Así las
fechas festivas se
convirtieron en una completa tortura, las miradas de reproche en los ojos de su
madre no se compararon con la mirada de decepción de su padre. Sus hermanos
caso aparte optaron por resaltar todas y cada una de las implicaciones de haberse embarazado, no dudaron en apostillar que a causa de su error todos
volverían a la reserva, cosa que a las gemelas no le hizo la
menor gracia, máxime cuando las dos tenían amores en Portland.
Taysha y sus hijos no
dudaron en desaparecer, ni siquiera esperaron a la cena… ¡vaya ensoñación juvenil! y ella bueno, no pudo hablar con Sam, se sentía perdida y sola. Aún
sin dimensionar las implicaciones
que su nuevo estado traería consigo para sí y para su familia.
De alegres y festivos
esos días no tuvieron nada, el clima y
los malestares que le aquejaban
no ayudaban a mejorar la situación. Mientras el resto del mundo parecía estar en una nube de confort y alegría, ella había hundido a su familia en la tristeza, el caos, y continuas
peleas verbales entre sus padres,
peleas que se extendieran hasta bien
avanzado el embarazo.
Su madre no dudaba en
atosigarle con preguntas sobre su embarazo y la identidad de aquel pérfido
hombre que osara a tocar a un
ser intocable—palabras de su madre. —
Además del cansancio
al comienzo de aquello no sentía nada
más, bueno, quizás dolor en el fondo de su pequeño corazón, un dolor que no menguaba. Poco a
poco los días fueron pasando y de él, el
hombre a quien amara
no sabía nada, no respondía a
sus llamadas y las pocas veces que alguien levanto el teléfono en casa de Taysha, al oír su voz
no dudaron en colgarle.
Los cambios en su
cuerpo se fueron dando paulatina y
lentamente hasta el tercer mes, los senos un poco más henchidos,
las caderas un poco más estrechas, a su
melena se fueron agregando otros centímetros, sin
contar con las continuas nauseas, el
tomarle fastidio a la mayoría de los alimentos, el querer dormir
la mayo parte del día sin poder lograrlo por supuesto. El tomar
una cantidad de vitaminas
que de sabor eran poco
agradable, y su variable humor, claro que este se mantenía más en el extremo
de tristeza y soledad que en el
lado de alegría y tranquilidad.
Mientras que su vientre
no se hizo prominente su vida no
sufrió mayor cambio. Iba
a la escuela de la reserva
donde pocos sabían
de su embarazo, aun no sabía
cómo había hecho su madre para que
aquella noticia no se extendiera
por la reserva como si fuera
pólvora.
En las noches
sus dolidos sollozos
eran amortiguados por la
almohada que ponía en su boca, las lágrimas raudas no
le dejaban cuando la
hora de dormir llegaba, el que
nadie le consolara solo hacía que su
dolor aumentara. Su padre
había marcado una insalvable
distancia, sus ojos no dejaban
aquella mirada de decepción
y tristeza, tal era la
decepción que optara por cenar cuando ella
ya hubiese cenado o evitar su
contacto todo lo que fuera
posible. Aquel trato le hacia
tanto daño.
En una completa bruma transcurrió
un tiempo, nada cambiaba, bueno si, su cuerpo que no dejaba de crecer, su antes plano abdomen ahora era más
abultado pareciendo que se hubiese comido un pequeño balón.
La forma en que vestía también sufrió un drástico cambio,
las camisas un poco más holgadas de
forma tal que su vientre se ocultara lo mejor posible, ella no
discutía con su madre en
señalarle que al vestir de aquella manera hacia que todos le observaran con mas
ahínco y menos disimulo.
Muchos de sus
compañeros susurran cada vez que le
veían, poco disimulaban el hacerlo,
aquello hería un poco más su cada vez mas frágil autoestima. Algunos no dudan en reírse de ella y señalarle con un
dedo como si fuera una enferma. Algunos
no dudaban en grítale cosas creyendo que tenia
problemas alimenticios, no es que les culpara, antes del cuarto mes había perdido demasiado pero y de un momento a otro parecía haberlo
recuperado, pero no era peso... Bueno no
del todos a su alrededor creían.
