Capitulo 38: La cuenta de los días

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La cuenta de los días

_Ahí…_ murmuró ella entrecortadamente _Edward… justo ahí_

Ceñí mis manos más fuertemente en sus caderas moliéndolas sobre mi boca de manera que su centro húmedo y palpitante este en continuo contacto con mi lengua. Bella se removió buscando más fricción… ella estaba a punto de tener su orgasmo y si eso era lo que ella quería tener, pues ¿quién diablos era yo para negárselo?

_Oh Edward… amor_ gimió, una de sus manos tomó el cabello de la parte de atrás de mi nuca jalando y creando un caos en mi cabeza, y yo llevé una de mis manos sobre el hueso de su pelvis para tratar de sostenerla en su lugar. Ella tomó la sábana que se extendía por debajo de nuestros cuerpos con tal fuerza que pude oír la rasgadura de la tela, sonreí mientras mi lengua se deleitaba con los sabores de su humedad,

_Oh Bella…_ gemí sobre su sexo, su sabor… dios…. Era lo más jodidamente exquisito que había probado, podía vivir sin la sangre si solo se me diera de beber eso. Soplé sobre su clítoris y la sentí estremecerse, no faltaba mucho… tan solo jugar un poco más y ella convulsionaría en mis manos.

Decidí, a juzgar por la hora, que era tiempo de satisfacer mi necesidad de Bella, pronto amanecería y tendríamos que dejar nuestra libido de lado para atender la necesidad de ser padres, así que sumergí la punta de mi lengua en su cavidad por última vez… una… dos… tres veces, la saqué y recorrí su clítoris suavemente deleitándome con ese pedacito hinchado de la pasión de Bella … su monte de Venus… su bajo vientre hasta llegar a su ombligo, me detuve a dejar un suave beso allí como recordatorio del antiguo hogar de nuestra hija y continué recorriendo el camino hacia su boca con suaves besos.

_Quiero que me hagas el amor ya Edward… ahora mismo, te dejé jugar amor, te quiero adentro_ susurró cuando mis labios rodearon uno de sus pezones, tiré suavemente de él y lo solté para atraparlo nuevamente con mis dientes,

_Lo sé mi amor… solo… déjame jugar_ dije antes de tomar el otro pezón entre mi pulgar y el índice, estiré de la misma manera y lo solté para maravillarme en lo duro y turgente que era entre mis dedos.

Jugar con el cuerpo de Bella se había vuelto mi nueva necesidad, mi nueva obsesión. No había poder más grande que me sometiera más que el cuerpo de Bella en todo su esplendor. Desde que la había visto brillar bajo el sol me gustaba hacerle el amor en las mañanas, antes de salir en busca de nuestra hija, mientras los rayos del sol que entraban por la gran pared de cristal bañaban su cuerpo y la hacían brillar ante mis ojos. Era mi nueva droga personal, peor que la heroína… y se llamaba Bella.

Me gustaba morder su piel sabiendo que no iba a dejar marca alguna, me gustaba acariciar en los lugares donde había aprendido que ella podía hacer rodar sus ojos detrás de su cabeza, como la parte externa de su cuello… o como la parte interna de sus codos, me gustaba lamer debajo de su oreja donde sabía que gemiría con ese tono especial de voz, más gutural y sensual, semejante a un ronroneo… me gustaba correr mis dedos a lo largo de su columna vertebral, donde la hacía arquearse en una posición donde sus pechos y trasero sobresalían tan sensualmente… dios… adoraba todo de ella.

Y a ambos nos gustaba experimentar cada noche, ahora que dormir había quedado como una necesidad fisiológica del pasado, ella exploraba mi cuerpo, aunque limitada por ese instinto indomable que urgía su autosatisfacción, como todo neófito… aún su temperamento era difícil de manejar y a veces eso la hacía sentir frustrada. Por supuesto que aprovechábamos eso también, hacer el amor de manera frenética tenía sus satisfacciones, ambos necesitábamos del otro tan urgentemente que habíamos llegado al punto de gritar y dejar salir toda nuestra pasión solo para fastidiar a Emmett, aunque solo lo podíamos hacer cuando nuestra niña se quedaba en casa de sus abuelos y tíos… que era mas frecuente de lo que pensábamos, o al menos lo fue en los primeros meses, cuando Bella no podía retener su propia voz.

