Capitulo 7: Confía en mí...

Tweet ¿Les gusta mi portada? no me pude resistir publicarla con este capi...

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Confía en mí...

POV Edward

Precisamente esa noche deseaba aislarme del mundo, olvidarme de quién era sobre todo, olvidarme de mis problemas, dejar atrás mi vida, olvidarme por un instante de mi familia… de mi madre, olvidarme de mis frustraciones en mi carrera profesional, olvidarme de esa castaña que esa noche había sido mi bálsamo…

…No, no quería olvidarla…

Obvio que no… ¿en qué estaba pensando?...

Cerré la puerta de casa esa noche, todos estaban durmiendo y entré sin encender ninguna luz. La cocina estaba vacía sin Alice revoloteando a su alrededor, por lo general siempre me esperaba con mi plato de comida o un café pero esa mañana con la recaída de mi madre seguramente había tenido mucho con lo que lidiar, recorrí el corredor hasta las habitaciones y comprobé su habitación… ella se encontraba durmiendo apaciblemente… por supuesto había sido un día duro.

Recorrí la casa hasta el despacho de mi padre, con la esperanza de encontrarlo allí y enterarme de las novedades si es que había, pero me encontré con su oficina a oscuras, su ordenador apagado y la botella de wisky menos de la mitad como cada noche… cerré los ojos frustrado y con esa sensación extraña en el pecho, una mezcla de ira e impotencia que me corroía el alma, se me estaba haciendo imposible proteger a mi familia de su propia destrucción, mi padre había sido el sostén hasta ahora de esta familia y se estaba dejando vencer por la frustración y esa… maldita enfermedad que consumía sus días como si él mismo la estuviera sufriendo, bueno… la mujer con la que había pasado sus últimos treinta años era quién que la sufría y eso era como un golpe para él mismo…

Caminé hasta la habitación de mis padres y abrí la puerta suavemente, las luces apagadas y las respiraciones suaves me indicaron que dormían, me adentré silenciosamente y me acerqué al lado de la cama en que mi madre dormía, se veía tan pacifica… tan calma… que no pude evitar compararla con un ángel. Me incliné hacia ella y dejé un suave beso en su frente, la observé por unos segundos más y acaricié su mejilla suavemente, las ojeras purpuras debajo de sus ojos eran cada vez más pronunciadas y ella estaba cada vez más delgada,

_Hijo…_ susurró suavemente, no había recordado que ella gozaba de un sueño liviano _¿Cómo es-tuvo?_ sus ojos se habían abierto levemente sin fuerzas y solo acaricié su cabello caramelo que caían en sus hombros,

_Bien… ella estuvo excelente_ susurré de vuelta, ella sonrió débilmente, era increíble cómo día a día ella parecía más y más enferma, temía que algún día llegara a casa y ella ya no estuviera

. Era un ritual llegar a casa y meterme en su habitación luego de comer algo y darme un baño, ella escuchaba atenta cada una de mis palabras mientras mi cabeza reposaba en su regazo y sus dedos acariciaban mi cuero cabelludo dándome ese hito de paz y relajación que tantas veces necesitaba.

_Me alegro… algún día quisiera escucharla_ murmuró casi adormecida ya,

_Lo sé… te gustará, y lo harás… algún día…_ susurré abatido sabiendo que tal vez nunca hubiera posibilidad para ella de ese “algún día”.

Besé nuevamente el tope de su cabeza y salí de allí sin antes darle un vistazo a mi padre, que dormía profundamente ayudado tal vez por la somnolencia inducida por el alcohol.

Entré a mi habitación sin antes comprobar que puertas y ventanas de la casa estuvieran aceptablemente cerradas y seguras y encendí la luz de mi mesa de luz, me desvestí con cuidado dejando mi traje en la silla próxima a mi cama y luego de cepillarme los dientes y lavarme la cara me metí debajo de las sábanas, no estaba de ganas como para un baño… lo haría por la mañana cuando mi cansancio fuera menor.

Por más que traté y cerré os ojos y presioné mis parpados con mi antebrazo sobre mi rostro, no pude concebir el sueño. Esa había sido una noche agitada, la primera verdadera noche desde que había comenzado a trabajar para ella. Fue abrumador al principio, lidiar con un Benjamin malhumorado e indiferente, realmente en un principio sentí lastima por ella, su marido prácticamente la tenía como la joyita de oro con la que oficialmente se paseaba por allí presumiendo que la tenía.