— ¡Es el acabose!— manifestó
despavorida su madre una tarde— ¿Qué pensara la
reserva de mis hijas? ¿De mi familia? De…— cuando su mirada se encontró
con los ojos poco
brillantes y demasiado tristes de
Leah, opto por no terminar su sarta de reproches.
Tampoco basto que dijera nada más, el
sollozo estrangulado de la joven
fue más que suficiente.
Por primera vez en
los meses transcurridos—cinco— la severa
mujer vio a su pequeña desde otra
perspectiva. El verle indefensa con el
puño en la boca, mordiéndose para que
sus sollozos no fueran oídos por
los demás miembros de la
casa rompió su corazón.
Temiendo que la
joven rechazar su consuelo prefirió marcharse a la cocina donde silenciosa
imitara las acciones de su
pequeña.
Desde que sus padres se enteraran del embarazo, no le dejaban sola ni
a sol, ni a sombra, por ello
aprovechaba cualquier momento de descuido para intentar comunicarse
con Sam… su tonto e ingenuo corazón no perdía la esperanza de que él volviera y juntos solucionaran todo. Sin impórtale
que pudieran volver a rechazar sus llamadas, sin falta cada
dos días
marcaba a su casa, a veces el armatoste sonaba hasta
el cansancio, otras veces era Taysha quien respondiera y no
sintiéndose valiente prefería colgar y que esta creyera que era una broma,
desde el día de navidad había
cortado relación con sus padres,
otra culpa a su lista de pecados. Tampoco hablaba cuando el hermano de Sam contestaba.
— ¿Sí?— es día la voz
era nueva. Incapaz de hablar presa del pánico estuvo a punto de colgar — ¡aló!—chillo la suave
voz con algo de fastidio.
Aclaro la garganta para
que las palabras fluyeran,
una quebradiza y temblorosa voz
fue lo único que obtuvo— Podría hablar con Sam, por favor.
— ¿Para qué
quieres hablar con mi novio?—
Se mordió los labios
con fuerza para evitar sollozar y gritarle
que era su “novio”, pero no lo era
se dijo con pesar.
Tomo aire dos
veces antes de responder.
—Necesito
preguntarle algo sobre tía Taysha—
La voz al otro lado de la línea no parecía
convencida, oyó algunos murmullos
toscos, luego la voz de él.
— ¿Quién es?— no
había que ser adivina para saber que no estaba de buen humor.
—Leah… yo... —
— ¿Qué quieres?—. Gruño él, cortándole de plano su
vacilante intervención. — Causar
más daño, mamá no para de llorar por haber perdido la amistad
con tus padres—.
Las lágrimas
cayeron raudas, si antes
tenía facilidad para el llanto
con el embarazo se había aumentado por diez
aquella facilidad. Las palabras
de Sam fueron más y más
bruscas, crueles, frías. Cada palabra
no hacía más que herirle
con más profundidad, poco pudo
ella objetar u defender, recibió impávida cada palabra y
ofensa.
—Es tuyo— .susurro
bajo.
—Nada es mío, tu
solita te lo buscaste, a mí no vengas a achacarme culpas ajenas—. Con eso finalizó aquella llamada.
Sumida en un estado de
tristeza paso otro mes
de embarazo. El rechazo que en
aquella época causara a su estado no ayudaron, el que la mayor parte de la
gente a quien conociera le juzgara
y quisieran dar consejos sobre cómo debía
actuar y que debía hacer con el
pequeño angelito que no tenía culpa
alguna de que su madre fuera una precoz y
“casquisuelta” adolescente, tampoco eran
de ayuda. Nadie parecía darse
cuenta que todo eso le tenia confundid, dolida y deprimida.
Todo lo que hacia, lo hacia por
inercia.
Muchas madres, sabia, habían prohibido a sus hijas
ser amiga de una niña con reputación
manchada, no quisiera que
aquella fuera tan mala influencia
y les llevara por un destino parecido. Como si tuviera tanto poder y confianza.
