Capitulo 30: Sucesos inesperados

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 Sucesos inesperados

_Ten esto es riquísimo_

_Bella no!_ reí ante su insistencia.

_Vamos amor, es solo dulce, un poco de melón y bananas, con azúcar y jugo de piña…. Es solo dulce ¿ves?_ murmuró llevándose una cucharada de lo que fuera eso a su boca, ella gimió y cerró los ojos recostándose una vez más en la reposera. Podía verla todo el día mientras tomaba sol en su pequeña bikini a un lado de la piscina, pero ella se incomodaría…. Así que volví los ojos al libro que estaba leyendo,  la versión de El purgatorio de Dante Alighieri en italiano. 

Sin embargo aún leyendo era inevitable dejar de escucharla, dejar de prestarle atención, el ritmo de su corazón galopando en su pecho tranquilamente, el pequeño ronroneo que salía de su garganta cada vez que lamía su cuchara, el tarareo en algunas ocasiones cuando recordaba la melodía de una canción, su respiración saliendo por sus labios mojados… dios… ella era exquisita y realmente podía desconcentrar a un vampiro. 

Estábamos en nuestro tercer y último día en Livorno, habíamos ido a la ciudad la noche anterior muy tarde, ya que habíamos estado recostados en la cama la mayor parte del día descubriéndonos el uno al otro. La había llevado a recorrer las plazas de artesanías de la pequeña ciudad, recorrimos la callejuelas adoquinadas donde se escondían pequeños negocios que ocultaban cosas valiosas, como el libro que ahora tenía entre mis manos, una obra de las primeras ediciones en idioma original.  Había encontrado también unos libros para Bella en una pequeña tienda de libros usados, ella había elegido a Boccaccio y un libro con la recopilación de las obras de artes de los artistas más renombrados de Italia.

Habíamos ido a cenar, aunque yo solo había simulado tomar un poco de agua, ella probó los scaloppine al parmesano y trufas en nidos de caramelo, ella gemía literalmente al comer y yo moría por tener en la cama nuevamente.

Esa mañana, para resistir la tentación salimos por las inmediaciones de la Casa Rossa, luego de que tomara su desayuno, a recorrer los campos de árboles frutales, le tomé fotografías mientras se entremezclaba en las plantas de viñedos tomando uvas y haciéndolas estallar en su boca, la ayudé a bajar manzanas de un árbol porque deseaba hacer un licuado de frutas y cosechamos algunos olivos para hacer ensalada por la tarde. Ella caminaba sorteando los pastizales y plantaciones y yo la seguía detrás para tenerla siempre a la vista, no podía ahora perderla fuera de mi campo visual..

Lo que había sucedido en el mar cuando lamentablemente la dejé sola, me había sumido en el más profundo de los temores… el más feroz y oscuro de los miedos… perderla. Sabía que no iba a poder estar a su lado por siempre, cada segundo para protegerla, para asegurarme poder amarla por mucho más tiempo del que se me tiene permitido, pero… ¿qué iba a suceder si algún día ella, con su suerte para atraer los infortunios, me dejaba?...

No quería siquiera pensar en ese día, era inadmisible… era algo que no cabía en mis pensamientos, porque si ella se iba de mi lado por alguna razón, la seguiría donde fuera, no había otra posibilidad para mí.

_¿Qué piensas amor?_ murmuró ella con su mirada puesta en mí. Salí de mis pensamientos y me di cuenta de que había estado mirando el mar, el monstruo que me la quiso quitar, con mi libro en mi regazo y seguramente el rostro consternado ante tales pensamientos. La miré de vuelta y negué con la cabeza.

Que perderte sería mi muerte, mi fin cariño…

_Solo en lo que haremos mañana_ dije simplemente, ella sonrió y se estiró sobre su reposera lentamente como un gato en el afaiser de la ventana, tragué en seco cuando la tela de su bikini se corrió dejando ver la piel pálida en contraste a la semi bronceada, luego se relajó y su cuerpo descansó lánguidamente nuevamente, _amo cómo brillas… eres un diamante, una hermosa piedra preciosa_ murmuró con una sonrisa.

Sonreí mirando nuevamente mi libro. Bajo su insistencia imposible de ignorar me había recostado junto a ella solo con un short y mi  piel brillaba bajo el poderoso sol, mi frialdad desaparecía momentáneamente filtrando el calor del sol por cada fibra de mi cuerpo de piedra, algo que solo lograba Bella por las noches.

