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Gracias por tu visita, los fics que se publican aquí son salidos de mi imaginación, con los personajes prestados de la gran Meyer… te agradecería que me avisaras si ves algún fic mío publicado por la web, eso se llama plagio y hay que combatirlo. Gracias!

Te toma muchos minutos leer un capitulo? Entonces puedes tomarte un minuto para comentar, no pido nada más. Escribe que algo dejas y lee que algo llevas.


Stripper Love, capitulo 15

By Anna in the air

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Stripper Love, capitulo 15


Después de aparcar el vehículo en el garaje, apreté el volante tratando de contener la furia. Estaba enojada… más bien, encabronada. Las lágrimas amenazaban mis ojos otra vez, pero como no quería arruinar mi maquillaje, las contuve—cosa a la que estaba acostumbrada. Tomé una bocanada de aire, abanicando mis ojos con las manos para secar la humedad… no me haría bien hacer corajes.

Miré hacia mi estómago y reí como niña tonta; porque esta vez sorprendería a Edward, aunque no esté de humor.

Tomé mi bolso y entré a la casa. Quería reclamarle su falta de honestidad, la poca confianza que tenía en mí, el entrometimiento de hundir las narices en cosas que no le concernían y ese aire tan casual que usaba cuando estaba conmigo… fingiendo. Porque había pasado más de dos meses desde que Edward y yo nos reconciliamos, y en todo ese tiempo nunca mencionó palabra del asunto.

Estaba colgando mi saco en el perchero cuando Edward bajó las escaleras. De nuevo, el enojo se disipó al verlo tan majestuoso, con su traje sencillo color negro, la corbata algo floja y su cabello desarreglado, sonriéndome con dulzura, extendiendo sus brazos hacia mí.

Despierta, Swan. Me hice a un lado, esquivando su abrazo; tuve que erguirme para no verme afectada. "Así que, ¿cuándo pensabas decírmelo?" Coloqué mis manos en las caderas, ya que si no las mantenía ahí, acabarían deshaciendo el cierre del pantalón de Edward. "¿No crees que tengo el derecho de saber?"

"¿Decirte qué, exactamente?" Inquirió, insistiendo en abrazarme. Tenía que parar de hacerlo si no quería que acabara rindiéndome. "Bella, no te estoy ocultando nada…"

Mentiroso; podía oírlo: su voz no era la misma. Era más aguda, y aunque sus movimientos eran tan gráciles como siempre, sus hombros se tensaron, dándole un aire de incomodidad. Ja, atrapado.

Entrecerré los ojos, fulminándolo con la mirada. "¡No puedo creer que seas tan cínico! ¡Tú, entre todos los hombres, escondiéndome cosas!" Quise pasar a su lado, pero sus brazos me retuvieron. Mierda, sus brazos eran mi perdición.

Edward me forzó a mirarlo a los ojos. "Explícate, Bella. No creo tener nada oculto para ti."

Me enojé de nuevo porque seguía negándolo: negaba haber mantenido cosas fuera de mi alcance. Cosas que tenían que ver conmigo y con mi vida personal. Sentía más decepción que enojo, hablando sinceramente, porque Edward prometió ser sincero, real… no cumplió ninguna de ellas.

Lo empujé por el pecho, evitando que me abrazara. "¡Mientes! ¡Me lo han dicho! ¡Me tuve que enterar por otras personas porque mi novio no fue capaz de dar la cara!"

"¿De qué estás hablando?" Mi empuje no lo desequilibró, pero tuvo que apoyar su pie para no oscilar ante el impacto. De todos modos, su mirada dura no abandonó la mía. "¿Hablas del…imbécil de Carlisle?"

Tuve que sostenerme del sillón para no lanzármele a trancazos. "¿Así que lo admites? ¿Encerraste a Carlisle y no me dijiste nada?"

No dijo nada: sus ojos seguían fijos, la boca apretada, los puños oprimidos. De no haber estado tan enojada, me le hubiera acercado y besado con suavidad para que su ceño se desarrugase, pero no… esta vez no. Me contestaría todas las preguntas que le hiciera, aunque nos quedáramos hablando hasta las tres de la madrugada.

Meneé la cabeza ante su silencio. No hablaría y eso me frustraba más; pensé que, al restregarle en la cara lo que ya sabía, él lo admitiría y entonces me explicaría los motivos y circunstancias de porqué carajo no me dijo ni puta madre. Pero no lo admitió, y miró al piso, apenado, reacio a verme.

Pasé a su lado, dirigiéndome a las escaleras para cambiarme. Edward quiso sostenerme del brazo, pero lo esquivé, desencantada por su actitud tan infantil. "¡Okay, bien! ¡Lo hice!" Me detuve a medio camino, escuchando atentamente. "Lo hice y lamento no habértelo dicho."

"Te pedí que no lo hicieras, ¿no es cierto? No quiero temer por tu vida ahora… no cuando—"

Me callé, tapándome la boca con una mano. Estaba a punto de decir información de vital importancia, y rogué que Edward no se haya dado cuenta… pero mis ruegos nunca son escuchados. "¿No cuando qué, Bella? ¿Qué pasa?"

"No me voltees el asunto," dije, fingiendo indiferencia. "No sabes de lo que ese tipo es capaz, de los contactos que tiene… ¡Edward, no descansará hasta vengarse!"

Escuché su risa burlona; me negué a verlo a la cara, así que seguía de espaldas. "No lo creo, honestamente. Es un cobarde."

"¡No lo es! ¡Es peligroso! ¡Podría matarte, y—!" Mi monólogo fue interrumpido por sus manos entrelazándose en mi cintura. Instintivamente, me eché para atrás, en un estúpido intento para que no me tocara la barriga. "No Edward… esta vez no."

Su aliento azotó mi cuello al reírse. "¿No qué? No planeo hacer nada ahora, Bella." Era cierto: mi trasero rozó su miembro, pero por primera vez en dos meses, éste no estaba duro.

Fue un golpe muy duro, considerando mis antiguas profesiones… no sería bueno para el currículum de una actriz porno.

"No te dije nada porque aún no es nada seguro," dijo Edward hablando sobre mi hombro. Sorprendentemente, tampoco tuve ningún estímulo sexual cuando sus labios rozaron mi piel. "Aún estamos en varios procesos legales, y James está trabajando muy duro para encerrar a ese hijo de perra."

Traté de no endulzarme demasiado a causa de su voz, por lo que mi porte se volvió más rígido, enderezando mi espalda. "Pero aún no me explico porqué me lo escondiste… Quiero ser de ayuda, Edward. Quiero estar a tu lado."

"Lo estás, Bella… Pensé que ya sabías eso." Me dio un ligero beso en mi hombro, haciéndome tensar. "Pero las cosas no están muy fáciles… ya sabes, con eso de que tú eras una— bueno, de que trabajabas como—"

Rodé los ojos: no podía ser que aún no se acostumbrara a esa palabra. "Como una desnudista y actriz porno," dije en vista de que él simplemente no lo diría. "De todos modos, no creo que sea peor que todo lo que he pasado."