Nuestra vida se había convertido en un ir y venir de situaciones, desde experimentar en la cama satisfaciendo nuestras necesidades más básicas hasta enfundarnos en el día en nuestro papel de padres con nuestra Renesmee, cumplir como buenos hijos con nuestros padres, tanto con Esme y Carlisle, como con Charlie y… Sue, que había atinado a ser la nueva acompañante del padre de Bella desde que había comenzado a visitar la casa de los Cullen con más frecuencia, por supuesto llamado por Bella y por su nueva nieta, de más esta decir que mi Nessie lo tenía cautivado.

En cuanto a la manada… bueno, ellos presenciaban nuestras vidas de manera constante y perdurable, ya que parecía que no había manera de separar a Jacob de Nessie y mucho menos no había manera de que Jacob anduviera por aquí sin los miembros de su manada. Él seguía renuente a hacerse llamar el “Alfa”, pero los miembros de su manada ya lo tenían incorporado a pesar de su resistencia. Bella había comenzado a llamar “Beta” a Leah… ella era la que cuidaba las espaldas de Jacob y quién aún era más hostil con nosotros, de ninguna manera compartía la amistad y amabilidad de su hermano Seth y era más renuente a confiar en nosotros.

Si de hablar de cercanías y relaciones se trataba, Jassper era el que más estaba a la orden del día con ello. Se había convertido en la sombra de mi Bella… literalmente. Por supuesto ella no se lo podía explicar, era como que tenía que batallar cada día con un Jassper orbitando alrededor de ella, algo que para mí era de lo más entendible.

Mi hermano nunca había sentido tanta felicidad como la que Bella irradiaba, ella era feliz… por supuesto, así se sentía y era de esperarse que Jassper disfrutara de ella.

“… En mis años Edward… en mis años sentí a alguien tan feliz como la siento a ella…” pensó una noche mientras Bella sostenía a Nessie entre sus brazos tarareándole la nana que yo a veces tocaba en el piano, sonreí al mirarla… ella estaba radiante. Me acerqué a su hombro lentamente y reposé mi mentón allí mientras admiraba cada una de sus facciones, la pequeña arruga en la comisura de sus labios como si fuera una sonrisa escondida, sus ojos brillantes a pesar del color rubí que poco a poco iba tornándose más fluido, su susurro feliz a nuestra niña… algo que llenaba mi corazón como si fuera capaz de hacerlo revivir.

Ella era feliz…

_Te amo_ le susurré al oído, ella volteó levemente sin dejar de tararear y con sus ojos me devolvió las mismas palabras…

Ella era feliz…

Mi Bella lo era…

Aunque ella estaba molesta con esta recurrente cercanía de mi hermano, él por supuesto sentía su frustración, aunque no podía saber por qué era… aunque siempre prevalecía la felicidad,

_¡Ya está bien!_ se quejó una noche mi esposa mientras dejaba a nuestra niña en su cuna _Si no he matado ya a Charlie o a Sue, es muy probable que eso no valla a ocurrir en un futuro, me gustaría que Jasper dejara de andar a mi alrededor todo el día!_

Acaricié su espalda para calmar su ansiedad y besé su sien,

_Nadie duda de ti Bella, ni en lo más mínimo_ aseguré _Ya conoces a Jasper, no puede resistirse a un buen clima emocional. Tú emanas tanta felicidad todo el tiempo, amor, que gravita a tu alrededor sin pensarlo. No lo hace en forma conciente_ murmuré antes de abrazarla estrechamente entre mis brazos, que gritaban por ella… si había que culpar a alguien por gravitar alrededor de ella como un inmenso idiota, no era a mi hermano a quien debían echarle todas las culpas… yo ganaba por creces.

