Capitulo 16: Aliada de este amor

Tweet Mis amigas!!! capi nuevo... con tristeza porque renunció a seguir escribiendo quien me dió la inspiración inicial, Jazzy, pero con muchos deseos para que vuelva. Abrazos a mi Ko, que por tal deserción está muy triste, te amo nena y fuerzas... este lemmon es para ti!!! Las amo!!! gracias Y COMENTEN!!!

Aliada de este amor

El cielo era eso… verla gemir de placer por el roce de nuestras carnes, oírla susurrar mi nombre de manera entrecortada, sentir su olor a deseo sobre su piel, era eso… y no necesitaba nada más. Si debía pagar de alguna manera por lo que estábamos haciendo no había infierno que me hiciera sufrir luego de haber probado la miel de sus labios, el sabor de su piel, porque no había fuerza humana que me pudiera separar de ella y si algún día llegaba a perderla… el solo hecho de no estar a su lado iba a ser el mismísimo infierno.

_No te detengas…_ murmuré cuando sentí sus dulces labios acariciar la piel de mi cuello _nunca más te dejaré escapar mi amor._

Ella tomó el cabello de mi nuca fuertemente y besó mis labios anhelantes de su sabor, admiré de pronto la manera que tenía de degustar mi lengua, algo de lo que no me había percatado antes… ella exploraba mi boca tan lenta y apasionadamente a la vez, tan embriagadoramente deleitable que con solo besarme excitaba mi hombría. Tomé su cintura lo más gentilmente que podía y la volteé para que su espalda quedara contra la puerta y yo delante de ella. Sus manos rápidamente fueron al bulto en mis pantalones, cerré los ojos ante su contacto, suave pero enloquecedor… la deseaba, la quería, la anhelaba tan locamente que si llegaba a hacerla mía en ese momento… todo el hotel nos oiría.

_Bella… me vuelves… loco_ dije apretando los dientes cuando su pequeña mano oprimió levemente aquella parte,

_¿Me deseas Edward?... ¿no te importa que James nos mate si nos encuentra?_ sus palabras me sorprendieron por un momento, si lo que trataba de hacer era que le tuviera temor a su novio jamás lograría hacerlo

_¿Tanto miedo le tienes?, es hora que se entere que soy solo yo el único que te puede tocar_ su boca repartía besos por el camino que mi camisa iba dejando al descubierto, sus hábiles dedos le abrían paso a sus besos…

_Si ahora viene y nos encuentra así no sé que podría suceder… solo sé que no quiero dejar de hacerlo. No me importa morir en este instante…_ susurró sobre la piel de mi pecho. Nuestros jadeos se confundían en la habitación, su respiración entrecortada era el dulce néctar al que mi cuerpo reaccionaba

_Déjame amarte Bella, solo déjame permanecer en tu vida… hacerte el amor cuando tú lo desees_ mi vos extremadamente excitada sonaba dolida y suplicante, me arrodillaría ante ella para lograr que su presencia siguiera alegrando mi vida. _Déjame estar cerca de ti, no me importaría ser por ahora el segundo, solo hasta que resuelvas las cosas con él… pero no me alejes de tí mi amor_ dije tomándola de las muñecas haciéndola detenerse. Me miró con los ojos bien abiertos tal vez tratando de comprender si lo que yo había dicho era realmente lo que había escuchado. Le estaba entregando mi vida en ese momento, le daría eso y mucho más, mi alma, mi corazón, mi cuerpo… todo, absolutamente todo con tal de tenerla junto a mí.