A lo largo de la noche pude ver el mundo en el que ellos se movían e Isabella parecía tan acostumbrada a eso, la frivolidad, el egoísmo, la petulancia y los susurros que recibía a su paso como dagas recibidas en la espalda, si ella supiera… si ella se viera desde la distancia que yo la había visto esa noche. Las mujeres que estaban a su alrededor murmuraban con sus lenguas bípedas cuando ella estaba distraída o se concentraba en el escenario y le sonreían y la elogiaban cuando Isabella centraba su atención en ellas. Literalmente la desmembraban a sus espaldas… los hombres contrariamente la desvestían con sus miradas lascivas, enfocando sus ojos en su escote o en la cima de sus senos que sobresalían sutilmente gracias al corsé que llevaba puesto.

Entonces supe que ella no estaba cómoda allí, no estaba en su elemento… ese mundo no era para ella, y no pude evitar compararla con un hermoso ángel que deambulaba por los confines de infierno tratando de dar siempre la otra mejilla…

Exhalé in largo suspiro… ¿qué me importaba?, al fin y al cavo lo único que tenía que hacer era mi trabajo, cuidar su espalda y resguardar el precioso tesoro de Benjamín Plath… aunque él fuera tan reticente en no darle el valor que se merecía.

Al no poder dormir decidí relajar mi mente con un poco de música, tomé mi I pod y lo conecté al sistema de música de mi habitación, volví a acostarme y recorrí la lista de temas que tenía programado…

¿Qué era lo que ella tenía que me hacía desear protegerla tan desesperadamente?... obviamente era mi trabajo hacerlo, cuidar de ella físicamente… pero algo me empujaba a ver por ella también emocionalmente, sentimentalmente… cuidar que no resultara herida en ninguna de sus formas. Mientras la veía interactuar a regañadientes con todas esas personas deseaba sacarla de allí en cuanto me percaté de las reacciones que ella causaba en los demás, envidia y perfidia en las mujeres y perversión en los hombres…

Encontré un tema mientras mi mente repasaba los sucesos de esa noche… Ella era tan frágil y eso la hacía tan deseable, más aún que con su

careta dura e impenetrable. La prefería así… frágil y delicada, rompible… la

prefería ángel para poder cuidar de ella como debía hacer,

pero no como un trabajo… sino como el reflejo del deseo que crecía en mi

interior...

“Ahí estas, dando vueltas en mi cabeza…

Hay si solo te miro

Deliro en el vino

Ese cuerpo tan fino

Misterio divino

 Tiembla mi cabeza

Y se tuerce mi voz”

La letra de La Deambulante replicaba en mi cabeza, tan cierto… ella era divina y era todo un misterio que yo deseaba descubrir, desenvolver cada capa de ella que habían formado un caparazón duro e impenetrable con los años, derrumbar sus fortalezas y que me dejara entrar, yo deseaba que me tuviera confianza… que por una vez en su vida confiara en alguien… estaba más que seguro que nunca había confiado en nadie.

Dejé mi I pod sobre mi estómago y cubrí mis ojos una vez más… su imagen en mi cabeza con ese miedo reflejado en sus ojos, el pánico que la había dominado y que yo había logrado aplacar con tan solo unas palabras, eso debía significar algo ¿verdad?... eso era un comienzo…

“Una y mil veces te soñaré

Nena borremos el ayer

Y toda imagen me lleva hasta vos

Cuál es el precio de tu soledad?”

¿Qué sentido tenía seguir mintiéndome? Isabella Swan me interesaba más de lo que yo mismo suponía, si hasta mi madre se había dado cuenta de ello… ella era optimista con respecto a Isabella, ella me había dicho la noche en que me informaron que Isabella iría a un baile de caridad para ofrecer una pieza en violonchelo, que esa niña tenía algo. Las almas que más sufren son las más silenciosas… palabras sabias de mi madre, que aún doliente, veía más allá de las personas.

“Eres mi ángel mi cura

Hasta mi cordura

Ese puro deseo

Espejo del cielo

Hay! ni pienso que hago

Si un día te me vas

Quédateme cerca, cerca hoy

Me pierdo en la sombra de tu voz…”

Reprimí un quejido en mi garganta… era tan frustrante pensar así de ella, ¿por qué no me conformaba con salir a algún bar y encontrarme con una mujer sencilla y no tan complicada? ¿Una mujer soltera y sin limitaciones?... ¿Por qué mi mente estaba tan obstinada recordándola una y otra vez… Debía salir y encontrar a alguien que la borrara de mi cabeza.

