Capitulo 9: Recuerdos…

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Recuerdos…

Llevé mis dedos a mis labios, los noté hinchados y al mirarme por el espejo retrovisor los vi colorados, el beso había sido real… en verdad había besado a Isabella Swan.

Nos habíamos besado por largo rato, en un momento yo la había atraído a mi regazo y mientras nos besábamos rezagadamente, con dulzura y sin prisas ella había caído dormida en mis brazos. Pequeños sollozos inundaban su garganta haciéndola estremecerse en mi pecho aún dormida. Así que luego de acariciarle el cabello y permitirme besar sus labios dormidos una vez más la acomodé en el asiento trasero del Mercedes y la cubrí con mi saco… ella dormía tranquilamente ya. Volví a mi lugar, detrás del volante y la llevé a casa.

Subí por las escaleras de la mansión Plath con ella en brazos, por suerte Loise y los demás empleados ya estaban en sus habitaciones, no necesitaba dar explicaciones y no deseaba que nadie más la cuide que no fuera yo… después de todo ese era mi trabajo. No me costó dar con su habitación, era la puerta más grande al final del pasillo… al entrar el olor a ella me golpeó… toda ella, olor a fresias y lavanda, olor a mujer, a femineidad… y no pude evitar llenar mis pulmones como si fuera verdadero aire de las montañas.

Delicadamente la dejé sobre su cama, ella no se despertó… simplemente se acomodó ovillándose sobre el edredón y con un suspiro continuó en la profundidad de su sueño, me atreví a quitarle sus zapatos delicadamente y los dejé a un costado de la cama, reemplacé mi saco por una manta color oro que estaba a los pies de su cama y acaricié sus cabellos por última vez arrastrado detrás de su hombro los que tapaban su cara, cuando me paré dispuesto a salir de allí ella gimió con un sollozo entrecortado,

_Duerme Bella… shh_ susurré cerca de su oído y mis dedos involuntariamente fueron a hundirse entre las suaves hebras de su cabello. Decidí, luego de mirar la hora en mi reloj, quedarme a acompañarla unos minutos recostándome a su lado. Su marido no llegaría a casa muy pronto, según lo que me dijo, así que supuse que si él estaba gozando de la compañía de mujeres, las cuales ninguna era su esposa, ¿por qué yo no podía acompañar a la suya que estaba en tal estado de indefensión?

Me tragué mis palabras cuando fui a decirle, en medio de la fiesta, que Isabella estaba en un estado de nerviosismo absoluto y que había pedido ir a casa, él negó con la cabeza y con una sonrisa reprobatoria en los labios,

“Esa mujer siempre hace lo mismo” murmuró para él antes de tomar un trago de su Martini, “Llévala y despierta a Loise para que la asista, yo no iré hasta más tarde” … y con estas palabras me convencí que este hombre no la amaba en absoluto.

Levanté la vista de los pálidos hombros descubiertos de Bella mientras mis dedos acariciaban su cuero cabelludo detrás de su oreja y me fijé en la habitación, que apenas había visto el día que la traje con su rodilla lastimada. La luz de la luna entraba por entre las finas cortinas blancas que daban a su balcón. Con la suave luz que me proporcionaba la luna me fijé en las fotografías muradas que estaba en la pared, como yo las recordaba… una en la que Bella estaba recostada en su cama sobre su estomago y con un montón de hojas de partituras alrededor, ella sonreía distraídamente mientras observaba una hoja en su mano, la otra era más sensual… más erótica y más ella, con su violonchelo entre sus piernas desnudas y la oscuridad a su alrededor, ella y su música como única protagonista.

Seguí recorriendo con mi mirada su habitación y me di cuenta que las demás paredes estaban desnudas, en una esquina había un gran espejo de cuerpo entero y a su lado un mueble con varios cajones, en otra esquina una mesa pequeña de hierro blanco diseñado con dos sillas de igual material y un vestidor en una puerta entreabierta y otra puerta que supuse era el baño, un tocador blanco con su pequeño espejo y con una banqueta y finalmente la gran cama King Size en medio de la habitación con un espaldar realizado con pequeñas estanterías donde habían libros y luces empotradas. Me preguntaba si Plath también dormía aquí, todo era muy acogedor y se me hacía raro pensar en él como alguien que compartiera el mismo espacio de ella sin confrontaciones.

