Autora: Martina Bennet
MI BELLA SÚCUBO
No podía creer que se
habían ido y me habían dejado tirado así nada más, eran todos unos malditos.
¡Pero claro! Como ellos no tenían que presentar un trabajo final y sustentarlo
el sábado, les valió mierda que yo tuviera que quedarme un día más. ¿Qué les
costaba esperar? ¡Nada! Absolutamente nada, ¡Oh! Miento, a mi gran amigo
Emmett, le costaba una noche más sin tirar con Rosalie, y eso era un pecado
mortal en definitiva. Él era quien mas había insistido en partir el viernes, y
aunque les dije que me era imposible por la universidad, se largaron sin mas, bien
temprano ese día. Si tan solo el viejo marica de Smith no se hubiese enfermado
y aplazado el día de las entregas, ahora mismo estaría en una cómoda cabaña,
comiendo algo sabroso o embriagándome con los demás junto al rio que bordea la
propiedad de los Hale.
Pero aquí estoy yo, atascado
en no se donde, intentando llegar a mi destino antes que caiga la noche. ¡Puta
vida la mía!
— ¡Es imposible! —Exclamó
el chofer del autobús en el que nos transportábamos; si, un autobús, porque
para terminar de rematar, mi auto tenía una avería desde hacía un par de días,
que por falta de tiempo, no había podido mandar a arreglar, ¡Y ni por eso
fueron capaces de esperarme! —El derrumbe es muy grande y tardaran
al menos un par de días en quitarlo, tendremos que desviar y tomar el caminó de
la reserva de Forks.
— ¿Forks? Pero esa ruta es muy larga, caerá la
noche antes que podamos siquiera llegar allá. —Comentó
una señora que viajaba con la que parecía ser su hija de cinco años.
—No hay otra opción señora, las autoridades ya están
llegando y me indicaron que regresara, no hay forma de pasar. —Se
escuchó un murmullo de inconformidad por parte de todos los pasajeros Yo estaba
realmente cabreado, todo me estaba saliendo mal, definitivamente este no era mi
fin de semana—. Por favor señoras y señores, es
necesario que suban de nuevo al autobús, yo tampoco quiero tener que manejar a
oscuras por esas carreteras. Pasaremos la noche en Forks y partiremos temprano.
— ¡Maldición! —Exclamé
sin poder evitarlo. Ahora tendría que pasar la noche en quien sabe que hotel de
mala muerte. Solo esperaba que en la casa de Rosalie la comida se hubiera
quemada, el rio secado, y todo el alcohol derramado. Si, definitivamente eso
compensaría un poco todo esto.
—Tranquilo hijo. —Un
hombre de unos sesenta años de edad se me acercó al escucharme maldecir—.
Al menos tu eres el mas joven de todos, a diferencia de esa chiquilla. —Dijo
señalando a la niña que ya subía al autobús tomada de la mano de su madre. Eso no
era ningún consuelo para mí, pero lo que sí tenía que aceptar, es que esto era
muy difícil para todos, en especial para el conductor, quien era el que mas
cabreado se veía aunque trataba de ser amable.
Subimos todos al
autobús y minutos después ya nos encontrábamos rumbo a ese poblado que habían
nombrado. Miré mi reloj de pulsera que marcaba las 8:10 de la noche, y según
nos había indicado el ayudante del conductor minutos atrás, estaríamos llegando
en un par de horas. Suspiré y recosté mi cabeza en el espaldar de la silla.
¿Qué más podía hacer? Ni siquiera podía distraerme mirando el paisaje, pues
todo estaba tan oscuro que la única luz que alumbraba, era la del vehículo en
el que nos transportábamos. Cerré mis ojos por un instante y sin saber bien en
qué momento sucedió, me quedé dormido.
El movimiento del
hombre que estaba a mi lado, y el murmullo de las demás personas recogiendo sus
cosas, me despertaron. —
¿Ya llegamos? —Le
pregunté al hombre de unos cuarenta años que estaba junto a mí.
—Así es, el conductor dice que si queremos podemos
dejar el equipaje pesado en el baúl, para no tener que cargar con él.
—No tengo problema con eso, solo vengo con un
morral. —Le comenté al hombre, el asintió y se
encaminó a la salida.
