Capitulo 32: Más cerca de tí

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Más cerca de ti

Sostuve mi vientre con ambas manos, estaba pesado ya, pero eso no me impedía moverme, caminar o hacer las cosas que tenía que hacer. Mi niño cooperaba y era increíble como sabía que su mami tenía obligaciones qué cumplir, él o ella esperaba para que yo esté en posición de descanso para comenzar a moverse o patear, mi niño era un prodigio…

Salí del edificio donde mi marido comandaba su imperio, era medio día y me di el tiempo para ir a almorzar y descansar un poco antes de salir hacia el Instituto de Música de la ciudad de Seattle. Había reducido mi tiempo de trabajo en la oficina y Benjamin estuvo de acuerdo en eso, yo no deseaba llevar su vida al completo dedicada a la compañía como él lo había hecho, yo misma le había aclarado que si hacía esto junto a él era para resguardar lo que por derecho era mío, ya que él no deseaba dejarme ir… tenía que resignarme a hacerlo, él había estado de acuerdo.

Era increíble la manera como había cambiado sus ideas para mi, aún tenía esa mirada intimadora cuando tomaba mis propias decisiones, pero veía también resignación y aceptación, una sonrisa reticente a parecía en su cara cuando veía mi firmeza. Ya no era la sumisa Isabella que preguntaba antes de actuar como si tuviera que pedirle permiso, como si él hubiese reemplazado la figura paterna que a temprana edad había perdido, no… yo ya no pedía permiso o simplemente callaba mis palabras por miedo a su opinión o la opinión de los demás, yo tenía decisión.

Por eso él no había tenido reproches o prejuicios cuando me vio llegar a casa esa tarde, con una sonrisa feliz y con mi primer trabajo real. Iba a enseñar chello en el Instituto de música. Susan Brock era la madre de la niña que por casualidad encontré en ese salón, ella era profesora a tiempo completo de chello y violín y con demasiada cantidad de alumnos tenía poco tiempo para enseñarle a todos como debía ser, habían niños que tomaban clases con otro alumno más experimentado cuando ella estaba ocupado con otra tanda de niños o jóvenes, ella intervino antes el director del Instituto y confiaron en mí y en mis estudios y experiencia en las escuelas europeas, para darle clase a los niños que quedaban fuera de las clases, fue un alivio para ellos y un gran logro para mí… no necesitaba a Benjamin, no ahora, no nunca y ahora que podía sostenerme a mí y a mi hijo estaba dispuesta a salir adelante por mi misma. Solo estaba a su lado aún porque Emmett me lo había pedido… él me había pedido que confiaba en él y yo, confiaba en él.

Los días helaban menos y mis pies dolían más, pero no había nada más satisfactorio a pesar del dolor, que llegar y ver a mis alumnos esbozando sus sonrisas cuando lograban completar una pieza a la perfección, había aprendido a amar eso y estaba triste a veces al pensar que me había perdido tanto en mi vida. A demás que también yo aprendía de ellos, no tenía experiencia con los niños y estaba adquiriéndola, formándome en la calidad de tiempo con un niño para mi momento de ser mamá, eso era lo mejor del día.

Había decidido encerrar los recuerdos de Edward en el fondo de mi mente, en una pequeña caja de siete llaves solo para abrirla por las noches, cuando en mi habitación aún seguía escribiendo mis cartas a él. Cartas que nunca llegaría a leer por supuesto, pero que actuaban a modo de bálsamo para mi corazón lastimado. Nunca dejaría de estarlo, porque él lo había arrancado de mi pecho a pedazos para llevarlo con él.

Con el paso de los meses, de los días… había sido capaz de creer realmente que él jamás había existido, había comenzado a olvidarlo… sus ojos verdes eran solo como una brillante luz que parpadeaba en mis recuerdos, su boca… su cabello, todo era como un sueño, un hermoso sueño que sin más había terminado. Pero sabía que no era así… lo sabía, no tenía más que quedarme quieta y sentir las pataditas de mi hijo para entenderlo, sentir sus movimientos y verlo a través del monitor de mis sucesivas ecografías. Había existido, me había tocado y besado… había sido mío por una ínfima parte de mi existencia, pero como todo lo bueno en mi vida… tuvo que acabar un día, dejándome el más hermoso de los regalos. Esa… era la perfecta evidencia que me decía que él había existido.