La vergüenza
se apoderaba cada vez que salía
de casa, mil veces hubiese preferido que su madre le mantuviera enclaustrada, pero la mujer que le diera la vida
había argüido:
—Estar embarazada
no implica que no puedas estudiar, ninguna hija mía
habrá de quedarse ignorante
y sin estudios, has de ser
un ejemplo para esa criaturita—
Así se dio paso a
otra lucha, lucha que se diera sobre el mes
quinto cuando su barriga
redondeada fue imposible de ocultar, los chismes,
dudas y rumores quedaron
corroborados.
Por aquella época
el embarazo adolescente
era poco común,
ella no podía decir que era el
primero, ni tampoco que fuera el último
caso pero la legislación del momento prácticamente permitía
que las directivas de los planteles educativos a su
discreción retiraran a las
jóvenes de sus aulas.
Los maestros poco a poco
empezaron a lanzar algunas palabras que le hacían sentir incomoda e indigna.
Todo aquello afecto su estado de ánimo, su salud pero sobre todo las notas que tanto se esmerara por levantar.
No podía ir corriendo a su casa a llorar a los brazos de su padre porque simplemente
parecía que ella se había vuelto invisible para él, para sus hermanas era la vergüenza mas grande y su
hermano solo se limita a interceder en la escuela cuando las burlas y las ofensas se hacían
algo violentas, claro nunca
llegaron a golpearle físicamente,
pero a veces prefería que lo
hubiesen hecho.
Las batallas ante
tribunal, las citas al médico, el mantener las notas altas, el ayudar en casa y
el decaído estado de ánimo que le
acompañaba, terminaron por pasarle
cuenta de cobro.
Iniciando el
séptimo mes le ingresaron al hospital, una infección urinaria, el bajo peso que
tenía tanto el feto como la
madre, la corta edad, y los
primeros síntomas de preclancia fueron razones más que suficientes para que durara interna cerca de quince días.
Sumado a eso
Servicios Sociales se hizo presente, esa
fue otra lucha, sus padres
demostrando que aunque fue
“negligencia” de su parte, ella, sus hermanos y el bebé en camino tenían un hogar
estable y libre de peligros, al
menos las leyes de la reserva le protegían
de que el estado se la llevara lejos de sus padres, claro no evitaba que Servicios Sociales les
vigilara e iniciara la respectiva investigación, yendo a donde sus vecinos, familiares
preguntando, hostigando hasta que
alguien contradijera lo que sus padres decían. Se sentía acosada por todos, era su fallo
haberse fiado tontamente, no el
de sus padres.
Durante la
estadía en el hospital su madre decidió que debía aprender a tejer y hacerle
un regalo al bebé. Si, un bebé, un niño. Un pedacito
de ella, por no decir que toda
ella en ese pequeñajo alojado en su cuerpo. Un pequeño
que no sabía lo que deparaba el
destino, bueno ni ella misma sabia que le
deparaba la vida para la mañana siguiente.
A diferencia de
otras embrazadas con las que compartía
minutos en sala de espera par
entrar a la consulta medica, o con
las que
hacia el curso de cuidados
prenatales, ella no
mimaba su barriga, ni le decía
cosas lindas y tiernas, no porque no le
naciera sino porque aun no dimensionaba
lo que venia, si ni siquiera podía ver
al bebé en las
ecografías a lo sumo veía
manchas negras y blancas, pero asentía
cada vez que el medico le señalaba
al pequeño inquilino en su cuerpo.
Las enfermeras le
miraban con pena, los de servicio
sociales insistían en hacerle preguntas, en acosarle para
saber si había sido accedida físicamente, si la persona era un
adulto y mil cosas más, ella simplemente
se limitaba a decir que estaba cansada o no
responderles, total no estaba obligada,
se lo había dejado en claro desde su
primera aparición.
Para su salida sus padres
se comprometieron en vigilar que
nada le alterara, en que tendría
un óptimo descanso, alimentación y ante
la menor alteración seria llevada de urgencia.