Negó con la cabeza. "Para nada. No quiero que te metas en esto. No sería bueno, y necesito que no haya terceras personas envueltas. Bella, esto es muy peligroso; tú misma lo has dicho."

"Tengo información muy útil para darte, Edward… Carlisle hacía infinidad de ilegalidades dentro y fuera de su club." Me deshice de sus brazos, girándome y mirándolo de frente. "Puedo ayudarte… déjame asistirlos."

Edward pareció dudar: al parecer, quería esos datos, pero sabía que lo chantajearía y a él no le gustaban los chantajes… a menos que se tratara de sexo, claro. Cuando era de eso, no ponía peros al asunto. Lástima que no se tratara de los buenos polvos que nos echábamos.

Me enfurecí al verlo negar otra vez; oprimí los puños, reprimiendo las lágrimas de frustración. Sí, ya me había vuelto una llorica. "Nah-ah. Lo siento. Tienes que dejarnos esto a nosotros… ya lo tenemos, y pronto estará más que hundido."

Tal vez vio mis ojos humedecidos, o mi puchero infantil que anunciaba un buen llanto, o mis uñas clavándose en las palmas de las manos, porque sus facciones se suavizaron. "Bella, por favor, no te pongas así… no quiero pelear." Quiso acariciarme la mejilla, pero la hice a un lado con un manotazo. Suspiró, sonriéndome. "Ve a cambiarte… ya se ha hecho tarde."

Corrí al piso superior sin nada mejor que hacer. Edward no cedería, de eso estaba cien por ciento segura. Odiaba que fuera tan testarudo sin perder esa serenidad típica de él, y odiaba caer siempre ante sus pedidos… necesitaba mejorar mis autodefensas.

Mi habitación estaba completamente vacía, así como el resto de las habitaciones: todo había sido empacado y marcado, listo para el camión de mudanzas. Edward y yo, junto con Jasper y Alice, habíamos decidido irnos a Nueva York a vivir para alejarnos de todo concerniente a Las Vegas y Los Ángeles, que tan malos recuerdos nos daban. Habíamos encontrado unas casas bastante grandes en el Upper East Side, a solamente una cuadra de Central Park.

Era perfecto para mí, perfecto para ambos… solamente que muy pronto dejaríamos de ser el dueto sexual, como nos llamábamos en broma.

Porque tenía dos meses de embarazada, y Edward no tenía ni la más mínima idea.

Suspiré una vez dentro de mi habitación, frotándome el vientre. "Es malo hacer coraje," me repetí una y otra vez. "Le hará mal al bebé."

A petición de Esme, la madre de Edward, se había organizado una cena en la casa de ésta. Sería mi 'presentación formal', por decirlo de alguna forma, aunque Edward ya le había hablado de mí a ella y a su padre—o al menos eso creía que era el tal Aro. Así que ahora tenía que calmar mi bilis y comportarme debidamente…

Como la mayoría de mis vestidos eran muy cortos o escotados, me había comprado uno más decente para conocer a los padres de Edward: un simple conjunto de falda ajustada hasta arriba de la rodilla, color azul pavo, y una blusa blanca con tacones y accesorios a juego. Me recogí el cabello en una coleta y me puse perfume en las áreas adecuadas—¿A que no sabían que hayáreas adecuadas para el perfume?

Edward me miró cuando bajé las escaleras. "¡Pero miren a esa hermosura!" Usaba sus cumplidos con esa voz extremadamente sensual para suavizarme, pero decidí que no me doblegaría, así que le entrecerré los ojos. "¡Oh, vamos Bella! ¿Me mirarás así toda la noche?"

"Sí." Decirlo con voz tajante era mejor que no contestar. "Deja de tratar de ablandarme, porque no lo lograrás."

Me alisé el vestido con las manos, incluyendo la parte delantera de la falda. Me di cuenta que Edward me miraba atentamente el vientre, y me cundió el pánico. "¿Q-Qué? ¿Qué p-pasa?"

"Mm… es curioso." Ladeó su cabeza con la ceja alzada, para después reírse un poco y darme la espalda. "Podría haber jurado que— ¿Nos vamos?"

Aterrada, me miré al espejo para revisar mi aspecto. ¿Se notará ya mi embarazo? ¡No podía ser! Cuando tuve a Nessie, no se notó hasta los cuatro meses, así que era poco probable que Edward sospechara… o al menos eso esperaba.

"¿Bella? ¿Estás bien? Llevo sosteniéndote la puerta por más de un minuto."

Desperté de mi letargo para encontrarme con la sonrisa sensual que Edward me otorgaba. Dándome cuenta que estaba a punto de caer ante ese efecto hipnotizante, lo asesiné con la mirada una vez más, por lo que arrugó las cejas, dándose cuenta que esta vez no me convencería con sus gestos persuasivos.

¡Ja! Toma eso, Cullen.

Nos subimos en silencio al Volvo de Edward. Nunca nos habíamos peleado—o las peleas incipientes se arreglaban con una buena sesión de sexo. Bajo esas circunstancias, los problemas se esfumaban en un tronar de dedos, pero ahora las cosas se habían dado de un modo totalmente distinto. Sabía, muy dentro, que estaba aliviada al imaginar a Carlisle tras las rejas, pero sin embargo, me enojaba que Edward no haya tenido la confianza de decírmelo… al fin de cuentas, yo era su novia—¡Dios mío, que cliché se escuchaba eso!—, así que tenía derecho a saber.

Y además, temía por su vida. ¿Qué tal si ese imbécil mandaba a alguno de sus matones para saldar cuentas? Me quedaría sola, desamparada, con un hijo/hija en las entrañas… ¿Cómo viviría después de eso? ¿Cómo viviría sin Edward?

Hipé, conteniendo las lágrimas: realmente estaba muy ofendida, y maldita sea la hora en la que la Sra. Esme nos invitó a su casa. No podría reclamarle nada… tendría que fingir hasta estar en casa, y yo no era buena para fingir.

Podía fingir orgasmos, pero serenidad no.

"Ya hemos llegado," anunció Edward, bajando la velocidad.

Asentí, mirando por primera vez hacia adelante. Frente, se formaba un sendero que parecía llegar hasta una casona iluminada ligeramente por faroles, rodeada de árboles y con algunas silletas esparcidas por todo el terreno. En verdad era una casa impresionante, pero no estaba de humor para halagar la construcción.

Edward suspiró ante mi vaga respuesta y bajó su ventanilla, anunciando nuestra llegada. Las rejas se abrieron automáticamente, por lo que el auto volvió a acelerar y nos adentramos a la explanada, en silencio otra vez.

"Bella, escúchame." Se quitó el cinturón de seguridad y se giró hacia mí; permanecí inmóvil, sin embargo. "No quiero que ni mis padres ni tú se sientan incómodos esta noche. Esme es muy perceptiva cuando se trata de eso, y no dejará de indagar al respecto."