A demás de su familia…

Que se había convertido poco a poco en la mía a propia a falta de una. Había sido casi adoptada por ellos, lo cual era una absoluta y terrorífica idea, pero había resultado de lo más natural. ¿Qué iba a suceder si algún día Edward volviera? ¿Qué iba a pensar él cuando se enterara o viera que los Cullen seguían viéndome asiduamente?... yo no quería que llegara ese día. ¿Qué tal si traía con él una mujer? ¿Cómo iba a poder sobrevivir a eso?

Oh por dios… no quería pensarlo, si eso llegaba a suceder…

Sam se detuvo en la esquina céntrica más exquisita de la ciudad, bueno… para mí.

_¿Necesita que la venga a buscar Señora?_ preguntó él ayudándome a bajar del auto, le sonreí agradecida,

_No Sam… vete a almorzar. Le diré a rose que me deje en casa_

Él asintió con el asomo de una sonrisa y caminé hacia la entrada de Hugo´s Home, un restaurant italiano que había conocido gracias a la persona que ahora me esperaba. El maître recibió mi abrigo y sonreí al ver en el fondo del salón esa familiar cabellera color caramelo fundido.

Ella alzó sus ojos del menú y una sonrisa estalló en su cara al verme, levantó su mano y me saludo, a su lado Alice sonreía feliz.

_Estas enorme!_ dijo cuando me acerqué a la mesa, reí y nos abrazamos cuando ella saltó de su silla para recibirme,

_Gracias!... supongo_ murmuré no muy segura. Esme sonrió y negó con la cabeza, ella fue más suave, se levantó y nos abrazamos suavemente.

_Bella… preciosa, estas cada vez más linda, el embarazo se te sienta tan bien_ murmuró ella con su delicada voz, ella estaba bien… solo que se había acostumbrado a hablar suave durante tanto tiempo gracias a su enfermedad, que no había perdido su costumbre de ser suave y delicada.

_Gracias Esme_ murmuré apartándome para verla, no me cansaba de ver esos hermosos ojos verdes…

_Pide algo_ habló Alice a mi lado _estamos debatiéndonos entre una pizza de champiñones o pasta… ¿tú qué dices?_ miró con el seño fruncido su menú y el maître apareció a nuestro lado con anotador en mano,

_Oh!... hum… raviolis de queso para mí y un agua con limón._ pedí. Esme se decidió por unos brochettes de verdura al gratin y Alice una porción de calzoni de mozzarella con sopresata y morrones.

El restaurante se llenaba de nuestras risas, Alice nos contaba la particular clase con un nuevo profesor que les enseñaba corte y confección y sus habilidades con la tijeras, así mucho que no me reía. Ellas eran felices, Esme admiraba a su hija… pero por momentos la encontraba con su mirada perdida y triste, solo ínfimos momentos en los que en su mayoría, yo acariciaba mi vientre y ella me miraba.

_Ouch_ me quejé deteniendo mi mano a un costado cerca de mis costillas, ambas me miraron asustadas y sonreí _está feliz, patea mucho…_ dije para calmarlas.

Alice fue la primera en recostarse sobre la mesa para alcanzar mi vientre con su mano y tocar, Esme se acercó rodeando la mesa y también puso su mano en mí, ambas esperaron atentas y expectantes hasta que una pequeña patadita las hizo alzar la mirada sorprendidas y contener la respiración.

_Oh por dios…_ gimió Alice tapando su boca _es hermoso!... ¿siempre lo hace cuando te sientas?_ preguntó admirada.

_Cuando me siento y como, sí_ todas reímos _supongo que reacciona a las comidas y a la tranquilidad… o a la voz de Alice en este caso_

_Awww…_ gimió ella mirando mi panza con ternura.

El almuerzo estuvo delicioso y el postre fue pecaminoso, tenía que recordar parar de comer… no me importaba subir de peso, pero iba a ser difícil luego bajarlo. No volvería a mi rutina anterior a quedar embarazada, en la cual una manzana en el desayudo era suficiente, repito… ya no era esa Isabella. Trataría de todas formas mantenerme sana por el bien de mi niño que se alimentaría de mí.

_¿Te ha dicho el doctor qué sexo es?_ murmuró Alice antes de engullir su última cucharada de tarta de manzanas azadas, negué con la cabeza…

_No he querido saber, será sorpresa…_ murmuré con una sonrisa, no me importaba lo que mi bebé fuera, él o ella sería amado de todas maneras… aunque yo solo sabía que muy, muy en el fondo deseaba que fuera fervientemente un varón. Una pequeña replica de lo que un día representó todo para mí.

