Capitulo 16, Noche especial

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Noche especial

Baje las escaleras como de costumbre tras haber descansado, duchado y pensado en Jasper más de lo que debería, de igual manera puse una sonrisa en mi rostro ignorando la sensación que atenazaba mi corazón desde que hacia unas horas había comprendido mejor que nunca cuán difícil seria intentar alejarme de Edward; la verdad era que no quería ni pensarlo pero yo seguía siendo una chica de compañía y no podía dejar de serlo aunque me lo pidiese. Aunque el mereciera una mujer mucho mejor que yo con esta profesión.

Las chicas se encontraban en la cocina hablando y disfrutando de su tiempo libre aunque Leah parecía que estaba haciendo algo así como una mascarilla natural con limón, azúcar y algo más. Era pasado el medio día y yo dormí hasta tarde totalmente agotada. No quería pensar en Edward, él debía estar peor que yo… sin embargo se había ido a trabajar.

-Hola Bella, ¿Cómo estás?-pregunto Rose cuando llegué a la cocina, en sus palabras hablaba una hermana pero su mirada era preocupada y me atrevía a decir que incluso cortante.

-Bien, Gracias- entre en la cocina y las chicas me miraron con algo así de lastima, lo pasé por alto y fui junto a Nate quien pintaba en la mesa.

-Amor, dale un beso a la tita- me acerque un poco más a él y depósito un beso en mi mejilla pasando uno de sus bracitos por mi cuello en un semi abrazo, puesto que con la otra sostenía un lápiz.

-Tita, no me gusta tu novio nuevo; dile que no eres suya, dile que yo soy el chico de la casa sin Jass aquí y que eres mía y te cuido yo-dijo el pequeño, Rose me miró interrogante, preguntándose tal vez de que hablaba su hijo, las demás ni me miraron pero era mejor así.

Horas antes simplemente había llevado a Nate con Rose a la sala de juegos advirtiéndole de que se le había escapado por la puerta trasera su hijo, ella solo contesto que llevaba buscándolo rato, que lo había dejado con los dibujitos matutinos un rato solo mientras hacia otras cosas. Después de eso ni si quiera se molesto en preguntarme nada, ni que hacía yo allí detrás; fue un gran alivio momentáneo pues más tarde tendría que explicarle todo mejor.

-Si Nate, yo le diré no te preocupes; tú eres de igual manera el hombre de mi vida; el gran hombrecito de la casa-las chicas sonrieron viendo al pequeño alzar la ceja, con una de las tantas expresiones de Rose.

-Bien, porque no comparto mis titas-dijo antes de seguir con su dibujo ceñudo.

 Yo me levante para tomar un zumo, Rose también lo hizo y me siguió, acto seguido me tomo del brazo y me llevo hasta el salón.

-Bella, ¿Qué te ocurre? ¿Qué paso esta mañana? Y ¿de qué demonios habla mi hijo?-me preguntó, yo suspire resignada, había llegado la hora de contar algunas cosas pero no todas pues ahora estaban mal pero si lo soltaba todo irían a peor con la perspectiva de mi amiga, así que solo me quedaba contar lo que yo quisiera.

-Pues veras, es que Nate cuando salió al patio trasero nos vio a Edward y a mí…-no me dejo continuar, cerro las puertas del salón y me miro a los ojos.

-¿Qué hacían allí detrás?-pregunto sin duda alguna molesta.

-Besarnos, intimar…-

Me miro decepcionada, ya habíamos tenido aquella charla pero comenzaría de nuevo.

-Vamos Bella, no quiero que sufras, no quiero que tengas un bebe que no deseas y te hundas intentando llevar adelante una casa, un hermano enfermo y además un bebe-cada palabra que decía lo sentía de verdad, lo decía muy enserio.

-Ya lo sé Rose, pero sé lo que hago, confía en mí, estaré bien… no me pasará lo mismo que a tí- solo se me ocurrió abrazarla para que se le fuera el enfado; así que deje el vaso de zumo que había tenido durante aquella charla en la mesa y lo hice, ella gustosa me lo devolvió; pero la notaba tensa y de repente comenzó a lloriquear sin motivo aparente.

