Autora: Yadira Suhey Díaz Espinosa
LA
PIEL DEL AMOR
La
noche nos cubre, el manto de estrellas protege nuestros cuerpos y mi amor
protegerá tu alma donde quiera que estés….
La
tarde era cálida en extremo, mi cuerpo transpiraba y mi por mi pelo escurrían
pequeñas gotas de sudor, así fue mi llegada a Tuxtla Gutiérrez en Chiapas, un
lugar hermoso, con grandes manglares llenos de vegetación donde era fácil
perderse, así que procuré seguir a mi guía tan de prisa como podía.
Al
llegar a la comunidad mi guía empezó a gritar: llegó la doctorcita, llegó la
doctorcita y a mi encuentro salieron varios hombres, que ayudaron a cargar el
equipo que traían los animales cargando.
Mi
viaje tenía dos propósitos seguir con la campaña de Médicos sin Fronteras y la
otra encontrar a Edward, que hacía varios meses había desparecido en ese mismo
lugar, nada se sabía de él, no se había reportado ni enviado informes, me
comisionaron para saber que había sucedido con el doctor Cullen, algo extraño
rodeaba su desaparición.
El
doctor a cargo salió a mi encuentro: Hola Dra. Swan soy Artemio Cruz encargado
de la zona, nos alegra su presencia, nos hacía falta un cirujano, desde que el
Dr. Cullen se fue, no realizamos operaciones aquí.
Que
Edward se fue, él sería incapaz de hacer eso le dije con voz fuerte, además nos
hubiera avisado; algo raro paso aquí y necesito saberlo; el Dr. Cruz me dijo que un día simplemente Edward se
había ido, tal vez tuvo alguna emergencia, por eso no le aviso a nadie.
Eso
no era posible Edward no se había comunicado con su familia, ellos me habían
contactado para saber de él, cuando la Fundación dejó de recibir reportes hace
dos meses se preocuparon y yo decidí venir para saber que esta pasando.
El
Dr. Cruz me llevó a la casa que ocupaba Edward, todas sus cosas seguían ahí,
sus notas, su instrumental, todo estaba perfectamente acomodado, como si él
estuviera ahí todavía; me dijo que como ellos habían encontrado todo en su
lugar pensaron que él había tenido que salir urgentemente de la comunidad, eso
pasaba a veces cuando los médico eran extranjeros.
Las
lágrimas empezaron a salir cuando toqué sus libros, no podía pensar otra cosa,
lo habían secuestrado, tal vez estaría muerto, no podía creer que tal vez no
volvería a ver Edward nunca más.
El
Dr. Cruz me ofreció un pañuelo, y me pregunto que si lo conocía, yo entre
sollozos le dije que estábamos comprometidos hacia casi un año, pero habíamos
pospuesto la boda hasta que el regresara de Chiapas, no había contado con que
tal vez no regresaría jamás.
Esa
noche registré toda la casa, su closet, su escritorio, sus maletas, encontré su
pasaporte y su documentación, él no había podido salir del país sin ellos, un
miedo terrible lleno mi corazón, mis peores pesadillas empezaron a rondar mi
mente, si lo habían secuestrado ¿por qué no pidieron rescate? ¿Por qué no se
comunicaron? Empecé a llorar mirando la foto de su cartera, ¿dónde estás? No
puedo creer que este muerto, algo de mi sabe que sigues vivo, o es mi alma que
se aferra a no quedarse sin ti.
Al
día siguiente llamaron a mi puerta, eran los residentes que venían a ponerse a
mis órdenes, salí con ellos y tomamos juntos el desayuno, llegando a la clínica
revisamos las operaciones pendientes para organizarlas en la siguiente semana,
hicimos equipos de quirófano y atención postoperatoria, trataba de pensar que había
pasado, todos estaban tan tranquilos, no entendía como no pensaban que a Edward
le había pasado algo, que tal vez estaba perdido, o le había picado algún
animal.