_Edward…_ murmuró saliendo de la cárcel de mis brazos _déjame encontrar un buen momento para decírselo, no quiero que sepa de ti… porque en ese caso, él no sería capaz de reaccionar de la mejor manera._ su mirada suplicante me decía más cosas de lo que su boca podía pronunciar…

_Bella… seré un sacerdote, un hombre pacífico pero sé que… si alguien es capaz de tocar lo que más amo, el que reaccionaría de la peor manera sería precisamente yo._ mi convicción y seguridad eran palpables en mis palabras y ella lo sabía…

_Edward… solo dame tiempo para decírselo, lo único que me hace seguir adelante es saber que te volveré a ver, solo no te involucres en esto…_ ella caminó hacia mí, lenta pero segura y puso su mano en una de mis mejillas,

_Siempre ten presente… que te amo, a pesar de todo_ susurró casi inaudiblemente. Nuestras frentes se recostaron una en la otra mientras que nuestro contacto visual no se rompía, era imposible sacarle los ojos de encima a esta divinidad. Entonces sin pensarlo, acerqué mi boca a la de ella… con premura y una pasión incontenibles, la llevé hasta una cómoda que estaba en el rincón de la oscura habitación y atrapé nuevamente su cuerpo con un deseo irrefrenable… mis manos ansiosas recorrieron su cuerpo sobre su ropa anhelando tocar su piel y mi boca succionó, saboreó y lamió cada centímetro de sus labios… quería probar todo de ella. Sentí su pequeña mano bajar hasta mi pantalón, esta vez para buscar la presilla para desabrocharlo… me sentí libre cuando sus hábiles dedos sacaron mi erecto miembro de la prisión de mi ropa,

_Quiero que me hagas el amor… ahora_ dijo sobre mis labios con urgencia, era como si necesitara con desesperación ese acto de lujuria y pasión, como si con ello sellaríamos algo que anteriormente ya habíamos acordado… ahora era urgencia, pasión y deseo. Nuestros cuerpos jadeantes y excitados se rozaban en un delicioso vaivén, buscando fricción, causando gemidos que inundaban mi alma. La miré nuevamente y pude ver el fuego en sus ojos oscurecidos, una vez más la tomé por la cintura y la volteé sobre la cómoda de manera que quedara de espaldas a mí, frente a ella había un espejo en el que nuestros rostros contenidos de lujuria se reflejaron haciéndolo todo más irreal.

_Bella quiero estar dentro tuyo_ le dije al oído y mirándola a los ojos a través del espejo, ella asintió mordiéndose el labio, algo que me pareció sumamente sensual,

_Hazlo…_ exigió. Lo hice… bajé el cierre de su pantalón casi con movimientos inexpertos y lo jalé junto con sus bragas hacia abajo. No fui gentil en absoluto… me hubiese gustado usar la cama, la mullida alfombra o al menos habernos despojado de todas nuestras ropas para admirar nuestra desnudez, pero al contrario de todo eso, la tomé allí, sobre el corriente mueble de hotel. Sin embargo a ella pareció no importarle.

Su blanca desnudez estaba frente a mí invitándome a entrar en ella, abrí sus piernas con mis rodillas y situé la punta de mi erección en su entrada… ella gimió guturalmente, como un gatito que goza de las caricias de su amo.

La penetré con ímpetu y torpemente por la desesperación, ella gimió mordiéndose el labio y mi gemido se ahogó en mi garganta,

_Hazlo… Edward, amor… no te detengas_ dijo entrecortadamente. ¿Qué estaba diciendo?, ¿a caso ella era capaz de pensar que ante tan exquisito placer yo me detendría?... ella debía saber que jamás lo haría. Ella era mi droga y mi vida giraba en torno al placer que esa droga me regalaba…

_Jamás amor._ dije acompañado de una envestida, ella gimió arqueando su espalda y levantando su cabeza hacia mí, besé la zona de su cuello salvajemente mientras la penetraba por detrás… No queríamos gritar, de esa manera nos delataríamos fácilmente, pero ya nada existía a mi alrededor más que el placer que estaba inundando cada fibra de mi ser y era casi imposible contenerse a dejar escapar los gemidos que salían de nuestros labios. Mis manos oprimieron fuertemente sus pechos, por alguna rara y extraña razón Bella no se inmutó… ella estaba concentrada en obtener el mayor placer que le fuera posible, con su ceño fruncido, sus ojos entreabiertos, su labio entre sus dientes y con pequeños gemidos que se escapaban de su ansiada boca.

