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Gracias por tu visita, los fics que se publican aquí son salidos de mi imaginación, con los personajes prestados de la gran Meyer… te agradecería que me avisaras si ves algún fic mío publicado por la web, eso se llama plagio y hay que combatirlo. Gracias!

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One Shoot N° 8: Mi Bella Súcubo




Autora: Martina Bennet

MI BELLA SÚCUBO

No podía creer que se habían ido y me habían dejado tirado así nada más, eran todos unos malditos. ¡Pero claro! Como ellos no tenían que presentar un trabajo final y sustentarlo el sábado, les valió mierda que yo tuviera que quedarme un día más. ¿Qué les costaba esperar? ¡Nada! Absolutamente nada, ¡Oh! Miento, a mi gran amigo Emmett, le costaba una noche más sin tirar con Rosalie, y eso era un pecado mortal en definitiva. Él era quien mas había insistido en partir el viernes, y aunque les dije que me era imposible por la universidad, se largaron sin mas, bien temprano ese día. Si tan solo el viejo marica de Smith no se hubiese enfermado y aplazado el día de las entregas, ahora mismo estaría en una cómoda cabaña, comiendo algo sabroso o embriagándome con los demás junto al rio que bordea la propiedad de los Hale.
Pero aquí estoy yo, atascado en no se donde, intentando llegar a mi destino antes que caiga la noche. ¡Puta vida la mía!
— ¡Es imposible! Exclamó el chofer del autobús en el que nos transportábamos; si, un autobús, porque para terminar de rematar, mi auto tenía una avería desde hacía un par de días, que por falta de tiempo, no había podido mandar a arreglar, ¡Y ni por eso fueron capaces de esperarme! El derrumbe es muy grande y tardaran al menos un par de días en quitarlo, tendremos que desviar y tomar el caminó de la reserva de Forks.
¿Forks? Pero esa ruta es muy larga, caerá la noche antes que podamos siquiera llegar allá. Comentó una señora que viajaba con la que parecía ser su hija de cinco años.
No hay otra opción señora, las autoridades ya están llegando y me indicaron que regresara, no hay forma de pasar. Se escuchó un murmullo de inconformidad por parte de todos los pasajeros Yo estaba realmente cabreado, todo me estaba saliendo mal, definitivamente este no era mi fin de semana. Por favor señoras y señores, es necesario que suban de nuevo al autobús, yo tampoco quiero tener que manejar a oscuras por esas carreteras. Pasaremos la noche en Forks y partiremos temprano.
¡Maldición! Exclamé sin poder evitarlo. Ahora tendría que pasar la noche en quien sabe que hotel de mala muerte. Solo esperaba que en la casa de Rosalie la comida se hubiera quemada, el rio secado, y todo el alcohol derramado. Si, definitivamente eso compensaría un poco todo esto.
Tranquilo hijo. Un hombre de unos sesenta años de edad se me acercó al escucharme maldecir. Al menos tu eres el mas joven de todos, a diferencia de esa chiquilla. Dijo señalando a la niña que ya subía al autobús tomada de la mano de su madre. Eso no era ningún consuelo para mí, pero lo que sí tenía que aceptar, es que esto era muy difícil para todos, en especial para el conductor, quien era el que mas cabreado se veía aunque trataba de ser amable.
Subimos todos al autobús y minutos después ya nos encontrábamos rumbo a ese poblado que habían nombrado. Miré mi reloj de pulsera que marcaba las 8:10 de la noche, y según nos había indicado el ayudante del conductor minutos atrás, estaríamos llegando en un par de horas. Suspiré y recosté mi cabeza en el espaldar de la silla. ¿Qué más podía hacer? Ni siquiera podía distraerme mirando el paisaje, pues todo estaba tan oscuro que la única luz que alumbraba, era la del vehículo en el que nos transportábamos. Cerré mis ojos por un instante y sin saber bien en qué momento sucedió, me quedé dormido.
El movimiento del hombre que estaba a mi lado, y el murmullo de las demás personas recogiendo sus cosas, me despertaron. ¿Ya llegamos? Le pregunté al hombre de unos cuarenta años que estaba junto a mí.
