Capitulo 17: El amor es resignación

Tweet Amigas!! nuevo capi, contra todos los pronósticos, aquí estoy y sigo escribiendolo. Gracias por el apoyo y también por las criticas, aunque sean insultos eso me hace más fuerte, de nada vale la pena venir a quejarse cuando eso me permitE sacar más fuerzas para seguir. Gracias a todas por el apoyo, las amooooo..... besotes !!! COMENTEN!

El amor es resignación

El camino a mi casa no significó nada, solo fueron árboles pasando que se veían como borrones verdosos a mi lado, el auto corriendo a toda velocidad como era la costumbre de Alice y la tarde cayendo sobre nosotros. Nada interesante, lo único que me importaba realmente lo había dejado atrás, en ese cuarto de hotel, junto a ese hombre que no la merecía.

_¿Deseas hablar?_ murmuró mi hermana haciéndome volver de golpe a su lado, en el auto que nos conducía a casa, lejos de ella…

_Si, ¿cómo supiste lo de nosotros?_ dije algo avergonzado _es decir, lo sabías antes de hoy ¿no?_

_Si, es decir… lo sospechaba._ dijo mirándome de soslayo, miré al frente tratando de recordar en qué momento me había comportado descuidado con respecto a mis sentimientos con Bella, pero no pude… había sido lo más prudente posible, mi hermana a demás de sabia era pitonisa.

_Tú… _dijo señalándome con su pequeño dedo _deberías ser más precavido, hermanito… frente a mis padres más que nada._ murmuró sacudiendo la cabeza, me sentí de repente como un niño de cinco años al que regañaban por mal comportamiento.

_Alice, ¿de verdad intercederás para que podamos vernos?_ murmuré con un dejo de ilusión. Ella me miró con el seño fruncido y aminoró la velocidad, eso me pareció sospechoso, me sentía intimidado por mi propia hermana pequeña,

_A ver… ¿desde cuándo es que se están viendo?_ dijo ceñuda, mi cuerpo pareció encogerse sobre el asiento del auto mientras sentía mis mejillas sonrojadas, miré nuevamente hacia delante tratando de esconder mi vergüenza… parecía un tonto púber adolescente.

_Solo estuvimos una cuantas veces juntos, tres para ser más precisos_ dije con voz apagada recordando esos momentos, solo unos cuantos encuentros en los que terminé entregándole mi corazón.

_Solo espero que esos momentos hayan sido secretos, porque Edward… papá se llega a enterar…_

_Lo sé Alice, fui lo suficientemente cuidadoso_ dije pensando en si había visto gente a mi alrededor cuando nos habíamos escabullido en aquel deposito o cuando ella se adentró en el confesionario de la Iglesia, no me había asegurado en ninguna de las dos ocasiones en que nadie nos veía. Pudo ser peligroso pero nunca me puse a pensar en ello… no hasta que Alice me preguntó.

_¿La amas?... es decir, amor es una palabra muy especial y colmada de muchos significados… pero, ¿amas a Bella?_ me dijo mirándome con sus normes ojos verdes tan penetrantes que podían llegar a calar hondo en mi alma. Sin dudarlo respondí…

_La amo_ dije mirándola a sus ojos, en ellos podía ver toda la verdad. _Alice… lo que siento por ella jamás creí que me podía llegar a suceder, es… algo… indescriptible, siento…_

_Sientes que es el amor de tu vida_ completó ella, la miré por unos instantes sabiendo que eso era aún demasiado poco, porque esperaba tenerla por mucho tiempo más…

_Mucho más que eso…_ dije volteando a ver el límpido cielo azul, algunos pequeños luminosos estaban dándole paso a la noche, no me había dado cuenta cuán rápido había transcurrido el tiempo…

_Ok… Edward, si tú la quieres, tendrás que esperarla… tendrás que resignarte a verla solo cuando ella te lo permita, al menos hasta cuando rompa con James._ la miré como si a mi querida y pequeña hermanita le hubiera salido una segunda cabeza,

_¿Estás loca?_ dije exasperado _ yo no puedo esperar tanto… yo la amo y no soporto saber que está con él ahora y menos voy a soportar que esté por más tiempo._ dije retorciéndome incomodo en el asiento. Me pedía esperar… algo que no estaba dispuesto hacer.

