Capitulo 25: De muerte lenta

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De muerte lenta

_¿Sabes dónde está Isabella, Loise?_

_Hum… su esposa está en su estudio Señor. Ella está… con Edward_

Miré a mi ama de llaves y alcancé a ver el resentimiento en su mirada antes de bajarla al suelo,

_Puedes retirarte entonces_ le indiqué dejando mi maletín sobre mi escritorio, ella caminó hacia la puerta de mi despacho justo cuando recordé algo _oh Loise, desempaca mi bolso de mano que está sobre mi cama y ve a decirle a Edward que venga por favor, lo necesito_

_Sí Señor, enseguida_

Loise abandonó mi despacho y negué con la cabeza sin poder evitar sonreír… ¿cuándo ella dejaría el pasado atrás? Siempre había sido fiel, leal y eso le estaba agradecido, sin embargo siempre supe que había algo más detrás, lo supe desde el día en que elegí a Isabella para ser mi esposa y mi aventura con ella terminó. Loise en ese momento no era más que una empleada de casa de mis padres en Londres y cuando inicié mis negocios en los Estados Unidos y mis padres murieron, ella me siguió, con el propósito de ayudarme en mi nueva mansión. Las cosas se tornaron confusas, tuvimos una breve aventura pero todo terminó cuando me comprometí con Isabella, que en ese momento estudiaba en Londres.

Isabella… ella había llegado a mi vida de manera muy particular. Su padre, Charlie Swan, había sido siempre un buen apostador, o mejor dicho un inmenso estúpido, perdió su dinero en una apuesta y todo su patrimonio, las deudas lo dejaron en banca rota y se vino abajo, su única salvación fue “vender” a su única hija para mi beneficio, con gusto acepté ser su nuevo tutor hasta que fuera lo suficientemente mayor para ser mi esposa.

Me había enamorado de Isabella desde la primera vez que la vi, es ese Instituto Ingles, mientras tocaba el violonchelo y yo la observaba como un perfecto obseso  desde la puerta de su clase, ella nunca se dio cuenta de ello, ella no me había visto… pero esa fue la primera vez que supe que alguien finalmente me tenía en sus manos. Ella era la viva imagen de la femineidad, algo que siempre había admirado en ella, era fuerte y al mismo tiempo frágil y dulce, ella era virgen, nadie la había tocado jamás y era como un regalo para mí, ella era entregada a lo que amaba y era pasional en lo que hacía, ella sería una buena amante… por supuesto que lo fue, al menos en los primeros años, cuando todo parecía que podía funcionar. Ella sonreía… lo cual dejó de hacer paulatinamente, el día que descubrí que no era un hombre del todo, cuando descubrí mi fallo, mi defecto.

Lamentaré siempre haber echado todo a perder…

Desabroché mi saco y me lo saqué para colgarlo en el respaldo de mi silla de cuero, caminé hasta la ventana. Me arremangué la camisa y masaje las picaduras de las agujas que dolían aún, estaban moradas e hinchadas. Los doctores habían hecho lo posible para que el tratamiento fuese lo menos invasivo posible, pero había sido inútil. Estaba cansado de los efectos secundarios, había vomitado mi estómago entero ya y las nauseas seguían, lo único que quería era que esto se detuviera, pero sabía que era imposible… la leucemia era una enfermedad que ya corría por mis venas y era inevitable. 

Tenía que dejar todo listo para cuando llegara el momento y por ahora era lo único que me interesaba.

Tocaron la puerta y sabía que era él, la piedra en mi zapato…

_Pasa_ dije sin dejar de ver los nuevos rosales que Isabella había mandado a plantar, estos eran rojos, a diferencia de los blancos.

_Señor Benjamin ¿me mandó a llamar?_ murmuró con su voz dura y fría, con la  que trataba de aparentar que nada podía amedrentarlo, oh si… yo sabía que muchas cosas podían hacerlo, en especial su… Bella. Ese sobrenombre tan bajo con el que llamaba a mi esposa, esa palabra tan sucia y que de ninguna manera estaba a la altura de Isabella.