Resoplé, cruzándome de brazos. "Por favor, al menos una sonrisa… Te prometo que cuando lleguemos a casa, hablaremos todo lo que quieras."

Lo asesiné con la mirada de nuevo, pero sabía que era muy importante para Edward el hecho de que conociera a su familia, así que fingí una sonrisa y se la presenté, sarcástica. "Ahí está. ¿Feliz?"

Me dio un besito en la frente, sus labios curveándose en una exquisita sonrisa. "Gracias, nena. Prometo compensártelo."

Mi imaginación divagó un buen rato, proyectándome en varias imágenes nada ortodoxas mías y de Edward, pero desperté cuando éste me abrió la puerta, 'todo un caballero', tendiéndome la mano para ayudarme a bajar. Le saqué la lengua al hacerlo, ocasionando una risa de su parte.

"¿Estás lista, Bella?" Me oprimió la mano con delicadeza después de timbrar. Mi ritmo cardiaco se aceleró a mil, y comencé a sentir mucho calor. "No te preocupes… te adorarán."

Tragué con fuerza cuando vislumbré una sombra acercándose a la puerta de vidrio, pero resultó ser el mayordomo, quien nos dio la bienvenida y saludó a Edward con afable amabilidad. Sujeté mi bolso con más fuerza de la necesaria: el enojo que sentía por Edward se disipó a tal grado que acabé siendo carcomida por el nerviosismo.

El mayordomo—llamado Neil—, nos guió hasta la sala de estar. Ahí se encontraban dos personas platicando tranquilamente, y se levantaron cuando nos vieron entrar.

"Ah, Edward," dijo el que creí sería Aro: era alto, con cabello negro azabache, ojos profundos y facciones fuertes. Tenía algunas ojeras, pero quitando eso, era impresionante e intimidante. "¿Cómo estás?"

Edward lo abrazó de regreso, dándose algunas palmaditas en la espalda. "Bien, bien, Aro… Todo ha estado de perlas."

"Me alegro." Comenzaba a sentirme una intrusa cuando la mirada de Aro se posó en mí, examinándome de arriba abajo. "Tú debes ser Bella, ¿cierto?"

Asentí, sonriendo como estúpida al tenderle la mano. "Un gusto en conocerlo, Sr. Cullen. Edward me ha hablado mucho de usted."

"Bah, tutéame, ¿quieres? No estoy tan viejo." Volví a asentir, sintiendo mi rostro enrojecerse. "Déjame presentarte a mi esposa y madre de Edward, Esme."

Una mujer menuda, de gran cabellera castaña y ojos miel, se acercó a mí con los brazos tendidos. "Bella, Bella… ¡Qué alegría conocerte finalmente!"

Parecía como si me estuvieran presentando a la Real Corte de Inglaterra o algo así. Esme usaba palabras sofisticadísimas, sus ademanes eran gráciles y elegantes, y hablaba con una paciencia y dulzura envidiables. A los pocos minutos, el mayordomo se acercó a nosotros para anunciar que ya estaba lista la cena, así que nos dirigimos al comedor.

"Así que… Bella," dijo Esme tiempo después de que empezamos a comer. "¿A qué te dedicas? Edward lo ha mantenido en secreto por todo este tiempo."

Aro, Edward y yo nos atragantamos con la sopa de chícharos, tosiendo repetidamente y cubriendo nuestras bocas con las servilletas de tela. Tomé agua para que se me pasara el ahogo. "¿D-Disculpe?"

"Sí, verás… mi hijo aquí presente se ha negado rotundamente a decirme qué profesión ejerces, y de verdad que me encantaría saberlo. Se la pasa diciendo que es 'complicado'. Me imagino que está relacionado con las ciencias o números, ¿cierto?"

Y por primera vez en esos dos meses que había estado con él, no me molestó que Edward sea incapaz de decir la palabra 'stripper'.

"Uh, bueno… verá, yo— digamos que—" No podía articular palabra alguna: me daba demasiada pena decirle mi exprofesión—con la ex o sin ella, actriz porno y desnudista no era algo que una suegra quisiera escuchar de su nuera… o al menos, la futura nuera.

¿Pero qué estoy diciendo? Edward ni siquiera me había pedido que me casase con él…

"Bella era desnudista, madre." El susodicho, en el momento menos oportuno, había decidido soltar la lengua y exponerme ante su progenitora. Oh, vaya… genial. "La conocí en la despedida de soltero de Emmett."

Aro carraspeó mirando a la sopa, mientras yo sentía como la cara se me incendiaba. Escuché como ordenaban una botella de vino, y deseé tener una de tequila en el bolso. El silencio inundó el comedor, e incluso el mayordomo se había escabullido después de servir el vino en las copas. Esme tenía el rostro inexpresivo, aunque pasaba su mirada de mí hacia Edward, indecisa.

Momento incómodo número uno.

"¿Lo eres, Bella? ¿Desnudista, quiero decir?" Inquirió Esme, mirándome fijamente.

Asentí: la mano de Edward se entrelazó con la mía, dándome fuerzas. "Lo era."

Las cejas de Esme se arrugaron. "¿Lo eras? ¿Ya no?"

"No. Ya no." Decidí que si iban a salir los trapos sucios, que salieran de una vez. De todos modos, lo harían eventualmente. "Era actriz antes de ser desnudista, pero ya no hago ninguno de los dos."

"¿Actriz? ¿Alguna película conocida?"

"Eh— No. Verá, señora," dije sintiendo mi voz aún más aguda. "Hacía películas para adultos."

Los ojos de Esme se abrieron de par en par. "¡Oh!" Exclamó, y no volvió a mencionar palabra sobre ello. "Dime, Edward… ¿Cómo está tu consulta?"

Momento incómodo número dos.

Ya que Esme no tenía interés alguno en seguir platicando conmigo, Aro comenzó a hacerme preguntas sobre mi vida y mis intereses personales… omitiendo todo lo relacionado con mis trabajos pasados, claro. A pesar de que tenía unas ganas inmensas de llorar, me aguanté las lágrimas y me enfoqué en hacer, aunque sea, la última parte de la cena un poco más amena.

No tanto para el Sr. Cullen, si no para mí. Miren que los nervios me traicionaban a cada segundo y estaba a punto de estallar en llanto.

Después del postre—un delicioso tiramisú de fresa y chocolate—, Esme, por primera vez desde aquel incómodo 'Oh' al inicio de la cena, llamó mi atención y pidió un momento conmigo a solas. Edward se puso de pie casi en un salto, nervioso. Lindo de su parte, pero aún no olvidaba la discusión que habíamos tenido. Me apartó la silla, depositó un ligero beso en mis labios y me dio paso para acompañar a su madre.