Empecé
a platicar con los residentes sobre el Dr. Cullen, todos dijeron que era buena
persona, que era una lástima que se hubiera ido, a media mañana teníamos la
clínica llena de personas, los residentes se movían rápidamente, parecía que
cambiaban de lugar o desparecían, era magia o yo estaba muy distraída esa
mañana.
Las
personas llegaban y salían rápidamente, besando las manos de los médicos, era
un acto raro para mí, era como si los veneraran, pero cada pueblo tiene sus
costumbres y debía respetarlas.
Esa
noche terminé exhausta, apenas podía creer que había atendido a tantas
personas, después de la cena me fui a la casa, cuando entré sentí la presencia
de Edward, me sentía tan sola, que lo atribuí a mi cansancio y a mi soledad.
Cuando
me recosté, pronto me quede dormida y en sueños creí escucharlo, él su voz
estaba cerca de mi cama, me acariciaba el oído, cuando me levanté había
desaparecido, no había nadie sólo la ventana abierta, me mantuve cerca sentir ese aire, sentir su presencia me hacía
feliz.
A
la mañana siguiente el día pintaba igual, había una larga fila de personas en
la clínica, así que le indique a los residentes las áreas que debían cubrir y
empezamos la consulta; así transcurrió toda la semana, algunas operaciones
menores, que para nosotros no eran gran cosa pero a esas personas les
cambiaban la vida.
El
viernes por la tarde los residentes se iban a Tuxtla a pasar el fin de semana,
preferí quedarme en la comunidad, conocer el entorno me permitiría
desenvolverme mejor, y buscar pistas sobre la desaparición de Edward; pensar
que había regresado sin avisarme me dolía, o pensar en que algo había sucedido,
estaba centrada en mis pensamientos, cuando escuché un ruido cerca del río, me
acerqué y estaba un pequeña mujer
sentada a la orilla, parecía que rezaba en otro idioma, de pronto me
miro y dijo algo que no entendí, en un instante estaba cerca de mí, su voz fue
clara y fuerte: ¡Vete! Él ya no es más tu compañero, ¡Vete!
De
pronto ya no estaba, un frío recorrió mi cuerpo, miré hacia todos lados
buscándola, ella sabía de él, sabía que le había pasado, empecé a correr por la
orilla de río, deseaba encontrarla, sólo vi cómo se alejaba volando una
lechuza, pensé que ella la había asustado, pero no encontré a nadie.
Desorientada
comencé el regreso a la comunidad, la noche empezó a caer y tuve miedo de no
encontrar la brecha de regreso, por momentos sentía que alguien estaba cerca y
volteaba constantemente, estaba muy alterada cualquier ruido me ponía en
alerta; que era esto que sentía esa presencia, de donde provenía, y la voz de
la mujer que no dejaba de repetir mi mente.
Después
de algunas horas me encontré al Dr. Cruz, me dijo que ya estaban preocupados
por mi ausencia, le expliqué que había ido a conocer la zona, él me dijo que no
era seguro que había muchos animales salvajes y que andar sólo no era una buena
idea.
A
la hora de la cena le pregunté a su esposa que conocía a todos los pobladores,
sobre la mujer del río, ella se rió y me dijo: doctorcita eso es imposible, se
llamaba Eloísa, y murió cuando yo estaba soltera todavía, hace ya tiempo, pero
pues usted ve que los espíritus no dejan este mundo, y se muestran a ciertas
personas.
Ella
era la shamana del pueblo, la curandera le dicen ustedes, conocía todo el cerro
y sus alrededores, en las noches dicen que hacia sus conjuros en el río, para
que se fueran con las aguas, cuando murió los animales vinieron por ella y no
dejaron ni un pedacito de su cuerpo, sólo sangre había en su casa, no tuvimos
cuerpo para enterrar, dicen que se la llevaron los “nahuallis”.
Los
nahuallis pregunté, ella me dijo que los nahuales son hombres que se transforman
en distintos animales, eso era imposible, nadie podía transformarse de esa
manera, la señora Luz me dijo: ustedes nunca creen en eso, pero es verdad hay
espíritus elegidos que deben ser nahuales, y su destino esta dicho desde antes
de su nacencia.