_¿Sabes para qué estás aquí?_ le pregunté volteando hacia él. Sus ojos verdes me observaron con cautela y resignación y sonreí, _exacto… sí lo sabes_

_Señor yo, no estoy prepara…_

_Hicimos un trato y así se hará, ¿tienes el contenido del sobre que te entregué?_

No había despilfarrado miles de dólares solo por nada, tenía todo bajo control y haría que él cumpliese su parte del trato, si no era así, estaba preparado para llamar a la clínica donde su madre ya estaba internada en New York para que cancelaran todo.

_Si señor…_ murmuró bajando la mirada. ¿Tenía vergüenza? ¿Estaba arrepentido? Nada de eso reflejaba su postura, solo veía ira  por la manera en que apretaba sus puños a sus costados y su mandíbula, pero podía jugar con eso. Me hacía sentir bien jugar con mi presa antes de cazarlo, al final siempre era yo el que destripaba a mis enemigos y él no podía ser menos.

_Oh vamos Edward_ dije en tono indulgente _esto te servirá para no volver a meterte con la mujer de un hombre poderoso, espero que hayas aprendido la lección_

Él levantó la mirada con resentimiento y pude ver el odio en ellos, por supuesto que me odiaba, le estaba cortando el jueguito de andar acostándose con mi mujer, pero sabía que luego me lo agradecería, no hay nada que el dinero no pudiera  lograr, no había en el mundo un hombre lo suficientemente noble como para hacerse el ciego frente a un fajo de miles de dólares.

Saqué el cheque que ya tenía preparado y se lo extendí sobre el escritorio,

_Gracias por tus servicios Edward_ murmuré sentándome en mi sillón de cuero con las manos entrelazadas sobre mi regazo _fue un placer haber hecho negocios contigo. Supongo que fue un placer también para ti…_

Él no tomó el cheque, sin embargo su mirada parecía ansiosa, desesperada.

_¿Qué sucederá con Isabella? ¿Con mi… con el bebé?_ murmuró con voz temblorosa.

_¿Aún sigues preocupándote por ella? ese ya no es tu trabajo Edward_ murmuré exasperado _ella estará bien, ella y mi hijo lo estarán, no soy capaz de separarlos, por supuesto que no, por lo que ella será su tutora y obtendrá la tenencia absoluta cuando yo… cuando yo no esté, eso está todo arreglado_ aclaré _ Ella seguirá disponiendo de mi fortuna hasta que mi hijo cumpla la mayoría de edad y sea el heredero total de mis bienes, por supuesto que ella tendrá que continuar con los temas de la empresa, lo cual hará con el asesoramiento total de mis colegas… mis abogados también se encargaron de eso._

_¿Y si ella no quieres eso? ¿Usted se lo impondrá?_

_Ella lo querrá Edward, créeme, yo no voy a imponérselo, pero ella comprenderá que es la única salida si quiere que su hijo goce de todos los beneficios. Tendrá que hacerlo aunque no lo desee… la conozco lo suficiente como para saber que ella lo hará por él_ aclaré _no te preocupes, no tienes por qué hacerlo ya… ella será feliz sin ti, créeme…_

_Usted no tiene corazón_ escupió fríamente entre dientes, yo sonreí. Claro que lo tenía, duro como una roca, frío como el hielo… hacía mucho que mi corazón había dejado de ser cálido y entusiasta. Desde aquella vez que comprendí, que era un hombre inútil, que no podía crear mi propia descendencia.  Era irónico!... millones de dólares tirados al azar, al viento… solo porque no era capaz de tener un hijo, ni uno y nadie podía culparme el haber aprovechado la traición de mi esposa y su custodio para mi provecho, porque lo único que deseaba era resguardar mi patrimonio, así fuera con alguien que no llevara mi sangre, llevaría algo más fuerte… el apellido.