_Mi amor… deja ese libro._ susurró ella acercándose de rodillas y acomodándose entre mis piernas con sus manos en mi regazo _esta noche iremos a Florencia de nuevo y luego otra vez de viaje… ¿no puedes dejar ese libro para leer por la noche mientras yo duerma y ahora disfrutar junto a mí el calor?_ bajé el libro una vez más y me encontré con sus enormes ojos marrones mirándome con un brillo que reconocí… mi Bella estaba excitada.

_¿Y qué aconsejas que hagamos?... a demás de tomar sol_ murmuré tratando de contener mi sonrisa,

_Humm… bueno, primero quiero que me extiendas el bronceador en mi espalda_ dijo llevando sus manos detrás de la espalda y desatando el cordón de su bikini, la tela dejó sus pechos desnudos y ella terminó de sacarlo para luego tirarlo a un lado de la piscina _luego… me gustaría que me ayudes a refrescar mi piel, ya sabes, el calor me tienes abrumada_ alzó su mano y abanicó su rostro con una sonrisa insinuadora.

_¿Y luego?_ murmuré mirándola embelesado. Ella se paró sobre sus pies y quedó frente a mí con mis ojos a la altura de su ombligo y sus manos en mi cabello,

_Luego quiero que me muestres la bondad de tus dedos_ dijo levantando mi rostro hacia ella con su dedo bajo mi mentón, respiré hondo tirando a la basura el último rastro de coherencia, rodeé su cintura con mis manos y la jalé hacia mí dándola vuelta en el trayecto, de modo que  su espalda chocó contra mi pecho y quedó sentada sobre mi regazo. Su pequeño trasero sobre mi erección.

_Mi amor… de eso estaba hablando_ dijo separando sus piernas y poniéndolas a cada lado de mi cuerpo, con sus pies sobre el suelo, besé su hombro contorneando el filo de su clavícula con mi lengua hasta la base de su cuello, ella comenzó a jadear removiendo sus caderas para sentir fricción. _Mmmm…_ subí mis manos por delante de su cuerpo hasta alcanzar sus pechos con mis manos y tazarlos gentilmente, pero ella puso sus manos sobre las mías y me hizo oprimirlos fuertemente, ella gimió.

_Bella… oh mi amor_ me quejé cuando sentí el calor de su centro sobre mi pantalón, su humedad traspasando la fina tela de su tanga, ese delicioso olor almizclado que hacía que mi boca se llenase de ponzoña, un olor mucho más tentador que cualquier clase de sangre… animal o humana.

Ella comenzó a agitarse sobre mí cuando encontró mi dureza justo debajo de su centro mojado y la sostuve de la cintura para que no siguiera con los movimientos, si lo hacía sabía que me vendría antes de tiempo. Apreté los dientes tratando de controlarme y llevé una de las manos a su centro por debajo de la tela,

_Ah Edward… te necesito mi amor_ murmuró mientras me abría paso con mis dedos  entre sus pliegues resbaladizos. Ella molió su cadera hacia adelante y penetré con mi dedo en ella haciéndola gemir mientras recostaba su cabeza en mi hombro, _Edward!..._

Entré y salí varias veces de su cálido interior mientras besaba su espalda desnuda, ella se inclinó hacia adelante y se sostuvo con sus manos en mis muslos, mi mano continuaba con su trabajo y ella gemía audiblemente moliendo su cadera contra mi mano.

Solté su pecho para bajar mi mano entre nosotros y liberar mi erección de los pantalones, ella miró sobre su hombro y con una mano se apresuró a hacer a un lado sus bragas y dejarme lugar para penetrarla, acomodé mi erección en su entrada sacando mi dedo y ella se dejó caer sobre mí.

Gemimos al unísono al sentirnos tan conectados, ella se recostó en mi pecho jadeante y concentrada… estaba en ese punto culminé donde si se movía solo un centímetro se correría. La sostuve firme con mi mano en su cintura y con la otra aparté su cabello a un lado y besé su cuello suavemente,

_Tranquila amor, déjalo salir pequeña… siénteme_ susurré en su oído. Ella tragó saliva y volteó su cabeza hacia mí, sus labios se movieron contra los míos suavemente y al mismo tiempo con ansiedad, con tenacidad. Entonces comenzó a moverse de arriba abajo sobre mi, impulsándose con sus pies contra el suelo y gimió en mi boca.