La idea que teníamos,
mis amigos y yo, era quedarnos tres semanas en la cabaña para practicar
senderismo, bañarnos en el rio, montar a caballo, y ayudar con la preparación
para el matrimonio de la hermana de Rosalie, que sería en un par de semanas.
Pero a pesar esto, no llevaba maleta, pues en un pequeño acto de caridad para
conmigo, y ya sabiendo que no podría viajar en mi auto, los chicos se llevaron
mi maleta, y yo solo viajaba con un morral en el que llevaba mis documentos,
cosas de aseo y un cambio de ropa. No lo había visto necesario, pues el viaje
debía durar solo unas cinco horas, pero Alice había insistido en que llevara
eso conmigo. —Nunca
se sabe que puede pasar. —Había dicho, y con eso una vez más se confirmaba,
que ella era una pequeña bruja o adivina. Si creyera en esas cosas, diría que
me había echado mala vibra.
—Bueno, como ya saben este es un pueblo muy
pequeño, así hablé con algunas personas y me comentaron que solo existe una
posada. —Explicó el conductor cuando ya todos
estábamos abajo—. Aunque la mayoría de las habitaciones
están desocupadas, no todos podrán alojarse allí. —Un
murmullo de protestas y expresiones de incertidumbre se escuchó—. Calma, Calma, déjenme terminar. Algunas casas
grandes tienen habitaciones disponibles en las que se pueden quedar el resto.
Por favor síganme y vamos organizándonos.
Eso era lo único que
faltaba, que tuviéramos que pedir alojamiento en alguna casa. Algo era seguro,
los iba a matar a todos cuando llegara a la casa de campo de los Hale, pero el
primero de la lista sería Emmett.
Nos dirigimos a una
edificación de tres pisos, que aunque con buena presencia, se notaba que había
conocido tiempos mejores. La esposa del posadero nos recibió, era una mujer de
baja estatura, regordeta y rubia, pero con una voz amable. Nos dijo que la
llamáramos Señora Cope, repitió lo mismo que el conductor había dicho, y agregó
que por comodidad, las personas mayores y las mujeres se quedarían en la
posada.
¿Era broma? yo era el
mas joven de todos, ¿Acaso pensaban dejarme en cualquier casa maltrecha con
quien sabe qué gente?
—Por favor, los que señalé pasen para que Samuel
los organice. —Como era obvio, yo no había sido
escogido. Las demás personas, al parecer ya estaban mas resignadas, porque
nadie se quejó abiertamente. Yo entendía perfectamente las razones, pero aun
así, en estos momentos desearía tener cuarenta años más—.
Los demás acompáñenme, les prometo que estarán cómodos. Vamos, síganme.
Recorrimos algunas
casas en las que lograron acomodarse los demás pasajeros, pero me preocupaba
que a mi no me dejaban en ninguna.
— ¿Cuantos años tienes muchacho? —Me
preguntó el dueño de una de la última casa.
—Veintiuno Señor. —Respondí—.
¿Me va a dejar dormir en su casa? O ¿Hay otra que tenga una habitación
desocupada? Estoy cansado y quiero recostarme.
El hombre se retiró
un momento para hablar con la esposa del posadero y otros dos hombres mas. Me
miraban constantemente y comentaban algo, y sea lo que sea, a la mujer no le
gustaba la idea, porque negaba y alegaba. Que personas más raras, es que acaso tenía
cara de asesino, ladrón o ¿Qué? Esto era realmente molesto.
Cuando por fin
dejaron de decidir mi destino de esa noche, se acercaron. El dueño de la casa
fue el que habló.
—Muchacho, tenemos un problema, ya no hay mas
lugares para acomodar.
—Pero ¿Qué se supone que haga ahora? ¿Dormir en la
acera?
—Claro que no hijo. —Esa
era la Señora Cope, que me miraba con ojos de compasión, y no se por qué pero
eso me preocupó—. Mira, hay una pequeña cabaña aquí
cerca, en el comienzo del bosque. —No sé que expresión vio la mujer en mi
rostro, porque enseguida se apresuró a continuar—.
Es buena, en serio. No está habitada, pero esta bien conservada, y así tendrás
privacidad. Anda muchacho, ven, sígueme, te prometo que pasaras una buena
noche.
Con la rabia
quemándome hasta la mierda, caminé junto a la señora, que no se había
equivocado al decir que la maldita cabaña estaba en el comienzo del bosque,
desde donde ni siquiera se podían ver las casas del pueblo.