Mientras la seguía hasta el recibidor, sentía mis piernas tambaleándose a cada paso que daba. Los tacones me traicionaban, pero afortunadamente, me hizo sentar antes de que éstos se doblaran y me hicieran saludar al piso.

"Bueno, Bella," comenzó a decir Esme cruzando una pierna elegantemente. "He de decir… te mentiría si te dijera que no me ha sorprendido enterarme de tus antiguos trabajos. Nunca me imaginé que mi hijo acabaría con alguna desnudista o actriz porno… no después de Tanya, ¿me explico?"

Asentí, sintiéndome cada vez más apenada. "De verdad, Sra. Cullen… le prometo que me he alejado de esos ambientes. Recientemente, encarcelaron a mi antiguo jefe, ¿sabe?"

El rostro de Esme se endureció. "¿Trabajaste para Carlisle?" Inquirió, suavizando un poco su mirada.

"S-Sí, ¿cómo supo?"

"Ah, Bella… ¡Hay tantas cosas que no te gustaría saber!"

Me enojé un poco: no quería ser privada de información otra vez. No soy una persona chismosa, mucho menos entrometida, pero esto me involucraba de modo alguno, así que tenía derecho de saber las cosas que sucedían a mi alrededor. Además, parecía ser que Esme estaba familiarizada con Carlisle.

Ungh, esperaba que no… Esa garrapata no era más que un estorbo.

"Quiero saber," dije decidida. "Edward me lo ocultó. Necesito saber."

Esme sonrió. "¿Es por eso que estás enojada con él?" ¿Qué? ¿Era psíquica o algo así? "Ay, Bella; sólo lo hace por tu bien. No le gustaría que lo tuvieras relacionado con Carlisle… es lo menos que quiere."

La miré confundida. ¿Por qué, por todos los cielos, relacionaría a Edward con Carlisle? Edward es todo lo que Carlisle no: caballeroso, guapo—aunque tal vez eran igual de guapos, eso no lo niego—, educado, sexy, profesionista, humilde, dedicado, sensible, apasionado, coqueto, divino…

Y estás enojado con él… Bravo, Swan. Realmente destilas miel cuando piensas en Edward.

Tal vez se sorprendió al ver mi rostro confundido, porque dijo: "Oh, ¿no sabías? Discúlpame, de verdad, Bella… pero no creo ser la persona indicada para decirte lo que—"

"Basta," dije tajantemente. "Edward no me lo dirá, de eso estoy segura. No quiero parecer grosera, Sra. Cullen, pero me encantaría saber qué es lo que pasa aquí."

Esme parpadeó unas cuantas veces, pero finalmente me tomó por las manos. Las de ella eran suaves y tersas, pero no dejaban de ser firmes. "Bien, querida. Pero no quiero que esto afecte de forma alguna tu relación con Edward, ¿lo prometes?"

Asentí, expectante. Esme suspiró, mirando al piso. "Bueno, Carlisle y yo— eh, solíamos salir años atrás. Mis padres, queriendo que tuviera una buena educación y, por tanto, un buen marido, se negaron a que él y yo estuviéramos juntos."

Oh, que me lleve la joda. ¿Estaba a punto de decir lo que estaba pensando que iba a decir?

"Finalmente, decidimos escaparnos. Nos subimos a su viejo Ford sin capote y partimos hacia el norte; sin dinero, sin comida, sin un techo en donde vivir… no nos importaba nada. Con estar juntos nos bastaba." Los labios de Esme se curvaron en una amarga sonrisa, dejando salir una pequeña carcajada. "Bueno, al menos, era suficiente para mí."

Instintivamente, nuestras manos se entrelazaron. Ya sentía las lágrimas amenazantes otra vez, y temí que esta vez no se quedaran en donde pertenecían. El relato de la Sra. Cullen no me olía nada bien.

"Habíamos decidido alojarnos en Forks, donde tenía algunos familiares y amigos. En el trayecto, bueno—" Las mejillas de Esme se incendiaron. "Tuvimos nuestros asuntillos, ¿me explico? Si para algo era bueno el inútil de Carlisle, era para eso."

Okay, demasiada información. Momento incómodo número tres. No dije nada, sin embargo. No quería interrumpir.

"Todo estaba muy bien, ¿sabes? Hasta que me enteré que estaba embarazada. Mi familia de Forks no quiso, a petición de mis padres, darme hospedaje." La voz de la Sra. Cullen se había vuelto un poco amarga; le oprimí la mano con fuerza, mostrándole mi apoyo. "Nos tuvimos que quedar en un hotelucho de quinta, y eso no estaba en los planes de Carlisle. No pensaba vivir en pobreza, y mucho menos tener un hijo… así que se fue."

Mis labios comenzaron a temblar. "¡Oh, Esme! ¡Lo siento tanto! De verdad, no tenía idea…"

Esme me sonrió. "Edward lo detesta porque lo acepté de nuevo. Regresó cuando se enteró de que mi padre, finalmente, había decidido darme apoyo económico y una casa. 'Para mi nieto, no para el inútil de su padre', me dijo muy serio." Imitó un gesto muy formal con una voz graciosa. "Tocó la puerta y lo dejé pasar… y se quedó por cuatro años."

"¿P-Por qué lo aceptó?" Inquirí. "Después de lo que le hizo…"

"Hay veces que ni yo misma puedo responder a eso, Bella. Era joven y tonta, además de ingenua. Pensé que, tras reconciliarnos con una buena sesión de sexo, todo iría bien. No pude estar más equivocada."

Me sequé una lágrima, hipando. "Pero después lo sacó, ¿cierto? ¿Se dio cuenta de que no valía la pena y lo echó?"

"Desearía que hubiera sucedido de ese modo." Esme mantenía sus ojos en el piso, y pude ver que ella lloraba de igual modo. "No, no pasó así. Edward lo sacó cuando fui dejada inconsciente tras una de nuestras tantas peleas. No lo pudo aguantar más… tenía quince años."

Mi Dios… eso sí que era una mala historia. El enojo que tenía se fue desvaneciendo, y lo que quería ahora era abrazarlo, besarlo, mimarlo, decirle cuánto lo amaba y quería. Podría hacer lo mismo con Esme, solamente que no podría hacerle todas las cosas que deseaba hacerle a su hijo.

Sacó un pañuelito para secarse las lágrimas, sonriendo y sollozando al mismo tiempo. "Espero de verdad que te des cuenta del porqué de varias cosas, Bella. Edward no quería decirte por temor a que lo rechazaras por su vínculo con Carlisle."

"Pero eso es estúpido… ¡Con más razón me debió haber dicho!"

"No, no lo veas de ese modo." Ahora Esme me oprimió las manos, mirándome con urgencia. "Bella, ese hombre te violó— abusó de ti como abusó de mí, y por lo que entendí, lo hizo con la mayoría de sus bailarinas. ¿Cómo hubieras reaccionado?"

"Probablemente no muy bien," dijo una voz detrás de nosotras.

