EVADIENDO EL AMOR Capitulo 10

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Si no lleváramos tantos años enfrascados en discusiones, todo sería distinto. Sacudí la cabeza, de nada sirve centrarse en el pasado, debía concentrarme en el presente y el pequeño y maravilloso sueño que estaba segura no tardaría en terminar. Sonreí con cierto dejo de tristeza, los días lejos de Seattle parecían habernos sumido en un mar de calma.

Disfrutaba de su compañía, no lo negare, disfrutaba de las charlas, los besos apasionados, los besos tímidos, las caricias furtivas, de su brazo en mi cintura, de las noches paseando por Vancouver, de su risa esporádica, despertar con sus brazos sosteniendo mi cuerpo, de su respiración chocando en mi cuello haciendo que todo se erizara, de los baños juntos, pero aquello no implicaba que fuera cierto o que funcionaria lo que teníamos.

Casados. La maldita palabra se formo sobredimensionada en mi mente. Mordí fuertemente una de mis uñas hasta quebrarla, las pruebas del matrimonio reposaban dentro de un cajón en la habitación del hotel, cuando la recepcionista las puso en mis manos sentí el peso y un frio intenso recorrer mi cuerpo, mis ojos se calvaron en el sobre de color amarillo, la alegría que experimentara tras un día lleno de emociones se vio empañado, quería ver la prueba fehaciente de lo que Edward decía que habíamos hecho, no es que no creyera en él, joder, James había sido quien me lo dijera, o recordara como fuere el caso, pero no podía ser cierto , mi mente no recordaba ese suceso.

Observe la uña partida con desgane, mientras seguía dando vuelta a mi conflicto interno. Esa noche él también se veía afectado, solo un segundo de su mirada basto para percibir… temor, cosa que a mi parecer era absurdo, Edward Cullen no teme a nada. Al entrar en la habitación tenía la intención de abrir el maldito sobre y ver todo, estudiar detenidamente cada detalle, había estado sola en la salita por más de media hora, él me dejo sola, cosas que agradecí, al final de esa media hora entre en la habitación él ya estaba en la cama, no sé si dormía o no. Abrí el cajón de la mesa auxiliar junto a la cama donde lo deje. Luego de cambiarme me metí en la cama.

Al día siguiente me comunique con James, en realidad tuve que dejar un mensaje de voz informándole que ya tenía sus fotografías, nunca recibí respuesta. Ese mismo día fui a un salón de belleza, tras unas horas donde hubo manicura y pedicura, además de arreglarme en cabello regrese a la habitación, me había despertado y arreglado antes de que Edward se despertara, aun tenía muchas cosas en mi cabeza.

― No, Charlie ya te dije que estoy de vacaciones y no voy a terminarlas porque si— la voz de Edward llego tosca—No, Isabella también está de vacaciones y no la llamaras a molestarla— fruncí el ceño, que mi padre estuviera buscándonos era porque debía ser importante, o extrañaba a su pupilo y a su tormento—Charlie, hay otros arquitectos que pueden hacerse cargo— silencio prolongando, no me atreví a avanzar mas— Tyler, es una buena opción, si regreso a la cuidad el fin de semana, no, no este, no, ya te dije estoy de vacaciones unas que me merezco. No te atrevas a interrumpir a Isabella. ¿Por qué iba yo a saber donde esta?— mi corazón se acelero en el momento— ¿cuando terminan las vacaciones de ella?— avance, él no me noto, lo vi asentir— no pidió vacaciones— me aclare la garganta, giro un poco su rostro inexpresivo— te tengo que dejar, estoy ocupado… si algo así— daba la vuelta para ir al baño— alto hay señora—

― De pequeño deseabas ser policía— me mofe, girándome con los brazos cubiertos sobre el pecho— ¿Qué quieres?—

― ¿Por qué no pediste vacaciones?— alce la ceja

― Porque se supone que necesitaba solo unos días para venir con James y Lawerence. Y porque cuando regresara a Seattle tu estarías de vacaciones lejos— respondí con sinceridad, tampoco es que necesitara de vacaciones extensas en mi opinión una buena semana de descanso basta para recargar baterías— y, según lo que oí en casa me necesitan—

― Bien, viajaremos el lunes a primera hora, así estamos en Seattle antes de las diez—

Ese era el final de mar de calma, lunes en la mañana— hare la reserva de los tiquetes. Y llamare a casa— Edward no dijo nada, así que me escabullí a la habitación para hacer las correspondientes llamadas, he de decir que me sentí decepcionada cuando no noto que me había arreglado el cabello. Que tonta, en el fondo sabía que si había ido al maldito salón de belleza era para verme linda para él.

