Capitulo 2: Edward Cullen

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Edward Cullen

_Solo relaja el tórax Edward… si mi patada va dirigida allí recházala con tu derecha… ¡Vamos! Inténtalo otra vez_

Tomé un sorbo de agua de mi botella y sequé el sudor de mi frente con la toalla, la tiré a un lado y volví sobre el colchón, hacía mucho calor y sudaba demasiado… había entrenado duro toda la semana… el jiu-jitsu era una disciplina demasiado agotadora, pero fortalecedora y muy buena técnica de defensa personal.

_Vamos Edward, lo que se agota es el alma… no el cuerpo_ musitaba Laurent mi entrenador, años de preparación se cernían en él… años con los que yo me podía ni comparar.

Empuñé mis manos en posición alerta y flexioné mis piernas frente a él, su cuerpo se posicionó igual que el mío y tiró su buena patada al aire directamente a mi pecho, di una voltereta rápida sobre mis talones y bloqué la patada con mi brazo derecho, con mi otra mano tome su tobillo y me agaché velozmente pasando por debajo de su pierna extendida, me incorporé a espaldas de él y arremetí con mi codo sobre su pecho. Laurent cayó de espaldas a la colchoneta…

_Woha… de eso estaba hablando!_ gruñó ligeramente aturdido, lo miré asintiendo con la cabeza y le ofrecí mi mano para ayudar a levantarlo…

_Disculpa Laurent… pero hoy tuve la cabeza en otra cosa, no debería haber venido a entrenar_ dije revolviendo mi cabello cobrizo con mis dedos

_Hey… todo bien Ed, solo trata de dejar los problemas detrás… es necesario, lo sabes_ murmuró antes de tomar de su botella de agua,

_Lo sé… pero esto se ha hecho tan difícil, Alice ya no sabe qué hacer y mi padre se devana la cabeza día y noche buscando algo que pueda ayudar_ cerré los ojos tragándome el dolor que representaba decir esas palabras de frustración, desesperación y amargura

_Solo debes tener fe y pensar que todo estará bien… de nada sirve que te tortures a ti mismo Edward_ su mano en mi hombro me daba el apoyo de amigo, esa amistad que habíamos forjado en tan poco tiempo.

_Lo sé Laurent, solo… sigamos ¿si?, sé que no debo descuidar mi entrenamiento_ dije sacudiendo ligeramente la cabeza tratando de despejar las imágenes torturantes que llegaban a mi cerebro y de las cuales parecía que jamás iba a poder desprenderme.

La mañana transcurrió tranquila en el gimnasio, de vez en cuando el suelo recibía mis visitas pero no era nada de lo cual preocuparse, nuevamente me levantaba y lo volvía a intentar tratando de desarrollar esa técnica defensiva… la necesitaba para trabajar.

Logré abatir más de cinco veces a Laurent al suelo, el tener mis preocupaciones puestas en otros asuntos era lo que me había hecho perder la concentración necesaria pero al fin, a media mañana logré realizar con satisfacción las maniobras de desarme y defensa que Laurent me había instruido.

_Bien… Edward_ jadeó mi entrenador cuando doblé su brazo alrededor de mi torso neutralizando sus movimientos, me sentía todavía con energías así que tomé su otro brazo que trataba de empujar mi espalda y de un limpio movimiento repentino jalé de él para plantar mi otra mano en su pecho e inmovilizarlo en el suelo,

_Wuoo… ya Edward_ musitó agitado por la lucha _deja de descargar tus frustraciones hombre, ya entendí que captaste la idea_

_Ok… perdón Laurent, me sentí inspirado_ murmuré con mi respiración entrecortada, fui a buscar mis pertenencias a uno de los laterales del salón de entrenamiento y tomé un gran trago de agua, al parecer él tenía razón… había logrado sacar las frustraciones afueras.

_Mañana misma hora Edward, haremos un poco de taekwondo también_

_Ok, nos vemos mañana_

Tomé una ducha en los vestidores del gimnasio, el agua tibia relajó mis músculos que aún gritaban por más acción, salí en seguida de la regadera antes de que las imágenes pudieran inundar mi mente una vez más, me vestí con unos vaqueros, una camiseta blanca deportiva y salí de allí para perderme en las calles de la ciudad de Seattle con mi Volvo.

Las calles de Seattle relajaban mi colapso interior, su gente, sus edificios, la vista… los mulles, pasear por la costa era lo que traía a mi mente la relajación que necesitaba luego de varios días de consternación en mi vida. Días que me habían traído dolor y desesperanza.