La señora sacó un
llave de uno de los bolsillos del delantal que usaba, y abrió la puerta de la
cabaña que, como también afirmó ella, era rustica pero bien conservada.
Cuando entré, me
alivié un poco más. La cabaña no era grande, pero estaba limpia y organizada.
El mobiliario
consistía solo de una cama en un extremo junto a la pared, una mesa que hacía
las veces de escritorio con una silla junto a él, y una angosta puerta, que
según me indicó la señora, era el baño.
Solo tenía una
ventana que daba justo frente a la cama, con cortinas de un estampado verde en
fondo blanco.
—Hijo, cuídate mucho, cierra bien la puerta y la
ventana, y por nada del mundo, veas lo que veas, u oigas lo que oigas, no
salgas hasta que amanezca. —La mujer se notaba claramente
preocupada y eso me alarmó. ¿Acaso sabían de algún asesino en serie de los
alrededores? Porque si era así prefería dormir en el suelo de la cocina de la
posada.
—Señora me esta asustando, ¿Qué es lo que sucede?
¿Por qué me dice eso?
—Este bosque está lleno de espíritus y demonios que
acechan en la noche y te roban el alma poco a poco… —Dijo
en voz baja y mirando hacía todos lados.
—Pero esos demonios ¿Están vivos? —Pregunté.
—Claro que no muchacho, son espíritus que vienen
del mas allá para atormentar a las almas buenas como la tuya. —Suspiré
aliviado.
—Yo no creo en esas cosas, solo son historias que
pasan de generación en generación…
—No importa si no crees. —Me
interrumpió—. Solo sigue mi concejo, cierra todo
bien y no salgas en toda la noche. Solo hazme caso hijo, por favor.
Su ruego y claro
deseo de protegerme me hizo sonreír, me recordó a mi madre, que siempre me
llamaba para saber como estaba, incluso era raro que no lo hubiera hecho ya.
—No se preocupe Señora Cope, haré lo que me dice si
con eso queda mas tranquila. —La mujer asintió, y dándome la
bendición, se marchó.
Apenas cerré la
puerta mi celular sonó, ya sabía quien era.
—Hola mamá.
— ¡Edward
por Dios! ¿Donde estas? Acabo de llamar a Emmett porque tu teléfono parecía no
tener señal, y me dijo que aún no has llegado, ¿Te pasó algo? ¿Estás bien?
—Mamá tranquilízate, yo estoy bien, es
solo que hubo un derrumbe en la carretera… si, si estoy bien, el conductor tubo
que tomar otra ruta, pero nos cayó la noche y ahora estamos en un pueblo donde
nos dieron alojamiento.
—Vez,
por eso no quería que te fueras solo, ya regañe a Emmett por haberse ido sin
ti.
—En serio no pasa nada, solo será una
noche, mañana temprano partimos y a mas tardar al medio día estaremos llegando.
Todo estará bien, hasta la esposa del posadero me dio la bendición antes de
retirarse. —Le dije con una sonrisa.
—Bueno,
ya con eso quedo mas tranquila, mi cielo cuídate mucho, apenas llegues a la
casa de Rosalie me llamas.
—Está bien, y me alegro que hayas
regañado a Emmett, es malo mami, me dejó tirado. —Lo
último lo dije con voz de niño poniendo quejas. Aunque Emmett no era mi hermano
de sangre, si lo era en otros aspectos, y como teníamos la costumbre de
rotarnos las casas para pasar las vacaciones o los largos fines de semana,
todas nuestras madres se creían con derecho de regañar al otro como en el caso
de ahora.
—Si
mi bebe, no te preocupes que ahora mismo lo voy a llamar de nuevo, y a Jasper
también lo voy regañar, porque estoy segura de que él tampoco quiso esperar. —Cortó
la llamada.
— ¡Jódete Emmett McCarty! —Solté
una carcajada, porque la que le esperaba era grande.
Apagué el teléfono,
pues sabía que Emmett me llamaría. Cerré la ventana como la señora me había
pedido, pero al poco rato tuve que abrirla pues el calor era insoportable y al
menos así, entraba el fresco de la noche. Si algún demonio o espíritu le daba
por entrar, estoy seguro que saldría enseguida, pues el clima afuera era mucho
mejor. Reí ante ese pensamiento y me desvestí para acostarme en la cama. No
solía dormir desnudo, pero la temperatura del lugar lo ameritaba, además, al
estar algo retirado del pueblo, y con las historias que rondaban, estaba seguro
de que nadie se presentaría a husmear por aquí. Usé el baño, que también estaba
en buen estado, me tumbé en la cama, y me quedé dormido casi enseguida.