Eso
era ilógico pero no comenté más, el
respeto por sus creencias era algo importante en nuestro trabajo, su
cosmovisión del mundo era cautivante y me aterraba a la vez, pensar en seres
mitad animal no era muy normal que digamos.
Cuando
fui a dormir esa noche, estaba llena de miedo y no quería quedarme a oscuras,
pero no podía dejar encendida la luz, así que encendí una vela pequeña, sólo
para alejar la penumbra; cuando el sueño empezó a vencerme en la ventana estaba
la lechuza blanca que había visto en el río, me miraba y de pronto entró en la
casa, se poso en una silla, yo estaba aterrada, me tapé con la sábana tratando
de evitar el contacto de sus ojos, cuando escuché su voz: ¡vete! El ya no te
pertenece ¡vete!, comencé a gritar y el Dr. Cruz llegó en un momento, estaba
aterrada, me abrazo y me decía: tranquilícese Dra. Swan, gritaba que la
sacaran, pero no había nadie en la habitación, su esposa se quedó conmigo
mientras el Dr. Cruz y otros hombres de la comunidad daban una ronda en la
comunidad.
Cuando
regresó me dijo que no habían visto a nadie, le dije a Luz que era la mujer del
río, que había estado ahí, y que me había dicho que me fuera; ella me miró
aterrada y me dijo: ¿la nahualli te habló? ¿Ella estaba aquí?
Le
dije que no era ella, era una lechuza
blanca y después escuché la voz de la anciana; me dijo que regresaba en un
rato; cuando lo hizo traía una bandeja con agua y empezó a rezar, y con unas
hojas me mojó la cabeza y el cuerpo; esta noche descansará, ya mañana vemos con
el shamán de pueblo, ella no había aparecido desde su muerte, no creímos que
fuera una nahualli, ella tenía el alma torcida.
No
pude dormir el resto de la noche el miedo se apoderó de mí, sólo pensar que
podía regresar me turbaba; a la mañana siguiente Luz me llevó el desayuno, me
dijo que sería bueno que durmiera un poco, tranquila Dra. Los nahuallis no
salen de día y menos los torcidos como Eloísa, descanse un poco y después
iremos a ver al shamán.
Dormité
un poco, entre sueños pensaba que le había pasado a Edward y si la nahualli le
había hecho algo, si lo había matado; no podría vivir con eso, no lo aceptaba.
Al cabo de unas horas regresó Luz y me
llevó con el brujo del pueblo, un señor llamado Juan, que estaba en una
ceremonia con hongos alucinógenos, todo estaba impregnado de ese aroma, en
cuanto entre me miro y dijo algo que no entendí, Luz me miró y me dijo: él sabe
que la nahualli ha regresado, y que te ha visto cerca de ella.
El
curandero decía cosas y aventaba agua, el humo
llenaba la habitación, se me acercó y me pasó unas ramas, me dio una
piedra y Luz me dijo que era de protección, que no debía dejarla eso haría que
la nahualli no se acercara más.
De
camino Luz, me dijo que en Los Tuxtla cuando un niño nace y su espíritu es
elegido por los nahuallis, un animal ronda la casa y deja su huella cerca para
que la vean y sepan que es un elegido, si es de los buenos, de los nahuallis
que matan a los cazadores malos que
llenan de sangre la selva.
Los
nahuallis buenos están dormidos en sus casas mientras su espíritu esta dentro
del animal que les tocó y el Dios Xólotl
los cuida, y hay personas que han
matado el cuerpo humano de los nahuallis para que ya no puedan ser humanos otra
vez; y por eso se vuelven a veces malos y matan a las personas.
Esas
historias eran más creíbles cada vez que recordaba a lechuza y a la mujer del
río, y la idea de que eso hubiera tenido que ver con Edward era más fuerte;
empecé a preguntarles a Luz y al Dr. Cruz,
si él les había comentado algo como lo que me estaba pasando, si Edward
había visto a la shamana, pero no comentaron nada, todo era un misterio y tenía
que encontrar una explicación.