Miré nuevamente mi reloj y decidí que era hora de salir de allí, si Plath dormía con ella no sería agradable que me encontrara recostado en la misma cama con su mujer. Logré levantarme de su lado sin perturbar su sueño, la miré por última vez y salí de la habitación.

Mientras iba bajando las escaleras nuevamente toqué mis labios, la sentía allí… sentía la suavidad y la dulzura que ella me había dejado como impronta. Sentía aún su aliento en mi boca, su gusto… la sentía. Y mi pecho se oprimió al pensar cuánto tiempo más iba a poder sentirla, cuanto tardaría su gusto, su dulzura, su aliento, su sabor de salir de mi boca, de mis labios.

Ese beso había sido necesitado, desesperado por su parte… había sido lujurioso y al mismo tiempo había sido un beso dulce y tierno. Jamás había besado así y pensé que jamás volvería a recibir eso de sus labios… por que cuando ella despertara no lo recordaría.

El alcohol en combinación con el dolor era suficiente como para hacer a una persona reprimir los sucesos de una noche y ella me olvidaría… ella me trataría como siempre a la mañana siguiente, lo sabía y estaba dispuesto a soportar que mientras ella viviría el resto de su vida sin ese recuerdo, yo lo guardaría en el fondo de mi corazón… como un regalo, como el mejor de los dones que ella fuera capaz de darme.

Y manejé a casa recordándome a mí mismo lo lejano que era esa mundo para mí aunque estuviera tan cerca. Lo lejana que era ella para mí, como el silmaril de los elfos… como el oro para los mortales como yo. Tan lejana que imaginar algo con ella era como levantar la mano para ir a la orca… tan imposible y estúpido que dolía… en serio dolía.

Perdí la noción del tiempo… al caer de boca en tu boca…

Me voy feliz Isabella… pero con el alma rota…

POV Bella:

Mi cabeza parecía zumbar, era como si un panal de abejas estuviera instalado justo encima de mi cabeza.

_Dios…_ gemí con voz que apenas reconocí, entrecortada y rasposa, como si hubiese estado llorando por largo tiempo. La luz del sol calentaba mi cara y me hizo dar vuelta la cara hasta hundirla en algo mullido que identifiqué como el suave terciopelo de mi cama, a tientas mis manos acariciaron el edredón para asegurarme que era ese lugar donde había despertado. Tenía sed, mucha sed… era como si mi garganta hubiese tragado tierra, necesitaba agua urgente además de un buen analgésico.

_ Loise…_ murmuré somnolienta, si llegaba a pronunciar una palabra más con más fuerza mi cabeza terminaría por romperse. Al no obtener respuesta levanté la cabeza para ver a mi alrededor, mi mirada borrosa alcanzó a ver mi mesa de luz al costado de la cama y como lo preví, una bandeja con un vaso de agua y una pastilla me esperaban sobre ella. Agradecí silenciosamente a mi ama de llaves…

Di vuelta sobre mi espalda y miré el techo para comprobar que el zumbido no era nada más que un producto de mi embriagadez, estúpida…

Repasé en mi cabeza los sucesos de la noche pasada y era como si hubiese vivido un sueño, solo recordaba caras… rostros que eran indeseables para mi… Benjamin, Tanya, Irina… Kate… bufé y escondí la cara en mi almohada una vez más. Llamé a Loise por el intercomunicador para pedirle que me prepare la bañera, tenía planes de pasar todo el día sumergida en la tina llena de agua tibia con sales relajantes. Rosalie iba a llamar seguramente con ganas de charlar sobre mi noche pero si no recordaba nada iba a tener que buscar qué poder contarle.

Pasé un tiempo más en mi cama hasta que Loise me avisó que ya la tina estaba preparada, me levanté a regañadientes y programé mi reproductor de música con clásicos en volumen bajo para ayudar con el dolor de cabeza, me saqué mi ropa, que por alguna razón aún la llevaba puesta, me paré frente al espejo e inspeccioné mi aspecto… la primera reacción fue impresión, vergüenza y luego enojo. ¿Cómo podía haber llegado a casa así? ¿Dormido así…? Si Rose llegaba en ese momento y me veía con este aspecto, sería la encargada de cumplirle el sueño a Benjamin, lo dejaría viudo… que de hecho era una clase de libertad que me haría feliz a mí también.