Así es, el conductor dice que si queremos podemos dejar el equipaje pesado en el baúl, para no tener que cargar con él.
No tengo problema con eso, solo vengo con un morral. Le comenté al hombre, el asintió y se encaminó a la salida.
La idea que teníamos, mis amigos y yo, era quedarnos tres semanas en la cabaña para practicar senderismo, bañarnos en el rio, montar a caballo, y ayudar con la preparación para el matrimonio de la hermana de Rosalie, que sería en un par de semanas. Pero a pesar esto, no llevaba maleta, pues en un pequeño acto de caridad para conmigo, y ya sabiendo que no podría viajar en mi auto, los chicos se llevaron mi maleta, y yo solo viajaba con un morral en el que llevaba mis documentos, cosas de aseo y un cambio de ropa. No lo había visto necesario, pues el viaje debía durar solo unas cinco horas, pero Alice había insistido en que llevara eso conmigo. Nunca se sabe que puede pasar. Había dicho, y con eso una vez más se confirmaba, que ella era una pequeña bruja o adivina. Si creyera en esas cosas, diría que me había echado mala vibra.
Bueno, como ya saben este es un pueblo muy pequeño, así hablé con algunas personas y me comentaron que solo existe una posada. Explicó el conductor cuando ya todos estábamos abajo—. Aunque la mayoría de las habitaciones están desocupadas, no todos podrán alojarse allí. Un murmullo de protestas y expresiones de incertidumbre se escuchó—. Calma, Calma, déjenme terminar. Algunas casas grandes tienen habitaciones disponibles en las que se pueden quedar el resto. Por favor síganme y vamos organizándonos.
Eso era lo único que faltaba, que tuviéramos que pedir alojamiento en alguna casa. Algo era seguro, los iba a matar a todos cuando llegara a la casa de campo de los Hale, pero el primero de la lista sería Emmett.
Nos dirigimos a una edificación de tres pisos, que aunque con buena presencia, se notaba que había conocido tiempos mejores. La esposa del posadero nos recibió, era una mujer de baja estatura, regordeta y rubia, pero con una voz amable. Nos dijo que la llamáramos Señora Cope, repitió lo mismo que el conductor había dicho, y agregó que por comodidad, las personas mayores y las mujeres se quedarían en la posada.
¿Era broma? yo era el mas joven de todos, ¿Acaso pensaban dejarme en cualquier casa maltrecha con quien sabe qué gente?
Por favor, los que señalé pasen para que Samuel los organice. Como era obvio, yo no había sido escogido. Las demás personas, al parecer ya estaban mas resignadas, porque nadie se quejó abiertamente. Yo entendía perfectamente las razones, pero aun así, en estos momentos desearía tener cuarenta años más. Los demás acompáñenme, les prometo que estarán cómodos. Vamos, síganme.
Recorrimos algunas casas en las que lograron acomodarse los demás pasajeros, pero me preocupaba que a mi no me dejaban en ninguna.
— ¿Cuantos años tienes muchacho? Me preguntó el dueño de una de la última casa.
Veintiuno Señor. Respondí. ¿Me va a dejar dormir en su casa? O ¿Hay otra que tenga una habitación desocupada? Estoy cansado y quiero recostarme.
El hombre se retiró un momento para hablar con la esposa del posadero y otros dos hombres mas. Me miraban constantemente y comentaban algo, y sea lo que sea, a la mujer no le gustaba la idea, porque negaba y alegaba. Que personas más raras, es que acaso tenía cara de asesino, ladrón o ¿Qué? Esto era realmente molesto.
Cuando por fin dejaron de decidir mi destino de esa noche, se acercaron. El dueño de la casa fue el que habló.
Muchacho, tenemos un problema, ya no hay mas lugares para acomodar.
Pero ¿Qué se supone que haga ahora? ¿Dormir en la acera?
Claro que no hijo. Esa era la Señora Cope, que me miraba con ojos de compasión, y no se por qué pero eso me preocupó. Mira, hay una pequeña cabaña aquí cerca, en el comienzo del bosque. No sé que expresión vio la mujer en mi rostro, porque enseguida se apresuró a continuar. Es buena, en serio. No está habitada, pero esta bien conservada, y así tendrás privacidad. Anda muchacho, ven, sígueme, te prometo que pasaras una buena noche.