_Oh Edward… esto, esto es maravilloso… te siento tan bien_ dijo con voz gruesa. Y se sentía tan bien, tan profundo que tuve que obligarme a anclar mis manos en sus pechos para evitar llevarlas a sus caderas y agitarla duramente contra mí una y otra vez.

Besé todo lo que pude alcanzar, su cuello, su clavícula, mordisqueé el lóbulo de su oreja y le susurré palabras de amor al oído, delineé con mi lengua su oreja mientras ella se molía frenéticamente sobre mí,

_Oh Bella…_ gemí cuando sentí esa presión en mi bajo vientre, mi miembro endureció cada vez más y rápidamente llevé una mano frente a ella bajando hasta su clítoris y acaricié su botón en círculos, ella llevó la suya junto a la mía y ambos sentimos con los dedos entrelazados, la conección que nuestros cuerpos habían hecho,

_Ah… Edward, siente eso_

_Si amor_ dije cerrando los ojos y recostando mi frente en su hombro, sentí mi piel contra la suya, sentí sus jugos y los míos, sentí su calor y mi frío… sentí todo y tal vez más de lo que ella era capaz de sentir, por supuesto que más, oí el suave choque de nuestras pelvis y el bombeo de mi dureza en su interior, sentí cómo se contraía lentamente apretándome y finalmente sentí, mientras su respiración eran gemidos de placer, cómo toda su zona se calentaba e hinchaba en el mismo momento en que su orgasmo la golpeó… y entonces sobrevino el mío. Fue inevitable… sentirla a ella venirse era la experiencia más alucinante de mi existencia, sentirla apretarme y finalmente derramarme en su interior era… algo fuera de este mundo.

Ella se relajó sobre mí con su centro aún sufriendo pequeñas contracciones, acaricié sus pechos lentamente besando el lóbulo de su oreja y ella suspiró audiblemente con una sonrisa en el rostro. Su hermosa sonrisa post coital.

_Wau… no hay palabras_

_No_ coincidí.

Acaricié todo su cuerpo hecho una masa informe y sin fuerzas sobre mí. Cada centímetro de su piel era mi templo, uno que deseaba adorar cada minuto de mi existencia.

_Te amo_ murmuré antes de dar un rápido beso en su hombro, la sentí temblar sobre mí riendo silenciosamente, _¿qué?_

_Que todavía tengo que seguir buscando mi palabra, porque te amo no es suficiente_ dijo antes de suspirar.

Tomé sus caderas entre mis manos y las removí un poco aún conmigo dentro, burlándome…

_Es hora de empacar, volvemos a Florencia._ le indiqué, ella hizo una mueca y su sonrisa se borró,

_¿Por qué? Casa Rossa es hermosa y aún me quiero quedar aquí_ dijo con un mohín en los labios, sonreí y besé su cuello, azoté mi cadera contra ella y la sentí gemir,

_Porque esto es suficiente amor, vinimos para que descanses… si seguimos a este ritmo volverás a Forks más cansada de lo que viniste y no quiero las quejas de Alice. A demás quiero mostrarte otros lugares de Florencia y mañana viajaremos por la tarde a otro lugar que se que te gustará, si quieres, podemos venir a pasar nuestros últimos días en Italia aquí nuevamente_

_¿Dónde vamos a ir a pasear mañana?_ preguntó ella removiéndose en mi regazo.

Maldición… tenía que sacarla de allí antes de excitarnos nuevamente…

_Pisa_ dije simplemente, ella hizo una mueca…

_Ya comí y muy bien, gracias…. Pero ¿dónde iremos?_

Reí ante su inocencia, pero al no escuchar su risa acompañando la mía, callé mi boca y la miré… ella fruncía el ceño mirándome sobre su hombro y se levantó de mí, caminó presurosa levantando su ropa en el camino y se metió a la casa.

Me paré enseguida y corrí detrás de ella, la tomé de la cintura justo en el momento que iba a entrar a la habitación y tiré de ella contra mi cuerpo, la abracé por la cintura y recosté mi mentón sobre su hombro,

_Déjame… no estoy de humor para que te rías de mí_

_Amor, escúchame… Pisa amor, la torre de Pisa ¿te suena?_ ella se paralizó en mis brazos y comenzó a temblar suavemente, al mirarla apartándome un poco ella reía… maldición! Reía…

Eso es pequeña… ríe amor… te amo.

