Canción: Mientes de Camila
Autor: Diana Caro
Clasificación: T
Hoy
estoy mejor sin ti
Una noche de apertura más, el coctel, los invitados,
apretones de mano y comentarios insulsos. Lo único que quiero es que la gente
aprecie mi arte, que puedan sentir y vibrar frente a mis fotografías, que
salgan de la exposición sintiéndose diferentes, aunque sea por una noche… Pero
todas esas cosas vienen con el reconocimiento y el éxito, así que debo estar
presente y aburrirme infinitamente.
Intentando que la noche no sea tan monótona me ubico en
algún rincón, algo escondido, para observar a las personas mirando mis
fotografías, intentando leer los sentimientos que van reflejándose en sus
rostros; de pronto algo llama mi atención, una larga cabellera marrón ondula
bajo la luz de un foco y por algún extraño motivo que no logro comprender mi
estómago se contrae.
La dueña de esa cascada de finas hebras que atrapan y
reflejan la luz de forma hipnotizadora se encuentra frente a una de mis
imágenes favoritas, por su postura puedo intuir que está absorta en su
contemplación, se le nota algo pensativa y mi curiosidad por ver la expresión
de su rostro aumenta, y en ese momento todas mis alertas se disparan, mi
intuición me dice que mejor lo olvide pero la curiosidad es más grande.
Giro escasamente, lo suficiente para vislumbrar un poco
de su cara y no comprendo por qué mi corazón late desenfrenadamente al hacerlo,
ella se toca los labios con los dedos de su mano al tiempo que sostiene la copa
de champagne y esta le oculta un poco, pero podría reconocer esos ojos en
cualquier lugar, el color del chocolate derretido, se ven un poco melancólicos
pero yo los he visto brillar con malicia y felicidad.
El aire escapa de mis pulmones violentamente, me
envuelve un torbellino de sentimientos encontrados, mi cuerpo tiembla y siento
como si mis piernas estuvieran hechas de gelatina. Estoy en blanco, en lo único
que puedo pensar es en ella, en Bella… ¿Bella? ¿Qué hace ella aquí? Y mi cuerpo
se tensiona de manera casi dolorosa, ¿Bella? ¿En realidad es ella? Recuerdo que
debo respirar y lo hago despacio, intentando recobrar la compostura.
La mujer toma un trago de su copa y se dirige hacia el
otro lado del salón, caminando con pasos de felino, elegantemente, como si con
cada paso conquistara el mundo y con eso mi mente viaja hacia el pasado…
Estaba
sentado en mi clase de cálculo de último año, al final del salón, concentrado
en mi libro de ejercicios sin darme cuenta de que alguien se sentó a mi lado.
-Hola-
Volteé a
ver quién me hablaba, algo extrañado, y me encontré con los ojos más
maravillosos que había visto en mi vida, era como si alguien hubiera derretido
chocolate, allí me encontraba chapoteando en ese mar de chocolate cuando una
voz me sacó de mi ensimismamiento.
-Hola,
soy Bella. Soy nueva en la escuela, ¿cómo te llamas?- la chica me miró con una
expresión de picardía.
-Eee
Edward- logré decir al encontrar mi voz de nuevo.
-Hola
Edward, disculpa que me haya sentado a tu lado pero era el único lugar disponible-
dijo con una sonrisa que iluminó mi día.
-No te
preocupes, no hay problema- respondí sin saber que más decir.
En ese
momento el profesor entró al salón y la chica a mi lado centró su atención en
la clase. Por primera vez en mucho tiempo no escuché nada, mi mente vagaba
dispersa intentando descifrar el montón de sentimientos que me embargaban.
Estaba sorprendido, nunca nadie había logrado dejarme aturdido de esa manera,
con un simple “hola”, me sentía estúpido y ridículo por mis torpes respuestas y
lo que era peor no comprendía porque en
mi estómago revoloteaban miles y miles de mariposas. Me encontraba analizando
todo esto cuando esa dulce voz me sacó de mis ensoñaciones.