Durante los últimos meses las cosas fueron de mal en peor, hacía solo un año había salido del Ejercito Real Británico especializándome en custodio y escolta personal, con posibilidades altas de acceder al Cuerpo Real de escoltas de Gran Bretaña, estuve ocho meses dentro del cuerpo trabajando para sujetos dentro de la alta esfera de la sociedad y de la realeza, aprendí mucho y de hecho creo que no tengo quejas, pero también extrañé y necesité a mi familia aquí en Seattle. A los 26 años había cumplido con mi realización personal, a esa edad y con grandes expectativas futuras di como realizados mis sueños, pero fueron truncados de la noche a la mañana por motivos que jamás creí posible, motivos que me torturaban día a día y que fueron lo suficientemente poderosos como para pedir mi traslado como fuerza especial aquí a los Estados Unidos. Tenía esperanzas de encontrar un puesto como agente del FBI o con suerte conseguir una vacante de admisión dentro de la CIA... contaba con la preparación necesaria y las facultades requeridas a demás de las buenas cartas de recomendación de mis superiores. Mis expectativas eran altas al igual que mi potencial… me habían instruido como un fuerte agente de seguridad dispuesto a dar la vida por el protegido, dispuesto a no flaquear ante el peligro y sirviendo sin ninguna objetivo más que la seguridad física del o los sujetos.

Disciplina pura…

Luego de mi traslado hacia los Estados Unidos no hice más que presentar mi correcto legajo a las distintas agencias de seguridad con sede en Seattle, era primordial asentarme allí indefinidamente para poder desarrollarme en lo que me había preparado…. No tenía alternativa, mi situación lo requería. Pronto obtuve respuesta…

El FBI se había interesado en mí para servir como un agente de seguridad dentro del Programa para la protección de testigos, un buen comienzo para mi carrera si optaba por aceptar. Mi solicitud para un puesto fue respondido con una cita en las oficinas para poder acceder a una entrevista laboral, no era lo que yo pretendía desde un primer momento cuando decidí seguir esa carrera gracias a una beca otorgada luego de mi petición para estudiar en Gran Bretaña, gracias a la sangre británica que corría por mis venas ya que mi padre había sido nacido allí. No era mucho lo que podía obtener después de siete años de preparación ya que se podría decir que mi sueño desde un principio había sido quedarme dentro del cuerpo de la Guardia Real… pero los sueños, sueños son y desvanecen antes de siquiera alcanzar a tocarlos.

Solo era cuestión de suerte, contaba con esa admisión y contaba con que mi entrevista fuera bien, necesitaba a como dé lugar el puesto y por sobre todas las cosas el dinero…

Me detuve en un semáforo en rojo, me apresuré a revisar mi blackberry por si había recibido un mensaje importante pero al ver que no había nada decidí llamar… luego de unos cuantos tonos atendió la dulce pero triste voz de mi hermana,

_Alice ¿cómo va todo?_ inquirí rápidamente, del otro lado escuché un suspiro de resignación, el mismo de todos los días…

_Bueno, igual… nada ha cambiado_ dijo con un resoplido de frustración,

_Alice si surge algo, por pequeño que fuera me llamas_ demandé con autoridad _¿Papá está en el hospital?

_Si, no ha venido a casa… ya sabes, casi nunca viene ya_ murmuró afligida, tragué en seco cerrando fuerte los ojos, esa situación nos estaba destruyendo…

_Ok, yo iré a mi entrevista y luego voy a casa_ la luz verde había pestañado y emprendí la marcha _te tengo que dejar Al, estoy manejando_

_Bien Edward, te esperamos a cenar… haré pasta a la boloñesa como te gusta a ti_ dijo en un hilo de voz, sabía de su sufrimiento y me costaba dejarla sola en esto pero era necesario… necesitaba comenzar a trabajar lo antes posible.

_Bien Alice, pronto estaré allí… te quiero_

_Oh… yo también te quiero hermanito, no tardes_

¿Dónde estaba esa risa cantarina que me despertaba a altas horas de la madrugada cuando vivía en Buckingham? ¿Dónde estaba esa inocencia eterna que iluminaba cada uno de nuestros días?... se había roto, al igual que mi fe, al igual que mis creencias… Ya nada me sostenía a este mundo más que la esperanza, la que nunca muere hasta el último segundo… solo eso me forzaba a seguir luchando. Porque desde que la noticia llegó a mis oídos, todo en lo que había creído quedó roto bajo mis pies, absolutamente todo…

Conduje hasta las oficinas del FBI en la avenida principal de Seattle, era la primera vez que estaba dentro de lo que era una agencia de seguridad y francamente eso me tenía nervioso, el haber trabajado para los mismísimos príncipes de Inglaterra no me expedía de la intimidación que me infundía una agencia de seguridad internacional. Era un nivel diferente pero igualmente importante… se ponía en juego la seguridad de las personas.