Con la rabia quemándome hasta la mierda, caminé junto a la señora, que no se había equivocado al decir que la maldita cabaña estaba en el comienzo del bosque, desde donde ni siquiera se podían ver las casas del pueblo.
La señora sacó un llave de uno de los bolsillos del delantal que usaba, y abrió la puerta de la cabaña que, como también afirmó ella, era rustica pero bien conservada.
Cuando entré, me alivié un poco más. La cabaña no era grande, pero estaba limpia y organizada.
El mobiliario consistía solo de una cama en un extremo junto a la pared, una mesa que hacía las veces de escritorio con una silla junto a él, y una angosta puerta, que según me indicó la señora, era el baño.
Solo tenía una ventana que daba justo frente a la cama, con cortinas de un estampado verde en fondo blanco.
Hijo, cuídate mucho, cierra bien la puerta y la ventana, y por nada del mundo, veas lo que veas, u oigas lo que oigas, no salgas hasta que amanezca. La mujer se notaba claramente preocupada y eso me alarmó. ¿Acaso sabían de algún asesino en serie de los alrededores? Porque si era así prefería dormir en el suelo de la cocina de la posada.
Señora me esta asustando, ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué me dice eso?
Este bosque está lleno de espíritus y demonios que acechan en la noche y te roban el alma poco a poco… Dijo en voz baja y mirando hacía todos lados.
Pero esos demonios ¿Están vivos? Pregunté.
Claro que no muchacho, son espíritus que vienen del mas allá para atormentar a las almas buenas como la tuya. Suspiré aliviado.
Yo no creo en esas cosas, solo son historias que pasan de generación en generación…
No importa si no crees. Me interrumpió. Solo sigue mi concejo, cierra todo bien y no salgas en toda la noche. Solo hazme caso hijo, por favor.
Su ruego y claro deseo de protegerme me hizo sonreír, me recordó a mi madre, que siempre me llamaba para saber como estaba, incluso era raro que no lo hubiera hecho ya.
No se preocupe Señora Cope, haré lo que me dice si con eso queda mas tranquila. La mujer asintió, y dándome la bendición, se marchó.
Apenas cerré la puerta mi celular sonó, ya sabía quien era.
Hola mamá.
— ¡Edward por Dios! ¿Donde estas? Acabo de llamar a Emmett porque tu teléfono parecía no tener señal, y me dijo que aún no has llegado, ¿Te pasó algo? ¿Estás bien?
Mamá tranquilízate, yo estoy bien, es solo que hubo un derrumbe en la carretera… si, si estoy bien, el conductor tubo que tomar otra ruta, pero nos cayó la noche y ahora estamos en un pueblo donde nos dieron alojamiento.
Vez, por eso no quería que te fueras solo, ya regañe a Emmett por haberse ido sin ti.
En serio no pasa nada, solo será una noche, mañana temprano partimos y a mas tardar al medio día estaremos llegando. Todo estará bien, hasta la esposa del posadero me dio la bendición antes de retirarse. Le dije con una sonrisa.
Bueno, ya con eso quedo mas tranquila, mi cielo cuídate mucho, apenas llegues a la casa de Rosalie me llamas.
Está bien, y me alegro que hayas regañado a Emmett, es malo mami, me dejó tirado. Lo último lo dije con voz de niño poniendo quejas. Aunque Emmett no era mi hermano de sangre, si lo era en otros aspectos, y como teníamos la costumbre de rotarnos las casas para pasar las vacaciones o los largos fines de semana, todas nuestras madres se creían con derecho de regañar al otro como en el caso de ahora.
Si mi bebe, no te preocupes que ahora mismo lo voy a llamar de nuevo, y a Jasper también lo voy regañar, porque estoy segura de que él tampoco quiso esperar. Cortó la llamada.
¡Jódete Emmett McCarty! Solté una carcajada, porque la que le esperaba era grande.