Hacer la reservas no demoro más de quince minutos.

Demore más armando de valor para llamar a casa, roge porque Charlie no estuviera cerca, los días lejos de Seattle me habían hecho el olvidar la discusión y mi ultimátum, la parte fría de mi decía que lo mejor era dejar de vivir bajo el techo de mis padres, pero la parte mimada me impedía romper los lazos formados con mi madre, y el pequeño de mejillas sonrosadas, quería tiempo para mimarlo, para ayudarle a cambiar el pañal, para ser la hermana que debía ser. La voz de René, sonaba algo apagada al saludar

― ¿Mamá?— pregunte— ¿estás bien?¿está todo bien en casa?¿el bebé?—

― ¡Bella! Cariño, todo está bien, no te preocupes cielito— aseguro pero no creí mucho— ¿Cómo estás?—

― Bien, yo… llamaba para ver cómo iban las cosas en casa y contarte que regreso el lunes—

― Vendrás a casa, o—

― Iré a casa— respondí firme. Las dos nos mantuvimos en silencio por largos minutos— puedes ayudarme a buscar un apartamento cerca de casa— pedí. Antes de que ella protestara di mis argumentos, no iba a dejarle tan pronto, sabía que tenía que disculparme con ella, pero también era consciente que no podía seguir viviendo con Charlie—Mamá— susurre— alguna vez hiciste una locura—

― Mi niña, todo el mundo hace locuras—

Las dos reímos, antes y durante el embarazo habíamos sido muy cercanas, no la veía como mi madre- bueno solo cuando sus ojos se ponían serios-la veía mas como una amiga, ella y Esme a través de los años forjaron un lazo de confidencialidad, claro nunca llegamos a contar cosas sórdidas como con quien habíamos perdido la virtud, o cuando, pero si supieron de la primera vez que nos rompieron el corazón, del primer beso y otras cosas, con el tiempo y su radar incorporado comenzaron a orientarnos para tener “mejor manejo” de nuestras relaciones sexuales

― Sucede algo, mi niña— su voz me devolvió, mordí mi labio con fuerza

― Nada—

― Isabella Marie, si no te conociera me quedaría tranquila, pero te conozco cielo ¿Qué sucedió?—

― Yo… nada—

― ¿Estás embarazada?—

Su pregunta me helo por completo—No— grazne— yo… pla... planifico—

― ¿Aun usas ese parche?—

― Si— respondí al tiempo que sentía mis mejillas ponerse rojas. Ella fue quien me llevara al ginecólogo y le pidiera que me ordenara una forma práctica de cuidarme y evitar embarazos no deseados, en aquella época me marchaba a la universidad, y según sus palabras la vida estaba para disfrutarla pero sanamente y teniendo en cuanta lo que deseaba llegar a ser. Por un año use píldoras las cuales deje de tomar porque se me olvidaba y porque había entrado en estado de recesión total. Doce meses atrás había optado por usar el parche que según el ginecólogo era tan efectivo como la píldora y solo debía cambiarlo cada semana, tres parche por mes, mas económico y no se olvidaba

― ¿Estás teniendo sexo?—

― Mamá— reproche

― Sí, claro que si... ¡Oh Dios!— exclamo emocionada— estas con E…—

― No, no estoy con él— corte sus palabras, odiaba ser tan predecible y transparente para ninguna de las mujeres cercanas a mí, y que me vieran crecer habían dejado pasar por alto el detalle de haber estado enamorada de Edward.

Aun estas enamoran de él. La maldita conciencia me lo recordó

― Si lo estas— afirmo, haciéndome gemir— No quiero que salgas herida, cielo. Ya has llorado mares enteros por él— no respondí—¿hay algo mas, que es Isabella?—

― Nada— respondí atragantada. Nada que un juez no pueda deshacer. Concluí mentalmente— te dejo, voy a buscar algo de comer, nos vemos el lunes y no olvides mi favor. Besos a Ethan— antes de que pudiera decirme algo mas colgué.