Esme sonrió y tal vez pensó en lo mismo, bajó su mirada y la nostalgia llenó sus ojos…

_Esta noche tengo una gala de beneficencia_ murmuré sacando otro tema a colación, _Tocaré mi chello… quiero invitarlas, para que… si, bueno, si desean escucharme tocar_ suspiré derrotada bajando la mirada _no es gran cosa, yo… hace mucho que no toco y esta será mi primera vez después de siete meses. A parte de las clases que doy en el instituto, lo cual no cuenta, pero… si lo desean-

_Siempre quise escucharte tocar Bella_ dijo Esme con cierta reverencia, tomó una de mis manos por encima de la mesa y sus ojos se fijaron en los míos, supe que lo decía con toda sinceridad,

_Gracias Esme… le diré a Sam que pase por ustedes y las lleve, Rosalie ya tiene todo arreglado. Pasará por su casa a ayudarlas a vestirse, ella tiene unos vestidos hermosos… que si ustedes desean-

_Gracias Bella_ dijo Alice sonrojándose, _estaba preocupada, pensé que iba a tener que diseñar y hacer algo rápido_

_No… Rose quiere ayudar, ella también irá con ustedes, estarán en buenas manos_ aseguré con una sonrisa, conociendo a Rose iban a  pasar una noche de mujeres que podía desembocar en frustrante o muy entretenida, conociendo a Alice me inclinaba por lo segundo.

Hablamos sobre mi nuevo trabajo, Esme estaba muy feliz por mí, ella creía que yo tenía un don y que debía explotarlo, yo no lo creía tanto. A mí solo me gustaba perderme en la música y olvidar todo. Pero ella, al igual que alguna vez había creído su hijo, tenía fe en mí.

Prometimos vernos en la fiesta de esta noche, ella serían mis invitadas y yo les tenía un lugar especial. Benjamin seguramente no estaría de acuerdo con haber llevado a la gala a la familia de mi ex amante, pero él no tenía porque enterarse. Después de todo, él seguramente tendría su mente y atención ocupada en Victoria, que también iría.

Alice y Esme siguieron su camino entusiasmadas, llamé a Rosalie para decirle la hora que Esme me había dicho para que fuera  a  ayudarlas  y luego me encaminé al Instituto.

Tenía pocas clases esta tarde, la mayoría de ellas con alumnos que tenían muy buen oído y sabían interpretar la música muy bien, la mayoría de ellos esforzándose al máximo para cuidar sus propios intereses y no los agenos. Los comparaba conmigo cuando era adolescente. Esa definitivamente era la edad de las indecisiones y de las encrucijadas, era frustrante pero las personas que tenía día a día frente a mí, estaban muy seguras de lo que deseaban en la vida… ellos querían ser músicos. Ellos soñaban con tocar en una famosa Orquesta, otros deseaban tocar en una banda de blus, otros soñaban probar suerte en Europa. Yo sonreía mientras pedía internamente que nadie frustrara esos sueños, ningún padre avaro y egoísta y definitivamente  ningún marido loco, ambicioso y manipulador…

_Estás haciendo muy buen trabajo Isabella_ volteé a mirar sobre mi hombro a Susan que me miraba desde el marco de la puerta mientras yo guardaba en su estuche un chello que había usado una de mis alumnas. Sonreí levantándome, puse mi mano sobre mi vientre que últimamente estaba más tenso que lo normal.

_Gracias Susan, ellos son… como esponjas, dispuestos a aprender y a corregir sus errores_

_Lo son_ dijo caminando hacia mí y tomando el estuche del suelo cuando estaba por hacerlo yo _deberías descansar murmuró mirando con esos profundos ojos grises mi rostro cansado, alzó la mano y la puso sobre mi vientre tentativamente _estas muy grande ya, este bebé saldrá en cualquier momento_

_No hasta dentro de unas tres semanas al menos… acabo de comenzar el octavo mes_

_Oh… bueno, entonces no deberías exigirte tanto. Yo que tu estaría en mi cama con buena música de fondo y engullendo papas fritas como una condenada con una banana Split esperando su turno en la mesa de noche_

Reí ante la imagen, eso definitivamente no era yo…

Susan me acompañó hasta la salida y me encaminé a casa, ya era hora de prepararme para esta noche.