_Créeme Edward, no  te voy a mentir, soy un hombre de negocios, nunca he tenido a nadie por quien preocuparme más que en mí mismo, mis empresas, mis inversiones y negocios y por supuesto Isabella,_ murmuré enfatizando su nombre _ella era el único lazo con el mundo real que tenía, pero ese lazo se rompió cuando se involucró contigo y ya no hubo esperanza para mí, ni para este matrimonio… porque ella es tan incrédula, ella se enamoró del primer hombre que le dio un poco de cariño…  que mala suerte que hayas sido tú, si no hubieses sido tú, ten por seguro que hubiese sido otro._

_Ella necesitó amor, no solo cariño y yo se lo dí… yo le di todo lo que tenía de mí, hasta mi sangre solo para hacerla feliz, no me importa sus millones, haga con ellos lo que quiera! Pero tenga por seguro que usted nunca, pero nunca hubiese logrado tocar su corazón._ escupió el descarado _porque su alma es tan pura que no reconoce un corazón manchado como el suyo, ella me ama, diga lo que usted diga._ su dedo inquisidor me señalaba y Dios sabe que no me agrada que me señalen.

_Vete de mi despacho_ dije fríamente, no iba a permitir que este hombre tan por debajo de mí me viniera a insultar en mi propia casa. _Vete Edward o te juro que te arrepentirás_

_ ¿Qué piensa hacer? ¿luchar contra mí en el estado en que se encuentra?_ inquirió burlesco.

_Créeme que no será difícil para mí hacerte desaparecer si no lo haces tú_ murmuré tranquilamente. Él respiró dificultosamente y negó con la cabeza incrédulamente,

_No se atreva a hacerle más daño de lo que le está haciendo, no se atreva porque no me importa que me saquen el título y me procesen y ni siquiera quedarme en la calle, pero tenga por seguro que no dejaré que lo haga… no me importarán sus amenazas_

_Vete de mi maldita casa Edward!_  dije duramente.

Entonces cuando pensé que iba a tener que llamar a mi propia seguridad para que lo sacasen de allí, él tomó el cheque que le entregué lo rompió en pedazos y los tiró sobre el escritorio para luego salir de allí como alma que lleva el diablo.

Maldito hijo de perra!... ¿quién mierda se creía?. Si no fuera porque hice un trato y después de todo era un hombre de palabra, le hubiese dado en lo que más le dolería al infeliz y postergado todo, hasta verlo hundido a él y su familia  en la inmundicia. Un mareo sobrevino y tuve que sentarme, aún estaba en mi post quimio y los efectos estaban allí, respiré profundamente pero mi garganta aún estaba como obstruida, mi respiración se atascó y traté de calmarme sin muchos logros… entonces tuve que levantarme rápidamente para ir al baño, me incliné rápidamente sobre la taza del inodoro y vomité los pocos líquidos que había ingerido y me sentí débil al instante, un escalofrío que estremeció mi piel sobrevino por todo mi cuerpo y no pude soportar…. Caí de rodillas en medio del baño.

Sentía que no podía controlar mis movimientos, que mi cuerpo no era capaz de responder a mi cerebro y comencé a sudar en frío. Oh mierda… me sentía morir, pero sabía, sabía que era solo un hecho circunstancial, producido por la quimioterapia.

Me quedé postrado allí en medio del baño no supe por cuanto tiempo, mi corazón comenzó a normalizarse y mi respiración de igual manera, pero esto sucedió luego de largos minutos angustiantes y llenos de dolor. Se suponía que el maldito medicamento contrarrestaba los efectos! Maldición… esto era una muerte demasiado lenta.

_¿Benjamin?_

Levanté mi cabeza al escuchar su voz… ¿qué hacía ella aquí? ¿qué mierda hacía?. Me sostuve del lavabo y lentamente pude ponerme en pie, me miré al espejo y negué cuando él me devolvió mi imagen, mi rostro estaba libido, mis ojeras aún más marcadas y estaba más delgado, la piel de mis pómulos parecía sobrar. ¿Qué iba a decirle?... no podía decirle que estaba enfermo, no aún. Tenía que hacérselo saber más adelante, no debía dejar que me abandone si sabía que pronto ella sería libre… aunque no totalmente.

_Benjamin ¿estás aquí?_ preguntó a lo lejos, presumí que aún estaba indecisa si debía entrar o no a mi despacho, Isabella… siempre tan precavida.