Si tan solo pudiera dormir y borrar su imagen de mi mente, pero era imposible… luego de esta noche su imagen había quedado grabada a fuego en las placas conectoras de mi cerebro y parecía que con cada sinapsis mi cerebro reaccionaba rememorando una imagen de ella…

¿Qué carajo?...

Saqué mi celular y desconecté mi I pod del sistema de audio para conectar mi blackberry, busqué entre mis archivos hasta que encontré lo que buscaba y que estaba seguro sería mi sedante esa noche. Las suaves y hábiles notas del chelo de Isabella replicaban en las paredes de mi cuarto mientras que mis ojos se fijaron en la imagen de ella ejecutando magistralmente “Libertango” sobre el escenario. Esa noche mientras ella estaba tocando con los ojos cerrados frente a un público que la aterraba pero que pudo manejar, no pude evitar, como si mis manos tuvieran vida propia, sacar mi blackberry y grabar parte de su concierto… fue inevitable, y si… me sentía un tremendo fisgón, a la altura de los ojos morbosos que la comían con las miradas, pero la tenía que tener…

Esa noche me dormí con la música de Bella flotando a mí alrededor prometiéndome mientras entraba en sueños, buscar en Internet la partitura de Libertango en piano… tal vez Maggie me permitiría ir a practicar a su casa, ya que me había desprendido de mi piano…

Si Isabella… algún día tocaré para ti… algún día.

POV Bella

Las cosas entre Benjamin y yo estuvieron flojas desde la noche de la fiesta, en realidad siempre era lo mismo, el momento en que la fiesta terminaba era un buen momento para recordatorios de derechos y exigencias de una buena esposa. Él me reprochaba mis múltiples rechazos para bailar con varios de sus amigos y socios y yo me quejaba por haber tenido que soportar sus miradas lujuriosas hacia ciertas chicas de la fiesta hijas de sus socios que ni siquiera tenían edad legal para beber. Yo no podía creer que ellas coqueteaban delante de él y él les devolvía la mirada…

…Benjamin era un idiota repugnante….

Esa mañana luego de la fiesta estaba dispuesta a desaparecer de la casa por todo el día, había quedado con Rosalie para almorzar y por la tarde ir al teatro, debía despejar mi mente de la noche anterior que fue por completo frustrante para mí. Si bien pude tocar mi chelo en público, no lo podía haber hecho sin Edward… él… estuvo allí, increíblemente a mi lado mientras estuve a punto de sufrir un ataque de pánico, mientras sacaba a relucir al sol mis miedos más profundos como una tremenda idiota, ahora había quedado expuesta a él. Idiota, tremendamente idiota mostrando mis flaquezas ante los empleados, cuando ni siquiera mi marido sabía que aún debía tomar Xenax para controlarme.

Bajé las escaleras cuando todavía Benjamin estaba en casa, un café en una mano y el periódico en otra sentado en el sofá del salón, Edward estaba preparando el auto, hoy tendría que llevar el Mini Cooper y me había tenido que resignar a que él lo condujera.

_Recuerda a la tarde la cena con los Denali,_ murmuró Benjamin en cuanto me vio con mi abrigo y mi bolso, resoplé frustrada… no quería una cena y menos con ellos. El verano pasado fue un baile con ellos de anfitriones y tuve que soportar los coqueteos abiertos de sus hijas con mi esposo, llegué a casa esa noche con unos tragos de más y realmente muy humillada.

_No quiero asistir a esa cena, ve tú si son de negocios, yo no tengo por qué ir a someterme allí con esas… perras_ escupí colocándome mi abrigo, en ese momento sentí pasos en la entrada de la sala,

_Señora, el auto está listo_ Edward me miraba desde la entrada al salón, asentí brevemente y me dirigí a Benjamin,

_Mándale saludos a Carmen de mi parte, la llamaré para disculparme…_

_Tú iras aunque no quieras Isabella, no me hagas repetírtelo._

_Ya te dijo, llamaré a Carmen para disculparme, no tengo nada que hacer allí si son negocios tuyos…

_Maldición Isabella, vives de esos negocios, te compras tus zapatos y bolsos caros y andas con los autos más lujosos, al menos ten la decencia de ir a las cenas conmigo… no seas tan hipócrita_ lo miré con la rabia fluyendo de mis ojos, si no hubiese habido nadie allí con nosotros me hubiese puesto a gritar una sarta de obscenidades e insultos que dejaran bien en claro mi posición, pero sabía que Loise estaba allí esperando a que su señor terminara su desayuno y tal vez Edward esperándome en la entrada,