Lo más impresionante de nuestra vida, a demás de nuestro reciente descubrir sexual, era nuestra hija. Ella era claramente un prodigio… y una preocupante realidad a la vez. Entre Carlisle y yo nos habíamos abocado a investigar las condiciones que seguía el caso de Nessie, con base solamente en un solo caso… el niño de Sudamérica que habitaba entre las tribus nativas. No habían más precedentes de semivampiros o de individuos híbridos como lo era Renesmee, aunque si teníamos muchas conjeturas. Nos sorprendimos al ver su desmesurada inteligencia a tan corto plazo, ella tenía semanas y ya había dicho su primera palabras… que por supuesto fue mamá, algo que paralizó a Bella, por primera vez… si no hubiese sido que fue para preguntar por su abuelo Charlie no hubiese sido mayor mi preocupación. Pero dios… ella solo tenía semanas y ya era capaz de formar una oración coherente y genuina para referirse a la realidad. Y eso fue solo tres semanas antes de que diera su primeros pasos… algo que me infundió de miedo, al igual que sucedió con Bella y Jacob. Vi el pánico reflejado en sus rostros… oí los pensamientos desesperados de Jacob que aplaudió el logro de mi hija, pero que por dentro temía lo peor… el crecimiento prematuro de mi niña la llevaba a una vida acelerada,,, a una corta vida y eso era la incertidumbre total.

Todo esto contrastaba e iba de la mano con la felicidad de mi Nessie, ajena a todo problema que había a su alrededor. Las encargadas de malcriarla y hacer sus días ajetreados eran Alice y Rose, que no dejaban de vestirla y sacarle fotos, en parte para dejar plasmada la existencia de mi niña y en parte para reflejar una infancia a través de los años en vez de semanas, documentando cada fase de su crecimiento.

Mi vida era esa… se había transformado en felicidad yana y pura entre mi antigua familia, aquella que me acompañó siempre en mis días de soledad y la nueva, mi esposa e hija… la que llenaba mi futuro.

Volteé a Bella sobre su estómago sin hacer caso de sus quejas, mi objetivo… los huecos de sus caderas donde comenzaban sus glúteos… descubrí que pasar mi lengua por esos surcos la hacían arquear la espalda dejándola expuesta para mi.

_Paciencia amor… ya sabes cómo amo esto_ murmuré sobre su piel antes de pasar mi lengua por allí. Ella hizo lo que se esperaba y levantó su trasero con un suave gemido _así amor… se que te gusta_ ella se aferró con ambas manos a la sábana de debajo de su cuerpo y yo me arrodillé a su lado, tomé ambos muslos y los separé gentilmente para situarme entre ellos, ella abrió sus piernas obedientemente y me dejó lugar entre sus rodillas para poner las mías,

_Bella, levanta tus caderas amor_ dije tomando con ambas manos cada lado de sus caderas, ella lo hizo… maldición… ahogué un gemido al verla expuesta de tal manera para mí, _Bella… no sabes lo que me haces_

_Edward…_ gimió en respuesta retorciéndose en las sábanas _por favor… te quiero dentro_

¿Podía ser acaso esta mujer aún más sensual? ¿Podía morir por no tenerla?... Bueno, estaba comprobado que si…

Lentamente me acerqué más a ella moviendo mis rodillas entre sus piernas hasta que su cavidad quedó alineada con mi miembro palpitante, cada noche era un descubrir de nuevas posiciones y sensaciones y esta noche… no iba a ser menos. Tiré sus caderas hacia arriba y finalmente la penetré…

_Oh Bella… amor… _ gemí al verme entrar en ella, cerré los ojos y tiré la cabeza hacia atrás mientras ella ahogaba sus gemidos sobre la almohada. La sensación de plenitud era inigualable… llenarla de esa manera era caer en la cuenta de que ya no podría vivir jamás sin esas sensaciones… era imposible ya para mi.

_Muévete_ me instó con urgencia, tiré aún más de sus caderas hacia arriba de manera que yo casi estaba sentado sobre mis rodillas y ella solo estaba en contacto con la cama solo por su pecho, su cuello y sus propias rodillas, yo tenía en mi poder sus caderas y su trasero. En un movimiento limpio y rápido… me aparté de ella y la penetré nuevamente con fuerza, ella era una neófita… a ella le gustaba rápido, duro y fuerte… yo solo la complacía, siempre lo haría.

