Capitulo 29: Luego de la tempestad…

Tweet

Capitulo 29

Luego de la tempestad…

¿Qué había hecho?... ¿qué me llevó a morderlo en plena excitación?... la ansiedad de saberlo mío me había llevado a hacer lo que más temía, hincar mis dientes en su palpitante yugular…

Caí en la cuenta de la magnitud de mis actos cuando vi las consecuencias, yo sobre él acabando de tener mi orgasmo y humedecida por su dulce líquido, dejando caer su cabeza sobre la alfombra, su cuerpo tembloroso entre mis brazos y su mirada perdida comenzando a delirar.

_Edward_ jadeé con mi garganta bloqueada por una multiplicidad de sensaciones, angustia, pena, arrepentimiento… ahora que lo había hecho, que al fin había cumplido su deseo, quise no haberlo conocido nunca, prefería vivir mi existencia sin haberlo conocido a cambio de no haberlo hecho sufrir.

_Bella… oh Dios!_ su voz suplicante y desgarrada me sacó de mis pensamientos, salí de encima de él en el mismo momento en que su cuerpo comenzó a retorcerse, tomé mi ropa que estaba esparcida por toda la sala y me vestí rápidamente, me arrodillé nuevamente junto a él y toqué su pecho donde su corazón latía raudamente como huyendo de su asesino,

_Soporta amor, por favor… perdóname_ murmuré con voz rota. Él parecía escucharme, porque toleraba el dolor le costaba enfocar su mirada en mí y parecía contenerse para no gritar, aunque gorgoteaba cosas incoherentes. Decidí que lo mejor fuera que su lugar de sufrimiento no fuera la alfombra allí en el suelo, lo levanté sin dificultad entre mis brazos y lo deposité sobre la cama que había en una de las habitaciones, cuando lo dejé sobre la cama tapado con una sábana, Edward profirió un gruñido desgarrador mientras se aferraba con todas sus fuerzas a uno de mis brazo,

_Quema tanto!..._ gruñó tratando de contenerse, me acerqué a él y acaricié su rostro retorcido por el dolor,

_Lo sé amor, sopórtalo, el dolor está ahí… pero solo es la sensación, el fuego no está… es… es la ponzoña_ murmuré lo más calma posible, no quería que él viera el dolor de haberlo hecho sufrir en mis ojos,

_Bella…_ gruñó tratando de enfocar su mirada inestable en mis ojos, su cuerpo estaba rígido, como si al relajar algún musculo el dolor fuera capaz de sacudir su cuerpo con latigazos lastimantes

_Lo sé, yo estoy aquí Edward…_ musité confusa, no tenía ni la menor idea de cómo contenerlo, en un arrebato con la intención de distraerlo del dolor, si eso era posible, tomé sus mejillas con mis manos y besé sus labios calientes, la sangre fluía por su cuerpo como un río caudaloso, todo su cuerpo ardía y sus manos se soltaron de mi brazo para aferrarse a mi cabeza aproximándome a él, sentía una fuerza inusual en él… desconcertante, como si al besarme descargara su tensión, su fuego se apaciguara dentro de sus sufrimiento y la desesperación por aplacarlo se presentara. Me dejé forzar, dejé que él me utilizara como su objeto de descarga, que lo hiciera Edward era totalmente diferente a que lo hiciera James, éste último lo hacía adrede para lastimarme porque gozaba destruir mis defensas y verme doblegada ante él, Edward lo estaba haciendo porque su cuerpo no resistía la tortura, porque el único escape que él tenía parecía ser besarme y concentrar su fuerza en mí para descargar su tensión. Un gemido torturante y desgarrador se perdió en mi garganta, Edward sufría y yo no podía resistirlo… ver al ser amado atormentado por el dolor que yo misma le había provocado era sumamente devastador, me maldije diez mil veces mientras su lengua demandante se enredaba con la mía, jadeaba ante el contacto y seguía gimiendo del dolor,

_Bella!...oh…_ finalmente se hizo insoportable, se soltó de mí para retorcerse sobre la cama, sus puños cerrados y todos sus músculos tensados como si fueran a romperse con el menor movimiento. El pánico me inundó, jamás pensé que esto sucedería… de repente sentí demasiada incertidumbre en no saber con certeza si estaba haciendo las cosas bien, si realmente esa era la reacción que su organismo debía tener, no tenía muchos recuerdos de mi propia experiencia… debió de ser realmente muy mala para que mi cerebro la reprimiera. Las veces que le preguntaba a James sobre las condiciones en las que me había encontrado como para convertirme, él eludía el tema fácilmente dejándome a mí con la incertidumbre, no sabía nada de mi familia humana, de mis padres, de mi ciudad de origen y eso carcomía mi curiosidad año tras año, había pasado casi todo un siglo ignorando mis orígenes, mis raíces y todo gracias a la indiferencia de James. Eleazar y Carmen nos habían acogido cuando éramos vampiros jóvenes, compartíamos la misma dieta alimenticia y eso era lo que nos unía, aunque James solo decía que era un acercamiento momentáneo porque él no quería pertenecer a ningún aquelarre en particular, quería ser libre y no valerse de las leyes vampiricas de algún clan… más allá de que lo que nos ofrecían Eleazar y Carmen era una familia. Terminé por decidí llamar a Carmen para que me diera un poco de aliento, para escuchar de sus labios que en realidad la reacción de Edward a mi ponzoña era normal.