No sabía cuanto
tiempo había pasado desde que me dormí, hasta que un sonido afuera me despertó.
Miré mi reloj que lo había puesto junto a la cama, y eran las 12:00 en punto de
la noche. Pensé que quizás podía ser algún animal, por lo que me recosté de
nuevo, pero en seguida volví a escuchar un sonido, parecían como pisadas
rondando la cabaña, pero eran muy suaves, como si fuera una mujer o un niño
descalzo.
Me levanté de la cama
y me asomé a la ventana, pero no vi nada. Cuando me disponía a abrir la puerta
para revisar por fuera, un ruido en la ventana me hizo voltear rápidamente, no
había nadie, por lo que corrí hacia ella y asomé medio cuerpo.
— ¡¿Quien mierda está jo… —las
palabras quedaron atascadas en mi garganta por la visión que se mostraba ante
mi.
Una chica de unos diecisiete
años, cabello castaño tan largo que al tenerlo hacia adelante sobre sus
hombros, le llegaba a la cintura; su piel era blanca y pálida en extremo, y su
mirada era tímida, como asustada; pero lo que mas llamó mi atención, lo que
hizo que me quedara mudo, era que estaba totalmente desnuda.
Solo su cabello
tapaba sus senos, pero su intimidad, totalmente depilada, se mostraba levemente
ante mí, como una fruta jugosa custodiada por dos hermosas columnas que eran
sus piernas. Toda ella era hermosa, no podía creer que tanta belleza podía
estar junta en sola persona, en un solo ser.
La miré de arriba
abajo, cautivado por completo con su visión, pude sentir como mi miembro se
endurecía, a medida que mi vista pasaba por cada centímetro de su piel. Ella me
seguía mirando, pero esta vez, mas con curiosidad que con miedo. ¿Por qué
estaba desnuda? Acaso ¿Alguien abusó de ella?
Sacando mi voz desde
donde esta chica la había atascado, le pregunté:
— ¿Estas bien? ¿Alguien te… tocó? —Pregunté
con cuidado para no lastimarla por si acertaba en mi suposición.
Ella negó suavemente
con la cabeza y dio unos pasos hacia mí. Yo daba gracias que el hueco de la
ventana, solo dejaba ver de mi cintura para arriba, porque no quería que ella
sea asustara con mi erección que ya esta bastante pronunciada.
—Déjame vestirme, buscar algo para que te pongas y
llevarte al pueblo.
Ella volvió a negar
con la cabeza y acortando la distancia entre nosotros, colocó uno de sus dedos
sobre mis labios, se empino un poco, acercó su rostro al mio y en mi oído susurró—:
Solo déjame entrar, tengo frio.
Si su delicioso olor
me endureció aún mas, su voz casi hace que me corra en ese momento. Era tan
sexual y sensual que parecía no ser de este mundo.
La Señora Cope me
había advertido varias veces sobre espíritus y demonios, pero si esta chica era
uno de ellos, yo no tenía ningún problema en estregarle todo lo que me pidiera.
Asintiendo
rápidamente corrí hacia la puerta, y la abrí enseguida, me extrañó que ya ella
estuviera ahí, pues no sentí que corriera, y sabía que mis zancadas eran mucho
mas largas, pero no le di más importancia en el momento.
— ¿Puedo entrar? —Preguntó
con una tímida sonrisa en los labios.
—Claro, claro entra por favor… pasa. —Estaba
tartamudeando y cuando ella siguió y me miró de arriba abajo como hacía unos
momentos yo hice con ella, caí en cuenta de que estaba totalmente desnudo, y
con una erección como nunca antes la había tenido. Enseguida me tape con una
mano y mire frenéticamente hacia todos lados buscando mis pantalones—.
Lo siento, yo… eh… estaba dormido… el desnudo… por el calor. —Hablaba
solo incoherencias.
Cuando por fin divisé
mis bóxers, intenté acercarme para
tomarlos, pero ella se interpuso en mi camino, y colocando las manos sobre mi
pecho me dijo—: Déjalo.