-Esto es duro te lo aseguro- hablaba de no poseer un amor, ella quería a un hombre estable en su vida y la única razón por la que no me aguaba a mí la fiesta era porque ella realmente creía que Edward de verdad me quería.

Mi amiga jamás me quitaría algo que ella deseaba con todo su corazón para sí, porque me adoraba como si fuera su hermana de verdad.

-Cariño eso también lo sé pero tú eres muy fuerte, y puedes con esto- ella asintió sobre mi hombro tristemente, nos separamos y rápidamente se recompuso antes de que saliésemos de allí, tome el vaso de zumo de la mesa y me lo bebí de un trago para alimentarme algo.

Rápidamente salí de allí y subí a mi cuarto para arreglarme, ya que tenía que salir hacia el hospital, después de ducharme me había vestido pero necesitaba maquillaje para aquellas ojeras que se habían formado bajo mis ojos.

Luego me di cuenta de que no había comido realmente nada pero no me importaba haberme saltado la comida ya tomaría una fruta por el camino, era hora de irme para llegar temprano a la hora de visita en la clínica así que baje de nuevo las escaleras trotando y tomé una manzana del bol de frutas que había en la cocina, grité un “adiós” y le metí un bocado a la manzana.

Ya casi estaba por salir de casa, iba a abrir la puerta cuando el timbre de la entrada sonó, giré el pomo y me encontré ante mi cara un ramo de flores; un chico las traía, me miro de arriba abajo antes de preguntarme.

-¿es usted Bella Swan?-yo asentí, el me entregó el ramo de gardenias y lirios blancos; el chico me hizo firmar un papel para poder marcharse y así dejarme con mi sorpresa y mi hermosas y exquisitas flores.

Mis amigas se asomaron por la puerta de la cocina y se aproximaron rápidamente al ver las flores, las olí lentamente; debían de ser de Edward.

Me mordí el labio mientras le enseñaba el ramo a las chicas, pero tenía prisa así que me di la vuelta y cogí un jarrón, lo llene de agua y deposite las flores allí, rápidamente salí de la casa sin percatarme de lo que ocurría a mi alrededor, solo estaba pensando en lo detallista que había sido Ewdard mandándome aquel ramo de flores…era un encanto de hombre; ¡y era Mío!

Sonreí pensando en ello, ¿Qué mal podía hacerme soñar por un  rato con él?, ya volvería a la realidad pronto, tan pronto  como llegase al hospital.

Conduje mi coche por toda la ciudad, esquivando a otros u saltándome las señales de tráfico, hoy no estaba para seguir la ley que digamos; por ello llegué al hospital en menos de lo que esperaba, las visitas apenas había comenzado y yo esperaba que mi hermano estuviese despierto y en pleno rendimiento, sin medicamentos que nublaran su mente para poder disfrutar de su compañía sin impedimentos; deseaba tanto estar con él un rato y poder hablarle tranquilamente, que apenas me fije como iba casi corriendo por las escaleras del hospital, subiendo los escalones de dos en dos hasta llegar a la planta apropiada y buscar con la mirada el numero de habitación de mi hermano.

Llamé a la puerta que estaba entornada, en la habitación no había nadie más que él y me respondió un suave “si” de su parte, la verdad es que me sorprendió que estuviese solo.

-Jasper, amor…-entre en la habitación, él me miro y sonrió.

-Bella…-murmuro, tenia los parpados entornados había llegado cuando justo se estaba quedando dormido del aburrimiento por lo que pude averiguar, la televisión no estaba encendida, no había nada que hacer, ni nadie con quien hablar así que nada mejor que un sueño pensé.

La habitación olía a encierro y a algo más, el sol pegaba fuertemente sobre las sabanas blancas extendidas sobre mi hermano, ya debería de estar quemándole la piel pero él parecía no sentirlo; sobre la mesita al lado de su cama había un ramo de flores de colores vivos que desprendía un cierto aroma natural.