Jugueteé en la parte expuesta de su nuca con mi lengua, sabía tan bien… tan malditamente bien que me contuve de morder su rica piel como un sediento vampiro. A decir verdad, un animal salvaje habría sido más gentil de lo que yo fui en ese momento.

Pero precisamente allí, mientras la besaba, le hacía el amor de una manera totalmente irracional y descontrolada, en ese cuarto de hotel y con su novio rondando por allí… alcancé a ver antes de que ella colapsara en mi pecho entre jadeos y grititos ahogados, una pequeña marca dibujada en su piel… como una medialuna plateada que adornaba un rincón muy escondido de su cuello, sutil pero llamativa, al menos para mí. Quise replicar, pero mi inconsciencia me acalló, me dijo que no era ni el momento ni el lugar. Ni ante ese sutil descubrimiento había podido aplacar el ferviente deseo de mi cuerpo, pronto me tensé y mi sangre y todo mi mundo comenzó a viajar hacia el sur… gruñí con la ultima estocada cerrando fuertemente los ojos, escuchando solamente sus gemidos contenidos y así, ante tan feroz y tempestuoso orgasmo, mi semilla se derramó dentro de mi dulce diosa marcándola como mía una vez más.

Nuestras respiraciones erráticas y cansinas jadearon por retornar a la normalidad y nuestros cuerpos, aún gozando de los últimos temblores de placer, se unieron con más fuerza ansiando no separarse jamás. Mis brazos rodearon su cintura y mi cabeza se recostó sobre su hombro… era alucinante tenerla así, su cuerpo era como un trago fresco para mi caliente cuerpo, deseé tenerla así para siempre.

_Edward_ susurró rompiendo el mágico momento _lo lamento, debes irte… él puede venir en cualquier momento_ cerré los ojos con fuerza, no podía estar pidiéndome eso, no sabiendo que dependía de ella…decidí usar los celos en un intento bajo para mantenerla a mi lado.

_Vámonos… lejos de este hotel, ven conmigo a Washington _imploré mientras ella se deshacía de mi abraso, de repente sentí cómo el rompecabezas perfecto en el que tan bien nos acoplábamos se desarmaba haciéndome sentir un sentimiento de pérdida.

_¿Por qué?, ¿a caso no puedes separarte de él por algo más?_ Dije en un tono casi irónico, _Bella, sigo pensando en que sí lo amas y que yo soy solo… un breve escape de tu realidad_ las palabras salieron de mi boca en tono defensivo, jugaría todas mis cartas… si yo no estaba dispuesto a no seguir en la Iglesia, ella… debería no ser capaz de seguir a su lado,

Ella se me acercó nuevamente mientras yo terminaba de guardar mi ya flácido miembro dentro de su cárcel nuevamente, su miraba llameaba de ira y por un momento, mientras se acercaba, parecían haber destellado en un sutil color carmín. Con sus manos me tomó ambas mejillas con una fuerza que no parecía la suya propia, buscó mi mirada que… solo por un breve momento logré esconder pero que luego de encontrar la suya, ya estaba penosamente atrapada… y la vi, la oí y la sentí…

_Escúchame Edward, nadie me interesa más que tú… jamás pensé que encontraría al amor de mi vida, de mi… existencia, pero… aquí estas, parado frente a mí dispuesto a no separarme de tu vida_

Nos volvimos a unir en un interminable beso, ella con mis mejillas aferradas a sus manos y yo… con las mías en su fina cintura. Entonces escuchamos lo que ambos temíamos fuera del corredor… pasos y el sutil golpe en una puerta. La miré de soslayo, la puerta que tocaban debió ser la suya, a juzgar por lo aturdido que tenía el rostro…