_Bella!_ la voz alarmada de Carmen me recibía del otro lado de la línea_ ¿qué ha pasado?_

_Tía! Yo… no sé si hice las cosas bien_ murmuré llevándome la mano a la cabeza y despeinado desquiciadamente mi cabello _creo… creo que le di mucha ponzoña…

_Bella, calma…

_No lo sé, tengo miedo tía que se muera, tal vez le di demasiado…

_Bella!

_... y su cuerpo no sea capaz de soportarlo, él esta sufriendo mucho_

_Hija!_ su tono apremiante detuvo mi estado de desesperación _cálmate por favor, no has hecho nada mal, tranquila Bella… el sufrimiento por el que está pasando él ahora es normal, es decir… es lo que se supone debe suceder_

_Pero… no soporto verlo sufrir, el dolor es insoportable_ dije más para mí misma que para ella _nunca debí convertirlo, no debí escucharlo_ murmuré apenada.

_No digas eso Bella, él estará bien… ustedes estarán bien_ ratificó.

_Gracias tía_ dije cerrando los ojos ante los gemidos de dolor que venían desde la habitación, no supe en qué momento había retornado a la sala cerrando la puerta de la habitación donde había dejado a mi amor como si eso evitara que llegaran a mis oídos sus gritos desgarradores,

_Solo tienes que ser fuerte, él te espera fuerte hija, nosotros estaremos esperando por James, si es que se atreve a aparecerse por aquí… tú preocúpate por Edward y cuando estén listos regresen_ murmuró con fortaleza, necesitaba a mi tía a mi lado, pero tenerla al menos así… a la distancia me daba fuerzas a mí también…

_Gracias tía, solo… no luchen contra James, de ser necesario déjenlo que me siga_ dije cerrando los ojos ante esa posibilidad _yo lo esperaré aquí_

Luego de una despedida rápida nos prometimos hablarnos si algo andaba mal, confiaba en que no emprendieran la lucha si James los encontraba o si decidía rastrearme, prefería luchar y morir en el intento a perder a quienes me habían acogido en el seno de su familia, Eleazar y Carmen eran como mis padres, los cuales no recordaba.

Las horas pasaron lentamente, cada minuto era una agonía escuchando los gemidos y gritos de intenso dolor de mi amor, yo rondaba por la casa jalándome los cabellos, tapándome los oídos cuando el dolor era insoportable, gritaba junto a él cuando sus gritos atronadores me pedían que lo matase, me sentaba en el suelo ovillándome cuando él sollozaba del dolor… era total y inexplicablemente insoportable, moría con cada uno de sus gritos y revivía cuando por momentos se calmaba para luego retomar los lamentos con más ímpetu,

_¿Por qué me hiciste esto Bella?!_ gritaba cuando sus manos pellizcaban su piel tratando de arrancársela de los huesos, yo me armaba de valor y me acercaba a él tratando de contenerlo, de calmarlo con mi voz… pero parecía que nada en este mundo podía ser lo suficientemente fuerte como para aplacar su padecimiento, su dolor…

Cada grito desgarrador de él era una daga cercenando cada parte de mis extremidades para mí, peor de lo que pudiera provocar James, peor que cualquier muerte dolorosa. Ya no lo soportaba, no conté las horas porque era incapaz de concentrarme en otra cosa que no fuera mi Edward muriendo sobre esa cama, solo fui conciente que el tiempo pasaba porque de un momento a otro la luz de la luna iluminaba la nieve que cubría todo alrededor mostrando un escenario etéreo, fantástico e irreal.

Muy de vez en cuando me sentaba a su lado tomándole las manos en signo de apoyo, demostrándole que yo seguía allí, siempre a su lado, muerta de miedo pero a su lado y sus brazos se ceñían a mi cintura escondiendo su cabeza en mi regazo, gimiendo, llorando y rogando que hiciera cosas que en mi vida se me pasarían por la cabeza.

Pronto sus quejidos de dolor fueron apaciguándose, fueron acallándose mientras el latido de su corazón se hacía más reiterativo, me atreví a sentarme en la orilla de la cama viendo cómo su rostro ahora blanco y desprovisto del color característico de él estaba en calma, como esperando por una última cosa. Mi oído captó los desesperados deseos de latir de su corazón, como si estuviera dando sus últimos manotazos de ahogado, ese estado de incertidumbre duró unas horas más… horas en las que estuve siempre a su lado, sin separarme jamás…

