Capitulo 11: Lecciones

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Lecciones

_Gracias por permitirme usar tu piano Maggie_ murmuré sentándome en la banqueta frente a las teclas del piano de la amiga de mi madre, ella había accedido a mi pedido y me había dado la posibilidad de utilizarlo en las horas que me quedaban libres entre mi trabajo y el cuidado de mi madre. Ella salió de la sala dejándome a solas con el instrumento que extrañaba tanto, venderlo había sido necesario… todo sea por mi madre.

Mis dedos repiquetearon al azar sobre las teclas… y la melodía que había estado componiendo, antes de vender mi propio piano, venía difusamente a mi mente. Pero no estaba allí para esa melodía esa vez.

Saqué la hoja de partituras que tenía en mi bolsillo y la desdoble bien tratando de que la hoja no se arrugara tanto, la puse frente a mí sobre la pequeña pestaña del piano y suspiré profundo… acomodé mis dedos en cada tecla delante mío y sin despegar la mirada de las notas que me indicaba la partitura comencé a tocar… entonces Libertango, mi nueva y resiente obsesión a demás de ella, resonaba en el salón de Maggie.

Vacilante al principio… casi sin la fuerza que caracterizaba a la canción, con mis dedos temblorosos al recordar las mismas notas tocadas por dedos diferentes y por otro instrumento, la imagen de Bella vino a mi mente.

Bella…

Tan solo nombrándola en mi mente, mi cuerpo la reclamaba, mis labios quemaban ante esas huellas que habían quedado en mis labios, picaban… ardían… mis manos se volvían eufóricas anhelando tocar nuevamente su suave piel, sentirla entre mis brazos una vez más.

Las notas ahora eran más firmes y sostenidas, pensar en ella y su chelo funcionaba, no solo para mi mente sino también para mi cuerpo que parecía reaccionar ante ella.

Bella tenía algo que había carcomido mis noches, ella tenía algo que no me dejaba ni siquiera en los sueños y temía al pensar en lo que podía ser. Por dios… ella era una mujer casada, no solo eso… ella era la esposa de uno de los hombres más influentes de todo Seattle, por no decir de Washington. ¿Qué carajo hacía yo pensando en ella? ¿Qué diablos hacía deseando otro beso de sus labios?... como ella dijo, eso había sido un incidente que no debía volver a suceder, y si yo quería salir con buenas referencias de este trabajo debía tomar mis responsabilidades en serio… y una de ellas era no involucrarse sentimentalmente con el cliente, pero era tan difícil hacerlo… con ella todo era tan difícil.

Ella podía ser sensible cuando quería, es decir… cuando su careta de mujer fría e insensible caía, ella había preguntado por mi emergencia familiar cuando al otro día de la internación de mi madre, llegué a casa a cumplir con mi trabajo. Yo no quería involucrar mi vida personal con mi trabajo, así que solo le dije que todo estaba bien, que la emergencia solo fue un susto. Ella asintió aliviada y visiblemente preocupada,

_Cualquier cosa que necesites no dudes en decírmelo_ dijo antes de ponerse la careta fría y arrogante de Isabella Swan, yo por mi parte estaba orgulloso y satisfecho de saber y conocer que esa fachada a veces caía y que solo Bella quedaba al descubierto. Extrañaba a Bella cuando Isabella asumía su lugar.

Mis dedos continuaron tocando sobre las blancas y las negras de ese enorme y hermoso piano clásico de cola larga negro, hermosos realmente… parecido al que yo había tenido y parecido al que Bella tenía en su estudio y que parecía no haber sido tocado jamás… me prometí a mí mismo que algún día le daría vida… algún día tocaría para ella.

Finalmente dejé de lado Libertango, mi práctica había estado dando frutos a pesar de la vacilación del comienzo y sin darme cuenta la canción había salido sin problemas… tal vez un poco más de velocidad y saldría a la perfección.