_Calma mi amor…_ dije separándome de ella para ir a ver, en seguida sentí una suave y pequeña mano aferrarse con tal fuerza a mi brazo que me hizo trastabillar, me sorprendí… y podía jurar que mi rostro era un poema en ese momento,

_No… yo debo enfrentarlo_ dijo con gesto serio mirando hacia la puerta, yo seguía mirando su mano que se aferraba con tal fuerza a mi brazo que dolía, parecía increíble… Bella me parecía tan extraña a veces, fría como el hielo y ahora dura y fuerte me mantenía a su lado sin darme la posibilidad de zafarme, parecía que estaba como en transe… oliscando y… ¿escuchando?

_Bella…_ susurré acariciando su mejilla, ella de pronto me miró y dándose cuenta de su agarre me soltó dando un paso hacia atrás, su mirada de disculpa no era nada comparado con el arrepentimiento que colmaba todo su rostro,

_Perdón, no quise hacerlo_ murmuró por lo bajo, entonces allí me aparté de ella para ir hasta la puerta, en un instante la tuve a mi lado, la miré curioso pero en ese momento no tuve tiempo a replicar, Bella abrió la puerta rápidamente dejando ver quién era la persona que esperaba una respuesta en la puerta de la habitación de ella,

_Edward…_ susurró mi hermana volteando hacia nosotros, en ese mismo instante me paralicé por completo. El rostro de Alice se descompuso de la sorpresa, pero luego al ver a Bella pareció comprender, una sutil sonrisa curvó la comisura de sus labios,

_Alice… yo_ dije aturdido. Era obvio que en algún momento, con el paso del tiempo y con premeditación, mi familia se enteraría de mi decisión y de mi relación con Bella, pero no esperaba en absoluto que fuera de esa manera… encontrándonos en una habitación de hotel, yo todavía con mi investidura de sacerdote y ella aún… con su relación con él. Al menos podía confiar en que mi pequeña hermana fuera discreta si se lo explicaba y me llegaba a comprender, solo hasta que las cosas fueran más claras para ambos, solo hasta que tuviéramos una expectativa mejor del futuro… un futuro hasta ahora incierto.

_Edward…_ dijo con un singular aire solemne y una sonrisa plantada en la cara, algo me decía que ella ya sabía algo de esto _no voy a mentirte diciéndote que no me sorprende verte aquí_ quise decir algo pero su pequeña mano se alzó en señal que la dejara hablar primero _.tendrías que ser más cuidadosa Bella._ pareció regañarla, luego continuó dirigiéndose a mí _quiero que sepas que desde hace mucho tiempo, precisamente desde la boda de Rose y Em, intuía que algo así podía llegar a pasar. Hermanito… no se me escapa nada, fuiste siempre demasiado obvio con respecto a ella... demasiado descuidado para mí, pero lo suficientemente precavido para con los demás_

En mis años que la tengo como hermana jamás la había escuchado hablar de tal manera, con suficiente sabiduría como para aparentar una mujer hecha y derecha y no una niña de 17 años. Miré a Bella que la miraba tan sorprendida como yo, de pronto me soltó y ante la gran sonrisa de mi hermana corrió hacia ella para fundirse en un abrazo amistoso y cordial, ambas parecían contentas por lo que acababa de suceder. Bella parecía querer llorar, pero por una extraña razón que no pude ver, no podía… sus ojos atormentados por el miedo y el alivio me miraron por un instante,

_James llegará en cualquier momento, por favor vete… yo te buscaré._ dijo suplicante, pero yo no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácilmente,

_No Bella, te dije que quiero que enfrentemos esto juntos_ murmuré acercándome a ella, justo cuando hipnotizado por sus ojos la iba a besar sentí una pequeña pero cálida mano aferrarse a la mía.