Comencé a moverme como a ella le gustaba, duramente chocando mi cadera contra la suya, entrando y saliendo con destreza y firmeza, sin vacilar… sin interrumpir mi danza, ella gemía sobre la almohada pidiendo más, suplicando más fuerza… se lo dí…

_¿Te gusta así amor?_ gemí con voz áspera, ella gimió en respuesta incapaz de hablar… me moví más fuerte contra sus glúteos maravillándome en cómo mi miembro se adentraba en su humedad _Dime_ le pedí… necesitaba oírla…

Oh si mi Bella…

_Me gusta… mucho_ logró decir entre jadeos, aceleré mis estocadas en respuesta, ella plantó las palmas de sus manos en la cama y levantó su cuerpo hacia mí, la ayudé poniendo una de mis manos en su pecho y finalmente ella quedó en posición sentada sobre mis piernas con sus rodillas a cada lado, me cabalgó fuerte… duro… mientras su espalda chocaba contra mi pecho, recargué mi frente en su hombro sintiéndola entera sobre mí,

_Oh Edward!_ murmuró entrecortadamente _muéstrame…_

Sabía lo que quería, lo que unas noches atrás habíamos descubierto…

Tomé una de sus manos entrelazando nuestros dedos y las llevé por delante de ella bajando por su vientre hasta su pelvis, y más abajo…

_¿Lo sientes ahí?_ le dije al oído, nuestros dedos rodearon mi miembro en el lugar exacto donde nos uníamos, cerré los ojos al sentir mi carne desplazarse en la suya, penetrándola con cada uno de sus movimientos… era lo más erótico que había hecho en mi maldita vida.

_Si… oh dios… Edward…_ jadeó tirando su cabeza hacia atrás sobre mi hombro _me voy a venir amor…_ advirtió.

Rodeé su cintura con mi otro brazo y la ayudé con sus estocadas, nuestras caderas golpeaban una sobre la otra fuertemente mientras nuestra habitación se llenaba de nuestros gemidos… nuestros jadeos, nuestros nombres susurrados… hasta que ella estalló alrededor de mí, succionando de manera exquisita mi erección haciéndome llegar a tocar el cielo al que siempre la acompañaba, en cada uno de nuestros éxtasis... aquél que alguna vez creí que no existía sin ella… pues cada noche lo tocábamos.

_Oh Bella!_ gruñí sobre su hombro mientras sentía sus convulsiones a mi alrededor… estrecha… palpitante… húmeda… apretándome hasta la última gota de placer. _Bella…_

Ella se separó de mi luego de unos segundos de estar reposada en mi pecho, caí sobre ella en la cama y recosté mi cabeza sobre su vientre con las palmas de mis manos sobre mi nueva adicción, sus pechos y sus manos en seguida comenzaron a acariciar el cabello de mi nuca.

_Eso fue…_

_... impresionante_ terminé…

_mmhm_

El sol estaba ya saliendo en el horizonte, los primeros rayos del día que nos daba el toque de queda solo por esta noche, solo quedaba esperar que las horas corrieran rápido para volver a tenerla así para mí, uno los dos… pero mientras tanto nos tocaba disfrutar de nuestra pequeña.

_¿Qué me recomiendas para hoy?_ susurró revolviendo suavemente el cabello en mi cabeza, suspiré sobre su estómago y planté un beso en su ombligo,

_Emmett tiene una colección de guías de la historia del futbol americano y también la historia entera de los Gators de Florida…_ su risa rezagante hizo templar su cuerpo por un momento,

_No Edward_ dijo en tono de reproche mientras aún seguía riendo _Renesmee quiere poesía, cuentos largos, fábulas y leyendas… no deporte_

Pensé por un minuto, había tanto en la biblioteca de Carlisle y en la mía que Nessie tenía para décadas. Mi niña tenía tres meses, pero aparentaba la edad de una niña grande de un año o una pequeña de dos, y su mente inquieta pedía siempre por más… no se conformaba con poco, con lo justo o con lo que se suponía que hacían las niñas grandes, ella siempre quería más. Ella ya había leído todos los libros de Bella había traído de su casa, mi pecho podía reventar de orgullo al verla leer con solo tres meses de edad a Brontë y a Shakespeare y al maravillarse con la poesía lírica y los contemporáneos. Ella era todo una prodigio y realmente no le gustaba leer dos veces la misma cosa, siempre debía haber variedad.