Sin embargo no pude evitar contestarle,

_¿Hipócrita?... ¿me hablarás de hipocresía precisamente tú?_ exigí. _Tú!... que asistes solo para verlas a ellas, que no te importa un bledo los negocios con los Denalis si miles de veces dijiste que podías aplastarlos cuando tú quisieras… ¿Entonces yo soy la hipócrita?_

_Deja de hablar estupideces Isabella, te lo advierto_

_¿O qué Benjamin?... ¿me encerrarás en mi habitación? ¿Me castigaras como a una niña pequeña? ¿Me sacarás mi tarjeta de crédito o los fondos en mi cuenta?... pues hazlo, no te imaginaras nunca que si llegaras a hacer todo eso nuevamente, sería el menor de los daños…_ mi garganta se cerró amenazando con la opresión en el pecho _estar contigo es peor, el más grande de los castigos Benjamin…_ di vuelta sobre mis talones y salí de allí como alma que lleva el diablo, pasé a un lado de alguien que estaba parado en la entrada del salón y aspiré su perfume a menta y colonia de hombre, seguí hasta fuera de la casa sin detenerme mientras oía el intercambio de palabras entre dos hombres dentro de la casa, no me importó nada.

Caminé hasta el lado del conductor de mi Cooper y me subí tirando mi bolso en el lado del acompañante, pero antes de que pudiera cerrar la puerta para acelerar y salir de allí, una mano frenó la puerta y sostuvo mi muñeca,

_Isabella…_ su voz me sacó del estado de transe en el que me encontraba, miré a mi lado para ver a Edward acuclillado junto a mí con la puerta abierta, _déjame manejar a mí, estás alterada…_ negué con la cabeza y con la vista nublada por las lágrimas que querían salir, si cerraba mis parpados arruinaría mi maquillaje…

_No… por favor… ¿tú también?... no…_ musité negando con la cabeza,

_Yo conduciré Bella, por favor… confía en mí_ susurró, cerré los ojos ante la intensidad de su mirada y mis lágrimas se derramaron por mis mejillas. Sentí un mano rodear mi cintura y empujarme suavemente del asiento del conductor para deslizarme hasta el asiento del acompañante, cuando abrí mis ojos Edward ya estaba sentado detrás del volante. Asintió y arrancó el auto cerrando la puerta, aceleró hasta las puertas delanteras y frenó para esperar a que las abrieran, mientras tanto se inclinó sobre mí y tomó mi cinturón de seguridad para cruzarlo sobre mi pecho y trabarlo en su dispositivo.

_Gracias…_ susurré secándome las lágrimas, él sonrió por cortesía. Cerré los ojos y reposé la cabeza en apoyacabezas del asiento. Entonces sentí que el auto salía a la calle y tomaba velocidad, sentí el cambio de velocidades cuando su pie aceleraba sobre la calle y la inercia a la que respondía mi cuerpo cada vez que él aceleraba. Podía acostumbrarme a su manera de conducción…

_Señora…_ susurró tanteando mi hombro, abrí los ojos para encontrarme con su mano ofreciéndome un pañuelo blanco prístino,

_Gracias…_ susurré tomándolo y tratando de recordar si había guardado en mi bolso algún Klínex, sequé mis lágrimas y bajé el espejo frente a mí, mi delineador se había corrido y mi mascara empapaba el blanco pañuelo de Edward. _Te lo manché… perdona_

_Está bien, no es nada… solo úselo_

Sonreí confundida, mirando el pañuelo que sostenía en mis manos, en una esquina las letras “EAC” estaban bordadas con una pulcra letra con hilo azul.

_Es… mi madre, ella solía bordar_ levanté la cabeza asintiendo, miré nuevamente el pañuelo y acaricié las letras con la yema de mi dedo,

_¿Solía?..._ murmuré _es hermoso…_

_Si, solía._ lo miré nuevamente para verlo mirar al frente con la mandíbula apretada y las manos ceñidas al volante, algo me decía que no le gustaba hablar de su familia con otras personas, no sabía nada de él.