_Mira Edward, de todos modos tendrás que controlar ese temperamento que te nació de pronto, de “hombre salvaje” para renunciar primero a tu situación…_ dijo mientras giraba para entrar al camino de entrada de casa. _¿O piensas hacerla tu novia siendo aún sacerdote?_

Me detuve a pensar un poco las cosas mientras ella saltaba del auto cargando unas cuantas bolsas de compras. Mi hermana una vez más tenía razón, debía hablar urgente con el Padre Marcus… explicarle mi nueva situación y ver que me aconsejaba hacer. Lo más seguro era que me pidieran presentar una carta formal ante la Casa Central exponiendo mis motivos para renunciar al sacerdocio. Cerré con fuerza los ojos sabiendo que iba a ser una difícil situación por la que tendría que pasar, pero estaba decidido a hacerlo, haría todo por ella.

Bajé del auto casi en un estado de somnolencia total, pensando en lo que debía hacer… renunciar a todo, ser paciente y a demás darles explicaciones a mis padres del por qué de mi decisión… es decir, tenía que estar preparado para desilusionarlos.

_Edward… hijo_ la voz sorprendida de mi madre me recibió, ella estaba en la entrada con su delantal de cocina puesto y un utensilio de cocina en la mano. Le sonreí lo más naturalmente que pude y la abracé cuando llegué hasta ella _pero… ¿Qué haces aquí?_ preguntó mirándome de arriba abajo como no pudiendo creer mi presencia.

¿Qué decirle?... “¿vine a verlos porque los extrañaba?” o “¿Es que estoy enamorado de Bella y vine para acostarme con ella?”… si pudiera ser tan fácil diría todo allí delante de mi madre.

_Vine porque el Padre Marcus necesitaba hacer unos papeleos relacionados con la Iglesia de aquí… me ofrecí a hacerlo por él_ dije como si fuera algo sin importancia. Una llana y vil mentira fue todo lo que salió de mi boca, algo que últimamente sabía hacer muy bien. Sentí la mirada de Alice de alguna parte de la casa pero supuse que prefería una mentira a toda la verdad.

_Oh! Que sorpresa Edward… me hubiese dicho que venías y preparaba algo especial_ dijo tomándome del brazo para caminar junto a ella hacia la cocina _¿hasta cuándo te quedas hijo?_

_Tal vez unos dos o tres días más, según…_ pensé detenidamente “¿según qué”, claro… según cuanto tiempo le lleve a Bella poder verme de nuevo, según cuando ella termine con él… según cuánto tiempo pueda ser capaz de soportar verla con ese tipo o cuanto pueda ser capaz de soportar estar sin ella. Según tantas cosas….

Esa tarde mi madre se dispuso a cocinar para mí, estuve el tiempo necesario con ella contándole de sus queridos niños del Hogar y viéndola trabajar en la cocina… ella era feliz en su elemento, mientras que mi padre lo era en el suyo… ¿por qué yo no había sido capaz de encontrar esa misma felicidad en el mío?, ¿tal vez porque simplemente no era mi elemento, mi lugar en el mundo?... tal vez quise en un intento vano, negar todo lo que alguna vez creí soñar… el amor, haciéndolo de la peor manera, mintiéndome a mí mismo y adoptando las palabras que mi padre me inculcó desde pequeño… escudándome tras ellas,

“Tienes el corazón tan puro que eres digno de entrar a la Casa del Señor”, “La felicidad la tenemos al alcance de la mano todos los días, pero solo la alcanzamos realmente cuando podemos alcanzar el cielo”… ¡¡Cuánta mentira!!, la felicidad solo estaba en el amor, solo en la persona correcta destinada a darlo, ¿cómo pude creer semejante blasfemia por tantos años?, ¿cómo pude ser capaz de entrar a la Iglesia solo por palabras sin sentido que mi padre me inculcaba?, ¿cómo pude ser capaz de formarme una mentira en base a lo que mi padre creía?... claro realizar sus sueños incumplidos, proyectar en el hijo las materias pendientes y toda esa palabrería…