_Salgo en un segundo_ dije logrando restablecer mi voz. Abrí el grifo de agua fría y me lavé un poco el rostro para despejar mi malestar, cuando me convencí que ya estaba listo y había dejado de temblar, salí.

Ella estaba delante de mi escritorio mirando con curiosidad los restos del cheque de su amante, aunque dio un paso atrás cuando me sintió salir.

_¿Necesitas algo?_  pregunté fríamente, imponiendo esa mascara habitual que ya sentía como parte mía. Ella me miró por un segundo el rostro y frunció el entrecejo _estoy con prisas Isabella, me esperan en la empresa_ dije incitándola a hablar, no quería interrogantes de mi apariencia, aunque en ese respecto ella siempre fue reservada… supongo que mi aspecto le daba igual.

_Yo… yo buscaba a Edward, Loise me dijo que se fue por orden tuya, necesito saber dónde, lo necesito_ murmuró la descarada sin que siquiera se le moviese un cabello de lugar ¿cómo podía la muy insolente venir a preguntarme por su amante?

Traté de mantener la máscara en mi rostro y no estallar de ira allí mismo, debía contenerme de hacerle las reclamaciones correspondientes, ya vendría el momento,

_ ¿Para qué lo necesitas?_ pregunté sacando algunos documentos del cajón de mi escritorio, lo que menos deseaba era mirar esos ojos chocolate. Mi esposa seguía siendo hermosa, por supuesto que lo era y aunque debo admitir que tuve mis aventuras, nadie se podía comparar con ella… ni siquiera Tanya, todas esas eran perras sin compasión, maliciosas y sin refinamiento que ni podían llegarle a los talones… por eso me negaba a dejarla ir, ella era mi único tesoro, uno que no podía tocar ya, pero que tampoco podía tolerar que nadie más tocara.

_Tengo que ir a casa de Rose, ella… me invitó a ver algunas películas_

Oh Isabella, tan ignorante e inocente de lo que sucede a tu alrededor, si supieras que lo sé todo, que siempre lo supe… que mientras yo descubría mi enfermedad, esta leucemia que me estaba consumiendo, tú te acostabas con tu guardaespaldas en mi propia casa y que salías con él poniendo como pretexto a Rose.

Tragué en seco y me obligué a decirle lo que se supone debía decirle y no a revelar mis pensamientos,

_No lo necesitamos más Isabella, él decidió renunciar y dejó el trabajo_ mis ojos se tentaron a mirar hacia ella y abandonar los papeles que tenía en mis manos. Su mirada estaba trabada en mí, sus ojos bien abiertos de la sorpresa, su boca entreabierta y escuché como el aire que contenía sus pulmones era exhalado de una sola vez.

Lo único que quería era que ella no tomara la noticia como una fatalidad, podía hacerle daño al bebé y no quería pagar por algo que al final no salió bien, a demás necesitaba ese niño.

Ella bajó su mirada lentamente hasta la orilla de mi escritorio, podía ver su sorpresa pero también algo que no pensé que habría, enojo. Ella negó con la cabeza y levantó la mirada nuevamente, sus ojos brillaban pero no podía distinguir si de furia o frustración, tal vez ambas cosas… después de todo cuando uno llora es por frustración. Apretó la mandíbula y negó nuevamente, parecía como si su voz hubiese quedado atascada en el fondo de su garganta, alzó la mano a su cuello  y pude ver que cerraba en ella un dije, un pequeño colgante que nunca le había visto y que igualmente ahora no podía distinguir qué era.

_No… no puede ser, él tendría_ tragó saliva _él tendría que haber hablado conmigo, él es mi custodio, él…-

_Él “era” tu custodio_ dije sin poder detenerme, _parece que encontró algo mejor que este trabajo, tal vez encontró a alguien que lo enamoró, él es un hombre joven y tiene mucho potencial, puede tener a la mujer que quiere, tal vez se aburrió de estar aquí… no lo sé Isabella, lo que haga o deje de hacer Edward no es asunto nuestro._ dije con indiferencia, ella estaba pálida y decidí no seguir con la tortura mental, ponía en riesgo la vida de la criatura,

_Pero… pero tú lo llamaste aquí ¿no es cierto? Loise lo fue a buscar a mi estudio, él me llevó una bandeja con mi merienda y tú lo mandaste a llamar_ ella trataba de controlar su voz pero era obvio que estaba desesperándose,

_Si, lo mandé a llamar_ dije con un suspiro cansino _uno de mis custodios pidió el día libre y necesitaba ir al banco por lo que se lo pedí a él, pero él me vino con toda esa cháchara de que necesitaba algo mejor y no sé qué…_ murmuré sin darle importancia, ella frunció el entrecejo y negó nuevamente sin decir palabras.