Mi mente era un completo caos. No iba a mentirme con el final de las pequeñas vacaciones, debía finalizar todo con Edward, por el bien de mi corazón y mi salud mental, pero el resto de días lo aprovecharía, sería un pequeño interludio.

Edward no estaba cuando volví a la salilla, me calce de nuevo las sandalias bajas y me fui a caminar por las calles cercanas al hotel, recorrí las calles como ausente, me detuve frente a dos tienes para hacer unas pequeñas compras para las personas importantes en mi vida. Comí en un pequeño restaurante muy hogareño. Sonreí a una pareja que se ubico al final de la sala, dos segundos mas tarde observaba la calle e intentaba no pensar en Edward.

La tarde la pase observando la arquitectura moderna mezclándose con los parques e incluso las fuentes de agua de manera impresionante, la brisa de enero solo me hacía sentir añoranza, claro estaba que no olvidaría los días vividos en esta ciudad, en secreto este sería mi paraíso.

― Disfrutar de esos días— murmure en voz alta— después despertaremos en Seattle como si nada hubiese sucedido— me recordé. Lo cual implicaba que una vez en casa debía contactar un abogado.

Un molesto dolor se formo en mi pecho, decidí ignorarlo. Camine sin rumbo fijo, cuando regrese al hotel la noche ya estaba entrada. La recepcionista sonrió como diciendo yo sé lo que ha sucedido. Devolví la sonrisa sin que llegar a ser verdadera.

No me sorprendió que la habitación hubiese estado vacía. A estas alturas el también debía sentir que la dichosa boda había sido el peor error de nuestras vidas peor aun que aquella noche en ese pub. Ese día fui yo quien se metiera en la cama, incomoda, claro está.

A la mañana siguiente, sus brazos están ceñidos en mi cintura y su cara hundida en la parte baja de mi cuello. Trate de zafarme su cercanía a mi pesar me afectaba

― Quédate quieta— hablo con voz ronca

― Necesito levantarme—

― No— su cuerpo se junto mas al mío, dejando notar su erección matutina. Me oír gemir bajamente— ¿Por qué luchas contra esto, Bella?— pregunto restregando su cuerpo al mío—¿por qué contigo todo es una batalla de poder?¿por qué no entiendes que me tienes loco?— sus manos se unieron al juego de su cuerpo, tocando todo a su paso, deshaciéndose de la ropa que separara nuestros cuerpos.

En el éxtasis del momento me vi correspondiendo a sus toques, a sus besos, a cada pequeño movimiento. Entre besos y caricias, volvimos a tener relaciones, cada experiencia mejor que la anterior. Sendas caricias en puntos estratégicos, besos inesperados, estimulación mutua y si sexo oral juntos, gemidos lúgubres, embistes fuertes, en algún momento de aquella horda de placer mi cara quedo contra las sabanas y él gustoso se empalo en mi.

― Esto no es una lucha de poder— Gruño, en medio de un embiste— no es una aventurita— dijo retirando su cuerpo pero sin dejar que su miembro me dejara vacía— esto es amor— su cuerpo choco con más fuerza contra mí. El placer vino a mí en una gran ola que dejo aturdidos mis sentidos.

Es solo sexo. Me dije cuando mi cuerpo trataba de recobrarse.

― Vamos a arreglarnos tengo preparado algo para ti—

Tome su palabra y corrí al baño, desconecte cualquier tonto pensamiento, tras el largo baño, volví a la habitación, él aun estaba en la cama completamente desnudo, mis ojos no perdieron tiempo en evaluarlo

― Vístete— ordeno cortando mi apreciación

― Ve a arreglarte— mande en respuesta

― Ahora, primero quiero ver cómo te vistes—

Esta vez ignorarlo fue un completo desafío, sentía sus ojos pegados en cada movimiento, no hablo, no hacía falta porque yo le sentía. Me seque lentamente, luego tome la botella con crema hidratante y la esparcí sobre mis piernas con sumo cuidado, luego sobre mi estomago, senos, brazos