Apagué el teléfono, pues sabía que Emmett me llamaría. Cerré la ventana como la señora me había pedido, pero al poco rato tuve que abrirla pues el calor era insoportable y al menos así, entraba el fresco de la noche. Si algún demonio o espíritu le daba por entrar, estoy seguro que saldría enseguida, pues el clima afuera era mucho mejor. Reí ante ese pensamiento y me desvestí para acostarme en la cama. No solía dormir desnudo, pero la temperatura del lugar lo ameritaba, además, al estar algo retirado del pueblo, y con las historias que rondaban, estaba seguro de que nadie se presentaría a husmear por aquí. Usé el baño, que también estaba en buen estado, me tumbé en la cama, y me quedé dormido casi enseguida.
No sabía cuanto tiempo había pasado desde que me dormí, hasta que un sonido afuera me despertó. Miré mi reloj que lo había puesto junto a la cama, y eran las 12:00 en punto de la noche. Pensé que quizás podía ser algún animal, por lo que me recosté de nuevo, pero en seguida volví a escuchar un sonido, parecían como pisadas rondando la cabaña, pero eran muy suaves, como si fuera una mujer o un niño descalzo.
Me levanté de la cama y me asomé a la ventana, pero no vi nada. Cuando me disponía a abrir la puerta para revisar por fuera, un ruido en la ventana me hizo voltear rápidamente, no había nadie, por lo que corrí hacia ella y asomé medio cuerpo.
— ¡¿Quien mierda está jo… las palabras quedaron atascadas en mi garganta por la visión que se mostraba ante mi.
Una chica de unos diecisiete años, cabello castaño tan largo que al tenerlo hacia adelante sobre sus hombros, le llegaba a la cintura; su piel era blanca y pálida en extremo, y su mirada era tímida, como asustada; pero lo que mas llamó mi atención, lo que hizo que me quedara mudo, era que estaba totalmente desnuda.
Solo su cabello tapaba sus senos, pero su intimidad, totalmente depilada, se mostraba levemente ante mí, como una fruta jugosa custodiada por dos hermosas columnas que eran sus piernas. Toda ella era hermosa, no podía creer que tanta belleza podía estar junta en sola persona, en un solo ser.
La miré de arriba abajo, cautivado por completo con su visión, pude sentir como mi miembro se endurecía, a medida que mi vista pasaba por cada centímetro de su piel. Ella me seguía mirando, pero esta vez, mas con curiosidad que con miedo. ¿Por qué estaba desnuda? Acaso ¿Alguien abusó de ella?
Sacando mi voz desde donde esta chica la había atascado, le pregunté:
¿Estas bien? ¿Alguien te… tocó? Pregunté con cuidado para no lastimarla por si acertaba en mi suposición.
Ella negó suavemente con la cabeza y dio unos pasos hacia mí. Yo daba gracias que el hueco de la ventana, solo dejaba ver de mi cintura para arriba, porque no quería que ella sea asustara con mi erección que ya esta bastante pronunciada.
Déjame vestirme, buscar algo para que te pongas y llevarte al pueblo.
Ella volvió a negar con la cabeza y acortando la distancia entre nosotros, colocó uno de sus dedos sobre mis labios, se empino un poco, acercó su rostro al mio y en mi oído susurró: Solo déjame entrar, tengo frio.
Si su delicioso olor me endureció aún mas, su voz casi hace que me corra en ese momento. Era tan sexual y sensual que parecía no ser de este mundo.
La Señora Cope me había advertido varias veces sobre espíritus y demonios, pero si esta chica era uno de ellos, yo no tenía ningún problema en estregarle todo lo que me pidiera.
Asintiendo rápidamente corrí hacia la puerta, y la abrí enseguida, me extrañó que ya ella estuviera ahí, pues no sentí que corriera, y sabía que mis zancadas eran mucho mas largas, pero no le di más importancia en el momento.
¿Puedo entrar? Preguntó con una tímida sonrisa en los labios.
Claro, claro entra por favor… pasa. Estaba tartamudeando y cuando ella siguió y me miró de arriba abajo como hacía unos momentos yo hice con ella, caí en cuenta de que estaba totalmente desnudo, y con una erección como nunca antes la había tenido. Enseguida me tape con una mano y mire frenéticamente hacia todos lados buscando mis pantalones. Lo siento, yo… eh… estaba dormido… el desnudo… por el calor. Hablaba solo incoherencias.
