La chica compañía, EPÍLOGO

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Epílogo

Retorcía mis manos sobre mi regazo y ya casi estaba por perder los estribos con cada minuto que pasaba, me parecía increíble que esto precisamente nos estuviera sucediendo a nosotros.

Sentí la mano de Edward tomar la mía mientras que con la otra sostenía el volante del auto, las calles de Seattle pasaban como un borrón de colores a mi lado y miraba sin ver. Era otoño y el clima nos castigaba con los vientos helados que hacían que las calles se vistieran con un colchón de hojas por todo alrededor. Lo hubiese apreciado mucho más de no haber sido por la tensión en la que estuve sumida las últimas semanas.

Edward no decía nada y por más que le preguntara me salía con palabras de aliento, diciéndome junto con un beso, que no tenía por qué preocuparme, que todo iba a salir bien, que juntos íbamos a estar bien. Quería creerle con toda mi alma, como siempre había hecho desde el día que le dije “si” en medio de ese hermoso jardín de hospital hacia ya cuatro años atrás. Pero a veces las cosas no salen como uno se las imagina en los sueños, a veces los deseos se quedan solo en eso, deseos…

Pero esta era la vida real y tenía que levantar mi frente y caminar hacia el lugar donde me dirían mi futuro, tratando de no desmoronarme en el intento y aferrada de la mano de mi único amor.

_Llegamos amor_ la voz de Edward me sacó de mis oscuros pensamientos y me obligué a tomar una respiración profunda. Él bajó del auto que ya estaba estacionado frente a la clínica y abrió mi puerta. Yo… simplemente salí llevada por un impulso mecánico, moviendo mis piernas sincrónicamente solo con ganas de estar frente al médico y ya… que tenga lo que tenga que pasar.

_Tengo miedo_ dije en un susurro mientras estábamos cruzando las puertas de la clínica. Tragué el nudo en mi garganta al mismo tiempo en que Edward me sostenía de un brazo en mi cintura, lo necesitaba… para no caer allí, en ese pasillo lleno de gente.

Sentí un suave beso en mi sien.

_Pase lo que pase cariño, yo estoy contigo… no temas_

_Te amo_ susurré antes de cerrar mi boca para no hablar más, no iba a poder soportar llorar y caerme antes de la noticia.

_Yo mucho más_ respondió él impasible y estoico como en cada paso que habíamos dado en esto. El tenía la fortaleza que yo no tenía.

_Tenemos cita con el Doctor Scott…_ oí que Edward pedía a la recepcionista, yo solo tenía mi mirada fija en esas mujeres que estaban sentadas en la sala de espera. Sus rostros felices y llenas de orgullo, mostrando sus hermosos vientres abultados… tuve que apartar la mirada.

Edward me llevó a una de esas sillas entre esas mujeres y me senté junto a él, escondiendo mi rostro en su cuello, no podía soportar mirar… era como si todo me bailara delante de la cara, mostrándome lo que no podía tener.

Y yo lo tenía todo.

Un esposo que me amaba más que la razón misma, un increíble trabajo como relacionista pública, un pasatiempo que me enorgullecía, ayudando a Esme y las esposas de los socios de Edward en misiones de caridad, amigas increíbles que nunca perdí, Rose, Ángela… y otras que gané, Carmen, Alice. Una maravillosa familia que me adoptó… los Cullen.

Pero no podía tener esto…

_¿Señora Cullen?_ oí la voz del doctor y decidí hacer frente a esto para terminar con todo de una vez por todo, la ansiedad mataba. Me paré con mis piernas temblorosas y de la mano de mi marido entré a obtener la verdad que necesitaba.

El doctor Scott nos señaló las sillas frente a su escritorio mientras él se acomodaba en la suya, amablemente nos ofreció agua y negué… solo quería la presencia de Edward y todo estaría bien.

El doctor carraspeó y miró la carpeta de manila que tenía enfrente e hizo una mueca acomodándose los anteojos de marco negro. Mierda… podía escuchar el retumbar de mi corazón en esa sala tan silenciosa.