En un momento en que la luna se asomaba entre las montañas por segunda vez desde que estábamos allí y mis manos ansiosas acariciaban sus cabellos cobrizos, que parecían más suaves, más dóciles y fuertes, el sonido de mi celular me sacó del letargo, por un momento me quedé mirando a la nada esperando que alguien más atendiese el teléfono, no quería separarme de mi amor… pero al caer en la cuenta que estábamos solos en el medio de las montañas, solté a regañadientes el cabello de Edward y salí de la habitación en busca de mi teléfono…

Lo encontré cerca de la puerta de entrada, sobre la mesita del recibidor… al mirar la pantalla y distinguir el nombre que allí se dibujaba, me quedé plasmada… despacio y tragando saliva activé la llamada y llevé el celular a mi oído, murmuré un entrecortado “Hola” y la persona del otro lado de la línea me respondió,

_Bella…_ su voz estaba desprovista de desesperación, temor o curiosidad, me daba su saludo como si nada estuviera sucediendo, aunque claro esta persona no podía saber en realidad lo qué estaba pasando,

_Bells, ¿Edward está contigo?_ susurró Alice desde el otro lado del teléfono,

_Si… Alice ¿Dónde estas?_ rogué porque su respuesta fuera “en mi casa” o “en casa de una amiga, pero lo que me dijo me perturbó haciendo que mi corazón desprovisto de vida se saltara un latido,

_Estoy con James, estamos en la estación de servicio, oh! pero ahí viene él_ reprimí un jadeo de sorpresa, me esperaba cualquier respuesta menos esa _amiga… olvidaste mi baile de graduación!..._ murmuró con un fingido tono de sorpresa, hoy es el día por el que debíamos ir por los vestidos_ murmuró dolida.

_Lo siento Alice_ debía convencerla de que se alejase de James, pero si él estaba a su lado sería una misión imposible _¿Alice?... ¿James está allí?_ musité anhelando un NO.

_Oh si! ¿Quieres hablar con él?... mmm… espero que no te moleste, él… se ha ofrecido a llevarme a buscar los vestidos a la diseñadora_ dijo con cierto tono de recriminación en la voz,

_Alice lo siento… no me olvidé, es que se presentó algo importante y…_

_Esta bien, lo entiendo… lo sé._ su tono de voz me aturdió ¿ella sabía algo? _pero prométeme que vendrás a mi Baile de graduación!... _

_Lo prometo, ¿me das con James?_ ella murmuró un “Adiós te quiero” y la voz que más aborrecía en este mundo tomó el mando del teléfono,

_Mi amor! ¿Dónde estas metida?_ musitó con una fingida voz agradable _estaba con ganas de ir a buscarte, pero Alice debe ir por sus vestidos primeros… después veremos_

_Deja a Alice en paz_ murmuré con los dientes apretados, él jugaba conmigo y con eso lograba tensar cada músculo que había debajo de mi piel _déjala fuera de esto… ¿por qué aún no haz venido por mí? ¿No piensas salir de caza y venir a matarme?_ él rió aún sosteniendo el teléfono, escuché de fondo cómo le daba arranque a un automóvil y aceleraba haciendo rechinar las ruedas del auto,

_No mi dulce Bella_ musitó subiéndole el volumen al stereo del auto _le daré un pequeño paseo a mi linda Alice, un paseo entre montañas que sé disfrutará_ jadeé ante sus palabras,

_No!... no lo harás James, devuélvela a su casa… deja en paz a Alice_ grité sintiendo cómo la desesperación me embargaba, entonces oí un jadeo detrás de mí... rápidamente corté la llamada y volteé encontrándome con una visión, algo que en mi larga existencia fui capaz de imaginar.

Edward me veía desde el umbral de la habitación, no fui conciente del odio y la ira en su mirada, ni de sus manos tensas que se apretaban en puño al costado de su torso desnudo, ni de su bramido iracundo y mucho menos del rojo rubí de sus ojos… solo fui capaz de reparar en su increíble belleza, su rostro glorioso como la de un terrible dios, con facciones marcadas y más perfiladas, su cabello cobrizo ligeramente más colorido por el efecto pálido de su piel… blanca como la nieve que lo cubría todo allí afuera, la redondez de cada músculo que se marcaba gracias a la tensión de su cuerpo, sus estrechas y filosas caderas a las cuales se ceñían sus pantalones que ahora parecían algo insignificantes, algo que no era digno de tocar la piel de ese ser tan maravilloso, sus largas y fornidas piernas que a pesar de estar cubiertas por la molesta tela, mi ojo sagaz podía ser capaz de percatarse, sus labios carmín que me llamaban, que despertaban en mí los deseos más profundos, gritándome que los bese, los toque y los succione… Edward se presentaba ante mí tirando por el suelo todo lo que hasta ese momento creí perfecto en un hombre, obligándome a entornar los ojos ante tan resplandeciente visión…

Igual ante mí… uno para el otro e inseparables de ahora en más…

------------------------------------------------------

Amigas! Aqui tempranito actualizando... cortito, lo sé... pero díganme si no es sustancioso... ok, luego me dicen! Espero que les haya gustado y si es así me lo dicen en sus tan bonitos comentarios, las amooooo

Merezco tus palabras??? GRACIAS!!!