No seas tan incrédula Isabella, tu amante volvió al lugar donde debe estar, lejos de ti.

Ella pestañó varias veces como reteniendo las lágrimas ¿tan idiota e ingenua podía ser Isabella que se había enamorado de él?.

_Yo… yo…_ vaciló buscando con la mirada por la habitación, ella parecía confundida, _yo necesito ir a ver a Rose…_ dijo finalmente parándose de la silla. Por un momento pensé que se iba a desmayar, ella se tambaleó ligeramente sobre sus pies, pero se compuso en seguida.

_Dile a Sam que te lleve, de ahora en lo hará él, no saldrás sola hasta que contrate otro custodio_ lo cual nunca sucedería, ningún otro hombre más que yo pisaría esta casa. Ella se detuvo en seco antes de llegar a la puerta y volteó a verme como si hubiese dicho una aberración,

_No necesito a otro custodio, Edward regresará créeme, él necesita el trabajo_ dijo como si ella misma quisiera creer en sus palabras.

_Qué bien que lo conoces_ dije por lo bajo, no estoy seguro que no me hoyó y si lo hizo me ignoró, ella salió de mi despacho haciendo resonar sus zapatos de tacón. En seguida tomé mi celular y llamé a Sam,

_Sam, necesito que lleves a Isabella donde ella te pida que lo hagas, no deseo que valla sola, no dejes que saque ningún auto del garaje ¿has entendido?_ murmuré con firmeza, él vaciló pero afirmó y luego corté la llamada.

Eso es Isabella, yo nunca pude ni podré estar contigo, nunca le diste un lugar a tu corazón para mí y admito que no sé si me lo merecía, pero tampoco otro ocupará el lugar donde debería estar yo. Si ha de haber otra persona en tu vida a demás de mí… será nuestro hijo.

POV Bella

Salí de aquella casa como si ya no me perteneciera, de hecho, creo que nunca me perteneció, mi corazón y mi piel tiraban hacia otro lado, lo sabía, podía sentirlo, sin embargo por más que pensara dónde tenía que ir no podía conseguir saber dónde, solo tenía la certeza de que respiraría tranquila una vez que saliera de allí.

_Sam yo conduciré_ dije frenética caminando hacia el lado del conductor, de la nada choqué contra el pecho del Sam antes de poder alcanzar la puerta del auto. _Sal de mi camino! Yo conduciré!_ grité respirando frenéticamente,

_Señora, en el estado alterado en que se encuentra no puede conducir_ murmuró deteniéndome con sus brazos en mis hombros, lo miré aturdida, ¿quién era él para decirme esas cosas?...

_Yo conduciré Sam, no necesito a nadie que cuide de mí… ya no_ dije apartándome de él para rodearlo, pero nuevamente él me tomó de la cintura y esta vez me encaminó hacia la puerta trasera, la abrió rápidamente y de la misma manera me metió dentro,

_Yo la llevaré, solo dígame dónde_ dijo antes de cerrar la puerta y meterse en su lugar frente al volante, él miró por el espejo y supe que iba a ser difícil convencerlo, cerré los ojos tratando de mantener las lágrimas a raya… como lo había venido haciendo y le dije la dirección.