_Bien… tenemos los resultados de los estudios de fertilidad Señora y Señor Cullen_ asentí y esperé a que prosiguiera, él miró nuevamente la carpeta y cruzó sus manos dente de él sobre el escritorio _en la endoscopía que realizamos hemos detectado el por qué usted no puede embarazarse, lo hemos confirmado y respaldado con los estudios posteriores._ se ajustó los anteojos sobre la nariz _ usted sufre de una anomalía uterina congénita, que impide la retención del huevo y su desarrollo normal. Es una anomalía que no deja que el útero cobije al huevo, no lo retiene… en otras palabras, no tiene la capacidad de hacerlo, por lo que si se produce un embarazo, como el que tuvo hace unos meses atrás, lamentablemente lo perderá, porque hay un ochenta por ciento que estos embarazos sean ectópicos._

_¿Hay alguna posibilidad de corregir esta anomalía?_ la voz de Edward fue lo único que me hizo saber que estábamos viviendo esto.

_Lamentablemente, es incorregible. Su esposa es fértil, pero su útero no fue creado para mantener un embarazo_ eso fue lo que terminó conmigo. Solo esas palabras.

Tragué el nudo en mi garganta y asentí, apretando la mano de mi esposo.

_Este defecto tiene sus riesgos Señora Cullen… si usted llega a quedar embarazada, pondría en peligro su vida y la de ese bebé. Los embarazos ectópicos no llegan a término y en el proceso, pueden provocar hemorragias internas en la madre, daño parcial o total del aparato reproductor… es por eso, que recomiendo una atadura de trompas, para evitar futuros embarazos._

Abrí bien los ojos… y negué enseguida. No… no, yo era fértil, yo podía embarazarme y aunque corriera en peligro mi vida, mierda… no, no iba a caer en eso, no me sacarían la última esperanza.

_No es necesario…_ negué tragando saliva _puedo mantenerme bajo el control de natalidad, no es necesario una cirugía_

_Bella…_ volteé mi cabeza hacia Edward, podía ver en sus ojos la angustia _no puedes correr ese riesgo, no… no soportaría que algo te sucediera_

_No pienso renunciar a eso Edward, no quiero… no me pidas tirar a la basura lo que puede ser la última esperanza, tal vez, tal vez… más adelante la medicina avance y pueda haber un tratamiento, una cirugía, no puedo renunciar a eso_

Edward cerró los ojos negando y rastrilló su cabello con una mano temblorosa,

_Quiero tener un hijo, un hijo tuyo y mío… no voy a bajar los brazos_

_Y yo no voy a permitir que pongas en peligro tu vida, la última vez… cielos, la última vez fue horrible, no quiero que pases por eso una vez más._

El único y último embarazo que tuve en mi vida hacía unos meses atrás, terminó conmigo embarazada de tres meses, doblándome sobre mí misma, en la ducha, con una hemorragia que manchaba el agua de rojo oscuro y que parecía partir mi cuerpo en dos. Arrancándome lo único que más quería en mi vida… un hijo.

Un hijo que habíamos buscado por dos años y que fue difícil de obtener, no quería renunciar a esa esperanza.

_Lo pensaré, pero por ahora iniciaré con algún método anticonceptivo_

Y esa fue mi última palabra.

Al salir de ese consultorio no pude evitar cerrar mis ojos y dejarme guiar por Edward hasta la salida, no quería por nada del mundo, ver esas felices mujeres embarazadas que habían logrado lo que yo nunca lograría.

Este era mi castigo, lo sabía… un castigo por haber hecho lo que hice años atrás. No era otra cosa, no podía ser otra cosa… ¿pero por qué a mí? ¿Por qué yo?. Yo hice lo que hice por mi hermano, por su corazón… ¿Por qué recibía un castigo de tal magnitud? ¿Impedirme tener un hijo?... era lo peor que podía sucederle a una mujer que lo deseaba con toda el alma.

Rosalie, a demás de Nate, pudo tener otro bebé, Dilan… y estaba felizmente casada con Emmett. Alice y Jasper esperaban su primer hijo, que en dos meses más nacería. ¿Por qué yo no podía compartir esa felicidad? ¿Por qué no podía vivirla?

A veces me sentía una persona horrible al no desear ver a mi cuñada o a Rose, ellas y sus bebés me recordaban a cada momento mi deseo frustrado. A veces no podía evitar envidiarlas.

El viaje a casa fue silencioso. Un Edward serio que manejaba con la vista fija en la carretera sin siquiera dirigirme la mirada, Dios… sabía que estaba enojado, sabía que se preocupaba por mí y por lo que podía llegar a suceder si me embarazaba. Él mismo fue quien me tomó en brazos aquella vez en la bañera y lidió con todo, él fue el que sufrió mano a mano conmigo mientras perdíamos nuestro hijo. No lo culpaba, lo que habíamos vivido no se lo deseaba a nadie, era lo peor que podría pasarnos, el miedo, la incertidumbre, la rabia, la desilusión…

Lamentablemente era algo con lo que teníamos que vivir y saber sobrellevar. Solo quería llegar a casa y encerrarme en mi habitación y llorar hasta agotar mis energías, nunca delante de él… nunca delante del hombre que sufría al verme sufrir.