La
semana empezó con menos consultas y las noches se me iban casi en vela, el
viernes volvía quedarme en la comunidad con la esperanza de visitar al curandero
y encontrar respuestas, pero estas llegaron a mi más rápido de lo que
imaginaba, por la noche la lechuza estaba en la ventana, no se movía y yo tenía
la piedra en las manos, no podía dejar de mirarla, estaba congelada del miedo;
de pronto la anciana estaba de pie en la ventana, su cara envejecida y
desfigurada, era aterradora, su voz volvió a repetir: Él ya no esta en este
mundo, su alma ronda cerca, pero ya no es tuyo.
La
lechuza salió volando y yo tras de ella, quería encontrar las respuestas a la
desaparición de Edward, cuando menos lo pensé estaba cerca del río y empezaba a
llover, y eso no era todo, en la carrera la piedra que me había dado Don Juan
se había perdido estaba a merced de la shamana, su cuerpo blanquecino estaba
cerca del río y su mirada era gélida, le grite: dime dónde está, quiero saber
dónde esta Edward, ¡dímelo!. Ella empezó a reír a carcajadas, y repetía: él ya
no esta en este mundo, cuando se acercaba reuní todo el valor de que fui capaz
y le dije: si no esta en este mundo, dime ¿Dónde esta? Las lágrimas empezaron a
correr por mis mejillas, la mujer se alejó, y la lechuza emprendió el vuelo.
De
pronto un puma negro se plantó cerca de un árbol, me quedé mirándolo, pensé que
si me movía me atacaría, en este momento no sabía si era un nahualli o no, el
animal camino hacia el río y no volvió a mirarme. Salí corriendo del lugar,
llorando y pensando en encontrar a Edward humano o no, quería estar con él otra
vez.
A
la mañana siguiente fui con Don Juan y después de una “limpia”, le platique de
mi encuentro en el río con Eloísa, y el puma negro; él se quedo callado y me
dijo: ya lo sé, y no es bueno que hables con ella, le estas abriendo tu alma y
cuando le des tiempo se la llevará.
Le
pregunté quien le había dicho, pero él se mantuvo callado rezando, de pronto
todo estaba claro, el puma que había estado conmigo en el río, era él, era un
nahualli, le pedí que me dijera que sabía del Dr. Cullen, que necesitaba saber
que había pasado con él, que lo amaba y que la idea de perderlo me estaba enloqueciendo,
no sabía si esa necesidad de él, me estaba llevando a creer en los seres mitad
hombre y mitad humanos.
Don
Juan me pidió que descansara y que pronto él me diría todo, me fui de su casa
con más dudas y llena de incertidumbre,
él sabía que había pasado con Edward y eso me daba una esperanza.
El
sábado en la noche, me senté con el Dr. Cruz y Luz afuera de su casa, y me
dijeron que me veían más tranquila, nada más alejado de la realidad, por dentro
añoraba su presencia y moría de miedo, ante la idea de que su cuerpo ya no
estuviera más, quizá el nahualli lo había matado o buscado como a mi.
De
regreso a mi casa escuche la voz de
Eloísa, de pronto me encontré con su figura otra vez, y ahora estaba dispuesta
a encontrar todas las respuestas que necesitaba, la encaré y le dije que ahora
me diría dónde estaba Edward, ella parecía no entender, enseguida me encontré
rodeada de zorros grises, ella me dijo
que sus amigos me dirían dónde estaba, el miedo llenaba mi cuerpo, uno de los
animales se abalanzó sobre mí me tiró por el piso, hundiendo sus dientes en mi
pierna, el dolor era tan intenso, cuando los demás se disponían a atacarme
llegó un jaguar, era un animal hermoso, fuerte y ágil, en un momento se plantó
cerca de mi y dio un rugido estruendoso, los zorros se pusieron en alerta y
retrocedieron, el puma negro llegó también y se acercó a nosotros, los zorros
salieron corriendo.