_Edward… ella debe resolver esto sola. ¿Quieres que James piense peor de ella cuando te vea a tí a su lado presentándote como su amante?... ¿Quieres que nuestros padres se enteren de esa manera cuando se los tengas que decir?, no creo que les caiga en gracia saber que su hijo sacerdote fue amante de una mujer que ya tenía un hombre a su lado. Piénsalo Edward…_ susurró poniéndose delante de mí, buscando mi mirada que hasta ese momento estaba dirigida solo a ella, mi diosa con ojos color del sol. _Deja que ella primero resuelva todo, ambos deben ser libres para amarse sin límites ni ataduras_

Cerré los ojos ante tal veracidad de sus palabras, definitivamente me había perdido ese momento entre la niñez y la adolescencia en que mi pequeña hermana se había convertido en toda una sabia.

_Ve mi amor…_ susurró su dulce voz rozando mis labios, sus mano acarició mis mejillas en un intento de sosegar mi palpitante desesperación, no quería dejarla en manos de ese imbécil… no quería tenerlo cerca de ella, de mi diosa… _te prometo ser libre pronto Edward_ un beso casto e inmaculado dejó en mis ansiosos labios, quería más de ella, la quería toda y solo para mí.

_Te amo…_ susurré dolorosamente, debía hacerlo forzosamente… obligatoriamente, debía primero deshacerme de todas mis ataduras y con mi corazón libre y sin culpas debía volver a ella, para finalmente amarla sin tapujos ni remordimientos.

Alice tiró de mi mano ansiosa, su mente fraguaba algo que no pude ver, eso me decía su risita casi nerviosa detrás de mí,

_Esto parece una telenovela, chicos._ murmuró mi ansiosa hermana entre risas _ de más está saber que se seguirán viendo, de eso me encargaré yo… Edward no te voy a soportar llamándome como un perro lastimoso cada vez que quieras saber de ella y Bella… no te preocupes, seguiré cautivando con mi linda manera de ser a James para que te deje tranquila._

Bella y yo no rompimos contacto visual y sonreímos ante el buen panorama que nos pintaba mi querida y pequeña hermana. Con un último beso la contuve entre mis brazos y mi boca ansiosa y en extremo en llamas al contacto con su piel recorrió la línea de su mandíbula, una vez más vi bajo su oído derecho, escondida en un rincón la reluciente y perfecta medialuna plateada, como una pequeña cicatriz…

_Hey, soy menor de edad aún, no corrompan mis ojitos_ murmuró Alice detrás de mí. Yo miré a bella y mis dedos se alzaron para acariciar suavemente ese nuevo descubrimiento, sabía tan poco de ella y estaba tan enamorado ¿cómo era posible?... de repente quería saberlo todo.

_La próxima me contarás de esto_ susurré tocando con la yema de mis dedos la pequeña cicatriz, ella se llevó los dedos a ese lugar recóndito de su cuerpo y comprendió qué era lo que le decía, sus ojos se abrieron de par en par por un segundo y lentamente asintió.

_Lo haré, lo prometo_ dijo solemnemente. Yo asentí satisfecho y con un nuevo beso en los labios me dejé llevar por Alice. Mi diosa… mi nuevo ángel personal me regalaba su última mirada antes de perdernos tras las puertas del elevador,

_Luego te llamo!_ gritó Alice antes de que se cerraran las puertas. _Realmente tienes suerte de que James no se encontrara, la próxima piénsala bien hermano... yo los detendré de irse pero tú cuida de ella. No te conviene que James sepa de ti todavía... no por ahora._ sus palabras resonaron en mi oído pero fue como si no la hubiese escuchado, no cuando dejaba atrás lo que más amaba.

Nos alejamos del Hotel a paso rápido, mi corazón tiraba de mi pecho una vez más… para escaparse y quedarse junto a ella, lo dejé ir… solo con ella era feliz. Entonces de nuevo, pero con una clara expectativa de lo que sucedería más adelante y con una nueva aliada en nuestro amor, me marchaba dejándole mi corazón. Dejándole mi todo…