No esperé que él me abriera la puerta, solo salí del auto y subí las escaleras del porche que me llevaba a nuestra casa. Enorme, hermosa, hecha especialmente a mi pedido para albergar y cobijar a nuestros futuros hijos, parecía tan vacía e inapropiada ahora, tan fuera de lugar.

No esperé a Edward, solo corrí hasta la escalera que llevaba a mi cuarto y me encerré allí, sin encender las luces, sin acostarme en mi cama, no quería molestar a Edward cuando viniera a dormir. Salí al exterior del gran balcón y me senté en una de las reposeras que había allí, el sol se estaba escondiendo y las primeras estrellas se podían vislumbrar. Pero no las pude ver… las lágrimas inundaron mis ojos.

Un bebé… un hijo. Un hermoso niño de cabello cobrizo y ojos color chocolate o verdes, piel pálida y sonriente… todo eso se esfumaba en mi cabeza, no iba a poder ser. Una hermosa niña de cabello castaño, sus enormes ojos verdes enmarcados en espesas pestañas, que brillaban como los de su papá…

No iba a poder ser.

No funcionaba, no era digna de tener un hijo, un preciado heredero de mi sangre y el hombre que amaba. Era una mujer hueca, vacía, un cuenco con fugas que no podía retener el líquido preciado. Era un alma vacía ahora que sabía que no iba a poder darle un hijo al ser que amaba. ¿Él dejaría de quererme? ¿Dejaría de desearme? No era una mujer completa… no lo culpaba si lo hacía. No lo culparía si deseaba dejarme y buscar a alguien que si pudiera extender su apellido y darle un bebé. Él lo deseaba, lo había visto en sus ojos el día en que le mostré el test de embarazo hace meses atrás, había visto esa sonrisa y ese brillo… esas lágrimas de alegrías al abrazarme y besarme como si fuera su única y más preciada adoración.

¿Volvería a ver esa mirada en sus ojos? ¿Seguiría amándome?

Oh Dios… cómo dolía!

Los minutos pasaron mientras yo solo me quedé acostada en esa reposera drenándome en lágrimas, escuché algunos sonidos en la casa, la llegada de un auto que hacía rodar sus neumáticos sobre la grava de la entrada de casa, un teléfono sonando…

Solo Carlisle y Esme sabían de mi cita con el doctor hoy... y sabía que estarían al pendiente de lo que diría. Ellos esperaban un nieto… un hijo de Edward, lo sabía. Ellos estaban tan contentos cuando les di la noticia de aquel primer embarazo, no podía ahora mirarlos a la cara y decirles que nunca iba a poder tener un bebé, que se tendrían que conformar con lo que Alice les pudiera dar.

Habían pasado horas tal vez, pero no… miré la hora en el reloj de mi muñeca y vi que solo había sido una hora. Edward me había dado mi espacio, mi tiempo para asimilar todo esto y para apaciguar su enojo. Me sentía tan mala esposa, como si lo hubiese traicionado… me sentía como esos hombres que antaño adquirían una vaca y que descubrían que ésta no podía dar leche, me sentía totalmente inútil y sin gracia.

Dios… ¿me seguiría amando después de esto? Le había fallado… él pensaba que podía tenerlo todo conmigo, pero era obvio que no.

Me di vuelta sobre mi espalda, las estrellas brillaban y ya podía verlas un poco mejor… aunque sentía mis ojos hinchados, sabía que en algún lugar de la casa estaría Edward, tal vez contándole a su padre mi karma, tal vez en su oficina repasando los acontecimientos de hoy. Suspiré temblorosamente y pensé en levantarme y buscarlo, pero no tenía fuerzas, mis músculos no me respondían y sinceramente el frío del otoño me había entumecido la piel debajo de la manta de polar que había arrastrado conmigo desde la habitación.

No me había dado cuenta de la cantidad de tiempo que había estado mirando esas estrellas en esa tumbona del balcón de nuestra habitación, cuando lo hice, sentí un dedo cepillar la lágrima solitaria que caía por mi mejilla. Alcé la mirada reconociendo la ternura y el calor de esa mano que arrastraba mi dolor y mis ojos se trabaron en un par de ojos verdes que me miraban con una mezcla de pena y adoración… una que no me merecía.