Una hora después de practicar sin interrupciones me despedí de la mujer que sufría con mi familia por la enfermedad de mi madre y salí de allí hacia mi hogar.

Como un domingo cualquiera mi familia estaba toda en casa, Alice con su nuevo amigo conversando en la mesa de la cocina mientras una lasaña se cocinaba en el horno, supe que íbamos a tener un invitado más para la cena.

_Hola, Jassper ¿verdad?_ dije quitándome mi abrigo cuando entré a la cocina, Alice se mordía el labio con sus ojos clavados en los míos, rogaba en silencio que no la avergonzara.

_Si…_ dijo el joven rubio levantándose de su silla ¿nervioso? ¿a caso Alice le había hablado de mi formación militar? ¿a caso él creía que yo era una especie de hermano ahuyenta novios? Bueno, la combinación de ambas cosas era como para dar miedo al pretendiente de mi hermana pequeña. _Umhh… soy Jassper Witlock, estudio diseño con Alice_ dijo extendiendo una mano hacia mí,

_Mucho gusto Jassper, soy Edward. Gracias por ayudar a mi hermana con la universidad_ dije sin rodeos, sabía que él la había estado ayudando a completar sus trabajos cuando ella se ausentaba para cuidar a mi madre, eso hablaba bien de él.

_Oh… comprendo la situación… y Alice… sinceramente es alguien especial para mí. Solo deseo lo mejor para ella_ dijo mirando a mi hermana con cierta devoción en sus ojos, ella le devolvió la mirada por un momento y luego se sonrojó bajándola sobre sus apuntes.

_Bien, ya somos dos_ dije sonriendo, _Alice ¿mamá?_

_Está descansando… papá está en el estudio_ dijo antes de parase de su asiento para ir a comprobar la lasaña. Asentí y con un saludo a Jassper salí hacia la habitación de mi madre, me estremecí al no oír nada desde su habitación, ni siquiera la suave música que ella solía escuchar mientras leía, entreabrí la puerta y la tenue luz de su mesa de noche la iluminó. Ella dormía…

Luego de haber estado dos días en observación en la clínica, fue trasladada nuevamente a casa, ella era obstinada y no le gustaba dejar su casa para nada… ni siquiera por su salud. Mi padre trataba de consentirle en lo que podía y negarle su hogar era algo que no iba a hacer.

Cerré la puerta de su habitación y me encaminé hacia el estudio de mi padre unas puertas más allá. Se oía Beethoven de fondo como una melodía suave y golpeé la puerta,

_Adelante_ oí del otro lado, tomé la perilla y abrí adentrándome a la habitación. _Edward… hijo, pasa_ murmuró al verme. Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué tentativamente hacia su escritorio.

Carlisle, mi padre, estaba sentado detrás de su escritorio con una pila de papeles frente a él, su cabello despeinado por haber corrido sus dedos varias veces sobre él como signo de frustración, aún en su bata de médico y con una botella de whisky por la mitad a un lado de los papeles y un vaso a medio tomar en su mano. El pecho se me oprimió al verlo así, el mismo sentimiento que él tenía al ver a la mujer que amo toda su vida, morirse frente a sus ojos sin que él pudiera hacer nada… bueno, tal vez lo suyo era aún más intenso.

Me indicó que me sentara frente a él con su mano libre y lo hice tratando de desviar la mirada hacia los papeles que habían arriba de su mesa… parecían ser estudios médicos y facturas, boletas y otras cosas…

_¿Cómo está mamá?_ pregunté mirándolo por un momento, él cerró los ojos con fuerza y sonrió afligidamente,

_Ella está bien… dentro de todo, sabes que ella es fuerte._ dijo dando un sorbo de su vaso _al menos lo es más que yo_

_Si lo es… siempre lo fue_ admití con una sonrisa triste, ella siempre era la que me había dado la fuerza mientras estaba lejos de casa, ella siempre fue mi sostén cuando necesitaba de palabras de aliento… sus brazos eran el único hogar que yo creía posible.