-Adiós
Ed, nos veremos por ahí!- dijo Bella levantándose de su silla cuando finalizó
la clase.
Y se
fue, sin más, dejándome descolocado y asombrado, sin poder decir nada. Un
momento: ¿Ed? ¿Dulce voz? ¿Qué me estaba pasando? Sacudí mi cabeza para
serenarme y me dirigí a mi siguiente clase, no podía seguir perdiendo el tiempo
pensando en sensaciones y sentimientos.
A la
hora del almuerzo me encontraba sentado con mis amigos en el comedor,
discutiendo que haríamos el fin de semana, y cuando paseé mi vista por el lugar
la vi, iba entrando junto a un grupo de chicas pero sin proponérselo ella
destacaba entre las demás, con sus andares de gata, me miró y me saludó con la
mano, pero se sentó con el grupo con el cual venía. Y las mariposas habían
encontrado el camino de regreso a mi estómago.
-Edward!-
Emmett sacudió su mano frente a mi cara.
-Mmmmm
¿qué?- dije distraído
-¿Dónde
estás hombre? Te estaba preguntando si querías que jugáramos un partido de
baseball el domingo- dijo haciéndose el enfadado.
-Sí,
claro. ¿A qué hora nos encontramos?- respondí y con eso logré que Emmett
continuara con los planes sin prestarme mayor atención.
La
observé, su risa, su desenvoltura, no se me hacía extraño que hubiera hecho
empatía con “las chicas populares”, cuando se levantaba para irse un mechón de
su cabello se desató de su cola de caballo y mis dedos picaron al desear
ponerlo detrás de su oreja. No pude dejar de mirarla, de contemplar su andar
felino, elegante, como si con cada paso
conquistara el mundo…
Ella se detiene frente a otra de mis fotografías y me
pregunto si sabrá quién es el autor, me siento tentado a seguirla y continuar
observándola, mi cerebro me advierte que no debo hacerlo, pero mis piernas se
mueven solas y avanzo, lo hago manteniéndome en las sombras, oculto.
¿Cuánto ha pasado desde la última vez que la vi?
Cuatro, tal vez cinco años, tanto tiempo y a la vez tan poco. Mi mente quiere
recordarme los motivos por los que ya no está a mi lado, pero mi cuerpo es
irracional, sacudo mi cabeza y continúo observándola, como si fuera un espía,
un voyeur…
Su rostro sigue siendo el mismo, capaz de esbozar la
sonrisa más dulce o más seductora, esos ojos continúan siendo una ventana
transparente, en algún momento pensé que podía ver a través de ellos, que podía
ver su alma, que equivocado estaba. Y su cabello, esa cascada marrón que llega
hasta el final de su espalda, cuanto me había trastornado esa mata de pelo
ondulado…
Su
cabello se había transformado en mi fetiche, me encantaba observar como el sol
le robaba reflejos rojos, como cuando se hacía una cola de caballo esta ondeaba
detrás suyo con cada paso que daba, como cuando estaba distraída o concentrada
en algo algunas hebras se dirigían a su rostro y acariciaban su piel.
No lo
podía creer, me había convertido en un acosador, la seguía sin que ella se diera
cuenta y le tomaba fotos, cantidades absurdas de fotografías a blanco y negro,
amaba poder congelar en el tiempo sus gestos, sus miradas, el movimiento de su
cabello, esa mata de pelo ondulado.
La
fotografía siempre había sido mi pasión, me asombraba como al revelar la imagen
iban apareciendo las sutiles sombras, los contornos; como llegaba a expresar
mucho solo con una gama de color. Y se volvió mi herramienta para atrapar a
Bella, para hacerla mía en silencio.
Pocos
estudiantes hacían parte del taller de fotografía, así que podía hacer uso del
cuarto de revelado por horas sin que nadie me molestara. Este era mi lugar, mi
espacio, allí hacía magia. Ese día como muchos otros me encontraba solo cuando
sentí que alguien entraba.