― Deja te ayudo— trate de negar, pero sus manos arrebataron la botella. Me traque el gemido que se formo cuando sus manos se posaron sobre mí los globos de mi trasero y de allí comenzó a masajear, lentamente— ya se la razón para que tu piel sea tan suave— el calor de sus manos iba es espiral por todo mi cuerpo— ¿qué es esto?— puso un dedo en lo alto de mi espalda— he tratado de no inmiscuirme pero causa curiosidad ¿te hiciste un tatuaje?— me reí, y aproveche para separarme de él so pretexto de buscar mi ropa interior

― Es un método de contracepción— respondí, sin girarme a verle. Rápidamente me puse la ropa interior, y rebusque el vaquero y el suéter de cuello alto

― Primero el aro en el ombligo, y ahora este parche. ¿Qué mas debo saber de ti?—

― Que pensabas que iba por ahí teniendo relaciones con cualquiera son protegerme— gruñí terminando de vestirme

― Espero que no pienses tener sexo con nadie que no sea tu esposo—

― Ve a arreglarte tengo hambre—

Una hora más tarde me llevaba de la mano al restaurante del hotel, en dos ocasiones gruño a dos hombres muy guapos que me sonrieron. El desayuno transcurrió en pleno silencio. Una vez terminamos y ordeno que se cargara a la cuenta de la habitación, volvió a tomar mi mano parta llevarme fuera del hotel, frente a la majestuosa puerta uno de los empleados estaciono un volvo

― Vamos— ordeno abriendo la puerta del auto

A penas se ubico en su sitio, comenzó a conducir por la cuidad, fingí estar atenta de las calles, pero lo cierto era que cada diez minutos mis ojos estaban sobre su perfil de adonis

― Vamos al acuario— me informo dejando que sus labios se curvaran— te vas a divertir—aseguro

Asentí con la cabeza, y volví a mirar por la ventana. El acuario de Vancouver, me dejo como niña pequeña, Edward me condujo por cada sección, su mano entrelazada con la mía, o su brazo en mi cintura. El sitio era inmenso y tan lleno de belleza y vida. Sonreía tras cada vitrina de peces, medusas, leones marinos, orcas, belugas, focas, leones marinos, delfines, pingüinos, osos polares.

En más de una ocasión pegue mi nariz al los vidrios, o brinque cuando uno de los grandes peces nadaba de frente contra el vidrio. En esos casos Edward reía y me sostenía con fuerza, entre sección y sección admiraba el paisaje y las esculturas de los diversos animales algunos con pinta de ser prehistóricos, un guía explicaba alguna de las más importantes características de cada especie y como se encontraba actualmente su población.

En una de las salas quede asombrada cuando una manta paso sobre nuestras cabezas, el túnel daba un efecto surrealista y era como estar nadando junto a tan magníficos animales. Las palabras no hacían falta para expresar mi alegría.

Según el guía ese día estábamos de suerte porque nos dejaron acercarnos a la piscina de los delfines, al comienzo me sujete con fuerza de la mano de Edward, él tan calmo me incito a tocarlo, la aspereza de su piel contrarrestaba con una ligera suavidad si le acariciaba en sentido contario.

Al finalizar el recorrido me condujo a una especie de teatro donde los artistas eran los animales, las belugas fueron las que más me sorprendieron, claro sus primas, las orcas n se quedaron atrás, tan imponentes, dando giros en el aire, haciendo que el agua saltara sobre las primeras filas de espectadores para ganarse su alimento. Los aplausos y las risas de todos eran contagiosos. Con renuencia comenzamos a movernos esta vez fuimos a la tienda de obsequios donde nos hicimos a más de un detalle como la esfera de vidrio con una orca dentro

― Gracias— murmure abrazándolo con fuerza, nuestros ojos se encontraron en una mirada fija y llena de sentimientos. Carraspee e intente soltarme, evitando más contacto. Él no pensó lo mismo sus labios se cerraron sobre los míos, el beso aunque corto estaba más que cargado de sentimientos.

La voz de la dependista fue la que dio por finalizado aquel beso. Sonreí tímidamente.

