iremos a casar_ bajé la mirada sonriente, esa era una posible posibilidad, aunque no hacía falta cazarnos para saber que estaríamos siempre el uno con el otro… yo me encargaría por cada día de mi larga existencia que eso fuera así.

_Prometa que volverá y vendrá con ella… queremos conocerla!_ dijo entusiasmada una de las niñas,

_Lo prometo_ dije levantando la mano derecha, estaba seguro que mi diosa me acompañaría si se lo pidiera, ellos vitorearon y me abrazaron como siempre lo hacían, aunque esta vez el gusto fue diferente… fue simplemente incertidumbre pensar si los iba a volver a ver o no, angustia por dejarlos solos aunque quedaran en muy buenas manos y frustración por no poder quedarme. Me despedí de ellos luego de compartir el almuerzo y me dirigí a la Iglesia en busca de mis cosas, tenía que llegar al aeropuerto en una hora y solo me quedaba recoger mi maleta y salir de allí. Con resignación lo hice, le di un último vistazo a lo que había sido mi hogar durante los últimos meses y salí en un taxi hacia el aeropuerto, ansiaba llegar a lado de mi diosa, necesitaba sentirla, oírla cerca de mi oído, necesitaba tocarla… pronto, muy pronto…

No sé en qué momento dentro del avión y con la mirada fija en el horizonte, me dormí… y por primera vez después de mucho tiempo había podido conciliar el sueño sin culpas a soñar con ella, sin remordimientos ni miedos, soñar libremente con ella como si en ello se me fuera la vida, como si sus labios en llamas pudieran ser capaces de encender lo más dormido de mi corazón, lo que nunca había sentido… ella lo había logrado, tanto en mis sueños como en la realidad.

Después de todo es cierto que con el amor se pierde la cordura, uno aprende amar, al punto de aferrarse a las personas, pero no aprendemos a dejarlos ir. Que verdad más grande! Si yo no soy capaz de dejar escapar a Isabella por más fuerte que sean mis ideales, por más que me prometan el cielo para evitar el infierno… si maldición! el infierno es estar sin ella. Ella es mi cárcel, mi última carta, mi crucifixión, mi perdición… y después de todo mi salvación… por ella, me abrazaría al diablo sin dudar.

Abrí los ojos sobresaltado mientras anunciaban la llegada del vuelo al aeropuerto de Seattle, el cielo raramente despejado me daba la bienvenida a mi hogar. Baje del avión y luego de recoger mis maletas me dirigí a la salida, no había confirmado mi llegada para hoy, nadie en mi familia lo sabía así que lo primero que haría sería llamar a Alice para saber donde estaba con mi diosa e ir hasta ella, no necesitaba otras paradas. Tomé el celular y llamé, la voz tintineante de mi hermana me respondió con un “Hola”,

_Alice… ¿dónde están?_ murmuré mientras el taxista esperaba mi respuesta,

_¿Edward?... oh… ¿ya estas en Seattle?_ preguntó sorprendida,

_Si Alice, ¿Dónde están?... quiero verla_ ella pareció susurrarle algo a alguien y luego de esperar unos segundos tratando de descifrar sus susurros habló,

_Edward, estamos en el hotel… pero James está en el lobby, encontrémonos en el muelle, ahora salimos_ luego de eso cortó la llamada y le indiqué el destino al conductor. El atardecer estaba cayendo sobre Seattle y cuando comenzamos a ir hacia la zona de los muelles el sol tiñó de anaranjado las aguas de la bahía, sabía dónde se encantarían Alice y Bella… de niños mi hermana y yo íbamos muchas veces a remontar cometas en ese lugar, era nuestro muelle favorito… solo esperaba que pudieran salir del hotel sin que James se los impidiese.

Al llegar y luego de pagar el viaje al taxista bajé con mi única maleta y me dirigí hacia uno de los bancos que daban de frente al mas, aún no habían llegado y me estaba preocupando, si no aparecían iría al hotel a buscarlas, no me importaba el estúpido de su “novio”, no me importaba nada, lo único que quería con toda el alma era verla, besarla y trasmitirle en ese beso todo lo que la había extrañado, no quería nada más. Las olas del mar chocaban sobre los pilares del muelle y un aire frío comenzaba a arremolinarse en la costa, el sol ya se había escondido y solo había quedado el crepúsculo, indicándome que el día se estaba terminando… menos tiempo con mi Bella, menos tiempo en sus brazos…

Miré mi reloj y justo cuando me estaba dando la vuelta para ir en busca de ellas al hotel, escuché el motor de un auto… no solo un auto, de un porshe, cuando miré hacia la calle el auto de Alice había estacionado y salían dos figuras de adentro.