Edward y Aro nos observaban desde el umbral, ambos apoyados desde el marco de la puerta. Edward me miraba con sus ojos penetrantes, sonriéndome con un rictus de incomodidad que nunca había visto en él. Sí: probablemente me hubiera alterado, pero al final de cuentas, todo lo concerniente a mi novio y a su familia me interesaba. Yo no le oculté nada cuando le conté sobre Nessie, aunque mi adicción a las drogas no fue mencionada.

"Veo que ya se han entendido," dijo Aro acercándose a Esme. "Por un momento, pensé que no se llevarían muy bien que digamos."

Esme me abrazó, pasando un brazo por mis hombros. "Si es una dulzura esta mujer… ¿Cómo podría no hacerlo?"

Miré a Edward, quien aún mantenía su vista en mí. Estaba demasiado apenada como para poder mantener un contacto visual por más de cinco minutos, así que me disculpé y me dirigí al baño. Necesitaba arreglar mi maquillaje y terminar de soltar todo mi llanto, aunque no necesariamente en ese orden.

Escuché que alguien tocó la puerta. "Un momento," dije con voz ahogada. Pero no le había puesto seguro y abrieron de todos modos.

"¿Cómo estás?" Preguntó Edward, cerrando la puerta detrás de él. "¿Te sientes bien?"

Asentí, mirando al piso. Lo juzgué mal… me adelanté a los hechos y no dejé que me explicara. Debía ser difícil para él tener que estar relacionado con esa rata de alcantarilla, y mucho más tener que decírmelo tras ser violada por su propio padre. Verlo ahí, frente a mí, preocupado por mi bienestar—siempre por el mío y nunca por el suyo—me hizo sentir inútil.

Siempre se desatendía a mi causa, y nunca me detuve a pensar qué sentía por dentro. A veces podía ser una egoísta de mierda.

Sus manos alzaron mi rostro con suavidad. "Ey, mírame. No tienes la culpa de nada, Bella. No te castigues a ti misma."

"Es que— Pensar que tú y él están relacionados—" No quería mirarlo a los ojos porque temía volver a llorar, así que miré al lado derecho, esquivando sus orbes verdes. "Lamento no haber confiado en ti, Edward. Fue muy estúpido de mi parte."

"Es comprensible," dijo con un dejo de burla. "Pero sí, fue estúpido. Te lo iba a contar de un momento a otro, lo sabes."

Me atreví a verlo: estaba sonriendo con socarronería. Evidentemente, le gustaba verme apenada. "Aún así, me enojó que me hayas mantenido en secreto el encierro de Carlisle," dije recomponiéndome. "Me temo que eso no lo voy a olvidar fácilmente."

"¿No?" Inquirió con burla. Se acercó peligrosamente a mí, apoyándome en el lavabo. A pesar de tener tacones, aún estaba mucho más baja que él. "Creo que se me ocurre una manera muy convincente para hacerte olvidarlo."

Oh, el niño quiere jugar… De puta madre.

Mi respuesta quedó flotando en el aire al sentir su boca aprisionando la mía con fuerza. Sus labios se movieron al compás, y cuando sentí su lengua adentrarse, mis defensas cayeron y me entregué al disfrute… porque sus manos comenzaron a alzar mi falda, oprimiendo mis piernas en su trayecto hacia arriba.

El aire comenzó a faltarme. "Edward— ungh, tus papás…"

"En la terraza," dijo con voz ronca. "No nos escucharán… vamos, Bella. Entrégate a mí."

Al menos era directo. Pero no quería entregarme a él… no otra vez.

Mi coherencia comenzó a falsear cuando sus dedos largos y escurridizos comenzaron a juguetear entre mis piernas por encima de mis bragas. Lamentablemente, no había mucha tela cubriéndome ahí abajo porque decidí utilizar una tanga un tanto impúdica… tan sólo el triángulo y el hilo sosteniéndome; eso era todo.

Para mi conformidad, Edward se sobresaltó un poco. "Mm… apetitoso. Me pregunto si es resistente."

Gemí: "¡No, Edward!" pero fue demasiado tarde: con un solo tirón, se deshizo de la prenda y adentró sus dedos después de colocar una de mis piernas alrededor de su cintura. "Dios…"

Comenzó a bombearme; primero suave, después más desenfrenado. Amaba cuando perdía el control. Sus gruñidos me sacaban de quicio, y sabía que pronto querría estar dentro él mismo, pero no se lo permitiría… no esta noche. Tenía que pagar por su falta de confianza.

Así que me deshice de sus dedos justo cuando comenzaba a desabotonarme la blusa; lo hice chocar con la pared mientras trabajaba con su pantalón. Su sonrisa torcida me aceleró la libido, así que me apuré a bajarle los pantalones, dejándolo en bóxer. Lo besé una vez más, enredando mi lengua con la suya; ni siquiera se dio cuenta cuando tomé su miembro con una mano y lo liberé.

"Mm… ¿Qué vas a hacer, Bella?" Preguntó mirándome a los ojos.

Le sonreí. "Chupártela, ¿puedo?"

Soltó una carcajada y me invitó a hacerlo. Pero no lo haría enseguida. Lo trabajé con la mano primero, ocasionando que Edward se diera topes contra la pared. Nada del otro mundo: lo había hecho antes. Prefería hacerle un oral, y él lo sabía, así que no lo complacería inmediatamente. Lo haría sufrir hasta que me ruegue.

Soltó un grito ahogado cuando pasé mi palma sobre la punta. "Mierda, Bella… por favor— Dios, hazlo de una vez."

"No me des órdenes," lo reprendí, acelerando el ritmo de mi muñeca. "Y no puedes venirte hasta que yo te diga."

Comenzó a gemir desesperado, mirándome a los ojos con la sombra de lujuria cubriéndolos. Pero yo tampoco pude soportar mucho, porque esa cosa que tenía en la mano me llamaba. Quería lamerlo y probarlo otra vez, así que lo hice.

Me hinqué, bajándole un poco más su bóxer y dejándolo totalmente descubierto. "¿Te importa?" Dije, lamiendo la punta sin dejar de mirarlo fijamente.

"¡Deja de jugar y trágatelo! ¡Ya!" Su voz estaba ronca, y respiraba pesadamente. "¡Por favor…!"

"Ya que insistes…"

Chupé la punta, lamiendo discretamente ahí en donde salía disparado. Había un poco de líquido pre-seminal y lo probé. Delicioso como siempre. Volví a succionar ligeramente, nunca dejando de trabajar su miembro con las manos. Pero como Edward siempre decía que le gustaba cuando mi boca hacía todo el trabajo, las dirigí hasta sus piernas, masajeándolas de arriba abajo, dejando que la sangre fluyera hacia arriba.

Introduje toda su longitud, relajando mi garganta. La punta topó con el final de ésta, y Edward aporreó su puño en la puerta. "Mierrrrda…"

Conforme el ritmo se volvía más errático, Edward maldecía y silbaba. "Quiero tus ojos abiertos, y mirándome," le ordené.