-Hola
Ed! No sabía que iba a encontrarte aquí- su voz hizo que todo el contenido de
mi estómago se esfumara, dejando en su lugar un vacío incómodo.
-Que
bien, si voy a tenerte como compañero en este taller las cosas no serán tan
aburridas- decía Bella con un tono de ilusión en la voz.
Dejé su
fotografía bocabajo en la cubeta del agua y me volteé para observarla.
-No
sabía que a ti te gustara la fotografía- le dije con mucha tranquilidad,
tranquilidad que estaba aparentando, por supuesto.
Bella
continuaba compartiendo puesto a mi lado en las clases de cálculo, y nos
habíamos hecho amigos, mejor dicho: éramos buenos compañeros de clase,
charlábamos despreocupadamente y había logrado parecer menos incompetente en su
presencia, pero verla allí, en mi lugar, me dejaba asombrado y aterrado a la
vez.
-No es
algo que llame mucho mi atención- respondió encogiéndose de hombros –pero debo
completar algunos créditos para graduarme y era el único taller donde había
cupo-
-¿El
único?- Le dije levantando las cejas algo incrédulo.
-Bueno,
no el único, pero era aprender fotografía o dedicarme a hacer galletitas en
repostería, y no me entusiasma andar con delantal y llena de harina- dijo con
su sonrisa pícara- ¡así que tú serás mi asesor para ponerme al día!-
¡Oh no!
¿Cómo iba a tenerla aquí sin que se diera cuenta del acosador que me había
vuelto?
Estaba
frente a un dilema, ¿le decía que no tenía tiempo y que buscara otro compañero
de laboratorio o aprovechaba la oportunidad de pasar más tiempo a su lado, y
tal vez que ella me permitiera tomarle fotografías? Ante esta última opción el
contenido de mi estómago regresó y se puso a bailar desenfrenadamente.
Fueron
días mágicos a su lado, hablando cada vez de cosas más personales, le conté mis
proyectos, mis sueños, ella me escuchaba interesada. Aprendió rápido lo básico,
la técnica, pero siempre insistió que yo era poseedor de un talento
excepcional, que podía ver lo que otros no y eso me hacía especial, y yo le
creí.
Ahora la observo mirar calladamente mis fotografías,
¿recordará que fue ella quien me hizo pensar en dedicarme en cuerpo y alma a
este arte? ¿Recordará cuantas veces fue mi modelo, mi musa, la inspiración que
oprimía el obturador de mi cámara? Bueno, por lo menos en eso había sido
sincera, al decirme y hacerme ver cuán
especial era.
Oh Dios! La tengo a metros de mí, pero mi cuerpo vibra
con su presencia. Esta mujer me enloquece, hace que pierda el sentido de la
realidad. Debo recordar el dolor, el dolor es mi ancla a la tierra de la
cordura, si suelto el ancla esta podría hundirse en las profundidades y yo me
veré arrastrado en un mar de locura.
No ha sido buena idea seguirla, espiarla, su expresión
me hace pensar que pasa por un caleidoscopio de sensaciones, y yo quiero saber
que siente, que piensa al mirar mis fotografías. Y así vuelven los recuerdos…
Una
tarde en la que me encontraba solo en el taller de fotografía, mientras tenía
bajo el chorro una imagen de Bella en la que se veía como reía mientras el
viento hacia volar su cabello, sentí su olor, pensé que era mi mente que se
había terminado de enloquecer, cuando su voz me sacó de mis cavilaciones.
-No
recuerdo cuando tomaste esa- dijo despreocupadamente.
Las
pinzas resbalaron de mi mano y cayeron junto con la fotografía.
-Es
porque la tomé sin que te dieras cuenta- le respondí sin voltear a mirarla.
-Me veo
inocente- dijo con un tono de voz que no supe identificar mientras rescataba la
fotografía de la cubeta de agua y la llevaba a la cuerda de secado.