_Hoy me dieron los resultados de su última resonancia…_ murmuró hundiendo sus dedos en su cabello ya desordenado, sabía que no era algo bueno si él tenía esa reacción _el edema crece más y más, obstruye las arterias principales que irrigan sangre a sus pulmones y a su cerebro… Edward… yo… no sé_ murmuró entrecortadamente, tragué en seco ante ese diagnostico, mi pechó se rompió al ver una lagrima caer sobre la mejilla de mi padre… en seguida la borró con sus dedos. _No sé cuanto… más… durará_ logró decir.

_¿Existe la posibilidad de un trasplante?_ musité sin estar seguro si esa era una de las posibilidades, al menos lo había sido hasta hace unas semanas atrás.

_Si… pero Esme está muy frágil y un rechazo del órgano la mataría_ gemí ante esa afirmación y negué con la cabeza

_¿Aún consideran como una opción la cirugía?_ pregunté…

_Si… es nuestro último recurso, pero… es muy arriesgada y Marcus no está dispuesto a hacerla. A demás… esto!_ murmuró tomando un puñado de papeles y tirándolos sobre la mesa bruscamente.

_¿Qué es eso?_ pregunté tomando un papel de la mesa.

_Deudas… préstamos que no sirvieron de mucho, dinero que falta para seguir adelante con los tratamientos, mi karma…_

_¿Hipotecaste la casa?_ inquirí leyendo los documentos que tenía en mis manos

_Si… no tuve otra opción, le debo una fortuna a la clínica…

_Pero… eres médico, ¿no pueden hacer excepciones con el pago de los tratamientos?_

_Lo han hecho… con la primera cirugía y algunos tratamientos, pero es solo lo que corresponde por el seguro social y luego tuve que cubrir otros gastos… las medicinas, no… dios…_ se tomó el cabello con ambas manos y calló sus palabras.

Esa era la primera vez en mi vida que vi a mi padre realmente desesperado, nada había roto jamás sus estribos, pero eso… iba más allá de toda razón y toda lógica.

Tuve la súbita necesidad de salir de allí, era increíble cómo mi familia se venía abajo, era impensable que los pilares más fuertes de ella se derrumbaran, mi madre y mi padre.

_Veré qué puedo hacer Carlisle… solo cuida de ella_ dije levantándome de la silla y saliendo de esa habitación, me ahogaba ver a mi padre así… cayéndose a pedazos cuando él había sido el portador de toda esperanza al principio… ahora él esperaba lo peor, había perdido la fe.

~Bella~

_Señora Isabella, el señor Benjamin la espera en su estudio_

Las palabras de Loise llegaron desde la puerta mientras yo estaba en mi vestidor buscando esos pantalones de franela que había usado en mi clase frustrada de Yoga. Fruncí el ceño preguntándome la razón por la que Benjamin me llamaba a su estudio cuando nunca lo hacía… siempre que tenía que decirme algo lo hacía en la mesa del comedor durante la cena o el desayuno… o a lo sumo en el dormitorio antes de dirigirse a su habitación.

Me alcé de hombros rindiéndome a tratar de buscar una respuesta para lo que era el misterioso Benjamin y tomé el primer pantalón de algodón que encontré,

_Me visto y voy Loise, gracias_ dije desde el vestidor, oí que cerraban la puerta y supuse que ella se había ido. Me vestí rápidamente colocándome el pantalón blanco de algodón que marcaba cada curva de mi trasero y piernas y una remera sin mangas color purpura, mis tenis de entrenamiento, até mi cabello en una coleta alta y salí del vestidor en dirección al estudio de Benjamin.

Toqué la puerta dos veces y no hizo falta esperar, la puerta se abrió frente a mí dejándome ver a mi esposo recibiéndome. Fruncí el entrecejo… ¿él abriéndome la puerta?...