_Léele poesía… tengo unos libros por ahí en mi antigua recamara, a ella les gustará_ murmuré antes de subir hasta llegar frente a su rostros, el sol comenzaba a pegar en su piel y era la hora en que me maravillaba con su belleza,

Dios Bella… soy un maldito afortunado al tenerte… temo que algún día te des cuenta de lo bella y peligrosa que puedes ser para un hombre mi amor…

La besé cuando sus labios brillaron como roca engarzada con diamantes, y gemí cuando me sentí crecer entre sus piernas una vez más.

Esa noche la oí leer junto a mi niña en su habitación, habíamos pasado todo el día en compañía de mi familia planeando el viaje que nos llevaría lejos de Forks por un tiempo, con Carlisle sabíamos que debíamos buscar respuestas así que nuestro viaje estaba orientado a ser muy pronto a la tierra de los ticunas, donde las leyendas de los niños como Renesmee abundaban. Brasil era por ahora el destino fijado… debíamos buscar a la respuesta de las muchas preguntas que teníamos, Renesmee crecía de manera acelerada, cada paso de un minuto era un milímetro ganado por ella y realmente fue temor e incertidumbre saber que, según los cálculos de Carlisle, mi niña sería una anciana al cumplir quince años de edad si continuaba con este crecimiento desmesurado. Jacob no estaba dispuesto a la única solución que se nos había ocurrido a falta de otras… nuestra propia ponzoña. Si cortábamos el crecimiento y envejecimiento prematuro de mi hija de alguna manera solo teníamos como herramienta principal y única nuestro propio veneno… que para Renesmee sería la vida… para Jacob era la muerte y no estaba dispuesto siquiera a considerarlo como una alternativa.

_Hay música aquí_ leyó con vacilación mi niña esa noche con su madre a su lado _tan suave caen los pétalos desde las agitadas rosas a la hierba, o las gotas de rocío entre las pareces de granito, en un reluciente paso…_

Bella le quitó el libro de sus manos con una sonrisa vacilante, sabía que temía… temía perder a su niña tan pronto, cuando aún no la había disfrutado por completo,

_Si lees ¿cómo podrás dormirte?_ le preguntó,

Mi niña no se molestó en absoluto, ella tenía la mente suficientemente madura como para saber cuando su madre estaba molesta, cuando triste y cuando feliz, esta vez ella sabía que su madre estaba preocupada. Acurrucó su pequeño cuerpo junto al de mi esposa y su sueño sobrevino como tan fácilmente que no hizo falta tararearle una nana o acariciarle el cabello como a ella tanto le gustaba.

Con mi padre habíamos preparado el viaje para luego de las vacaciones, debía ser lo antes posible, pero a Bella le era difícil pensar en separarse de Charlie, aunque ella sabía que él estaba bien. Mi suegro había comenzado a frecuentar con mucha más frecuencia a Sue, no solo ella lo acompañaba a ver a nuestra niña, sino que también él iba a casa de ella a cenar y ella hacía lo mismo visitándolo. En su mente revoloteaba feliz la idea de lo agradable que era tener compañía… él comenzaba a buscar su propia felicidad así como Bella había encontrado la suya y eso era agradable en cierta forma, había calmado la culpa de Bella de separarse de él en forma indefinida, ella sabía que luego de nuestro viaje sería más difícil volver a Forks hasta dentro de al menos unas décadas.

Solo quedaba un pendiente… algo inconcebible que había sido motivo de nuestra primera discusión en la vida de vampiro de mi esposa, ella quería hacer un viaje en solitario.

_Es lo mejor que puedo hacer antes de que ellos se presenten_ murmuró esa tarde en que pensé que la vida, el maldito destino se estaba riendo de mí y me estaba tirando encima el castigo por haberla convertido,

_No! Y mucho menos sola_ murmuré mientras mis manos enfurecidas revolvían mi cabello, ella podía ser tan obstinada a veces.