Oh dios Isabella…

Los ojos hinchados estaban enmarcados por manchas de delineador negro y rímel que manchaban mis mejillas hasta la altura de mi mentón, como si hubiese estado llorando, a demás que estaban enrojecidos y sin brillo, mi pelo era un caso aparte… era una maraña de pelo que cubría mi cabeza en su totalidad y mi boca… bueno, mi boca estaba hinchada y con el labial corrido, como si hubiese besado. Los toqué suavemente con la yema de mis dedos y estaban sensibles y adormecidos… como si hubiese sido besada con furia. Dios… ¿Benjamin?...

Negué con mi cabeza sacando esos pensamientos imposibles, Benjamin no me tocaba desde hace mucho tiempo, en una noche en que solo tenía la mirada puesta en ellas no iba a venir y besarme a mí, sería muy idiota de su parte… o muy necesitado.

Entré a mi bañera llena de espuma y me recosté en la almohadilla especial que sostenía mi cabeza sobre la loza y me dispuse a relajarme, quizá si aliviaba mi mente de ese torbellino de imágenes entremezcladas podría sacar algo en claro… la pastilla post embriagadez estaba haciendo efecto así que mi dolor de cabeza ya estaba siendo controlado y mi sed se había calmado, Loise había puesto para mí a un lado de la bañera unas botellitas de agua de manantial que refrescaron mi garganta adolorida.

Tomé la esponja exfoliante y vertí en ella un poco de jabón de lavanda y comencé a frotarme suavemente mi rostro para limpiar el desastre de maquillaje de mi piel y luego me sumergí rápidamente bajo el agua para enjuagarme y mojar mi pelo enmarañado… me tomé unos segundos para aislarme del mundo debajo del agua y cuando mis pulmones me reclamaron largué el aire de mi boca y emergí del agua,

_ ¿Cuántas veces más lo harás?_ me sobresalté al escuchar la voz de Benjamin dentro del baño, me limpié los ojos de los restos del jabón y pasé las manos por mi cabello hacia atrás _¿Cuántas veces más harás el ridículo en las fiestas para humillarme ante todos? ¿Eh Isabella?_

Suspiré y cerré los ojos tirando la cabeza hacia atrás sobre la almohadilla, hasta allí llegó mi baño relajante. Sabía que debía esperar esta charla… de hecho la esperaba, ralamente… Benjamin no estaba acostumbrado a no salir airoso de una situación así, humillante según él. Así que reuní lo mejor de mis pensamientos coherentes luego de una noche fatal y traté de defender mi posición,

_Pues digamos, que mientras tú me sigas humillando a mí, yo lo seguiré haciendo también Benjamín_ respondí sin abrir los ojos _ yo te pedí que no deseaba ir a esa dichosa fiesta, esto te lo buscaste tú solo… no estoy dispuesta a dejar que me reclames tú a mí, cuando…

_No estoy dispuesto a discutir esto Isabella, solo te vengo a advertir… no deseo que mis amigos y socios conozcan a mi mujer como una alcohólica histérica que no sabe controlarse…

_Bien Benjamin yo no quiero nuevamente salir contigo, se lo que me espera si lo hago… tus coqueteos con otras mujeres frente a mí, tus palabras, tus humillaciones… no quiero eso, yo espero más de ti… al menos un poco de respeto!... soy tu esposa por dios santo!_

_Pues si lo quieres compórtate como tal!... _ gritó de regreso _ dame lo que yo necesito, compórtate como una mujer respetable y no como una adolescente, apoya mis decisiones y sobre todo deja de humillarme frente a los demás_

Reí histéricamente, él exigía respeto cuando yo no obtenía nada de eso por su parte, esto era un caos… una lucha de locos y jamás íbamos a llegar a un acuerdo ni a una mejora en nuestro matrimonio, esto estaba acabado desde hace mucho y él no quería admitirlo,