_¿Deseabas hablar conmigo?_ dije sin vueltas, él sacó sus anteojos con una mano mientras que con la otra sostenía unos documentos. Bien… ¿iba a ver a Benjamin Plath en su elemento?... aprender de negocios no iba a venirme nada mal, pero hoy estaba deseosa de aprender otras cosas.

_Si, pasa Isabella_ dijo extendiendo una mano al interior de su despacho. Él dejó que yo entrara y luego cerró las puertas, caminé hasta llegar detrás de una de las sillas y esperé… _siéntate por favor…_

¿Por favor?...

Valla… ¿Qué pasaba con Benjamin o que habían hecho con él?

_Gracias, pero prefiero estar parada…_ dije sin más. Él se acercó a su silla del otro lado del escritorio y meneó la cabeza negando…

_Como quieras_ dijo dejando los documentos en la mesa _seré breve…_ se dejó caer en su silla y me miró pensativo. No me dejó de llamar la atención que sus ojos parecían más cansados, vacíos de esa tenacidad y fuerza con la que solía mirarme, sin nombrar las ligeras ojeras que se extendían en su piel. El toque descuidado de su corbata sin ajustar en el cuello de la camisa con su primer botón desprendido ya era un signo de anormalidad.

_Soy toda oídos_ dije al darme cuenta de que él se había olvidado a hablar y solo se limitaba a observarme.

_Si… solo quería ponerte sobre aviso de mi próxima ausencia durante la semana que viene_ dijo cambiando su mirada hacia los papeles que tenía frente a él _ serán solo unos días, pero no estoy seguro cuántos. Edward quedará en casa durante esos días, ocupará los cuartos de servicio y Loise estará atenta en lo que sea que necesites, te dejaré los números a los que puedes llamar en mi ausencia si surge algo… el de Taylor y el mío._ levantó la mirada terminando con su perorata _¿alguna pregunta?_

_¿Dónde vas?_ inquirí, en realidad no me importaba, ya era feliz que desapareciera de mi vida por unos días ¿qué más daba donde iba?... o con quién.

_Debo ocuparme de unos asuntos en… San Francisco, estaré de vuelta en pocos días_ sus ojos azules brillaron súbitamente al mirarme y desvié la mirada.

_No hace falta que hagas quedarse a Edward aquí… yo puedo cuidarme sola, a demás esta las mujeres de servicio…

_No, él es el responsable de tu seguridad y exijo que cumpla con su responsabilidad, le pago para que te cuide y lo hará, mucho más durante mi ausencia_

Dios… si él supiera en lo que me estaba metiendo, con la presencia constante de Edward en la casa… no sabía lo que sucedería.

_Si así lo crees correcto, está bien_ murmuré bajando la mirada.

No es que nunca había salido de viaje de negocios… pero, ¿tanta seguridad y preocupación en mi?...

_¿Saldrás a correr?_ dijo señalando mi ropa deportiva, me abracé a mí misma a sentirme expuesta.

_No… Edward me dará clases de jiu-jitsu_ dije tratando de ocultar mi entusiasmo por esas clases, las había estado esperando toda la semana hasta que Edward me dijo el día anterior que si me parecía bien podíamos empezar esta mañana. Había estado sobreexcitada desde entonces…

_¿ jiu-jitsu?_ masculló acariciándose el mentón y luego arqueó las cejas _suerte con eso_

_Gracias_ murmuré sorprendida, en mi vida había tenido esperanzas de que alguna vez Benjamín me deseara suerte en algo…

Salí de su estudió momentos después lindando entre la incredulidad y la risa. Benjamin me desconcertaba por momentos y no sabía que pensar.

Luego del almuerzo Benjamin se fue a su compañía, había estado toda la mañana en casa preparando su viaje y anunció finalmente su partida para tres días más. Ok… tres días y ¿sería libre?

_Loise… ¿Edward llegó?_ pregunté cuando salí del comedor hacia la sala, Loise estaba recogiendo correspondencia que le entregaba hombre de seguridad de la entrada de la propiedad.