"No puedo— Bella, por favor…" Embestía sus caderas contra mi boca mientras yo lamía una y otra vez. Su respiración se volvió desigual así como sus gemidos.

Mis dientes rozaron su carne conforme lo iba sacando, y Edward aporreó tanto la puerta que pensé que Esme o Aro acabarían tocando por el ruido que hacía. Deslicé mi lengua por el frenillo, un área especialmente sensible en los hombres. No salí decepcionada: Edward gritó, estampando mi cabeza aún más dentro. Retuve las arcadas, pero esto estaba saliendo mal…

Porque comenzaba a excitarme, y se suponía que era un castigo para él, no para mí.

"Necesito— Ya no puedo— Por favor…"

"No puedes," rebatí. Y volví a introducirlo en mi boca, dejándolo salir con un ligero 'pop'.

Sus ojos destellaron fugazmente antes de verme encontrada encerrada en la pared. Sin previo aviso, colocó mis piernas en su cintura y con un golpe sordo, entró en mí.

Toda llama ardiente dentro explotó cuando comenzó a bombearse frenéticamente, aporreándome en la puerta, oprimiendo mis pechos con vehemencia, haciéndome saltar ante sus entradas… aumentaba la velocidad a momentos, como si quisiera retrasar su orgasmo y vengarse de mí. El hijo de perra lo conseguía, porque me olvidé por completo de nuestra estúpida discusión y me entregué al disfrute.

Otra vez… sí, lo sé.

Tras unas cuantas entradas y salidas más—además de nuestros gemidos, gritos y jadeos—, Edward y yo llegamos al mismo tiempo, pero desafortunadamente, algo volvió a salir mal…

Una mancha sobre mi falda azul era la evidencia perfecta de que nos habíamos divertido en el baño…

"¡Oh, no!" Me quejé tras mirar la mancha. "¿Es que no puedes controlarte, Edward?"

Se rió mientras se colocaba bien la corbata. "No fue mi culpa… estabas muy húmeda."

Lo fulminé con la mirada. "¿Cómo se quita esto?"

"Con acetona."

"¿En serio?" Inquirí esperanzada.

"Nah, no lo sé. Lo dije porque así dice una canción." Edward la examinó detenidamente. "Mm… siendo honestos, no tengo la menor idea de cómo se quita."

Lo asesiné con la mirada mientras humedecía mis dedos con agua y los frotaba en la parte manchada. No había manera de quitarla, y la sola idea de tener que afrontar a sus padres con mi falda hecha un desastre no era para nada tranquilizadora.

Se lo hice saber a Edward, pero éste sólo me sonrió. "No te preocupes," dijo instándome a salir del baño. "Si te aceptó al saber que eras una desnudista, estoy segura que no tendrá nada que decir si se entera que te follas a su hijo."

"No es tan bueno, a decir verdad," dije enchuecando mi boca. Sus ojos se entrecerraron, desafiantes, pero yo sólo me reí. "Sabes que bromeo…"

"Lo sé."

Salimos a la terraza. Aro y Esme estaban sentados en la mesita, tomando whiskey y una Cosmo, respectivamente. Comencé a sentirme nerviosa, pero fingí estar interesada en el enorme patio. Me senté, colocando mi bolso en el regazo, en un afán de intentar cubrir la mancha traicionera.

"¿Deseas una bebida, cariño?" Inquirió Esme, sonriendo. "Podemos decirle a Neil que te traiga una."

"Eh— No, gracias. Así estoy bien." Podía sentir las palmas de mis manos sudando, así que me las sequé disimuladamente. "¿Vas a querer algo, Edward?"

Y me asusté al ver cómo me miraba, porque sus ojos me perforaban con una fuerza increíble, queriendo extraer información oculta.

Información que, por el momento, no pensaba compartir con él.

"No, yo igual estoy bien así." Su voz, aunque serena, no combinaba del todo con su porte tenso.

Después de unos minutos de charla amena, Esme me pidió que la acompañara a la cocina; según, a buscar la bandeja de aperitivos—cosa que me pareció extremadamente ridícula porque, por lo que escuché, podría haber mandado a Neil a buscarla.

"Así que, Bella," dijo una vez dentro. "¿Cuántos meses tienes?"

Mi quijada se desencajó; podía sentir mis manos temblando, y comencé a sentirme nerviosa. "¿M-Meses?"

Esme asintió, colocando las servilletas en el servilletero. "De embarazada… ¿crees que no sé?"

No contesté enseguida. Mis mejillas—según sentí—estaban más que coloradas. "¿Lo sabe Edward?" Pregunté finalmente.

"No, pero sospecha. Querrás dejar de tocarte tanto el vientre… de ese modo, podrás sorprenderlo de verdad."

"¿Fue tan obvio, eh?" Bajé la cabeza, jugueteando con los cubiertos brillantes. "¿Qué me delató?"

"Eso, y lo de la bebida. Honestamente, Bella… desearía que se lo dijeras de una vez. Quiero ver la cara de Aro. Muere por tener un nieto."

Asentí, sonriéndole. "Lo haré. Gracias."

"Y respecto a esa mancha…"

Oh, mierda. ¿De verdad era tan perceptiva con todo?

"¿Q-Qué mancha?" Inquirí estúpidamente. Bueno, era una pregunta estúpida…

Esme alzó una ceja. "Mándamela cuando puedas… la falda, quiero decir. Tengo la receta secreta para ese espécimen."

Me guiñó un ojo antes de salir de la cocina, dejándome anonadada. La recatada y elegante mujer me dejó en claro que más de una vez tuvo que aplicar esa mezcla a sus ropas, y no me quería imaginar qué tipo de situaciones habrá pasado como para tener que hacerlo.

Proyectar a la madre de un novio en posiciones heterodoxas no es bueno para uno…

Una hora más tarde, nos despedimos de Esme y Aro; Edward arrancó el coche y nos dirigimos a casa. Nunca pensé que quisiera retomar los asuntos dejados en el baño, por eso me sorprendí cuando, al bajar del Volvo, me tomó por la cintura y me estampó con la pared con fuerza… mucha fuerza.

Y a pesar de que me encantaba, sabía que no era bueno para el bebé. Y de todos modos, permití que me maltratara un poco, ahí, pegados a la puerta de madera. Sus manos volvieron a alzar mi falda, esta vez un poco más efectivas, y entró con vehemencia, aporreándome en la pared repetitivamente.

Fue en ese momento donde lo tuve que parar. "E-Edward, no tan fuerte."

Dejó de moverse, sobresaltado e incrédulo. "Pero a ti te encanta así, ¿no? ¿Te estoy lastimando?"

"N-No," dije, castigándome a mí misma por haberlo hecho sentir mal. "Pero no es bueno para— ¿Por qué no subimos y lo hacemos como Dios manda?"

"¿Desnudos?" Dijo, alzando las cejas y sonriendo maliciosamente.