Cuando por fin divisé mis bóxers, intenté acercarme para tomarlos, pero ella se interpuso en mi camino, y colocando las manos sobre mi pecho me dijo: Déjalo.
Esa palabra sonó mas como un jadeo. Me vi obligado a cerrar los ojos, para abrirlos enseguida cuando sentí unos besos húmedos recorrer mi pecho. Esa chica, lamia y besaba toda esa zona sin contemplación.
Por favor. Rogué. No quiero hacerte… daño, no se si… pueda controlarme.
No es preciso que lo hagas. Gimió contra mi piel, y sentí como todo mi cuerpo vibró con esas solas palabras.
Ya no aguantaba mas, necesitaba enterrarme en ella cuanto antes, esta mujer con cara de ángel y cuerpo de demonio era capaz de hacer que todo mi razonamiento se fuera al carajo.
Separándola un poco de mí, le retiré el cabello que cubría su frente, y dos hermosos senos quedaron expuestos ante mí. Unos pezones rosados, erguidos en su totalidad, me llamaban para que los lamiera y succionara, así como ella hizo con los míos.
Intenté agacharme para darle a mi boca lo que deseaba, pero ella se me adelantó y arrodillándose frente a mí, tomó mi miembro sin ningún preámbulo y se lo metió en la boca.
La forma como su lengua formaba círculos alrededor de mi glande me tenía enloquecido. Eche mi cabeza para atrás y cerré los ojos, preso del mas grande placer que había sentido. Esa chica podía parecer joven pero era obvio que su experiencia demostraba cientos y cientos de horas de práctica.
En un momento, sentí como la punta de mi miembro tocó su garganta, y ella contrayéndola un poco, hizo que lanzara un gemido profundo y hambriento de necesidad. Mis caderas se movían al compas de sus lamidas, literalmente estaba embistiendo su boca, y ella mientras que con una mano apretaba la base de mi pene, con la otra me masajeaba los testículos, como para apurar lo que ya era inevitable, y así fue, me derramé en su boca como un loco. Nunca ninguna mujer, había logrado que me corriera de esa forma tan potente con su sola boca. Mientras que de la mía salían gemidos gritados, que eran reflejo de lo que mi cuerpo estaba sintiendo, en la suya entraba mi semen y recorría su garganta, pues sentía como tragaba a medida que yo lo expulsaba.
Cuando terminó de limpiarme por completo, se levantó y con una mirada que prometía la mejor noche de mi vida, caminó de espalda hacia mi cama. Ven, quiero yacer debajo de ti.
Yo no me hice esperar, tomándola por la cintura, la tumbe sobre la cama y me acosté sobre ella. Intenté de nuevo tomar sus pechos con mi boca, pero ella me detuvo.
No estoy aquí por mi placer sino por el tuyo, entiérrate en mí y disfruta de mi cuerpo como lo desees.
Era cierto que quería que ella también gozara como yo, pero mi cuerpo me gritaba que le hiciera caso, que olvidara todo y me adentrara en ella hasta que mis fuerzas me lo permitieran.
Desconectándome por completo de mi parte lógica y consiente, me posé entre sus piernas y ya recuperado en mi totalidad, me enterré en ella hasta que mi miembro me lo permitió. Lancé un gemido fuerte y eché mi cabeza hacía atrás, embargado del mas exquisito placer. En ese momento caí en cuenta de que su coño, aunque deliciosamente apretado, era fresco como su boca, como si la temperatura de su cuerpo fuera muy baja y su interior no tuviera el calor normal del cuerpo.
¡Que carajo!
En ese momento lo único que me importaba era que estaba por pasar la noche que cualquier hombre desearía, y nada más.
Me movía con un ritmo frenético, marcado por mi lujuria y sus talones que se enterraban en mis nalgas.
Sus labios emitían sonidos que me hacían acelerar mis embestidas y hacían desear acallarlos con mis besos, y así lo hice. La besé como nunca había tenido la necesidad de besar a nadie, ella abrió su boca y con mi lengua, repetía los movimientos de copula que hacía con mis caderas. Su sabor era exquisito, y si así sabía su boca, no podía esperar para saborear su coño, no me importaba lo que ella dijera, quería darle placer, estaba seguro de eso, y así lo haría.