_¿Me amas?_ pregunté con voz entrecortada. Aún me era imposible pensar que ese bello ser lo hiciera.

_Cada día de mi vida… para siempre_ repitió parte de sus votos matrimoniales. Sonreí tristemente.

_No tendrías que amarme… no merezco que lo hagas_ él sonrió acuclillándose a mi lado y besando el tope de mi cabeza.

_Pero lo hago, sería un tonto infeliz si no lo hiciera_ Sorbí mi nariz, con mi corazón rompiéndose por haberlo traicionado, aún las ganas de llorar eran inmensas.  _Superaremos esto bebé, no me apartes_

Dios… podía ver la suplica en su mirada verde y brillante. Y también podía ver el amor.

Negué con la cabeza, _No quiero hacerlo… pero, esto es demasiado Edward. No… no puedo darte un hijo, ese era nuestro sueño_

Él hizo una mueca y se levantó para sentarse junto a mí, le hice un lugar y él tomó un extremo de la manta para recostarse junto a mí. Pasó un brazo debajo de mi cabeza arrimándome a su cuerpo y abrazandome estrechamente, su cuerpo estaba cálido y confortable, recosté mi cabeza en su pecho.

_Yo Bella, me enamoré de ti cariño_ su mano comenzó a acariciar mi cabello suavemente _me sedujiste con tu personalidad, tu fuerza, tu coraje, a demás de tu belleza, tu sacrificio y la maldita manera que tienes de hacer que mis noches sean las mejores de mi vida_ sonrió nostálgicamente _ me enamoraste perdidamente desde el primer día mi amor. Sinceramente cuando te propuse pasar el resto de mis días conmigo, no lo hice por otra cosa que no sea ese amor que sobrepasaba los límites de la razón. No podía pensar pasar un día sin ti. El resto, los hijos, el éxito laboral, nuestro patrimonio o el dinero, todo eso era algo que traería el tiempo en de nuestra vida juntos, no una expectativa, no era una condición para casarme contigo._ besó mi coronilla con ternura _se que tú lo deseas, se que lo quieres fervientemente y me duele en el alma que no puedas realizar ese deseo, daría lo que fuera porque pudiera ver ese brillo en tus ojos, daría lo que fuera porque fueses feliz y que no tuvieras que pasar por esto. Pero tú eres mi prioridad… siempre lo fuiste._

No sabía que decir, las palabras se habían quedado en el camino desde mi cerebro a mi boca, no… no podía creer todo lo que Edward me estaba diciendo. Él aún me quería…él me amaba, ¿tan poca fe tenía en él que creía que algo como esto podría separarnos?

_Te amo tanto…_ susurré tratando de sostener otra ronda de lágrimas.

_Y yo te amo a ti cariño… eres mi alma gemela, no creas que no quería un hijo, lo quería, lo deseaba, pero como dije… no me casé contigo por eso, lo hice porque no soy nada sin ti, porque prefiero una larga y feliz vida contigo solamente que a no tenerte en absoluto_

Tragué las lágrimas y levanté mi cabeza para besar los labios de mi amor, aún estaba destruida, pero sabía que junto a él el dolor sería menos, sabía que íbamos a superarlo juntos.

_Abajo tenemos visitas cariño, te están esperando_ susurró Edward luego de unos minutos que nos dedicamos solo a besarnos suavemente y con tanto amor.

Cerré los ojos y negué con la cabeza, no tenía ánimos para recibir a nadie.

_Solo quiero dormir_ dije en un susurro.

_Mi amor mírame_ Edward levantó mi mentón con un dedo y me fijé en sus ojos demandantes _no permitiré que te deprimas, no dejaré que estés sola en esto amor, no quiero que te encierres en ti misma_

_No lo haré_ dije amargamente, precisamente eso quería hacer. No quería ver a mis amigas y sus hijos, no quería ver la dicha de los demás.

_Mis padres están abajo esperándote, te levantaras de aquí, te lavaras la cara y bajaremos juntos tomados de la mano para enfrentar esto, eres fuerte amor, levanta tu frente y avanza… quiero ver esa Bella que hizo hasta lo imposible por su hermano, quiero ver a la Bella de la cual me enamoré_

Suspiré cansada y reprimí mis lágrimas nuevamente, no quería llorar más. Quería hacer lo que mi esposo me pedía, hacerlo sentir orgulloso de la mujer que tenía a su lado, ya que no podía darle un bebé, quería darle mi vida entera. Quería que él me sostuviera en el proceso.