_¿Por qué no me das el divorcio Benjamin? ¿Por qué no te buscas a una mujer que sea capaz de complacerte como tú quieres y que te sirva como tu esperas?_ le dije seriamente… pero el sonrió

_Firmaste un acuerdo Isabella, ¿lo recuerdas?... un acuerdo prematrimonial en el que si pides el divorcio te quedas literalmente en la calle… ¿eso deseas?_

Me mordí el labio y cerré los ojos fuertemente, claro que lo recordaba… yo era joven y estúpida en el momento en que firmé eso y no había un hueco judicial que me dijera que podía salir aireada. Me sentía condenada… sola…

_Eso me parecía_ murmuró él cerca de mí, sentí su colonia de hombre y su olor a limpio e inexplicablemente lo sentía repugnante, un dedo acarició mi mejilla lentamente _sabía que comprenderías…_ murmuró suavemente acuclillado a mi lado _Isabella, no quiero que me odies y tampoco pido que me ames, de hecho no creo que alguna lo hayas hecho… pero… tan solo espero que algún día veas que te estoy dando todo y que no recibo nada a cambio…_

Se alejó de mí y se paró en su lugar, yo aún mantenía los ojos cerrados pero el sonido de sus pasos me dijeron que salía del baño,

_Ah… por cierto, si necesitas a Edward llámalo a su teléfono celular, le di el resto del día libre… lo compadezco por haber cargado contigo anoche, debería pagarle el doble…_

Y con esas palabras Benjamin salió del baño.

¿Edward?... ¿Edward fue el que me trajo a casa?... ¿Qué tan mal estaba que no podía recordarlo? Apoyé un codo en la orilla de la bañera y sujeté mi cabeza con mi mano tratando de recordar, por la orilla de mi ojo vi un destello plateado y giré mi cabeza… el brazalete que él me había dado llamó mi atención, llevé mi mano a mi pecho y acaricié la pulsera con la punta de mis yemas, el zafiro parecía diferente entre mis dedos… algo había sucedido, lo sabía… pero no recordaba.

Salí de mi bañera cuando ya el agua estaba tornándose fría, me coloqué la bata de baño y me fui a sentar frente a mi espejo del tocador, mi maquillaje había desaparecido y mis ojos estaban mejor, aunque mis labios seguían hinchados y enrojecidos, me llevé mis dedos a ellos para acariciarlos cuando unos destellos de imágenes vinieron a mí… Edward…

Jadeé cuando una imagen llegó hasta mi, yo llorando en el auto… en la oscuridad… yo pidiendo por favor… Edward tomándome de las mejillas… Edward besándome…

Edward besándome…

Rápidamente me vestí con lo primero que encontré en mi vestidor, un jean a las caderas y un sueter azul de punto, unas sandalias y me sequé rápidamente el cabello con el secador de pelo, salí de mi habitación y busque la agenda telefónica en la mesita de la sala de estar, encontré el número de Edward y llamé, mis dedos temblaban al oprimir cada una de las teclas del teléfono y pareció una eternidad cada tono antes de que él atendiera…

_¿Edward?_ pregunté en cuanto el contestó con un “Hola”…

_¿Señora Isabella?... ¿necesita mi presencia señora?_ respondió en cuanto oyó mi voz… vacilé por unos segundos cerrando los ojos, su voz me era tan familiar ahora… lo anhelaba… era reconfortante oírlo y no podía entender eso… ¿Por qué debería ser así?... no tenía por qué serlo…

_Edward, yo…

_¿Se encuentra bien Isabella?_ preguntó en un tono más bajo _¿Bella?..._

Suspiré tratando de dejar a un lado mi vacilación y tomé aire,

_Si, solo necesito hablar contigo… ¿puedo verte ahora en casa?_ pregunté dudando si era correcto, aunque no podía esperar para mañana…

_Si señora, por supuesto… voy para allá_

_Gracias, estaré en el patio trasero, cerca de la piscina_

Luego de decir adiós corté la llamada y me dirigí al patio trasero sin antes cerciorarme que Benjamin estaba en su estudio entretenido, no quería dar explicaciones de para qué necesitaba a Edward cuando él le había dado el día libre y por supuesto no quería que él supiera esto…