Sam condujo por la ciudad  tan rápido como se lo pedí, el machón de edificios pasaba por nuestro lado, las calles repleta de gente y el cielo azul en los pequeños trozos de cielo que podía ver sobre nosotros, las mujeres con sus niños de la mano, los parques repletos de familias ¿algún vez tendría esa posibilidad?.  Llegamos, veinte minutos después, al vecindario que solo una vez había visitado, pero que sentía más familiar que mi propia casa,

_Aquí es_ le dije señalando una pequeña casa de concreto blanco y un hermoso jardín algo descuidado. Sam abrió mi puerta y bajé rápidamente del auto, abrí la verja de entrada y me apresuré por la escalera del porche para tocar el timbre, esperé por un momento pero nadie acudió a la puerta para abrir.

Vamos Edward, por favor bebé, no puedes hacerme esto…

Toqué nuevamente el timbre pero nadie vino, nadie…. Así que di media vuelta sobre mis talones y caminé de vuelta hacia el Mercedes, Sam ya tenía la puerta abierta para mí.

Me senté y miré por la ventana… ¿dónde estaría?, saqué mi celular de mi cartera y marqué su número, pero al quinto timbrazo me mandó al buzón y sucedió las cuatro veces que le marqué.

_Mierda_ exclamé en voz baja, alcé la mirada tratando de pensar pero con lo único con lo que me encontré fue con la mirada de Sam por el espejo retrovisor. Tragué saliva y decidí arriesgarme,

_¿Sabes dónde puede estar Edward, Sam?_ pregunté tratando de mantener el equilibrio en mi voz, él miró a la calle frente a él, el auto aún estaba detenido en la calle de los Cullen.

_No Señora, él no me ha dicho a donde fue_ dijo formalmente, bajé la mirada y cerré mis ojos… Edward estaba evitándome, lo sabía, algo me lo decía _pero salió con la imperiosa necesidad de estar solo, sin nadie alrededor… quise llevarlo, pero me contestó que iría a un lugar para estar solo_  continuó Sam.

Solo…

Entonces levanté mi mirada con cierta esperanza y en seguida le indiqué a Sam la dirección de donde supe podría estar, nuestro refugio. Si Edward quería estar solo ese era el lugar.

Oh cielos, por favor… que este ahí…

Mi corazón replicaba en mi pecho como un tambor acelerándose, no sabía con certeza qué lo provocaba, era una fea palpitación que no deseaba sentir, que de alguna manera era doloroso. Sam recorrió las calles de Seattle con velocidad, era como si mi chofer fuera consciente de que necesitaba encontrar a Edward, que necesitaba encontrarlo donde fuera que él había ido. Paró en varios semáforos pero cuando la luz se ponía verde aceleraba con el pié a fondo, mi estómago llegaba a contraerse, pero era necesario, debía llegar a él.

Él estacionó momentos después frente al edificio que tantas veces yo había pisado, pero que ahora tenía miedo de hacerlo, era como si un miedo repentino se había instalado en mi pecho, eso me inquietaba.

_Sam, quédate un momento aquí_ dije bajando del auto cuando él me abrió la puerta, él asintió sin decir palabra y comencé a caminar hacia las escaleras. El viaje en el ascensor fue angustiosamente largo y tuve que cerrar los ojos para reprimir los habituales mareos que me provocaba, traté de estabilizarme cuando llegue a nuestro piso, tomé unas cuantas respiraciones profundas y logré hacerlo, salí del ascensor y de repente llegar frente a la puerta de nuestro departamento se sentía como un peso en los hombros, un enorme peso que no tenía idea qué significaba.

Rebusqué la llave en mi bolso y con manos temblorosas logré meterla en la cerradura y abrir la puerta. A primera impresión el departamento estaba vacío…

Oh cielos, por favor Edward, tienes que estar aquí…

Caminé dentro y cerré la puerta a mis espaldas, la pequeña sala estaba vacía y parecía lúgubre, la poca luz del sol entraba a través de las cortinas y una pequeña lámpara de pie estaba encendida en la esquina a un lado del sofá, mis ojos quedaron fijos en el saco de Edward que colgaba del respaldo de una de las sillas del pequeño living, me apresuré a caminar por el corredor hasta la habitación principal cuando lo vi salir precisamente de allí, traía algo entre sus manos, se detuvo cuando alzó los ojos y se fijó en mi,