Con un último suspiro tembloroso me levanté a duras penas de la reposera y de la mano de mi marido salí del balcón para ver a mis suegros. Edward tenía razón, teníamos que enfrentar esto como la unidad que éramos.

Luego de lavar mi cara demacrada salí del baño para encontrarme a Edward sosteniendo un abrigo de lana gruesa para mí, me lo coloqué porque había pasado frío allí afuera.

_Te haré un té caliente con miel como te gusta, vamos_ susurró en mi oído mientras me abrazaba.

Bajamos las escaleras en silencio y de la mano, al llegar al pie de esta alcé la mirada solo para encontrarme con las dos personas que habían suplantado la presencia paterna y materna en mi vida desde que me casé. Ambas se levantaron del sofá y nos miraron, Esme dejó su té sobre la mesa baja y Carlisle me sonrió con calidez.

_Hija…_ Esme vino hacia mí a paso rápido y me envolvió en sus brazos, fue reconfortante oler su esencia florar y hundir mi rostro en su cuello, me sentía como en casa _todo saldrá bien, todo irá bien cariño… nunca renuncies a un deseo, nunca_

Asentí para sentir que estaba siendo envuelta en otro par de brazos, Carlise. Y simplemente mis lágrimas fluyeron, por lo menos tenía un esposo y una familia que me amaba, no importaba los dificultades que la vida me impusiera, ellos si estaban ahí.

Dos años después.

_Es hermoso Bella, todo esto es tan… increíble, amiga! No puedo esperar para verla_

_Créeme que yo no puedo conmigo misma, hasta a Edward cansé, anoche estuvo toda la noche en la oficina, prefería estar trabajando a soportar mi ansiedad._ reí negando con la cabeza.

_Con razón… lo compadezco_ sonrió Rose. _Emmett apenas si pudo soportarme en el embarazo de Dilan vomitando todas las mañanas y teniendo el trabajo horrible de sostener mi cabello y pasarme un vaso de agua_

_Bueno, si… creo que esto que estoy viviendo desde que lo supe se compara con eso_ asentí doblando la batita que tenía en mis manos.

_Esme está igual que tú, Carlisle casi y más la envía al hospital ayer cuando ella andaba eufórica ofreciendo panecillos hasta a los vecinos._

Reímos juntas, Esme flipaba por ser nuevamente abuela. Creo que por ella esperaba la colección de nietos para formar alguna especie de banda de música estilo “Los Jackson” o algo por el estilo.

Escuchamos un golpe en la puerta de la habitación y grité un “adelante” y como supuse, Alice pasó por la puerta con su inalterable sonrisa y sus ojos brillando de emoción.

_¿Ya es hora?_ preguntó acercándose a darme un abrazo.

_No, aún no… pero en cualquier momento, solo estamos esperando la llamada._

_Oh por dios, no puedo esperar!_ saltó mi cuñada tomándose las manos _Jasper está abajo con Annie durmiendo en sus brazos, te envía un beso enorme y desde ya te digo que trajo la videocámara para filmar todo._

_Oh cielos… ¿otro video para el álbum familiar?_ pregunté pasando mis manos por mi cabello, mis palmas transpiraban y mis piernas rebotaban contra el suelo. Solo quería que los minutos pasaran y salir de esta casa con Edward a redefinir mi futuro, nuestro futuro.

_Exacto… quiere muchos de esos_ dijo mi cuñada sonriendo feliz. Suspiré cerrando los ojos y sonreí nerviosamente. _Estas muy nerviosa Bella, debes calmarte_

_Lo sé, lo sé… pero me es inevitable, no puedo esperar, las últimas semanas desde que recibí la confirmación, se me hicieron eternas. Edward no me soporta_ reí.

_Oh Bells, estoy segura que si lo hace, sino no estaría como tú, nervioso como el infierno abajo, te digo que Carlisle y Emmett no les bastan las manos para tenerlo sentado en su asiento_

_Oh mi amor…_ sonreí tratando de soportar la emoción. Mi marido fue mi puerto seguro, mi piedra de toque por estos dos últimos años, no podía creer que estuviera aquí con mis amigas haciendo correr el tiempo en vez de estar con él tomada de la mano. Supongo que seríamos aún peor juntos, un completo desastre de nervios.