Camino al auto vimos el anuncio de adoptar una orca, nos hizo sentarnos en una de las bancas y con su móvil en mano ingreso a la pagina señalada en la valla

― Esta, está linda— dijo mostrándome la fotografía de una ballena negra con blanco pequeña— según dice ellas nadan deambulan por la costa de Columbia Británica y han sido identificados individualmente por los investigadores. Cada ballena es identificada con un número de científicos, el nombre de la adopción, el sexo y año de nacimiento—

― ¡Oh!—

― Mira podemos escoger entre las ballenas del residente norte, del residente sur o transitorios de la población—

― ¿eso suena como a tener a adoptar un gato en un refugio?—

― Tontita, aquí dice que nos darán certificado de adopción , esta ballena será Cullen Swan, nuestro primer hijo— esas palabras me hicieron morderme el labio, él estaba pensando a futuro y yo a un presente próximo— cada año reanudaremos—

― No— dije con fuerza

― Tarde señora Swan, en poco tiempo llegara a casa la fotografía de nuestra hija, el certificado, el libro, el cd con sonidos y no sé que mas, un clic y nos hicimos padres de una pequeña y sumisa ballena asesina— dijo riendo, tomo mi rostro entre sus manos y me beso con fuerza— felicidades señora Cullen por nuestro primer hijo—

― Vamos al hotel— susurre trémula

― Oh, cariño no te dije nos quedaremos en un hotel cerca a las montañas, en realidad nos quedaremos allí hasta el domingo a la tarde, entonces volveremos al hotel—

― No trajimos ropa—― Claro que sí. Mientras te duchaba hice una pequeña valija para los dos, son solo tres días Isabela, solo tres— dijo paciente— iremos a una pequeña. Te va a encantar Whistler, el sitio es uno de los mejores terrenos para hacer deporte extremo, o pasear—

― No hago deporte— trate de excusarme, pero él me no tomo en cuenta mi excusa.

Condujo tarareando una tonada suave hasta Whistler, alguna vez James estaba comentado que era el paraíso de los deportistas, el terreno más grande con más de 200 pistas marcadas, tres glaciares, 38 telesquís y más de 8,171 acres de terreno para esquiar con 13 valles glaciares nevados, pendientes pronunciadas cubiertas de nieve, desafiantes pistas tipo mogul, sitios remotos para esquiar entre los árboles y pistas alpinas mantenidas en óptimas condiciones.

Lo recuerdo porque duro un mes convenciéndome de aprender a montar la maltita tabla para que un invierno viniéramos a practicar un poco de deporte, pero a mí el deporte me apetece tanto como las mujeres.

El hotel no se quedo corto para las especificaciones del sitio, en verdad consistía en varios chales de madera juntos, creando una especie de villa, el paisaje me dejo sin aliento, las pequeñas luces que brillaban resaltaban la majestuosidad de aquella visión blanquecina

― No venimos preparados para el clima— murmure, sin parpadear, el ímpetu de la montaña me tenia absorta

― Esta noche no será necesario, mañana iremos de compras y luego iremos a divertirnos—

― ¿Cómo vamos?— pregunte cuando bajamos del auto

― ¿Cómo?—

― Si, no voy a permitir que pagues todo, y no me vengas con cuentos, dime ¿Cómo nos dividiremos los gasto, o pago todo yo?—

― Bella—

― Nada, Edward soy una mujer independiente no necesito que pagues esto— señale con mis brazos todo el paisaje

― Me parece justo, si me dejas costear los demás gasto, tu costeas el hospedaje aquí, yo lo demás incluyendo el hospedaje en el hotel de Vancouver— para acallar mi protesta unió su labios a mí, un beso suave y tierno, lento y caliente.

La corta estadía en el complejo fue maravillosa, los deportes, los paseos, el contemplar como la noche caía cubriendo de un azul suave las blancas nieves.

Los paseos en las moto nieves por las montañas que al comienzo fueron calmas pero que en medio de risas terminábamos haciendo carreras donde el perdedor tenía que hacer lo que el ganador deseara, si eso fue dejarse meter la mano en donde a él le dio la gana, estúpido Cullen, tenía que ser bueno en todo, y gozo mortificando mi pobre control, su lengua enredandose en mi oído al tiempo que su mano se metía dentro de mis pantalones y sus largos dedos masajeaban mi monte hasta hacerme correr en su mano

― Si fuera de noche te lo haría aquí mismo— susurraba a mi oído— en medio de este paisaje, te haría gritar hasta que provocaras una avalancha— mordía el lóbulo de mi oreja haciéndome gemir.