Se le había ocurrido la estúpida idea de ir sola a presentarse ante los Volturis para dar la fehaciente prueba de su inmortalidad para que ellos comprobaran que su condición de ser transformada había sido cumplida.

_Es la única manera de proteger a Renesmee, ellos no deben saber de ella… de ninguna manera, si voy sola no lo sabrán… debo hacerlo, estaré bien_

¡Maldita sea! Ella tenía un punto… ella tenía razón, pero de ninguna manera la dejaría ir sola, no después del maldito regalo que los Volturis le mandaron con motivo de nuestra boda.

Nos dimos cuenta días después de su transformación, Alice la tenía guardada ya que llegó mientras nosotros estábamos en la Isla Esme, el motivo que habían sido invitados fue por una visión que tuvo Alice, ellos mandaban a los gemelos Alec y Jane para verificar la inmortalidad de bella en una especie de cruzada, parecía amenazadora por lo que vi en la mente de mi hermana… venían con toda la intención de hacer cumplir las reglas. Pero entonces Alice los retuvo enviándoles la invitación de boda, para que supieran por ellos mismos todo lo que eso conllevaba… era obvio que detrás venía la transformación.

Ellos no vinieron, pero enviaron un obsequio.

“Espero ver pronto a la nueva Señora Cullen en persona.”

Rezaba la tarjeta que venía con el regalo, una pequeña caja de madera ornamentada, revestida en oro e incrustada con diversas piedras preciosas, que en si misma valía una fortuna, albergaba una joya de innumerable valor. El collar era en si sencillo, la gruesa cadena de oro era solo lo que sostenía un diamante redondo del tamaño de una pelota de golf.

Fue ese regalo, fue el maldito mensaje que contenía el obsequio lo que le metió en la cabeza esa idea, y estaba dispuesto a no permitir dejarla ir sola.

_No vas a ir sola_ sentencié con mis puños a los costados temblando de pies a cabeza por su obstinación, ¿Qué quería ganar con ello?... ¿A caso no sabía lo que ellos podían ser capaces de hacer con ella?... Ellos la querían entre sus filas, Aro la quería eso había estado claro cuando leí su mente en Volterra aquella vez cuando ella aún era humana, había quedado fascinado con su cualidad, él lo consideraba una rareza única… él jamás había sido incapaz de leer la mente de alguien y menos de un humano y él se preguntaba si esa rareza seguiría vigente cuando ella fuera inmortal, esa era su mayor inquietud. No podía leer su mente y ello era extraño y fascinante para él, él la quería y yo no iba a permitirlo.

_Ellos no me harán daño_ replicó _ Ellos no tienen razón para hacerlo. Soy un vampiro. Caso cerrado_

_No. Definitivamente no_ sentencié, era mi última palabra.

_Edward es la única forma de protegerla_ murmuró de manera calma, ¿cómo podía estar así de tranquila?.

_Maldición!... Bella…_ musité caminando por la sala de nuestra casa, ella tenía razón, maldición sí que la tenía, pero… ¿sola?... ¿con los Volturis?...

Di media vuelta y caminé hacia ella, la tomé por los hombros y la empujé suavemente hacia una de las paredes de la casa, tomé sus mejillas con ambas manos e hice lo único que podía hacerle olvidar el tema momentáneamente, para que esa idea se dispersara de su mente y lo único de lo que yo tenía necesidad… besarla. Fieramente, maldición!

Era como estar entre la espada y la pared, debía decidir si entregar solo a mi esposa o ir yo y entregar a mi esposa e hija, sin contar que yo les parecía interesante de la misma manera a demás de Alice. No podía permitirlo, no podía ir sola. Ella era mía… era mi esposa, nadie le pondría una mano encima, ella era mi esposa... nadie la separaría de mi lado ni de su hija, ella era mía!

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Continua en el próximo capitulo amores! Dios... está llegando el final, lo extrañaré cuando termine, besotes y dejenme sus palabras.