No dije
nada, me había tomado por sorpresa. Después de asegurarse de que la fotografía
estaba bien sujeta se giró hacia mí y me miró, sus ojos de chocolate fundido
refulgían con un brillo especial, un brillo que pensé iluminaba la habitación.
-¿Así me
ves tú?- me preguntó con un susurro.
Yo
estaba mudo, no sabía que decir.
-Dime
Edward ¿Qué ves cuando me miras?- me dijo con una voz sensual que me dejó aún
más aturdido.
¿Cómo
decirle que veía miles de cosas en ella? ¿Cómo decirle que no podía pensar en
nada más que no fuera ella? ¿Qué mis sueños estaban repletos de imágenes suyas?
¿Qué no me di cuenta cuando pase de ser un adolescente normal y corriente, para
convertirme en este ser ridículo, sensiblero y enamorado?
Bella se
acercaba a mí suavemente, sin quitar sus ojos de mi cara, mi respiración era
errática, me sentía como un animal hipnotizado por una serpiente, atrapado sin
salida, pero no quería huir. Cuando estuvo tan cerca de mí que podía sentir su
suave aliento en mi piel, hizo algo que me llevó a perder el control: se lamió
los labios, sacó su lengua de gatita y lentamente la pasó por su labio inferior
para terminar atrapándolo con sus dientes.
Mi
cerebro se desconectó, solo afloraron mis instintos más primitivos, y sin
pensarlo ni razonarlo la tome con ambas manos y la besé, suavemente al
principio, pero eso no me era suficiente, ella abrió su boca para recibirme y
mi lengua salió al encuentro de la suya, era la sensación más abrumadora que
había experimentado, nuestras lenguas luchaban apaciblemente, se acariciaban,
se reconocían. Me mordió con los labios, con los dientes y el dolor era dulce.
Mis
manos se hundieron en su cabello, acariciando suavemente, aspirando su aroma.
Su cuerpo pegado al mío, bajé suavemente mis manos por su espalda, acariciando,
haciendo figuras con las puntas de mis dedos y la sentí temblar contra mí,
llegue al borde inferior de su blusa y fui sacándola despacio, rozando con mis
manos cada centímetro de piel, era maravillosa, suave como el terciopelo, mis
sentidos se hallaban embotados pero pude escuchar como leves gemidos escapaban
de sus labios.
Quería
tomarla suavemente, saborear cada pedazo de su piel, aspirar todos sus olores,
sentirla con mis manos, mis dedos, mi boca, mi lengua… pero ella tenía otros
planes, era una mujer apasionada y me desnudó salvajemente, rompiendo algunos
botones de mi camisa.
Sus
manos sobre mi piel quemaban, dejando un rastro profundo por donde pasaban, me
acariciaba como si no hubiera otra oportunidad, como si el mundo se acabara en
minutos, y me contagió su euforia, su locura… no me di cuenta como terminamos
de desnudarnos pero la tomé de la cintura y la senté sobre una de las mesas de
trabajo y la miré.
No podía
creerlo, frente a mi estaba la mujer más hermosa que había visto, paseé mis
manos y mi boca suavemente desde sus tobillos hacia sus muslos, acariciando,
mordiendo, lamiendo y al llegar a su centro aspiré su aroma, su embriagador
aroma. Ella me tomó por mi pelo y me dirigió a su boca, donde nos besamos
salvaje y dulcemente, “como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces,
de movimientos vivos, de fragancia oscura”[1]
y finalmente entré en ella, me hundí
temblando como una luna en el agua, tan profundamente que ya nunca más pude
volver a salir.
No sé si siente la intensidad de mi mirada, pero de un
momento a otro se voltea y mirándome se dirige hacia donde estoy, quiero huir,
quiero salir corriendo, pero no lo hago, de nuevo me siento la presa acorralada
mientras la leona salta sobre ella.