Esa palabra sonó mas
como un jadeo. Me vi obligado a cerrar los ojos, para abrirlos enseguida cuando
sentí unos besos húmedos recorrer mi pecho. Esa chica, lamia y besaba toda esa
zona sin contemplación.
—Por favor. —Rogué—.
No quiero hacerte… daño, no se si… pueda controlarme.
—No es preciso que lo hagas. —Gimió
contra mi piel, y sentí como todo mi cuerpo vibró con esas solas palabras.
Ya no aguantaba mas,
necesitaba enterrarme en ella cuanto antes, esta mujer con cara de ángel y
cuerpo de demonio era capaz de hacer que todo mi razonamiento se fuera al
carajo.
Separándola un poco
de mí, le retiré el cabello que cubría su frente, y dos hermosos senos quedaron
expuestos ante mí. Unos pezones rosados, erguidos en su totalidad, me llamaban
para que los lamiera y succionara, así como ella hizo con los míos.
Intenté agacharme
para darle a mi boca lo que deseaba, pero ella se me adelantó y arrodillándose
frente a mí, tomó mi miembro sin ningún preámbulo y se lo metió en la boca.
La forma como su
lengua formaba círculos alrededor de mi glande me tenía enloquecido. Eche mi
cabeza para atrás y cerré los ojos, preso del mas grande placer que había
sentido. Esa chica podía parecer joven pero era obvio que su experiencia
demostraba cientos y cientos de horas de práctica.
En un momento, sentí
como la punta de mi miembro tocó su garganta, y ella contrayéndola un poco, hizo
que lanzara un gemido profundo y hambriento de necesidad. Mis caderas se movían
al compas de sus lamidas, literalmente estaba embistiendo su boca, y ella
mientras que con una mano apretaba la base de mi pene, con la otra me masajeaba
los testículos, como para apurar lo que ya era inevitable, y así fue, me
derramé en su boca como un loco. Nunca ninguna mujer, había logrado que me
corriera de esa forma tan potente con su sola boca. Mientras que de la mía
salían gemidos gritados, que eran reflejo de lo que mi cuerpo estaba sintiendo,
en la suya entraba mi semen y recorría su garganta, pues sentía como tragaba a
medida que yo lo expulsaba.
Cuando terminó de
limpiarme por completo, se levantó y con una mirada que prometía la mejor noche
de mi vida, caminó de espalda hacia mi cama—.
Ven, quiero yacer debajo de ti.
Yo no me hice
esperar, tomándola por la cintura, la tumbe sobre la cama y me acosté sobre
ella. Intenté de nuevo tomar sus pechos con mi boca, pero ella me detuvo.
—No estoy aquí por mi placer sino por el tuyo,
entiérrate en mí y disfruta de mi cuerpo como lo desees.
Era cierto que quería
que ella también gozara como yo, pero mi cuerpo me gritaba que le hiciera caso,
que olvidara todo y me adentrara en ella hasta que mis fuerzas me lo
permitieran.
Desconectándome por
completo de mi parte lógica y consiente, me posé entre sus piernas y ya
recuperado en mi totalidad, me enterré en ella hasta que mi miembro me lo
permitió. Lancé un gemido fuerte y eché mi cabeza hacía atrás, embargado del
mas exquisito placer. En ese momento caí en cuenta de que su coño, aunque
deliciosamente apretado, era fresco como su boca, como si la temperatura de su
cuerpo fuera muy baja y su interior no tuviera el calor normal del cuerpo.
¡Que carajo!
En ese momento lo
único que me importaba era que estaba por pasar la noche que cualquier hombre
desearía, y nada más.
Me movía con un ritmo
frenético, marcado por mi lujuria y sus talones que se enterraban en mis nalgas.
Sus labios emitían
sonidos que me hacían acelerar mis embestidas y hacían desear acallarlos con
mis besos, y así lo hice. La besé como nunca había tenido la necesidad de besar
a nadie, ella abrió su boca y con mi lengua, repetía los movimientos de copula
que hacía con mis caderas. Su sabor era exquisito, y si así sabía su boca, no
podía esperar para saborear su coño, no me importaba lo que ella dijera, quería
darle placer, estaba seguro de eso, y así lo haría.