Luego de un momento en que la sostuve de la cintura, ella se relajó en mis brazos y suspiró profundamente,

_¿A sí que Pisa, no?_ murmuró dando vuelta sobre sus talones, rodeó mi cuello con sus brazos y sus labios reposaron sobre los míos suavemente, luego se separó y me miró con sus ojos felices, _no veo la hora de llegar_

Su beso se profundizó mientras mis manos la acercaban imposiblemente a mi cuerpo, la levanté del suelo y la llevé nuevamente hasta la cama, fue inevitable.

Una hora más tarde estábamos empacando todo en el auto para retornar a Florencia, Bella se veía triste por momentos cuando miraba la piscina o el mar y eran momentos en los que deseaba poder llevar con nosotros un trozo del Mediterráneo para nosotros… para ella.

_¿Volveremos algún día?_ se preguntó mientras miraba por la ventanilla el mar azul resplandeciente, mientras tomábamos el camino de entrada alejándonos de Casa Rossa, tomé su mano que tenía en su regazo y entré mis dedos con los de ella,

_Estoy cien por ciento seguro que volveremos mi amor, si tanto te gustó tú sabes que lo haremos_ le aseguré, estar en esa casa era un experiencia que no olvidaría jamás. Verla pasearse con esas diminutas prendas alrededor de la piscina, verla descansar en la reposera mientras el sol hacía brillar su piel que ahora iba bronceada suavemente, gemir y respirar su piel que sabía y olía a sal marina, olivo, mango y su propia escancia…. No me lo perdería nunca por nada.

Dejamos la región de Livorno minutos después mientras el sol se ponía en el horizonte detrás de nosotros, miré a mi acompañante y sonreí al ver a Bella dormida en el asiento, tan relajada, tranquila y feliz… y conduje a Florencia con la promesa implícita de disfrutar este lugar nuevamente junto a ella.

POV Bella

Desperté en otra cama, igual de mullida, igual de suave pero con sábanas limpias que no olían a Edward, tanteé con mi mano a un costado y mi cuerpo se relajó cuando mis dedos alcanzaron un pecho duro y frío del vampiro que seguramente había estado velando mis sueños desde que había caído dormida, sonreí y escondí mi cara cerca de su pecho. Lo sentí temblar a mi lado y supe que era su risa silenciosa,

_¿Qué hora es?_ murmuré somnolienta, el cuarto estaba oscuro y la calle silenciosa,

_Es temprano mi amor, son las nueve de la mañana pequeña_ dijo acariciando con sus labios mi frente _anoche llegamos tarde y no te quise despertar, cerré las cortinas para que descansaras mejor._

_Mhhm…_ exclamé sin deseos de hablar siquiera,

_Bella… necesito pedirte algo_ dijo acariciando mi cabello lánguidamente,

_¿Qué?_ murmuré con voz pastosa

_Debo ir de caza, serán unas horas al menos, trataré de que sea menos, pero iré lejos de Florencia y te quedarás sola aquí_ su voz era firme pero podía escuchar una nota de preocupación,

_¿Y por qué no fuiste de caza en Livorno?_ murmuré abriendo un ojo para mirarlo, él me miró indefinidamente por un momento y luego sus ojos topacio se turbaron,

_¿Y dejarte sola? Con lo que te sucedió allí ¿dejarte sola?_ dijo como si mi pregunta hubiese sido una tremenda ofensa para él, _prefiero irme ahora mientras estemos aquí en Florencia, por lo menos me iré con la seguridad de que te dejaré en una habitación con servicio al cuarto y no tendrás necesidad de salir del hotel, estrás aquí… confío en que nada sucederá en mi ausencia_

_Entiendo el punto_ dijo cerrando nuevamente los ojos, Edward era un exagerado y era mejor ignorar esos arrebatos de sobreprotección cuando algo estaba fuera de sus manos.