-Hola Edward, debo felicitarte por tu exposición, como
siempre tu trabajo es magnífico- dice sonriéndome traviesa y seductoramente.
-Hola Bella. Tu tan hermosa y condescendiente como
siempre- digo con aparente calma, sin poder ocultar el tono irónico de mi voz.
-Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos,
¿Por qué no nos reunimos al finalizar la velada, tomamos una copa y charlamos?-
dice con inocencia.
Esta mujer es capaz de enloquecerme, ¿no recuerda cómo
fue la última vez que nos vimos?
-Lo siento Bella, pero el día de hoy estoy algo cansado
y deseo retirarme temprano- le respondo- si vas a pasar algunos días en la
ciudad, llama a mi asistente y ella tal vez concrete una cita- digo cortante,
por supuesto que iba a decirle a mi asistente que si ella llamaba dijese que mi
agenda estaba copada por los siguientes tres meses.
Y sin que me diera tiempo de reaccionar se acerca aún
más a mí, me toma suavemente de un brazo y me dice al oído: -Por favor, haz un
pequeño esfuerzo, no atravesé el país para irme sin hablar contigo, por favor…-
me mira por entre sus pestañas, su aliento es tóxico para mis neuronas –yo
espero, no importa la hora en que termines, te espero.-
Acepto moviendo mi cabeza afirmativamente y me alejo de
ella. Continúo paseándome por la galería, saludando a los invitados,
deteniéndome a charlar con posibles compradores y esquivando lo más
educadamente posible los coqueteos de las mujeres. Mientras el tiempo pasa siento
su mirada sobre mí, siguiendo mis pasos.
No sé porque acepté, quiero convencerme de que lo hice
para librarme de ella rápidamente, pero una voz en mi cabeza me dice que eso es
mentira, esa mujer es una bruja y su sola cercanía logra que haga cosas sin sentido.
Siempre lo hizo.
No era
un chico sin experiencia, pero comparado con Bella mi vida había sido un cuento
para niños, insustancial. Mi tiempo junto a ella fue increíble, su energía
desbordante la llevaba a hacer locuras y yo me veía arrastrado con ella, con
miedo pero la seguía, muchas veces estuvimos a punto de meternos en problemas
serios pero ella lograba resolverlo todo con su encanto y su hechizante
sonrisa, y luego nos reíamos como locos de lo sucedido. Ella me llevó por su
vida probando placeres oscuros, viviendo excesos, conociendo y amando su lado
más sombrío, turbio, siniestro.
Nos
graduamos y decidimos entrar a la Escuela de Arte, ella a estudiar arte
dramático (y vaya que tenía habilidades) y yo fotografía. En ese tiempo creía
que Bella había llegado a mi vida para despertarme de un letargo, para
enseñarme que era estar vivo… lo que nunca imaginé era que así como había
podido encenderme podía apagarme. Ella era mi todo, mi musa, mi objeto de
estudio, de deseo, de obsesión. Se hizo indispensable para mí, y con los ojos
cerrados la seguí, sin saber que no era la persona que pensaba, que creía.
Durante
nuestro segundo año de universidad comencé a sentirla extraña, decía cosas
contradictorias, se olvidaba de nuestros compromisos, desaparecía… nunca le
presté real atención a estos hechos, siempre me escudé en que así era ella,
indomable, libre, y que yo no podría cambiarla. Definitivamente yo busque el
dolor, y lo conseguí.
Un día
llegué a nuestro apartamento y la encontré haciendo las maletas, al principio
no entendía lo que sucedía, estaba aturdido.
-Bella,
¿Qué haces?- la miré asombrado.
-Lo
siento Ed- me dijo sin siquiera mirarme.
-No
entiendo, ¿Qué sientes? ¿Qué significan esas maletas?- le dije con un tono de
pánico en la voz.
-Ed, siéntate,
tienes que saber algo- su tono estaba asustándome de verdad. – Me voy-
-¿Qué?
¿Cómo? ¿A dónde? ¿Por qué no me lo habías dicho?- la nota de pánico se hacía
cada vez más perceptible.