_¿Cómo se llama?... tu madre…_ susurré tanteando el terreno, él me miró una vez más y frunció los labios suavemente, suspiró y exhaló como resignado, _lo siento… no quise ser entremetida_

_Esme…_ musitó volviendo la mirada al frente, él frunció el ceño al nombrarla y se removió incomodo en su asiento _es… su nombre, Esme_ asentí volviendo a dirigir mi atención al pañuelo,

_Umm… le diré a Loise que te lo lave y te lo entregue, perdón por mancharlo… debe ser especial para ti…_

_No es nada Señora… en serio, quédeselo_ replicó, sentí una especie de desilusión al oírlo decirme “Señora”, mi nombre en sus labios sonaba tan bien que me hubiese gustado seguir escuchándolo, _¿Desea ir a la casa de la Señorita Rosalie ahora?_

Involuntariamente me moví en mi asiento haciendo una mueca de desilusión, no quería ir aún,

_Yo… no lo sé, Rosalie me verá así y se enfadará… no quiero que ella me vea aún_ suspiré y miré mi reloj rápidamente _a demás aún no es mediodía, yo… no sé…_

_¿Me permite llevarla a algún lugar hasta que se sienta mejor?_ volteé a verlo sorprendida, _si… usted me lo permite… Señora_ en sus ojos pude comprensión y ¿lastima?... miré nuevamente mi regazo y sacudí mi cabeza.

Lo pensé por un instante, realmente no quería ver a Rose aún, no después de lo que había sucedido, ella se daría cuenta y sería como añadir más leña al fuego… ella era tan tenaz, podía ser capaz de hasta llamar a Benjamin y exigirle que no me llevara a esa cena a demás de dejarle unas cuantas palabras bonitas, a demás yo tendría que contarle que la pelea fue por esas Denali y no estaba dispuesta a hacerla enojar aún más. Yo sabía que a ella les caía como una piedra en el estómago y sabiendo aún cómo mi marido se comportaba en su presencia era lo que la hacía sulfurar.

_Si Edward, llévame a cualquier lugar…_ dije resignada, me permití por un instante más confiar en él como lo hice la noche anterior, solo esperaba no acostumbrarme…

El auto aceleró en la carretera y tomó la avenida oeste que se dirigía hacia los muelles, iba a objetar pero al ver que él tomaba otro camino contrario al puerto de Seattle me contuve, sería donde él me llevara. ¡Por dios… si hasta eso me costaba! Dejarme llevar era tan difícil… tomar confianza en otra persona era tan odioso y frustrante para mí, me hacía perder el poco control que tenía y eso me ofuscaba.

Entonces, en el momento en que me iba a arrepentir de haberme dejado llevar, él tomó un camino alternativo hasta la playa. El agua era de un color diferente allí, más turquesa y limpia que en la zona de los muelles, el aire más calmo y no con ese viento característico de Seattle y hasta el cielo más límpido… era como un lugar aparte, alejado de las aguas turbias, apartado del mundo y desolado, no había nadie más que nosotros.

Edward se estacionó a un lado de la costa antes de que comenzara la línea de arena, a lo lejos pude ver los edificios de la ciudad que ahora parecía una pequeña maqueta a escala. Él enseguida bajó del auto y se dirigió a abrirme la puerta, bajé y cerré los ojos para respirar ese aire puro, gusto a salitre y hierba… no pude evitar suspirar.

_Es… hermoso…_ susurré aún con los ojos cerrados, sentí una mano apoderarse suavemente de la mía y abrí los ojos, Edward me miraba con cautela y caminaba hacia atrás llevando mi mano, me dejé llevar…

Bajó de un salto el pequeño terraplén que separaba la playa del lugar donde había dejado el auto y ofreció su otra mano para que yo la tomara y me ayudara a bajar. Al tomarla él llevó mis manos hasta sus hombros y las posó allí para que me sostuviera, entonces sus manos libres tomaron mi cintura… Me tomó como a una niña pequeña y me sostuvo en el aire un momento antes de bajarme y dejar que mis pies tocaran el suelo,

_Gr..gracias_ murmuré aturdida mientras bajaba mis brazos y él soltaba mi cintura,

_Venga…_ murmuró tomando mi mano una vez más,

_Em… Edward…_ susurré, él volteó sin soltarme, parecía ansioso…_ mira, si te parece bien… a mi me gustaría que, umh… mientras estamos solos, solo mientras estamos solos… me llamaras por mi nombre, no hay problemas en eso… pero solo mientras estamos solos, yo no quiero que mi…

_Lo sé Señora…_ él cerró los ojos exhalando sonriente _Isabella… ¿Bella?... lo sé_