Él disfrutaba dejándome caliente, al tal punto de que si tocaba la nieve la derretiría.

Besos calientes y apasionados en el telesquí, un paseo en helicóptero para ir a una de las pistas más famosas de snowboard, donde ninguno de los dos practico el deporte, yo porque no sabia y él porque quería contemplar a la gente deslizándose en la tabla, jadeando cuando alguno de los deportistas caía y como si nada se levantara y continuara su recorrido

― Yo puedo hacerlo mejor— aseguro petulante y aunque lo único que se veía era nuestra nariz y su boca podía ver el brillo de sus mirada tras los lentes opacos

― Eso crees— respondí tomando un poco de nieve y tirándosela a la cara— creo que no si quiera eres capaz de levantarte sin tambalearte— puye tirando una nueva bola de nieve. Me levante y salir corriendo lejos de Edward quien juraba era la guerra y el seria el ganador. Me reí estruendosamente tratando de ganarle a la nieve que parecía impedir mi escape

― Te lo dije— exclamo antes de lanzar la bola de nieve que golpeo la parte superior de la cabeza. Rehuí entre los arboles pero mi respiración alterada le daba ventaja para atacarme—un beso y estas perdonada, Bella— susurro bajo. Corrí tan rápido como pude, claro él fue más veloz, tiro de la gran chaqueta verde limón que había comprado y me tiro a la nieve, sin decir nada me beso, mi respuesta no fue menos delicada, sujete con fuerza su cabeza entregándome por completo a aquel beso, aprovechando para meter mi lengua en su boca y luego delinear sus labios con ella, el calor de su boca me hacia anhelar estar en el cuarto del hotel. Cuando el beso termino estire mis brazos en la nieve, animada por el momento moví pies y manos tan amplio como pude para crear un angelito de nieve— vamos cariño, antes de que se te congele tu precioso trasero— ronroneo— te invito a un chocolate caliente con malvaviscos y torta de chocolate— sujete su mano.

Aquella sin duda fue una de las mejores tarde en las que bebí chocolate caliente, durante todo el momento nuestras miradas estuvieron enlazadas, y la sonrisa en nuestro rostro.

Al día siguiente en la mañana me convenció de tomar clases de Ski no sé en qué mundo vivió Edward para creer que iba a funcionar, por más de dos horas permanecimos en la falda de la montaña oyendo atento las instrucción del profesor, luego intentamos hacer los ejercicios en la cima de una pequeña colina, fingiendo tener puesto los implementos deportivos. moviendo el cuerpo como decía, clavando los bastones, hasta hay todo fue maravilloso, el problema vino primero cuando tuve que ponerme cada cosas esa, una tortura, luego rodee al tambalearme mal. En una de ocasione Edward mordió nieve al intentar salvarme de la caída, merecido lo tenía por tratar de convencerme de que podía bajar la tonta colina en una pieza. Entre risas decidimos que aquello no era lo mío.

Ese mismo día me convenció de subirme a una tabla de snwoboarding, argüí mi fracaso con el ski pero el desmerito mi diatriba

― Es como el Surf— dijo sujetando mis pies a la tabla— el secreto está en tu cuerpo y en la confianza que tenga— esta vez el fue mi maestro— es sencillo ya que el equilibro no está en un solo sitio sino completamente distribuido— al terminar apretó mi trasero, y rápidamente se dedico a sujetar su tabla— vamos así— me incito a que le siguiera— flexiona un poco la rodillas— ordeno—trata de inclinar un poco tu cuerpo y separa un poco los brazos en caso de que necesites ayuda—

― Si me rompo un hueso te mato— me queje, sin embargo hice lo que dijo.

La pendiente no era tan inclinada, y el terreno limpio y casi sin observadores me incito, deslizarse parecía fácil, nada de prisa, dejando que mi cuerpo me guiara, no sé porque asocie eso a cuando aprendes a montar bici, la cuestión está en la confianza, me deslizaba algo torpe , cuando el paso a mi lado haciéndome tambalear y caer de culo. Entre protestas me levante y volví a intentarlo, al menos en esta ocasión no renuncie, entres caída y caída descendimos la colinita.