-Me
ofrecieron una beca para estudiar en la escuela de Londres, me voy- dijo
simplemente.
-Pero
porque no me lo habías dicho, ¿Cuándo paso eso? Si me hubieras avisado yo
habría solucionado cosas para irme contigo. Espera, aun puedo hacer algo, puedo
continuar mi carrera allí, o trabajar, lo que sea para seguir a tu lado- había
súplica en mi voz.
-No Ed,
no quiero que vayas. Mira, sé que tarde o temprano te vas a enterar y tal vez
es mejor que te lo diga yo. Conocí a alguien, y me voy con él, así que es mejor
que lo asumas de una vez.
Yo
estaba como inconsciente, la sentí llegar a mi lado, agacharse y darme un beso,
un suave beso.
-Adiós
Ed, gracias por todo lo que viví a tu lado, fueron años maravillosos, pero
necesito experiencias nuevas, sensaciones nuevas- y se fue.
Mi mente vaga por los recuerdos, abriendo de nuevo las
heridas, llenándome de rabia y dolor. Me dirijo al baño y sin poder soportarlo
más descargo mi puño en la pared. El dolor me invade rápidamente, pero este
dolor físico no se puede comparar con el dolor del alma. Pongo mi mano bajo el
chorro frío de agua, la flexiono varias veces comprobando que no la he roto.
¡Maldita sea! Creí que ya la había olvidado, que había
cerrado mi pasado y lo había dejado atrás; pero así es ella, siempre llega
cuando creo que puedo cantar victoria, cuando estoy a punto de olvidarla. Debo
recordar, aferrarme al dolor para mantenerme cuerdo y hacer lo que tenga que
hacer pero dejarla atrás de una vez por todas.
El
dolor, un dolor como jamás había sentido me atenazó por días y meses, bebía más
de lo que mi cuerpo podía soportar intentando borrarla. Estuve a punto de
perder mi carrera, de ser nadie. Gracias a mis amigos salí poco a poco de ese
pozo sin fondo donde Bella me había dejado. Continúe con mis estudios, algo
bueno salió de todo, mis profesores decían que mis trabajos eran únicos y
excepcionales pues se vislumbraba algo desgarrador en ellos.
Y poco a
poco la vida continuó su curso. Pasaron algunos años e intenté volver a creer
en el amor, me ilusioné, encontré una mujer hermosa que quería estar a mi lado
y me admitía. No podía creer mi suerte, mis obras fueron ganando aceptación y
reconocimiento. Y me creí feliz y con Bella guardada en el cajón de los
recuerdos, amargos, pero recuerdos.
¡Mierda! Si continúo así voy a dañar la pared del baño
o lo que es peor, fracturarme la mano. Pero es que tengo que sacar mi rabia de
algún modo. La rabia y el dolor, vuelvo a decirme que estoy desenterrando el
dolor para no olvidar, para recordar quien es ella y de lo que es capaz. Sí, de
lo que es capaz.
Hace
cinco años, cuando creía que estaba a punto de olvidarla, llegó de nuevo. Y le
creí cuando dijo que me amaba, que estaba arrepentida, le abrí mi corazón otra
vez… ¡Que grandísima mentirosa! ¡Lo dejé todo por ella! Y cuando le ofrecieron
un papel en una película cualquiera, volvió a irse, sin dar razones, sin
importarle nada!
Respiro
profundo, me humedezco la cara y me dispongo a salir. Las cosas son diferentes
ahora, yo soy un hombre diferente, un fotógrafo reconocido a nivel mundial. He
triunfado y he vuelto a hacer mi vida. ¿Y ella? Ella miente, es experta en
hacerme daño y luego arrepentirse, no puedo volver a caer, a creer. Ahora
recordando lo que soy, sabiendo lo que da y lo que doy, espero que en mí no quede espacio para
ella.