El
puma me miró y echo a correr, en un
momento lo vi desaparecer en la negrura de la noche, el jaguar se quedó conmigo
y comenzó a lamer mi pierna herida, por un momento tuve miedo cuando se acercó
a mí, pero cuando sentí su lengua me tranquilice, al quererlo tocarlo se alejó
y me miró, después se alejó tan rápido como el puma; como pude me levanté y
llegué a mi casa, me curé la herida y empecé a pensar en lo sucedido, si no
estaba equivocada el puma era don Juan, pero el jaguar, ese hermoso jaguar
quien era, ¿había más de un nahualli cerca de mi?
Resultaba
que de todas las personas del lugar, era a la única que visitaban los nahuallis;
eso no era muy lógico, al menos en mis esquemas.
Al
día siguiente con el pie aún adolorido busqué a don Juan, y le pedí que me
dijera que había pasado la noche anterior, con Edward, ya no pude más y rompí
en llanto, el hombre se me acercó y limpio mis lágrimas, me miro con ternura y
me tomó de la mano, lo seguí hasta las afueras del pueblo a una choza, cerca
del río, él entro y me indicó que lo siguiera, al entrar quedé petrificada ahí
estaba Edward, o su cuerpo, no sabía en ese momento.
Cuando
me acerqué trate de tocarlo, don Juan lo impidió: su cuerpo esta aquí, pero su
espíritu anda en su nahualli, su cuerpo estaba inmóvil, parecía muerto, no
percibí su respiración, y eso no era una buena señal, como médico empecé a
valorarlo, y me llenaba de angustia pensar en ese cuerpo, le pedí a don Juan
que me permitiera tocarlo, él me dijo que no podía, que su espíritu no podía
regresar todavía, que estaba encontrando su camino de regreso.
No
podía creer eso, como un ser racional no podía evadir mi responsabilidad como
médico, le dije a don Juan que me lo llevaría a la clínica, que él necesitaba
atención médica; él me dijo que no podía, que él lo estaba cuidando y en ese
lugar estaba protegido de los nahuallis torcidos, que querían matar su cuerpo
para que ya no pudiera regresar, a su forma original.
Estaba
contrariada, una parte de mi quería llevarlo a la clínica y otra pensaba que
don Juan tal vez tenía razón; no pensaba moverme de ese lugar, no quería
dejarlo ahí, él era el amor de mi vida y sea cual fuere la situación, debía
permanecer a su lado.
Don
Juan me pidió que lo dejara, ya era noche cuando regresábamos a la comunidad,
él me pidió que no regresará sola a ese lugar, porque los nahuallis podían
seguirme y matar el cuerpo de Edward, eso me aterró y le dije que quería verlo
al día siguiente, él prometió que vendría por mi, al darme la mano me entregó
la piedra que me había dado, me dijo: esto se le perdió el otros día.
Los
dos reímos, me dejó en mi casa y se despidió, era un hombre tan calmado, que
era difícil pensar que era un ágil puma por las noches, entrada la madrugada
escuche la voz de Eloísa, tomé la piedra entre las manos, y escuche cuando me
decía: ahora él ya no regresará más.
Pensé
en Edward, que tal vez estaban en la choza, salí corriendo y no me di cuenta de
que la manada de zorros estaba tras de mí, al llegar a la choza estaba el puma peleando con dos ocelotes, los animales se
mordían salvajemente y el puma apenas podía defenderse.
Los
zorros entraron a la choza y se
dirigieron al cuerpo de Edward, que estaba inmóvil, frente a mis ojos su cuerpo
se desvanecía en la boca de aquellas bestias, con mis manos empecé a jalar a
las bestias, que mordían ya atacaban con tanta rabia; el dolor consumía mi
alma, empezaron a atacarme, mordieron mi cuerpo, pero ese dolor no era nada
comparado, con lo que sentía de perder a Edward de esa manera.