_Si señora… dijo que estaría en la sala de entrenamiento_

Asentí ante sus palabras y caminé subiendo la escalera. La sala de entrenamientos era un cuarto pasando dos puertas de mi estudio y solo lo utilizaba yo cuando quería quemar una que otra caloría. Me acerqué a la puerta y entré vacilante, se escuchaba muy silencioso y no parecía que Edward estuviera allí.

El cuarto era como una réplica en miniatura de la sala de yoga del gimnasio, las paredes estaban revestidas con espejos y al fondo cerca de las ventanas enormes desnudas que dejaban entrar la luz del sol, solo había una caminadora, una bicicleta fija y un par de maquinas ejercitadoras más a demás del reproductor de música. Edward estaba allí con un Cd en la mano leyendo la contratapa.

_¿Deseas poner música?_ pregunté caminando hacia él. Edward dejó la cubierta del cd sobre la mesa y volteó a verme,

_No… en realidad no necesitamos música para lo que vamos a hacer_ dijo comenzando a acercarse a mí. Tragué saliva cuando lo vi sin su habitual traje oscuro y corbata, esta vez solo vestía un equipo deportivo de pantalón y sudadera negra, con una camiseta blanca que se pegaba a su pecho… estaba descalzo.

_Mmm… ok… ¿comenzamos?_ murmuré vacilante, él esbozó una sonrisa torcida y asintió,

_Sáquese los zapatos y los calcetines señora Isabella_ murmuró quitándose su sudadera y dejándola sobre el suelo cerca del espejo, yo hice lo mismo con mis zapatos y calcetines y los dejé en el mismo lugar. Caminé y me paré frente a él que me miraba expectante con sus manos tomadas detrás de su espalda y las piernas ligeramente separadas.

_Bien… empecemos con una situación hipotética_ murmuró frunciendo el entrecejo, sus ojos verdes fijos en los míos. Me deleitaba viéndolo en su elemento… _¿qué haría usted si se encuentra con un atacante? ¿Qué atinaría a hacer?... es difícil saber la reacción que tendríamos ante uno, pero ahora en frío… racionalmente ¿qué haría?_

Pensé por un instante en su pregunta y reí recordando la última vez que me había encontrado, aquella vez que lo conocí a él… que me salvó…

_Bueno, siendo yo seguramente entraría en un ataque de pánico_ sonreí, él asintió sonriendo y tal vez recordando _pero si tuviera que reaccionar racionalmente… correría_ él asintió,

_Si… esa es probablemente la opción más acertada. Todos tenemos un mecanismo de supervivencia… ordenes que nos demanda nuestra mente ante una situación peligrosa y esa sin duda es una de ellas… la otra opción que tenemos es luchar._ dijo sin vacilaciones, asentí y lo seguí con la mirada cuando él comenzó a pasearse por la sala. _Luchar implica saber cómo… tener las herramientas y los conocimientos básicos para tratar de defendernos dignamente, si podemos hacer eso y lanzar unos cuantos golpes certeros podremos correr con una amplia ventaja_

Claro… tenía sentido, luchar y luego correr… asentí y continué prestando atención.

_¿Qué golpes le darías a tu atacante?_ murmuró deteniéndose nuevamente frente a mí, pensé por un minuto…

_Bueno… probablemente un puñetazo en el rostro, pero me rompería los nudillos en el intento… así que optaría por una patada en la ingle_ él sonrió y asintió…

_¿Quieres intentarlo conmigo?_

¿Qué?... ¿golpearlo?... ¿en la entrepierna?... por dios, no…

_¿Estás seguro?_ pregunté dando un paso hacia atrás, no quería golpearlo de nuevo y mucho menos allí…

_Vamos Isabella… golpéame_ murmuró sonriente, parecía estar disfrutando eso. Crucé mis brazos en mi pecho y negué con la cabeza… ¿a caso se había vuelto loco? _confía en mí, sabré manejarlo_