_¿Cómo la llamarás?_ Rose me miraba con emoción contenida. Negué con la cabeza,

_Solo Edward y yo lo sabemos, cuando la vean lo sabrán_ dije reflejando disculpa en la mirada, Rose entendió y asintió guiñando un ojo.

_¿Llevas la mantilla de lana que tejió Esme? Afuera hace como veinte grados bajo cero…_ comentó Alice. Era evidente que si nos quedábamos calladas nos iban a comer los nervios.

_Llevo esa y otra más de algodón a demás de la gorrita_ dije recordando lo que había colocado en el bolso rosa. Alice asintió,

_Bien, entonces… estas preparada_ ella sonrió y estiró la mano para atrapar la mía antes de quedar arruinada, me estaba comiendo las uñas casi hasta hacerlas sangrar. _Calma Bella, todo pasará a segundo plano cuando la veas, te olvidaras que estas nerviosa…_

Suspiré por enésima vez, por alguna razón parecía que me estaba ahogando,

_¿Y si no se adapta a nosotros?_ dije de repente, mis miedos comenzaron a surgir a pesar de que cada día Edward los aplacaba. _¿Y si hago las cosas mal?... ¿y si ese instinto que debería surgir instantáneamente no surge?... oh cielos_

_Bella, has pasado por mucho como para que ahora te dejes vencer por los miedos. Créeme que cuando estaba a punto de nacer Annie esas mismas preguntas me invadieron, ¿pero sabes qué?..._ me miró con ternura _esos miedos se terminan una vez que está en tus brazos. En ese momento te das cuenta de que harás lo que fuera por ese pequeño ser, cualquier cosa… no importa qué. Y no es algo natural, es algo que se adquiere_

_Calma amiga_ Rose tomó mi otra mano _nosotras estaremos aquí, apoyándote en todo lo que sea necesario. Créeme, Edward tendrá que sacarnos con espátula_

No pude evitar reír. Aunque en seguida me detuve al escuchar unos golpes suaves en la puerta.

_Permiso_ alcé la mirada atenta cuando oí la voz de Edward _cariño… ya es hora_ su rostro ansioso hizo que me parara como un resorte de la cama. Caminé hasta él y tomé su mano cuando llegué a la puerta.

_Bella!_ mis amigas me llamaron, volteé a verlas cuando ya las tenía encima, abrazándome ambas con fuerza mientras las lágrimas de alegría salían de sus ojos.

Por dios, no quería llorar.

_Tráela con nosotros Bella, tráela con su familia_

Asentí sin poder decir nada. Salí de allí para bajar las escaleras tomada de la mano de Edward, para encontrarme con el resto de mi familia.

Esme y Carlisle nos miraban con una sonrisa, mi suegra estaba muy emocionada por lo que corrí a abrazarla.

_Esto será maravilloso hija, verás que sí…_ susurró entre lagrimas.

Asentí separándome de ella y dándole un breve abrazo a Carlisle que intentaba animar a su esposa.

Me acerqué a Jasper, que estaba sentado en el sofá con una Annie de dos años dormida en su regazo. Él tomó mi rostro con una mano y me acercó a él para besar mi mejilla,

_Ve a buscarla hermana, hazme tío de una buena vez_ reímos juntos.

_A mi también!_ murmuró Emmett sosteniendo en uno de sus brazos a Dilan, que con sus cuatro años, observaba la escena con curiosidad. Besé su mejilla enrojecida y reí con deleite cuando el pequeño se sacó mi beso con la mano poniendo cara de asco. Iba a ser difícil su convivencia con una niña más.

_Nos vemos pronto_ dijo Edward a la familia mientras me llevaba de la mano a la puerta de salida, si yo hablaba solo saldría el llanto.

Nos subimos a nuestra nueva Toyota negra y salimos de casa con el corazón galopando en nuestro pecho. No me di cuenta de las personas en las calles, indiferentes a como nuestras vidas cambiarían en tan solo minutos, no tomé en cuenta nada… solo la felicidad que embargaba mi pecho. Sentí el apretón de la mano de Edward en la mía, yo no sé cómo se las arreglaba para manejar con mi mano en la suya, pero no pude quitarla, necesitaba sentir su contacto.

Finalmente llegamos a edificio al que tantas veces habíamos visitado, La Casa cuna del Sagrado corazón. Edward me abrazó por la cintura mientras caminábamos hacia sus puertas de roble antiguo. Al entrar el ambiente ya no me parecía tan lúgubre ni abusto, era el lugar que me estaba dando la felicidad que necesitaba.