_Bella… mírame a los ojos_ imploró, lo hice nuevamente aunque mis parpados pesaban _prométeme cariño que te quedarás aquí adentro, que no saldrás del hotel y que si necesitas algo lo pedirás a la habitación_

_Edward exageras… no hay océano abierto aquí y prometo no meterme en la piscina del hotel_

_Bella…_ advirtió,

_Está bien, lo prometo_ murmuré rodando los ojos, él me miró vacilante por un minuto pero luego decidido se levantó de la cama, la rodeó y se inclinó de mi lado para dejar un beso en mi frente,

_Te amo… ¿entiendes? Seré exagerado, pero no puedo prescindir de ti… te amo_

_Yo también te amo Edward… aquí me tendrás sana y salva para cuando regreses amor, caza un buen leopardo o algún gran y rico oso_ él rió y negó con la cabeza,

_Dudo que pueda encontrar un oso en Florencia amor, menos un leopardo_ el besó mis labios una vez rápidamente y se alejó _pero haré lo posible por encontrar un buen puma… o hasta las cabras y zorros son útiles a falta de osos_

_Humm… suerte con eso_ dije antes de volver a acurrucarme en la calidez de las sábanas, él me cobijó, una costumbre que no había perdido, besó mi frente por última vez y acercó su boca a mi oído…

_Te amo cariño, cuida mi corazón, lo dejo contigo_

Cuando abrí mis ojos solo vi un borrón de aire desaparecer por la puerta de la habitación.

_Te amo_ susurré sabiendo que iba a escucharme _lo cuidaré_ y con esas palabras en mi boca me volví a dormir pensando en mi Edward, mi todo.

~~‡~~

Me desperté cuando unos golpecitos en la puerta interrumpieron mi sueño de delfines en el mediterráneo, paradójicamente se estaba por convertir en pesadilla cuando vi entre las aguas unas aletas de tiburón, agradecí a quien fuera que había tocado.

Me levanté mascullando un “Ya voy” y me apresuré a ponerme la bata y un par de sandalias blancas de cama, masajeé mi cuello mientras caminaba hacia la puerta y miré por la mirilla, un botone con un carro de comida estaba esperando fuera. Al abrir él me dijo en inglés con un dejo de italiano, que el Señor Edward Cullen había ordenado que trajeran comida a esta habitación luego del mediodía. Quise rodar los ojos y lo dejé entrar. Por supuesto que Edward iba a pedir comida a la habitación, por supuesto que se iba a asegurar de hacerlo él mismo… no dejaba al aire ningún detalle.

El botone se retiró y llevé el carrito hasta la cama, salté encima rebotando sobre el colchón y levanté una de las tapas que cubrían las bandejas plateadas,

_Oh dios, Edward te amo_ murmuré al aire. Dentro de un plato circular plano habían cuatro cuartos de diferentes clases de pizas, pude distinguir la de parmesano, pero las otras dos tuve que probarlas y sabían deliciosas, una tenía ananá y ají amarillo, la otra tenía queso fundido por arriba con vegetales y otro trozo contenía lo que parecían de champiñones fileteados. Comí un poco de todas, eran deliciosas y juré comerme a besos a Edward a su vuelta.

Me di un baño luego de almorzar y me vestí con unas bermudas blancas ajustadas, una camiseta de tiras color roja y unas sandalias livianas, me sequé el cabello y peiné con una coleta alta en la nuca y me coloqué mi anillo Cullen en el dedo mayor sonriendo al recordar el beso de Edward en mi dedo anular… una promesa silenciosa.

Abrí las ventanas francesas que daban al balcón y salí a tomar un poco de aire… ¿a qué hora volvería Edward? Se había ido hace cuatro horas atrás, presumía que había ido hasta los bosques más allá de la Toscana lejos de la ciudad y de todo lugar habitable, pero como no tenía idea de los lugares alrededor de Florencia, simplemente me alcé los hombros.

La calle frente al hotel, que daba justo al río Arno y a un lado del Ponte Vechio estaba concurrida de gente, posiblemente turistas que paseaban a la vera del río, sacándose fotos y tomados de la mano bajo el sol de Florencia, suspiré por no tener a Edward junto a mí… hubiésemos podido recorrer el Ponte Vechio como él había dicho que haríamos, tomados de la mano y besándonos cada cinco metros… hubiese sido de ensueño.

Sonreí al ver un artista callejero pintando los puentes que surcaban el río, en su lienzo sostenido por caballetes y con su pequeña mesa desplegable a su lado, frente a él había una linda pareja joven que se miraban con amor, el artista los retrataba con el gran paisaje de fondo…

¿Tal vez si le diera una sorpresa a Edward?...

Miré hacia abajo, la calle estaba tranquila y la gente rezagante que iba a y venían eran turistas paseando por las calles Florentinas, ¿qué peligro había?... El único que podía llegar a ser un peligro, era cruzar la calle angosta hasta el otro lado, donde estaba el artista ¿qué peligro había?.