Benjamin estaba en su habitación cuando llegué, seguramente preparándose. Me encaminé a la mía pensando en si debería tomarme un tiempo extra para ensayar mi pieza una vez más, estaba segura que esta presentación iba a salir muy bien, había trabajado la última semana en una pieza que tenía muchas ganas de tocar desde hacía mucho, Cello Suite No 1, “Prelude” de J.S. Bach y estaba satisfecha con los resultados, sin embargo mi inseguridad estaba allí al recordar que esta noche iba a tocar por primera vez en público luego de casi de nueve meses y que aquello que me confortó la última vez… no iba a estar allí, de todas maneras no podía bajar mi nivel de ansiedad con un Xenax, lo único que me quedaba era pedirle un té de tilo a Claire.

_¿Todo listo?_ preguntó Benjamin en la puerta de mi estudio. Volteé a verlo sobresaltada, él vestía de frac y a pesar de su notable deterioro, él lucía bien, como el imponente hombre que por años me había intimidado. Yo ya estaba preparada, enfundada en un vestido de raso, azul noche, corte imperio, que caía hasta los pies, mi cabello recogido en una torzada sostenida en mi nuca por cintas del mismo color. Zapatos bajos de raso con zafiros en el empeine y combinando, mi pulsera de la suerte… sabía que era solo un simple y sencillo dispositivo de seguridad, pero… quería creer que su seguridad aún estaba conmigo esa noche.

Asentí y él se aproximó para ayudarme a cargar mi chello, me sostuvo de la cintura mientras bajábamos por las escaleras y todo, me pareció un mal chiste, un deja vu cruel y estremecedor. No eran sus manos la que me daban seguridad, eran las de mi esposo… irónico.

El salón estaba lleno con sus invitados, había pasado una semana desde que los D´ambers y los Plath habían llegado a un acuerdo, esta noche se firmaba el contrato para unir a ambas empresa, que se unirían con objetivos comunes. Esta noche era la primera gala a beneficio que se organizaba en su honor y yo no podía ser más feliz. Un largo camino de sociedades filantrópicas se abría camino la noche de hoy y estaba segura de que esto era solo el principio.

Caminé por todo el salón, a medida de lo que me permitía mi cuerpo, saludé socios de mi esposo con un entusiasmo falso que estaba esforzándome por conseguir, debía hacerlo si tenía que continuar con lo que me correspondía. Besé mejillas de mujeres desconocidas para mí e intercambié palabras cordiales con benefactores y donantes de grandes montos de dinero, estaba dispuesta a hacer todo eso si eso significaba ayudar. Hoy sería por la Asociación de niños Autistas de Seattle, mañana por otra con iguales necesidades.

Sonreí cuando las vi, justo antes de que anunciaran la cena. Esme y Alice estaban en los lugares que habían sido dispuestos para ellas, ambas tan asombradas y sonrientes como Rosalie que se sentaba a su lado.

_Están hermosas!_ gemí al verlas. Rosalie había hecho muy buena elección, Alice llevaba un hermoso vestido de tirantes de seda rosa, un maquillaje perfecto, al igual que Esme y sus cabellos peinados a la perfección. Esme… era como hubiese imaginado a mi madre, preciosa. Vestía un elegante vestido de pana negro con los hombros descubiertos, su cabello estaba recogido en un peinado alto y sus ojos parecían resplandecer, _woou… creo que Carlisle si te viera ahora mismo, colapsaría._ Alice rió.

_Lo hizo!_ gritó luego con entusiasmo, las mejillas de Esme se sonrojaron levemente y por un momento me pregunté si era la Esme madre de dos hijos adultos o la Esme joven enamorada de su marido. Daba igual, ella parecía feliz por algo que no me atreví a preguntar.

_Emmett, Jassper y Carlisle decidieron tener noche de chicos_ dijo Rose rodando los ojos. _es un milagro que Emmett saque los ojos y su atención de su misterioso caso…_ pronunció las palabras como si fuera algo escabroso _...y nosotras lo logramos con solo decir “Noche de chicas”!_

_Si, Carlisle estaba aún tan abrumado con mi enfermedad que una noche para él no le haría mal a nadie_ murmuró Esme alzando su copa de jugo de naranja brindando y luego bebió de ella. Miré a Alice como si tuviera algo para decir de Jassper y ella simplemente alzó los hombros y se sonrojó casi furiosamente… de tal palo, tal astilla.

_Humm… bah!_ agitó su mano antes de dudar por un momento _el chico está feliz, pero no acabo de decidir si es por no tener que lidiar conmigo o por no hacerlo con las tareas_ una enorme sonrisa surcó su rostro y todas reímos.