_Soy Edward Cullen, tenía cita con el agente Mc Carty para una entrevista_ dije a una de las personas en la recepción, la mujer regordeta y baja que parecía fuera de contexto trabajando dentro de las fuerzas especiales, rebuscó en una lista de visitantes.

_Si señor Cullen, lo anunciaré y el señor Mc Carty lo recibirá en breve_ la mujer dejó los papeles sobre el escritorio y se encaminó por el corredor que llevaba hacia las oficinas. Recorrí con la mirada las instalaciones y me sentí de repente inmerso dentro de las escenas de películas como Duro de matar o Expedientes secretos X… una sala amplia se abría ante mí con decenas de escritorios rebosantes de archivos y papeles y gran cantidad de hombres y mujeres en trajes pululando por ahí, agaché la cabeza tratando de retener la risa irónica al ver a donde había ido a parar, al levantar la vista un hombre corpulento y robusto de traje venía delante de la recepcionista, lo que me desconcertó fue la gran sonrisa que adornaba su rostro…

_Señor Cullen, mucho gusto soy Emmett Mc Carty, director de la sede del FBI en Seattle_ murmuró con gruesa voz el hombre extendiendo su mano amablemente, la estreché demostrando mi seguridad y señaló con la mano libre el corredor que llevaba a las oficinas _por favor, sígame… haremos la entrevista en mi oficina_

Seguí a Mc Carty por el corredor hasta llegar a una iluminada y amplia oficina repletos de archiveros y un gran escritorio de madera, con su mano me señaló la silla de cuero frente a su escritorio mientras él se sentaba detrás…

La conversación fluyó con parcimonia, el sujeto, contrario a lo que esperaba, no lograba intimidarme… tal vez se debía a su gran sonrisa siempre en su rostro, su amabilidad y su buena predisposición lo que lo hacía menos intimidante. Optó por indagar sobre mis expectativas y mi experiencia, la cual no había sido mucha pero si había sido enriquecedora,

_Entonces trabajó para los príncipes en Buckingham...?_ silbó incrédulo mirando mi legajo entre sus manos _eso es un buen punto en su legajo personal señor Cullen, pero debería saber que aquí en el FBI no obtendrá el mismo salario que obtenía allá en Gran Bretaña_

_Estoy conciente de eso señor Mc Carty… no renegaré de mi salario, tan solo necesito trabajar y creo que este es el lugar indicado_ murmuré lo más seguro de mí mismo que podía.

_Por favor no me digas señor, soy Emmett… bueno la verdad sería un gusto tenerte entre nuestras filas, solo faltaría aprobar tu legajo con el superior en Washington y darle el visto bueno a tu test psicológico, que podrás hacer cuando te quede más cómodo… luego de eso, te notificaremos si estas dentro o no_

_Bien… Emmett, muchas gracias por tu confianza, haré la prueba psicológica lo antes posible si es posible…

_Oh por supuesto, mi secretaria te llamará durante la semana para informarte el día y horario de tu cita con el psicólogo…_ murmuró levantándose de la silla _espero que tengas un buen día Edward y no dudes en llamarme si tienes alguna duda, en serio creo que serías de mucha utilidad que pertenecieras al grupo… eres un excelente partido para este tipo de trabajo_

_Gracias Emmett, fue un gusto conocerte y espero tus indicaciones…_ estrechamos nuestras manos con confianza y salí de las oficinas del FBI con un nuevo alivio en mi corazón, dentro de tanta amargura esa entrevista me había dado nuevas esperanzas renovadas y fuertes, estaba dispuesto a luchar hasta las últimas consecuencias…

Ya era tarde cuando salí de las oficinas de Emmett, me dirigí por la avenida principal a bordo de mi Volvo plateado, mi más preciado tesoro y me detuve camino a casa a comprar té de manzanilla que tanto le gustaba a mi madre, un ramo de gardenias y panecillos de queso para Alice, mis mujeres debían estar bien atendidas y a falta de mi padre, estaba yo para satisfacerlas en lo más que pudiera…

Llegué a casa justo a tiempo para la cena, el aroma delicioso a pasta se extendía por toda la casa haciendo estragos en mi sentido del olfato, exquisito… me acerqué a la cocina y un gran cuenco con spaghetti reposaba en el horno y sobre el fuego burbujeaba una pequeña cacerola de sopa