Todos de repente parecían mas protectores con ella, sus hermanas
no dudaban en prodigar mimos a su
redondeada panza. Su padre de todos
era el único que mantenía ese
aire de frialdad e indiferencia, a veces
parecía olvidarse de su enojo
porque le pillaba mirándole con amor,
con ese cariño que otrora
que le brindara libremente, y esa mirada
duraba hasta que sus ojos se posaban en su vientre, entonces todo volvía a ser como era él se alejaba y
ella se quedaba queriendo ir a pedirle
que le perdonara por ser
tan insensata, pero ya nada cambiaría lo sucedido.
Las discusiones
cesaron como cesa una tormenta, dejando una clama
casi idílica. Varias veces
le oyó
hablando bajo con su madre,
manifestando sus sentimientos. Su madre
tras la hospitalización le
cuidaba más, había dejado de lado los reproches
verbales pero eso no le
hacía olvidar su fallo.
A mitad del octavo
mes por fin un tribunal prohibió
al plantel educativo el retirarle de sus aulas, un triunfo efímero pero que le garantizaría
que podía continuar
con sus deberes desde casa hasta que la
dieta pasara y podría volver a la
escuela.
Nadie esperaba que una adolescente
tuviese una determinación tan firme como
ella, el gran secreto sobre la identidad del padre del bebé
solo hacía que aquello pareciera más grave,
tampoco quería que nadie se
enterara, no hasta que Sam entrara en
razón y viniera ayudarle.
Que ingenuo
y tono corazón, confiado y
atolondrado creyendo que
él volvería, tardaría algún tiempo en ver y aceptar
la verdad, una verdad única e innegable y también dolorosa.
Un día despertó sintiendo mucho dolor en la parte
baja de la espalda mas no dijo
nada, no queriendo preocupar a nadie
se mantuvo en silencio soportando
el infernal dolor, podría comprarlo con el romperse los
huesos una y otra vez. Se
arregló para la escuela, poco
comió. Tampoco prestó mucha atención a las clases, durante la clase de educación física troto junto a sus compañeros.
Su maestra tuvo que notar
que algo
andaba mal pues inmediatamente le mando a descansar, el dolor que con el paso de las horas se había incrementado le hizo
imposible sentarse y quedarse en
silencio.
No tardaron pues en informar a sus padres y
en ser trasladarla al hospital, donde el medico
no tardo en informar que estaba
en trabajo de parto.
Hubiese jurado que
durante el proceso murió. El
dolor desgarraba su pequeño y delicado cuerpo, el sudor
perlaba la frente, sus uñas se enterraban con
fuerza en las sabanas
de la camilla donde le tenían
recostada, aunque mentalmente se decía
que debía ser fuerte no
era consciente de lo alto que
eran sus gritos y lamentos. No vio el pánico en los ojos de su
padre, ni el llanto de su madre, tampoco la palidez de sus
hermanos. Las lágrimas cubrían su bronceado
rostro, su pequeña carita se crispaba ante
cada contracción, la intensidad del dolor
aumentaba tras cada contracción.
Alguien le
hizo moverse, acto seguido una pequeña picadura.
No se dio por
enterada de la conclusión a la que el
medico tratante llegara
y comunicara a sus padres en aquella
habitación.
—Es lo más
recomendable, no estamos
seguro que soporte el proceso, y lo que
pretendemos es salvar la vida tanto de madre como del hijo, una
cesárea —
Otro pinchazo,
alguien a su lado sosteniendo sus
manos, las luces del cuarto moviéndose,
murmullos ininteligibles, gente desconocida.
Estaba dormida con
los ojos abiertos. Se dijo. Nada de
eso era real, todo era producto
del cansancio, de su dolor. Todo era…real.
El pequeño chillido,
le saco de su sopor. Una mujer vestida
de cirugía puso
en su pecho un pequeño bulto calientito y chillón. No
reaccionó como lo harían en la
tele, riendo y abrazando al
pequeño, tan solo se limito a
verle unos minutos
antes que una enfermera se lo
llevara.
Unas horas mas tarde, ya
consciente de la realidad, algo
dolorida, noto como su familia se congregaba alrededor de su padre quien sostenía un pequeño bulto
azul, no sabía si era felicidad absoluto mera
curiosidad la forma en que estaban reaccionando, tampoco
iba a indagar en el momento. Mas
tarde lo haría, también pensaría cual
seria el destino de ese pequeño ser.