_Edward_ susurré deteniéndome frente a él, sus ojos parecían de un verde apagado, sin brillo, su cabello revuelto más de lo normal, como si hubiese pasado su mano varias veces por él. _¿Qué?... ¿qué sucede?_ dí un paso hacia él pero él dio uno hacia atrás con pánico en su mirada, como si no pudiese dejar que yo lo tocara y pasó por mi lado hasta el sofá, recogió su saco y se lo comenzó a colocar… ¿qué estaba haciendo? _Edward, háblame ¿qué sucede?_

_Isabella, ¿puedes sentarte un momento?_ dijo con tono frío guardando lo que tenía en las manos en el bolsillo de su saco, sus ojos me evitaban…

Oh dios…

No quería sentarme, a pesar de que mis piernas temblaban y mis rodillas amenazaban con dejarme caer, solo me quedé allí parada en el mismo lugar.

_¿Qué sucede? Benjamin me dijo que presentaste la… renuncia Edward, ¿qué sucedió? ¿por qué no me dijiste nada? Yo creí…-

_Lo siento_ dijo él interrumpiendo mi frase, cerró los ojos fuertemente y tomó una respiración profunda, pensé que no iba a volver hablar por su calma y silencio, pero él lo hizo, habló… y deseé que nunca lo hubiera hecho _debo irme, algo surgió y es algo mejor que esto, tengo que irme pronto para no perder la posibilidad, espero que entiendas Isabella_ levantó la mirada hacia mí, pero sus ojos se fijaron a la altura de mi cuello _ tú sabías de antemano que esto no iba a pasar a mayores, espero… lo entiendas_

Mi corazón dio un golpe en mi pecho, mi respiración se entrecortó y tuve que poner una mano en la pared para sostenerme… él me estaba dejando. Respiré una, dos… tres veces pero no podía controlar el nudo en mi garganta amenazando estallar en lágrimas,

_Edward, ¿por qué no hablaste esto conmigo?_ dije dificultosamente, él negó con la cabeza _yo… yo no puedo dejarte ir, no puedes hacerlo, tú trabajas para mí deberías haber hablado conmigo de esto, pude haber buscado la manera de ir contigo, de salir de esa casa e irnos juntos, yo…-

_No_ dijo rotundamente esta vez con su mirada oscurecida directamente en mis ojos, me estremecí _no saldrás allí, no es lo que yo quiero. Isabella escúchame, no deseo esto… ya no._ murmuró sin inmutarse _no deseo que esto se nos salga de las manos más de lo que ya lo hizo, no es lo que necesito ahora. Quiero progresar en mi carrera y esto la está obstruyendo, tengo grandes metas Isabella, algo que tú estas lejos de comprender._

Lo miré aturdida, no podía estar diciéndome eso, su voz llena de resentimiento era como si sonara vacía en su pecho, como si hablara dentro de una vasija… sus ojos estaban igual de vacíos,

_Yo… pensé…-

_Lo siento mucho, siento haberte hecho pensar que podía resultar, siento haber llegado tan lejos contigo y hacerte creer algo que nunca estuvo allí_

_Edward…_ susurré ya sin fuerzas, no podía estar pasando esto, mi corazón retumbó en mis oídos _yo te amo… yo-

_Pero yo no_  me cortó.

El aire abandonó mis pulmones y algo se quebró en mi pecho, no era físico… aunque sentía nauseas, era un enorme sentimiento de abandono, de desesperanza… era mi corazón roto, en millones de pedazos desperdigados.

_¿Tienes otra mujer?_ pregunté encontrando mi voz. Él simplemente se quedó callado, mis ojos se llenaron de lágrimas que nublaron mi vista, su silencio era la peor daga que él pudiera utilizar para clavar en mi corazón. Cuando una lágrima rodó por mis mejillas algo se movió en su mirada, pero fue pasajero,

_No, no es eso, aunque podría serlo… no puedo avanzar contigo Isabella_ dijo imperturbablemente, _no era esto lo que yo deseaba para mí, estoy estancado aquí contigo teniendo otras posibilidades que me convienen más. Atrapado en esta relación sin sentido, poniendo en peligro toda mi carrera, mi reputación por solo un poco de… sexo_

Oh cielos…

Cada vez que él decía una palabra era como tomar esa daga clavada en mi corazón de su empuñadura y girarla de un lado a otro desgarrando cada fibra, cada vez más y más adentro…

_No puedo creer que me hagas esto, que digas que fue solo sexo…_

_Fue solo eso para mí Isabella, no era esa mi intención que te confundieras y pensaras que esto que sientes es… amor, por supuesto que no lo es, debes estar confundida porque te di un poco de mi atención cuando nadie nunca te la dio_

¿Un poco de su atención? ¿Solo eso fue?...