_Edward! Al fin… te estábamos esperando_ musitó Alice apareciendo en la cocina _Hey… espera a que estemos todos, saca tu sucia boca de la cuchara…_ tomó el utensilio con su pequeña mano y siguió revolviendo la salsa que yo había probado

_Está muy bueno Al, deberías poner un negocio… te iría bien_ dije alzando la bolsa con los panecillos de queso frente a ella,

_Oh… Ed, mis favoritos, gracias…_ murmuró dando pequeños saltitos tomando la bolsa… algunas cosas nunca cambian,

_¿Papá no ha llegado?_ pregunté frunciendo el entrecejo

_No, él aún está en el hospital… vendrá agotado, con el doctor Denali no han avanzado mucho, creo que será más difícil de lo que pensamos…_ la voz de mi hermana, cargada de dolor y amargura me decía que ella estaba a punto de perder las esperanzas, resoplé desordenando mi cabello frenéticamente

_Iré a darle estas a mamá_ dije tratando de sonar con fortaleza, mi hermana volteó y me ofreció una de sus sonrisas confortables,

_Estuvo preguntando por ti… ve a verla_ susurró bajando la mirada, sabía que retenía las lagrimas. Tomé su barbilla con mis dedos y subí su cabeza levemente, ciertamente sus ojos estaban brillantes… suavemente le di un beso en la frente y salí de la cocina para dirigirme a la habitación de mi madre.

Tomé aire reprimiendo mi dolor y golpeé la puerta que me separaba de ella, su suave voz me indicó que entrara, abrí la puerta y allí estaba… en las mismas condiciones que la había dejado por la mañana,

_Hijo… ¿Cómo te fue? _ susurró con voz frágil hacienda que se me apretara el corazón

_Bien mama_ dije acercándome a su cama, sus ojos color miel expectantes me miraban con profunda adoración… la misma que siempre había tenido por sus dos hijos y su marido, tomé su pálida y delgada mano entre la mía y dejé el ramo de gardenias sobre la mesa de noche para besar su frente,

_Son hermosas amor, gracias…_ dijo mirando con nostalgia el humilde ramo de flores blancas, sus preferidas… si hubiese podido le habría comprado miles de ramos para inundar su habitación con el dulce aroma.

_¿Cómo te sientes?_ pregunté analizando con mi ojo clínico su pálida piel y esas oscuras ojeras que se expandían bajo sus ojos. Ella me miró con una sonrisa débil en sus labios y asintió despacio,

_Bien amor, no hay dolor al menos…_ musitó despacio, alcé mi mano para acariciar su mejilla y me estremecí al palpar su delgadez… era notable su perdida de peso, era evidente gracias a sus pómulos sobresalientes y la cuencas de sus ojos hundidos. Traté de mantener la compostura y sonreí con aflicción,

_Descansa… en unos minutos de traigo la cena_ dije besando su frente,

_Gracias hijo pero sabes que no puedo comer eso tan delicioso que hizo Alice… papá debe estar por llegar, espérenlo_ musitó con voz cansada

_Ciertamente madre, eso haremos… descansa, Alice preparó tu sopa_ me levanté de su cama apretando suavemente su mano entre las mías y luego de ver su frágil sonrisa salí del cuarto.

Me recargué en la pared del corredor tragando el nudo que se había formado en mi garganta… esa sensación horrible de angustia y dolor en el centro de mi pecho, porque daría mi corazón a quien me dio la vida si fuera posible, el mío injustamente latía raudo y fuerte bajo mi mano y el de ella moría… tan lenta y dolorosamente que dolía verla, injusto… totalmente injusto…

Si estuviera a mi alcance daría hasta lo imposible para devolverle la vitalidad, para hacer funcionar su corazón correctamente como lo había hecho antes de descubrir su enfermedad, pero tenía las manos vacías… amargamente vacías y no podía hacer nada más que tener esperanzas para que encontraran la solución, una cura o tratamiento… solo eso, porque mientras yo angustiosamente lloraba innevitablemente mi madre moría…

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Bueno ¿qué decir?.... ahora si que me van a matar, chicas esto es drama... espero que no sufran tanto como lo sufrí yo, me angustia poner esta clase de drama pero es necesario, ya lo verán...

Bueno, espero que les haya gustado el capi y nos vemos el miércoles con el capi que les debo, besotes miles y déjenme sus comentarios... bye!

Merezco tus palabras??? Gracias...