En cuanto me acerqué a la silla frente a la cama, la aparté un poco para extender la cortina y que no le diera el sol a mi hermano, después abrí la ventana un poco y deje que el aire supuestamente limpio entrara en la habitación; Jasper no se quejó solamente se limitó a observarme mientras sonreía.

-¿Por qué sonríes?-le pregunté, me senté en la silla a su lado y le tomé de la mano, la tenía demasiado caliente.

-Porque no hay motivo para no hacerlo-me sorprendió su respuesta y por consecuencia no pude más que sonreírle.

-Está bien, estas feliz y eso me alegra… ¿cómo vas aquí recluido?-le pregunté, mire las flores de soslayó de la que pendía una pequeña tarjeta que ponía

“Para Jasper:

Hey! mejórate pronto! Tenemos muchas cosas que hacer,  Alice”,

No pude más que sonreír.

-Pues no tan mal como me pensaba en un principio-contestó, yo asentí, ahora quería saber sobre la hermana de Edward desde el punto de vista de mi querido hermano.

-¿Eso se puede deber a la encantadora chica que viene todos los días de visita a tu cuarto?, si ya sabes…esa que se llama Alice Cullen- dije picándolo.

El se sonrojó, miro hacia otro lado y sonrió, evitando mi mirada como cuando se mordía la lengua para no decir algo. Acabó por suspirar.

-Gran parte de mi alegría se debe a ella, no te puedo mentir…me encanta su vitalidad, su forma de contar las cosas con tanta intensidad que te hace sentir sus sentimientos, te pone feliz solo al ver su sonrisa es increíble lo que puede hacer en alguien- lo dijo con un brillo especial, comenzaba a temerme que estuviese enamorado pero si era así me alegraba por él, se lo merecía y desde luego de alguien tan encantadora como Alice, ella lo cuidaría sin duda.

-Veo que te ha llegado al corazón- comenté con el mío apretujado… por dios, mi hermanito se estaba enamorando!

El se quedo pensando unos minutos y apretó mi mano para llamar mi atención hasta sus ojos.

-Crees que pueda... ¿Ya sabes quererla?, es que ella es tan…bueno ¿Quién no la querría?, solo tienes que mirarla… no sé si yo este a su altura-  su mirada decayó un poco.

Reí bajito por lo que había dicho y por su confusión.

-Sí, creo que podrías quererla según como lo veo, bueno más bien según cómo te veo a ti, pero en definitiva no tienes por qué preocuparse si lo haces o no, porque estoy segura de que si la quieres sentirás esa atracción irresistible hacia ella, esa que te hará querer besarla, no apartar los ojos de los suyos, no dejarla marchar de tu cuarto…ni de tu vida-le dije tranquilamente, luego el sonreí, me había quedado mirando fijamente la nada, sintiendo cada cosa que decía, era una realidad tan gigantesca que quería tapar que salía a flote por si sola…quería a Edward Cullen pero no podía por mi estúpido trabajo.

Moví la cabeza de un lado a otro como intentando rechazar la imagen de su cara, de su boca sonriéndome de lado; ahora estaba con Jasper y solo existía él.

-Y dime hermanita, ¿es mucho pedir que puedas ir a la tienda de abajo y comprar unos bombones?-preguntó de repente Jasper, yo lo mire extrañada y el asintió.

-Son para Alice, para darle las gracias por las flores y por todo el tiempo que invierte en mi- contestó con un nuevo brillo en los ojos, yo iba a responderle con un “Sí, claro solo por eso…” pero me callé y asentí, tomé mi bolso y baje hasta la tienda para comprarle lo que me había pedido, los escalones que antes había subido los baje rápidamente, luego me tocaría subirlos de nuevo con pesadez pero todo era para alegrarle la cara a Jasper.