_Gracias…_ asentí y me dejé llevar una vez más por él. Caminamos tomados de la mano hasta llegar a la arena que se colaba por mis zapatos de tacón… entonces caí en la cuenta de que estaba a punto de arruinar mis gloriosos Louboutins, de un tirón lo obligué a detenerse y me removí incomoda mirando mis zapatos _ es que… la arena…_

_Oh…_ musitó, enseguida se agacho reposando una rodilla en el suelo y sus manos tomaron unos de mis pies, jadeé casi perdiendo el equilibrio y solo atiné a sostenerme de sus hombros, él delicadamente sacó un zapato y luego el otro, luego se paró con ambos zapatos en la mano y sonrió de lado,

_Gracias…_ susurré… él asintió y volvió a tomarme con su mano libre y tirar de mi suavemente para que lo siguiera, llegamos hasta la orilla del agua donde un par de árboles estaba dispersos por allí, como parte de la naturaleza rezagante negándose a ceder por el agua. Observé cómo se sentaba sobre un tronco sobresaliente entre la arena y me miraba expectante, como si yo no me atreviera a sentarme allí… Bueno… lo hice. Con el riesgo de poder arruinar mis Levis me senté a su lado mirando al mar.

Eso era la paz absoluta, inconmensurable y divina… la verdadera paz. El mar turquesa y el aire quieto y limpio me llenaron los sentidos… era tan… orgásmico…

_Bella…_ su voz suave me sacó de mi relajación y abrí los ojos para verlo, él me miraba una vez más con reserva, sus ojos verdes brillaban con el brillo reflectante de las aguas del mar y su cabello cobrizo un poco revuelto me daba deseos de acariciarlo con mis dedos… hundiéndolos y enredándolos… _Esa cena de esta noche…_ musitó suavemente…

_No quiero hablar de eso Edward, no iré de todas maneras_ sentencié por enésima vez, miré nuevamente al mar y suspiré pesadamente…

_Permítame decirle algo… Bella…_ murmuró un poco más seguro, yo lo miré con el seño fruncido esperando a que hablara _si no va a esa cena usted mostraría debilidad, esas personas sabrán de sus flaquezas… y eso es lo que no quiere ¿verdad?_ abrí la boca sorprendida, ¿Quién se creía…?

_¿Con que derecho vienes a decirme eso?..._ murmuré aturdida, eso era lo que sucedía al darle confianza a los empleados… _No tienes ningún de…_

_Su esposo entonces estará feliz de que usted no luche por sus prioridades, él pensará que usted se deja amedrentar por mujeres así y no le importará entonces lo que usted piense, no ir a esa cena será como darle vía libre…_ murmuró con seguridad, mordí mi labio para retener la sarta de palabras que quería decirle pero… él tenía razón. Después de todo él tenía razón…

_¿Y qué aconsejas tú? Ya que p0r lo visto parece ser un consejero a demás de guardaespaldas…_

Él pareció ignorar la manera burlona en que lo dije y miró al mar pensativo, no pude evitar observar su perfil, él era realmente muy guapo… pero tan entrometido…

_Yo digo que usted debería ir, enfrentarse a ellas y dejarles en claro quién es la Señora Plath, sutilmente claro…_ reí meneando la cabeza ante su desfachatez… pero una vez más él tenía razón…

_¿Tú iras?..._ susurré mirándolo tomar un pequeño canto y tirarlo con maestría al agua, él asintió… _ entonces iré, siempre y cuando tú me lleves a casa cuando decida irme de esa cena_ murmuré en el momento en que mi celular sonó en mi bolsillo, al sacarlo comprobé que era Rosalie…

_Lo haré… haré lo que me pida_ murmuró mientras yo comprobaba el mensaje de texto…

"Mueve tu culo ahora mismo aquí Isabella,

Los langostinos se enfrían!...

Rose"

_Es hora de irnos, Rose me espera…_ musité con una sonrisa parándome y caminando lejos de él. Oí la caída de unos cuantos cantos más cayendo sobre el agua antes de que él me alcanzara para ayudarme a subir el terraplén una vez más.

Bien… cena allí voy!... aunque me sentía menos sola esta vez, ahora era como estar protegida y cuidada, ahora esas mujeres no causarían mella en mí… ninguna de ellas.

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Bueno, aqui les dejo el video de este capi, la canción que escucha Edward en su habitación... es un grupo Argentino que tiene muy buenas letras espero que les guste, vale la pena escucharlo...

Besos!! ¿Merezco tus palabras?... gracias!