Me despedí de las chicas y me senté en mi mesa designada, las subastas estaban comenzando y pronto sería hora de tocar mi chello para vender mis partituras y mi música. Benjamin estaba a mi lado conversando en voz baja con uno de nuestros socios y yo no tuve más que voltear y hacer las mismas exigencias sociales con quien tenía a mi lado. Pronto, un puñado de conocidos de los cuales tres o cuatro solo podía recordar sus nombres, fueron mi nuevo y pequeño círculo social. Entre ellos estaba la esposa de Tayler, Madelein, una hermosa mujer de piel olivada que me miraba con ternura y… ¿compasión?; Eric Yorkyire, un socio mayoritario de Benjamin, que casualmente estaba muy interesado en mi programa futuro de beneficencia. Y finalmente Carl Willson, un exitoso arquitecto dispuesto a invertir en un nuevo lugar más grande para la Asociación de niños autistas. Todos ellos me agradaban.

Un asistente de la gala llegó por mí luego de unos minutos, mi chello ya estaba en la parte trasera del escenario y mis pentagramas en su pedestal, esperando ambos de ocupar el lugar frente a mí.  La asistente me dejó hecha un solo atados de nervios, el presentador estaba subastando un juego entero de palos de golf profesional y tragué en seco.

No ataque de pánico. No ataque de pánico. No ataque de pánico… no ahora, no aquí…

Tomé unas cuantas respiraciones profundas concentrándome en mi bebé y acaricié mi vientre sobre el vestido.

_Estoy lista bebé_ susurré despacio concentrándome en la pequeña vida que llevaba conmigo, él o ella solo me daría las fuerzas necesarias, nada iba a poder conmigo esta noche y terminaría como había comenzada. Excelente.

_Señoras y señoras!_ anunció el presentador _como uno de los actos finales de esta noche de beneficencia, la Señora Plath… Isabella, nos tiene preparado una  hermosa pieza en violonchello, recibámosla y caballeros!... sean generosos!_

Entonces fue mi momento de ir al escenario, el deja vu seguía… no paraba, era como una vieja película que rodaba y rodaba y no dejaba de repetirse. Sonreí al ver a todos los invitados desde sus mesas aplaudiendo, me senté en mi silla en medio del escenario y el asistente me acercó mi chello y el arco, le agradecía y acomodé ante el silencio que se había creado en el lugar, el chello entre mis piernas, sin perjudicar mi vientre abultado… era algo incomodo, pero no imposible.

Miré nuevamente al público y a los invitados, las luces se apagaron y solo el escenario estaba iluminado. Bajé la vista y posicioné mi arco en las tensas cuerdas, entonces, tras una respiración profunda, comencé a tocar las primeras notas.

Bach estaba cobrando vida de mis dedos.

Cerré los ojos disfrutando del momento, mi momento… uno íntimo a pesar de ser tan público, uno lleno de recuerdos y crueles coincidencias que me hacían estremecer. Casi me rendí al impulso de mirar hacia atrás, porque mi mente confundida y anhelante creía que él podría estar mirando detrás del escenario… casi podía creer que él estaba allí, de alguna manera… conmigo.

Las notas continuaron surgiendo, abrí los ojos y vi a Esme y a Alice a la distancia, ellas sonreían y parecían tan atentas a lo que yo hacía, ellas parecían incursionar en un nuevo mundo… el mío, el que había compartido con él, con el hijo pródigo, con el hermano leal. Sonreí levemente y miré mi chello, el lugar donde el arco golpeaba las cuerdas… desde donde la música surgía y parecía tan fuera de este mundo, no podía dejar de maravillarme.

Lo había extrañado... sonreí y elevé mi mirada a mi publico, el que estaba allí atento a mí. Veía miradas atentas en la oscuridad, Benjamin estaba en una mesa cercana, su mirada complaciente y obtusa, como si regodeara un premio. Mis ojos siguieron recorriendo la sala mientras tocaba mi chello, de mesa en mesa… mirada tras mirada y una nota falló, una nota... cuando mis ojos dieron con dos esmeraldas que miraban desde el fondo del salón. Fue un segundo… una milésima de él… mi mundo se nubló y solo vi esa mirada… ninguna más… todo se detuvo. Mi arco cayó de mis dedos temblorosos y llevé mi mano a mi vientre de modo protector… continué mirando esos ojos, ese cabello peinado pulcramente, sus labios tensos y entreabiertos, pero esa mirada… esa mirada rota fue lo único que captó mi atención absoluta. Miré hasta que alguien se acercó a mí y me distrajo, mi asistente me devolvía el arco que había caido y con una leve sonrisa forzada se lo agradecí.  Volví a mirar al lugar donde lo había visto y la desesperación me abrumó cuando no vi nada.