Maldición… no tengo cinco años, tengo diecisiete bien puestos y soy lo suficientemente cuidadosa como para cruzar la calle, en la que solo pasaba un auto o dos por minuto…

Di media vuelta y fui dentro de la habitación, busqué en mi bolso un poco de euros y un cárdigan de cachemira que Alice había empacado, tomé la llave de la habitación y salí hacia el corredor. Lo único que tenía que hacer era bajar, que el artista callejero haga un retrato de mí con Florencia detrás y subir a la habitación con mi regalo para Edward…

Dejé la llave en recepción y salí a la calle adoquinada, el sol estaba oculto detrás de nubes grisáceas pero presente con su calor, caminé unos metros y luego de fijarme que ningún auto se aproximara, crucé la calle hasta la vereda frente al río Arno, sonreí como tonta… pude hacer algo que Edward seguramente no me dejaría hacer sola en circunstancias normales, su miedo repentino lo había pegado a mí como una lapa y realmente estaría muy necesitado de alimento esta mañana como para dejarme sola.

Caminé hasta el artista y me di cuenta que no podía hablar en italiano, pero él con su escaso ingles me dio a entender el precio de la obra y que esperara diez minutos que terminara de retratar la pareja que ahora posaba. Me alejé unos metros para no invadir su espacio y descansé sobre las barandas de piedra que me separaban del río.

El día era glorioso, la suave brisa mecía las aguas de río que corrían hacia el oeste debajo de los puentes, del otro lado del río los edificios antiguos continuaban, parecían más bien departamentos que Hoteles, aunque estaba segura que el Florencia proliferaban los Hoteles en cantidades. Me arrepentí de no haber traído mi cámara de fotos, era hermoso todo.

Vi por el rabillo del ojo que una pareja joven se colocaba a mi lado a admirar el río, ellos estaban tomados de la mano uno junto al otro y nuevamente maldije por dentro estar sola aquí… sin mi amor, que seguramente estaría disecando alguna pobre cabra de monte por allí.

_Hermoso día ¿verdad?_ murmuró el hombre a mi lado, lo miré por un momento y él me sonreía amablemente, sus ojos estaban cubiertos por unos lentes de sol a pesar que el sol se encontraba oculto, al igual que la mujer a su lado…

_Si hermoso… ¿son americanos?_ murmuré dándome cuenta que ellos no hablaban en italiano,

_Si… vinimos a pasar unas vacaciones, este lugar es realmente increíble_ dijo él.

_¡Qué bien!... ¿son… recién casados?_ pregunté, al segundo después me sentí realmente una intrusa, pero ella rió y negó con la cabeza,

_El día que este hombre ponga un anillo en mi dedo, volarán los cerdos_ murmuró la mujer reclinándose sobre la barandilla para dirigirse a mí, reímos los tres y mis ojos se fijaron en el cabello de ella… lo tenía oculto bajo una gorra de beisbol pero un flash pasó por mi mente, al ver el color… un flash de mi infancia, de mi primer día en el Instituto de Forks.

_¿Te conocí antes?... me pareció haberte visto en alguna parte_ dije a la mujer, ella miró a su novio y sonrió con benevolencia,

_No lo creo… ¿cómo te llamas?_ murmuró ella.

_Bella… Bella Swan_ dije sin pensar, ella sonrió y lo miró a él que también sonreía mirándola a ella, luego volvieron sus ojos hacia mí,

_No, no lo creo…_ dijo él…

_Vivimos en Montreal, Canadá actualmente_ dijo él extendiendo la mano, la tomé y me pareció demasiada familiar _mucho gusto Bella, ella es Victoria y yo soy James_

¿James?...

No había oído ese nombre por mucho tiempo, pero mi cuerpo reaccionó con solo escucharlo ahora, me separé de la baranda y cuando di media vuelta para salir de allí, sentí una punzada en mi nuca… una punzada que oscureció todo lo demás.

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Tengo miedo de sus reacciones, hummm... pero tanta curiosidad. Gracias por la espera hasta hoy, el sábado tendrán otro capi, así que no se pueden quejar.  Espero sus pensamientos, palabrotas, gritos, lo que sea... nos vemos mañana temprano, Robsten estará desde temprano porque debo viajar, besotes!!