Continúe con el ritmo
frenético por un tiempo más, estaba tan excitado y ella era tan apretada, que
no tenía duda de que en cualquier momento me correría. La cama rechinaba con
nuestro movimiento, al mismo tiempo que se escuchaba el golpear de nuestros
cuerpos cada vez que arremetía contra ella.
Sus pezones rosaban
mi pecho de forma desaforada, era algo mágico, delicioso que no quería que
acabara nunca. Entraba y salía de ella con la necesidad de poseerla sin
miramientos, de acabar dentro de ella y marcarla como mía.
Un momento después, pude
ver como ella cerraba sus ojos y se arqueaba hacía mi cuerpo, sus temblores y
espasmos se convirtieron en los míos, y gritando los dos al unísono, nos
dejamos envolver por una por un fuego intenso que nos consumió por completo,
hasta que solo quedaron leves jadeos y pequeños movimientos.
Levanté mi cabeza
para mirarla, ya no existía lujuria, ni miedo, ni timidez, solo quedaba una
tristeza infinita que me contrajo el corazón y me agrió el alma.
¡Maldición le hice
daño!
—Lo siento, no debí tratarte así, perdóname por
favor. —Regaba besos por su cara de forma desesperada, no
se porque pero quería protegerla, sentía que debía procurar solo su felicidad y
no la mía.
Ella me miró
extrañada, como si no entendiera mis palabras o el porqué de ellas—. ¿No quieres continuar? —Me
preguntó. Claro quería hacerlo, pero no podía mientras ella se sintiera mal con
esto.
—No si tú no quieres. ¿Estás bien? —Pregunté
en un susurro. Su rostro se tornó aún mas confundido, para enseguida regalarme
una pequeña sonrisa triste.
En ese momento pude
notar algo que antes no, era como si solo hasta ahora sus ojos se mostraran
ante mí. Unos hermosos ojos del color del chocolate, reflejaban necesidad de
algo, pero no podía saber de que exactamente, parecía como si rogara
silenciosamente por algo, algo que yo deseaba hacerle realidad. Quedé
hipnotizado, sentí como si me atraparan y yo feliz me deje adsorber por ellos.
No te preocupes,
estoy bien. —Respondió, regalándome una sonrisa
tierna—. Solo te pido que antes de continuar, me permitas
abrazarte por unos momentos, y que tú también lo hagas conmigo. Quiero sentir
el latido de tu corazón.
¿Como negarle algo a
esta hermosa diosa? Yo estaba endureciéndome de nuevo, pues su delicioso olor a
flores y la visión de su cuerpo eran una tentación demasiado grande, pero
extrañamente quería abrazarla también, sentirla junto a mí, traspasarle mi
calor, pues su piel también era fresca.
Me retiré de su
interior, me acosté de espalda y la atraje hacía mí, ella colocó su cabeza
sobre mi pecho y yo empecé a acariciarle la espalda.
— ¿Cómo te llamas? —Quise
saber.
—Isabella.
—Es un bonito nombre.
—A mi no me gusta, me recuerda lo que soy. —Dijo
con voz amarga.
— ¿Qué eres? —Pregunté
en un susurro.
—Te lo diré por la mañana. —Se
levantó, se sentó sobre mí con sus piernas a cada lado de mis caderas, y apoyó
sus manos en mi pecho—. Esta vez no quiero yacer debajo,
quiero olvidarme de lo que soy. —Una lágrima rodó por su mejilla—.
Hazme olvidar lo que soy, mi pasado, mi naturaleza, todo.
Su ruego era
desesperado, su rostro demostraba una necesidad de liberación que me hizo odiar
a lo que fuera que ella odiara también. Estaba dispuesto a cualquier cosa por
ella, no importaba que.
Tomé su rostro entre
mis manos y lo acerqué al mio con delicadeza, pero firmeza a la vez.
—Dime que tengo que hacer, dime como puedo
liberarte de eso que te atormenta. —Ella negó con la cabeza y cerró los
ojos—. Ven conmigo—.
Le pedí de repente. Yo apenas estaba estudiando, pero conocía muy bien a mis
padres, ellos no tendrían problema en ayudarla. No éramos ricos, pero nunca nos
había faltado el dinero, y estaba seguro que ella no sería una carga, incluso
yo podía trabajar en mis tiempos libres para poder ayudar. Abrió los ojos al
escucharme decir eso, estaba claramente sorprendida por mi petición—.