En la tarde nos concentramos en observa un pequeño espectáculo que había de patinaje sobre hielo, lo que había entendido era el entrenamiento de famosos atletas que competirían en las olimpiadas de invierno, pensé que iba a patinar como esas mujeres en la tele, pero la realidad era que los tipos en la pista hacían carrera en la pista, los agiles cuerpos luchando por el primero lugar, sus cuerpos inclinados para ganar velocidad con la fricción del aire, y con sendas zancadas y moviendo sus manos, cuando por fin finalizaron la practica los pocos asistentes estallamos en aplausos.

Nuestro último día en aquel paraíso no fue menos divertido que los dos días anteriores, paseamos, observamos el atardecer, en la estancia del hotel jugamos en un futbolito, compartimos una nueva tarde de chocolate caliente.

En nuestras platicas hablamos de algunos proyectos futuros, de algo del pasado, claro sin llegar a fondo en temas como mi gusto por él, o sus tantas novias, porque de solo pensarlo la bilis se me sube a la garganta. Esa noche como las anteriores fue poco lo que dormimos, aunque los dos estamos cansados el propuso una mejor manera de que nos pasara ese agotamiento, si, un poco de sudor, gemidos, besos, arañazos, cuerpos juntos en la bañera, o contra la pared o en el piso.

El domingo se llego tan rápido que me sentí triste porque llegara, despertamos pasado el mediodía, tras un almuerzo en completo silencio, al igual que el trayecto hasta el hotel. Los dos sabíamos el final de ese sueño estaba a horas de terminar y nada lo impediría.

Hice la maleta y la deje lista cerca de la puerta, hacia zapping en la tele cuando recordé los sobres, corrí a la habitación donde Edward hablaba por teléfono, me miro dos segundos antes de volver a su llamada, tome los sobre, el de James fue a parar a la bolsa, el que venía marcado con nuestros nombres.

Con manos temblorosas rasque la parte superior del sobre, mis manos sudaban incontrolable, cerré los ojos por unos minutos, tenía que hacerlo, respire profundamente, tome el Cd e inmediatamente lo puse en el DVD, baje el volumen de la tele lo suficiente para que él no oyera.

El comienzo del video era borroso, las conversaciones eran ininteligibles, poco a poco la lente se fijo en nosotros, Edward sostenía mi cintura en la pista, mi rostro hundió en el arco de cuello, y mis manos sujetando con fuerza sus hombros, bailábamos una lenta pieza. Cuando esta termino levante mi rostro y luego de una sonrisa lo bese enérgica hasta que Victoria dijo algo que me hizo separarme.

― Dios— susurre.

Cada imagen era una revelación, él cuidando de mí—Vamos Edward, tu lo quieres— decía algo torpe, él negaba— cásate conmigo— lleve mis manos a la boca para impedir gemir en alto

― Deja de beber— pedía él, y cual niña malcriada le recordaba que no era mi padre

― Va-vamos a casarnos— mis hipidos no me dejaban hablar bien—tu me gustas, yo te gusto, te aseguro— los tontos hipidos no me dejaban entender que dije después— vamos Edward— le dije, sujetándolo fuertemente

― Mañana no te acordaras de nada— él trataba de hacerme entrar en razón

― Sí, me acordare, vamos los dos lo queremos— replicaba yo, como para comprobarlo lo besaba al tiempo que mis manos tiraban de su cabello

― Promete que te acordaras y no reprocharas nada, no quiero seguir siendo el malo—

― No, tu… eres riiiicoo— le asegure volviendo a besarlo.

Él se levanto dejándome al cuidado de James, quien reía y murmuraba que estaba loca, además de preguntar insistentemente si sabía que estaba haciendo

― Si— le aseguraba abrazándolo— sabes que lo ame, que siempre lo he ha amado, que nunca podría amar a nadie—

― Bebé, estas muy ebria—

― Eso no es cierto— le refutaba— estoy bien—

Me pregunte quien estaba grabando y porque grabo esas partes tan vergonzosas, mis manos aun sobre la boca impedían que los sollozos escaparan, sentía mis ojos llenos de agua. Pero no era capaz de moverme y apagar el video.