Esperé inquieta cerca de la piscina, el cielo encapotado, el olor a humedad en el ambiente y los nubarrones gris oscuros me daban la certeza que pronto habría una tormenta, solo esperaba que Edward llegara antes de que suceda, no quería estar dentro de casa con Benjamin en ella. Mi reflejo en el agua turquesa de la piscina me devolvía mi imagen nerviosa y molesta, toqué mis labios una vez más y aún lo sentía hinchados y adormecidos, hacía mucho que no había besado, de hecho no podía recordar la última vez que puse mis labios en los labios de un hombre… por supuesto el último había sido Benjamin cuando tenía la creencia de que todo estaba bien entre nosotros, pero no podía recordar cuándo… tal vez en algún aniversario… en alguna fiesta para mantener las apariencias…

_¿Señora?_ la voz de Edward me sacó de mis divagaciones, volteé a verlo y lo vi caminar hacia mí. Lo primero que me fijé al verlo fue sus labios que parecían ligeramente hinchados, según lo que podía recordar… no era que había estado viendo sus labios todo el tiempo…

_Edward…_ dije a modo de saludo, suspiré y decidí ser directa… la incertidumbre me estaba matando y no podía prolongar mucho más esto _Anoche… me besaste_ dije más como una confirmación…

Él no respondió rápidamente, miró al suelo dubitativo y luego de unos segundos alzó la mirada… eso era todo lo que necesitaba, me acerqué lentamente a él mientras él fijaba sus ojos en los míos, entonces una sonrisa torcida apareció en sus labios…

Levanté mi mano y con fuerza hice chocar mi palma en su mejilla, haciendo que su cabeza se hiciera hacia un lado con el impulso de mi bofetada,

_¿Cómo te atreves?_ dije entre dientes. Una rabia inmensa comenzó a formarse en el centro de mi estómago, una furia que eclipsaba cualquier tormenta que estuviera a punto de desatarse… mi pecho comenzó a subir y bajar rápidamente a medida que la cólera de todo el día y la noche de ayer comenzó a aflorar y a bullir… _¿Quién te crees que eres Edward?_

Él lentamente levantó la cabeza mirando hacia el suelo, su mejilla izquierda enrojecida por el impacto de mi mano se tensó cuando él apretó los dientes y cerró su quijada, él no respondió…

_Contéstame!_ exigí embravecida, solo esperaba que Benjamin no oyera la discusión…

Entonces él levantó la mirada, sus ojos brillantes y de un verde profundo se fijaron en los míos, sin vergüenza… sin arrepentimiento… sin culpa…

_Usted me lo pidió…_ escupió entre dientes con el rostro tenso y la mirada encolerizada, un solo paso en falso y era un desempleado más…

_¿Yo te lo pedí?... ¿En qué estado?... Te aprovechaste!_ repliqué conteniendo mi voz, él me miró y vi su rostro suavizarse… y ahí sí vi culpa… Agachó la cabeza y relajó los brazos a su costado _No te quiero ver aquí, mañana a primera hora iré de compras con Rosalie… y ni una palabra de esto… ésta vez lo dejaré pasar, pero Edward, no quiero un desliz más… no lo quiero ¿oíste?... compórtate como lo que eres… solo un empleado más, no te tomes atribuciones que no te corresponden…_

Él asintió en cuanto dejé de hablar y salí de allí dejándolo a un lado de la piscina. ¿Edward besándome?... Maldición! Si al menos pudiera recordarlo… si no lo recordaba debió ser porque no fue tan bueno…

Me hubiese gustado recordar… aunque no podía creer que eso no fuera así, después de todo tenía mis labios hinchados...

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No maten a la autora...

Bueno, al fin terminé... lo hubiese tenido más temprano pero tendría que haber echado a las visitas que cayeron en mi casa y dejar las compras para mañana ja ja. El miércoles no habrá capi de "Cuando tu corazón deje de latir" acá en Argentina estamos de vacaciones invernales y ese día me voy a pasar unos días afuera con mi familia, espero que comprendan... muchas gracias por la espera. Las quiero y nos vemos el viernes... trataré de actualizar Stripper y trataré de escribir el capi del sábado... nos vemos!