En la tienda cogí una cajita con bombones, que contenía unos 12 y los pagué cuando ya iba subiendo las escaleras escuche la vocecita de Alice por los pasillos y me guardé los bombones rápidamente en mi bolso para que no sospechara nada, solo por si los veía. Debía de estar por allí como de costumbre y se pasaría por la habitación de mi hermano así que me di prisa en llegar hasta el siguiente piso y acercarme a su cuarto pero fue demasiado tarde, ella ya estaba allí y no podía darle los bombones sin que ella los viera.

-Hey Alice, ¿tan pronto por aquí?- ella levantó la cabeza y sonrió.

-Sí, estaba por aquí y pasé a saludar…-era mentira, por supuesto que lo era, había venido expresamente aquí pero eso solo hizo que me sintiera más feliz a pesar de los bombones que se derretirían en mi bolso.

Me acerqué a Jasper y le guiñé un ojo debía de darle el chocolate a como diese lugar, así que le sonreí a Alice y acto seguido hice como que estornudaba.

-Vaya, que frio ¿no?- mentira de aquí a la china, pero eso poco me importaba-mira..si esta la ventana abierta, ¿puedes cerrarla por favor Alice?- murmuré mientras yo simulaba tapar los pies de mi hermano con una manta extra. Ella asintió y mientras se daba la vuelta para cerrar la ventana, yo saque la caja de bombones de mi bolso a toda velocidad y los puse bajo una de las muchas almohadas que tenia Jasper a su lado y detrás de él.

Jassper rió por mi maniobra y amé, juro que amé su risa… después de tanto tiempo sin sonrisas, ese sonido era milagroso y refrescante.

-Gracias- dije cuando se dio la vuelta sin darse cuenta de nada, luego mire a mi hermano, parecía que ya estaba yo sobrando allí, tal como lo pensé llegó alguien rescatándome del apuro.

-Tok, tok- dijo la voz que yo tanto deseaba escuchar; me giré y me encontré con Edward en la puerta, fui hasta él y bese sus labios sin importar que nadie nos viera, necesitaba volver a tener el sabor de sus labios. Así que simplemente me dejé llevar cuando su lengua acaparó mi boca.

-Bella…-murmuro separándose de mí con una voz gutural, de nuevo estaba pasándome en un lugar público, iba a hacer que me follara allí mismo.

Hasta ese instante en el que me separe de él no me había percatado de que llevaba una bolsa en la mano que sostenía con cuidado, no una bolsa cualquiera… mierda! Una bolsa de Katherine Burck, una famosa boutique femenina. Tampoco me di cuanta que él ya iba vestido con traje, de modo que ya estaba preparado para la cena.

-Es una sorpresa para ti- dijo sonriendo, solo pude mirarle a los ojos mientras sentía como el corazón se me encogía; deseaba en ese instante besarlo y dejarlo sin respiración y eso que aun no había ni visto mi sorpresa, cuando la viera…sería peor aquella atracción.

Me tendió la bolsa y yo la tome, nerviosa; con mi corazón desbocado la abrí y pude ver tela, cuando lo tomé caí en la cuenta de que era un vestido…blanco como la primera vez que me vio.

-Edward es…hermoso-estiré el vestido frente a mi era simplemente hermoso de verdad que no había otra palabra, lo deje cuidadosamente en la bolsa y me tire contra este hombre que se estaba metiendo irrevocablemente en mi corazón, me colgué literalmente de su cuello y lo besé sin pensar en nadie más.

Pase mis manos por su nuca apretándolo a mí, mis ojos cerrados querían soltar lagrimas pero me resistí y en vez de eso seguí besándolo con furia, sus manos se pusieron en mi cintura agarrándome con fuerza.

-Eh… ¿podrían hacer eso en el baño?-pregunto mi hermano, me separe de Edward y le mire a los ojos divertida.

-Si… o sino tápense sus castos ojos- contesté rodando los ojos, pero ahora no podíamos hacer nada. Edward me miraba como si fuera la única cosa en ese lugar.