Sentado en mi antigua cama de adolescente mirando hacia la gran ventana de vidrio que daba al patio, me di cuenta que todo había sido una mentira… mi vida y todo lo que había creído que tenía en mi interior se venía abajo, la solemne y estricta rectitud de sacerdote que alguna vez había creído poseer se desvencijó como una torre de cartas que cae ante el menor soplo. Ese era yo… ya no habían mentiras ni falsas expectativas, solo era un hombre que creyó ser santo, que creyó en “su” vocación y que finalmente se daba cuanta que no era digno de vestir semejantes investiduras… porque no era más que un hombre enamorado.

Los golpecitos en la puerta me sacaron de la especie de sopor en el que me había metido, no me había dado cuenta que ya la luna estaba alta en el cielo y que pronto debía soportar los sueños que noche a noche debía soportar… soñar con mi diosa personal.

_Edward…_ dijo la vocecita de mi hermana al asomarse por la puerta, _mamá nos llama a cenar_ dijo con rictus preocupado.

Yo solo sacudí la cabeza en señal de asentimiento y continué mirando hacia el horizonte, “si solo pudiera hablar con ella”… me repetía una y otra vez mentalmente. Una simple opresión en el pecho fue suficiente para saber que estaba perdido, atado de manos, sentado allí sin poder hacer nada, ¿cómo podía depender tanto de una persona?, ¿cómo una simple mujer había tomado mi corazón de esta manera y jugaba con él como un gato hace con su presa?... ¡maldición! si solo era un hombre, no era un niñito que necesita el calor de su mamá, un simple y estupido hombre que siente perder la vida si no la tiene.

Una pequeña y cálida mano se posó sobre mi hombro, y luego fue reemplazado por una cabeza que con un suspiro reposó junto a mí. Alice era quien recibía toda mi frustración, mi dolor,

_Hay hermanito… estas irremediablemente enamorado_ dijo en un suspiro _¿algún día sentiré eso que tú sientes?_ dijo casi más para ella misma que para mí. Quedé aturdido por sus palabras y sonreí, mi pequeña hermana anhelaba el amor… aquel que irremediablemente se había colado entre mis venas,

_Sé que anda un hombre por allí afuera que está destinado para ti, solo espero que te merezca…_ le dije acariciando sus cabellos, ella suspiró una vez más y rió

_Sí existe ese hombre_ dijo en una confirmación _solo que no sé si sabe que yo existo, tal vez sea muy pequeña para él_ debía tomar aquello que estaba haciendo mi hermana en una charla confidente entre hermanos, no en una confesión… sin embargo no pude evitar preguntarle,

_¿Quieres hablar de ello?... digo, como hermano y hermana_ dije dudando,

_mmm… no, solo lo vi una sola vez y fue para la boda de Rosalie. En cuanto lo vi supe que era el hombre perfecto, pero sabré esperar y ser una niña buena lo prometo_ dijo levantando su mano derecha _el día que él se de cuenta que yo soy la mujer de su vida, pues… allí te lo haré saber_ dijo mirándome con una brillante sonrisa.