Continúe con el ritmo frenético por un tiempo más, estaba tan excitado y ella era tan apretada, que no tenía duda de que en cualquier momento me correría. La cama rechinaba con nuestro movimiento, al mismo tiempo que se escuchaba el golpear de nuestros cuerpos cada vez que arremetía contra ella.
Sus pezones rosaban mi pecho de forma desaforada, era algo mágico, delicioso que no quería que acabara nunca. Entraba y salía de ella con la necesidad de poseerla sin miramientos, de acabar dentro de ella y marcarla como mía.
Un momento después, pude ver como ella cerraba sus ojos y se arqueaba hacía mi cuerpo, sus temblores y espasmos se convirtieron en los míos, y gritando los dos al unísono, nos dejamos envolver por una por un fuego intenso que nos consumió por completo, hasta que solo quedaron leves jadeos y pequeños movimientos.
Levanté mi cabeza para mirarla, ya no existía lujuria, ni miedo, ni timidez, solo quedaba una tristeza infinita que me contrajo el corazón y me agrió el alma.
¡Maldición le hice daño!
Lo siento, no debí tratarte así, perdóname por favor. Regaba besos por su cara de forma desesperada, no se porque pero quería protegerla, sentía que debía procurar solo su felicidad y no la mía.
Ella me miró extrañada, como si no entendiera mis palabras o el porqué de ellas—. ¿No quieres continuar? Me preguntó. Claro quería hacerlo, pero no podía mientras ella se sintiera mal con esto.
No si tú no quieres. ¿Estás bien? Pregunté en un susurro. Su rostro se tornó aún mas confundido, para enseguida regalarme una pequeña sonrisa triste.
En ese momento pude notar algo que antes no, era como si solo hasta ahora sus ojos se mostraran ante mí. Unos hermosos ojos del color del chocolate, reflejaban necesidad de algo, pero no podía saber de que exactamente, parecía como si rogara silenciosamente por algo, algo que yo deseaba hacerle realidad. Quedé hipnotizado, sentí como si me atraparan y yo feliz me deje adsorber por ellos.
No te preocupes, estoy bien. Respondió, regalándome una sonrisa tierna. Solo te pido que antes de continuar, me permitas abrazarte por unos momentos, y que tú también lo hagas conmigo. Quiero sentir el latido de tu corazón.
¿Como negarle algo a esta hermosa diosa? Yo estaba endureciéndome de nuevo, pues su delicioso olor a flores y la visión de su cuerpo eran una tentación demasiado grande, pero extrañamente quería abrazarla también, sentirla junto a mí, traspasarle mi calor, pues su piel también era fresca.
Me retiré de su interior, me acosté de espalda y la atraje hacía mí, ella colocó su cabeza sobre mi pecho y yo empecé a acariciarle la espalda.
¿Cómo te llamas? Quise saber.
Isabella.
Es un bonito nombre.
A mi no me gusta, me recuerda lo que soy. Dijo con voz amarga.
¿Qué eres? Pregunté en un susurro.
Te lo diré por la mañana. Se levantó, se sentó sobre mí con sus piernas a cada lado de mis caderas, y apoyó sus manos en mi pecho. Esta vez no quiero yacer debajo, quiero olvidarme de lo que soy. Una lágrima rodó por su mejilla. Hazme olvidar lo que soy, mi pasado, mi naturaleza, todo.
Su ruego era desesperado, su rostro demostraba una necesidad de liberación que me hizo odiar a lo que fuera que ella odiara también. Estaba dispuesto a cualquier cosa por ella, no importaba que.
Tomé su rostro entre mis manos y lo acerqué al mio con delicadeza, pero firmeza a la vez.
Dime que tengo que hacer, dime como puedo liberarte de eso que te atormenta. Ella negó con la cabeza y cerró los ojos. Ven conmigo. Le pedí de repente. Yo apenas estaba estudiando, pero conocía muy bien a mis padres, ellos no tendrían problema en ayudarla. No éramos ricos, pero nunca nos había faltado el dinero, y estaba seguro que ella no sería una carga, incluso yo podía trabajar en mis tiempos libres para poder ayudar. Abrió los ojos al escucharme decir eso, estaba claramente sorprendida por mi petición. Por favor, ven conmigo, si alguien te retiene nos podemos escapar ahora. No quiero que sigas con esta vida, no soporto pensar que te tendrás que entregar a otros, no quiero.
