Título: En mi vuelta al mundo
Escrito por: Raquel Cullen (Marta Salazar)
Resumen: Edward
es un piloto aviador quien ha decidido recorrer el mundo en su Cessna. OS
realizado para el concurso “Y qué tal si?”, 3er Aniversario del Blog Letras de
Lullaby
Personajes: Bella & Edward
Rated: K
Número de palabras: 2429
En mi vuelta al mundo
Llevaba toda su vida planeando recorrer el mundo y conocer cada cultura
descubriendo sus secretos. Hacía dos meses, al celebrar su vigésimo sexto
cumpleaños decidió que había llegado el momento.
Hijo único, y ya con sus padres fallecidos nada le impedía dar rienda a
su aventura y perseguir su sueño. Sus padres le habían enseñado el valor de la
vida y la pasión por conseguir aquello que le hiciera feliz.
Su familia era dueña de un gran imperio en el campo de la aviación. Día
a día, mientras crecía tubo frente a su vista el cómo tanto su padre como su
madre eran felices como pareja, como familia y cada cual consigo mismo.
Fue muy duro para él seguir adelante con el negocio familiar, luego de
aquella fatídica noticia. Ese día su mundo se derrumbó por completo ante él.
Carlisle y Esme, esa misma mañana abordaron el aeroplano favorito de sus
padres. Su nuevo juguete como lo solía llamar él, era un prototipo. Un
beneficio en este negocio era que se podían permitir muchos de estos costosos
lujos.
La aeronave había salido con muy buenas críticas luego de sus pruebas.
Era una máquina realmente hermosa y veloz. Con ella podían aterrizar en casi
cualquier sitio, y muy pronto la nueva creación de Cullen Aviation fue adoptada
por el joven matrimonio. A pesar de que aún se encontraba en fase de
investigación, Carlisle, como experimentado piloto aviador, se sentía muy
confiado con el desempeño de su medio de transporte. Constantemente viajaban en
él a sus reuniones a lo largo del país, pero ese día todo cambió.
Para el medio día, las autoridades habían confirmado el fallecimiento de
sus padres, ambos murieron en el percance. Tratando de darle ánimo, le hicieron
saber que no habían sufrido, pero nada logró contenerlo, ese día perdió su
corazón y la mitad de su alma. Se encontraba solo de un momento a otro y
teniendo que tomar bajo sus hombros el continuar con el legado en Cullen
Aviation. La investigación y el desarrollo aeronáutico debían seguir, era lo
mínimo que debía hacer por la memoria de sus padres. Él amaba la aviación, era
piloto, pero no era lo mismo solo, sin poder compartir sus triunfos con sus
seres queridos.
Se mantuvo al frente del emporio por largos siete años, y durante cada
día hizo su mejor esfuerzo. La compañía se mantenía como pionera en la rama.
Había alcanzado logros sorprendentes y su equipo de trabajo era el mejor. Pese
a que todo lo que emprendía alcanzaba los máximos niveles, en él faltaba algo.
Vivía solo y nunca se permitió que en su mundo existiera más nada que trabajo,
aunque para él este era por mucho su más grande placer. Lo había meditado
largas horas por las noches, solía levantarse antes del amanecer, tomar su
Cessna y partir a recibir el alba entre nubes.
Era una de las vistas más bellas que cualquier mortal jamás viera. Él
nunca entendió por qué la gente parecía feliz entre cárceles de concreto y
dedicando la mitad de la vida a contemplar una señal de televisión. Siendo que
allí afuera el aire era puro, el paisaje inmejorable y la sensación de libertad
era completa. Nada de semáforos en rojo, conductores alterados demostrando sus
sentimientos al dejar sin aire el pobre grito de la bocina. Aquí arriba era
cero embotellamientos y no parecía haber límites a dónde quisieras ir. Este era
el lugar donde sus mayores decisiones fueron tomadas y ese día… la mayor de su
vida.
Ya en tierra, inició cuanto preparativo consideró pertinente. Hizo
reunir a su equipo de trabajo y les notificó de su decisión. El revuelo fue
abrumador. Se sentía el ambiente cargado y tenso, por lo que haría Edward
Cullen.
En cuestión de dos meses toda la compañía había atendido a las
exigencias de su dueño, cada uno de los empleados había aceptado el reto. Durante
el próximo año la compañía debía laborar eficientemente sin contar con el
liderazgo de algún Cullen. Pero se podía y se haría.
Esa mañana se levantó fuerte y feliz como no lo era en muchos meses, era
normal, se encontraba acariciando las primeras horas de su día cero, como lo
bautizó. La noche anterior finiquitó hasta el último detalle de la
planificación y organización de su viaje. El viaje que daría inicio a sí mismo.