Ok… si eso quería…

Me acerqué a él vacilante y abrí ligeramente mis piernas y mis puños a mi costado, rápidamente lancé una patada a su entrepierna pero no me esperé que él tomara mi tobillo en el aire con una mano antes de cualquier contacto y yo cayera sentada sobre el suelo, él me tendió una mano y algo molesta por el movimiento brusco la tomé y me incorporé…

_Buen movimiento_ dije sarcásticamente, él sonrió modestamente

_Deme un buen puñetazo en la cara_ dijo cruzándose de brazos sobre su pecho, arqueé una ceja y sonreí. Cerré mi puño rogando no quebrarme los nudillos y lancé rápidamente un puñetazo a su rostro, pero no me esperaba que él tomara con una mano mi muñeca antes de golpearlo y retorciera mi brazo hacia delante, mi cuerpo dio una vuelta sobre mis pies impulsado por el movimiento y mi espalda chocó contra su pecho, su mano sosteniendo la mía rodeó mi cintura reposando sobre mi estómago. Lancé un jadeo por la sorpresa y sentí su respiración en mi oído,

_Buen movimiento_ repitió mis palabras, su aliento cálido rozó el lóbulo de mi oreja y me concentré en no gemir… por dios… _pero predecible_ me soltó y se alejó… me estremecí cuando su calidez dejó mi cuerpo.

_El cuerpo humano tiene varios puntos débiles que son imprescindibles para tener en cuenta a la hora de lanzar un golpe_ él se acercó sin prisas hacia mí y levantó su mano lentamente _¿me dejas mostrarte?_

_Si…_ susurré mirando sus ojos jade, mi pecho subía y bajaba, parecía increíble como este hombre podía alterar mi respiración… en realidad, todo mi cuerpo. Sus ojos brillaban y recorrieron mi cuerpo sigilosamente antes de volver a mis ojos, él levantó ambas mano y levantó sus pulgares mostrándomelos, lentamente los acercó a mi rostro y cerré los ojos él acarició suavemente mis ojos cerrados con sus pulgares y el resto de sus manos a ambos lados de mi cabeza _con un movimiento rápido pones tus pulgares en sus ojos y presionas… fuerte_ ejerció un mínimo de presión sobre mis ojos y soltó… fue solo una caricia. _eso lo dejará ciego y con dolor por unos minutos… si lo haces fuerte_

Asentí y abrí los ojos, él estaba a solo centímetros de mi cuerpo, su pecho casi podía tocar las cimas de mis pechos, que seguramente estaba erectas… maldito cuerpo que me traicionaba.

Él levantó una mano y me mostró su dedo pulgar e índice y lentamente los llevó a mi cuello, poniendo cada dedo a cada lado de mi garganta donde se situaban las carótidas presionó levemente cerrando levemente mi respiración, soltó en seguida…

_Si haces eso con fuerza y por más tiempo, lo asfixiarás…_ murmuró mirándome fijamente, asentí maravillándome con su disciplina… parecía un hombre tan completo.

Nuevamente alzó la mano y me mostró un pulgar, lentamente lo llevó hasta mi cuello, acarició mi piel hacia abajo, al llegar al hueco en la base de mi cuello y entre las clavículas presionó levemente _Si hundes con fuerza tu dedo aquí le darás dolor y obstruirás su garganta y lo asfixiarás._ asentí ante sus palabras, ese hueco siempre me había parecido sexy en mi cuerpo y en el de las mujeres en general, pero ahora le había encontrado otra utilidad.