Al finalizar la velada Bella aun me espera, respiro
resignado y la sigo. Me invita a su hotel y tomamos algunas copas. Habla
alegremente, y debo reconocer que está hermosa, como siempre. Le ha ido muy
bien en su carrera, ahora es famosa, tiene dinero y poder, aunque no sé para
qué le sirva eso, nunca lo necesitó para hacer lo que quería.
Sin darme cuenta se acerca cada vez más a mí, siento su
calor irradiando hacia mi cuerpo, su aroma embriagador entra por mis fosas
nasales y se aloja en mi cerebro, embotándolo, nublándolo. Y cuando menos lo
espero soy yo quien corre al encuentro de su boca, besándola con furia y
violencia. Reconociéndola, dándome cuenta que nunca la he olvidado.
Hacemos
el amor, con locura, sin pausa ni tregua. Ella vuelve a buscarme, alegando que
nunca ha podido olvidarme, que mi recuerdo está grabado con fuego en su piel.
Yo debo admitir lo mismo, tuve algunas relaciones y muchas amantes, y ninguna
mujer que paso por mi cama puede quejarse. Pero solo Bella, solo ella logra
doblegarme de esa manera, conoce cada rincón, cada pedazo de piel y sabe cómo
llevarme a la locura. Estar con esta mujer es estar en el cielo y el infierno
al tiempo.
Disfruto
cada segundo a su lado, me reencuentro con su sabor, sus caricias, su pasión. Pero el tiempo ha hecho lo suyo y hoy finalmente
comprendo que las cosas no suceden porque si, ella no es la persona que pensé,
que creí, que pedí.
Me voy
con una sensación de tranquilidad que no sentía hace años, ella trata de
detenerme, pero solo puedo decirle con mi voz descargada de cualquier emoción:
-Ya no
tiene caso que lo intentes, ya no tiene caso que lo intente, definitivamente
hoy estoy mejor sin ti.
[1] Fragmento tomado de Rayuela.
Capítulo 7. Julio Cortázar.
..........................
Gracias Diana!! Mucha suerte!!
14 comentarios:
Gracias Lulla!!!
Un abrazo!
Éxitos Nana!!! me gustó mucho tu historia!!!
tiene algo interesante........suerte!!!!
Bravo Caro, me siento orgullosa de ver tu primera publicación, me gustó y me hizo pensar en cosas que alguna vez he sentido...
Bravo Caro, me siento orgullosa de ver tu primera publicación, me gustó y me hizo pensar en cosas que alguna vez he sentido...
Diana! wauu... increible, me gustó mucho. Primero por como encaraste el fic, los tiempos verbales, pasado y presente, cómo fuiste tejiendo la historia entre estos tiempos. Segundo, Bella perra jaja... me gustó, siempre vemos a Edward como el malo, esta vez le tocó a ella. muy buenooo... mucha suerte!
Gracias Lulla!
Que te gusté a ti me hace ya muy feliz, ojala les gusté a los demás!
Es mi primera vez, así que estoy muy nerviosa... pero tus comentarios me hacen sentir muy bien! Gracias!
Nanis que emocion ver esto publicado, te va a ir super!
Hola Diana Caro me gusto tu historia, como fuiste mezclando el pasado con el presente y fue algo divertido ver ahora a Bella como mala.
Te deseo mucha suerte.......Besos
Diana el capí me encantó, ya que no leia uno hace tiempo que Bella fuera la dominante y no Edward. Me encantó, la mezcla del presente y el pasado tan expectacular como te quedo!!! Te deseo mucho éxito, Saludos!!!
Wow!! Wow!!! Wow!!! me gustooo me gustooooooo bravo
Buuu :'( , me puso triste, pero me alegra que Edward se diera cuanta de que ella lo lastimaba, muy buena historia!!!
Gracias a todos por sus comentarios, me han hecho muy feliz!!!
Infinitas gracias, infinitas gracias, infinitas gracias!!!
Me alegro montones que les haya gustado. Besos a todos!
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