Se levantó de la cama y me jaló con ella, antes de salir de la habitación paró en seco y me miró con una rebozante sonrisa,

_Por cierto… hablé con James_ mis ojos se abrieron de par en par, abrí la boca para preguntar algo pero nada salió _ calma, lo convencí que por favor me dejara a Bella unos días para que me ayudara con el tema de la graduación, el vestido, una pequeña fiesta y otras tantas cosas más… me dijo que si_ dijo levantando los hombros como si fuera poca cosa. Definitivamente mi hermana era cosa de no creer, de repente tenía una celestina que mediaba entre yo y el novio de mi ángel para que se quedaran, definitivamente eso era impagable_ irremediablemente mi hermana era un pequeño caso singular. Un sentimiento regocijante llenó mi pecho, la tendría para mí… contra todos los pronósticos tenía más tiempo para estar con ella…

Ante el jaloneo de Alice tuve que salir de mi entusiasmo y seguirla escaleras abajo donde mi madre tenía la cena lista, un rico aroma a carne asada inundaba la casa. Mi padre estaba ya sentado en la cabecera de la mesa, como todo un patriarca, de pronto recordé mis cavilaciones… mis recientes descubrimientos y ya no pude verlo con los mismos ojos de admiración con los que lo vía antes, ahora solo era resignación mezclado con resentimiento, aunque traté de poner mi mejor cara ante mi familia.

_Edward hijo, que bueno tenerte en casa_ dijo estrechándome en un abrazo fraternal

_Padre_ solo fui capaz de decir

_Cuéntame, ¿cómo está el Padre Marcus?, recientemente me llamó para felicitarme por el buen hijo que tengo_ dijo cuando mi madre le servía el plato rebosante de comida, yo lo miré aturdido _dijo que llevas muy bien las cosas en la Iglesia, estoy muy orgulloso de ti hijo_ ante su mirada atenta y su sonrisa orgullosa no pude más que asentir sonriendo. Si supiera que lo dejaré todo porque no puedo estar con cierta mujer…

_También me dio un informe completo de las cosas en la fundación, llevas todo bien gracias a Dios_ dijo comenzando a comer. Reprimí un gruñido y apreté con fuerza mis manos, ¿era eso lo que él esperaba de mí?, ¿qué hiciera bien mi trabajo para llenarse de orgullo por tener un hijo que había cumplido con sus propios proyectos?... Tuve la certeza de ver todo con claridad, había vivido mi vida venerando a mi padre… admirándolo, cuando en realidad lo que siempre esperó de mí fue que no lo defraudara siendo solo un niño bueno, un adolescente responsable y un sacerdote devoto y digno de admirar. Reprimí las repentinas ganas de levantarme de la mesa y salir de allí, pero no iba a arruinar la cena de mi madre y la compañía de mi hermana.

Comimos en silencio el resto de la cena, solo él sacaba un tema a discutir de vez en cuando, cosas sin importancia. Terminamos de comer y pidiendo disculpas retorné a mi habitación, no quería estar en la misma habitación de él, si así lo hacía mi boca iba a soltar todo lo que había descubierto recientemente y no era el momento aún, no aún.

Me metí en mi habitación con una extraña paz y una sonrisa plantada en mi rostro, definitivamente ese día había descubierto dos cosas, mi padre era el responsable de mi actitud frente a la vida y no podía vivir sin mi diosa, ella gobernaba mi vida… aunque eso ya lo había descubierto desde que la vi por primera vez.

Me di una ducha rápida para calmar mis frustraciones y me metí entre las sábanas dispuesto a enfrentar una noche más, gustoso lo haría si el pago era soñar con ella…

Rememoré su tan agraciado cuerpo, su curvilínea figura, sus labios llenos y sus turgentes pechos que me hacía llegar a la gloria, ¿había otro cielo que ese?, definitivamente ya no lo creía posible, mi cielo era ella… mi tierra, mi todo… solo en ella podía vivir y de eso estaba seguro. Esa noche decidí que tenía que hacer pronto lo que había ido a hacer, llevarla conmigo a cualquier lugar, si era posible desaparecer para vivir nuestro amor alejado de las habladurías. Quería protegerla de todo eso, de todo daño posible, porque ella había pasado a ser parte de mi existencia, había pasado a ser la razón de ella…

Y así con semejante afirmación lo último que vi entre sueños fue su hermoso rostro, tan nítido era que sus suaves manos acariciaban mi cuerpo ansioso por ella, que reaccionaba como todas las noches con su presencia fantasmal, con sus suaves besos y su dulce boca… soñar con ella era el cielo.