_Bella, Señor Cullen_ sonreí al ver a la Señora Cope, la directora del lugar, sonriéndome de la misma manera que lo hacía yo. Ella había sido muy paciente con nosotros en las muchas veces que ya habíamos visitado el lugar y nos habíamos hecho amigas durante ese proceso  _Pasen por aquí, los papeles están listos para ser firmados_

_Gracias_ musité antes de seguirla a su despacho. _¿Tardaremos mucho Amelia?... solo quiero verla_

Edward rió a mi lado _Calma cariño, terminemos la parte legal aquí e iremos a buscarla_ asentí mordiéndome el labio.

_Solo un paso más Bella y será toda tuya_ dijo con cariño _Su última revisión pediátrica fue esta mañana, ella está muy bien de salud pero debe seguir tomando las vitaminas postnatales_ dijo a modo de advertencia. Asentí sin perder el tiempo, sabía que tanto Edward como yo estaríamos al pendiente. Amelia sacó una carpeta de manila de su escritorio y la tendió hacia nosotros _aquí está todo lo referente a ella, su historial médico, su certificado de nacimiento y demás papeleo legal referido al trámite de adopción._ abrió una carpeta adjunta que sacó de un archivero, muy parecida a la que nos había entregado _solo necesito que firmen estos papeles, pueden consultarlos con su abogado antes si lo ven necesario y luego estarán libres de ir a buscarla_

Edward tomó los papeles que Amelia nos tendió y se dedicó a leer cada línea de forma minuciosa. Luego de unos minutos asintió conforme y me los tendió para que los leyera yo,

_No puedo_ sonreí con disculpa _estoy muy nerviosa, si tú los apruebas yo también_ él sonrió asintiendo y tomó la pluma que Amelia le ofrecía. Firmó él y luego firmé yo en el lugar que me correspondía.

_Muy bien Bella, me da mucho gusto que por fin hayan concluido con esto. Se del tiempo que les tomó, a veces la burocracia es lo que nos impide que la felicidad llegue tan pronto como la deseamos, pero finalmente sucedió…_ ella sonrió levantándose de su silla.

_Gracias Amelia, por haber hecho lo posible y habernos ayudado tanto, por habernos soportado las tantas veces que estuvimos por acá y por haber hecho que los tramites se aceleraran_ dije comenzando a sentir las lágrimas en los ojos. Ella caminó rodeando el escritorio y tomó mis manos llegando a mi lado.

_Bella querida, si cada niño de este mundo tuviera la posibilidad de tener unos padres tan luchadores y perseverantes como ustedes, el mundo sería mil veces mejor._ dijo ella mirando también a Edward que sonreía con sus ojos puestos en mí. _Ahora queridos… vamos, creo que hay una personita que desea verlos fervientemente._

Asentí derramando la primera lágrima.

Había sido difícil, muy difícil. Desde ese día en que hablamos con Edward de las posibilidades de adoptar un niño, había sido una lucha constante, de altibajos. El proceso de adopción era difícil, para una pareja promedio de los Estados Unidos,  que deseaba con todas sus fuerzas tener un hijo, el proceso de adopción era una pelea constante que casi y más acababa con tus fuerzas.

Pero lo habíamos logrado, entre reuniones con abogados de familia, asistentes sociales, psicólogos y monitores de salud, habíamos logrado obtener el sí para la adopción. Durante ese proceso, en una de mis muchas idas a la Casa Cuna, había conocido a la personita que había robado mi corazón y que hizo que esta lucha valiera la pena.

Aún recordaba el día en que la vi por primera vez. Amelia me había llevado a recorrer el área de pre infantes y me puse a llorar de solo ver la cantidad de niños menores de tres años que habían sido denegados por su madre para venir a parar aquí. Muchas de esas madres eran adolescentes que entregaban a sus hijos o mujeres adictas que habían sido despojadas de sus hijos por maltrato o violencia.

Sin ir más lejos, el angelito que robó mi corazón, llegó a ese lugar por haber sido encontrada  entre botes de basura envuelta con algunas viejas ropas. Presuntamente su madre la había dejado abandonada luego de dar a luz, la zona en que fue hallada era una de las zonas bajas de Seattle, donde la delincuencia y la droga fluían como el pan de cada día. Por una parte estaba agradecida que esa pequeña criatura haya salido de ese infierno, pero me dolía en el alma que su propia madre la hubiera abandonado así como así, cuando yo y muchas mujeres más, estábamos desesperadas por tener un bebé y no podíamos.