De
pronto el puma entró y tomó por el cuello a los zorros, el jaguar tras de él,
los zorros se marcharon, habían cumplido su cometido, habían destrozado el
cuerpo de Edward; cuando nos dejaron solos, tomé lo que quedaba de su cuerpo y
rompí en llanto, no podía vivir sin él, estaba desolada, sentía que el vacío se
apoderaba de mí, grité tanto, el dolor me consumía.
En
un arranque de desesperación, tomé un cuchillo que estaba cerca y traté de
acabar con mi vida, el jaguar se me acercó y con su garra me quito el cuchillo,
se acercó a mi cuerpo buscando una caricia, al mirarlo lo encontré a él, Edward
estaba ahí, ese jaguar era él, había encontrado su camino de regreso, su camino
era conmigo; en ese momento me culpe de haber traído tras de mi a los zorros,
ellos que habían acabado con la vida de Edward, me quedé inmóvil con su cuerpo
entre mis brazos y su espíritu, en ese jaguar muy cerca de mí.
Cuando
amaneció algunos hombres pasaban cerca de la choza, les grité pidiendo ayuda al
ver al jaguar se asustaron, pero les dije que él no les haría daño, que nos habían atacado unos zorros, que
necesitaba ayuda.
Los
hombres me ayudaron a poner el cuerpo de Edward en una sábana y lo subieron a
la carreta, de camino don Juan me encontró y me abrazó, lloré sin parar,
repitiendo que había sido mi culpa; él me dijo que no era así, que habían
encontrado los cuerpos del Dr. Cruz y su esposa cerca de río, que los había
matado un puma la noche anterior.
Comprendí
entonces que ellos eran parte de los nahuallis torcidos que buscaban a Edward,
y me habían estado siguiendo desde mi encuentro con don Juan, el dolor me
mataba, me dijeron que si quería llevar el cuerpo de Edward de regreso a Seatle,
pero no, informé a sus padres del incidente con Edward y viajaron a Tuxtla,
todos estuvieron en su funeral, su cuerpo físico ya tenía un lugar para
descansar y su espíritu dentro de aquel jaguar, seguía vivo; pero era algo que
ellos no entenderían.
Me
dijeron que si pensaba regresar, pero les dije que, que si Edward estaba ahí, yo
estaría con él; se fueron y yo me quede bajo la tutela de don Juan aprendiendo
a ser curandera, a ser una de ellos, me quedaba para estar con él, porque no me
importaba que piel tuviera ahora, siempre sería mío, sería parte de mí.
Desde
entonces bajo al río y el jaguar esta siempre conmigo, lo acaricio, se que él,
esta en ese cuerpo, juega conmigo y esta siempre cerca de mi, todos se
sorprenden de que en mi casa siempre este el jaguar, piensan que el animal se
encariño conmigo, no saben que debajo de esa piel, esta él, Edward, mi gran
amor.
Porque
para mí, la piel sólo es la envoltura del amor.
7 comentarios:
Wow wow wow Amo tu historia. ¡Felicidades!
Awww que bella , me encantooo y lloreee gracias esta preciosa
Hola chicas la verdad todas las historias están fascinante y es dificil una elección ya que se nota a la perfección que an puesto todo su empeño ,me an encantado ,suerte a todas.....Besos desde Ecuador...
Wowwwww que te puedo decir me enamoro tu historia, me hizo llorar por ese amor tan hermoso y es cierto la piel es solo la envoltura del amor, y el se puede visualizar de diferentes formas sin importar,,,,, en serio una historia bellisima.....muchas felicidades y suerte......
ufff nena, me hiciste llorar :" (
Que lindo que está, es hermoso. No importa la apariencia del otro, cuando hay amor... ouff... gracias por participar y por compartir esto con nosotos, besos.
Hola por aqui
Hermoso y emotivo OS que ha arrancado un montón de lagrimas mientras lo leía. He decir que me has enganchado creando ese misterio sobre los Nauhils que has ido despejando poco a poco hasta llegar al hermoso final en donde el amor siempre vence.
Me ha gustado, que tengas suerte.
Besos
Chica este fic estuvo super romántico y fue fantástico. Me encantó, el amor sobre pasa barreras!
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