-¿Quieres ir a probarte el vestido?-pregunto aún sosteniéndome de la cintura, yo asentí y en cuando lo hice Alice se encontraba a mi lado sonriendo.

-Yo voy contigo, quiero ayudarte- murmuró, yo sonreí, claro… ella era la experta en moda después de todo.

Salí de la habitación aun mirando los ojos de Edward después de haber tomado el vestido de nuevo, mordiéndome el labio llegué rápidamente hasta el servició y entre junto a Alice, quien cerró la puerta con el pestillo. Me ordenó que me quitara la ropa  y con una mirada de sorpresa lo hice sin quejarme

-Te va a quedar precioso- tomó la tela y la paso por mi cabeza, lo sentí caer por mi piel y me mire de refilón en el espejo, el blanco me quedaba bien.

Todo el vestido se ajustó perfectamente a mi cuerpo; era palabra de honor por lo que se apretaba a mi pecho haciéndome una mejor figura, de la cadera apretada bajaba hasta las rodillas donde terminaba el vestido, todo él tenía pequeñas líneas hacia abajo imitando el corte princesa, de forma que si giraba sobre mí, el vestido daría vueltas y se levantaría.

-Es más bonito aún cuando lo llevas puesto- dijo Alice mirándome, sacó de su bolso un peine y comenzó a arreglarme el pelo, haciendo ondas en mi espalda; ahora agradecía haberme puesto mis tacones blancos con aquellos vaqueros  que ahora estaban tirados en el suelo del baño.

-Creo que voy a salir corriendo- dije, ahora si la vitalidad de Alice se me había pegado y quería correr, saltar y gritarle a Edward palabras bonitas, delante de todos.

¿Qué me estaba sucediendo?...

-No nos entretengamos más, sal y enséñale ese vestido a mi hermano- me guiñó un ojo, yo asentí. Salí del baño y me dirigí al cuarto pero antes de que pudiese entrar Edward salió por la puerta y me miro con un brillo en los ojos, su sonrisa me iluminó.

-Te ves tan hermosa…tanto que los mismos ángeles quedarían cegados por tu belleza- murmuró sin alejar su mirada de mis pechos. Reí y me acerqué a él, me beso los labios lentamente y recogiendo mi bolso se apresuró a sacarme del hospital.

-Adiós Jasper, recupérate y disfruta de mi hermana- gritó antes de comenzar a caminar. Alice pasó a nuestro lado velozmente guiñándome un ojo cómplice.

-De nuevo serás sola para mí- dijo al abrirme la puerta de su coche, el mío quedaría resguardado en la cochera del hospital.

_ ¿Te gustaron las flores?- encendió el motor y la radio para que una música suave inundara el coche.

-Sí, me encantaron, gracias por todo Edward, eres…increíble- me guarde ese “te quiero” que pugnaba por salir de mi boca, y me concentre solo en la música que flotaba en el coche y en la carretera que se extendía frente a nosotros.

El coche avanzó silencioso por la ciudad, yo pensando como aguantaría la ganas de no besarlo en aquel momento mientras mis ojos no paraban de mirar hacia su asiento para encontrarme con su bello perfil, estaba serio… pensativo y hasta podría arriesgarme a decir, molesto… pero de pronto cambio su semblante, sonriendo.

-¿Te gusta mirarme?-peguntó, supongo que me sonroje, pero alcé el mentón sin importar que me hubiese descubierto.

-La pura verdad es que Sí, me gusta mirarte… ¿te  parece mal?- le pregunté sonriendo.

-No, en realidad todo lo contrario, me encanta que me mires, así estoy seguro de que no miras a ningún otro hombre-

Seguí mirándolo, estaba recién afeitado, y bajo sus ojos se escondían unas pequeñas ojeras color rosado; respiré profundamente tragándome su fragancia que estaba por todo el auto.

Cuando llegamos al restaurante él me tomo de la mano ayudándome a salir del auto, me beso los nudillos y me condujo hasta la entrada donde pidió un mesa a su nombre, después de eso el Maître nos llevo hasta nuestra mesa y nos dio la carta; inmediatamente nos trajo una botella de vino Tinto millenium de 1996.