"Ajá," dije mordiéndome el labio. Abrí la puerta, adentrándonos a la oscuridad de la casa. "Y sudados…"

"¿Sudados?" Preguntó, dirigiendo su mano hacia su miembro y comenzando a masajearlo.

"Muy sudados…"

Edward se relamió, aumentando la velocidad de sus movimientos mientras yo estancaba mis ojos ahí abajo. Me quité la blusa, lanzándola hacia un lado y quedándome en brassiere. Comencé a acercarme a las escaleras, impaciente por tenerlo otra vez dentro de mí, respirando entrecortadamente al verlo autocomplacerse en mi cara y—

"Eh— ¿Sorpresa?"

Las luces se prendieron, y todo fue tan rápido que no recuerdo muy bien qué pasó a continuación. Edward se giró, guardando su miembro rápidamente mientras yo me cubría los pechos con la blusa.

Alice, Jasper, Emmett, Rosalie, Jacob, Leah, Alec y Tanya… parados, con gorritos de fiesta y serpentinas en las manos, mirándonos con los ojos fuera de las órbitas. Detrás de ellos, una manta que rezaba «¡Buen Viaje, Bella y Edward!» estaba colgada, adornada con fotografías de Nueva York. Habían colocado los muebles de tal forma que los sillones rodeaban a la mesita, en donde ahora se encontraba colocado un pastel con la forma de la estatua de la Libertad.

Pero en estos momentos, la vergüenza me carcomía las entrañas… no tanto por Alice y Alec—ellos me habían visto desnuda más de una vez—, si no por todos los demás. Sobre todo por Tanya…

Alguien carraspeó. "Bueno, esto iba a ser una fiesta sorpresa," dijo una voz que distinguí como la de Alec. "Pero ya veo que la que tenían planeada iba a ser mucho mejor."

Me reí, pero el susto aún no se me había pasado: sentía mi corazón acelerado y las pulsaciones erráticas.

"¿Estás bien, Bella?" Tanya me miraba preocupada. Una dulzura de mujer, ahora que estaba con Alec. Edward me había contado de su antiguo comportamiento y no podía creer que semejante actitud haya sido de ella. "¿Te asustamos mucho?"

"Oh, un poco. No te preocupes."

Sentí una mirada insistente, y descubrí a Alice mirándome fijamente: mantenía mi mano sobre mi vientre, una reacción un poco tonta de mantener a mi hijo/hija a salvo del susto. La quité rápidamente, pero la faena no pasó desapercibida: incluso Rosalie me sonrió con ternura, guiñándome el ojo.

Y yo que lo quería mantener en secreto… bueno, a la mierda.

Saludé a los chicos con un abrazo. Durante los dos meses pasados, Edward me fue presentando a todos sus amigos, y a las novias de éstos. Hice clic inmediatamente con Tanya y Rose; con Leah batallé un poco porque, al principio, veía con mala cara el hecho de que haya sido una desnudista, pero tras algunas reuniones y pláticas, logré coincidir con ella.

Así que, pasado todo el asunto, nos sentamos tranquilamente y comenzamos a comer y a platicar. Mañana nos iríamos a Nueva York junto con Alice y Jasper, lo que me emocionaba muchísimo. Además, podría encarar más fácilmente a Reneé y a Phil, que se trasladaron a la Gran Manzana para 'que su querubincito tuviera la mejor educación.'

Le haría frente a mi madre… tendría a mi hija de vuelta. De eso no me cabía la menor duda.

Pero ahora tenía a otra criatura en el vientre, producto de Edward. Y me ponía tan feliz que podría saltar por horas.

Mirándolo reírse, tomando mi mano con cariño, me entraron ganas de llorar. ¿Qué más podría pedir en el mundo? Tenía a una nueva familia, a un novio perfecto, a un bebé en el vientre. Lo toqué, dudosa: ¿se lo diría ahora? ¿Esperaría a que todos se fueran y estuviera a solas con él?

Sentí un apretón en mi otra mano: Alice me animó a hacerlo; ella sabía. Y Rose también, y por lo que pude ver, Tanya también. Así que me levanté, y sabía que tenía que esperar al menos un mes más para estar completamente segura, pero ver los ojos de Edward al momento de decirlo era una de las cosas que más quería hacer.

"Eh— Tengo un anuncio…" Todos se callaron, y me dije a mí misma 'a la mierda' tras sentir las miradas clavadas en mi cara. "Bueno, yo— estoy embarazada."

Alice, Tanya, Leah y Rose prorrumpieron en chillidos y aplausos, abrazándome. Pero yo quería ver a Edward. Quería ver su reacción. Así que ladeé mi cabeza, y lo ví inmóvil, tieso, con una sonrisa estúpida—perdón, pero en realidad era estúpida—en el rostro, sus ojos brillantes y las cejas alzadas. Emmett le dio un abrazo que tardó mucho en contestar, pero tras deshacerse de Jasper, Alec y Jacob, me abrazó con fuerza y me besó, bufando con incredulidad mientras escondía su cara en mi cuello.

"¿Fue por eso que no tomaste nada en la casa de mis padres?" Preguntó emocionado. Asentí, sintiendo mis ojos humedecerse. "¿Por eso te agarrabas la barriga todo el tiempo?" Volví a asentir, tomándolo de las manos. "¿Por eso dijiste que me tranquilizara cuando te lo estaba hacien—"

"¡Ey, exceso de información!" Lo cortó Alec, cosa que todo el mundo agradeció. "Felicidades, Bella. ¿Ya sabes cómo le vas a poner?"

Negué con la cabeza. "Ni siquiera sé si es niño o niña."

Las chicas comenzaron a sugerir nombres, pero Edward estaba tan emocionado que no dejó de besarme ni de frotar mi vientre con sus manos.

Así que cuando todos se fueron—Alice y Jasper dijeron que les faltaban algunas cosas por empacar—, Edward y yo subimos. Hicimos el amor como nunca, haciendo feliz a la criatura en mi interior muchas veces seguidas. Finalmente, tras depositar varios besos—en mi boca y en mi vientre—, cayó dormido y yo también, esperando ansiosos el día siguiente, donde comenzaríamos nuestra vida juntos… sin nadie que nos separe.

Me incorporé de la cama antes que ella. No podía dormir: sentía mil emociones yendo y viniendo por entre mis venas, recorriéndolas tan rápido que parecía escuchar el sonido de la sangre avanzar con rapidez.

Yo, padre… padre de un bebé, de Bella

La idea me ponía como imbécil. Me porté como un imbécil cuando me enteré, pero ¿qué otra reacción podría haber tenido?

Y pronto sería padre de dos, porque Nessie iba a quedarse con nosotros, ya que Aro había solucionado todo y Renee nos la iba a entregar una vez que hayamos puesto un pie sobre Nueva York.

Claro que Bella no sabía eso tampoco… sería sorpresa.

Probablemente me ganaría otro regaño, pero ya veríamos después.