Con el plan de vuelo 1 aprobado, enfundado en sus Jeans de la
suerte y la chaqueta de cuero que le regaló su madre en su cumpleaños, un año
antes de morir, y calzando unas hermosas botas de cuero se enrumbó hacia el hangar
2. Donde encontró a su hermoso y querido aeroplano, su Skyline.
«E.CULLEN», el regalo de su padre al cumplir
18 años de edad. Un Cessna 182 de 8,8 metros de longitud, con 11 de envergadura
3 y 2,8 de altura. Más de una tonelada de peso contando equipaje y
los suministros necesarios para la primer parte del viaje. Una maravilla de
máquina. Podía volar a una velocidad máxima de crucero de 270 KPH (kilómetros
por hora) durante más de 1400 kilómetros cada vez.
Se estaba tomando un año sabático, para buscar respuestas a la crisis
existencial que habitaba en lo más profundo de sus entrañas y que lo empezaba a
consumir lentamente. No podía darle espacio a sus demonios, él no podía darse
el lujo de sucumbir. Él era el último Cullen.
La aeronave había sido su cómplice y consejera silenciosa en sus más
oscuros días, y hoy más que nunca. Marcharían juntos hacia lo que estuviera ahí
afuera, fuese lo que fuese lo que le preparara el destino. No tenía miedo a
ello, el único temor que sentía era dejarse perder. Y no lo haría, jamás se lo
permitiría.
Después de chequear el exterior del aparato, y equipado con sus cartas
de navegación, la mejor tecnología disponible y suministros se dispuso a
realizar el primer despegue en su vuelta al mundo.
Con la convicción de dejar atrás junto con tierra firme, todas y cada
una de las cargas que se fueron acumulando e hicieron de lastre en los últimos
7 años, hombre y máquina se hicieron uno en la travesía con el descubrimiento,
el reencuentro.
Las horas de la mañana quedaron entre Dallas y Florida, paradas
necesarias para estirar las piernas y rellenar el tanque de combustible. Ya en
el aire luego del tercer despegue, el plan de vuelo se estaba ejecutando de
acuerdo a lo programado.
Se encontraba sobrevolando el Océano Atlántico. Un sinfín de islas de
todos los tamaños sobresalían del espejo de agua a sus pies. Él se encontraba
tranquilo, más relajado de lo que creyó posible. Disfrutaba de la magnificencia
de su entorno. Constantemente revisaba las lecturas de cada uno de los
instrumentos del impresionante panel de control.
Con anhelo deseaba llegar a su próximo destino, Puerto Rico. Aro
Vulturi, un viejo amigo de su padre residía en ese lugar. Era el último eslabón
con vida que le unía a sus padres. Ya saboreaba los manjares que solía preparar
Aro. Chef de profesión y piloto de corazón. Tendrían tema de sobra poniéndose
al día mientras degustaba la buena cuchara del chef. Ambos tenían mucho qué
decir con los acontecimientos de todos estos años.
Al sobrevolar alguna parte en lo
que llaman El Triángulo de las Bermudas, los sofisticados instrumentos de la
nave enloquecieron y empezaron a arrojar lecturas descabelladas, completamente
absurdas y erróneas… Él nunca dio peso a los mitos de muchos, que aseguraban la
serie de irregularidades que tantas veces decían, experimentaban los
instrumentos en sus viajes por estos lugares. Llegaron a él viejas anécdotas
que escuchó de niño, y que de las cuales siempre imaginó como aquellas de
piratas y dragones, eran no otra cosa que fantasía ante sus ojos. Ahora mismo
se replanteó los más de 60 años de desapariciones inexplicables de barcos y
aviones.
Un estruendo sofocado con un seco movimiento lo volvió al presente. La
hélice del único motor se había detenido. Trató de reiniciar los instrumentos
sin resultado positivo. Entonces hizo lo primero que le fue enseñado en la
escuela de aviación: buscar un sitio donde aterrizar.
Miró hacia el exterior a través de las grandes puertas laterales
esperando ver una de tantas islas que recién visualizó, pero no logró ver nada.
El océano reflejaba los rayos del sol del medio día, vibrando cual espejismo en
un desierto. Con todo su cuerpo buscó alrededor, por la derecha y por la
izquierda, incluso adelante. Para todas direcciones lo único que se observaba
era las infinitas dimensiones del mar.