La vida a veces era muy cruel.

_Una de las enfermeras en este momento la está alimentando_ murmuró Amelia camino a la noursery, asentí viendo las puertas del lugar donde estaba mi niña. Sí, mía… ya era mía, pero no podía esperar tenerla en mis brazos.

_No puedo esperar a verla_ dije apretando la mano de mi esposo. A pesar de que ya la conocíamos, solo la habíamos visto de lejos, en su cuan mientras dormía  o en brazos de alguna de las enfermeras mientras era alimentada. No podía esperar a sostenerla.

_Yo tampoco cariño_ sentí un beso en mi coronilla, Edward estaba tan emocionado como yo. _Serás una increíble madre_ susurró avivando mis lágrimas.

_Y tu un maravilloso papá_ susurré como pude sonriendo ante el brillo vivo de su mirada.

Sin habernos percatado habíamos llegado a las puertas de la noursery. Edward me arrastró hacia el interior y yo ya había dejado de sentir mis piernas, mi corazón galopaba fuerte en mi pecho y mi respiración se había acelerado.

_Es una hermosa pequeña_ murmuró Amelia al verla en brazos de Anna, la enfermera que estaba alimentándola. Y entonces la vi… tan preciosa como siempre, de alrededor de cinco meses de edad, su piel pálida contrastaba con su precioso cabello oscuro, casi azabache que crecía en pequeños rizos en su cabeza, sus ojos de un azul profundo, bailaban por las paredes de la habitación que estaban pintadas con colores vivos y brillantes, llamando su atención.

Me sostuve del brazo de Edward que no podía dejar de mirarla. Él, al igual que yo, se había enamorado de esa niña.

_Arrasó con su mamila entera de leche!_ dijo Anna cuando llegamos a su lado _no tendrán que alimentarla cuando lleguen a casa, dormirá profundamente por horas… pareciera que entiende lo que sucede porque no ha dormido bien en toda la noche, como si estuviera ansiosa._

_Oh mi pequeña…_ susurré ahogando las lágrimas. La pequeña, como si supiera, levantó la mirada hacia nosotros dejando de lado su mamila, sus ojos azules se fijaron en nosotros y comprendí, que daría mi vida entera por esa niña.

_Bien cariño, mamá y papá ya están aquí por ti_ susurró Anna limpiando su boquita con una babita y levantándose de la silla.

_Dios…_ oí a Edward decir. Yo… a mi me faltaban las palabras para describir el sentimiento profundo que viví al escuchar esa palabra.

Mamá…

Nunca significó tanto como en este momento…

Edward se adelantó cuando Anna dio un paso hacia nosotros, mi esposo estaba hipnotizado y sabía que esa niña lo enroscaría en su dedo meñique, si es que ya no lo había hecho. Sonreí por ese hecho…

_Cariño_ susurró él  con su mirada fija en la pequeña, cuando Anna la puso en sus brazos, yo no podía dejar de limpiar mis lágrimas y sonreír al mismo tiempo. _cariño…_ repitió una vez más mirándome, sus ojos brillaban por lágrimas contenidas.  _mírala mi amor, es nuestra bebé y es hermosa_ llegó a mi lado bajando la mirada al pequeño bulto que tenía entre sus brazos.

_Es preciosa, es un pequeño angelito_ dije con voz entrecortada. Sonreí al verla, ella mantenía su mirada en Edward y supe que también había caído. Acaricié el tope de su cabecita, enredando sus suaves cabellos en mis dedos y bajé mi boca hasta su mejilla, para dejar allí el primer beso que recibiría de su mamá. Edward me la pasó y la recibí feliz en mis brazos, mientras él nos abrazaba a amabas dejando un beso en mi sien.

_Felicidades mamá_ dijo él dejando caer una lágrima por su mejilla.

_Felicidades papá_ susurré acunando a mi hija en mis brazos, bajé la mirada a ella y sonreí feliz, al fin la tenía… por fin. _Bienvenida a la familia Sophie Abigail Cullen, te amamos mi ángel_

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Dedicado a todas las mamás que lucharon por tener a sus hijos de corazón.

Fin

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Muchas, muchas gracias a todas mis lectoras, no solo por su paciencia y espera sino también por haber seguido este fic. Inicialmente fue compartido, entre Kassi Lobita que fue la ideadora y yo, pero luego, por una u otra cosa lo continué sola y espero haber estado a la altura, costó, pero aquí está el final, un besote a todas!! y Gracias por leer.... nos vemos en la próxima.