-Pide por mí y sorpréndeme- sonreí y él miró la carta de nuevo.

-Ya sé lo que vamos a pedir, y te sorprenderé- le hizo una seña al hombre que se acercó a nosotros rápidamente para tomar el pedido.

-Quiero dos platos de rodajas de entrecot rodeadas con bacón y con salsa de nata; y además para acompañar otros dos platos de cebolla rellena de carne picada- el Maître asintió y Edward volteó a mirarme… él parecía estar inmerso en su elemento, ¿Cuántas veces habrá invitado a mujeres como yo a salir? ¿Cuántas veces habrá tratado de impresionar?... él lo hacía tan fácilmente.

-Parece que todo lo que pediste estará delicioso- dije sonriendo, el asintió

-Lo está, ya lo verás.

De repente se me vino a la mente la sonrisa que tenía el día anterior mientras hablaba con Nate de quien cobijaría a quien, y quise no estar allí; quise estar en una cama con él, porque sí, había estado enfadada por lo que dijo pero también caliente, tanto cuando dijo que no me compartiría con ningún otro. Yo no quería que me compartiese pero tenía un trabajo que no podía dejar… aunque si él me lo pidiera, si todo salía bien para Jassper… podría reconsiderar por supuesto.

 Por ahorra, no sabía por qué camino íbamos Edward y yo…

-Bella pareces acalorada- subió una ceja.

Decidí que lo mejor era divertirme un poco antes de la cena y dejar de pensar en cosas que se resolverían con el tiempo.

-Pues sí, porque estoy pensando en ti… y en nuestra mañana en el patio trasero de mi casa y la verdad es que me pone… acalorada. Más al verte ahí sentado con traje- él se tensó y miro hacia abajo, ¿Qué, algo había crecido en sus pantalones?

-Bella no sabes lo que produces en mí- dijo cerrando los ojos, yo alce mi pierna bajo la mesa y roce con la punta de mi tacón su acentuada erección.

Se mordió el labio, gruñendo.

-Oh por dios…-baje mi tacón, ya que el camarero traía los platos de la comida.

-Aquí esta su comida señor- dejó un plato frente a mí y otro frente a Edward que parecía estar conteniéndome, me miraba con una mirada de deseo, de pronto tomo el vino, lo abrió se hecho una copa y se la bebió de golpe. Reí.

Después de eso comimos tranquilamente, estaba feliz junto a él, me miraba como su fuera lo más precioso que hubiese visto en toda su vida pero a la vez bajo todo eso a veces le salía chispas de fuego, como si me desease amar por semanas seguidas, en las que no saldría de su cama.

Tras terminar el primer plato, el Maître nos tragó el segundo, el de acompañamiento, yo ya me sentía un poco llena pero seguí comiendo, todo estaba demasiado bueno pero no podía concentrarme demasiado en la comida cuando tenía a Edward frente a mi mirándome como tomaba cada bocado.

-¿Te gusta mirarme?- le pregunte imitando el tono que utilizo conmigo en el coche.

-Sí, mucho; me encanta verte en cada minuto, como sonríes, hablas, comes o incluso como me provocas con nada… solo con llevar ese trozo de carne y envolverlo en tus labios… yo…-  se removió en su asiento y sonrió de lado. Alcé una ceja, era demasiado Edward como para no quererlo por cada palabra que dijese, me encantaba su forma de ser y de actuar.

-Bueno…eso está bien porque a mí me gusta que me mires…y me gusta mucho mas provocarte- le conteste tomando mi copa de vino. Bebí un poco y pase mi lengua por el labio donde había quedado una gota del líquido.

De pronto miro bajo la mesa como si quisiera tentarme a mí también pero negué con la cabeza, demasiado tarde diría yo, acerco su mesa a la mía puesto que era redonda le fue fácil, cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí para tocarme, poso una mano sobre mi muslo, y lo movió hacia el interior reclinándose hacia mi oído.