Por favor, ven conmigo, si alguien te retiene nos podemos escapar ahora. No
quiero que sigas con esta vida, no soporto pensar que te tendrás que entregar a
otros, no quiero.
Ella comenzó a llorar
más fuerte y enterró su rostro en mi cuello. Yo la abrace fuertemente, tratando
de controlar los espasmos del llanto que calaba en lo más profundo de mi alma.
Luego de un par de
minutos se tranquilizó. Yo seguía acariciando su espalda, quería que ella
supiera que estaba dispuesto a olvidar mi deseo de volver a enterrarme en ella
y concentrarme en aplacar su sufrimiento.
Se enderezó y me miró
con una sonrisa en sus labios, pero era más de pesar que de alegría. Levantó un
poco las caderas y con una de sus manos, acomodó mi pene en su entrada y se
dejo caer suavemente sobre él.
Ahogue un gemido de
placer y haciendo uso de el poco autocontrol y razonamiento que me quedaba, la
tomé por su cintura para impedir que comenzara a moverse.
—No te estoy mintiendo Bella, ven conmigo ahora.
— ¿Bella?
Asentí—.
Yo tampoco quiero que te sigas llamando Isabella, te juro mi amor que yo
cambiare tu vida.
Ella me miro aún más
sorprendida y extrañada—. ¿Mi amor?
—Si, mi amor, mi vida, mi todo. Bella no se como
sucedió en tan solo un momento, pero te amo, estoy malditamente enamorado de ti.
—La atraje hacia mí, y la besé con todo el amor y la
pasión que ahora bullían en mi interior. Ella sonrió ampliamente contra mis
labios y empezó a moverse al ya no tener mis manos para detenerla. Yo la deje
hacer, y así continuamos toda la noche. Ya no había desesperación ni lujuria
desenfrenada, solo quedaba el amor que nos unía en un solo ser, porque estaba
seguro, de que ella también me amaba, así ahora no pudiera reconocerlo.
Unos golpes en la
puerta me despertaron. Miré aturdido a mí alrededor y recordé donde me
encontraba. Me moví para estirarme y bostezar, pero en ese momento las imágenes
de la noche anterior llegaron a mi cabeza. ¡Bella!
Giré miré a todos
lados frenéticamente, ella no estaba por ningún lado, no recordaba haberme
quedado dormido, así que no supe exactamente en que momento de la noche se fue.
¡Maldición! ¿Por qué tenía que irse? ¿Acaso no me creyó nada de lo que le dije?
Las imágenes que
tenía de ella eran borrosas, como si solo hubiese sido un sueño, pero yo estaba
seguro de que no era así, aun tenía su olor adherido a mi cuerpo, la sensación
de su piel contra la mía, de su boca y su coño apretándome y haciéndome sentir
tanto placer como nunca lo había imaginado.
Pero ella no estaba
por ningún lado, y eso me desgarró por completo. Había regresado a donde fuera
que se ocultara, había huido de mi como seguramente lo hacía de los demás. Pero
sabía perfectamente que no era lo que ella deseaba, algo la obligaba a
regresar, y yo tan seguro como de que estaba vivo, respirando y amándola como
un loco, la encontraría; no me importaba como, ni cuanto demorara; si era de
pasar aquí todas las noches esperando su regreso lo haría, porque no permitiría
que le siguieran haciendo daño, ella era mía, me pertenecía, fuera demonio,
espíritu, o una simple chica, yo no me iría de aquí sin ella, mi Bella.
7 comentarios:
Felicidades! Es una historia preciosa.
Me quede impactada y enganchada , es de esas historias que pasasn de OS a historia completa . felicitaciones .
Hola por aquí ¿como estás?
Hay por dios como me gustaría que la pudieses seguir pues ese final abierto da lugar a mucho.
En serio que me ha encantado
Wooooooooowwwwwwww que historia tan bonita es de esas que te dejan con ganas de seguir sabiendo mas de ella, espero que sea asi, me quede intrigada con lo que sucederia......Suerte
Me encantó...
Me encantó la historia. Me dejaste super intrigada. Me encantaría conocer la continuación. Ese final abierto me dejo con ansias de conocer como sigue. Muchos saludos!!
Omg,uffff q calor,me he quedado con ganas de más. Esta historia es la mejor,gracias
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