A cambio de eso, vi a Benjamin parase de su asiento y mirando hacia atrás, y como si hubiese visto un fantasma volvió hacia mí con sus ojos grandes y sorprendidos…

Mi respiración se aceleró… él también lo había visto!, no podía ser otra cosa. Con mis dedos aún temblando traté inútilmente seguir tocando, tragué en seco y reprimí una lágrima que osaba salir en este momento. Benjamin continuaba parado en su lugar mientras llamaba por teléfono a alguien, mis dedos aún trabados en las cuerdas… temblando…

_Por favor, toma_ dije al asistente que miraba preocupado desde un lado del escenario _no puedo, no puedo tocar… no puedo_ dije frenéticamente. Volví a a mirar a Benjamin y su mirada derramaba ira cuando me vio hacer lo que hice mientras él continuaba murmurando al teléfono. Me levanté de la silla y caminé fuera del escenario, el silencio que había cortado el aire como un cuchillo, ahora estaba lleno de murmullos y susurros.

Me apoyé en una pared y comencé a dar pequeñas respiraciones mientras mis ojos iban y venían de la entrada a mi asistente que traía una silla para mí.

_¿Señora? ¿Se encuentra bien?... ¿necesita un médico?_ murmuró rápidamente.

Negué con la cabeza y sostuve mi vientre con mi mano. Cerré los ojos y traté de respirar profundo para atenuar mis síntomas de mi propenso ataque de pánico, pero era tan difícil… mi pecho se oprimía y el hecho de que hacía más de nueve meses que no había sentido uno, lo hizo aún más intenso. Estaba muy asustada.

Entonces alguien abrió la puerta abruptamente,

_¡No puedo creer que hicieras eso!_ gritó Benjamin entrando abruptamente, su rostro era frío, lleno de ira y enojo _¿Querías ponerme en ridículo? Lo lograste Isabella!... ¿quién mierda te crees que eres?_

¿Este era el hombre que se había convertido en caballero?... siempre fue lo mismo, un lobo disfrazado de cordero…

_Lo viste!_ gemí llevando mis manos a mis mejillas como si ese gesto pudiera aplacar mis lagrimas _lo viste, lo viste… oh dios…_

_No vi a nadie Isabella_ dijo él mas cautelosamente. Alcé la mirada a él y negué con la cabeza


 _Lo viste… o lo trajiste aquí para mortificarme, pero estaba allí_

_No puedo creer que te pusiste así porque creíste ver a tu amante aquí… eres una maldita perra!_  gruñó tomado su cabeza entre sus manos.

_No me hables así_ dije duramente _no mientas más, yo sé lo que vi_

_No sabes una mierda!... estas muy equivocada, la visión de ese desgraciado no vendrá a entorpecer esto Isabella… ¿qué tienes? ¿te estas volviendo loca a caso?_  su respiración se comenzó a acelerar.

_Yo se lo que vi_ dije simplemente. _Al igual que se lo que escuché en la empresa… tú y Victoria, tú y tu historia con ella, nos soy una estúpida._

Entonces todo sucedió, él detuvo su caminata por el cuarto y me miró. Vi la alarma en sus ojos, vi el desconcierto, vi la comprensión.

_Tu y Victoria son amantes, no trates de ocultarlo porque lo sé, tú y ella traman algo Benjamin y te juro que lo sabré_

Él alzó las cejas y su palidez se hizo más notable, sus pupilas se dilataron haciéndolos casi negros y vi el sudor que cubría su frente. Llevó la mano a su cabeza una vez más y cerró los ojos y lentamente vi como su rostro de distorsionada por el dolor… el cayó como un peso muerto sobre la alfombra segundos después.

Aparté la mirada cerrando los ojos mientras sentía el cuarto bullir, alguien, seguramente el asistente llegó vociferando el nombre de mi esposo, más personas vinieron y se movieron pidiendo ayuda… yo simplemente mantuve mis ojos cerrados con el recuerdo latente de lo que había visto en la oscuridad, unos brillantes ojos verdes.

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Bueno, perdón la tardanza. Hoy me pasó de todo, entre otras cosas, un corte de internet, visitas... aggg... pero bueno, aqui esta. Besotes y sí... vamos llegando al final. Al menos unos cuatro capitulos o cinco más a lo mucho.

Cello Suite No 1, "Prelude" J.S. Bach