-Me gusta mucho que me provoques mi amor pero mucho más me gusta ver tu cara cuando yo te toco, si te vieras…me gustaría hacerte mía ahora preciosa, se que lo deseas. Dímelo se que lo haces- mordió mi lóbulo, gemí flojito dejando las manos sobre la mesa.

-Si…- dije.

-Eso, pues… me gustaría hacerlo ahora pero estamos en medio de una cena, y eso tendrá que ser mas tarde- movió su mano cerca de mi centro pero no lo tocó solo la apartó mas y mas hasta quitarla y poder separarse de mí un poco más pero no volvió a su sitio parecía mas cómodo cerca de mí.

Estaba caliente, como él me había dejado y respiraba un poco entrecortadamente pero deje ese aspecto de lado para obligarme a seguir comiendo, todo fue relativamente normal, Edward también tenía su lado tierno y divertido.

-¿Puede traernos un par de Cremé bruléé?-le preguntó al maître más tarde, definitivamente los platos que había pedido me sorprendían, estaban todo riquísimo, y qué decir de la Cremé bruléé era exquisita.

Cuando nos lo comimos todo Edward pagó la cuenta y estuvimos charlando largo rato, parecía que quería decirme algo, pero no lo iba a empujar a que lo hiciera cuando quisiera lo haría y si no pues…simplemente no me contaría nada. Frente a su coche me tomó la cara entre sus manos y me miro a los ojos, ese iba a ser el momento en el que me contara lo que tenía en la lengua y en lo que había estado pensando toda la noche… cuando lo pillaba con la mirada ausente o cuando se distraía entre bocado y bocado. Pero en vez de hacerlo me beso, ¿le pasaba algo?, le correspondí el beso suavemente, pasando mis manos por su cara y su nuca hasta que se separo de mí, uniendo nuestras frentes con los ojos cerrados.

-Te necesito- le escuche decir, se separó de mí y me abrió la puerta yo entré esperándole sentada en el asiento a que entrara pero… ¿Cómo que me necesitaba? Estaba comenzando a ponerme nerviosa, de verdad le pasaba algo pero intente no parecerlo delante de él.

Encendió el reproductor de música de su coche y metió un Cd nuevo, era más música como la de antes con la que te relajabas; mientras Edward miraba la carretera fijamente…no me hablo nada mas hasta que llegamos a su apartamento, no le presione simplemente podía querer guardar silencio unos minutos.

-Preciosa…- abrió la puerta del coche, salí y espere a que cerrara su coche para que me dirigiera hasta la puerta de un apartamento, iba un poco absorta en mis pensamientos pero pude observar el barrio lo bastante como para saber que no era uno de clase media-baja si no lo contrario.

Cuando abrió la puerta de su casa su olor me llego más fuerte que antes y comencé a revivir imágenes de él conmigo, como si me las estuvieran dando en pequeños sketches.

-Bella siéntate, tengo algo que decirte-fui hasta el sillón y me senté allí impaciente porque me dijera aquello que me tenía tan intrigada.

-Esto no te va a gustar nada-dijo, yo lo mire con pánico, ahora si tenía miedo de lo que quisiera decirme, tantas ideas pasaron por mi mente, incluso la de que ya no quisiera verme jamás, eso sería algo que…que no quería pensar, no ahora.

-Tanya sabe toda la verdad, sabe que tu eres- las  palabras se trabaron en la garganta- una…chica compañía, y que yo tengo algo contigo. Ella pretende utilizarlo en nuestra contra…_

El aire abandonó mi garganta… no podía ser, la perra esa sabía de mí… ¿cómo? Edward parecía abatido, derrotado… yo solo podía negar con la cabeza.

Me gustaría haberle corregido para decirle, “No, pretende utilizarlo en TU contra…”, pero no podía, estaba demasiado sorprendida para decir nada. Quería explotar.

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Bueno... Edward confió en Bella y le contó... ¿qué hará ella?- lo veremos en el próximo!!! Besotes!