Ella comenzó a llorar más fuerte y enterró su rostro en mi cuello. Yo la abrace fuertemente, tratando de controlar los espasmos del llanto que calaba en lo más profundo de mi alma.
Luego de un par de minutos se tranquilizó. Yo seguía acariciando su espalda, quería que ella supiera que estaba dispuesto a olvidar mi deseo de volver a enterrarme en ella y concentrarme en aplacar su sufrimiento.
Se enderezó y me miró con una sonrisa en sus labios, pero era más de pesar que de alegría. Levantó un poco las caderas y con una de sus manos, acomodó mi pene en su entrada y se dejo caer suavemente sobre él.
Ahogue un gemido de placer y haciendo uso de el poco autocontrol y razonamiento que me quedaba, la tomé por su cintura para impedir que comenzara a moverse.
No te estoy mintiendo Bella, ven conmigo ahora.
¿Bella?
Asentí. Yo tampoco quiero que te sigas llamando Isabella, te juro mi amor que yo cambiare tu vida.
Ella me miro aún más sorprendida y extrañada. ¿Mi amor?
Si, mi amor, mi vida, mi todo. Bella no se como sucedió en tan solo un momento, pero te amo, estoy malditamente enamorado de ti. La atraje hacia mí, y la besé con todo el amor y la pasión que ahora bullían en mi interior. Ella sonrió ampliamente contra mis labios y empezó a moverse al ya no tener mis manos para detenerla. Yo la deje hacer, y así continuamos toda la noche. Ya no había desesperación ni lujuria desenfrenada, solo quedaba el amor que nos unía en un solo ser, porque estaba seguro, de que ella también me amaba, así ahora no pudiera reconocerlo.
Unos golpes en la puerta me despertaron. Miré aturdido a mí alrededor y recordé donde me encontraba. Me moví para estirarme y bostezar, pero en ese momento las imágenes de la noche anterior llegaron a mi cabeza. ¡Bella!
Giré miré a todos lados frenéticamente, ella no estaba por ningún lado, no recordaba haberme quedado dormido, así que no supe exactamente en que momento de la noche se fue. ¡Maldición! ¿Por qué tenía que irse? ¿Acaso no me creyó nada de lo que le dije?
Las imágenes que tenía de ella eran borrosas, como si solo hubiese sido un sueño, pero yo estaba seguro de que no era así, aun tenía su olor adherido a mi cuerpo, la sensación de su piel contra la mía, de su boca y su coño apretándome y haciéndome sentir tanto placer como nunca lo había imaginado.
Pero ella no estaba por ningún lado, y eso me desgarró por completo. Había regresado a donde fuera que se ocultara, había huido de mi como seguramente lo hacía de los demás. Pero sabía perfectamente que no era lo que ella deseaba, algo la obligaba a regresar, y yo tan seguro como de que estaba vivo, respirando y amándola como un loco, la encontraría; no me importaba como, ni cuanto demorara; si era de pasar aquí todas las noches esperando su regreso lo haría, porque no permitiría que le siguieran haciendo daño, ella era mía, me pertenecía, fuera demonio, espíritu, o una simple chica, yo no me iría de aquí sin ella, mi Bella.

7 comentarios:

MarEu SaAl dijo... [Responder]

Felicidades! Es una historia preciosa.

Pamhdz dijo... [Responder]

Me quede impactada y enganchada , es de esas historias que pasasn de OS a historia completa . felicitaciones .

Aliena Cullen dijo... [Responder]

Hola por aquí ¿como estás?

Hay por dios como me gustaría que la pudieses seguir pues ese final abierto da lugar a mucho.
En serio que me ha encantado

Bell.mary dijo... [Responder]

Wooooooooowwwwwwww que historia tan bonita es de esas que te dejan con ganas de seguir sabiendo mas de ella, espero que sea asi, me quede intrigada con lo que sucederia......Suerte

Angeles Nahuel dijo... [Responder]

Me encantó...

Lumy Cullen dijo... [Responder]

Me encantó la historia. Me dejaste super intrigada. Me encantaría conocer la continuación. Ese final abierto me dejo con ansias de conocer como sigue. Muchos saludos!!

belcullen dijo... [Responder]

Omg,uffff q calor,me he quedado con ganas de más. Esta historia es la mejor,gracias