Contuve las ganas de tenderme a su lado: sabía que tenía que hacerlo rápido, porque en la mañana no tendría oportunidad. Fui hacia el baño y levanté la tapa de la caja: ahí, la bolsita negra flotaba sobre el agua. La agarré y, una vez más, quise comprobar su estado.

El anillo estaba más brillante que nunca. No era como el que le había comprado a Tanya—éste descansaba ahora en el cuello de Bella en un collar muy fino con su inicial como dije—: era plateado, con un diamante del tamaño de la yema de su dedo meñique, tintineante e inmaculado.

Sonreí—de nuevo, como estúpido.

Pensar en la expresión de Bella al ver el anillo me hacía volver más ansioso.

Pero quería esperar… quería que tuviéramos un hogar fijo, quería ayudarla a encontrar un nuevo trabajo, quería que Nessie estuviera integrada a nuestra familia, a que hubiera encontrado una plaza en algún hospital de Nueva York…

El dinero no hacía falta, pero quería que estuviéramos estables. Y así, celebrar en grande nuestra unión.

"¿Edward?" Llamó la voz de Bella. Estaba soñolienta, así que supuse que no se había levantado. "¿Estás bien?"

"Sí, mi amor. En seguida voy."

Cerré la cajita de terciopelo con cuidado, la metí a la bolsa negra—eran de esas que tiene su cierre plastificado. No querría que se mojara la tela—, y la coloqué dentro de mi maletín de viaje, procurando no hacer mucho ruido. Bella sospecharía si abriera mi maleta para guardar el paquetito. Lo que menos quería era levantar sospechas.

Después de meterme a la cama, abracé su cuerpo, ocasionando que ella se sobresaltara un poco ante mis manos sobre su piel. Se acopló, ronroneando sensualmente, pero sabíamos que era hora de dormir. Ya tendríamos tiempo para ambos—aunque tal vez la presencia de Nessie nos haría bajar un poco la temperatura—, pero por ahora, me concentraría en hacerla feliz.

A ella y al bebé, y no podía sentirme más completo… tan sólo con imaginármelo.

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Último capi!!! el próximo es el epílogo. ¿Se esperaban el bebé?... tan tierno, al fin Bella es Bella. Besotes y nos vemos mañana!!

15 comentarios:

nufu dijo... [Responder]

Que alegria soy la primera, no me esperaba el bebe pero que lindo me encanto que lastima que ya se termine esta historia fue super, te felicito por esta super historia.

Juliana Gómez dijo... [Responder]

porfinnnnnnnnnnn awwwwwwww si hacia falta un bby de ellos dos, y esme es muy liberada jajajajaj eos me gusta quieor una suegra igual y que me ga papelon y osasimo que tus maigos te vean en mitad de faena jajaja wow eso fue lo mejorr

diana dijo... [Responder]

hay hay me encantoooo!! sisisis mirala a esme piola la madre eh ajajajj buenisimooooo

Anónimo dijo... [Responder]

me encanto, re tierno, re lindo lo del bebe!

Sharon dijo... [Responder]

OMG
no me lo esperaba para nada!
pero me dejo con la boca mas abierta ke nunca
ademas de ovio todas las cosas !!esme ya no es toda ternurita (jajaj)!!
fue como una reelacion, imaginar a esme locamente enamorada, confundida, maltratada, etc.!
y luego sus encuantros...bueno jajaja, me puse roja, muy roja de pura risa cuando los cachan en la movida en la fiesta!
pero si hay algo ke me mato en este cap, en definitiva fue su reaccion! me lo imagine con la cara mas estupida del mundo...con la cara de la felicidad pura!
dios..lo encontro todo! ahora ya todos tiene pareja, son felices, y casi me suicido con lo del anillo! no ma....aaaaaaaaaaaaaaaaah
no puedo creer ke ya sea el ultimo, pero dios..muero por leer el epilogo!
aaaaaaaaaaaaa
tkm
bye

moni dijo... [Responder]

hola lu este capitulo estuvo super y super lindo lo del bebe sabes me gusto mucho esta historia al igual ke cuidando tu vida sigue asi y publica pronto

saludos y besos

moni

Carolina Massen dijo... [Responder]

WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOWWWWW

LA ACTITUD DE LA ESME ME ENCATÓ

Carolina Massen dijo... [Responder]

ME ENCANTA ESTE FIC
ME ENAMORE DE ESTE EDWARD
AAAAAAAAAAAAAAA
NO QUIERO QUE SE ACABE




BUENO PERO LAS COSAS NO SE PUEDEN ALARGAR MAS


BESOS LU

Lumy Cullen dijo... [Responder]

Mi Lu el capí estuvo exquisito, por un momento me asuste con la pelea. De verdad que Esme es super tierna, tiene una personalidad extraordinaria en todo. Me encantó el capí ahora biene la felicidad completa, ellos juntos, con Nessie, el bebe y su amor eterno. Este Edward es fantastico, deseo uno para mi!!! Que pena que se acaba, fue una grandiosa historia. Espero el epílogo. TQM!!!

Ada Parthenopaeus dijo... [Responder]

no lo pued creer enserio con lo de calrisle padre de Ed, malatratador, y vioador no me lo imaginaba... luego Bella emabrazada y las escensa de lemmon me cague de la risa cuando la sorpresa y el embarazo y el le pedira matrimonio NOOOO NO QUIERO QUE SE ACABE POR FAVOT AME ESTE FIC... MILES DE ABRAZOS

Anónimo dijo... [Responder]

WOW QUE CAPITULO MAS INTERESANTE Y HERMOSO DE VERDAD ME ENCANTO. LO DEL BEBE TODA UNA SORPRESA, NO PUEDO ESPERAR PARA ULTIMO CAPITULO. EHHHHHHHHHHHHHHHH

Twilightmaniaca dijo... [Responder]

Lubally, muy sentimental este capitulo he, Bella esperando un hijo de Bella!, la verdad no me lo esperaba pero le quedo super bien a la historia.

Esme, wow! que directa, ´Bella, cuantos meses tienes?´, pero quien no se resistiria a una suegra asi de dulce.

Edward, ya le va a dar el anillo!, que emocion!, en el otro capitulo espero que sea la boda!

Twilightmaniaca dijo... [Responder]

En el primer parrafo me equivoque era, Bella esperando un hijo de Edward, pero ustedes me entendieron, no?

Camilaloto dijo... [Responder]

Tienen razón la historia sin bebé no sería ellos, siplemnete me lo acabe en 24 horas o menos, y ahora seguire con otra historia tuya Lullaby. Estoy adicta a ti!

Unknown dijo... [Responder]

Yo queria lo del bebé, no me lo esperaba pero lo queria :D
Fue un capitulo fabuloso y más por lo de esmes y aque bueno que le vaya a proponer matrimonio Kyyyaaaaa emocionante!! Y que bueno que les van a devolver a nessie :)