James me daba de beber algo, y me aseguraba que en menos de media hora estaría bien. Aquella imagen fue la última donde mi amigo me decía que si sabía lo que hacía. Las siguiente serie de imágenes enfocaba agente que no conocía, a un Edward frente a un hombre de edad avanzada y con sonrisa ladina, luego se enfocaba en mi, con el traje que usara para la boda de James, mi amigo ,e llevaba de gancho, hasta la marcha nupcial se oyó, James, Lawrence, vitoria y su novia estaban cerca de nosotros. El ministro, cura o lo que fuera aquel hombre, pregunto si estaba totalmente segura, en sano juicio y no sé que más cosas, todos parecían contener la risa

― Claro que si—había pronunciado firme y claro, como si no estuviera ebria. Tras su asentimiento inicio la pequeña ceremonia. Una boda civil, donde explicaba la importancia de la unión

― Mas que una pareja es una empresa, para que triunfen se necesita confianza y respeto, es una inversión que de durar dará grandes beneficios y satisfacciones— murmuro jovial, al tiempo que deslizábamos las argollas en nuestras manos. Y luego indicando donde debíamos firmar, vi mover mi mano firme, luego su firma y nuestros testigos.

Tuve que reír sofocada cuando la hora del beso llego y mis manos sujetaron la chaqueta de Edward para estrellar mis labios con los de él. el resto de video me pareció un sueño, el brindis, mi sonrisa amplia, sus manos acariciando mi rostro, sus labios besándome, juntos bailando como marido y mujer.

Sin levantarme del sofá, tome las fotos y observe una a una, cada una el fiel reflejo de lo sucedido aquella noche, miradas coquetas, picaras, amorosa, sonrisas furtivas, caricias descaradas, besos, abrazos, nuestras manos unidas con las argollas, los dos firmando el certificado, en el brindis, una con nuestros amigos, algunas solos, otras donde él me tenia sentada en su regazo, y unas donde él me sostenía en sus brazos con una amplia sonrisa dejando la sala donde se había realizado la recepción.

Llore en silencio con la ultima fotografía en mano, una donde salíamos mirándonos fijamente, él me sonreía y yo tenía una mano en su mejilla. Sus fuertes brazos cobijaron mi cuerpo

― Todo va salir bien— susurro. No pude contradecirle, decirle que aquello era un error, que nunca debió hacerme caso, que nunca debió ir a Canadá, que lo nuestro no tenia futuro alguno y que al final los dos terminaríamos odiándonos más de lo que nos odiábamos antes— me gustas, yo te gusto—susurro las palabras que yo le dijera aquella noche— en realidad yo te amo Isabella Swan, y quiero, deseo que sigas siendo mi esposa— llore con más fuerza y esta vez mis sollozos fueron audibles, como podía decir aquellas. En lugar de soltarme o reprochar mi actitud me abrazo con más fuerza

Quería creer que esto funcionaria y preguntándome si ¿en verdad el sueño se terminaría? Toda mi vida he estado enamorada de él, lo amaba sin lugar a duda pero no solo de un amor de juventud se puede formar una relación.

Disfrute este capítulo, gracias a mi hermanita Leymi por darme ideas locas, cariño cada palabra tuya es tenida en cuenta lo sabes. Por fin luego de una semana larga aquí esta este capitulito como lo prometí, quise hacerlo antes pero me fue imposible, este fin de semana actualizo UVO. ¿Qué les pareció? ¿Que nos espera? Juro que a veces quiero matar a Bella, estuve tentada a hacerla caer del telesquí por pendeja pero sin Bella no hay EEA, ¿Qué les parece la noticia sobre su hijo? No es tierno. Mi anuncio parroquial, si las cosas van mal relájate y disfruta, de nada vale estresarse o desesperarse porque en ese momento nos cegamos y no vemos que la solución está frente a nuestras narices y es más simple de lo que parece. FELIZ SEMANA.

P.S LULLABY TE AMO, Y NO LE PARES BOLAS A LAS PERSONAS MAL INTENCIONADAS, CUANDO DAR UNA OPINION SEA DELITO YO TE DEFIENDO, POR EL MOEMTNO SEGUI SIENDO TU, MI HERMANA HERMOSA Y AMOROSA. QUE AQUELLAS PERSONAS NO TE ROBEN LO QUE ERES O LO QUE PIENSAS TE AMO.

Leymi no fue capáz de arreglarlo, lo siento

ADA