Al notarle
despierta su madre tomo al pequeño bulto en sus brazos y sin
palabra lo dejo en los suyos. Con algo
de incertidumbre se fijo
en él. Un pequeño que parecía una
uvita pasa, sin cejas, sin pestañas, con los parpados cerrados y un mohín en sus labios. Un chiquillo que dormía sereno con los pequeños puñitos apretados, en sus brazos. Un bebé
con piel tan suave como la
seda y el terciopelo juntos, y tan
hermoso como el amanecer. Un bebé que parecía le parecía más de juguete que de verdad…
Un bebé… su
bebé.
Tras un largo periodo…. mmm bueno por fin
he empezado a ver la Luz, siento la demora y como no me gusta dejar nada al aire vengo a
compartir con uds este capítulo. Gracias por la paciencia y
nos estamos leyendo. Un abrazo.
Lulla
te amo.
Ada.
7 comentarios:
Hola Ada q alegria tener noticias tuyas!!,
un buen capitulo pobre Leah x todo lo q esta pasando y ese desgraciado de Sam no acepta q ese bebe es hijo suyo y ella toda sola,esperemos q ahora q tiene al bebe le vaya bien y q su familia le ayude bastante xq lamentablemente a ella la engañaron no fue culpa suya,veremos q pasa mas adelante,gracias Ada x volver a publicar!
Hola Ada que gusto saber de ti y ya sabes que aqui te esperamos todo lo que sea necesario con tal de leer tus letras.........
pobre Leah todo lo que tuvo que sufrir durante su embarazo toda la soledad que sintio, mientras que el desgraciado de Sam ni sus luces, pobre chica no sabe ni siquiera lo que significa traer un bebe al mundo creo que hasta ahora que lo ve se da cuenta de ello, espero que su familia con la llegada de el cambien y la apoyen mas..........
GRacias Ada cuidate mucho........besos
Hola Ada gracias por no dejar de escrir y espero tu róxima actualización
Me alegro de que hayas vuelto linda!!! el capi ha estado genial aunque un poco triste,he podido yegar a imaginar el dolor que leah ha sentido. Odio que su familia la haya hecho sentir asi de indigna pues no es ni la primera ni la ultima adolescente que se queda embarazada, pero claro a muchas personas les preocupa más el que dirá la gente que la felicidad de su propia hija y de Sam ya ni hablamos... me dan ganas de matarlo!!! pero estoy segura que harás que se arrepienta jijiji mil besos chicas
Ojala que cuando Sam habrá los ojos sea demasiado tarde y leah no lo perdone por imbécil e idiota.
Me ha encantado el capitulo ada nos vemos en el siguiente besooossssssss
Hola Ada. ¿como estás? Me alegro de que hayas vuelto. Y lo cierto es que lo has hecho por la puerta grande. Triste, muy triste un capitulo doroloso y triste. No solo por el rechazo de una familia que poco a poco pareces ser que van arrepintiéndose de haberse comportado así y ahora parece que la cuidan y miman mas.
Un embarazo adolescente es muy dificil y esa familia no se ha comportado nada bien en un principio, ante todo y todos esta su hija. Y ha sido triste sobre todo por la actitud de Sam, odio a este Sam y espero que pague todo lo que le esta haciendo sufriendo hasta lo impredecible. Un bebé es cosa de dos señor mio, ella era inocente y fuiste tu quien la engañaste ¿como puede ser tan ca****?, espero que de verdad lo pague y lastima me da esa otra novia pues puede que le haga lo mismo.
Muchos besos nos seguimos leyendo.
Adita me alegra tanto saber que estas bien. Entendemos que habeces necesitan un tiempo de descanso, para recuperar fuerzas y compartir con la familia. Nos hiciste mucha falta.
Por otro lado, el capí estuvo fabuloso, me encantó. Me da mucha tristeza por lo que esta pasando Leah, pero lo importante es que nacio su bebe sano y salvo. Además que la familia parecen que la van a apoyar. Eso sería excelente!! Ansiosa por más, un abrazo!!! Feliz Finde!!
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