En ese momento sentí que las paredes a mi alrededor se movían, me sostuve más fuerte a la pared, entonces sentí un par de manos sosteniéndome de los brazos y ayudándome a caminar hasta el sofá, cerré los ojos tratando de estabilizarme…

Estúpida, maldita patética, siempre supiste que Edward estaba contigo por sexo, ¿cómo pudiste confundirte tanto? ¿Cómo pudiste ver amor en sus ojos cuando nunca lo hubo?

Alcé la mirada y apenas podía ver, las lágrimas colmaban mis pupilas, estaba reteniéndolas dolorosamente y solo esperaba estar sola para poder lanzarme a llorar como la estúpida patética que era…

_Será mejor que me valla_ dijo él frente a mí, soltó mis brazos y se paró… una súbita desesperación me invadió y alcé la mano a mi garganta, parecía que me faltaba el aire, palpé debajo de mis dedos la cadena de la medalla del amor eterno que había comprado para él. Amor eterno… si, como si eso hubiese sido posible. La enredé entre mis dedos y la arranqué de mi cuello con una furia repentina, lo miré y se la lancé con las pocas fuerzas que me quedaban,

_Eso siento por ti Edward!... pude haber dado todo, todo!..._ murmuré con un sollozo, él miró sorprendido cuando abrió la mano y vio en ella, luego de haber atrapado la cadena _no fue necesidad, no lo es…fue y es amor puro y eterno_ susurré bajando la mirada a mis manos temblorosas reposando en mi regazo. No sentí nada pero sabía que él aún estaba allí, podía sentir su presencia donde fuera… su olor, su calor y hasta esa sensación de hogar cuando estaba en el mismo cuarto que yo,  si eso no era amor ¿qué era?

_Lo siento Bella_ susurró. _y… perdóname, esto fue solo… un error_

Entrelacé mis dedos fuertemente, mis nudillos llegaron a ser blancos y el nudo atorado en la garganta aún estaba allí. Mis ojos estaban fijos en mis dedos que se entrelazaban nerviosamente, preparados para tapar mis oídos si él seguía empeñado en romper mi corazón. Pero lo único que oí fueron pasos alejándose de mí y momentos después el sonido de la puerta cerrándose.

Él se había ido…

Y como si fuera un volcán a punto de erupción, el nudo de mi garganta se desató… los sollozos hicieron fuerza en mi caja torácica y salieron a raudales, las lágrimas que habían acumulado mis ojos cayeron en mi mejilla, el dolor… la daga que se hundía en mi pecho, logró cercenar mi corazón y dejar mi pecho abierto para dar paso al inmenso dolor. Nunca, ni siquiera cuando mi padre me abandonó, tuve la certeza de que existiera un dolor tan intenso, sentía que me ahogaba, que no podía respirar, que solo había aire en mis pulmones para generar más llanto, más sollozos.

Reuní toda mi fuerza para levantarme de ese sofá, pero al hacerlo sentí una pequeña punzada en mi bajo vientre, algo físico que mostraba mi dolor emocional. Me quedé quieta con la mano apoyada allí donde lo había sentido, di un paso despacio y nuevamente lo sentí, esta vez más fuerte… tanto que el dolor me nubló la vista y mis piernas se doblaron, sentí que caía… caía y la oscuridad me rodeó.

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Bueno... sin palabras. Nos vemos dentro de un ratito... hoy les tengo algo para ustedes, un hermoso regalo de mi Ada y quiero compartirlo con ustedes, ya verán... es algo de Custodio mío, charán!.... Besotes!!!