Percibió la sequedad en la garganta, tragó con fuerza para humedecerla,
pero solo se escuchó tragar y el alivio no se hizo presente. El sudor empezó a
formarse en su frente, se frotó los ojos con una de las manos. Los primeros
síntomas de la desesperación se hacían presentes y no era buena señal. Recordó
a sus padres y por primera vez desde su partida sintió la impotencia ante algo
tan grande que lo superaba. Rogó en silencio a ellos por ayuda, por serenidad,
por un milagro en lo que el Cessna sobrepasaba una blanca nubecilla. Seguía insistiendo
con el procedimiento para este tipo de situaciones, debía mantener la calma,
pero el motor no atendía a sus órdenes. Parpadeó por el sudor que se deslizaba
por su nariz llegando a nublarle la vista. De nuevo se limpió el rostro
tratando de no perder, al menos, su orientación.
Sus piernas temblaban levemente ante tanta impotencia. Sin darse por
vencido ante tantas veces que realizó el protocolo de encendido, continuó. Si
llegaba a perder la vida en la caída, que bien sabía era probable, o que si por
algún milagro de esos lo sobreviviera, tendría la satisfacción de haber puesto
en práctica todo cuanto le enseñó su padre y sus instructores de vuelo. Lo
haría hasta el último instante.
Cerró los ojos y respiró profundo antes de intentar, según él, una
última vez. Cuando abrió los ojos en lo que fueron fracciones de segundo, su
mirada se enfocó en un pequeño punto a su derecha. Abrió los ojos con
exaltación al localizar una pequeña porción de tierra, pero estaba demasiado
lejos como para llegar hasta ese punto planeando como hasta entonces. Rogando
por una segunda oportunidad giró la llave. La hélice tomó vida como si no se
hubiese detenido. Haló el timón del Cessna hacia él con fuerza buscando un poco
de distancia con el mar que parecía estar seduciéndolo con sed. La nave
obedeció con pasión la solicitud del piloto y rápidamente regresaron a la
seguridad de los altos cielos.
Un fuerte viento de cola 4 arrastraba a su presa y Edward se
dejó llevar. Rápidamente la temperatura regresó a su cuerpo, sus piernas se
sentían fuertes de nuevo e incluso una sonrisa se dibujó en sus labios.
Necesitaba tocar tierra y descansar.
Desde su posición logró ver la belleza de la isla. Se trataba de un
lugar exuberante con amplias playas ideales para su propósito. De allí podría
salir con facilidad. Él había realizado ese tipo de maniobras en varias
oportunidades. Se dio a la tarea de realizar un par de sobrevuelos reconociendo
el lugar. Le había parecido ver un pequeño asentamiento 5 no muy
lejos de donde dejaría la aeronave.
En un único intento logró aterrizar de manera limpia y sin
contratiempos. Una carcajada salió de sí ante tal hecho, era poco creíble que
tuviera tan buena suerte. Estuvo a punto de perder la vida unos momentos antes,
y ahora se encontraba en medio del paraíso y su transporte intacto para
reanudar el viaje, en cuanto le fuera posible.
Aseguró a su amiga,
su E.Cullen6 para
que ni el viento o el mar le causara daños. Se descalzó los pies, enrolló un
poco sus Jeans y se abrió camino entre la refrescante, húmeda y blanca arena.
Su mirada viajaba de sus pies que se hundían con cada paso a la espesura del
bosque que lindaba con la playa.
Las olas acariciaban con furia sus pies y se refrescaba con la brisa en
sus cabellos. Se detuvo cerrando los ojos sintiendo el aire en sus mejillas.
Respiró profundo llenando una y otra vez sus pulmones con esa fragancia salina.
Abrió los ojos y continuó su marcha. No perdía tiempo recordando, solo
disfrutaba. En verdad aquel sitio era paradisiaco. Las copas de los árboles
componían una melodía en armonía con el mar y el viento… y eso abrigó su alma.
Era como si pudiera sentir que poco a poco su alma volvía a estar completa y su
corazón… su corazón latía con fuerza.
Se encontraba tan absorto que no se percató antes que lo observaban.
Como a 100 metros adelante una pequeña figura resaltaba. El pequeño cuerpo
salió detrás del tronco de un gran árbol.
Edward caminó despacio en su dirección sin perderla de vista. Se percató
de que se trataba de una mujer, una bella y joven mujer. Ella lo miraba
fijamente y no se inmutaba ante el inminente encuentro. Fijamente contemplaba
su rostro a lo que él no pudo más que detenerse y recorrerla con la mirada.
Sintió cómo sus pies se afirmaban en la tierra a cada centímetro del recorrido
de su inspección.