Y la vi…

Todo alrededor fue… nada, solo ella estaba en mi campo de visión…

Tan Bella, tan hermosa como la primera vez que la había visto camino al altar, con sus enormes ojos topacio, su cabello arremolinado por el viento y esa sonrisa tímida en su rostro… casi podía jurar que si hubiese tenido sangre corriendo por sus venas, se hubiese agolpado en ese instante en sus mejillas. No pude moverme ante tal imagen, ella venía hacia mí… tan segura de si misma y tan… mujer, sabía que su mirada que se dirigía al suelo mientras caminaba, como si fuera capaz de tropezar, quería fundirse con la mía… hundirnos en los ojos del otro para no separarse jamás… pronto mi amor, pronto pasaría…

Una sonrisa estupida se instaló en mi rostro y ella al verla rió, estoy seguro que fue por eso y a dos pasos antes de llegar a mí se lanzó a mis brazos como una niña en brazos de su padre, claro que yo era más que eso o esperaba serlo,

_Mi amor, te extrañé_ murmuró sobre mi cuello, cerré los ojos mientras mis brazos se aferraban a su cintura sintiéndose en casa otra vez, allí, en el lugar donde se suponía que jamás deberían moverse de nuevo, enterré mi nariz en su cabello oliéndola como en mis sueños lo había hecho durante todas las noches, bebiéndola como un elixir del que jamás me saciaría… embriagándome con ella.

_Yo también Bella… no quiero separarme de tí, jamás_ dije apretándola más a mí, imposiblemente a mi… ella rió y su voz me hizo reaccionar, solté su cintura para aferrarme con mis manos a sus mejillas, la miré a los ojos tan profundos como dos posos sin fondo y con cruda ansiedad y desesperación la besé. Sentí sus manos enredarse en mi cabello llevándome más a ella, hacia su boca… ese templo de placer que me sacudía impetuosamente…

Trastornado…

Lascivo…

Desesperado…

Como sea, lo único que me mantenía en pie allí en medio del muelle en ese crepúsculo de primavera era ella, su boca succionando la mía, lamiéndola y adentrando su dulce lengua tan dentro que podía sentir sus gemidos resonando en su garganta, sus manos jalando mis cabellos en señal de la misma desesperación que yo sentía, que a mí me dominaba, ansiando respirar como dos locos que no se querían separar por miedo a morir si lo hacían, entremezclando nuestras salivas y alientos y haciéndonos uno en el proceso, fundiéndonos en un solo cuerpo.

Rompí el beso cuando ella me había robado todo el aliento, no quería morir sin antes tener la oportunidad de ser su igual, su amante para siempre. Con nuestras frentes recargadas una en la otra simplemente nos miramos tratando de calmar nuestros jadeos, de sosegar nuestro deseo y de aplacar las ansias tremendas de comernos literalmente uno al otro,

_Bella…_ murmuré acariciando con la yema de mis dedos su fría mejilla, como si al tocarla comprobara que ella era real, que estaba allí mismo, frente a mí… En un gesto de confirmación ella mordió su labio y miró los míos que a esa altura estarían hinchados y rojos a causa de sus besos, no me importaba… mi cuerpo era suyo completo y podía hacer con él lo que le venga en gana…

_No vuelvas a irte_ dijo en un susurro antes de fundirse nuevamente conmigo en un nuevo beso, uno más lento y dulce, destinado a destilar amor y a esparcirlo en el aire…

Parecía que nada nos podía suceder, absolutamente nada… aunque todavía quedaba mucho por hacer antes de mi final anunciado. Primero que nada debíamos calmar nuestra propia sed de nosotros mismos, la excitación de nuestros cuerpos y de nuestras almas, nos necesitábamos a nosotros mismos antes que nada. Luego venía lo más difícil, o lo más fácil si contábamos con que de ahora en más, si estábamos juntos, nada iba a ser tan difícil como parecía… hablar con mis padres y presentarles a mi nuevo amor, el verdadero, el que siempre fue… tan real y tan carnal como ellos mismos. Luego, lo que nos liberaría para siempre… acabar con James, sacarlo de nuestro camino a como de lugar…

Y tomados de la mano como dos enamorados salimos de ese muelle a enfrentar nuestro destino, a jugarlo y afrontarlo…

Regalame tus palabras ahora que ya te di las mías, gracias!