Apoyó la palma de su mano en esa parte y bajó lentamente sobre mi pecho que subía y bajaba tratando de respirar coherentemente, mis ojos nunca dejaron los suyos. Detuvo su mano en mi plexo solar y presionó levemente, _Si das un puñetazo aquí… puedes golpear su corazón y provocarle dolor… eso lo aturdirá_ su mano continuó bajando por mi cuerpo, entre medio de mis pechos hasta la boca de mi estómago, lentamente… como si los segundos fueran horas... _pégale aquí otro puñetazo y lograras que se doble del dolor_

Asentí nuevamente mientras veía cómo su pecho parecía también agitado, subía y bajaba acaparando aire que su boca entreabierta dejaba entrar. Continuó con su recorrido bajando por mi cuerpo con su mano, me estremecí al sentir que rozaban suavemente mi vientre y jadeé cuando no se detuvo allí, continuó bajando su mano mientras su cuerpo se inclinaba hacia mí…

_Si golpeas aquí con fuerza_ dijo posando su mano finalmente en mi bajo vientre, casi antes de llegar a mi hueso púbico _con la planta de tu mano_ presionó mostrándome cual era y cerré los ojos por la sensación _le causaras dolor y se arrodillará ante ti_

_Mhmm_ musité tratando de controlar mi respiración, él no se movió hasta luego de unos segundos y podía sentir su respiración caliente sobre mi boca _finalmente… una buena patada aquí…_ dijo moviendo su mano hacia mi ingle, mi respiración se atascó en mi garganta cuando sentí sus dedos en aquél lugar, rozando ligeramente la tela de mis pantalones, las yemas de sus dedos acariciaron suavemente mi monte de Venus… dios… mi… clítoris. _Este es un punto débil para los hombres… y para las mujeres_ susurró con voz áspera.

Asentí jadeando con la boca seca… abrí los ojos y sus gemas verdes estaban fijos en mí a centímetros, sus labios entreabiertos me llamaban como una dulce miel sobre hojuelas… su aliento exquisito chocaba contra mi lengua casi pudiendo degustarlo…

_Edward…_ susurré dolorosamente, aún sus dedos estaban allí provocando sensaciones únicas con solo una leve caricia, apenas un roce…

_Si señora?_ susurró de vuelta. Incliné mi cabeza hacia él cerrando los ojos y mis labios rozaron lentamente los suyos, mi lengua cálida acarició su labio inferior y sabía que este hombre me había hecho perder la cordura… estaba totalmente perdida por él… ahora si lo estaba… ya no podía luchar más contra eso, él me tenía. Sus labios se cerraron sobre mi labio inferior y gemí… sus dedos presionaron levemente allí abajo seguramente pudiendo sentir el calor y humedad que debían tener mis pantalones.

_¿Señora Isabella?_ murmuró una voz de mujer del otro lado de la puerta mientras daba unos suaves golpes, abrí los ojos y el pánico sobrevino, me alejé un paso hacia atrás tomando su mano que me acariciaba y alejándola _la señorita Rosalie está al teléfono_ tragué en seco y fue como si mi garganta hubiera estado cubierta de arena,

_Gracias Loise, ya la atiendo_ murmuré con voz temblorosa y jadeante, Edward no se había movido y me miraba fijamente con el ceño fruncido, tratando tal vez de prever mi reacción…

_Gracias por la clase Edward, fue… muy… útil_ dije antes de dar vuelta sobre mis talones salir de allí.

Tomé el inalámbrico de las manos de Loise y me alejé sin palabras hacia mi habitación… una vez más con las defensas bajas, con el muro derrumbado a mis pies, y todo gracias a él… gracias a ese hombre que podía revivirme y matarme al mismo tiempo… todo gracias a Edward.

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Bueno amores, si están leyendo esto es porque no están desmayadas sobre el teclado, eso es bueno... yo no soy tan fuerte ja ja. Dioooosssss.... este Edward me vuelve loca!!! Quiero que alguien me toque así y más si es un lindo custodio de ojos verdes.

Auu... este capi me dio hambre, entre lo de Esme, que sé que es duro de leer, y lo de mi sexy Edward... mmm... mejor me voy a hacer un café... las amo!!!! Déjenme sus bonitas palabras, Ah! por lo menos ya saben algunas técnicas de autodefensa... gracias a Discobery Channel por eso. Bye!