Vestía de manera extraña. Era algún tipo de vestido de color café claro,
sin mangas y rasgado en varios sitios colgando por sus muslos y estaba
descalza. Todo su cuerpo se encontraba pintado con exóticos diseños. Su cabello
estaba cuidadosamente trenzado. Largos y rústicos collares colgaban por su
escote, sus brazos y sus orejas estaban adornados también. Tenía una piel
bronceada y unos ojos espectaculares: grandes, expresivos y verdes como el
jade. Era el ser más bello que alguna vez recordó haber encontrado. Él tenía
los ojos abiertos, la boca abierta y el cuerpo clavado ante tal imagen. Era
glorioso.
Su mundo en ese momento tubo sentido. Su alma estaba completa y su
corazón deseaba pertenecer, pertenecerle a ella, solo a ella. Nada más tenía
sentido. Su cuerpo le imploraba esa piel, su cercanía, mas sin embargo no
podía.
Parpadeó perplejo ante lo que sucedía y un jadeo salió escandalosamente de
sus labios. Ella se movía lentamente hacia él. En completo sigilo y a pequeños
pasos pero seguros llegó ante él. Se plantó a la distancia de sus brazos…
Permanecieron contemplándose. Los ojos de uno estaban en los ojos del otro.
Inexplicablemente se daba una comunicación, un reconocimiento, un reclamo. Ella
le pertenecía. Él le pertenecía.
Para su mayor asombro sonrió y sin desviar su mirada de la suya dijo:
–Sí, soy tuya.
FIN
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Notas:
1. Plan de vuelo: Ruta a seguir, puntualizando cada lugar de
sobre vuelo y/o aterrizaje (ya sea para pasar la noche (pernoctar), cargar
combustible o para pasar algún tiempo allí). En este se deben especificar
aeropuertos alternos (pistas de aterrizaje autorizadas como segunda opción en
el caso de que el punto citado en el plan de vuelo no se encuentre disponible)
en caso de emergencia (protocolo).
2. Hangar: Área techada y privada dentro de los
márgenes del aeropuerto destinada como garaje, taller…
3. Envergadura: Distancia de una punta a otra de las alas.
4. Viento de Cola: Ráfaga de aire desde la parte
posterior de la aeronave, la cual permite un desplazamiento más apresurado.
Contraproducente en la fase de aterrizaje.
5. Asentamiento: Conjunto
de edificaciones. Viviendas.
6. E.Cullen: Matrícula de la aeronave.
9 comentarios:
Aww que lindo, por eso tenia que aterrizar alli, era su destino, era para buscarla a ella ,gracias muy romantico..
Hola ¿como vas?
Todas las historias que tienen que ver con el Triangulo de las Bermudas me fascinan asi que puedes entender que me he enganchado a este relato y lo he leído sin respirar.
Me ha gustado mucho en serio.
Un beso
No se si emocionarme o llorar, fue perfecto, amiga, tienes que seguirlo, eso no lo puedes dejar ahí, no se, asi sea un capi mas. de verdad maravilloso.
Me gustó mucho, linda! asdsadasd Y es verdad, por lo menos espero ver una capi más (;
Me siento tan bien de que les guste. Claro que las voy a complacer aunque sea un poquito, ya estoy preparando un POV Bella y luego agregaré uno o dos caps más, creo que será algo cortito, a menos que en el camino salga algo, pero creo que no.
Quiero aprovechar para darle mi agradecimiento a Lu por la oportunidad.
Lu cariño, hace un año me motivaste para que escribiera por primera vez, y fue para el segundo aniversario. A la fecha abrí, como sabes, un espacio en fanfiction donde compartí este OS, el del año pasado, un fic que he estado desarrollando y pronto subiré otro OS que anda por allí en otro concurso.
SI me hubieran dicho hace un año que estaría aquí no lo creería, pero ya vez... Y todo gracias a ti, por el reto.
MUCHÍSIMAS GRACIAS AMIGUITA.
Imaginarme a Edward de piloto awwww, sería genial encontrarlo en algún aeropuerto, o mejor en esa isla, estar con él todo el día !!!!
Este fic estuvo super interesante, me asuste cuando el avion no queria atrerrizar, pero gracias a Dios se pudo. En este viaje tan fantastico encontro a su alma gemela. ¡Super romántico, que emoción!
PD: Mi Lu se que he estado perdidita, pero el trabajo no me deja casi tiempo. Tratare de ponerme al Dia!! Deseo pases un hermoso domingo, TQM!!!
Lindo x q su destino lo llevo hasta Bella
Waaaaaaaa me mato!!! No lo creo ufff me has dejado muerta!!!!
Esta buena, buena, buena.
Corta, no muy larga, sencilla pero que vale demasiado la pena.. .Algo del destino, solo porque así debia de ser las cosas, porque así tenian que suceder y nadie ni nada podia evitarlo, el universo cospiro para que estuvieran juntos!!!
Aunque yo no me quejaria sí hubiera más capitulos, más esplicaciones.
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